1º PREMIO PROVINCIAL DE LITERATURA AÑO 1990
CATEGORÍA POESÍA INÉDITA
DIRECCIÓN GRAL. DE CULTURA DE
__________________________________________________________________
POÉTICA SIN LICENCIAS
NI VACACIONES PAGAS
(Poemas)
CARLOS JESÚS MAITA
LIBRO PUBLICADO POR
DE
OBRAS DE AUTORES SALTEÑOS EN LOS TALLERES DE
DE
BELLAS ARTES “TOMÁS CABRERA”. 162 PÁGS. I. S. B. N. 950-9834-36-X.
COMENTARIO
“Poética sin licencias ni vacaciones pagas”
es mi primer libro de poemas editado. Posee las temáticas, la cadencia y los
estremecimientos de todo mi canto. Antes publiqué algunas coplas de carnaval en
el pequeño libro “Coplas de la comparsa”, 1992, pero no lo considero una
muestra de mi poesía. Ofrezco mi trabajo con humildad y respeto como quien
obsequia un pan casero recién sacado del horno. Tal vez merezca publicar nuevos
libros. Tal vez no. El tiempo es juez severo en esta breve antesala del olvido.
CARLOS JESÚS MAITA,
Rosario de
¿Qué mano arrancará mi rostro del espejo
Cuando suenen mis pasos ya por otras calles?
¿Quién
se guardará la germinación de mi nombre?
Una
sombra sin color me sigue,
Va
borrado mi sombra que se ve.
PRIMERA
PARTE
ESCRITURA DE LOS CALLEJONES
CORAZÓN
A mi máquina de escribir
impulsado por volcanes y por olas del
mar
sube mi corazón desvelado para
escribir tu nombre.
(Todos dicen que no escribo nada,
que sólo dejo manchas de sangre).
CUALQUIER
LUGAR ES BUENO
Cualquier lugar es bueno para
escribir poesía:
el baño, el tren la orilla de
los ríos,
adentro de la panza de los caballos
sudados.
Hasta sobre la mesa del estafador uno
escribe
y se quedan los poemas
doliendo
como un fuego que consume el
acero y la madera.
Mi padre escribe su elegía de albañil
con ladrillos de carne
Y su casa se vuelve corazón y su
corazón se vuelve casa
y todos los pobres de mi
pueblo escriben en el cielo
y un peso como de tigres golpeados
les llena el pecho y la
garganta.
Una tarde me fui con mis primos
déle escribir por callejones,
ahora estoy volviendo solo por el
tiempo
y leo entre borrones lo que
habíamos escrito.
¡Cuántos dejan pasar las nubes
y las aves
y nunca descifran el mensaje
de sus alas…!
Algunos dicen que llorar no es de
hombres,
lo
que pasa es que aún
no aprendieron a leer el amor
en una lágrima.
BARRILETE
Todos los días elevaba mi barrilete
al cielo
y arriba temblaba junto al sol
como mi corazón suelto en el
viento,
sólo lo sujetaba un fino hilo de
agua.
Cada vez subía más arriba, más
arriba,
pero nunca me conformó su altura,
así que una tarde yapé al hilo
una a una las barbas de mi padre
y el barrilete traspasó las
nubes,
se hundía en el infinito como
una blanda puñalada.
Luego le aumenté (uno a uno) los
sedosos cabellos de mi madre,
después los huesos de mi perro
muerto
y más tarde los huesos y la
piel
de toda mi familia.
Y mi barrilete subió tanto
que ya nadie lo podía ver desde
la tierra
(cuando la
gente me veía en el baldío
me preguntaba qué hacía con un
hilo hacia arriba
y yo le decía que estaba
sosteniendo
mi viejo barrilete).
Pasaron los años y un día vino un
viejo
y me dijo
que yo estaba sosteniendo la
historia de mi sangre.
PARÁGRAFOS
Es más largo el camino
cuando uno va solo.
Es más larga la pena
si no es pan compartido.
Es más frío el invierno
si abrazamos cenizas.
Es amargo el recuerdo
si el presente no es dulce.
Es marchita la rosa
si el alma es marchita.
Es un pozo el día claro
si hay noche en la sangre.
Es más grande el vacío
cuando pesa la ausencia.
POEMA DE
DIOS
Quise hacer un agujero en el cielo de
un solo puñetazo
y mi puño golpeó sobre la
tierra como un combo,
rompió su carne oscura hasta llegar
al mineral,
a los ojos que lloran las
vertientes,
hasta el barro que tiembla en el
corazón del hombre.
(Se dice que mi vida es toda la
muerte, el aire, el silencio,
un remolino pariendo los ecos
de la sangre,
enloqueciendo volcanes y caballos,
ciudades que acudiendo al fuego se
cambian
la piel blanca de oveja por una
de león).
Yo me quise embriagar con los hombres
y me embriagué con los hombres,
dormí con las mujeres de selvas
mojadas en el pelo.
Yo pregunté de puerta en puerta
por una puerta que pudiera
develarme mi origen.
Fui un colibrí, un ángel,
la flor viva del bejuco trepada
a la agonía de un árbol en otoño.
He creado casi todo perfecto, hasta
la imperfección,
hasta la vasta nada que pendula de
mi barba… Sin embargo,
no puedo eliminar la eternidad
que me aprisiona.
ZAFRA
Una sola mano machetea
los ángeles chorreantes del
cañaveral.
Hay una emoción de huesos blancos, de
alas verdes y arañas.
Una sola mano machetea, aprieta y
transpira, se contrae y se agrieta
igual que un corazón en la batalla.
De pronto flamean en el viento
lenguas de toros, mariposas y
viento.
Y todo se mezcla en el incendio de
las hojas
con el agua afilada del machete
que avanza.
Los golpes toman aire, retroceden,
entrechocan,
se persignan en el día
espantado
que baja y que sube. La luna es
pobre siempre
como un bocado de pan que se
enfría en el cielo.
Y la mano agrietada sube y baja, se
multiplica en ampollas y más golpes
y se muere crucificada y
ceniza
en el madero profundo de la
noche.
Con la tercera luz del tiempo resucita
y otra vez el viento, arriba,
girando, déle crepitar como un velorio,
y otra vez los pequeños
aviones de los pájaros
en vuelos rasantes sobre el
hombro de la tierra.
