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Anecdotario Histórico de Salta

El Tema de la Monarquía Incaica

Por Andrés Mendieta

Un asunto que motivó la especial atención del Congreso de Tucumán, antes y después de la declaración de la independencia, fue la forma de gobierno. Con anterioridad al 9 de julio ya estaban de acuerdo la mayoría de los congresales en implantar un régimen monárquico constitucional.

El 6 de mayo de 1816, después de la sesión ordinaria, el diputado presidente doctor Narciso Laprida, hizo despejar la barra y el Congreso comenzó su sesión secreta. El general Belgrano, que en esos momentos tenía sólido influjo en los congresales, fue convocado para que por sus conocimientos de los intereses de Europa expusiese sus opiniones sobre el estado actual, de las ideas que reinan en ella y del concepto que las naciones se han formado de la revolución de las Provincias Unidas, así como de las esperanzas que pueden tenerse en cuanto a obtener su protección.

Belgrano fue claro y explícito al manifestar que el movimiento de Mayo de 1810 fue visto con simpatía en Europa pero, que con el correr del tiempo, no ocurría lo mismo por el continuo estado de anarquía y desorden. Dijo también que se había producido una mutación completa en Europa con respecto a las formas de gobierno y que así como el espíritu general de las naciones había sido republicanizarlo, ahora se trataba de monarquizarlo todo y que Inglaterra con su constitución de monarquía daba un ejemplo que se quería imitar y ya lo habían imitado la Francia y la Prusia.

Siguiendo su exposición afirmó que, de acuerdo con estos principios, la forma de gobierno más conveniente para las Provincias Unidas era la monarquía temperada y que había que llamar a la dinastía de los incas por la justicia que en si envuelve la restitución de esta Casa, tan inicuamente despojada del trono, que esto además daría firmeza a la independencia que estamos a punto de declarar y que la sola noticia de la restauración de los incas despertaría el entusiasmo general de los pueblos del interior.

Belgrano estaba lleno de elocuencia y de sinceridad. Había un entusiasmo general de todos los diputados, porque los mismos diputados de Buenos Aires no se animaron a contradecir, y hasta Anchorena hacía signo de afirmación con la cabeza, aunque no lo felicitaron a Belgrano como lo hicieron los demás en medio de grandes abrazos.

Los diputados del Alto Perú están presos en un entusiasmo incontenible, y lo mismo los de Catamarca; Sánchez de Loria, Pacheco de Melo y Acevedo son los que mayor entusiasmo demostraban. En cambio, fray Justo de Santa María de Oro no parecía muy satisfecho con la idea.

Apenas terminó la reunión secreta, se reunieron los diputados de Buenos Aires. Escribieron en “La Crónica Argentina” varias publicaciones contra la idea del inca, con la que saben que además de Belgrano están de acuerdo José de San Martín y Martín Miguel de Güemes y que son tres hombres muy poderosos que hay que contrarrestar.

Manuel Antonio AcebedoPero recién se abocaron a su tratamiento a partir de la sesión del 12 de julio, oportunidad que el representante de Catamarca, el Presbítero Manuel Antonio Acevedo propuso que se eligiera un monarca entre los descendientes de los incas.

Entre las burlas de los periodistas de Buenos Aires, refiriéndose al posible soberano inca decían que “al rey pata sucias habría que buscarlo en alguna pulpería o taberna del altiplano” o “que habría sacarlo borracho de alguna chichería”. Por todos lados se descartaba que el futuro monarca debía ser un príncipe español o portugués, o francés, o inglés. Era más patriótico coronar a uno de América.

Si bien es verdad que a ciencia cierta que no se encuentra antecedentes de quien podría ser el posible monarca inca el Instituto Argentino de Ciencias Genealógicas en su publicación “Genealogía” (Buenos Aires, 1966) da cuenta que el investigador doctor Gianello en su búsqueda señala como presunto candidato a Dionisio Inca Yupanqui, nacido en el Cuzco; educado en el Seminario de Nobles de Madrid. Como militar llegó al grado de coronel de un Regimiento de Dragones habiendo luchado contra los franceses.

Luis Güemes en su obra “Güemes Documentado” que un escrito procedente de Río de Janeiro, del 29 de agosto de 1816, expresa que: “La persona que se supone tiene en vista el Congreso es un oficial del Ejército Español que actualmente se encuentra en España, si es que no está en Madrid mismo”. Esta noticia hace presumir, aunque no confirmar, que este habría sido el candidato por su elevada posición social y su relevancia política al representar al Perú en las Cortes de Cádiz.

Todo lo cual demostraría, como afirma Gianello, que “no hubiera sido merecedor de epítetos denigrantes que circularon profusamente contra todos los de la “casta de chocolate” en una campaña para ridiculizar la idea de la restauración incaica, que, más que en el momento, con el tiempo dejó una falsa idea del problema del Inca.

A continuación mencionaré a quienes, sin representar a los diputados de las provincias altoperuanas y a Salta, se manifestaron abiertamente por la conveniencia de coronar a un descendiente incaico. Se encontraban, entre otros, el representante por Tucumán, el Presbítero y doctor en Teología Ignacio de Thames; el Presbítero Manuel Antonio Acevedo, de Catamarca, que ofició misa el día que se iniciaron las sesiones; Tomás Manuel de Anchorena, porteño, graduado de abogado en Chuquisaca y Fray Justo Santa María de Oro, representante por San Juan.

 

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