APUNTES DE UN
PERIODISTA
Historia y Tradición
de la Salta de antes
1era. parte
ANDRÉS MENDIETA
Se repite -y con razón- que nada hay más desactualizado que un periódico de un día anterior. Las noticias pasan, es cierto, sin embargo, a veces, la crónica de alguna de ellas merece perdurar por el estilo de su prosa o por la ética periodística que la inspira, cuando no por ambos valores.
Lo compruebo una vez más al leer los APUNTES DE UN PERIODISTA. Se trata de un semillero de evocaciones de mi colega y entrañable amigo Andrés Mendieta, quien desde los inicios en la actividad de informador y formador de la opinión pública, por la que recibió tempranos premios, incluso mientras cursaba sus estudios secundarios en el Colegio Belgrano y posteriormente en el Colegio Nacional "Dr. Manuel Antonio de Castro", de la ciudad de Salta asumió la noble tarea tanto con responsabilidad, cuanto con profundidad y objetividad. Contó, además, con me-recida buena suerte, dado haber tenido oportunidad de brindar primicias que se le cruzaron casi al azar en su meritoria y agitada vida de atento cronista del quehacer cotidiano argentino.
Me une con el autor del presente libro una fraterna amistad de décadas, acrecentada en las últimas por comunes inquietudes sobre nuestra historia regional norteña, idénticas devociones hacia el prócer General Martín Miguel de Güemes y hasta por el hecho de ser él y yo Miembros de Número de la Academia Güemesiana, organismo oficial de la Provincia de Salta que lo ha contado hasta hace poco como su dinámico presidente. (Al respecto debo agradecer muy especialmente, tanto a Andrés como a Luis Oscar Colmenares, la acogida que me brindaron ambos en las páginas del prestigioso Boletín de la entidad a los modestos ensayos investigativos de mi firma que les enviaba datados de la ciudad de Buenos Aires, donde resido desde mis tiempos de estudiante universita-rio, cuando me desempeñaba como secretario privado del entonces Senador Nacional por Salta, doctor Carlos Serrey, es decir desde marzo de 1939.)
También quiero puntualizar aquí otras felices coincidencias que nos hermanan, cuales son que nuestros respectivos progenitores fueron periodistas salteños de nota, cuando las redacciones olían a tinta fresca. Vaya pues el merecido homenaje a don Andrés Mendieta padre, a quien conocí en 1934 y estuvimos desde entonces muy vinculados por el efecto. Se trataba de una figura consular, integrante del diario El Intransigente" de la ciudad de Salta en los tiempos heroicos de David Michel Torino. Por lo mismo éste constituye, a la vez, un homenaje extensivo al autor de mis días: el profesor Daniel Policarpo Romero, esforzado fundador del diario La Provincia, después decano de la prensa salteña, y contemporáneo del abuelo de Mendieta, viejo y culto comprovinciano fundador de la estirpe periodística que jalonaron el hijo y el nieto.
Lo cierto es que tanto Andrés como quien esto escribe, uno en las columnas o en los espacios radiofónicos de actualidad y política a su cargo y el otro de los avatares del periodismo cultural e incluso en la do-cen-cia en la materia a nivel terciario, hemos heredado de nuestros antepasados el amor por esta profesión y vocación que, por otra parte, innumerables satisfacciones personales nos ha dado. Como tantos ideales de justicia nos despertó su ejercicio; tantas inquietudes espirituales nos abrió y hasta nos permitió tratar a numerosas personalidades: desde el rey Balduino de Bélgica, en su caso, hasta las cinco veces mandatario del Ecuador José María Velazco Ibarra, en el mío. Y así, por ejemplo, advierto que pocos testigos pueden hablar de la historia argentina contemporánea con mayor conocimiento de causa que Andrés Mendieta, quien ha realizado incisivos y múltiples reportajes a ex presidentes y ex vice-presidentes de la Nación, entre otra labor ponderable.
Hoy, en mis altos años, cerebro complacido que, mientras domina desde los medios de comunicación en forma casi monótona, agresiva y autoritaria la dimensión siempre huidiza del presente, un salteño de ley se disponga a la tarea de pasar revista a sus vivencias laborales, intelectuales y afectivas de ayer, sin dejar por eso de imaginar católico militante al fin un mañana más digno para su provincia, para su patria y también para la humanidad toda.
Aplaudo pues los ideales del hijo cabal del colega de su mismo nombre y me honro en considerarme su amigo personal con quien mucho he compartido.
Profesor Carlos G. Romero Sosa
Buenos Aires, 15 de setiembre de 2001
Día del Señor del Milagro
A manera de Prólogo
Hablar de Andrés Mendieta es hablar de periodismo, y más específicamente es hablar de un nombre profundamente arraigado dentro de él. Esta profesión engloba no solamente a nuestro prologado, sino también a la familia Mendieta, conformada por acendrados periodistas, pues su padre don Andrés Mendieta y su tío don Luis Mendieta, trazaron líneas directrices, destacadas y límpidas en un medio donde la pasión política constituía el pan de cada día. La impronta periodística en esta familia se continúa con otro Andrés Mendieta, incursionando en distintos medios de información escrita, y televisiva de nuestra provincia.
La evolución del periodismo en Salta no es ajena a la evolución del periodismo nacional y mundial.
¡Cuánto tiempo ha pasado desde que aparecieran, las primeras Gacetas! Estas fueron desarrollándose en el decurso del tiempo hasta llegar a constituir en tiempos actuales, lo que se diera en llamar " el cuarto poder ", por el tremendo impacto de opinión realizado sobre los lectores. Decíamos cuarto poder , pues viene a anexarse a los clásicos, expresados en nuestra constitución: Ejecutivo, legislativo y Judicial .
Largo sería enumerar los géneros periodísticos existentes, donde una de sus categorías más resaltantes dentro de su forma escrita sería quizá la de economizar adjetivos, para dar al texto una comprensión rápida y sencilla. En éste género, el lenguaje debe ser sintético y práctico, lo cual beneficia la comprensión haciéndola más abarcativa, para lograr esa llegada rápida y sin complicaciones a un número mayor de lectores.
El periodista de raza, dentro de su función se compromete más o menos de acuerdo al camino elegido, sea éste el de la noticia, la crónica o el reportaje, donde su presencia y su opinión recorre distintos andariveles, pudiendo ser nula, escasa o muy notable, como ocurre en las Tribunas Libres o en los Artículos de Opinión.
Andrés Mendieta en el curso de los tiempos vividos profesionalmente, ha ejercitado con honor cada una de sus variantes.
El vértigo del mundo moderno, ha llevado a una eclosión formidable en la transmisión de la noticia, pues con el aumento de la población alfabeta, la misma se hace cada vez más imprescindible. Esta misma situación ha llevado también a un cambio gradual en la forma de transmitirla; es entonces cuando surgen las cadenas de información televisiva, plenas de imágenes que hacen a la información más atrayente para el auditorio instalado cómodamente en la paz del hogar.
Como decíamos anteriormente, Mendieta conoce íntimamente los secretos de esta profesión, a todas luces fascinante. Diremos también que, siguiendo los impulsos de un destino inexorable, desde 1955 comienza a dedicarse a la investigación histórica. La historia nacional, especialmente desde la época de la independencia, acaparan su atención, y es así que numerosos artículos emergen de su pluma en los distintos medios gráficos de la región, de Buenos Aires y de la República de Bolivia. Es asimismo miembro de diversas Academias, vinculadas a la historia, entre las que merecen destacarse la Membresía de la Academia Nacional Sanmartiniana, junto a otras no menos importantes, también de la región y de Buenos Aires.
En Mendieta, la Historia , como ciencia que estudia los procesos sociales, explicando los hechos y procesos del pasado humano, es el arma que utiliza para la comprensión del presente, y plantear las posibilidades para los hechos del futuro. Mendieta utiliza esta arma, con total objetividad, tratando de apartarse de las pasiones humanas, que tiñen de color político los hechos de los tiempos que ya fueron. En realidad, la historia responde a los acontecimientos del momento en que ocurrieron, pero también abriga el sentimiento y la opinión de quién la escribe. Surge aquí la estatura moral del historiador, que debe ser ecuánime, aún cuando no responda a los ideales profesados. Andrés Mendieta, en su faz de buceador del pasado, agrega a su objetividad manifiesta, la extrema honorabilidad encarada en sus escritos.
Su trayectoria profesional, continúa desenvolviéndose dentro de sus mismos antiguos códigos, y entre sus muchos galardones mencionaremos "el Primer Premio, Medalla de Oro y Pergamino" obtenido en el Concurso Latinoamericano sobre "Vida y Obra del General Martín Miguel de Güemes" logrado en el año 1985.
Andrés Mendieta, al igual que todos los escritores dignos, puede sentirse un hombre logrado de acuerdo a los preceptos de la sabiduría oriental: ha plantado el árbol del bien en todas sus realizaciones, ha generado hijos dignos de su bondadosa condición, y ha escrito con acierto éste libro.