Y el golpe del machete respirando,
mordiendo, pellizcando, gerundiando,
hundiendo el amargo costillar
en el dolor oscuro y dulce de
la caña.
LAS DOS
CASAS
Me duele la reja de la otra cuadra
porque es negra y de una casa
lujosa.
pero mi casa
nunca estará
presa como aquella, no tendrá una jaula que le cueste tanto.
¡Mi casa es libre! ¡Está viva mi
casa!
Yo puedo putear a gusto y llorar,
mear en el patio y dibujar rayuelas.
Nunca me gustaron esas casas tan blancas,
sin sangre, sin dolor, sin
corazón.
Uno tiene que andar almidonado, frío,
cuidando la suela de cada zapato y de
cada palabra
porque debe estar sana, dura para
pisar cabezas,
cabezas de obreros, de viejitas, de
gusanos.
Yo soy un gusano y no voy a esa casa.
Me quedo aquí, catando, diciendo,
meando, comiendo tierrita con el dedo.
Yo soy un gusano con esqueleto de
indio
y me quema la vida de los
panes caseros.
Yo tengo una casa sin placas de
bronce,
una casa que nadie mira porque
es fea
o porque no la pueden ver,
porque es pobre.
Yo tengo una casa donde el cielo
no se hiere en la punta de los
fierros.
Yo tengo una casa sin rejas.
CARTA DE
AMOR A
El mundo está afuera pero también
está adentro de mí.
Entonces yo soy la casa de cualquier
lugar
y mi vecino y yo somos el
mismo.
Un día sentí una explosión en mis
venas.
Mi corazón había quebrado su
caparazón de herrumbre
y su carne se abrió como la
tierra seca ante la lluvia.
Ahora estoy lleno de agua.
Tengo agua hasta el cuello y más
arriba,
pero no temo ahogarme porque soy
el ahogo y la muerte.
Tengo las llaves para entrar en el
árbol
y puedo bajar a compartir las
sales que beben sus raíces.
Las calles son un desfile constante,
el desfile de la vida.
Palomas, pintores, futbolistas,
caballos con tambores en los cascos.
Pasa el vientote la muerte por la
calle
trazando geometrías de pistolas y
billetes;
Hay una bandera que amamos con fervor
como a una madre.
Yo tengo muchos huesos cuando estoy
recordando,
no me debilito, al contrario,
me reconforto entero.
Tantas médulas espinales tengo que me
siento indestructible.
Soy un río que lleva cadáveres de
tigres y furias denigres
y rayas de tigres vueltas
serpientes y lonjas de sombras.
Mi voz es tu voz y mi mano es tu
mano. Así debe ser. Así es.
La cabeza de vidrio del amor se
recuesta en mi pecho
y se quiebra. Y me clava
astillas hasta en lo más duro.
Pero siempre hay una nueva cabeza
para mí, un nuevo amor.
Y a pesar de todo la nieve es
combustible, se hace fuego.
El aire es una bola de fuego que los
niños miran
y sienten caer sobre sus altos
barriletes.
El albañil lleva el aire del fuego en
la camisa
y allí es masticada hasta
volverse sudor,
hasta ser una crucifixión de cal,
arena y agua entre ladrillos.
Las hembras sufren el fuego del aire.
Tienen los senos quemados de tanto
amamantar a la vida,
a la encrucijada central del
corazón de Dios.
Las praderas, los ríos, los jardines,
todos tienen una honda
transparencia de ojos.
Voces, risas, babas, misas,
fabricantes de bombas y bombos,
todos quedan exhaustos en un punto
nocturno
y allí sueñan un abierto
cielo, un cementerio de donde
se sale con más vida que del
vientre de una madre.
Yo camino colectivamente sobre de ti
en nombre de todos,
es decir que vienes a ser un
puente sobre el que toda la humanidad transita,
un abismo sobre el que toda la
humanidad cae,
un tren donde toda la humanidad
viaja,
un avión cuyas alas son nuestros
brazos.
Tú sabes que yo te amo y me amas
y me entrego a ti humanamente,
animal.
Soy un ciempiés que tú abrazas y
besas
Y yo soy más pequeño que un piojo
en esa inmensidad obscena de tu
sangrante cariño.
Soy un regimiento de hormigas que te
pica los senos,
soy un grillo y hago guerra de
músicas con las ranas,
soy un ciego que construye
paredes surrealistas,
multitudes enmascaradas tratando de
adivinar los rostros que se ocultan debajo.
Todo lo soy de ti, a partir de ti.
Por eso es que ya no me pertenezco y
cuando digo YO estoy diciendo
TÚ estrafalariamente.
Y me pertenezco olímpicamente y no me
pertenezco nuevamente.
De un lado hay llamaradas danzando
como dioses ebrios
y de este otro lado hay
mujeres desnudas corriendo
con el pelo suelto y alaridos
obre una ruta mojada por la
lluvia en la noche.
Tú eres de todos como todos nosotros
somos de ti.
Tú nos provocas entre las cálidas
selvas
y nosotros te alcanzamos, te
mordemos el cuello, te cabalgamos
y te dejamos preñada.
Y luego te hacemos parir todos los tiempos,
todas las alas,
todos los trenes, los autos, la
leche, las moscas
y el olor de la tierra.
EL BAÚL
Hay un baúl que me espera en la pieza
del fondo
(las arañas
guiaron sobre él su cielo ceniciento
y el polvo de su tapa es una
luz molida,
la sangre del tiempo, la piel
del olvido).
Adentro están las tardes, las mañanas
viejas,
el olor de la lluvia, las
calles arboladas,
aquella mariposa que no pude atrapar
y que una noche
confundida entre pañuelos de abuelas
fallecidas
se voló del mundo por la boca
de Dios.
Nadie puede abrir aquel baúl (su
adiós me pertenece).
Si alguien lo abre quebrará el
hechizo,
el vidrio que me separa del
corazón de la ausencia
(algunos
aseguran que si esto sucede
mi ser llegaría a la
inmortalidad).
Sin embargo mi suerte y mi condena
están echadas.
Nadie podrá abrirlo.
Y el día que yo levante su pesada
tapada
será cuando mis pasos y mi voz no
ejecuten
mi orden,
cuando tenga el coraje de ser sólo
un recuerdo,
un relámpago hundido en la
arena.
Entonces el baúl será mi mundo, mi
casa de fantasma.
