Gustavo Enrique Wierna
ETICA
Y
DEONTOLOGÍA
Si en todos tus dichos, actos y acciones haz mantenido
el equilibrio entre los excesos y los defectos
sin inclinarse el fiel de la
balanza, habrás vivido en el marco de la Ética.
Hubiera sido
más fácil deslizarse por el tobogán de los vicios, y posiblemente, habrás
gozado las caricias del dinero y la fama que formarán el ‘tesoro final’ de esta tierra, que será roído por las polillas. Pero si
enfrentaste la ‘cuesta arriba’ del camino de las virtudes habrás formado un
‘tesoro eterno’ habrás comprobado que el
Prof. José Vicente Vitta tenía razón cuando nos
decía: “La Ética” es
el componente imprescindible de
toda actividad humana, y la búsqueda
de la Calidad, de hacer el bien, nos hará
virtuosos y éticamente bien el
servicio que prestamos, en el
sentido más antiguo y preciso de la Virtud: hacer las cosas técnicas. Es decir: hacer Bien el
Bien eso es la Calidad del Servicio
PRÓLOGO DE LA PRIMERA EDICIÓN
El pedido puede
originarse en razones académicas o en algo mas profundo: el afecto. Creo que
esto último es el caso, y por eso lo acepto con modesta complacencia y
gratitud.
Gustavo Wierna no es un filósofo. Toda su vida profesional y
docente ha estado dedicada a desentrañar los verdaderos objetivos del Estado y
la mejor forma de alcanzarlos. Imagino, porque lo conozco, que cada vez que el
“compromiso con el bien común” se le aparecía como lejano o simplemente
desconocido para tantos hombres con responsabilidades públicas, más necesidad sentía de poner en el centro de
la escena las categorías de la ética, la moral, los valores, como la
única manera de salvar lo que a veces se nos muestra como irremisiblemente
perdido.
Sin embargo, Wierna trasunta en toda su obra un perceptible optimismo,
sustentado en una sólida fe que lo alimenta en todo momento, no solo cuando
encabeza cada tema definiéndolo con una cita de La Palabra, sino cuando sé autodefine: “El sujeto de la Etica está en el hombre y porque creo en Dios, creo también
que el hombre sabrá retornar a sus raíces que son los valores”
Reconforta que un libro de Etica tan necesario en los tiempos que corren, comience, se
desarrolle y concluya con la idea del hombre
como buscador de la felicidad.
Es destacable la valentía de quien decide con ideas claras y precisas,
respetando las del otro, encarar un trabajo
sobre ética especialmente en el ámbito profesional.
No debemos olvidar cuando nos
dice que nuestra relación con los
claustros universitarios empieza un día pero no termina nunca. Por eso
resalto la importancia del libro porque creo que todos nosotros,
miembros de esta querida Universidad,
que mucho le debe, tenemos que repasar una y otra vez estas ideas para tener
siempre presente la frase: solo la verdad nos hará libres... y agregar,
parafraseando al autor: ...nos hará
libres para buscar la felicidad.
¡La felicidad
...! Desde las primeras páginas, y recorriendo la columna vertebral del
agradable pero no menos riguroso camino que nos invita a transitar Gustavo Wierna, se me presenta como el tema recurrente del libro.
Me preguntarán: pero, ¿no
estamos ante un libro que se llama “Etica y
Deontología”? Justamente, la claridad de
los pensamientos que nos transmite y la sencillez con que nos invita a transitar los conceptos básicos que hacen
al ser humano, su esencia, su inserción social, las normas que él mismo crea
para regular su vida en comunidad, en suma, cuanto somos, hacemos o dejamos de
hacer, se refleja en esa única idea que no por sencilla y simple deja de ser la
mas trascendente y difícil de encontrar para el género humano: el hombre ha nacido para ser feliz. En
definitiva, el claro mensaje de este libro es: solo haciendo lo correcto (es
decir actuando éticamente) se puede ser
feliz.
