ALEJANDRO UBALDO POJASI

 

 

 

 

Las Revoluciones

 

de Mayo

 

 

Chuquisaca

25/05/1809

 

 

Buenos Aires

25/05/1810

 

 

 

 

D I S C U R S O

 

TEXTO COMPLETO

 

 

 

CELEBRADO EL DÍA 8 DE FEBRERO DEL AÑO 2006

EN LA SALA ABIERTA DEL INSTITUTO GÜEMESIANO DE SALTA

 

 

 

 

ALEJANDRO UBALDO POJASI

 

SOCIEDAD DE MAYO DE SALTA

 

 

 

 

 

            Dedicado:

 

            A los miembros y amigos de la Sociedad de Mayo de Salta,

            con quienes conformamos hace mas de tres  años

            esta inquietud cultural.

 

 

            A la Sociedad de Geografía e Historia por la Integración

            que conformamos  Sucre, Tarija, Tupiza, Jujuy, Salta y Tucumán.

 

            Y a quienes aún creen en la nación suramericana inconclusa.

            Nuestra Patria Vieja.   

 

 

 

 

 

                        “ EL PATRIOTISMO ES UN SENTIMIENTO NATURAL

                          PERO EL SER PATRIOTA

                          ES UNA VIRTUD ”.

 

 

                                                          Dr. Bernardo de Monteagudo. Año 1811

 

 

 

La convocatoria al compromiso del presente día 8 de febrero, natalicio de don Martín Miguel de Güemes acaecido en esta Intendencia el año 1785, por invitación  del Instituto Güemesiano de Salta, expresa en mis palabras el análisis y admiración de nuestra Sociedad de Mayo a tan cabal Hombre de Armas. Aquí se detalla los sucesos recurrentes que precedieron, motivaron y destacaron el pensamiento y la acción de los episodios mas importantes anteriores a la Guerra por la Independencia:  período 1809 – 1825, en defensa de estructurar una única Nación Suramericana. Ello manifestado legítimamente en el Pensamiento y la Acción de los hombres y mujeres que estuvieron relacionados al 25 de Mayo de 1809 en Chuquisaca (Alto Perú), la Junta Tuitiva de la ciudad de La Paz (Alto Perú) y un año después al 25 de Mayo de 1810 en Buenos Aires; originando movimientos ideológicos libertarios y fastos guerreros en el norte saltojujeño y altoperuano como fueron las campañas sucesivas de los ejércitos auxiliares, la inicial gesta Belgraniana con sus victorias y derrotas, la presencia militar del general José de San Martín y la posterior de ”la Tierra en Armas”, conducida por el propio general Güemes para consolidar la Independencia de “las Provincias Unidas del Sud” en Tucumán aquel ínclito día 9 de julio del año 1816. La presente y breve ponencia tiene estricto ánimo de aporte histórico. Se denomina:

 

LAS REVOLUCIONES DE MAYO EN SURAMÉRICA.

CHUQUISACA. JUEVES 25 DE MAYO DE 1809.

BUENOS AIRES. VIERNES 25 DE MAYO DE 1810.

 

 

Debo aclarar con honestidad intelectual que el presente trabajo investigativo tuvo su origen en otro ya celebrado hace un tiempo atrás y es el aporte sustancial del presente.

Previo al inicio de esta ponencia y sobre la “estricta cuestión historiográfica” indica sobre su concepto Emilio P. Corbiëre  en el año 1937 que (...) “La historia no es una crónica de hechos convencionales expresados para contentar espíritus simples o  interesados en el significado de estos hechos, sino, la reseña de los verdaderos sucesos de una época, en los que sus hombres  deben aparecer con errores, equívocos y virtudes, situación no siempre frecuente, pues escritores y ensayistas temen herir con la verdad susceptibilidades de sus contemporáneos”.  La exposición de hoy no contempla esos intereses, pues estos hombres examinados con la mención de sus actos, entiendo que no difieren en defectos y ambiciones de los que convivimos el momento actual y fueron como nosotros, también hijos de otros hombres.

Asimismo manifiesto que entiendo la Historia de manera legitimada y verídica hasta donde los documentos y tradiciones de su tiempo lo permiten; rescatando en esta investigación de modo singular  y puntual, sólo crónicas de historiadores altoperuanos (bolivianos) por ser locales en este especial escenario geográfico hasta finalizado el año 1809. Estos testigos son esencialmente los que mejor ilustran el juicio de la posterioridad pues lo malo y lo bueno de aquella época y aquel sitio no siempre es malo y bueno para la conciencia universal de todos los tiempos.  Además Ella, la Historia, está siempre inconclusa, ya que el presente deja de serlo inmediatamente y se convierte en tiempo pretérito.

La lectura de los sucesos que analizaremos a continuación exige que los relacionen de modo hemisférico, continental, porque el desarrollo de los hechos que encausan a los Dos Veinticinco de Mayo incipientes; Chuquisaca de 1809 y Buenos Aires de 1810 son de trascendencia continental.