MARTES
Querido Barbitas, hoy, 2 de agosto de
1988,
ya debes estar moviendo la cola
entre las nubes,
comiendo otra vez de las manos de mis
abuelos
que se fueron hace tiempo a
trabajar en el cielo.
Me queda un color blanco en el
silencio
y este temblor tibio y casi
blanco en mis ojos
es, quizá, tu última pirueta
irresignable en mi alma.
De aquí en más tu nombre me traerá tu
memoria,
la memoria de mi infancia.
Cada vez que se muere un perro, un
amigo como tú, Barbitas,
es como si la infancia tomara
otro tren y se alejara más.
Cómo cuesta en este serio revoltijo
de inflaciones y días
amortiguar el océano candente de la
ausencia.
Y ahora que ya no irás nunca más al
río Rosario
yo sé que es mi alma la que se
queda
sin el poco de agua que
brillaría en tu pelo.
A veces me pongo a pensar
que nuestros muertos suben y
secretamente
levantan una casa allá arriba para
albergarnos un día como en esta tierra
de la cual nos cuesta tanto
desprender a mirada y los pasos.
Hoy te enterramos en el fondo de la
casa.
Mi abuelo decía que los perros
deben ser sepultados en las casa
porque después de muertos nos
siguen cuidando.
Un perro es parte del amor del hombre
y el hombre es parte del amor
de un perro.
Mi padre cavó tu sepultura y mi perro
Capitán y yo
te vimos entrar en la tierra
como una semilla blanca,
como un poco de sol que se guarda
para cuando falte.
Me hubiese gustado tener una foto
tuya, pero no la tengo;
nunca tendré una foto tuya.
Diez años con nosotros y ninguna
foto.
Diez años corriendo de aquí para allá
entre las higueras,
en medio de los felices
charcos, trayendo un palito, tomando sopa,
ladrando sapos, espantando gallinas,
molestando chanchos…
Diez años que en la ventana del
tiempo ya no existen.
Muy lejos veo un corazón (igual que
una medalla de sangre),
tiene clavado un rayito de sol y
está sangrando,
tiene clavado un adió como un
árbol que no muere.
Esperáme, Barbitas,
decile a los abuelos que tengan una fiesta preparada,
porque así como llegaste tú
les vamos a caer por sorpresa.
SOLDADO
DE MALVINAS
La nieve se comió tu calavera
y el viento gastó tus
costillas hasta volverlas niebla.
Ya no duerme la noche abrazada a tu
espinazo.
Hay una fuga de caballos cenicientos
en la madrugada…
Y una bandera blanca se desfleca en
sus crines.
Es tu alma que busca entre los tallos
de hielo
Una boca que entibie la soledad de tu
nombre.
¿Y dónde está tu fusil?
¿En qué pozo se ríe a carcajadas de
los hombres?
¿Qué fue de tu barco?
¿Qué aguas han borrado tu sangre de
su piel?
En lugares oscuros debajo de la
tierra
tus manos reconstruyen el
cóndor, los maizales,
el patio donde ahora no eres ni
fantasma.
Las paredes de tu barrio ya te van
olvidando.
Tú conversas de tarde con las uñas
del mar
mientras limpia tu madre tu retrato
en el living.
NO TENGO
GANAS DE COMER
No tengo ganas de comer mamá
las arvejas del plato que tanto
me gustan
son municiones de acero
recuerdo que tu amor me alcanzaba
para ser entre tus brazos un gato
mimoso un manojo de hierba fresca balanceándose
en la brisa celeste
pero ahora mamá nadie ni siquiera
tú
me puede salvar de esta
angustia
ni el amigo que charla conmigo
y me ofrece un cigarrillo
ni todos los que tratan de
aplastar con sus consejos los clavos de mi pena
yo les agradezco a todos su
amor por mí
pero no puede ser
yo les agradezco de todo
corazón
miro para todos lados y las manos
de todos mis amigos
no alcanzan para detener la
sangre que chorrea de mi alma
hay palabras que le quiero decir
a una mujer
pero ha mudado sus oídos
como un dios que me diera la
espalda negándome
un rincón en el mundo
hay una mujer a la que quiero
decirle unas palabras
pero todas sus alas y su carne y
su corazón son de acero
levanta la mesa mamá no tengo ganas de comer.
TREN
Cuando viajo en tren
se me hace que me voy alejando
de la tierra.
Las ventanillas se llenan de retazos
de cielo,
de cuadros amarillos y de
pañuelos verdosos.
Qué fácil se cae en la distancia de
tu nombre…!
Me cobijo en el corazón de Dios
como un ángel sin ojos.
Y el tren sigue avanzando,
parece un cuchillo partiendo en dos
la tierra.
(Su cuerpo espeso frota los patios de
la infancia
y en la hondura es de ceniza
bailando con el viento).
Es necesario que yo sienta y vea con
la piel.
Cuántas veces pasé sobre las vías
corriendo
y perseguí la sombra de un
amor que se alejaba…
Me daba miedo el adiós…
Pero yo amo los trenes,
amo sus huesos de hierro
carcomido,
su aullido de trapo amoratado y
profundo.
Y yo te quise mucho
sin embargo: tú te fuiste en un
tren…
Y desde entonces te espero,
acurrucado en una cueva que me dejaron
tus manos.
EL DÍA
QUE EL CANAL LLEVABA SANGRE
Al lado de mi casa, paralelo a la
calle Alberdi,
hay un canal de desagüe que
desemboca en el río.
Cuando caen las tormentas de verano
va lleno
y en invierno permanece vacío.
Pero fue en un mediodía de inverno
que se escuchó un grito, un
grito que se fue multiplicando por el barrio:
–¡El canal…! ¡Va lleno…! ¡Está
rebalsando…!
Y toda la gente salió de sus casas,
algunos con la boca llena de comida
y un pan en la mano; otros con
las manos vacías y los rostros hambrientos;
había chicos de guardapolvos
blancos y perros flacos revoloteando entre ellos.
El canal iba lleno, hasta el tope,
pero no era agua lo que corría
por su larga garganta: era sangre.
Las abuelas horrorizadas buscaron sus
rosarios blancos
y vino más gente. Vino mucha
gente. Policías, monjas, el cura,
los maestros, los concejales,
los vagos…
Todos se abrazaron en las orillas y
lloraban,
lloraban y lloraban y lloraban mucho.
