A modo de introducción
LOS AVATARES DEL LLANERO EN TIEMPOS DE INTERNET
Internet ha creado entre sus usuarios más que unos puentes invisibles unas redes que nos vinculan más allá de lo que podemos esperar.
Soy un escriba que proviene del milenio pasado cuando apreciábamos hartamente la máquina de escribir portátil. Disponer de un maletín donde cupiera la máquina de escribir y un block de hojas y papel carbónico era un anhelo de los que pretendíamos escribir en cualquier parte donde nos asaltara el genio: en la plaza, en un cuarto de hotel barato en medio de un viaje, en las pausas del mismo trabajo.
En aquellos años sabíamos de la existencia de las computadoras domésticas pero no les prestábamos atención más que como juguetes caros, pero de escasa utilidad para quienes necesitábamos de la hoja y del tipo que imprimiera nuestras ideas.
Recuerdo que con los primeros sueldos de mi primer trabajo estable compré la máquina anhelada y me puse a hacer con ella lo que había deseado y comencé a escribir lo que me venía a la mente con lo que hoy llamaría “distintos formatos textuales”: cuentos, artículos, poesías y capítulos de alguna hipotética novela.
No pasó mucho tiempo hasta que apareció la oportunidad de publicar aquellas cosas que se guardaban en carpetas de fibra negra y anillos propensos al óxido. Siempre hay alguien que está trabajando en la producción de alguna nueva revista y necesita redactores que no cobren sino más bien que agradezcan porque les imprimen en letras de molde sus fruslerías.
Así sucedió que me conocí con don Francisco Mateo, un escritor de la generación del sesenta que volvía a Salta de sus andanzas por Buenos Aires y encaraba una revista cultural llamada INFORMES DE SALTA LA NUESTRA. Le gustaron mis artículos, más que nada porque se ajustaban a la medida que tenía prevista: una carilla y media de hoja A4 con interlineado doble.
Cada vez que entregaba un artículo nos sentábamos a conversar y de ahí salía la propuesta del siguiente, generalmente sobre aspectos de la historia de Salta pasados por alto en el estudio escolar de la historia que atiende a lo general y saltea lo particular, tal vez por falta de tiempo en la pesada agenda escolar o por considerarlo demasiado anecdótico y singular.
Así fue que me dedicaba -en los tiempos que me lo permitía el trabajo y estudio- a leer viejos y olvidados libros en bibliotecas poco conocidas hasta que daba con algún dato interesante y curioso. Entonces tomaba la máquina de escribir portátil y con la ayuda de unos apuntes tomados a mano en libretas fáciles de llevar en el bolsillo del caballero producía un artículo que alimentaba a los lectores buscadores de anécdotas de una Salta de más de cuatro siglos.
Entonces cayó el muro de Berlín, el mundo se globalizó y los gigantes de la informática salieron a ganar mercados vendiendo barato y como nuevo lo que ya les resultaba obsoleto. Así fue que llegamos a compartir nuestras vidas en el trabajo y en la casa con computadoras que prometían hacernos la vida más fácil y divertida.
Era otra década y esta vez sí las aceptamos porque tenían en la pantalla un dibujo de una hoja en blanco y nos permitía teclear, escribir, borrar y volver a escribir sin borronear y, más aún, guardar lo escrito en un lugar que no ocupaba espacio ni corría el riesgo de las manchas de óxido de los anillos.
Al poco tiempo el ciberespacio comenzó a ampliar su imperio sobre los escritos y desconocidos amanuenses transcribieron de los papeles a las redes textos que sus autores no sabían que habían ido a parar allí. Algunos transcriptores, desde sus electrónicos scriptorium tuvieron la honestidad de anotar los nombres de los autores y sus pelos y señales en la web.
Así fue que cuando José de Guardia de Ponté creó el Portal de Salta de la Cámara de Diputados de Salta con muchas entradas, nutrió varias de sus páginas culturales con textos que ya habían circulado en impresos. INFORMES DE SALTA LA NUESTRA contribuyó con sus artículos para que ese portal informativo mostrara la historia y la cultura de Salta al mundo.