Sabemos que sobre el filo del año 1500 nuestra América del Sur es explorada y conquistada por españoles y portugueses en forma más o menos simultanea y continua.  Pero a tener en cuenta es básicamente el nacimiento de tres ciudades ejes: Lima, enero de 1535, tres años más tarde en 1538 Villa La Plata y la ceación del Virreinato del Perú (1544).  Buenos Aires se fundaba en junio de 1580, la gobernación del Río de la Plata en 1617 y  el vrreinato se conformaba en el año 1776. Lima y Buenos Aires nacen antagónicas y dispuestas en los márgenes de los dos océanos: Pacíico y Atlántico, aunque como punto intermedio necesario de esta relación aparece la acterizada Villa La Plata y a medida que transcurre el tiempo, un sinnúmero de ciudades que se comunicaban entre si de acuerdo a las corrientes colonizadoras a las que pertenecieran.  Porque para poder dilucidar esta cuestión esencial del año 1809 es necesario entender que la citada “Peruanidad” precede de toda la riqueza incásica cultural y metalífera estando dividida en dos fracciones: el norte limeño del Bajo Perú y la del Alto Perú cuyos centros fueron desde 1545 la Villa Imperial de Potosí y propiamente esta Villa La Plata. Urbe importante para conocer la historia altoperuana y boliviana ya que fundada por Pedro Anzúrez de Campo Redondo se la sindicará en la posteridad como  “la de los cuatro nombres”.  Fue rebautizada como Charcas porque allí residía la Real Audiencia desde 1559 entidad Administrativa y de Justicia de todo el virreinato. Posteriormente se denominó Chuquisaca donde se emplaza la Universidad Jesuita de San Francisco Xavier desde 1624 (27 de marzo) claustros que guardaban igual titulo, grado y privilegio que la Universidad Española de Salamanca. Y hoy en tiempos de su república es reconocida como Sucre, en honor al mariscal  de Ayacucho José Antonio de Sucre. Sobre esta composición de nombres señala el escritor Enrique Baldivieso (...) “que son cuatro hitos que marcan la trayectoria del alma de la raza; cuatro escudos que  prolongan en el tiempo y en el espacio el alto linaje de la patria, épica cuadriga a cuyo paso insurge todo un continente”.

Imaginarnos como progresaba la vida colonial en las distintas poblaciones durante casi 300 años no cuesta tanto; el lejano ideario del rey, pueblos convertidos en ciudades  con la monotonía de las instituciones coloquiales creadas, largas distancias, los puertos con un fuerte comercio y contrabando, todos los signos de esclavitud  presentes, las familias acomodadas y decentes con la preocupación del destino y futuro respecto a sus hijos... que íntimamente  sintiéndose más criollos que españoles al alcanzar la edad establecida concurrieran a la universidad para graduarse de bachilleres, licenciados, maestros y doctores en las facultades que cursasen.  Entre la región del cerro Rico de Potosí que se levantaba imponente frente a la Casa de la Moneda, con cientos de socavones, minas aledañas explotadas por miles de esclavos y la Universidad Mayor Real y Pontificia de Chuquisaca existe 70 kms. de distancia, y hago esta referencia, porque ninguna persona decente o buen cristiano podía permanecer indiferente  ante aquella realidad, sitiales donde estuvo instalada la práctica de todos los signos de esclavitud y muerte hasta el “pongueaje” o “pongo” estado último de las personas convertidas en cosas, pero que parecía que desde adentro de las aulas académicas se las veía más clara y lacerante.  Pero para la pléyade de patriotas que incursionaron en sus recintos empezaba a quedar lejano el tiempo, casi romántico, del estudio en profundo silencio y de largas meditaciones, el antiguo rito universitario de los egresados quedaba muy atrás.  Ya nada iba a ser igual.  Y aquí quiero detenerme. Porque es necesario expresarles, cómo esta Universidad y Academia Carolina   (forense) llegaron a adquirir renombre y prestigio, ya que los estudios  de derecho cobraron singular importancia también en Europa. Al respecto apunta el doctor Heberto Piñeyro: (…)” Los grados de licenciados eran entregados en la catedral por el arzobispo como cancelario   o quien lo reemplazaba en esa responsabilidad.  La graduación   de los doctores se hacia con más solemnidad, con asistencia de todos los demás profesionales y numeroso publico.  El padrino solicitaba para su ahijado el grado con una alocución en latín breve y elegante.  El rector le tomaba el juramento que lo hacia de rodillas y con las manos puestas sobre un misal. El juramento incluía el compromiso de defender el dogma de que la Virgen Maria fue concebida sin el pecado original.  El arzobispo a su vez, le colocaba el bonete con la borla del color correspondiente a su facultad y le decía que con la autoridad delegada que tenía del  Sumo Pontífice y del Rey, le otorgaba el titulo de doctor. A continuación el graduante se arrodillaba delante de su padrino y este le daba un beso en una de las mejillas en señal de paz y fraternidad, quien colocaba un anillo en el índice de la mano izquierda como insignia de su grado y obsequiándole a continuación un libro como símbolo del saber.  Hasta el año 1869 todos los doctores antiguos hacían un paseo a caballo por las principales calles de la ciudad con el estandarte y otras insignias de la Universidad, al que acompañaba el recién recibido al final de la cabalgata entre el decano y su padrino.

Igual mística corría para los albores de la Real Audiencia que se había iniciado el 12 de junio de 1559 por cédula Real dictada en Valladolid y cuyo primer presidente fue el Dr. Pedro Ramírez de Quiñones. Este hecho estaba considerado como un verdadero hito del que arranca la relevancia que adquiere la Villa La Plata o Charcas. El funcionamiento de este celebre tribunal administrativo y de justicia dio lugar a sus sesiones, con la asistencia de los Oidores, se cumpliera una serie de rituales y ceremonias que se utilizaba aparejado con el alto lenguaje y el lujoso atuendo de los concurrentes.  El escritor tupizeño Jaime de Mendoza sobre esto dice (...) “que a la broncínea armadura del guerrero, al burdo sayal del fraile, al traje violáceo del obispo, añadióse la toga del oidor”.