Un viejo dijo que esa sangre salía de
la espalda del pueblo
que estaba siendo asesinado a
mansalva.
Fue en mi infancia, hacía frío. Y
salí a caminar por el mundo.
He visto incontables canales con
sangre,
incontables familias abrazadas llorando…
Y sigue corriendo la sangre por todos
los canales.
SEGUNDA PARTE
POÉTICA SIN LICENCIAS NI
VACACIONES PAGAS
POEMA
No me dejés
solo, mamá,
con este delantal que era blanco
y que ahora está negro,
duro de cuajarones.
No me dejés
en la puerta del mercado
que me pueden confundir con un
cordero.
No me dejés
solo porque soy un león.
AQUÍ
ESTÁ, ÉSTA ES
Ésta es la poesía genuina, la
verdadera poesía,
y al que le guste bien sino
coma cebolla.
Los metros quedaron de lado.
¿Qué podríamos medir hoy en día
sino el cielo agujereado a
balazos que tenemos?
Y este cielo no se vende por metros,
este cielo es gratis aunque nos
cueste mucho más que un
que una computadora o una cámara
nueva.
Es un cielo que cae de la farmacia y
va al prostíbulo,
del prostíbulo sale y duerme con
los curas,
sale de la iglesia y se mete en
los cuarteles.
Allí le hacen herejías, lo violan, le
pegan en el traste,
lo exilian, lo hacen bailar
desnudo.
Y el cielo se mete en los jarros con
mate cocido,
nadie lo adora porque es como el Cristo.
Se sabe que fue grande, o que nunca
fue grande,
y que nunca será grande porque
es lo más pequeño
del pesebre y apenas la
empuñadura del bastón del papa.
¿Y quién puede medirte, Jesucristo?
¿Quién puede medirte, Poesía?
Poesía que me corres por la espalda
hecha agua,
poesía que en la basura convocas a
las moscas, a los gusanos,
al calor más podrido del
verano, a los mendigos,
a la lluvia aplacadora de
incendios forestales.
Yo he conocido vates por libros y
personas y personalmente.
Tenían (y tienen) naftalina en los
bolsillos,
plumitas de pajaritos en las
orejitas,
y se suben temblando a los
divanes cuando entra una rata.
Nunca tendrán olor a queso, a taller,
a sémola con leche.
Endiosan el metro, le ponen flores,
le espantan los zancudos.
Una vez me acerqué a uno y no tenía
ningún olor.
Me dio miedo. O no miedo, sino que me
repugnaron sus ojos.
Había en ellos endecasílabos y
princesas con caras de luna.
Pero a mí me gusta cuando las
princesitas se masturban en la luna,
cuando son lesbianas y ninfómanas
en la luna.
Porque las princesas siempre están en
la luna, viven en
la luna. Y allí hacen sus
necesidades.
Después la revista Gente dice otra cosa,
les pone un taparrabos las
pobres DÓLARidas, DÓLARientas,
indoloras.
Salí a la calle porque la calle es mi
madre y mi salón,
mi pocilga, mi aire puro y
viciado, mi Virgen.
Qué lindo nombre para una virgen: La Virgencita Calle.
Pero a mí no me joden, qué joder.
Miro de reojo la cartelera de los
cines,
meto la mano en los bolsillos y
tanteo
y nunca termino de sacar ni de
contar mis millones
de nada.
LOS
ABRELATAS
Los abrelatas hicieron en el cielo
una calle subterránea.
Yo voy en motocicleta sublevando
moscas.
Alguien viene enhebrando su saliva en
el culo de la patria.
Alguien viene con la lluvia florecida
en la cabeza.
Cristóbal Colón fue polígamo, subió a
la Niña, a la Pinta
y a
Los militares intentan nuevo golpe de
estado.
El estado nos da golpes donde más nos
duele.
Hay gente que se persigna y compra
helados de limón.
Un burócrata dice que la democracia
es amor.
Los demócratas se quieren comer vivos
a los de izquierda.
En la izquierda está el corazón,
pensaba el Manco Paz.
Y Maradona hizo plata con la
izquierda en los estadios.
El diario dice que encontraron una
mano de Jesús.
Un borracho se ríe porque encontró
una botella llena.
Qué gentiles son los fabricantes de
bombas,
han creado una nueva sociedad de
beneficencia.
Los que arrojan bombas son unos
cretinos.
El presidente entró al cuarto oscuro,
desnudo.
Los días pasan agachados debajo de
nosotros,
ni cuenta nos damos de lo
rápido que pasan los días.
¡Cómo me gustaría leer como los
analfabetos!...
Y
ENTONCES SUPE QUE YA ERA GRANDE
De mi mesa hasta Chile va esta
sangre.
De mi sangre a Centroamérica va mi
mesa.
Tinta de ojos. Adjetivados gritos de
esencia dolida.
Una mañana cualquiera tomé la
decisión de tener
lengua continental,
de ser un pedazo minero y un
pedazo ministro,
un pedazo presidente y un
pedazo perro.
Y créanme que en las calles a la luz
del sol
me siento tan cansado, tan
nocturno
como una cárcel que se queda a
oscuras en la noche
de año nuevo.
Yo de pequeño quise una motocicleta.
(¿Y quién de ustedes no?)
Me subía a un caballo destartalado y
le buscaba el motor,
aceleraba en sus hijares y me iba por
el monte.
Fui creciendo con el moco endurecido
en las narices,
rodeado de enfermeros que censaban
en los ranchos.
Aprendí a leer hasta en los huesos,
daba vuelta los ladrillos viejos
y leía la humedad.
Aún lo hago. Leo las cruces sin nombres,
sin fechas.
Los chistes de los diarios empezaron
a sangrar
y entonces supe que ya era
grande,
que en mí podían caber, ya no un
póster del mar
sino todo el mar, todos sus
peces, todos sus asesinatos.
Mi corazón se ensanchó tomando formas
de pueblos.
Los ocasos me sorprendieron bajo
lunas de agua,
comiendo con miserables en sus mesas
mugrientas.
Y me sentía feliz descubriendo sus
penurias,
me sentía salvador… Qué sé yo
por qué…
Nunca me pregunten por qué me sentía
salvador…
La cuestión es que luego me sentaba a
escribir
y me daba cuenta de que
solamente era una bolsa de carne molida
o un corazón hecho bolsa con
carne molida adentro.