Entre aquellos temas curiosos que encontré en los libros de la biblioteca “Monseñor Miguel Ángel Vergara” estaba la historia de un llanero venezolano que comenzó luchando la guerra de la Independencia en sus llanos y terminó sus días en el contexto de las guerras entre unitarios y federales, nada menos que en Salta y fusilado en la que por ahora era la residencia del gobernador en la finca Las Costas.
Era una pequeña historia de un hombre muy singular, denostado por la mayoría de los historiadores que lo habían registrado, sin embargo los detalles eran tan poéticos que enseguida el teclado dio cuenta de ella y fue a dar en dos entregas de INFORMES DE SALTA LA NUESTRA y en espacio de historia de Salta del Portal de la Cámara de Diputados: www.camdipsalta.gov.ar.
La historia comprimida en los artículos mostraba un potencial digno de ser explotado por la literatura, tan tendiente a convertir hechos singulares como ese en verdaderas revelaciones sobre aspectos del pasado que han sido dejados de lado.
Recuerdo que tuve la oportunidad de presentar la historia a otros escritores como Liliana Heker, Marcelo Di Marco y Eduardo Robino que enseguida vieron el potencial del material para convertirse en novela y recibí el aliento de Eduardo para hacerlo pronto, antes de que él mismo me robara la historia y la novelara.
Un concurso de becas del Fondo Nacional de las Artes me pareció muy propicio y formulé un proyecto para escribir una novela sobre Domingo López Matute, llanero nacido en Apure y muerto en Salta en el siglo XIX. Presenté como antecedentes los artículos que había publicado y los libros que había leído. Propuse como parte del plan la investigación de la parte que menos conocía del personaje, su vida y lucha en Venezuela.
Cuando aún estaba expectante por la resolución de las autoridades del Fondo Nacional de las Artes me llegó un correo electrónico de un tal José León Tapia quien se presentaba ante mí luego de leer mis artículos en el portal de la Cámara de Diputados. El muy respetable señor se presentaba como escritor que estaba investigando sobre la última etapa de la vida de Domingo López Matute pues era el material que le faltaba para terminar una novela sobre dicho personaje.
Pasé un par de días cavilando en si lo maldecía por ganarme de mano la idea o lo ayudaba con su proyecto. Entonces decidí proceder con total franqueza y aclararle que en primer lugar yo no era historiador, que en segundo lugar yo tenía la misma historia en proyecto de novela y que si aún así creía que le sería útil podía contar conmigo.
La respuesta fue más allá de lo que podía esperar porque el buen señor me dijo que sabía quien era yo porque había visto mi curriculum en Internet y que al enterarse de mi proyecto ponía a mi disposición lo que había investigado sobre Domingo López Matute para que yo escribiera mi propia versión.
Desbordado por tanta amabilidad me puse a su disposición para contestar sus consultas en lo que pudiera.
Casa natal de Domingo López Matute
Mi contribución fue más bien pobre porque había muchas cosas que no encontré ni aún en la biblioteca “Armando Caro” de Cerrillos, sin embargo el escritor me retribuyó amablemente enviándome un paquete con las novelas que ya había publicado. Entonces descubrí que estaba tratando con un peso pesado en el ring de la escritura, era reconocido novelista venezolano, médico de profesión e historiador de afición con al menos cinco novelas en su haber, incluso con reediciones.
Como si esto fuera poco a través del correo electrónico me envió el borrador de MUERTE AL AMANECER, la novela sobre Domingo López Matute, para que le diera mi opinión.
Asaltado por no se qué osadía le sugerí, además de correcciones en datos sobre detalles de la historia y la geografía de Salta, cambios en la estructura de la novela; que el autor tomó a bien y consideró para la versión definitiva. Pero no conforme con eso me pidió que escribiera un prólogo.
Descendencia de López Matute
De más está decir que ante la falta de respuesta del Fondo Nacional de las Artes a esa altura de mi historia ya había abandonado el plan de escribir mi novela sobre Domingo López Matute, pero alentaba la idea de traer a este novelista a Salta para que conociera de primera mano los lugares donde vivió sus últimos años este enigmático llanero.