En esta América avecindada a nadie escapaba sobre el año 1809 de cinco acontecimientos mundiales: el suceso de la Revolución Norteamericana (1776), el señero levantamiento americanista de Túpac Amaru (1780), la posterior insurrección Francesa (1789), la revolución industrial inglesa y la insurgencia de las Juntas en el suelo ibérico (1808), aunque asimilada en estas geografías de distintas maneras .. Estos hechos serían desde mi estudio las legítimas bases de las Revoluciones Suramericanas. Indica Roberto Querejazu Calvo (...) “que para  las poblaciones del Pacifico estaban más avanzada desde siempre la bandera de la rebeldía aunque sin escribir en ella el programa de la finalidad”. Referido esto sin duda, a las permanentes insurrecciones a partir de la primera registrada como grito libertario  aquella del 15 de mayo de 1617 con el criollo  don Alonso de Ibáñez. El temible levantamiento en el virreinato del Perú de José Gabriel Condorcanqui o Tupam Amaru, “resplandeciente culebra”. Cacique de Tungasuca. Descendiente de los Incas  y educado en el Colegio San Bernardo del Cuzco que movido por las injusticias y los abusos de los corregidores ibéricos encabezó la gran sublevación como se citó antes (1780-1781) llegando a sitiar el propio Cuzco. Derrotado en abril de 1781 su lengua fue cortada y su cuerpo descuartizado por cuatro caballos siendo quebrantados sus miembros. En el virreinato del Río de la Plata  las sublevaciones la encabezaron Julián Apaza en la Paz y las de los hermanos Tomás, Dámaso y Nicolás Katari de la región de los Chichas en Potosí.

Como consecuencia entonces de estos y otros sucesos, los norteamericanos y franceses, renació un “movimiento espiritual en Europa” pues  las nuevas doctrinas sobre el poder de los reyes, la soberanía e igualdad del ciudadano, los nacientes derechos del hombre, la distribución de la riqueza publica,  se fueron difundiendo entre las sociedades europeas y atravesando el océano a la americana; creando en la conciencia de las gentes y los pueblos una distinta manera de apreciar absolutamente “esta realidad o cambio” frente a lo que antes había parecido una cosa definitiva y perfecta.  Los hombres de estudio, escritores y filósofos fueron publicando críticas al “gobierno absoluto” hasta estructurar el pensamiento  del poder del pueblo y todo lo que nacía de él, teniendo como puntos salientes la igualdad, la prerrogativa de pedir cuentas a los gobiernos, los derechos y obligaciones, la exigencia de clases privilegiadas como la nobleza que  gastaba las contribuciones. También se  propició que la agricultura sería la actividad preferida porque era la que más beneficiaba a todos. Estas ideas nuevas eran entusiasmadamente difundidas por los intelectuales de aquel tiempo, siendo mejor recibidas en las regiones donde existía mayor esclavitud puesto que la diferencia del Alto Perú y el desarrollo de la vida en otra faz de la colonia distaba demasiado a la situación de Buenos Aires, Córdoba, la propia Lima o aún nuestra Salta; era más triste e injusta.  Frente a esta coyuntura los reyes europeos resolvieron defenderse a fin de conservar gobiernos y privilegios militarizando las fronteras y suscribiendo un protocolo para protegerse fundando así lo que se denominó la Santa Alianza.

En este marco, a las principales urbes de Suramérica continuó llegando por distintos puertos las noticias de las circunstancias políticas endebles del reino de España: así se supo del avance napoleónico en casi toda Europa, la ocupación de algunas ciudades por parte del ejercito francés con el pretexto de castigar a Portugal por violación del bloqueo comercial contra Inglaterra, las juntas populares tras la represión y fusilamientos del 2 de mayo de 1808 y la gran resistencia hispánica desplegada. También cundió la incomprensible querella entre la familia real española de Carlos V contra su hijo Fernando VII que culminó con la abdicación de ambos y la coronación de José Bonaparte  como monarca. Aunque la princesa Carlota Joaquina de Borbón, esposa del hijo del rey de Portugal, hizo de su parte todo lo posible porque las colonias reconocieran también su soberanía. Europa y particularmente el reino español  vivían una situación caótica, la guerra era atroz y heroica, y todos los pueblos se habían levantado contra el usurpador, el estado de desatención era total hacia sus colonias, sin recursos y anarquizada las ideas, la revolución separatista estaba nutrida  de predicas nobles de diferente cuño hasta para constituir una nueva nación.

Así no tardaron en arribar a las capitales portuarias “representantes comprometidos” con las distintas expresiones reales, llegaron “fernandistas”, “carlistas” y “carlotistas” sin   olvidar los leales al monarca francés apropiado del trono, iniciándose un juego turbulento de divisiones también para el naciente movimiento libertario americano, o  correctamente suramericano. Bajo esta delicada circunstancia llega el 19 de agosto de 1808 a Montevideo un personaje oscuro, intrincado y sagaz empeñado en alimentar todas estas líneas monárquicas a la vez: el arequipeño y brigadier realista José Manuel de Goyeneche.  Señala Antonio Díaz de Villamil en su tomo II de Historia de Bolivia (...) “que venía precedido de este importante rango y mandato otorgado “intempestivamente” por la Junta Central de Sevilla para esta misión. Pues si algo caracterizaba a Goyeneche era su falta total de escrúpulos y falsedad de compromiso.  Había asumido a la vez, representar al gobierno francés para que las colonias de América reconocieran a José de Bonaparte. Y al pasar por Río de Janeiro se había entrevistado con la Infanta Carlota de Borbón esposa del Príncipe Regente de Brasil y hermana de Carlos V, aceptando similar obligación”.