Afuera refrescaba mis pulmones. En la
noche clara.
Miraba lo más alto que podía y mi
cabeza era una casa
con puertas, con ventanas, con
hombres…
Aprendí que la palabra DEMOCRACIA es
un plato
donde unos engordan, otros se
envenenan y otros se embarran.
La iglesia es un desfile de modas y
no me soporta
ni yo soporto a la iglesia
porque todos me miran de manera rara.
Yo sólo tengo un pantalón de Grafa y una zapatillas Pampero,
una camisa Lavilisto caliente como piel de un
ángel en celo.
Muchos se preguntarán por qué uno
toma la decisión de ser
todos los hombres, todas las
tierras, todos los preámbulos y las revoluciones…
Yo sólo sé que en mis costillas está
Bolivia,
Puna y metales supurando pus,
y que Argentina me pica en las
patas como la micosis,
que tengo esta mesa donde
parezco Drácula
de tanta sangre que pasa por
mis ojos y mis labios.
Las bombachas de las prostitutas continentales,
¿dónde están?
¿No las tienen? ¡Qué deshonestas!
¡Qué putas!
¿Dónde están las reglas poéticas de
mis palabras?
No las tienen. No y No. ¡Pero qué
barbaridad!...
Solamente necesito que la gente me
entienda.
LLEGÓ
UNA NOCHE
Llegó una noche entre los últimos
pájaros.
Me abrió las coyunturas para darles
agua.
En la heladera sólo había uvas y un
caracú vacío.
El televisor no estaba apagado porque
ya había terminado la transmisión.
Era tarde.
Pasó la lengua por la ventana donde
brillaba el rocío.
¿Todavía escribís?, me preguntó,
y yo le dije que mis palabras
se habían vuelto subterráneas,
tragacielos, llenas de cejas y tacos y veredas.
Que les aparecía a la gente desde
abajo, haciéndoles
cosquillas como una serpiente. Que casi
me llevan preso
una noche cuando me hallaron
desnudo y gritando en
por otra mujer llamada
Palestina.
¿Palestina?, me preguntó sorprendida,
cómica.
Sí, Palestina, ¿acaso no puedo llorar
por Palestina?
Sí, pero Palestina es un país de
Oriente.
¿Y qué?, ¿no puedo llorar por un país
de Oriente?
Bueno, está bien, siempre con tus
locuras vos.
Yo solamente te pregunté si todavía
escribís.
Mirá, no sé si escribo o qué,
todos los días siento que mis
codos menstrúan,
voy al baño y me ato papel
higiénico,
me echo loción, me afeito,
prendo la radio,
agarro un papel y dibujo jirafas,
caras negras,
y cuando me doy cuenta abajo
hay una sucesión de versos.
A mí me parecen horribles, los leo,
los releo y se me hace
que no van a gustar.
Todos nos acostumbramos a las
telenovelas y a Borges,
a Bécquer y al Quijote de
y al chisme de las vecinas,
otros al encierro del departamento,
otros a dormir cuatro horas, a
tomar el micro, a gritar por teléfono…
Y es difícil admitir otro puñal en la
carne, otro espejo,
es casi imposible que alguien
se arrime a vos a olerte las manos,
a chuparte el pelo embebido en
el humo
de las fábricas pobres. Te
llaman copista, copista de la desgracia
y hasta puede que te llamen vocero del sindicato.
Pero en el fondo uno siente que
quiere ayudar a la gente, amarla,
porque la gente se nos pega en los
huesos
y de noche nos miramos el
cuerpo en silencio y estamos
cansados, rendidos, igual que si
hubiéramos hecho el amor
con toda la gente que hallamos
en la calle.
Sin embargo te extrañaba mucho. Me
faltaba un pedazo sin vos
o quizá yo era un pedazo tuyo
que se quedó flameando
en esta habitación. Y ahora
llegaste, tan tarde, tan temprano,
tan temprano si pensamos que ya
es otro día.
Y quizá tenés
hambre. Tengo un puñado de uvas, un caracú vacío.
No sé si nos van a atender en el
almacén de la esquina.
Hace falta pan, queso, vino
o tal vez querés una gaseosa…
No, mi amor, yo solamente te pregunté
si todavía escribís.
JUJUY
Una vez yo fui a
Estaba en un campamento de jóvenes.
Había un montón de
árboles. Y las chicas bebían de las
botellas junto con los changos.
Yo tenía una guitarra y 16 años.
Me dijeron que hay barrios de
bolivianos, de borrachos,
de devotos, de putas, de
diarieros, casi como en todas partes.
Pero curiosamente un mendigo llegó
una tarde al parque
y acercándose a mi pequeña
carpa me pidió que le prestara
la guitarra. Yo se la cedí
desconfiando el hurto.
El mendigo se sentó sobre un póster
del presidente
y sacó de una bolsita un poco
de carne hervida.
Con sus uñas largas la fue
despedazando lentamente.
¿Sabés que
yo fui ministro de educación?, me dijo.
Un día derrumbé todas las escuelas,
todos los institutos,
todas las universidades, todas las
instituciones educativas de todo el país.
Las derrumbé porque las creí
innecesarias.
Comencé a mendigar en Retiro, pasé
por Córdoba, fui al manicomio,
pasé por el Jardín sin jardines
de
Yo estaba obsesionado con su relato y
no me di cuenta de que el mendigo
había echado la carne picada en el
agujero de mi guitarra.
No te preocupés,
me dijo, no te preocupés,
la comida con música hace bien.
TODOS
La verdad que me
puse a jugar con un gusano verde
que había caído de una hoja de
parra.
Le tocaba la
colita con el dedo y él se contorsionaba como un acordeón.
Mamá me había
llamado infinidades de veces
para que fuera a tomar la sopa
que ya se enfriaba en el plato
enlozado.
–Carlos, venía a
tomar la sopa.
–No quiero sopa.
–Vení o le digo a tu papá que te traiga con el cinto.
Y como no hice
caso a mamá
vino papá con el cinto doblado en
la mano.
Se acercó a mí y
dejó el cinto sobre una pila de leña.
–¿Qué hacés, hijito? –me preguntó.
–Estoy jugando,
papá.
Y mi papá se
arrodilló sobre la tierra húmeda
y se puso a jugar conmigo.
