Por Ing. Guillermo Solá
Nació
en Salta el 10 de septiembre de 1873. Era el menor de los hijos de
Don Luis Güemes Puch y de Doña Rosaura Castro Sanzetenea,
o sea, nieto del General.
También en Salta realizó sus estudios
primarios y secundarios, egresando como bachiller del Colegio Nacional.
Posteriormente se trasladó a Buenos Aires a estudiar medicina.
Allí se doctoró en 1898, con la tesis “Contribución
al estudio de la policerosis tuberculosa”
Quiso perfeccionarse, conocer más. Con su
diploma recién obtenido viajó a Europa. En París
logra otro doctorado.
Regresado al país en 1904 se aboca de pleno
a la profesión, incorporándose al Hospital Rivadavia
en donde ejerció con mucho prestigio durante muchos años.
Sin embargo, la política lo atraía
muy fuertemente, seguramente porque a los propios genes se sumaban
los acontecimientos del país, y en especial los de su provincia
natal.
Como era un verdadero ciudadano respetuoso de la
Constitución y de las leyes, demócrata, enemigo de las
prebendas y de los acomodos, defensor de la libertad y de la igualdad
de oportunidades, valores estos que por tradición de sus mayores
formaban parte de su personalidad, se había incorporado a las
filas políticas que, por ese entonces para él, más
se ajustaban a sus ideales: la Unión Cívica Radical.
Vuelve a Salta. Colabora intensamente con sus correligionarios
en el gobierno provincial. El prestigio adquirido por Adolfo Güemes
en el radicalismo nacional influye en gran medida para que en 1921
el Presidente Irigoyen “ratificado por todo el gabinete y sin
sanción legislativa” ordenara a los Ferrocarriles del
Estado la iniciación de la construcción del ferrocarril
a Huaytiquina, el viejo anhelo salteño.
Más tarde es elegido Gobernador de la Provincia,
cumpliendo su mandato desde el 1º de mayo de 1922 hasta la misma
fecha de 1925.
No es el caso de hacer aquí un detalle de
su gestión, pero muy pocos gobiernos en la historia de Salta
podrían recibir un calificativo de excelencia: uno de éstos
pocos fue el que ejerció el Dr. Adolfo Güemes. No solamente
en lo referido a las diversas e importantes realizaciones llevadas
a cabo, en educación y en salud pública especialmente,
sino por la manera de rigurosa economía, de responsable desempeño
en la administración, de eficiencia y ejecutividad en los actos
y por el estilo de sencillez, austeridad y dedicación al trabajo
que él imponía en todos los estamentos. Ocurría
que él era el ejemplo.
Por supuesto que la revolución del 6 de septiembre
de 1930 coloca al Dr. Adolfo Güemes en la vereda del frente de
la ruptura del sistema constitucional. Es cuando comienza a granjearse
la antipatía del gobierno provisional. “... Hombres de
criterio simplista, creen en la eficiencia de la violencia para torcer,
por miedo, la irrevocable voluntad del pueblo; pésimos psicólogos,
no se dan cuenta que las persecuciones, destierros, confinamientos,
no han servido ni servirán jamás, sino para dar mayor
unidad y cohesión a nuestro partido, pues nada vincula más
a los hombres que los sufrimientos e injusticias compartidas; en cambio:
los placeres fáciles, bailes, excursiones y banquetes mientras
miles de compatriotas padecen hambre, suelen generar malas digestiones,
insomnios rebeldes y tenaces.”
El gobierno de facto había resuelto llamar
a elecciones presidenciales. A modo de prueba se realizan solamente
en la provincia de Buenos Aires, donde en abril de 1931, los radicales
ganan las elecciones para gobernador. Ante esa situación, el
gobierno de José Félix Uriburu decide desconocer el
resultado y anularlas. Así y todo, la Convención Nacional
del Radicalismo proclama una fórmula para los comicios presidenciales
de noviembre: la integraban el ex presidente Marcelo T. de Alvear
y el ex gobernador de Salta, Adolfo Güemes. El gobierno de Uriburu
veta a los dos integrantes de la fórmula: a Alvear, argumentando
que no se había cumplido aún el plazo de seis años
para que volviera a aspirar a la presidencia - curioso prurito constitucional
en un gobierno de facto; a Güemes, por su reconocida militancia
irigoyenista que lo hacía un representante del régimen
depuesto. Con sus candidatos proscriptos, la Unión Cívica
Radical, entonces, decidió abstenerse.
Como consecuencia de la lucha política sobreviene
la persecución, y en 1933 el Dr. Adolfo Güemes es apresado;
junto con él parten confinados a prisión en Ushuaia
los dirigentes radicales Ricardo Rojas, Enrique Mosca, Federico Álvarez
de Toledo, Mario Guido, Honorio Pueyrredón y José Luis
Cantilo, entre otros. También le acompaña su fiel servidor,
Pepe Casanz, quien simuló ser otro conspicuo dirigente para
no ser separado de su querido patrón.
Al año siguiente, de regreso de su confinamiento,
ocupa la presidencia del Comité Nacional de su partido: “...
La Sociología, que busca en los acontecimientos de la historia
las leyes que rigen la vida de la humanidad, enseña que solo
hay progreso real y positivo en aquellos países en que, la
gran mayoría de sus habitantes lleva arraigada en la conciencia
la verdadera cultura cívica, que consiste, precisamente, en
el acatamiento de los dictados de la ley. (...) desde la tribu salvaje
a la compleja estructura de la sociedad moderna exigen comando y obediencia;
(...) no basta poseer energías; para triunfar se requiere que
la inteligencia, la voluntad las pongan en juego armoniosamente, facultad
directriz que se obtiene y perfecciona por el ejercicio. Se llama
entrenamiento en el deporte, técnica en el arte y en la ciencia..”
Tal fue el pensamiento político del Dr. Adolfo Güemes.
Queriendo retribuir de alguna manera a la confianza
y a la estima que la sociedad le había brindado, hizo donación
de la histórica Chacra “El Carmen de Güemes”
que había pertenecido a su abuelo el General Güemes, de
alrededor de 300 hectáreas, a la Nación, con cargo de
ser destinada a Escuela Granja. Su estructura edilicia fue realizada
por el Ministerio de Obras Públicas de la Nación y entregado
al Ministerio de Agricultura y Granja de la Nación el 17 de
mayo de 1952, año en que comienza a funcionar en el mes de
Abril el primer ciclo lectivo.
En 1945 hizo donación al Museo Colonial,
Histórico y de Bellas Artes de varias obras artísticas
de su propiedad. Pero también, desde siempre, el Dr. Adolfo
Güemes estaba presente colaborando calladamente, por el mero
gusto de ver progresar a su pago; como, por ejemplo, durante la intendencia
de Luis Langou, regalando todas las plantas que adornaron el Rosedal
del entonces recién remodelado Parque San Martín.
También hay que recordar que, siendo Gobernador
de la Provincia, en junio de 1924, decreta el inicio institucional
de la Agrupación Tradicionalista Gauchos de Güemes.
El 4 de Octubre de 1947 muere en Buenos Aires un
ciudadano argentino que, podemos estar seguros, supo honrar debidamente
la Senda Gloriosa, un salteño de ejemplo: el Dr. Adolfo Güemes.