DR. RICARDO FEDERICO MENA
Febrero de 2007
Joaquín Castellanos:
una estampa cincelada en roca
A sí lo definió a "un gran argentino desaparecido: el doctor Joaquín Castellanos" Carlos Capitaine Funes al conocer la muerte de este poeta de la libertad y la democracia, virtuoso tribuno, periodista, gobernante, magistrado, legislador, educador nacido en Salta el 21 de abril de 1861 y quien encontró la muerte en Tigre, provincia de Buenos Aires, el 28 de setiembre de 1932.
El mundo, en 1919, asistía a las secuelas de la primera guerra que desangró Europa, después que siete países -en el transcurso de cuatro años- se lanzaron a la mayor carnicería humana conocida hasta entonces. La Argentina no estuvo ausente de aquel desencuentro y la violencia, en alguna medida, fue asimilada en el campo social. Buenos Aires parecía una ciudad ocupada y los silbido de las balas perforaron la quietud ciudadana y los muertos se amontonaron después de un enfrentamiento entre obreros metalúrgicos y marítimos con efectivos policiales. En Córdoba la Legislatura fue ocupada militarmente a raíz de episodios políticos. Por su parte, el doctor Hipólito Yrigoyen, cuando cumplía su primer periodo presidencial, debió afrontar en un año trescientas sesenta y siete huelgas, de las que participaron, en total, cerca de trescientos mil obreros.
1919 en Salta
Este trágico año también se hizo notar en Salta. Claro está que desde el 27 de abril de 1818 el proceso institucional de la Provincia fue interrumpido por un decreto del gobierno nacional Por primera vez un estado provincial de la república perdía su autonomía. Gobernaba en aquellos tiempos el doctor Abraham Cornejo e Yrigoyen, para justificar esta medida que alcanzó a los tres poderes, argumentó en el decreto que "la Justicia es en general débil y morosa y no satisface plenamente los fines de institución". Como representante del gobierno nacional asumió en primera instancia el mando de Interventor el doctor Emilio Giménez Zapiola y quien, por razones de tener que ausentarse de Salta, delegó dos meses después el gobierno en el doctor Manuel Carlés quien dispuso llamar a elecciones concurriendo a la misma los partidos "Unión Provincial", "Radical Nacionalista" y "Radical Intransigente".
El doctor Joaquín Castellanos, candidato por esta última agrupación, fue elegido gobernador. En la oportunidad al tomar posesión del mando, el 7 de enero de 1919, el interventor saliente expresó: "Ocupáis sin enemigos el gobierno de Salta. El adversario electoral de ayer os acompaña hoy en la tarea de hacer el bien del pueblo, mostrándose que si la lucha política enardeció las pasiones por el triunfo, no pudo el encono personal envilecer la intervención del patriota en la lid". A las palabras de Carlés Castellano le respondió: "Para el candidato radical había, hasta este momento, vencedores y vencidos, en honrosa lid democrática; desde esta hora en adelante, para el Gobernador de Salta no hay más que ciudadanos; conciudadanos y habitantes que, sea cual fuere su nacionalidad de origen, son nuestros hermanos en el esfuerzo de fecundar la misma tierra".
El mismo día de asumir Castellanos, tras prorrogar hasta el 31 de mayo el presupuesto del año anterior, solicitó licencia para ausentarse de Salta por el término de sesenta días, dejando el mando en manos del presidente del Senado Juan B. Peñalba.
En junio sufrió su primera crisis de gabinete como consecuencia de afrontar serios conflictos partidarios originando las renuncias de sus ministros de Gobierno, Darío Arias, y de Hacienda, David M. Saravia. Presionado por los conflictos surgidos desde distintos sectores del radicalismo Castellanos se sintió obligado en apartarse del gobierno pero la Asamblea Legislativa le rechazó la renuncia el 1 de julio.
Nuevamente en julio se ausentó a Buenos Aires para cumplir gestiones oficiales ausencia que se prolongó hasta setiembre y nuevamente el gobierno estuvo a cargo de Peñalba. Durante los años que estuvo al frente del Poder Ejecutivo Castellanos sostuvo su principio radical que aprendió en su mocedad al lado de Leandro Alem y Aristóbulo del Valle, no aceptando el personalismo absorbente de Hipólito Yrigoyen, postura que le ocasionó una serie de conflictos con sus correligionarios. Con posterioridad, el 13 de noviembre de 1919, nuevamente presentó su renuncia al cargo, la que fue rechazada una vez más por la Asamblea Legislativa.
Su obra de gobierno
Quien ostentaba la condecoración de su cojera peleando en el '80 por la autonomía de Buenos Aires "siempre estuvo por las necesidades del pueblo. Durante su gestión, entre otras cosas, reglamentó las concesiones de agua para riego, uso industrial y bebida; el aprovechamiento del agua pública; creo la Escuela de Tejidos, la Biblioteca "Doctor Victorino de la Plaza" en base a la donación del ilustre salteño; la Escuela de Manualidades; la reforma de la Constitución en lo que respecta a la creación del cargo de Vicegobernador, la elección directa del Gobernador y Vicegobernador, con duración de cuatro años en el mandato y la independencia completa del Poder Judicial. Asimismo, se interesó por la construcción el ferrocarril trasandino Salta-Antofagasta (Chile) e inauguró el monumento al general Juan Antonio Álvarez de Arenales.
La destitución
Los opositores y hasta los resentidos partidarios se ocuparon hacer rodar leyendas calumniosas sobre la figura del Joaquín Castellanos quien se caracterizó por la rectitud inflexible de su conducta, por el fuego de sus grandes pasiones puestas al servicio de nobles ideales. Corría el año 1821. Luego de haber intervenido los municipios de la ciudad capital, General Güemes, Rosario de Lerma, Orán, Campo Santo, Chicoana, Cafayate, El Carril y Coronel Moldes, como así de convocar a elecciones para diputados nacionales y provinciales denunció ante el Ministerio del Interior haber descubierto una tentativa conspiradora para informándole después del fracaso de la misma.
Castellanos al recibir un telegrama del funcionario nacional que lo consideró agraviante solicitó a la Cámara de Diputados de la Nación la designación de una comisión investigadora y el 4 de marzo declaró en disponibilidad a todo el personal administrativo de la Provincia al haber comprobado la participación de los agentes del Estado
"en el movimiento sedicioso que debió producirse el 25 de febrero atentatorio a los poderes públicos constituidos y a la vida de las personas que desempeñan las funciones del Gobierno", según reza el decreto respectivo.
El 3 de junio de 1921, pronunció un discurso con el propósito de reivindicar al trabajador, diciendo:
" Se estilan aún aquí procedimientos con respecto al obrero rural que son una afrenta para la civilización de la que nos preciamos. A ese obrero se lo despoja inicuamente de su trabajo: se le arroja de la tierra que cultiva, al menor capricho del potentado, que aprovecha de su sudor desventurado".
El parlamento no sesionaba actitud que Castellanos la denominó "huelga legislativa" y al convocar a elecciones generales la Legislatura solicitó la intervención federal, disponiendo Yrigoyen que la misma se concretara y designando para ella al doctor Arturo S. Torino quien asumió al mando el 11 de noviembre de 1921. Su rebeldía fue premiada con una nueva intervención federal que lo desalojó de su gobierno en Salta, según él: "por defender la autonomía de su provincia ".
Así he pretendido honrar a una figura moral incorruptible, ubicado en un lugar privilegiado que está reservado para los grandes argentinos, fuente reconfortante de civismo donde hemos de inspirarnos ahora y siempre.
La epidemia del cólera en Salta - 1886
En noviembre de 1886 estalló la epidemia del cólera en diferentes estados argentinos. La provincia de Salta no estuvo ajena a soportar este flagelo, enfermedad infecciosa grave endémica que apareció en la legendaria India, cuyos primeros síntomas son la diarrea y la pérdida de líquidos y sales minerales en la excreción, vómitos, sed intensa, calambres musculares, y en otras ocasiones, fallo circulatorio. La única forma de contagio de este mal es a través del agua y los alimentos contaminados por deposición (en las que se encuentra la bacteria) de enfermos de cólera.
Quienes fueron los portadores de esta enfermedad en el norte argentino fueron los efectivos del Regimiento de Caballería de Línea 5 - hoy Regimiento de Caballería Ligera "General Güemes"- quienes se trasladaban en tren procedente de Rosario con destino al chaco salteño. Al llegar el convoy a Córdoba el flagelo también hizo padecer de su tragedia a la población mediterránea. Es entonces que el gobernador tucumano Juan Posse acordó con sus colegas de Santiago del Estero, Absalón Rojas, y el de Catamarca, Silvano Daza, establecer un cordón sanitario en El Recreo para que atajara el ferrocarril para ponerlos a los pasajeros en cuarentena y fumigar la correspondencia. Desgraciadamente esta inquietud no se llevó a cabo por una fuerte presión del gobierno nacional. En el tren ya venían coléricos y a comienzos de noviembre de 1886 se registran los primeros infectados en Tucumán azote que provocó la muerte de 3.500 víctimas, sobre una población de 172.500 habitantes.