Como buen docente al fin, Wierna nos entrega una obra que percibo dirigida a sus
alumnos de décadas y especialmente a las generaciones
universitarias que vendrán. premonitoriamente, alguna
vez me confesó cuando nos ilusionábamos con la formación profesional que debíamos procurar: de nada vale que en la Facultad enseñemos el
“como” si no logramos primero que los
jóvenes y los no tan jóvenes comprendan y se comprometan con el “para que” tengan sentido nuestras acciones.
Por eso el
libro nos lleva metódicamente del deber ser al ser, de la Etica a la Deontología, en permanente dialéctica en los
temas que le fueron mas caros en su dilatada vida
pública: el estado, la profesión, los estudiantes, la docencia universitaria.
Este desafío
está prácticamente anunciado en el simpático diálogo al que se anima con su
Sindéresis, con el que comienza y termina su obra. Bueno sería que todos nos
animemos con la misma franqueza.
Luis Alberto Martino
Decano Facultad de Ciencias Económicas
Universidad Nacional de Salta
EL MOTIVO
Reiteramos conceptos vertidos en mi libro “Ética y
Deontología”, por que la edición del mismo se encuentra agotada, y porque el
problema de fondo es el mismo. Por ese motivo doy inicio recordando el Diálogo
Íntimo.
Debo dejar aclarado que no soy un
graduado en Filosofía, tan solo un docente de asignaturas de hondo contenido
social, que durante casi cincuenta años
tuvo a su cargo la enseñanza de disciplinas que por su esencia se
refirieron a los hombres, a sus
relaciones sociales y las cuales para
ser fructificas deben tener como base la
Ética.
Diálogo Íntimo
No conozco ningún hombre que, en
algún momento de su vida, no haya sentido la necesidad de hablar consigo mismo, preguntarse cosas o
pedirse aclaraciones sobre su forma de proceder. Que, buscando un culpable de
sus desventuras, no haya exclamado pidiendo explicaciones "¡Dios mío!,
¿Por qué a mí?". Por lo general, en lo más profundo, la conciencia siempre
me responde con otra pregunta: "¿Y por qué a ti no? ¿Acaso tú eres
superior a alguien? ¿Qué corona cargas
que te diferencies de otros hombres?".
Esto es lo que pretendo hacer, entablar un diálogo con el asesor de mi
conciencia, la Sindéresis.
Previamente,
es lógico que aclaremos la identidad de esa señora. Y digo señora porque
siempre encontré el término “sindéresis”, precedido por el artículo “la”; por eso deduzco que es una mujer, que por lo
“mandona” debe ser casada y por lo "testaruda y pertinaz", si tuviera
una existencia física, diría que ha nacido en la hermosa tierra gallega, con
sus admirables bellezas naturales, y sus gentes tan queridas, que la hacen tan especial.
Pero los filósofos y los entendidos
de esos temas dicen que "sindéresis" es esa chispa de la conciencia
que, habitando en la Virtud de la Prudencia, nos indica lo bueno y
nos impele a realizarlo, mientras nos reprocha lo malo. Es el motor que
mueve la conciencia humana, es ese "algo" que existe dentro de
nosotros, que no podemos engañar ni hacer callar. A la conciencia podemos no
escucharla y hacer, decir o pensar lo malo, hasta gozarnos con ello; fácilmente
y sin siquiera sonrojarnos, siempre nos justificamos. Total, luego de un arrepentimiento,
con algún grado de propósito de enmienda, generalmente incumplido, interiormente nos sentimos perdonados. Pero entonces surge
ella: ¡la Sindéresis!, Que tal vez pueda aceptar que nos consideremos
perdonados, libres de pecado, pero nos impide olvidar, y a cada paso nos
recuerda nuestro anterior renuncio, diciéndonos: "Dios ha concedido al hombre la facultad de perdonar, pero el olvidar ya
no depende de los hombres sino de
Él, y es mi misión hacértelo
presente en todas las instancias de tu vida, poniendo énfasis en tus culpas,
para que te conviertas y vivas".