Cuatro días después del 23 de agosto de 1808 se entrevistó con el virrey Liniers, pero dábase cuenta de la situación adversa que transitaba por lo que esperó un tiempo y optó por otra salida, la de las “tierras altas”. De Buenos Aires se trasladó a Chuquisaca llegando a fines de febrero de 1809. Y continúa Díaz Villamil (...) “que el arzobispo Benito Maria  de Moxó y Fráncoli, que ya tenían noticias de su llegada, lanzó una pastoral invitando a los feligreses a recibir con demostración de júbilo al enviado.  La recepción fue pomposa hasta con la colaboración del presidente de la Audiencia de Charcas  don Ramón García León y Pizarro –el mismo que fundará Orán en el chacosalteño en agosto de 1794-. Reunidos con asiduidad los tres  personajes de manera secreta primera y luego pública, Goyeneche complicó de sobremanera a todos, consiguiéndoles el mote político de “carlotistas”, pues la postura política era anexar “temporalmente” estos extensos y ricos territorios al reinado portugués hasta que se dilucide quien legítimamente era heredero del trono español. Pero poco tiempo pasó hasta que hallara resistencia entre funcionarios y los Oidores, principalmente de Joaquín Boeto presidente de la Academia Carolina. Circunstancialmente éste increpó con dureza al llegado expresando su descontento”. Prosiguiendo el referido historiador, “que estos incidentes provocados por el conspirador Goyeneche fueron conocidos por todo el pueblo de Chuquisaca. Decanos y universitarios se pusieron inmediatamente del lado de los oidores de la Audiencia. Las gentes aún resistía la cultura de siglos a favor del rey acostumbrada a obedecer y considerarlo dueño de sus destinos, por ello ahora preso y víctima reaccionó a favor de los instigados.  Se distinguían los oidores Uzón, Ballesteros, los hermanos Jaime y Manuel Zudáñez y José Manuel Mercado quienes hallaron la ocasión  para predicar sus ideas libertarias. Lo que se inició en tempranas horas con vivas al rey Fernando VII terminó horas después en un movimiento social y político que clamaba por la independencia de estas colonias, influenciado por el sector patriota que se había esparcido entre la sociedad. El descontento era creciente y en la tarde del día Jueves 25 de mayo de 1809, el presidente de la Audiencia resolvió reprimir tal propaganda, ordenando apresar a los revoltosos, muy especialmente a los doctores Zudáñez.  Llegada la guardia a casa de estos se encontraba sólo Jaime Zudañez,, quien preso al ser conducido por las calles gritaba expresándose en contra de la princesa Carlota promoviendo aún mas al vecindario hasta que la muchedumbre acompañó al reo resistiendo las órdenes de las milicias; de pronto algunos vecinos tocaron arrebato en los campanarios y encendieron  hogueras clamando libertad para los oidores de la Audiencia” culmina el mencionado escritor.  Evidentemente Pizarro no sospechaba que su orden iba a causar tanta adversidad y movilización  por lo que dispuso que los pocos soldados  que tenía amedrentaran y dispersaran a la gente, equivocándose nuevamente, pues el pueblo permaneció hostil y luego armados atacaron el Palacio de la Audiencia tomando preso al Presidente; se vivían horas históricas y decisivas. El pueblo chuquisaqueño permaneció rebelde hasta el día siguiente. Siendo uno de los hombres más confiables el coronel José Antonio Alvarez de Arenales. Sobre esta circunstancia el presidente de la Academia Boliviana de Historia Valentín Abecia Valdivieso transcribe (...)” que los principales autores del movimiento resolvieron darle la trascendencia que necesitaba. Y dispuestos a propagar la rebelión así decidida se lanzaron como apóstoles de las nuevas ideas y libertad a las principales ciudades de la Audiencia. Marcharon con destino a la Paz los doctores Mariano Michel y José Manuel Mercado, a Cochabamba Alzérreca y Juan Maria Pulido, a Potosí y Tupiza marchó Bernardo de Monteagudo, hacia Santa Cruz Joaquín Lemoine y a Buenos Aires el doctor Mariano Moreno, la obra estaba iniciada sólo faltaba que hombres más resueltos le dieron su sangre para hacerla sagrada y digna del triunfo”.

Cada instante que transcurría se acrecentaba el ideario libertario en el Virreinato del Perú y del Río de la Plata, comarcas, pueblos y urbes enteras se preguntaban: ¿A dónde conduciría la libertad?.  La  ciudad de la Paz el histórico día 16 de Julio de 1809 daba la respuesta, que ya desde el pasado como región del Tawantinsuyu incásico había dado reiterados ejemplos de rebelión e insolencia contra la corona española. Acababa de fracasar el Jueves Santo, el día 30 de marzo de ese mismo año otro levantamiento desterrándose a varios conjurados. Pero al fin un grupo de criollos en los que se distinguían Pedro Domingo Murillo, el cura de Sicasica Doctor José Antonio Medina, Basilio Catacora, Buenaventura Bueno, Gregorio Lanza, Monje Pedro Indaburu y varios más resolvieron lanzarse a la revuelta del día 16 de julio en que se celebraba la tradicional fiesta y procesión de la Virgen del Carmen.  Realizaron su última sesión el día 15 en casa del patriota Murillo, y al día siguiente - 16 de julio -, al atardecer, esperaron en la casa de Mariano Graneros que estaba próxima a la plaza de armas ya que la guarnición escoltaba la fiesta religiosa.  Ingresaron al cuartel sorprendiendo a los centinelas tomando armas y pólvora y haciendo rendir a todos.  Otros conjurados posesionados en los campanarios tocaron arrebato siendo esa la señal de insurrección que esperaban sectores del pueblo. El gobernador Tadeo Dávila quiso sofocar el movimiento pero fue hecho prisionero y encerrado en el cuartel.  Enseguida la multitud reclamó la apertura y sesión del Cabildo para ser reconocidos.  Se nombró como nuevos representantes a los doctores Lanza, Catacora y Juan Bautista Sagámaga. Seguidamente se decretó la destitución del gobernador Dávila del obispo Remigio de la Santa y Ortega y de todas las autoridades realistas y anuló la deuda del pueblo con el tesoro real quemándose en la plaza todos los documentos que las acreditaba.