Mamá se cansó de
gritarnos a los dos
que fuéramos a tomar la sopa,
entonces se vino haciendo sonar las
zapatillas viejas
por sobre las hojarascas del
patio.
Pero cuando llegó
halló a todo el barrio jugando conmigo
debajo de la parra.
USTED ME
PREGUNTA
Usted me pregunta si frecuenté a Walt
Whitman, y le digo que sí,
a Walt Whitman, a Walt Disney, a
Walter Scott y a otros Wálteres más.
Hasta vi peleas de peso welter y
welter juniors.
Los wats ya son distintos. Uno toca
un cable pelado
con las manos mojadas y los wats
nos saludan
y nos hacen pasar a su casa
mortal.
Una vez anduve entre hojas de hierba
como una hormiga,
como un hombre descalzo, como una
mujer en celo,
como un niño fresco, sonámbulo y
dormido.
Después subí a un árbol, me bajé, fui
a leer el diario.
Me dieron ganas de comer puré con
papas y de tomar limonada.
Me acordé que una vez le dieron a un
primo mío
un gato asado de cena y el
inocente lo comió por vizcacha.
Al otro día llamó a su gato Koñiky pero no lo
halló
ni lo hallará por los siglos de
los siglos. (Amén).
Sí. También sé que a Vallejo le daban
duro con un palo
y también con una soga y son
testigos…
Y sé que a Nicanor Parra lo acogieron
los amores
de sus antipoemas. Y que a
Neruda le dieron el Premio Nobel
y que a Rubén Darío el
Modernismo lo acercó ensangrentado
a todas las ventanas.
No me pregunte más, señor, que no he
venido a contestar
preguntas sino a cantar. ¿O es acaso
una corte de interrogación el mundo?
El mundo es mío y yo quiero gozarlo.
No me trate de privar usted con su
crítica y su análisis
intelectual, forense. ¿Estamos?, bien,
entonces, déme la mano que lo quiero
saludar.
Usted es mi hermano y yo soy su hermano.
Usted tiene un traje Cristian Dior y yo apenas un traje Cristo Dios y es suficiente.
(¿Si he leído a Guillén? ¡Por su
puesto que he leído a Guillén!).
Mire, todo lo que nos rodea es luz,
es verde, es MUNDO.
Aflójese la corbata y respiremos
hondo, hondo, bien hondo…
¿Verdad que es hermoso? ¿Sí? ¿Ve que
hasta sonríe ahora?
Siga, siga respirando, olvídese de
los libros,
acuérdese de los hombres, compruebe
que es cierto que el cielo
es un montón de agujeros y en
cada agujero podemos meter
la cabeza y espiar a los ángeles
que juegan a los naipes
con los demonios y las sombras.
Mire, más allá está Elías el
profeta con una autobomba tratando
de apagar su carro.
Es colosal la vida. No le ponga
límites.
Usted se queja de las manifestaciones
siendo que usted también
protesta, siendo que usted se ata
defendiendo
el orgullo de viejos oligarcas
de la pluma.
¿No es acaso mejor esta libertad de
junco y cielo?
¿No es acaso más bello despojarse de
un traje y arrojarse al río?
¿Sí? Entonces no me pregunte si
frecuenté las escuelas.
Después de todo: lo único que me
interesaba en la escuela
era la idea de levantarle la
pollera
a una maestra muy linda, de
cabellera suelta y carnes de manzana.
ORACIÓN
DEL ALASDELTA
En toda la
anchura del cielo crucifiqué mi cuerpo
y ya no puedo despegar mi
carne mi color azul.
He gritado desde
la altura y las montañas levantaron sus cabezas
para ver mi corazón desenvuelto,
abierto y hondo
igual que la puerta de un zaguán
sin fin.
Me arrodillé en
el aire representando a los contaminadores,
pedí perdón por ellos,
lloré y mis lágrimas volaron como
pájaros,
canté y mi canción llovió sobre
los verdes follajes y sobre las
ramas asaltadas por las muelas del
invierno.
Fui minúsculo
como una semilla; aún más pequeño
que entre las multitudes de las
grandes ciudades.
Estuve frente a
la eternidad y la vencí.
(Ahora la llevo
en mis pulmones y la paladeo cuando digo: HOMBRE).
He aprendido un
idioma que flota como una azulada menstruación
debajo de las nubes.
Varias veces
pensé que era un pájaro, pero un pájaro distinto
a todos los pájaros, porque
mis alas impermeables
me daban el aspecto de una
especie distinta.
A veces me reía
porque me imaginaba una bandada de alasdeltas
emigrando.
Y muchos alasdeltas anidando en los rincones de los tejados,
en los horcones, entre los
cocos de las palmeras,
en las antenas de
televisión, en los pararrayos,
en el vientre manso y verde de
lo lagos.
Ahora estoy de
pie, mi cuerpo que fue timón de mi alma en
el viento es un tubo vertical y
transparente, repleto de
atmósferas. Mis manos tienen la forma
del espacio, el peso
del vuelo, de la curvatura de un
giro entre las calles del aire.
Yo sé que en mi
cintura ha rozado la melena de Dios.
Yo sé que en cada
hueso mío fecunda la intemperie
su secreción de sueños.
Volando fui como
el reloj que controlaba el tiempo del silencio.
El verde de la
tierra fue mi brújula.
Reí por las aves
que murieron sin reír en las prisiones.
Descendí
lentamente como desciende una pluma.
Y recién cuando
tocaba la piel gruesa del suelo sentía los pies
como si ellos se hubiesen quedado
a esperar que yo bajara.
Cómo quisiera
confesar esta oración a todos los hombres
y
también
a esa muerte burlona que en lo
alto
me besaba la espalda.
ELECCIONES
GORILÍSTICAS
En la selva, bajo
el agobiante calor tropical,
se reunieron los gorilas para
elegir representantes.
Hicieron un
círculo a la vuelta del jefe muerto.
A pocos
quilómetros de allí andaba de cacería un rajá
con su nutrida comitiva. Más
allá brillaban los fusiles
de un gobernante norteamericano
también de cacería.
Y más allá, tal
vez perdido del centro, de la izquierda
o a derecha: cazaba un
narcotraficante sudamericano
con sede en Europa.
Curiosamente los
cazadores cazaron al mismo tiempo sus presas.
Y curiosamente no
fueron fieras de la jungla
sino inmensos racimos de doradas
bananas.