Me armo con el valor necesario para enfrentarme a mí
mismo, pongo en mi rostro el gesto que
guardo para exhibir cuando debo hablar en serio, y le pregunto a mi Sindéresis:
- ¿Por qué si
Dios creó al hombre para que sea feliz, tú y los demás hombres me lo impiden?
Me responde:
- Porque también tú eres hombre y todos los hombres
son libres.
Le
digo:
- ¿Y qué
tienen que ver mi condición de hombre y mi libertad, con el fin de ser feliz?
Con tono de aclaración me dice:
- Ese es tu
problema de hombre y tu obligación de docente. Busca en tu naturaleza humana,
analiza los conceptos, los motivos
que guían tus relaciones con tu prójimo
y cuál es la misión que te confió la sociedad al permitirte el honor, que es una enorme responsabilidad, de cooperar en la formación
de los hombres. Y luego, si te sientes con culpas, ven para continuar nuestra
charla. Te acompaño en esa búsqueda... siempre estaré contigo.
Le prometo:
- Eso es lo que trataré de hacer a lo largo de
unas cuantas páginas, pero ¿cómo puedo hacerlo?
Me sugiere:
- Haz un plan del cómo y del por qué obraste en tu vida, cuál
era tu deber y cuál fue tu ser, y trata
de llegar a una repuesta que te satisfaga.
Esto trae a mi memoria algo
que leí, hace tiempo en una obra de don Francisco de Quevedo: “Muchos son buenos si se da
crédito a los testigos, pero pocos si se toma una declaración a su conciencia”,
y ello me lleva a responder:
- Bien, comenzaré por el sujeto,
analizando la naturaleza de los hombres,
planteándome lo que en realidad
soy, cuál es la misión que debía cumplir, conmigo mismo y con
la sociedad, cuál es el camino que debo
transitar para llegar a la felicidad, y cómo debe ser mi aporte a los demás
hombres.
Y dando por concluido el diálogo me dice:
- Escríbelo como un examen de
conciencia, de forma que pueda servir a tus colegas y amigos. Pero ten presente
que tú no eres precisamente un modelo, sino solamente un ser humano, con más
defectos que virtudes, pero mediante tu profesión adquiriste la obligación de hacer fructificar los talentos recibidos.
No está en ti elegir la tierra, ni el pretender frutos, sino que tu mandato
profesional es solamente sembrar... y ahora ¡basta de palabras! ¡El tiempo corre
para ti muy aprisa, comienza a trabajar!
Medito
y me propongo:
A este análisis de mi condición de profesional universitario,
dedicado más de cuarenta años a la
docencia universitaria, voy a escribirlo, luego de leer bastante, apenas como
un aporte que pueda servir de ayuda a una reflexión sobre uno de los problemas
fundamentales del hombre: el servicio ético que debemos brindar los que fuimos
beneficiados por la Sociedad con la posibilidad de obtener un título de
profesional universitario, accediendo, de ese modo, a un compromiso social.
Asumir ese compromiso nos permite caminar hacia nuestra realización como
hombres por el sendero seguro, aunque no fácil, que lleva a la felicidad propia
y ser parte en la construcción del bien común. El hombre podrá ser feliz y
brindar un servicio de calidad, en la medida en que al vivir su vida la ofrezca
con la alegría de saberse útil.
Todo lo que expondré constituirá una meditación en voz alta, con mi
Sindéresis por testigo, buscando las causas por las cuales, aparte de las leyes
divinas, siempre existieron y existirán
normas nacidas del espíritu social del hombre que nos indicará pautas en
nuestra forma de comportamiento con nosotros mismos, con nuestros semejantes y
con toda la Naturaleza creada. En última instancia es esto lo que nos permite
obrar con libertad.
Le digo a mi
Sindéresis:
- Mi querida sindéresis, conforme tu sugerencia, buscaré en mi naturaleza humana lo necesario para
realizarme como un hombre, que lucha diariamente, armado con sus virtudes y sus
valores, contra los vicios propios y ajenos. Trataré de analizar lo poco bueno
que pude haber hecho y lo mucho malo que obré, meditaré conductas, y trataré de
comprender y superar los obstáculos que
me impiden llegar a ser feliz. Tengo claro que mi felicidad depende en gran
medida de mí mismo. Haré mi examen de
conciencia como padre, como esposo, como docente y como profesional
universitario. Reconozco que siempre pude haber hecho mucho más, y desde ya esa
es mi culpa. Me preocupa el juzgamiento
de los hombres, pero confío en el Juicio de Dios, porque traté que mi obrar siempre fuese justo y fruto del
amor.
