Melchora y Goyechea de Cornejo

Por Carlos Jesús Maita

Introducción



  DOÑA MELCHORA Figueroa y Goyechea de Cornejo es una de las personalidades más trascendentes de la historia de Rosario de la Frontera. 

     Se trata nada menos que de la fundadora de la ciudad, pues donó los terrenos para su trazado. Sobre estos terrenos (la manzana de la plaza y las 8 manzanas ubicadas a su alrededor) trazó el croquis de la villa o pueblo el el agrimensor oficial de la provincia de Salta don Carlos Schossig (luego intendente rosarino y esposo de una hermana de la reconocida artista Lola Mora) el 20 de junio de 1873. A partir de este croquis el Ingeniero Guillermo Rücker efectuó el plano definitivo. Una copia enmarcada de este plano se encuentra en el Museo Histórico “Juan Carlos Rivas” de la Escuela Normal. 

Nacimiento

     Doña Melchora Figueroa y Goyechea nació el 6 de enero de 1821. Su nombre se debía precisamente a que nació el día de reyes –por el rey Melchor– en el mismo año de la muerte del Gral. Martín Miguel de Güemes (acaecida el 17 de junio de 1821). 

     Fueron sus padres don Narciso de Figueroa y Toledo Pimentel y doña Gabriela de Goyechea de Cornejo, ambos con ascendencia española. Su madre era prima hermana del héroe gaucho Gral. Martín Miguel Juan de Mata Güemes, cuya madre se llamaba doña Magdalena de Goyechea y de la Corte, descendiente del fundador de Jujuy. 

Casamiento y herencia

     El 24 de febrero de 1836, a los 15 años de edad, se casó con don Gregorio Antonino Fernández Cornejo, hijo del Cnel. Mayor José Antonino Fernández y de la Corte, miliciano patriota, ex Comandante Gral. de La Frontera designado por el Gral. Manuel Belgrano en 1813 y por el Gral. Martín Miguel de Güemes en 1817, fue primer gobernador constitucional de Salta (1821). Don Gregorio era propietario del territorio del Rosario, incluidas Las Termas, obtenido por escritura pública del 24 de agosto de 1850. 

     Al morir su esposo, doña Melchora Figueroa heredó las tierras que abarcaban casi todo el actual departamento, con ganado y áreas de cultivo, incluidas Las Termas. Sobre la propiedad de Termas, la escritura pública del 24/VIII/1850 dice que éstas (junto a las fincas del Rosario, El Potrero de Carahuasi, San Esteban, Puente de Plata, fracción de El Arenal y Los Pocitos) pertenecieron a don Gregorio Antonino Cornejo. 

    La estancia del Rosario –territorio que ocupa la ciudad de Rosario de la Frontera– perteneció antes que a Cornejo a Francisco Gabino Arias Rengel, luego a Juan Francisco Alvarado y a Rudecindo Alvarado. De éstos últimos fueron a remate adquiriéndolas el Sr. Cornejo. Al fallecer éste, los inmuebles fueron heredados por su esposa.

     Un pariente de doña Melchora, el cura Jesús Alurralde, la convenció de donar los terrenos para el trazado del pueblo o Villa del Rosario, hecho oficializado en 1874. Esto inició el desarrollo pueblerino. 

Doña Melchora y Las Termas

     El Dr. Eliseo Cantón cuenta: 

    “Los primeros fundadores de la Villa del Rosario de la Frontera (cuando a ésta villa la componían cuatro ranchos rodeados por las estancias circunvecinas) visitaban con frecuencia dichas fuentes, atraídos por el misterio de su elevada termalidad, atribuyéndoseles un origen fabuloso y virtudes misteriosas. 

     "Hacia 1875 Las Termas se hallaba en estado salvaje, había tigres y los bañistas armaban carpas a orillas de las vertientes a la vera de las cuales construían pequeñas represas de piedras y maderas (Pozo de la Vieja). Allí se bañaban (sobre todo a la madrugada) esperando curarse de alguna enfermedad. En una zona de cascadas calientes iban las lavanderas de la Villa del Rosario a lavar sus ropas"
En 1878 había llegado a Rosario de la Frontera el Dr. Antonio Palau (1838-1906, oriundo de Lérida, España), quien fundaría en Las Termas de esta localidad el primer balneario termal del país y de Sudamérica.

     El 1 de abril de 1880 Palau creó las primeras casillas para baños termales en la zona  pues doña Melchora le había dado permiso para ello. En 1884 le arrendó al médico español un predio de 2 km2 para que desarrollara el balneario, con la condición de que dejara bañar gratis a los pobres de la incipiente villa o pueblo del Rosario.

Por qué es la fundadora de la ciudad


    Doña Melchora donó los lotes para plaza, Iglesia, hospital, policía, cementerio y una franja de 20 metros de ancho para que el Dr. Antonio Palau instalara un tranway uniendo la estación de trenes de Rosario de la Frontera con el Balneario de Las Termas en 1889, año en que el emprendimiento termal obtuvo un premio nacional en la Exposición de Buenos Aires. El tranvía no se concretó, sin embargo esa franja se transformó luego en la Avenida Palau que conecta la ciudad de Rosario de la Frontera con Las Termas. 