No puedo dejar a un lado de una breve historia del Regimiento 5 de Caballería de Línea 5 que había nacido en 1806 bajo el nombre de los "Húsares del Rey" y después de 1810 se lo conoció como "Húsares de la Patria" o "Patricios". Después de numerosas campañas y combates se ordenó su desplazamiento a la frontera chaco-salteña que en ese entonces era San José de Metán. Es allí donde aparece la primera víctima. Se trataba de una vendedora ambulante que había ingresado al lugar donde acampaban los soldados del Regimiento de Caballería de Línea 5 para vender empanadas.
La provincia de Salta era gobernada por doctor Martín Gabriel Güemes - nieto del general Güemes -, quien se graduó como abogado en solo tres años y, posteriormente, presentó su tesis para optar el grado de doctor en jurisprudencia en la Universidad Nacional de Buenos Aires, cuando contaba con 22 años de edad. Siendo senador nacional por su capacidad su nombre se insinuaba para integrar la fórmula presidencial con el doctor Ramón J. Cárcano, para suceder a Juárez Celman.
El primer caso de contagio ajeno a los efectivos del regimiento que venían ya coléricos conmovió a toda la población no tan solo de la capital sino también de punta a punta de la provincia. Se ordenaron cordones sanitarios con el objeto de evitar la propagación del flagelo y facultando al gobierno para asumir todas las prevenciones y poner a la ciudad en las mejores condiciones de higiene, tarea que fue ardua en razón de los barriales que mostraban sus calles y aguas servidas que se desplazaban en diversos sectores, elementos contaminantes para la enfermedad.
Para cumplir con las tareas de limpieza se afectó a la Guardia Nacional de la Capital; se estableció un severo control en la venta de agua y de leche y, como así, en la creación en la Oficina Química Provincial bajo la dirección del doctor Joaquín Guasch, doctorado en Química y Ciencias Naturales en Barcelona y París. Por otra parte, el Estado dispuso organizar una Junta de Sanidad que estaba integrada por los doctores José Hilario Tedín, Pedro José Frías y Sydney Tamayo quienes tenían la responsabilidad de la esterilización anticolérica. A Río Piedras se le asignó el lugar para la cuarentena siendo responsables de esta guarda al coronel Marcelino Sierra y los doctores Carlos Costas y Juan Pablo Arias.
Tanto en Metán como en Campo Santo se ocupó en trabajar el Dr. Manuel Mauricio W. Serrey enviado por el gobernador Güemes, mientras que el presidente del Consejo Nacional de Higiene se fugó a los Valles Calchaquíes.
No se descuidó para el contralor de las diferentes obras de higiene y salubridad la designación de médicos inspectores; ingenieros para las tareas nivelación y desagües; inspectores por manzanas y administradores en los partidos de Lagunilla, La Isla, La Quesera, Cobos, La Cruz, Las Higuerillas, El Chamical y Noques. En Rosario de la Frontera se nombró un médico al igual que en Rosario de Lerma y en el Departamento de Rivadavia.
Entre el centenar de nombres que figuran participando en resguardar la salud de la población encontramos un nombre que no deja de llamar la atención. Se trata de don Romualdo Alejandro Mora -padre de la destacada escultora Dolores (Lola) Mora de Hernández- quien por decreto debió ejercer las funciones de Sargento Mayor Jefe del Cordón Sanitario en El Tala.
Durante el desarrollo del azote del cólera en Salta sobre una población de 121.900 habitantes esparcidos en distintos departamentos de la provincia el mal atacó a 3.566 personas, de las cuales fallecieron 1.341. Entre las primeras víctimas figuran las religiosas del Colegio de Jesús Madre Dolores de la Concepción Torena y la Hermana Eloisa Diez Gómez, fallecieron en un intervalo de sólo veinticuatro horas.
Entre el 29 de enero y el 2 de febrero de 1887 se reconocieron cincuenta enfermos diarios y el 30 de enero de ese mismo año murieron como consecuencia del cólera treinta vecinos. El interior no estuvo ausente de la tragedia. Por ejemplo, en Cafayate dejaron de existir 72 habitantes; en Guachipas 117; en San Carlos más de 100; en Cachi 63 y en Metán 125.
Los tiempos han evolucionado y en algún caso se ha retrocedido por la falta de trabajo, la desocupación y el crecimiento de la pobreza a raíz de este último son muchas las familias que recogen sus alimentos en los basurales y beben aguas infectadas. En una palabra no están ajenas de contraer cualquier enfermedad infecciosa.
Reportaje apócrifo al Chango Saravia
Quebrada de San Lorenzo,
la sombra de los nogales,
morada en la zarza llora madura
mora bajo el chalchal
El canto del chalchalero,
la siesta del aire moja
y tiñe de amor la roja
pluma, dele pecho con el chalchal…"
Antes de sentarme a escribir acostumbro escarbar con la mirada el horizonte en la búsqueda de alguna cosa que traigan a mi memoria algo vinculado a personajes o sucesos ocurridos en la Salta de antes, de mi adolescencia, mi juventud, en el periodismo o frente a una cátedra, ya sea en el Instituto Mariano Moreno o en la Escuela Superior de Periodismo. Solo encuentro las serranías de San Lorenzo y las encrespada precordillera reverdecida con las primeras pinceladas del sol. Al Este, cumbres encanecidas por la nieve o el granizo.
Tras vagar con la imaginación, aquí nomás, en el jardín, se habían asentado ya algunos tordos, gorriones, sachas, urpilas, horneros y hasta algunos chalchaleros o zorzales para nutrirse de alpiste que derramo a primera hora sobre el césped para deleitarme con la presencia de esas bellas aves de la creación que bajan para embuchar dicho alimento.
Los chalchaleros me encienden la inspiración para esta nota. En noviembre, precisamente el día 18 de 1977, el doctor José Antonio Saravia Toledo -conocido por todos como “El Chango”-, dejó de existir quien integró aquel conjunto folclórico salteño que con su éxito clamoroso en el canto de nuestra tierra conquistó al público en todos los rincones del país como del extranjero. Me estoy refiriendo a “Los Chalchaleros”.
Procedía de una familia ligada a los fundadores de la Nación como Pedro José Saravia que intervino en las invasiones inglesas siendo por su valentía fue honrado como “Caballero de la Real Orden de Carlos III” y en las batallas de Tucumán y Salta bajo el mando de Manuel Belgrano. Posteriormente, con Martín Miguel de Güemes, tomó parte en la guerra gaucha.
Asimismo, entre sus progenie descubrimos a Fernando de Toledo Pimentel, español, que intervino en la conquista del Tucumán y de la fundación de San Miguel de Tucumán. Como merced se le otorgó un amplio solar en Yatasto donde años después fue albergue y lugares de encuentro entre los próceres de nuestra argentinidad como José de San Martín, Manuel Belgrano y más tarde Martín Miguel de Güemes, entre otros. En lo que respecta a José Vicente de Toledo y Pimentel se identificó con la revolucionario de 1810, cuando ejercía las funciones de cabildante en Salta. Designado Comandante de Avanzadas con asiento en Conchas (Metán) defendió los actuales departamentos de Rosario de la Frontera, La Candelaria y Metán. En la guerra de la emancipación ayudó con fondos y víveres para sustento de las tropas y para la caballada.
REPORTAJE APÓCRIFO
Para centrar esta nota partimos a su cruce en el lugar más apropiado para la entrevista. En España y Mitre, lugar donde funciona la confitería La City. A partir de las 14 se reunían amigos (agentes de seguro, agricultor, profesional y estudiantes) en la mesa de café. No se oye discusiones pero sí carcajeo. Hablar de política parecía estar vedado y cualquier tema que produzca desavenencias. La reunión se levantaba cerca de las cuatro, después de dos horas de relajamiento.
Primer fracaso.
El segundo se dio al intentar pararlo en las calles de Salta. No fue fácil mantener un diálogo porque saluda a todo el mundo. Desde el obrero hasta personas con presencia distinguida. Las consultas o el consejo que pedían los caminantes entrecortarían nuestra conversación y aún mas cuando pasaba una damisela la saludaba, con total reverencia, se sacaba el sombrero, actitud muy propia de un hombre que cargaba sobre su espalda la hidalguía española.
Al último descubrimos que el diálogo podía concretarse en la Corte de Justicia donde, por un periodo prolongado, ocupó cargos expectantes. Advertirnos a su secretaria cual era nuestra misión y él nos abrió la puerta del despecho. En su rostro dibujaba una sonrisa, expresión muy común en su persona y, con una breve inclinación de cabeza, extiende su mano. “Pasen muchachos, ¿en qué puedo serles útil?”, mientras nos señala unos sillones para asentar nuestra cansada osamenta por el trajín diario. Mira su reloj como diciendo: -“Sean breves”.
