Este Museo, inaugurado en el IV Centenario de la llegada del Señor y la Virgen del Milagro (1992), implica la concreción de dos objetivos: resguardar los tesoros que la piedad de los salteños preservó en nuestra Catedral, y en segundo lugar, exponerlos para que el pueblo pueda identificar en ellos parte de la cultura fundante de Salta.

Con la valiosa colaboración del Arq. Roque Gómez por el montaje del Museo, y la coordinación y el asesoramiento museonor/lógico de la Lic. Mónica de Lorenzi de Ruiz Moreno, se lleva adelante la tarea de organizar el Museo Catedralicio de Salta, formando junto a la Iglesia Catedral una unidad de gran valor histórico.

El Museo cuenta con:

Pinturas sobre tela. Representaciones de la Virgen María y Santos pertenecientes a autores italianos, españoles, altoperuanos y salteños del siglo XVIII y XIX. Resulta interesante hacer notar en estas pinturas el ascendiente de escuelas cuzqueñas y limeñas que luego influyen marcadamente en el noroeste argentino.

Imágenes de culto. Tallas policromadas, y de tela encolada que tienen su origen en el Perú, Alto Perú, misiones Jesuíticas y Salta.

Orfebrería. Piezas de finos diseños y ejecución, destinadas al culto, como cálices, atriles, candeleros, insensarios, vinajeras, custodias, que nos comunican con artistas mestizos del siglo XVIII y XIX, quienes heredaron desde los tiempos precolombinos el dominio del trabajo de los metales y aprendieron nuevas técnicas y motivos de sus maestros europeos. Este rubro también presenta las joyas de la Virgen del Milagro, ornamentos sagrados y donaciones de numerosos fieles que por devoción dejaron sus más queridas pertenencias.

Mobiliario. La austeridad del mueble español, la ornamentación característica de los estilos portugués, inglés y argentino también dan testimonios de los largos años de vida catedralicia.

Libros e impresos. Se clasificaron teniendo en cuenta su origen, antigüedad e importancia en la liturgia.

Vestiduras y ornamentos. Diversas clases de vestiduras y ornamentos de colores litúrgicos y ricamente bordados son dignos de ser conservados por su función sacra como así también por su valor artesanal.