Entre la
encrucijada oculta entre lianas y exuberantes plantas
cuyos nombres por supuesto desconozco,
se encontraron los cazadores
que regresaban con us presas
destellando al sol.
Se saludaron
protocolarmente y contaron
de pozos petroleros, de
fabricantes de armas,
de cargamentos de droga, del
tiempo, de sus ahijados…
Sin embargo la
paz de sus charlas se ahogó pronto
en una discusión sin cuartel.
Discutían y discutían
los propietarios del poder y sus
secuaces.
Y no tardaron en
hacerse presentes los queridos tiros.
Luego se supo que
la gresca se produjo a causa de las bananas.
Me explico, los
tres bandos se acribillaron a balazos
por establecer el dominio sobre
los abundantes frutos.
El diario dijo
que nadie había sobrevivido.
Los gorilas que
estaban de elecciones, abandonaron las urnas
y se dirigieron al lugar de
los hechos. Se llevaron consigo
todas las bananas. Y yo no sé si
es casualidad o qué,
pero me viene ahora a la memoria este
aforismo:
“Lo que fue de un
gorila, otro gorila se lo lleva”.
EL
FLAUTISTA DE
Yo andaba por la
orilla del río.
Había un tipo
barbudo que refinaba palabras.
Lo seguían como
cinco mil personas y perros.
Y vino uno y me
pidió el canasto.
Allí estaban mis
dos peces y mis cinco panes.
Y todos comieron
y yo los miraba.
Y el tipo barbudo
siguió hablando del cielo,
de su padre, de los hombres, de
él. Yo lo escuché y me fui yendo.
Cuando llegué a
casa me pidieron los panes
y me pidieron los peces mis
padres lisiados, mis padres muertos de hambre.
Y yo les conté
del tipo, de las cinco mil personas,
del Padre, del Hijo, del Cielo…
Ellos se miraron
en silencio. Y luego se echaron a reír.
Se rieron tanto
que terminaron llorando. Y dijeron que no era cierto.
Dijeron que yo
era un reverendo mentiroso
y que ellos tenían mucha
hambre.
Y me amenazaron.
Mis pobres padres eran crueles.
–Ya verás –me
dijeron–. Ya verás cómo es esto.
Y esa noche,
mientras yo dormía me amarraron,
me cortaron las piernas y me
pincharon un ojo.
Y por eso yo soy
un lisiado. Un tuerto pobre y lisiado.
Y toco esta
flauta compañera. Escuchen.
Es un pan que
pasa conversando
con una mariposa y un ladrillo.
HABLANDO
EN INGLÉS
El estudioso
Richard Hateley
descendió del avión y un taxi lo dejó
en la puerta
del Instituto de Entomología y Ornitología
de Nueva York.
Se presentó, lo
aplaudieron. Venía de Inglaterra.
Puso en la
grabadora la cinta magnetofónica
y todos escucharon los cantos
de muchos pájaros.
A cada rato
Richard Hateley pedía detener la grabación
y explicaba los tipos de
pájaros y hablaba hasta de su
árbol genealógico.
Otra vez los
aplausos. Las fotos. Los anteojos.
Muchos zapatos
negros brillaban impecables.
Luego de media
horas dio vuelta el cassette.
Y ya al final de
la cinta se escuchó un disparo.
Perfectamente
grabado. Nítido.
(Anteriormente Hateley dijo
que todo lo oído pertenecía a
una zona de monte virgen
existente en Argentina. Una riqueza
natural impresionante
se almacenaba allí. Insectos y
pájaros de todo tipo).
Y cuando otro
estudioso de apellido Hudson
preguntó por el disparo que se oía en
la grabación
Hatley respondió despectivamente
que se trataba de un disparo con
el cual
había dado muerte al guía. Un
argentino de 45 años.
–Lo tuve que
matar porque me pidió protección
para la naturaleza de todo el
mundo.
Protección para
lo pájaros.
Que yo interceda
ante las autoridades nacionales
promoviendo el desarme nuclear.
Miren, nada menos
que a mí.
Nada hubiese
ocurrido si me pedía un cheque por 500 dólares.
Entonces todos
aplaudieron.
Y Hateley salió del instituto y viajó hasta el lugar
donde se hallaba en fabricación
otra bomba nuclear.
Cuando entró,
todos lo saludaron con sumo respeto
porque Richard Hateley
era el director.
NO
DIGÁIS (O SÍ DIGÁIS)
Rima IV
Sencillamente
todo es poesía.
El drogadicto con su espiral
multicolor
sobre el páncreas de la noche,
el detective tras las huellas
de su mujer profesional e
infiel,
un cura arribando a un
aeropuerto
y besando su suelo mellado por
los pasos.
Un perro loco, un farmacéutico, un
tuerto,
la ballena con dolor de muelas
y el dentista:
todo es poesía.
Haya o no haya flores,
haya o no haya pájaros meando
entre las ramas
y cantando, hayan mujeres
aborteras o estériles,
haya o no haya sol o haya
eclipse,
haya o no haya presidentes de
facto,
haya votos, botes, votantes o
botarates:
lo mismo habrá poesía.
Quieran o no quieran abrirse las
bocas encendidas al beso,
cueste caro o barato ir al
prostíbulo,
aunque se tome Coca–cola, agua Palau o
vino Toro,
aunque se unan los extremos de los
extremistas
y el extremo del centro y las
figuras
de la geometría de los locos, o
no,
aunque se quemen todos los libros
de Bécquer,
los calzoncillos de Bécquer, los
fósforos de Bécquer,
y aunque Bécquer vaya a llamar
a los bomberos,
aunque este dictamen desaparezca
y aunque nadie lo lea:
lo mismo habrá poesía.
Y aunque la poesía se revele y les
mande
un telegrama de despido a todos
los poetas,
y aunque la poesía ya no
quiera existir
y se pegue un tiro
y aunque muera y se pudra y la
pisen:
lo mismo habrá poesía.