Nos apartamos de ajustarnos con el tiempo al poco tiempo de cruzar palabras su cercanía nos deparaba felicidad. Su sencillez para contarnos anédoctas sentíamos tener una añeja amistad.
Este metanense sin querer se muestra tal como es. Un honorable campechano, entretenido, divertido y dicharachero. Poco le gusta o nada hablar de él y, menos aún, de su linaje. Con estos calificativos presentamos una radiografía de tan distinguido y respetado por la comunidad.
- “Doctor, ¿Cómo ha sido su ingreso a “Los Chalchaleros”?.
- “Voy a intentar contarles como nació el conjunto. Allá por los años cuarenta y tanto estaban de moda los dúos como: Arboz-Narváez, Benítez-Pacheco, Martín-Ledesma. Después nacieron los conjuntos de los hermanos Ábalos, los Abrodos y la Tropilla de Huachi Pampa. El folclore, como expresión popular, estaba contagiando a la juventud salteña. En cada familia había por lo menos dos chicos que tocaban el piano, la guitarra o el violín para seducir con su música en peñas familiares y en las reuniones sociales. Contagiados por estas manifestaciones musicales fueron como semillas para el inicio de Los Chalchaleros. En 1947 los alumnos del Colegio Nacional Juan Carlos y Aldo Saravia, cantaban a dúo y por otro lado Agustín Franco Sosa (a. “Pelusa”) con Víctor José Zambrano (a. “Cocho”). El encuentro impensado entre estos trovadores sirvió para un futuro muy cercano unir las voces y convertirse en un tiempo providencial en los embajadores de la música argentina en el mundo. Yo en esa época me desempeñaba como secretario y docente del Colegio, trabajo que agarré después de desertar, primero el Colegio Militar de la Nación y después la carrera de Derecho que la cursaba en Buenos Aires. Los changos se presentaron por primera vez como conjunto “Los Chalchaleros” fue en 1948. Un año antes cantaron acompañados por Gustavo Leguizamón (a.”El Cuchi”) en el piano y en pleno recital este los abandonó aduciendo que “No los voy acompañar más por que cantan más fiero que la m… estos desorejao”. Años después Juan Carlos Saravia al referirse a los inicios del conjunto lo definió así: “No sabíamos cantar ni en el baño”. Tenía razón el Cuchi.
Al producirse el nombramiento en la Sucursal Orán del Banco Provincial de Aldo Saravia –primo de Juan Carlos- ingresé al grupo en 1949 hasta 1953, año que reanudé mis estudios universitarios, reemplazándome Ernesto Cabeza, un guitarrista maravilloso, talentoso y tímido”.
- “Doctor ¿y después que…”?
Con mi título que en sus comienzos de la carrera en vez de ser “derecho” era bastante “chueco” me dediqué a la profesión y participé en la fundación del Colegio de Magistrados y Funcionarios del Poder Judicial de Salta. Al año de obtener el título de abogado (1957) ingresé a la Justicia como Secretario de la Corte y no se hasta cuando. Será hasta que el Tata Dios lo disponga…
Así concluimos con este reportaje imaginario a Juan Antonio Saravia Toledo, hombre vital y memorioso, polifacético, dotado de señorío.
MANUEL J. CASTILLA
"Es el poeta que menos murió al morir"
Mucho me costó hilvanar las palabras para tributar mi homenaje al "Barba" Castilla, ¡Oh., sorpresa!, anotado en el Registro Civil, al igual que su acta bautismal como "Manuel José Castilla", en el veintitrés aniversario de su desaparición física. Así como me produjo algunos inconvenientes para esbozar los pensamientos para volcarlos al papel -en este caso que me brotaban del corazón-, algo parecido se me presentó con respecto al título que debía aplicar a esta nota.
Recordé, tras mucho divagar, de una frase del célebre poeta, novelista y ensayista francés Guillaume Apollinaire, el seudónimo de Wilhelm Apollinaire de Kostrowitsky (1880-1918). "Es el poeta que menos murió al morir"
A este grande de las letras argentinas lo conocí desde que me vestían con pantalones cortos en el desaparecido diario "El Intransigente", donde mi padre ocupaba la subdirección desde los veintidós años, secundándolo a David Michel Torino. Fui creciendo y siempre admirando a este ejemplar que interrumpía su teclear en la negra "Rémington" para acariciarse su barba y levantarse los cabellos que se le caían sobre la frente.
Veintitrés años han pasado y su obra se mantiene fresca y vigente. La voz del poeta que se silenció el l9 de julio de 1980 es oída casi con la misma intensidad con que recitaba sus versos con sus compañeros de la redacción del diario, en las trasnochadas reuniones con los vates junto a Juan Carlos Dávalos, o en las carpas de su Cerrillo natal.
El "Barba" hacía bizarría de su ingenio. Por los avatares políticos en cierta oportunidad el gobierno, a los efectos de silenciar la constante oposición que le hacía la publicación, dispuso el traslado de todos los periodistas y gráficos para prestar declaración ante el Congreso de la Nación al sentirse un legislador "tocado" por un artículo del diario. La censura no tuvo efecto a raíz que se contrataron linotipistas y armadores de otras provincias y el material periodístico era escrito por estudiantes, amigos y distinguidos profesionales.
Aquí aparece la chispa de Manuel. Parodiando a una canción de moda escribió lo siguiente:
"Adiós muchachos ya me voy para Devoto.
frente a la cana, me silva el coto".
Años después fue clausurado "El Intransigente" y cambió el bullicio de las rotativas para dedicarse a vender choclos y zapallos frente a la plaza "9 de Julio"y a escasos metros del Cabildo Histórico, sitio que era rodeado por prestigiosos escritores del momento y de sus hijos que heredaron su veta literaria..
En 1956, "El Intransigente" vuelve a vocearse por las calles de Salta y el destino me lleva a ser compañero del Barba Castilla, junto a Raúl Aráoz Anzoátegui; Aristóbulo Wayar, Ervar Gallo Mendoza, Miguel Ángel Pérez, Walter Adet, Jacobo Regen, Víctor Abán., Benjamín Toro y Luis Andolfi. Por mi juventud era mimado por el poeta, autor de numerosas obras que lo hicieron acreedor de importantes premios. Entre los libros editados se puede mencionar, entre otros: "Agua de lluvia", "La niebla y el árbol", Copajira", "La tierra de uno", "Norte adentro", "El cielo lejos", "Bajo las lentas nubes", "Cantos del gozante" y "Tres veranos".
Al mediodía con un "vamos changuito" partíamos a comer picante de panza con algunos compañeros de la mesa de redacción al boliche de "Balderrama", siendo los únicos privilegiados entre los parroquianos -en su mayoría obreros y aurigas de coches de plaza-, de comer con improvisados manteles productos de tiras de papel que extraíamos de las bobinas de nuestra fuente de trabajo.
Interpreto, con toda modestia, que expuse otra faceta de Manuel J. Castilla, propietario de una particular singladura literaria y muy poca conocida.
Cleto Aguirre
¡Qué susto señor gobernador!
En 1865 Salta se estaba enmarcando como una ciudad progresista. Un año antes había sido electo gobernador el doctor Cleto Aguirre, distinguido médico, que había derrotado en las elecciones a don Segundo Díaz de Bedoya, por el partido conocido como de los "Overos". El nuevo mandatario fue autor de leyes y decretos liberales por ejemplo: creando los correos provinciales; la oficina de Estadística y Topografía; un impuesto de alumbrado público; el cargo de Defensor de Pobres y Menores: un padrón militar y declaró miembros natos de los Concejos Municipales al Intendente de Policía, Jefe de Estadística e Inspector General de Escuelas.
Ante las hostilidades con el Paraguay el doctor Aguirre declaró como artículos de guerra las vacas y caballos que necesitaren las tropas que marcharía para combatir, como así autorizó préstamos especiales para equipar a los soldados. Al frente de batalla fue conducido un Batallón de Infantería habiéndose destacado en esta campaña Juan Solá, Joaquín Díaz de Bedoya, Luis Fábregas, Alejandro Fábregas, Ricardo Solá, Victorino de la Plaza, Rafael de la Plaza, Justo Aguilar, José María Uriburu. Rafael Ruiz de los Llanos, Alberto Austerlitz y Napoleón Uriburu, entre otros. El Batallón "Salta" estaba comandado por el coronel Aniceto Latorre y éste al enfermar fue reemplazado por el sargento mayor Julio Argentino Roca.