El día 24 de julio se organizó la Junta Tuitiva del gobierno de la ciudad compuesta de quince miembros bajo la Presidencia del propio Pedro Domingo Murillo, el cual fue a la vez Jefe de Armas y de Pedro de Indaburu su segundo comandante.  Tres días después lanzaba la famosa proclama que se envió a todas las ciudades: “Hasta aquí hemos tolerada una especie de destierro en el seno mismo de nuestra Patria, hemos visto con indiferencia por más de tres siglos sometida nuestra primitiva libertad de despotismo y tiranía de un usurpador injusto, que degradándonos de la especie humana, nos ha mirado como esclavos ya es tiempo de levantar el estandarte de la libertad final en estas desgraciadas colonias adquiridas sin el menor título y conservadas con la mayor injusticia y tiranía”.

Al respecto apunta el investigador paceño Floren Sanabria (...) “el reto, proclamado así y llevado a cabo con tanta audacia, era enérgico y terminante; sus autores resueltos al sacrificio se prepararon para  defender sus ideas con las armas en la mano”.

A la noticia de la revolución del 16 de julio, vino José Manuel de Goyeneche del Bajo Perú con un gran ejército de 5.000 hombres.  Los patriotas se dispusieron a su lucha, pero muy mal armados (no llegaban a 800 fusiles y 11 cañones casi inservibles). Fue clausurada la Junta Tuitiva y se dejó como Jefe Supremo a Murillo.  Pero las filas rebeldes sufrieron defecciones y traiciones, la más grave de manos del propio Pedro Indaburu que hizo estragos en la ciudad cuando quedó bajo su mando hasta que fue muerto. Los patriotas fueron derrotados sucesivamente y hasta el final. Cayeron  estrepitosamente en Irupana, el realista Domingo Tristán triunfó en Chicaloma capturando bastante de las milicias patriotas que fueron fusilados en el acto entre ellos sus jefes Fermín Castro y Victorio Lanza. Siendo así doblegados en todos los cantones defensivos y en todos los frentes.  Capturados los principales revolucionarios se quiso  esgrimir un salvaje escarmiento y fueron condenados a la horca el día 29 de enero del año 1810 los patriotas: Pedro Domingo Murillo, Basilio Catacora, Buenaventura Bueno, Melchor Jiménez, Mariano Graneros, Juan Antonio Figueroa, Apolinar Jaén, Gregorio Lanza y Juan Bautista Sagárnaga. La lúgubre ceremonia se realizó en medio de un gran aparato militar. Murillo pidió subir primero al patíbulo, se irguió sereno y altivo lanzando la profecía: “¡Yo muero, pero la tea que dejo encendida nadie la podrá apagar!” y seguidamente, fueron rindiendo la vida sus compañeros.  Este último acto cristiano estuvo bajo la mira de un sacerdote patriota que prontamente levantaría la bandera de la libertad meses después con el pueblo de Cochabamba, don Juan Bautista Oquendo.

A fin de terminar esta idea y sacar una conclusión de los hechos, quisiera tomar palabras de un salteño que  conoció profundamente la historia desde una concepción regional, cita Atilio Cornejo (...) “que miramos a veces, a la distancia, los acontecimientos y los hechos históricos con enfoque del presente, olvidando  el pasado mismo que pretendemos estudiar. Y es así, que Chuquisaca y La Paz, aparecen como algo lejano del 25 de Mayo de 1810 y hasta extraño a tan magno pronunciamiento, sin reparar lo que éramos en esa época,  y por ende, que Chuquisaca y La Paz integraron el Virreinato del Río de la Plata, uniéndonos, en consecuencia, vínculos que después el proceso histórico quiso desatar para formar nuevas entidades políticas”.

Consecuentemente los hechos históricos deben estudiarse a través de las ideas que los impulsaron, las que se formaron, evolucionaron y maduraron, previamente, en concordancia con otras ideas y acontecimientos.  En los fenómenos complejos como son éstos los políticos y sociales no hay causas exclusivas como he señalado antes. La gestación de la idea revolucionaria en América obedeció a estas directrices.