“Shogun Nageda” -una película desconocida de Sho Kosughi- me enseñó que si un hombre carece de recursos económicos debe apelar a la diplomacia, de ese modo conseguí el auspicio de la Secretaría de Cultura de la Provincia de Salta y de la Escuela de Historia y de institutos de historia y de letras de la Universidad Nacional de Salta, sólo me faltaba conseguir el pasaje pero a algún complotador se le ocurrió hacer visible un tráfico de divisas entre Venezuela y Argentina, entonces el clima se enrareció y los recursos de mi limitada diplomacia se agotaron.
El Dr. José León Tapia supo perdonar mi fracaso y al poco tiempo me contó que había aceptado mi prólogo sin modificaciones y que estaba iniciando los trámites de imprenta.
Me sentía profundamente halagado, un escritor de otro rincón de Latinoamérica me tenía en cuenta como asesor y prologuista y nos disponíamos a intercambiar otros materiales impresos con la intermediación del Maestro Felipe Izcaray, músico venezolano residente en Salta y que cada tanto volvía por su tierra natal.
Cuando todo parecía un portal de nuevos proyectos recibí un mail que decía:Sat, 15 Dec 2007 15:13:39 -0400
Estimado Lic. Rafael Fabián Gutiérrez:
Mi nombre es José L Tapia González, hijo menor y colaborador del Dr. José León Tapia Contreras, con quien usted sostuvo amistad por esta vía durante los últimos meses, gracias a la coincidencia en el personaje de Domingo López Matute.
José León Tapia Contreras
Me es muy difícil dirigirme a usted para informarle, que lamentablemente, mi padre ha fallecido víctima de un infarto al miocardio el jueves 13 de diciembre a las 6:00 p.m. de la tarde, se encontraba en su consultorio terminando de ver a sus pacientes cuando en forma súbita y sin ninguna oportunidad la muerte se lo llevo.
Por su condición de amigo y prologuista de su última novela, me vi en la obligación de informarle esta triste noticia, pues el lo hubiera querido así. Por otra parte le mantendré informado con respecto a los avances en la publicación.
Espero saber pronto de usted, y considéreme como a mi padre, un amigo incondicional en estas tierras venezolanas.
P.D: esta dirección de correo electrónico permanecerá activa y continuamente será revisada.El año 2007 había sido particularmente duro porque se había llevado a cuatro personas de nuestro entorno intelectual y cercano pero no terminaba sin cargarse a otro sin que llegáramos a estrecharnos las manos.
Mi señora estaba a un metro de mí cuando vio que me quedé paralizado frente a la pantalla y me preguntó que me pasaba, le conté la terrible noticia y entendió que el dolor en el alma se me trasuntaba en lo físico sintiendo como si me hubieran clavado un puñal en medio de la espalda.
Entonces decidí afrontar el dolor del único modo que sé hacerlo: rindiéndole un homenaje al hombre que admiraba para que otros compartieran la admiración que sentía por él. Así fue que le pedí a su hijo que me enviara las notas periodísticas publicadas sobre el Dr. José León Tapia y me propuse escribir sobre él, pero no fue fácil, el dolor me frenaba y sólo atinaba a hablarlo, por ello decidí comenzar de este modo, contándolo tal cual lo vengo conversando con quienes tienen la paciencia de escucharme.
José León Tapia González
Después de esta crónica de un encuentro a través de la web que unieron en el siglo XXI a gauchos y llaneros espero tener la capacidad de seguir difundiendo la obra de este escritor con quien no sólo las letras nos unen.
Por suerte, hay amigos con quienes nos une algo más que la palabra que me dieron el espacio para hacer conocer esta historia, por ello agradezco a Daniel Medina, a Francisco Mateo, a Carlos Müller, a José de Guardia, a Pedro González, a Adriana Champané y Amelia Royo que tuvieron la gentileza de ceder sus espacios para que esta historia se conozca.
Lic. Rafael Gutiérrez
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