Como toda gestión de gobierno tiene momentos de regocijo como de sinsabores. Uno de estos se lo conoce como el "conflictos de las campanas". Un grave incidente suscitado entre la autoridad civil con el gobierno eclesiástico. Al frente de la sede eclesiástica se hallaba el obispo fray Buenaventura Risso Patrón; quien se distinguió por su espíritu de misericordia cristiana, por sus sentimientos piadosos y por el celo y la obstinación que imponía en protección de los privilegios de la Iglesia y de sus proporcionadas dispensas episcopales. Sobre este prelado dice Ernesto Aráoz que: "era sin duda Risso Patrón un severo y rígido pastor teocrático cuyo temperamento empecinado había de llevarlo, naturalmente, a grandes problemas".
Don Cleto Aguirre no vio con buenos ojos el accionar del sacerdote Sixto Sáenz, férreo opositor al gobierno provincial disponiendo la expulsión del clérigo del curato de Rosario de Lerma. Risso Patrón, por su parte, procedió a restituirlo en su jurisdicción desobediencia que llegó hasta los estrados del Poder Legislativo. La disputa siguió hasta más allá. El Obispo obligó tocar las campanas diariamente en momentos de las plegarias en todos los iglesias durante un mes lo que, puesto en ejecución, acarreó la confección un decreto del Poder Ejecutivo reglamentando el uso de las campanas. Como consecuencia de esto se cerraron capillas, oratorios, se bajaron campanas. En algunos casos se disponía que los toques de campanas para repiqueteos no durarían más de cinco minutos, los de dobles para anunciar la muerte de fieles, dos minutos.
El prelado Risso Patrón desconoció la orden y Cleto Aguirre ordenó la detención de todos aquellos que hagan oído sordo a lo dispuesto por decreto. Por ello fueron arrestados los sacerdotes Arze y Alfaro, la madre superiora y dos monjas del Colegio de Jesús y el sacristán de la Catedral de apellido Toledo. El cura Castro, de La Merced, sobre quien pesaba el arresto nunca fue encontrado hasta haberse superado este entredicho entre el gobierno civil y el eclesiástico.
También los vecinos de esta "muy noble ciudad en el valle de Salta" asistían a las tareas de la recaudación de fondos para la construcción de la nueva Catedral "que responda a la altura, rango y progreso actual de esta capital", cuya piedra fundamental fue colocada en 1854 siendo las lajas y las rocas de las canteras fueron acarreadas a pulso por grandes y chicos, criados y sirvientes, cada cual en la medida de sus fuerzas en los días festivos, de acuerdo al Archivo del Arzobispado de Salta.
El gobernador residía en una casona ubicada enfrente de la Plaza, a pocos metros del lugar donde se edificaba la actual iglesia Catedral. La calle estaba intransitable por las lluvias caídas, cubierta de barro, cascotes, cal, montículos de arena, pilas de ladrillos y obstáculo de andamios, El tranquilidad de la noche era interrumpido desde el placentero refugio de sapos, ranas y chilicotes.
Entre las figuras que se destacaban en aquel entonces no por si vivacidad sino por sus actos disparatados se encontraba, entre muchos, a uno que se lo conocía como "Ataranta" (de "atarantado": aturdido, espantado y loco). Este personaje por que no denominarlo siniestro por sus ocurrencias descocadas tenía un físico de "Charles Atlas", de ojos saltones, boca de labios gruesos, pópulos Salientes y de un hablar soltando a gangoso. Sobre sus descalzos pies descasaban algo así como ciento veinte kilos de su humanidad, de acuerdo a viejas tradiciones. Desde hacía algún tiempo Ataranta estaba encaprichado en hacerlo aterrorizar al gobernador Aguirre.
Hasta que llegó el momento de satisfacer su malvado instinto. Una noche Don Cleto regresaba a su casa sorteando los desparramados obstáculos de la calle. El célebre idiota al verlo se ocultó amparado por la oscuridad entre los adobes y al pasar el gobernante le echó un gruñido a todo pulmón estirándole los musculosos brazos como si fuese un fantasma. El gobernador que temperamentalmente era muy nervioso salió corriendo dando gritos de espanto hasta llegar a rodar por el barro.
Se comenta que Ataranta, aterrorizado con la mala pasada con que había sido protagonista, se impresionó aún más, conjeturando que el que del julepe el gobernador pudiera agonizar en el lugar, y se trasladó hacia don Cleto, diciéndole: ¿Te atutao?... ¡Che.! ¿Te atutau.no?
No bien se repuso el mandatario del porrazo, de haberse limpiado hasta entonces vestimenta de color negro y recogido su galera entremezclada con arena y cal, emprendió una veloz carera tras de Ataranta asentándole bastonazo sobre sus espaldas y, en lo momentos propicios, aplicándole fuertes patadas en sus asentaderas.
Los alto peruanos, Güemes y el Congreso de Tucumán
SUMARIO: I Introducción. II Antes y después del Congreso. III Los diputados por el Alto Perú. IV Chuquisaca cuna de formación. V La monarquía incaica. VI Güemes y el Congreso. VII Homenaje a la mujer de laindependencia.
I Introducción
Permítaseme que exprese mi conmovido reconocimiento ala señora directora de la Casa de la Cultura, Doña Adela Lea Plaza, y de los señores miembros de la Sociedad Geográfica y de Historia "Tarija" por ladistinción que me han dispensado para exponer en el1er. Encuentro de Historiadores de Salta yTarijaante esta tan influyente y valorada concurrencia sobre una temática que nos entusiasma tal como lo es: elpasado histórico de los altoperuanos, jujeños y salteños hermanados para forjar la gran naciónamericana.
En el pasado y en la actualidad bolivianos yargentinos por sobre los límitespolíticas de un territorio, por encima de esa jurídica palabra que es país,existe un sentimiento fraternal, de un pueblo de lazos profundos, ancestrales,que lo arraigan no sólo a un paisaje terrestre, sino a una cultura, a unpensamiento, a una historia, a una misma ambición de ser grande, de ser libre.
Como alguien ha consignado, con el 9 de julio de1816 la revolución quemó sus naves. Mayo expresa un orden, julio fortalece unaobligación; mayo quiebra la sumisión, julio da la fórmula para edificar ungobierno; mayo en la sala del Cabildo enciende la rebeldía, julio en "San Miguelde la Independencia" arma las legiones que dominarán los Andes, para que elcredo sanmartiniano del sur le dé la mano al credo bolivariano del norte, yarmonicen en Guayaquil esos dos genios predestinados de la historia, quienes seproyectan a través del tiempo. El uno como gesto deslumbrante de la gloria, elotro, como un fidedigno emblema ecuménico del espíritu de una Américavictoriosa.
La ejecución de la deslumbrante empresa deTucumán con la institución del Congreso, la declaración de la Independencia, yla Constitución de 1819 no fue obra sólo de pequeñas necesidades o de prudentesdesignios.
El airepuro de la libertad suele a veces entristecer como los signos de sumisión. No esfácil pasar impensadamente de las tinieblas a la luz; como del llano a la montaña.
Desde aqueldía inicial de 1810, seis años de luchas amenazaron agotar todos los recursos,segar los cauces de todos los esfuerzos. A la guerra común contra la opresiónespañola se unía la desavenencia de la familia; la semilla de los mezquinosintereses proponía el macizo impenetrable de la anarquía. El panorama totalostentaba amenazadoras tintas de un cielo de tormenta.
II Antes ydespués del Congreso
Antes de celebrarse los cinco años de la tortuosavida de la revolución los hombres del primer gobierno patrio, como impulsadospor el ventarrón, estaban diseminados, teniendo por desenlace la muerte o elconfinamiento; porteños y provincianos desavenidos en disputas fraticidas; consucesiones de seis gobiernos y experimentado cuatro golpes de Estado yrevoluciones. A estos movimientos, sin contar los motines militares y lasconspiraciones frustradas, se debe agregar los combates bélicos del norte y losdel litoral.
Años de incertidumbre que perecían hacer agonizarla libertad. Cundía la anarquía, el desenfreno, la confusión.
El propósito de declarar la independencia sepropagó. Dejó de ser un proyecto para convertirse en un anhelo popular.Naturalmente, la masa ajena a los secretos de la diplomacia no alcanzó acomprender el motivo por el cual los dirigentes no daban el ansiado paso. Perorazones de alta política así lo aconsejaban.
La ciudaddestinada a recibir a los diputados no era más que un caserío, con callespolvorientas y con casas sencillas, donde resaltaban las tejas rojas y losjardines sin que estos tuvieran el color ni la alegría de los díasprimaverales.
A estaaltura de mi exposición debo pedir la correspondiente anuencia a ustedes a nodetenerme en los numerosos pleitosinstitucionales que oscurecieron lagestión del gobierno de Buenos Aires, desde la Revolución de 1810 hasta lareunión del Congreso de Tucumán, para versar sobre el tema escogido para estacharla, salvo detenerme en asuntos que interpreto merecedores deprecisar.