     Según el primer historiador de Rosario de la Frontera, el Dr. Atilio Cornejo, la fecha real de fundación del pueblo o ciudad es el 11 de abril de 1874, cuando se oficializó la donación de tierras de doña Melchora y se estableció definitivamente el lugar como capital del departamento (documenta en “Rosario de la Frontera –Datos históricos–, 1957). 

     El 20 de junio de 1873 Carlos L. Schossig, agrimensor de la Provincia de Salta, había trazado el pueblo o villa. 

     Dice el Dr. Atilio Cornejo: 

    “Puede considerarse, pues, al decreto de marzo 11 de 1874, en virtud del cual se restituye la Capital del departamento al pueblo de Rosario, como la oficialización de dicho pueblo. Indiscutible también es que su fundadora fue la propietaria del fundo en donde estaba situado el pueblo, quien donó al efecto los terrenos necesarios para la iglesia, la Municipalidad, la Policía y la Plaza principal, como surge del decreto citado, igualmente donó los terrenos para las calles. Los antecedentes y detalles relativos a este asunto, será materia de estudio y compilación por la Municipalidad de Rosario de la Frontera, en donde obra la documentación respectiva (…) Los propietarios de ese predio fueron don Gregorio Antonio Fernández Cornejo y su esposa Da. Melchora Figueroa de Cornejo. La propietaria, a que se refiere el decreto aludido, fue esta última, que es, de acuerdo a la tradición pública y a la documentación citada, la fundadora del pueblo de Rosario de la Frontera. Los juicios sucesorios de los mismos, que se encuentran en el Archivo General de la provincia de Salta (Exp. Nº 5, año 1887) y los asientos respectivos, en los libros del Registro Inmobiliario, hoy Dirección general de inmuebles, son las fuentes a donde debe recurrirse cuando se escriba la historia completa de este pueblo. 

     La cita de una “tradición pública” del Dr. Cornejo nos aproxima a consideraciones sociológicas y psicológicas que no debemos descuidar ni desechar a la hora de sojuzgar el hecho fundacional, las donaciones de doña Melchora fueron en la época un hecho fundacional. La historia lo certifica a través de numerosos testimonios y fuentes. Valoremos aquel clásico concepto de historia: “La es una ciencia del espíritu que estudia los hechos del pasado vividos por el hombre, por eso forman parte de su estudio no solo los acontecimientos políticos, militares, económicos y sociales, sino las costumbres, la religión y las realizaciones científicas, intelectuales y artísticas.. La “tradición pública” debe ser tenida en cuenta entonces, sin lugar a dudas, en la valoración del hecho fundacional. 

Reconocimientos

     El reconocimiento a doña Melchora por sus donaciones ha sido permanente, salvo en los últimos años cuando parece que los rosarinos perdimos la memoria. Sociológicamente, el papel que jugó la Sra. de Cornejo es de una importancia insoslayable, al margen de ciertas críticas que se esgrimen para devaluar su imagen en virtud de fijar otras fechas fundacionales improbables a lo largo de la línea histórica de la ciudad. Esta mujer merece ser recordada como parte fundamental de nuestra vida ciudadana, olvidarla, será apostar por el desarraigo. 

     La verdadera benefactora de la ciudad termal de Rosario de la Frontera falleció el 25 de febrero de 1904 a los 83 años de edad, en el 177º aniversario del natalicio del Gral. José de San Martín, antes de que su Rosario de la Frontera cumpliera 30 años.

En 1935, año de la muerte de Carlos Gardel, la Municipalidad de Rosario de la Frontera gestionó la construcción del mausoleo con forma de obelisco que hay en el centro del cementerio entrando por calle Güemes. El gobierno de la provincia de Salta, por Ley Nº 1514 (del 6 de septiembre de 1935), aportó $ 5.000 pesos para su construcción. En la cara Norte del obelisco se observa la siguiente epigrafía o inscripción con letras forjadas en metal: 


A LA BENEMÉRITA FUNDADORA
DEL ROSARIO DE LA FRONTERA
MELCHORA F. DE CORNEJO
EL PUEBLO Y LA MUNICIPALIDAD


     El 8 de junio de 1979 (Resol. Nº 2) se encomendó a la Comisión Municipal de Cultura, presidida por la Srta. Marta Maidana, la organización del acto homenaje a doña Melchora Figueroa de Cornejo y Goyechea, fundadora de la ciudad, de cuyo fallecimiento se habían cumplido 75 años. Se gestionó la colocación de una lujosa placa en el atrio de la Iglesia Parroquial. Se liberó a tales fines la suma de $ 600.000 para gastos. En la oportunidad la Municipalidad publicó la siguiente semblanza:

     “El pasado 25 de febrero se cumplieron 75 años del fallecimiento de doña MELCHORA FIGUEROA DE CORNEJO. Se extinguió mansamente rodeada del afecto de sus hijos y de los habitantes del pueblo que había fundado.