- Seré juzgado por el Hacedor del Amor. A ese Juez me someto. ¿Qué más puedo hacer?
Me
responde:
- La felicidad no es un regalo que gratuitamente te
obsequiará el Autor de las cosas. Es una
meta que se debe conseguir, pero para alcanzarla hay que desearla con
todo el corazón. Dijiste que el vivir ético es el único camino que conduce a la
felicidad. Si pusiste todos tus sentidos en cada uno de tus pasos por el camino de la
Virtud, para que todos ellos sean actos
de amor, habrás cumplido con él deber de sembrar. Que no te angustie el pensar
en los frutos.
En el Eclesiastés encontrarás escrito: «¡Anda,
come con alegría tu pan y bebe con
agrado tu vino! que Dios esté contento con tus obras»
Vive la vida con la mujer que amas,
con la familia que como premio te confió Dios, con los amigos que supiste
conquistar en todo el espacio de tu existencia bajo el sol, ya que todos ellos son parte de tu vida y
tus afanes. Si al final del día puedes cerrar los ojos con tranquilidad,
porque lo que había que perdonar ya lo has perdonado y lo que debías agradecer
ya lo has agradecido, entonces estarás en paz contigo mismo, y dormirás feliz
tu sueño.
Cualquier cosa que esté a tu alcance
hacer, hazla según tus fuerzas, porque no existirá obra, ni razones, ni
ciencia, ni sabidurías en el lugar a
donde te encaminas. Recuerda siempre lo que te dijo un amigo que te quiere:
“Las mortajas no tienen bolsillos”
También está escrito “¡Basta de
palabras! Todo está dicho: Teme a Dios y guarda sus mandamientos, que eso es
ser un hombre cabal. Porque toda obra la emplazará Dios a su juicio, y también
todo lo oculto, para ver si es bueno o malo”. Ser feliz depende de tu
comportamiento, del cumplimiento de tus deberes sin que yo tenga nada que
reprocharte. No lo olvides, ve y vive siempre como si ese fuese el último día
de tu vida terrena.
Ten
presente que al final de tus días yo
estaré contigo. Mi misión puede ser la de un
Fiscal, que también puede llegar
a pedir tu absolución. Eso dependerá del celo que pusiste en tus obras.
Con mucha razón el abogado, músico y
poeta de tu tierra, don Gustavo «Cuchi» Leguizamón, manifestó: “No me importa perder todos los
juicios en esta tierra, si gano el Juicio Final”.
Y
a ese Juicio debe ganárselos desde
aquí, de esta Tierra, desde ahora, y
desde ya, sin tiempo que perder. Porque mientras haya en ti un soplo de
vida habrá esperanzas.
El Autor
Capítulo I
EL SUJETO DE LA ÉTICA
Título I
EL HOMBRE
Y los bendijo
Dios y les dijo “Sed fecundos
Llenad la tierra y sometedla; dominad en los
peces
del mar, en las aves del cielo y en todo
animal
que serpea sobre la tierra...................
Génesis 1 28
Me considero un hombre, tanto en lo físico como en lo
espiritual. Pero ¿qué es el hombre?, ¿De dónde viene?, ¿Cómo vive?, ¿Cuál es el
fin de su existencia?, ¿Qué deberes tiene que cumplir, y qué derechos le
asisten?
¿Qué es el hombre?