En loscomienzos se aguardaba que la Soberana Asamblea General Constituyente de 1813(la más revolucionaria de nuestras asambleas y congresos) daría, no obstantehaber sancionado la apertura de un "Registro cívico" en todos los Cabildostambién el de haber instituido las fiestas mayas; aceptado el Himno; acuñadomoneda; sustituido la bandera españolacon la enseña patria; abolido la esclavitud; los títulos de nobleza y, como así, incluido el escudo.
Dos añosmás tarde las Provincias Unidas continuaban, pues, sin haber dado el gritode independencia. En abril de 1816 laJunta de Observación, organismo al cual se le encomendó la tarea de redactar unanueva carta constitucional, trabajó de acuerdo al mandato. Así se llegó alEstatuto, que, no obstante nacer a consecuencia de un movimiento de contenidofederalista, presenta un espíritu "netamente unitario", circunstancia que seexplica la resistencia que provocó en casi todo el país.
El artículo 30 de la Sección III fue el único quemereció amplia aprobación. Por él se invitaba a las ciudades y villas para queprocedieran "al pronto nombramiento de diputados que hayan de formar laConstitución", congresistas que debían reunirse en Tucumán.
La Juntade Observación, en abril de 1816, dictó un estatuto por el que reglamentaba laforma que debía elegirse los diputados y el envió a los gobiernos del interiorpara su conocimiento y aprobación.
Las disposiciones de ese instrumento improvisadodisgustaron a los pueblos por las excesivas prerrogativas que se arrogaban susautores, simples miembros de una autoridad que gobernaba desde Buenos Aires. Sólo las aceptaron, con reservas, Salta, Jujuy, Tucumán, Chuquisaca y Potosí.
LaJunta de Guerra presidida por José de San Martín, en Mendoza, lo rechazó, "porno considerarlo oportuno al actual régimen de las provincias".
Aprincipios de 1816 habían llegado a Tucumán, sede del Congreso, únicamentealgunos de los representantes designados, entre ellos los de Buenos Aires. Nadase sabía del resto de las diputaciones. Un ambiente pesimista envolvía ahabitantes y congresales. No era para menos. La tea de la libertad amenazaba enapagarse en todo el Continente. El general español Pablo Morillo sofocaba laprimera y heroica revolución venezolana. Una era de terror y persecución seiniciaba desde el Orinoco y el Magdalena hasta el mar. Por-que también no evocar en esta circunstancia al valienteaccionar de los alto peruanos aquel 25 de mayo de 1809.
A fines de 1815 la revolución mexicana habíasufrido un duro revés. Allí también se eclipsó la estrella de la revolución. EnChile la situación no era distinta.
Fueronnumerosos los pueblos ausentes. Pocas ciudades del Alto Perú habían elegidorepresentantes. El Paraguay, silencioso y encerrado así mismo, ya que habíadeclarado su independencia. La Banda Oriental, Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes-bajo el protectorado de Artigas- se negaron a participar.
Córdoba reaccionó después y envió sus diputados,pero se reservó el derecho de soberanía. Los diputados salteños, a igual que losde la mayor parte de las provincias del noroeste, se incorporaron conposterioridad a la iniciación de las sesiones delCongreso.
III Losdiputados por el Alto Perú
¿Quiénes eran los personajes elegidos pararepresentar a las provincias del Alto Perú en tan magna asamblea?
Como esde conocimiento para este destacadoauditorio representaron al Alto Perú: Mariano Sánchez de Loria, por Chuquisaca;José Severo Malavia, por Charcas; Pedro Ignacio de Rivera, por Mizque; JoséAndrés Pacheco de Melo, aunque nació en Salta representó a Chichas (Potosí); yJosé Mariano Serrano, por Charcas.
Sobre estos diputados me abstendré de reflejar susdatos biográficos sino señalaré testimonios de su desempeño en la guerra por la libertad de los pueblos sometidos al yugo español,como de su participación en la declaración de la Independencia de las ProvinciasUnidas.
Comenzaré destacando la figura de Sánchez de Loria,quien una vez concluida sus tareas en el Congreso donde lució sus dotes deorador debió radicarse en Buenos Airesdonde permaneció hasta enviudar. Su vida fue muy acentuada ya sea por suaccionar en el Alto Perú en la lucha por la soberanía de América hasta llegar adesprenderse de su fortuna para invertirla en las exigencias de la causalibertaria. Alcanzó el grado de canónigo de la catedral de Charcas pasandoluego a la de Potosí. Este patriotaintachable y hombre infaliblemente caritativo falleció en una aldea de Puno,población que hasta 1796 dependía al Río de la Plata para pasar al Virreinatodel Perú, cuando contaba con 68 años de edad.
Este abogado representante de Charcas, al igual quePacheco de Melo, Rivera, Malavia y Serrano, aparece suscribiendo el 9 de juliode 1816 el acta del Congreso y aclamando, llenos del santo ardor de la justicia,su juramento para que "las Provincias de la Unión fuesen una Nación libre eindependiente de los Reyes de España y su Metrópoli". También Sánchez de Loria,en 1818, encontrándose en Salta, mediante oficio del Congreso se le asignó laresponsabilidad de trasladarse a Buenos Aires pedido que concretó Martín Miguel de Güemes, en ese entoncesgobernador intendente de Salta.
En lo que se refiere a Pedro Ignacio de Rivera,chuquisaqueño y representante por Mizque, actuó denodadamente en la revuelta de1809 contra los realistas, por lo que fue perseguido hasta llegar a expatriarse.Cuando regresó a su ciudad lo eligieron diputa-do a la Asamblea del año 13que aconteció en Buenos Aires.Nominado para el Congreso de Tucumándebió tomar juramento a las autoridades, prerrogativa que se le dio por ser elde mayor edad. Dedicó gran parte de sus esfuerzos para las tropas que en elnorte sostenían la guerra por la independencia. Fue un decidido partidario de laLibertad y una vez clausurado el Congreso viajó a Buenos Aires donde ejerció suprofesión de abogado hasta su muerte, cuando contaba 80 años deedad.
Rivera era portador, además, de una importanteactuación en la sesión del Cabildo de Salta, el 15 de mayo de 1816, bajo lapresidencia del gobernador Martín Güemes y de la que asistieron los miembros delCabildo Eclesiástico, alcaldes de barrios, y de numerosos vecinos para procederal juramento del Congreso General de Representantes de las ProvinciasUnidas.
Días después Güemes, al dar a conocer elreconocimiento de la provincia al Congreso comenzó diciendo: "¡Llegó por fin eldía apetecido de los pueblos americanos! Una autoridad suprema que centralice el voto uniforme de la Nación, erala suspirada felicidad de tantas infelices víctimas sacrificadas por el poder yambición. La Patria mira en Vuestra Soberanía el restaurador de su fortuna y desu gloria; y el más digno objeto de mis reverentes homenajes".
Algo más sobre Pedro Ignacio de Rivera. El 1 deagosto de 1816 participó, junto a los diputados altoperuanos Pacheco de Melo yMalavia de una sesión secreta del Congreso, donde se tomó conocimiento de unoficio de Güemes donde comenta además de la "escasez a que se han reducido lossacrificios para el sostén de la guerra" comunica que estaba en aptitud deatacar a las avanzadas enemigas y, como así, apoyar al Director Supremo con dosmil quinientos a tres mil pesos con cargo de reintegro.
Tanto el presbítero José Severo Feliciano Malaviacomo el doctor José Mariano Serrano aportaron con sus discursos y sus mocionesesa madura rebeldía que años atrás los llevó a protagonizar un descollante papelen la gesta chuquisaqueña, a enrolarse en un movimiento en tierra peruana y, en1809, habría de convertirse en elborrador o en el prólogo de lo que vino después, es decir la semana de Mayo.
José Severo Malavia, representó a Charcas. Con suprofesión de abogado se convirtió en uno de los consejeros en los autosrelacionados con temas jurídicos debatidos en el Congreso. Como todos losrepresentantes del Alto Perú se manifestó partidario del sistema monárquico y endistintas sesiones opinó en su favor. Malavia firmó el acta de la Independenciay en varias oportunidades ocupó cargos directivos en el Congreso y en la Legislatura de Buenos Aires, a la que después perteneció. Fue secretario delgeneral Juan Gregorio de Las Heras cuando debió cumplir con una misióndiplomática en el Perú. Al regresar a su patria, ya creada la República deBolivia, ocupó el cargo de vocal de la Suprema Corte deJusticia.
El delegado de Chichas (Potosí) José Andrés Pachecode Melo, era salteño. Estudió en Córdoba y se desempeñó como cura en Libi-Libi,pueblo perteneciente a Potosí. Fue un eficaz colaborador de Güemes en las luchasarmadas contra los realistas. En el Congreso fue partidario del sistemamonárquico y firmó el Acta del 9 de Julio. Con el tiempo, al proyectarse unaConstitución Nacional, logró que se señalara en un artículo que los "indios eraniguales en dignidad y derechos a los demás ciudadanos". En 1821 actuó en Mendozacomo ministro de gobierno.