Quisiera proporcionar detalles de algunos de los egresados en los 370 años de las aulas de Chuquisaca, destacados por su preparación y un innato sentimiento de rebeldía: Mariano Moreno, Juan José Castelli, Juan José Paso; Diputados – Secretarios de la Junta Provisoria de 1810-, Bernardo de Monteagudo, José Domingo Frías, Francisco Xavier Troncoso, Benito González de Rivadavia –padre del presidente Bernardino Rivadavia-, José Antonio Arias Hidalgo, Anastasio de Isasmendi, José Antonio Arias Rengel (quien se doctorara el 24 de mayo de 1780), Mariano Michel, José Manuel Mercado, José Mariano Serrano (quien fue diputado por Charcas en Tucumán en 1816 y secretario de Narciso Laprida y luego redactor de la Constitución de la Republica Bolivariana en 1825), Pedro Ignacio Rivera (diputado por Mizque en Tucumán, año 1816), Severo Feliciano Malavia (Diputado por Charcas en Tucumán, año 1816), Mariano Sánchez  de Loria (Diputado por Charcas en Tucumán, año 1816), Pedro Buenaventura Carrasco.   También Antonio Sáenz (diputado por Buenos Aires, año 1816), José Andrés Pacheco de Melo (Diputado por Chichas –Tupiza-, año 1816), Felipe Antonio de Iriarte, Esteban Agustín Gascon (Diputado por Buenos Aires, año 1816), Tomás Manuel de Anchorena (Diputado por Buenos Aires, año 1816), Pedro Medrano (Diputado por Buenos Aires, año 1816),  Mariano Joaquín Boedo (Diputado por Salta y Vice-Pdte. Del Congreso de Tucumán), José Ignacio Gorriti (Diputado por Salta, año 1816), José Daguerreyra (Diputado por Buenos Aires, año 1816), Pedro Miguel Araoz (Diputado por la Capital de Tucumán) y Teodoro Sánchez de Bustamante (diputado por la Ciudad y territorio de Jujuy, año 1816).

 

Luego de lo acontecido en la ciudad de La Paz que prosiguió con las horrorosas ejecuciones causó honda polémica y rivalidad en toda conversación y tertulia social de la región rioplatense. Ámbito donde ya instalados Moreno, Castelli, Paso, Rodríguez Peña y decenas de egresados de los claustros de la Universidad San Francisco Xavier  hicieran correr versiones de toda especie sobre la revolución paceña, sea en los cafés, tabernas o fondas, especie de juntas porteñas donde se hablaba en voz alta de dar su merecido a Cisneros, el virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros, por la orden dada a Goyeneche; entendida así, de dar muerte a Murillo y los juramentados insurrectos. Se hablaba de “ahorcarlo en media plaza” y de efectuar el cambio de gobierno que los criollos incitaban.

Un sentimiento de honda simpatía, de protesta y a la vez de venganza se genera en Buenos Aires y se extiende despaciosamente sobre el resto de las provincias que se entristecen  ante el informe sobre la “provincia paceña” que ha caído bajo el azote de José Manuel de Goyeneche y las indicaciones extremas y radicalizadas del virrey.

Este cerril antagonismo y tenso cuadro político y militar recordaba a los porteños el “intento de Álzaga”. Según Enrique De Gandía (año 1960), quien trata sobre este tema y de Las Juntas transcribe (…)” La Junta de Mayo no se habría erigido posteriormente como consecuencia de los sucesos de Europa, a imitación de las Juntas de España y de la Montevideo, por la fuerza del partido del alcalde don Martín de Álzaga que la proponía desde 1808 y 1809; sino porque los criollos querían el comercio libre y porque otro criollo, Mariano Moreno había hecho un aporte importante y sustancioso cuando redactó La Representación de los Hacendados (año 1809). Aunque, indica textualmente “… existe una diferencia cronológica amplia y extemporánea entre el citado texto de la “Representación” y los sucesos posteriores de la Semana de Mayo de 1810”. 

Federico Ibarguren en “Así fue Mayo” editado en el año 1966, destaca que (…)”la consigna aventurada del día 22 de mayo de 1810 y adoptada hasta el propio día 25 fue: “ contra Napoleón, con o sin Rey, y sin Consejo de Regencia”. La posición antibonapartista fue aprovechada, de gran popularidad en España y América, tuvo la virtud de aunar propósitos divergentes de distintos grupos y que acabaron con la autoridad de Cisneros. ¿Pero porqué no quisieron los patriotas reconocer el Consejo de Regencia compuesto de españoles y que invocaba la representación del rey?. La razón era que el juramento de obediencia al soberano se había hecho por Derecho Público, indiferentes a toda simpatía o adhesión a la persona de aquél. Argumentaban pues nuestros próceres que el origen del vasallaje encontrábase en las primeras capitulaciones otorgadas por la Corona a los adelantados y capitanes de la conquista. El pacto de fidelidad, alegaban, habíase perfeccionado con el monarca de Castilla; y solamente existiendo él o sus sucesores familiares podía continuar la obediencia. Por lo demás, la soberanía del rey de España era personal, heredada y venía de Dios , no de la “nación” ni del “pueblo”. 

Sobre esta instancia pero en otro texto: “La época de Mariano Moreno” Rodolfo Puiggros apunta “… los patriotas quisieron que el tránsito de una forma de gobierno a otra fuese a través de una consulta al vecindario, Cabildo Abierto o Asamblea General – nombre correcto- que diese a las nuevas autoridades un carácter representativo frente a esta situación mundial. Tal vez los hechos franceses o el ejemplo de las Juntas españolas les hacía exagerar la amplitud de una conciencia revolucionaria que en realidad era sólo patrimonio de unos cuantos centenares de individuos, pero el esfuerzo consciente de los pocos hizo entrar a nuestro país en el ciclo de la revolución democrática (puso cimientos de soberanía ) y burguesa (porque se inspiró en las ideas, los intereses, y las perspectivas de desarrollo burguesas), aunque esa revolución haya sufrido la frustración que le impone la persistencia de una estructura económica – social heredada de la Colonia y aún no definitivamente superada. Y así llegó el Congreso General del día 22 de Mayo, contra la voluntad del virrey y de los diez miembros del Cabildo, que no tuvieron mas que tolerarlo y al intentar fraguar la convocatoria con mayoría que le fuese favorable, los patriotas al tanto de la maniobra y con la iniciativa tomada adoptaron providencias que la hicieron imposible.

