por Andrés Mendieta

alta,
en la primera década del siglo XIX, vivía momentos
de gran apogeo económico, ya sea por sus riquezas naturales
o por su comercio con el Alto y Bajo Perú.
Era el paso obligado
entre el puerto de Buenos Aires y el Virreinato del Perú.
Era capital de la Intendencia de Salta del Tucumán, gobernación
que abarcaba las actuales provincias de Santiago del Estero, Catamarca,
Tucumán, Jujuy, Puna de Atacama y Tarija.
Estaba considerada
como la tercera ciudad de la época virreinal. En lo que hoy
es Campo Santo funcionaba una importante plantación de caña
–introducida desde el Perú por Juan Adrián Fernández
Cornejo y Rendón, en 1760- funcionaba una fábrica
que producía azúcar en pilones (panes de azúcar
envueltos en cuero). Salta contaba con importantes extensiones de
campos para el pastaje de ganado que transportaba mercadería
con destino a diferentes centros de consumo del Río de la
Plata, del Perú y para los puertos de Europa.
A partir de 1807
fue sede del Obispado de Salta –creado por bula del Papa Pío
VII- con jurisdicción en San Miguel de Tucumán, Santiago
del Estero, San Ramón de la Nueva Orán –la última
ciudad fundada por los españoles en América por Don
Ramón García de León y Pizarro-, Catamarca,
Jujuy, Tarija de la Intendencia de Potosí y Chibchas. El
primer obispo fue el doctor Nicolás Videla del Pino, natural
de Córdoba. Estaban establecidos en ésta ciudad de
Salta los franciscanos, y los mercedarios y se celebraban misas
en la Iglesia Matriz, San Francisco, La Merced, San Bernardo y en
el templo que fuera de los jesuitas. El único hospital de
la gobernación estaba ubicado entre la ermita de San Bernardo
y el convento de los bethelmistas cuyo nombre original era "San
Andrés" que comenzó a funcionar en 1805.
La población
ascendía a siete mil habitantes; mientras que en todo el
partido alcanzaba a diez mil quinientas cuarenta y tres almas. Sobre
las mujeres, Don Alfonso Carrió de la Vandera, inspector
de correos y autor de la obra "Concolocorvo, el lazarillo de
ciegos caminantes", decía así: "Las mujeres
de Salta son la más bizarras del Tucumán y exceden
en hermosura a todas las americanas". Por su parte, el historiador
Vicente Fidel López definió a Salta como "una
de las ciudades más cultas y quizás la de trato más
distinguido y fino del Virreinato".
Con respecto a la
edificación las casas estaban construidas de adobe con pilastras
de ladrillo. Por lo general las viviendas tenían una entrada
principal mediante una gran portada, amplio zaguán, un salón
principal destinado a recepciones, soleados patios soleados de galerías,
salones interiores, salas y alcobas.
Las principales
calles de la ciudad llevaban el nombre de: Caridad Vieja, De la
Amargura, Ombú, De las Artes, Buen Orden, Del Comercio, San
Bernardo y San Francisco, entre otras. La calle Alberdi era camino
con destino a Jujuy, debiendo cruzar el río de Los Sauces
–hoy calle San Martín- mediante un puente conocido
como "Leandro Olivier".
Bernardo Frías
a costumbres tales como que las madres tenían la responsabilidad
de todas las enseñanzas vinculadas con la oración,
el aseo, el trabajo y los buenos modales. También dirigían
en forma personal la elaboración del pan, de los pasteles,
de los dulces y el tendido de las camas para quienes habían
dormido en ellas.
Existía el
hábito de almorzar a las doce., La siesta hasta las tres
y la cena se servia a las ocho. La ama de casa tenía la responsabilidad,
además, de cerrar la puerta de calle a la hora de dormir.