Sobre el representante de Charcas, José MarianoSerrano, altoperuano, aboga-do graduadoen Chuquisaca, estando radicado en Tucumán lo designaron representante por en laAsamblea del año 13 que se reunió en Buenos Aires. Después lo nombraron para elCongreso de 1816, del cual fue el primer secretario, cargo que compartió luegocon Juan José Paso. En Tucumán actuó como secretario del gobernador Araoz yluego en Salta en calidad de responsable de la secretaría de gobierno de JuanAntonio Álvarez de Arena-les. Por sus méritos llegó a ejercer la primeramagistratura de su país, Bolivia, en 1841.
IV.Chuquisaca cuna de formación
Las universidades de la actual República de Boliviafueron la cuna donde se forma-ron la mayoría de los intelectuales del movimientoindependista de América. Entre otros encontramos a Juan José Paso, quien en elCongreso de Buenos Aires fue autor dela doctrina jurídica de la Revolución de Mayo; secretario de la Primera Junta; participó de los dos Triunviratos; miembro irreemplazable de todas las reuniones donde se discutieron problemas que se relacionaban con la vida dela nueva Nación. Este abogado doctorado en Chuquisaca, orador imbatible,diplomático en las más difíciles circunstancias se desempeñó como secretario delCongreso y por sus manos pasaron todos los documentos, la redacción de actas, laarticulación de las leyes y siempre atento a no dejar palidecer el alto ideal dela República.
No está ajeno a destacar a quienes estudiaron en elAlto Perú y con actuación en el Congreso de 1816 José Eusebio Colombres, quienrepresentó a Catamarca en esta ocasión. Era cura en Piedra Blanca cuando suscomprovincianos se fijaron en él para llevar a Tucumán "la voz de los pueblos".La legislatura tucumana, por ley, reconoció en Colombres su perseverante laboren la adaptación e industrialización de la caña de azúcar, creando una fuente detrabajo de la mayor importancia.
En tanto algún gobierno lo titulaba ciudadanobenemérito, otros lo desterraron o persiguieron por sus ideas políticas. Cuandola derrota de Juan Lavalle, el sagaz cura fue a dar a un poblado de Bolivia,salvando su vida por la protección delarzobispo de Sucre. Regresó a Tucumán donde repitió sus tareas produciendoazúcar, caña, miel, al mismo tiempo que reinició sus luchas contra los gobiernostiránicos, que volvieron a desterrarlo. Era vicario de Tucumán cuando lomandaron a Salta y allí lo hicieron canónigo. Fue una vida curiosa, llena deméritos y penurias.
Representó a Jujuy Teodoro Sánchez de Bustamante,prestigioso revolucionario en Chuquisaca en 1809. Estuvo al lado de Juan AntonioÁlvarez de Arenales y actuó como asesorde Juan José Castelli. Reapareció posteriormente para colaborar con Arenales enSalta y en 1826 fue gobernador de Jujuy. Allí al comenzar la anarquía lopersiguieron hasta llegar a serdesterrado. Vivió en Sucre y en Santa Cruz de la Sierra, donde se lo designórector del Colegio Mayor cargo que ocupó hasta encontrar la muerte a los 73 años.
En este listado no puedo omitir el nombre de Joséde Darregueira, delegado por Buenos Aires, aunque limeño de nacimiento. Estejurista, graduado en Chuquisaca, fue abogado de la Real Audiencia de Charcas.Hasta 1776, la Real Audiencia que hasta entonces formaba parte del virreinatodel Perú, fue incorporada al del Río de la Plata. Pasó su niñez en Buenos Airesy figura entre uno de los conspiradoresde 1810. La Junta de Mayo lo designó redactor de la "Gaceta" y, pocos díasdespués, juez. Integraba la Cámara deJusticia cuando se lo eligió diputado a Tucumán. Tras firmar el Acta poco hizo en razón que enfermó para retornara Buenos Aires falleciendo a los cuarenta y siete años.
El turno a mi homenaje le corresponde ahora a JoséIgnacio de Gorriti, diputado por Salta. Estudió en Córdoba y se licenció en Cánones y Derecho. Con escasos conocimientosen la carrera militar se enroló para colaborar con Manuel Belgrano y luego conMartín Miguel de Güemes. Desde la función pública fomentó la educación primariacreando escuelas, creando una biblioteca literaria y filosófica y aconsejó lastareas rurales. Por pedido del gobernador Arenales salió a defender las fronteras de Salta. Vencidos por FacundoQuiroga, en Andalgalá, en 1831, lossalteños fueron perseguidos. José Ignacio Gorriti murió en Chuquisaca sumido enla pobreza a los 65 años.
El salteño Mariano Boedo estudió en Córdoba y enChuquisaca. La Revolución de Mayo lo halló en su provincia dedicado a propagarlos postulados del movimiento. Cuando se declaró la Independencia ejercía lavicepresidencia del Congreso y antes del traslado del Congreso a Buenos Aires, aprincipios de 1817. Cuando fue reemplazado por el coronel Mateo Saravia comorepresentante de Salta, Boedo estaba tan pobre que sus colegas le acordaron unviático para que se trasladara a su ciudad.
El representante porteño Esteban Agustín Gascón,graduado como doctor en Derecho se caracterizó como uno delos promotores de la revolución de Chuquisaca del año 1809. Por sus ayudas alEjército del Norte el general Belgrano lo nombró gobernador de Salta y,posteriormente, Juan Martín de Pueyrredón, en su calidad de Director Supremo, lodesignó en 1817 ministro a cargo de la cartera de Hacienda, desde donde creó laprimera institución de crédito: la Caja de Fondos deSudamérica.
Muy pobre y con numerosa familia debió renunciar atodos los cargos, que eran honorarios, para dedicarse al ejercicio de suprofesión. Murió de un síncope cardíaco el 25 de junio de 1824, cuando tenía 60años.
Al delegado por Buenos Aires Antonio Sáenz le cupoesa distinción cuando se desempeñaba como miembro de la Junta Protectora de laLibertad de Imprenta. Se doctoró en teología y leyes en la Universidad deCharcas y de abogado en 1801. Fue secretario capitular del cabildo Eclesiástico.Sáenz era pobre y tenía a su cargo a la madre viuda y ocho hermanos cuandoreclamó de la Audiencia licencias sacerdotales para confesar y predicar. Desde1816 hasta 1820 ocupó un lugar en el Congreso y, firmó en Tucumán la declaraciónde la Independencia. Además fue el primer rector de la Universidad de BuenosAires.
V - MONARQUIA INCAICA
Otro delos asuntos que motivó la especial atención del Congreso, antes y después de ladeclaración de la independencia, fue la forma de gobierno. Con anterioridad al 9 de julio ya estaban de acuerdo la mayoría de los congresales en implantar unrégimen monárquico constitucional.
El 6 de mayo de 1816, después de la sesión ordinaria,el diputado presidente doctor Narciso Laprida, hizo despejar la barra y elCongreso comenzó su sesión secreta. El general Belgrano, que en esos momentostenía sólido influjo en los congresales, fue convocado para que por susconocimientos de los intereses de Europa expusiese sus opiniones sobre el estadoactual, de las ideas que reinan en ella y del concepto que las naciones se hanformado de la revolución de las Provincias Unidas, así como de las esperanzasque pueden tenerse en cuanto a obtener su protección.
Belgrano fue claro y explícito al manifestar que elmovimiento de Mayo de 1810 fue visto con simpatía en Europa pero, que con elcorrer del tiempo, no ocurría lo mismopor el continuo estado de anarquía y desorden. Dijo también que se habíaproducido una mutación completa en Europa con respecto a las formas de gobiernoy que así como el espíritu general de las naciones había sido republicanizarlo,ahora se trataba de monarquizarlo todo y que Inglaterra con su constitución demonarquía daba un ejemplo que se quería imitar y ya lo habían imitado la Franciay la Prusia.
Siguiendo su exposición afirmó que, de acuerdo conestos principios, la forma de gobierno más conveniente para las ProvinciasUnidas era la monarquía temperada y que había que llamar a la dinastía de losincas por la justicia que en si envuelve la restitución de esta Casa, taninicuamente despojada del trono, que esto además daría firmeza a laindependencia que estamos a punto de declarar y que la sola noticia de larestauración de los incas despertaría el entusiasmo general de los pueblos delinterior.
Belgrano estaba lleno de elocuencia y de sinceridad.Había un entusiasmo general de todos los diputados, porque los mismos diputadosde Buenos Aires no se animaron a contradecir, y hasta Anchorena hacía signo deafirmación con la cabeza, aun-que no lo felicitaron a Belgrano como lo hicieronlos demás en medio de grandes abrazos.
Los diputados del Alto Perú están presos en unentusiasmo incontenible, y lo mismo los de Catamarca; Sánchez de Loria, Pachecode Melo y Acevedo son los que mayor entusiasmo demostraban. En cambio, frayJusto de Santa María de Oro no parecía muy satisfecho con laidea.