Paul Groussac lo sintetizó “ De como intentó el Cabildo burlar al pueblo y salió burlado”. Por algo, analizando su desarrollo Martín de Álzaga cabeza del partido porteño – español se abstuvo de participar en esta definitoria reunión.   

Queda evidente y claro que las últimas razones que alienta a los revolucionarios ese año  1810  fueron los pronunciamientos del pueblo chuquisaqueño y del pueblo paceño afirmando la rebelión en las Provincias Unidas. Lo evidencia el hecho de haberse invocado estas ejecuciones como uno de los motivos de la destitución del virrey Cisneros en el cabildo abierto del día 22 de mayo. En las cartas y opiniones sobre  minuciosa crónica de aquellos sucesos, en Vicente Fidel López, se lee una carta de Cosme Argerich a Juan Martín de Pueyrredon en la que refiere las incidencias de ese memorable Cabildo abierto y dice”…  pero llamó la atención del voto de Pancho Planes porque dividió el mando administrativo en el Cabildo y el militar en Saavedra, agregando que Cisneros debía ser residenciado y juzgado por las atrocidades que mandó hacer con los patriotas de la ciudad de La Paz. Te aseguro que fue un cañonazo que nos dejó cavilosos a todos porque nos pareció imprudente y exagerado”.

Francisco Planes, se hace necesario aclarar, fue uno de los mas ardientes hombres de la emancipación y no hacía otra cosa – según documentación citada -, en ese Cabildo abierto que expresar un estado de opinión pública. La cruel represión de Murillo y los suyos había llegado hondamente al corazón de la capital y de las demás provincias y clamaban por un castigo  que tiempo después encargó la Primera Junta en las decisiones de su Secretaría de Guerra.

 

            El esperado viernes 25 de Mayo de 1810  fue la segunda instancia luego del día 22. La convocatoria se hizo de igual modo y similar temperamento, aunque el ánimo decisorio de las filas de los patriotas había resuelto apostar absolutamente todo a los sucesos de tan importante jornada; que, a la altura de lo acontecido ya en la Semana tomaba auténtica connotación La revolución altoperuano de Chuquisaca llevada adelante  justo un año antes, el jueves 25 de mayo de 1809, señalaba que  este  nuevo jalón de la historia continental  no era casual  y por eso otro 25 de Mayo sentenciaba el último día virreinal en esta parte de las colonias. Aún resuena la agonía de la corona española en las palabras del obispo Lué  y Riega quien iniciara en el Cabildo abierto la discusión con alocución torpe y agraviante hacia todos los criollos y  precipitara el alejamiento de Cisneros del poder. A ello continuó el actuario Ignacio Núñez; pero el partido de los patriotas la noche del día 24 había resuelto que el único orador del día 25 sería el abogado salido de los claustros jesuitas: Juan José Castelli. Quien con presencia y gran oratoria rebatió crudamente a los voceros del absolutismo y entre sus partes expresaba (…)” según el ilustrísimo señor Obispo, los españoles que conquistaron y poblaron la América no habían engendrado hombres dotados  de razón sino carneros, puesto que los que descendían de sus padres eran simples cosas, semovientes siervos de los nacidos en España de otros padres, y no hijos de españoles que vivían en América. No importa que los españoles de la península no hayan intervenido en la conquista ni poblado colonias. Nacieron en España y este es el mejor título para gobernar”. “Por el discurso del señor Obispo sabemos que los hijos no heredan de sus padres. Los extraños, los mercaderes que no han hecho otra cosa que enriquecerse a costa de nuestro trabajo son hoy los herederos. Esto es lo que nos dice el ilustrísimo Obispo, y este concepto jurídico sui géneris, deberá imperar en las colonias en contra de todas las leyes escritas. Aquí dijo el señor Obispo, no hay más herederos forzosos y únicos que los españoles. Y Castelli continuó, “la España ha caducado en su poder para con estos países. Es a los Pueblos a quienes exclusivamente toca declarar su voluntad en este caso… porque el Pueblo es el origen de toda autoridad, y el Magistrado, no es sino un precario ecónomo de sus intereses…” Luego de otras frases y oratorias se procedió a la votación: por la cesación del virrey 164 votos. Por la permanencia de Cisneros 61 y no votaron 26 presentes. Este fue el resultado del triunfo patriota.  Y se conformó así:

 Presidente de la Primera Junta Cornelio Saavedra (1759-1829) oriundo de Potosí (Alto Perú). Estanciero, comerciante y funcionario. Inicióse en el año 1806 en la carrera militar como primer comandante de Patricios.

Secretarios: Mariano Moreno (1779-1811). Nativo de Buenos Aires. Escribió “La Representación de los Hacendados” y el prólogo del famoso texto de Juan Jacobo Rousseau “El Contrato Social”. Vivió y estudió en Chuquisaca. Fue el Secretario de Guerra de la Junta. Juan José Paso ((1758-1833). Nativo de Buenos Aires. Estudió en Chuquisaca. Abogado. Refutó en el Congreso general del día 22 la tesis del fiscal Villota. Formó parte de los Triunviratos.