El Diccionario de la Real Academia
Española lo define como "ser animado racional". Bajo esta primera
acepción se encuentra comprendido todo el género humano. Al considerarlo
"animado" nos dice que está "dotado de alma", y al verlo
como "racional" nos recuerda que somos integrantes del reino
animal pero dotados de razón, entendimiento y libertad. El hombre posee
capacidad para el asombro, para amar y para odiar. Hasta la fecha, y de acuerdo
a lo hasta ahora conocido, es el único animal sobre esta tierra que posee la
facultad de comunicarse, con el presente por su lengua, sus hechos y sus
escritos, con el pasado por el legado histórico que nos dejaron, y con el
futuro, por sus obras.
Podemos decir, sin margen de error, que el hombre es
un ser racional dotado de alma y cuerpo, con capacidad de asombro, lo que le
permite avanzar en el conocimiento de las ciencias, las técnicas y las artes.
Mediante el dominio de éstas llega a modificar la naturaleza que lo rodea. Su
capacidad de amar y de odiar lo convierte en un ser social, que solamente puede
llegar a su plena realización en sociedad y con la ayuda de sus
semejantes. Basta para comprobarlo
pensar que es uno de los integrantes del reino animal que nace más indefenso;
luego del instante de su nacimiento, si no cuenta con la ayuda de otro ser,
inevitablemente muere.
Una de las condiciones que distingue al hombre del
resto de los animales, es su capacidad natural para aprender, imitando a
quienes le
rodean y enseñando lo aprendido a los demás. Por eso podemos decir que el
derecho de aprender y la obligación de enseñar son atributos que hacen a la
naturaleza del hombre.
Su condición de ser social y su
capacidad para el aprendizaje lo constituyen en
la "causa eficiente de la prospectiva" (1)
puesto que, sin la existencia del hombre, el progreso hubiera sido imposible. Su
libertad y capacidad para obrar conforme a los dictados de su conciencia lo
constituyen en sujeto responsable, tanto de la vida en comunidad como de la
conservación de las especies y del medio ambiente.
Debemos considerar al hombre siempre como una unidad,
una totalidad de alma y cuerpo, que vive en sociedad. Inclusive el anacoreta,
que se aísla en un lugar solitario, entregado enteramente a la contemplación o
a la penitencia, encuentra en esa forma de vida la manera de ser parte de la
sociedad.
Dentro de nosotros existe una lucha
permanente, un enfrentamiento donde aparecen en pugna dos bandos contrarios.
Por un lado, en nuestra Conciencia, dirigida por la Sindéresis, encontramos las
virtudes y los valores infundidos en nuestra alma por la Ley Natural y por las
normas sociales dictadas por nuestros semejantes. Por el otro, los vicios que
son propios de la naturaleza humana, de
la convivencia social y los otros que por mal ejercicio de muestra libertad
agregamos
550 años antes de la era
Cristiana Kun-fu-tseu,
conocido por nosotros como Confucio, nos decía que nada es tan natural ni tan
sencillo como la moral, "su práctica se reduce a tres leyes fundamentales
de relación: entre vasallos y señores, entre padres e hijos y entre marido y
mujer; y al ejercicio de estas cinco virtudes capitales: la humanidad, es decir
el amor a todos sin distinción ninguna; la justicia, que da a cada uno lo que
le pertenece; la observancia de las ceremonias y usos establecidos, a fin de que todos los que viven juntos sigan una
misma regla y participen de las mismas ventajas y de los mismos inconvenientes;
la rectitud de juicio y de sentimiento para buscar y desear lo verdadero en
todo, sin alucinaciones egoístas para sí, ni apasionadas para los otros; la
sinceridad, o sea un corazón abierto que excluya la ficción y el disimulo, así
en las palabras como en las obras.
Tal es, en resumen, la moral de Confucio, cuyo
carácter distintivo es hacer derivar todos los deberes a partir de la familia,
y reducir la virtud a una sola: la piedad filial. Su dogma es la obediencia del
inferior al superior. Si hay un paraíso,
los virtuosos gozarán en él de mil delicias; si hay un infierno, los malvados
serán precipitados en él, pero ¿quién puede afirmar que existe o no?. Abstenerse del mal y hacer el bien, he aquí el punto más
importante. El Tai-hio recomienda que lo principal es la virtud y lo
accesorio las riquezas y el bienestar. El Lin-in encarga que “no hagas a otro lo que no quieras
para ti. Procede así y basta; las felicidades del paraíso, si hay uno, vendrán
en consecuencia.”(3)
El estudio de las religiones ha
demostrado que, a lo largo de la historia de la humanidad, todos los hombres
que integraron las primitivas civilizaciones, tuvieron como 'necesidad de
orden' la existencia de un dios. Es por
ello que la Teología, como ciencia que trata de Dios, de sus atributos y sus
relaciones con los hombres y de éstos entre sí, acompañó siempre al proceso
vital de los hombres en sociedad, aunque el concepto de Dios no haya sido el
mismo.