     “La vida de doña Melchora, como familiarmente y con cariño se la llamaba, abarca 83 años y coincide con episodios trascendentes de nuestra historia. En efecto: nació el 1º de enero de 1821, año del fallecimiento del General Güemes y en que el federalismo, representado por los caudillos, marcaba el camino político del país. A los 15 años contrajo matrimonio con Gregorio Antonino Fernández Cornejo y Usandivaras. El año anterior había sido asesinado facundo Quiroga en Barranca Yaco, Rosas asumía por segunda vez el gobierno de la provincia de Buenos Aires con la suma del poder público y en su hogar, de neta tradición unitaria, se vivieron las horas esperanzadas de la formación de la Coalición del Norte y también las angustiosas del fracaso. Tenía ilusionados 20 años que chocaban contra la dura realidad de una política que obligó a muchas familias amigas a exiliarse en Bolivia. Supo del Pronunciamiento de Urquiza, del triunfo de Caseros y de la reunión de la Convención Nacional Constituyente que sancionó la Constituciónde 1853 que organizaba el país y lo abría “a todos los hombres del mundo”. El criterio liberal de la Ley Fundamental y la labor constructiva de las primeras presidencias contagió los espíritus y doña Melchora no pudo sustraerse a su influencia. Tenía latente, como muchos, la visión de la Gran Argentina. Gobernaba Sarmiento cuando comprendió que la “Villa del Rosario” formada en torno a la casa solariega, no prosperaría mientras ella no resignara los terrenos necesarios para crear un pueblo. Hasta entonces algunas casas dispersas a la vera del “carril nacional”, estaban en su finca. Todo le pertenecía porque la tierra, que es el fundamento permanente que nos arraiga, era suya, 1874 marca su decisión: fundar un pueblo que es la empresa más generosa de cuantas puedan acometerse ya que quien lo hace y más si es mujer, se transforma en madre de una progenie que multiplicada en el tiempo, siempre le pertenecerá de alguna manera.

     “Rosario de la Frontera nació oficialmente como pueblo urbanizado y capital del departamento el 11 de marzo de 1874. El primer plano obra del Agrimensor Schossig, comprendía 9 manzanas limitadas por las actuales calles Figueroa Alcorta, general Güemes, 25 de Mayo y 9 de Julio.

    “Hasta 1904, año de su fallecimiento, no hubo gestión, mejora, ayuda, tramitación que  no llevara la firma o contara con el apoyo pecuniario de doña Melchora. Y más aún: se transformó en una figura casi patriarcal a la que se recurría ante desavenencias familiares, litigios de vecinos, apremios económicos o simplemente para que impartiera la bendición a los niños que sus madres ofrecían con respeto.

     “Todo cuanto existe de importancia en nuestra ciudad fue realizado por su apoyo y desprendimiento: terrenos para el ferrocarril, caminos vecinales, plaza, calles, cementerio… Fueron numerosas sus contribuciones para escuelas, biblioteca y el “Lazareto del Cólera” que sirvió para aislar a los enfermos del terrible flagelo. El Hotel termas se edificó en terrenos que nunca quiso vender y que consintió en arrendar con el compromiso de que personas de escasos recursos pudieran tomar baños en forma gratuita. Vendió lotes con la condición de que se edificara en plazo perentorio y cuando así no ocurriera, devolvió el dinero de la compra-venta en su totalidad. Los primeros colonos se afincaron en tierras que les cedió en préstamo o arriendo facilitando, en muchos casos, las herramientas o implementos de labranza. La colonia agrícola que conoció Sarmiento en 1886, cuyos “huertos de verduras se cultivan con esmero”, estaba en sus tierras.

     “Indiscutiblemente fue la fundadora de Rosario de la Frontera, pero asumió otros roles con responsabilidad: fue esposa y madre ejemplar, la mejor testigo, juez, vecina respetuosa y fiel cumplidora de cuantas disposiciones y ordenanzas reglan la vida en comunidad. Caritativa, generosa, con cristiana y fraternal vocación de servicio, responsable ante los compromisos y la palabra empeñada. En conclusión: un paradigma.

    “Creemos que merece el homenaje popular que se prepara y que para concretarlo necesita de su ayuda económica que hará posible la construcción de un sencillo monumento que haga público y permanente nuestro reconocimiento. Destine para ello la suma que crea justa. Pero no la niegue. Recuerde que Ud. vive, ttabaja, ha formado su hogar, educa a sus hijos y prospera en una ciudad que surgió hace 105 años merced al espíritu generoso y visionario de esta mujer”. 

      Dejo en su homenaje la palabra del historiador Juan Carlos Rivas: 


    “Doña Melchora fue, indiscutiblemente, la fundadora de nuestro pueblo (…) Su casa ocupaba el frente este de la plaza principal y fue asilo y hogar de los necesitados. Quienes la conocieron la recuerdan como una anciana activa cuyo rostro trasuntaba mansedumbre y bondad".


Carlos Jesús Maita
Del libro Personajes que marcaron la historia de Rosario de la Frontera

 

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