Apenas terminó la reunión secreta, se reunieron losdiputados de Buenos Aires. Escribieron en "La Crónica Argentina" variaspublicaciones contra la idea del inca, con la que saben que además de Belgranoestán de acuerdo José de San Martín y Martín Miguel de Güemes y que son treshombres muy poderosos que hay que contrarrestar.
Pero recién se abocaron a su tratamiento a partir dela sesión del 12 de julio, oportunidad que el representante de Catamarca, elPresbítero Manuel Antonio Acevedo propuso que se eligiera un monarca entre losdescendientes de los incas.
Entre las burlas de los periodistas de Buenos Aires,refiriéndose al posible soberano inca decían que "al rey pata sucias habría que buscarlo enalguna pulpería o taberna del altiplano"o "que habría sacarlo borracho de alguna chichería".Por todoslados se descartaba que el futuro monarca debía ser un príncipe español oportugués, o francés, o inglés. Era más patriótico coronar a uno deAmérica.
Si bien es verdad que a ciencia cierta que no seencuentra antecedentes de quien podría ser el posible monarca inca el InstitutoArgentino de Ciencias Genealógicas en su publicación "Genealogía" (Buenos Aires,1966) da cuenta que el investigador doctor Leoncio Gianello (académico de númerodesde 1949, de la Academia Nacional de la Historia) en su búsqueda señala comopresunto candidato a Dionisio Inca Yupanqui, nacido en el Cuzco; educado en elSeminario de Nobles de Madrid. Como militar llegó al grado de coronel de unRegimiento de Dragones habiendo luchado contra los franceses. Luis Güemes en suobra "Güemes Documentado" que un escritopro-cedente de Río de Janeiro, del 29 de agosto de 1816, expresa que: "Lapersona que se supone tiene en vista el Congreso es un oficial del EjércitoEspañol que actualmente se encuentra en España, si es que no está en Madridmismo". Esta noticia hace presumir, aunque no confirmar, que este habría sido elcandidato por su elevada posición social y su relevancia política al representaral Perú en las Cortes de Cádiz.
Todo lo cual demostraría, como afirma Gianello, que"no hubiera sido merecedor de epítetos denigrantes que circularon profusamentecontra todos los de la "casta de chocolate" en una campaña para ridiculizar laidea de la restauración incaica, que, más que en el momento, con el tiempo dejóuna falsa idea del problema del Inca.
A continuación mencionaré a quienes, sin representara los diputados de las provincias altoperuanas y a Salta, se manifestaronabiertamente por la conveniencia de coronar a un descendiente incaico. Seencontraban, entre otros, elrepresentante por Tucumán, el Presbítero y doctor en Teología Ignacio de Thames; el Presbítero Manuel Antonio Acevedo, deCatamarca, que ofició misa el día que se iniciaron las sesiones; Tomás Manuel de Anchorena, porteño, graduado de abogado en Chuquisaca y FrayJusto Santa María de Oro, representante por San Juan.
VI - Güemes y el Congreso
Antes de concluir esta disertación pretendosintetizar cual fue la actuación que le cupo a Martín Miguel de Güemes en elCongreso de Tucumán, posturas que están firmes con la realidadhistórica.
Tanto alCongreso y al Director Supremo Juan Martín de Pueyrredón les preocupaba Güemes.Alguno de los congresales lo presentaban como un desertor del ejército,envalentonado por su triunfo sobre José Rondeau, comparándolo con Artigas ysosteniendo que, como este, esperaba el momento para actuar contra el Congreso yconstituirse en el más peligroso enemigo de la unión nacional. La mayoría de losmiembros del Congreso e incluso el mismo Pueyrredón llegaron a dudar de lasubordinación de Güemes. No captaban que al contener la invasión de Rondeau,precisamente Güemes había salvado al Congreso y que al celebrar el acuerdo delos Cerrillos había demostrado su afán de paz, concordia y unión nacional.
Numerososcongresales supieron que Güemes no aceptaría que el Ejército del Norte retrocediese hasta Tucumán y dejara abandonadaa sus propias fuerzas la Independencia de Salta.
Pese aque la realidad demostraba una y más veces que el comportamiento del gobernadorde Salta era distinto al que suponían, no cejaba la animosidad de más de uncongresista. Cuando las dudas, las críticas y hasta las calumnias llegaron aSantiago del estero el teniente coronel Juan Francisco Borges salió a enfrentarla difamación y le escribe a Güemes, el 17 de agosto de 1816, expresándole: "Séque tal vez es usted el único hijo legítimo de la patria y me asiste laconfianza de que le dará el día glorioso que se busca, aunque le cueste lostrabajos y las necesidades inmensas que le hacen sufrir, mientras los compadresse regalan".
Por suparte, el doctor Manuel Antonio de Castro -enviado por Pueyrredón para queaveriguara lo que ocurría en Salta- después de cumplir su mandato le informó alDirector Supremo que esta Intendencia jamás se separaría de las ProvinciasUnidas mientras él la gobernara.
Con esta inquietud de revalorizar a los altoperuanos, Martín Miguel de Güemes y el Congreso de Tucumán ojalá noscomprometamos todos unidos a marchar en procesión en busca de un caldén alto yfuerte, allá en las montañas agrestes, en medio de la pampa, en los lechos delos ríos en la búsqueda del reencuentro de los hombres en estos momentos dondetanto se necesita pronunciar esta plegaria destinada a Dios, Rey de laMisericordia:
"Escucha mi voz, pues es la voz de las víctimas detodas las guerras y de la violencia entre individuos y lasnaciones.
"Escucha mi voz, pues es la voz de todos los niñosque sufren y sufrirán cuando las gentes pongan su fe en las armas y en laguerra.
"Escucha mi voz cuando te ruego que infundas en elcorazón de todos los hombres la sabiduría de la paz, la fuerza de la justicia yla alegría de la confraternidad.
"Escucha mi voz, pues hablo por las multitudes detodos los países y de todos los períodos de la historia que no quieren la guerray están preparados a caminar por sendas de paz.".
VII - Homenaje a la mujer
Permítaseme señor presidente, ingeniero Don José PazGarzón, y ante la presencia de una nutrida presencia de distinguidas damasbolivianas y argentinas para terminar mi exposición tributar en cada una deellas el homenaje de este1er.Encuentro de Historiadores de Salta y Tarijaa todas aquellasmujeres que participaron, de una manera u otra, en la lucha para lograr de lalibertad de la gran Nación Americana que aspiraban nuestrosprohombres.
Como se sabe la aspiración de romper con elyugo realista se disolvieron muchas familias especialmente en la geografía queactualmente ocupan las provincias de Salta y Jujuy en el territorio argentino yen el sur boliviano.
"Dios al crear a la mujer -parafraseando aldecir por Daysi de Calderón- la hizo buena y pura. Le dio belleza, sensibilidady un alma rebosante de amor para prodigarlo. Es la misma, la mujer, que hace delhogar un místico santuario. A esa misma mujer desconocida en sus pasos por lahistoria, sencilla, oculta quizátras las paredes de su hogar, anónima, cuyonombre permanece sin aureolas titilantes".
Es esa misma mujer que se enfrentaba,comoesposa, con su esposo por estar algunos de ellos identificados con lapatria naciente. La que sufría cuando peleabanhermanos contra hermanos; hijoscontrapadres. El desazón de la mujer cuando debía separarse de su esposo o hijoquepartían a la guerra y quedaban a la espera deun pronto retorno de su serquerido o bien, concienciadade aceptar con altura, si un chasque podría darlela mala noticia que habían muerte en combate. Esa mismamujer, como madre, esposa o hermana, le entregaban algaucho o chapaco la lanza o lachuza cuando lapatria lo convocaba. Mujer quemuchas oportunidades actuaba como espía,escondían su información en algúnrecodito lugar del río, la quebrada o en un árbol.
Señoras y señores: debemos rendirle a esa mujer de lahistoria o por que no decir a todas un respetuoso reconocimiento a su inmensadevoción por los que ama, y admiración eterna por llevar en el alma un manantialinagotable de ternura.
Muchasgracias.
Fuentesconsultadas:
. Archivo General de la Nación.Volumen que contiene el texto manuscrito, de las actas secretas, entregado porCarlos Rocha.
. Junta de Historia y NumismáticaAmericana. Reimpresión facsimilar de las actas del Congreso. Buenos Aires1926.
. Mitre, Bartolomé. "Historia deBelgrano y de la Independencia Argentina", capítulo XXVII.
. González, Joaquín V. "Patria" (Obrascompletas, volumen XIX).
. Piccirilli, Ricardo; Gianelli, Leoncio; y Romay,Francisco L. Diccionario Histórico Argentino
. Luis Güemes. "Güemes Documentado".
. Academia Nacional de la Historia."Historia de la Nación Argentina".
. Emilio Vera y González. "Historia dela República Argentina"