POESÍA
PANCARTA
Todas mis poesías son pancartas
ya sean de zapatillas o
alpargatas
ya sean patapilas
o sin patas
ya sean de uñas sucias o
corbata
con rima con rimel o
rítmicamente
poesía–pancarta
pata de araña
escrita con los codos con las manos
con las orejas con la garganta
con el sexo con los huesos con
la máquina
con palitos de yerba con café
molido
con yogurt con leche fresca
con bosta fresca y patas de
cabrito
con miseria con salpicaduras
con banderas haciendo el amor
con sueños
con hombres y mujeres formando
bandadas
fornicando como langostas
votando esperanzados y sin más
esperanzas
qué le vamos a hacer
así es la vida
la gente reclama lo suyo no lo de otros
y sin embargo los otros se
llevan lo poco
que tiene la gente
vamos hermanos
todos denme la mano
hagamos una manifestación a la
vuelta del mundo
hagamos un anillo grande y fuerte y
eterno
como ese que rodea a Saturno
llevemos mi poesía pegada en madera
en latas
en chapadures en cartones en
huesos
total esta poesía la aprobaron
todos los que
gritan y callan los que conocen las
dos caras
del sabor amargo y del sabor
dulce que es un poco traidor
vamos
vamos hermanos
hagamos una manifestación
porque el mundo por las buenas o
por las malas
tiene que cambiar
hagamos un mundo nuevo
seamos mundiales de una vez por
todas
y el mezquino el egoísta el
que niega el alma
y opone barreras y fronteras
que se quede
que se pudra que se busque otro
planeta
que se vaya
todas mis poesías son pancartas.
La hallaron entre
las dalias rojas
blanca como el yeso y blanda como
una palta madura.
Los hombres
corrieron con ella al antropólogo
y en el camino se encontraron
con una adivina que dijo:
–Esa cabeza,
según
Una mujer
embarazada dijo que se parecía a la cabeza
de un muñeco de goma.
Un tipo de un
restaurante se secó las manos en el delantal
y dijo que era una cabeza
hervida.
Los Testigos de
Jehová dijeron que era un anticipo
del Armagedón, del fin del
mundo. Un farsante se agarraba el
estómago con las dos manos y se
tiraba al suelo de la risa.
–Esa cabeza se
parece a la cabeza de cerdo de mi suegra– decía.
Y todos vieron la
cabeza balanceándose en una bandeja
de acero inoxidable. El
periodista sacó su cámara Cannon
y disparó. El forense se
acomodó los bigotes postizos y pensó
que la cabeza era igual a la de
un calvo al que le había
realizado la autopsia esa mañana.
Los hombres
llegaron a la casa del antropólogo y los seguía
un cardumen de curiosos.
Tocaron el timbre
y salió la mucama.
– ¿Está el
antropólogo?– preguntaron cansados los hombres.
La mucama entró y
volvió a salir de inmediato
con un hombre cuya cabeza no se
veía.
Es decir que no
tenía cabeza.
Todos creyeron
que era un mago o alguien
que se tapaba con algo para que
no le vieran la cara,
pero no era así. A aquel hombre
le faltaba
la cabeza.
Todos se quedaron
estupefactos y atónitos cuando vieron
ese cuerpo incompleto. Solamente
la cabeza saltó de la bandeja
y se unió al hombre
decapitado.
–Muchas gracias,
señores– dijo el antropólogo–. Muchas gracias
por devolverme la cabeza que
había perdido hace diez años
entre las dalias rojas de la plaza
del pueblo.
DESNUDANDO
TRACTORES
Pasan los tractores verdes con sus
acoplados marrones
como largas lagartijas sucias.
Pasan los tractores
como deformes limones
motorizados. Pasan.
Pasan con sus cráneos detractores de
terrones, con sus ruedas
como rodajas de pan embebidas en
aceite quemado.
Raulito, mi sobrino de tres años, los
saluda con su sueño
de ser algún día tractorista.
Pobre Raulito.
Los tractores se pierden bramando
como leones en la infinidad
de la carretera negra. Desde
arriba las palomas los miran
se codean preguntándose de qué
color será la paz
que le reclaman los hombres al
cielo.
Raulito se queda bramando como un
tractor con la boca
en todas direcciones como los
volantes de los tractores.
Pobrecitos los tractoristas, Raulito.
Se pasan arando
horas y horas y el dueño de la
finca se pasa timbrando
la plata del tractorista, horas
y horas en los casinos,
en los juegos electrónicos, en
las quinielas;
los dueños de las fincas se van
de vacaciones al extranjero,
a la nieve en invierno y a la
playa en verano, y hasta
hay dueños de fincas que no
gastan de puros amarretes,
se hacen un montón de colchones
rellenos con dinero
y se acuestan a invernar como
los osos (invernan especulando).
Yo conocí tractoristas de cutis
quemado, de cuero quemado,
de manos grasientas, de hambre
pelado… Y también conocí tractoristas
despedidos, sin trabajo porque
reclamaron
un sueldo justo a sus patrones.
Se quedaron
con la sed atada a la cintura y
con la desnudez de sus
hijos pegados como calcomanías en
sus cerebros.
También conozco patrones (todos son
similares)
que tienen sus chaleses a todo
trapo y sus autos,
todos los años con la plata de las
cosechas
se compran autos nuevos y la
panza se les crece de tanto
comer carne y pasteles, y se les
va creciendo tanto la panza
que tienen que ir a sesiones de
gimnasia rítmica,
de gimnasia jazz, mientras
tanto
los tractoristas se pelan la
lengua en los veranos.
Andan sembrando poroto y sudor para
cosechar miseria,
andan sembrando lágrimas y
desvelos para que el patrón
coseche riquezas y bienaventuranzas.
Los tractoristas parecen tipos
conformes, descansados, platudos,
pero no te dejés
engañar por las apariencias, querido Raulito,
los tractoristas a veces no
tienen qué comer
y se comen las uñas de los
nervios.
Y yo te digo todo esto porque yo fui
tractorista
y tuve muchos amigos
tractoristas. Había uno que tenía
la mujer preñada pero se fue en
el tractor
levantando tierra por los callejones,
espantando gallinas,
cuises, perdices, y al quinto día
de su ausencia
su mujer se enfermó y se murió
porque no tenía
ni un cinco para comprar remedios,
¿y sabés qué le dijeron los
patrones de su esposo?: –Espere,
señora, no podemos hacer nada
mientras su marido no cumpla con
nosotros.
¿Y qué es “cumplir con nosotros”,
Raulito? ¿Dejarse explotar?...
También conocí a un tractorista que
tenía un hijito así, de tu tamaño,
que le pidió a los Reyes Magos
un tractor de juguete,
pero a los pobres padres aquel
día
apenas les alcanzó para medio kilo de pan.