Vocales: Miguel de Azcuénaga (1754-1844), nativo de Buenos Aires. Estanciero y militar de carrera. Fue jefe de milicias y de la guarnición de Buenos Aires. Manuel Alberti (1763-1811), nativo de Buenos Aires. Sacerdote. Fue cura de Magdalena en la Banda Oriental y San Nicolás de Bari en la capital. Manuel Belgrano (1770-1820). Nativo de Buenos Aires. Abogado, funcionario y Astillero. Estudió y se graduó en España. Juan José Castelli (1764-1812). Nativo de Buenos Aires. Hijo de un médico-boticario italiano y descendiente por via materna de ricos terratenientes. Abogado. Recibido en la universidad jesuita de Chuquisaca. Formó parte de la junta cisnerista el día 24 de mayo a instancia de los patriotas. Domingo Matheu (1766-1831). Oriundo de Cataluña (España). Rico comerciante. Ayudó financieramente a los patriotas. Juan Larrea ((1782-1847). Oriundo de Cataluña (España) y radicado desde joven en Buenos Aires. Comerciante y Astillero. Perteneció al partido patriota desde sus inicios y apoyó económicamente sus decisiones.

Constituida así la Junta de Gobierno Patrio el conocido día 25 se procedió a tomar juramento, y de un modo casi inexplicable, en el acto de asunción se reprodujo la clásica y establecida jura (…)” que iban a gobernar en nombre del augusto soberano señor don Fernando Séptimo y sus legítimos sucesores y guardar puntualmente las Leyes del Reino”. Y se configura entonces la Junta que surge con carácter reorganizador y creadora. Su labor predecesora no fue meramente subversiva sino positivamente revolucionaria.

Transcurridas horas desde la consagración de los nuevos miembros, y llegado el día 26 de mayo, se instaló fuertemente entre los hombres del nuevo gobierno que al desafío estructural de aunar todas las provincias a la vez de buscar apoyo y representatividad, ahora se sumaba la de conformar un fuerte ejército que exprese las nuevas ideas.     

El primer ejército auxiliar de las Provincias Unidas salió a plantar la libertad hasta Desaguadero, límites de la Frontera Norte. Pero en Cabeza de Tigre ejecutó por orden de todos los miembros de la Junta de Mayo (quienes  rubricaron la misma), la orden de sentencia contra Santiago de Liniers y sus oficiales, tal vez el enemigo interno de mayor cuidado, por Delito de Sedición en contra de la  nacida Junta. La marcha de este ejército llegará así hasta el valle de Tupiza (Alto Perú) y luego de Santiago de Cotagaita obtendrá el primer triunfo sobre las armas del Rey de España muy cerca de allí en Suipacha el día 7 de noviembre (1810). Con este logro llegaban nuevos aires de libertad a la vez que consolidaba la revolución de Buenos Aires. Previo a la victoria de Suipacha, es preciso anotar, que se había levantado Cochabamba (Alto Perú) el 14 de setiembre deponiendo al gobernador de la ciudad don Sebastián de Irigoyen y organizó una junta de gobierno  cuyos jefes fueron Francisco de Rivero, Esteban Arce y Melchor Guzmán Quitón. A este hecho de armas se sumaría el caudillo patriota don Tomás Barrón quien el 6 de octubre de 1810 tomara el poder central de Oruro (Alto Perú)  y triunfara rotundamente en los campos de Aroma el día 14 de noviembre del citado año.

Al ritmo de estos episodios y estos protomártires se abrió el desafío de la Independencia Suramericana que duraría 16 años. El virreinato del Perú y del Río de la Plata tienen el mérito entre todas las colonias de haber sostenido la guerra más larga y sangrienta. Los patriotas que la iniciaron no vieron el desenlace final y sus resultados. Por ello y a los efectos de culminar este trabajo investigativo traigo palabras del historiador  Abelardo Ramos –fallecido hace poco tiempo- quien muy bien definió esta realidad en frases de un libro editado décadas atrás (…)” Somos un país porque no pudimos ser una gran nación y finalmente fuimos argentinos porque fracasamos en ser americanos”.

 

Al  iniciar esta conferencia destacaba que en un día como hoy  nacía Martín Miguel Juan de la Mata Güemes, y éste era el marco dramático de resolución política y militar. Sseguramente en la pila bautismal latía su corazón esforzadamente como lo hizo sus Treinta y seis años ante la preexistencia de un sentimiento nacional.    

Y a modo de epílogo de esta ponencia quisiera reflexionar sobre el nombre de nuestro país ¿Porqué nos llamamos Argentina?. ¿Cuál es el argumento más fuerte por el que llevamos el nombre de República Argentina? que en latín sabemos significa “argentum” y “argentum” es plata, interrogándome ¿cuál plata? ¿Nos llamamos Argentina sólo por el Río de la Plata o también por la plata de Potosí a la cual nunca renunciamos…?

Para terminar, quisiera hacerlo con la entonación y letra de nuestro Himno Nacional Argentino que en su estrofa inicial reza:

 “Se conmueven del Inca las tumbas

 y en sus huesos revive el ardor

lo que ve renovando en sus hijos

 de la Patria el antiguo esplendor…”

 

 

 Muchas Gracias. 

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Honorables Miembros de la Sociedad de Mayo de Salta.

 

Presidente

POJASI, Alejandro Ubaldo.

 

Vicepresidente

GÜEMES SARAVIA, Martín Miguel

 

Secretario

RAMON MICHEL, Jorge

 

Tesorero

JURCICH, Juan Milenio

 

Vocales

PALMA, Marisa Alejandra

BERNAL, Enrique

DEBENEDETTO, Gabriel Angel

CISNEROS, Marisa

DIAZ, “Topeto” Roberto Argentino

SOLÁ, Emilio

 

Órgano de Fiscalización

Miy, Freddy

 

 

Salta. Febrero del año 2006.