Santuarios Incaicos



Seis montañas son las más representativas


Los santuarios de altura conservan secretos incaicos

Son los sitios arqueológicos más altos del mundo. Advierten por los constantes saqueos.

Giovanna Mejía Zárate, de El Tribuno


Son únicos en su tipo y privativos de los Andes. Chuscha (6.739), Llullaillaco (6.739), El Quehuar (6130), El Chañi (5.896), El Mercedario (6.730) y Aconcagua (6.962), son las seis montañas sagradas más representativas de los santuarios de altura de los incas.

En las montañas, tan cerca del sol, la luna y el cielo, se construyeron los santuarios de altura, lugares sagrados que lograron integrar los pueblos y las culturas andinas.

No hay manifestaciones culturales similares en otra parte del planeta. "Ni siquiera los Himalayas, donde las montañas sagradas eran adoradas desde las bases, pero no ascendidas hasta las cimas. Toda la evidencia indica que fueron costumbres incaicas", dice la arqueóloga Constanza Ceruti, directora del Instituto de Alta Montaña de la Universidad Católica de Salta.

El poderoso Imperio Incaico fue fundado en el siglo XII por una tribu de lengua quechua, procedente de la región del lago Titicaca y que en su apogeo (siglo XV) se extendió por Los Andes, desde Colombia hasta Chile y parte de la Argentina. Su dominio se derrumbó con la llegada de los conquistadores españoles, a principios del siglo XVI.

Eran politeístas, adoraban el sol, la luna y mantenían el culto a los muertos. Pero, poco se sabe de la religión y los rituales incaicos. "La mayor parte de la información se obtuvo de crónicas y fuentes etnohistóricas. Casi no se conservan evidencias materiales de las prácticas incaicas por las feroces campañas de extirpación de idolatrías", explicó Ceruti.

Los misioneros del siglo XVII destruyeron tiempos y objetos relacionados con el ritual y construyeron iglesias sobre los tiempos. Los santuarios de alta montaña no fueron alcanzados por el fervor destructivo de los extirpadores de idolatrías y por ellos son emplazamientos privilegiados en los que se conservan evidencias materiales únicas de los sacrificios y ofrendas por los Incas.

Una de las manifestaciones más notables y menos conocidas del imperio son los santuarios erigidos en las cumbres de las más altas montañas, a veces a más de 6.700 metros de altura. Las montañas andinas eran elegidas por los Incas como centros de peregrinaje y como escenarios para la realización de ceremonias que comprendían procesiones hacia las montañas sagradas, entierro de ofrendas suntuarias e inclusive sacrificios humanos.

La excelente preservación de las momias y ajuares textiles en el frío y seco ambiente de la alta montaña, ofrece oportunidades únicas para el estudio de distintos aspectos de las sociedades del pasado prehispánico.

No obstante, Ceruti advierte que en menos de dos décadas, gran parte del patrimonio cultural de alta montaña en los Andes puede terminar perdido como consecuencia del accionar de buscadores de tesoros y huaqueros (profanadores). Casi todos los santuarios exhiben indicios de intentos de saqueos, que en muchos casos terminaron en una completa destrucción del sitio, saqueo de ofrendas y hasta dinamitación de las momias, como en el Nevado de Quehuar.

Las momias y sus ajuares son cápsulas de tiempo de valor incalculable para la ciencia y para la cultura. La concientización masiva de su importancia es vital para prevenir y resguardar el patrimonio arqueológico de alta montaña.

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