Santo
Tomás, en la segunda parte de la Suma Teológica, distingue tres clases
de virtudes: las intelectuales, las morales y las teologales. Llama virtudes intelectuales a aquellas que
perfeccionan el entendimiento en su actividad: 1. Entendimiento o hábito (que
sí se refiere a los principios prácticos recibe el nombre de sindéresis); 2. Ciencia: es la virtud que dispone el
entendimiento para deducir las conclusiones; 3. Sabiduría, su objeto es el conocimiento de las primeras y
últimas causas de todas las cosas y el fin del universo; 4. Prudencia: es la recta razón de obrar, considerada por él como
la principal de las virtudes intelectuales, denominándola 'auriga de las
virtudes'; 5. Arte: es la recta
razón de lo factible y la que perfección en las acciones de los hombres.
Las Virtudes
Las virtudes morales tienen por objeto la honestidad
de los actos humanos. Son virtudes que perfeccionan la voluntad, conocidas con
el nombre de virtudes cardinales.(4) En
ellas encontramos:
1.
Prudencia: según Aristóteles es una virtud intelectual, pero al mismo
tiempo una virtud moral, porque se refiere a la dirección de los actos
humanos en su moralidad y sus
consecuencias. Es la que dirige las acciones de los hombres al bien común.
Para Felice Cocco "la prudencia es una verdadera virtud moral, que
tiende al bien, con el cual tiene una doble relación: la prudencia es la
premisa para la realización del bien, que
procura el triunfo del bien en su realización concreta, ya sea en un
acto humano o en los actos de la comunidad, y es la moderadora de las demás
virtudes."(5)
La prudencia como virtud posee dos etapas: la primera
es la memoria del pasado y la inteligencia del presente, que nos permite una
visión clara de las situaciones; y la segunda es subjetiva, puesto que es la
dirección de los actos individuales conforme nuestra libertad. El nexo que une
estas etapas es la Sindéresis que, como chispa de la conciencia, ilumina el
accionar de la Prudencia y ayuda posteriormente a la virtud de la Justicia en
el juzgamiento de los actos, hechos u omisiones, actuando como fiscal o como defensor en
nuestro juicio final.
2. Justicia:
Aristóteles, considera a la justicia
como una virtud ética, que consiste esencialmente en dos cosas: la obediencia a
las leyes y la recta conducta o comportamiento de los hombres.
A la justicia considerada como
obediencia a las leyes la denomina justicia legal. Lo justo es lo conforme a la
ley. Es también integral, por cuanto se refiere a las normas provenientes de la
Ley Natural y a las dictadas por los hombres, siempre que no ofendan el orden
público, ni la moral ni las leyes
establecidas por Dios. (6)
3. Fortaleza: es la encargada de prevenir el temor al peligro y moderar la audacia, para
que permanezca en el camino de la recta razón, sin caer en la cobardía, ni en
la temeridad.
Es la encargada
de hacernos vencer las dificultades que sobrepasan la medida de lo común. Nos
ayuda a sobrellevar con paciencia y optimismo las cargas pesadas de nuestro
comportamiento y del de los demás.
4. Templanza: La templanza es un hábito que consiste en mantener
el justo medio entre la satisfacción de las necesidades y las exigencias de la
vida diaria.
Dos apetitos dividen la vida de los hombres desde el
punto de vista pasional: la irascibilidad y la concupiscencia, y ambos deben ser moderados por las virtudes. Así
como la fortaleza tiene por objeto vencer el temor y moderar la audacia, el
objeto de la templanza es regir las actividades del cuerpo y del espíritu:
conducir las fuerzas más vehementes de la naturaleza humana, tales como la
necesidad de alimentarse y de los placeres, regulándolas para que se
correspondan a sus fines y no lleguen al hartazgo.
A las virtudes que
son trascendentes al hombre, por
pertenecer a su fin sobrenatural, Santo Tomás las denomina virtudes teologales.
La Fe, la Esperanza y la Caridad, si bien pueden ser acrecentadas mediante su
ejercicio cotidiano, son dones otorgados por Dios. La Fe ilumina nuestra razón,
la Esperanza nos hace confiar en un mundo mejor, y la Caridad nos hace amar a
los demás como a nosotros mismos.
Con este bagaje de virtudes el hombre debe sostener
permanente lucha interna contra siete vicios, también denominados "pecados
capitales", que son transgresiones
voluntarias de las normas de convivencia.
Los Valores;
Pero estas Virtudes siempre están acompañadas por las
cualidades del ánimo, que mueve a acometer resueltamente empresas y enfrentar
peligros, que tanto Confucio como Aristóteles les llaman “Valores”, que son
propios de cada individuo.
Entre ellos Confucio menciona:
1 Humanidad:
- Sensibilidad, amor a nuestros semejantes, de ella proviene la cultura
inteligente de los pueblos.
2 Fidelidad:- Es la lealtad de mantener la fe que uno debe al otro,
el amigo es amigo porque es fiel, si no fuera fiel no sería amigo.
3 Rectitud de talento y corazón: .- Buscar y obrar
la verdad “Si es vergonzoso engañar a quienes congo viven, es criminal
mentir a la posteridad, con obras y escritos”
4 Sinceridad: - Hablar y hacer conforme nuestro pensamiento y siempre el mismo
adornado por la verdad.
5 Cumplimiento de las normas:
Las normas nacidas de la
Naturaleza y las dictadas por los hombres para vivir en concordia deben ser
cumplidas por todos, porque todos lo hombres deben vivir conforme las mismas
leyes.
A esos Valores Aristóteles les agrega:
1 Honestidad Rectitud del ánimo, integridad en el pensar, en obrar y en administrar los bienes ajenos
2 Rectitud: Firmeza en sus convicciones
y derechura en su accionar, “el hombre recto tiene una sola palabra y la cumple
cueste lo que cueste”
3 Amor
al prójimo: En amor al prójimo
fue elevado por Cristo como el mandamiento grande de su Ley “Amad a Dios sobre todas cosas y a tu prójimo como a
vosotros mismos”
Los Vicios:
Si bien siempre hemos considerado
que los vicios habituales son básicamente siete, el hombre adquiere con su vida
en sociedad, y por el uso cotidiano de su libertad, comportamientos que
pueden dar nacimiento a nuevos vicios.
Son comportamientos sociales que van más allá de los vicios propios de las
personas para transformarse en vicios colectivos que apartan al hombre de la
felicidad y a la sociedad del bien común.
1. Soberbia:
hemos considerado a la soberbia como
el apetito desordenado que busca la gloria sin méritos propios. De la soberbia
nace el orgullo, que puede transformarse en complejo de superioridad, en ansias
de creerse superior y de buscar el poder sobre las personas. Esto nos conduce
inevitablemente a la discriminación y a la egolatría.
El soberbio llega fácilmente a considerarse dueño
exclusivo y absoluto de la verdad, perdiendo el principio de solidaridad social.
2. Avaricia: es también un apetito desordenado a la posesión de
bienes para atesorarlos. Así como existen quienes atesoran bienes materiales,
existen también avaros que atesoran bienes intelectuales. Tal es el caso del
docente que es remiso a comunicar a sus alumnos la información necesaria para
facilitar el proceso de enseñanza y aprendizaje. Como ya lo expresara en el
libro La Universidad, existimos docentes que somos verdaderos 'caguilas' (*) en el
momento de calificar a un alumno, evaluando con la mezquindad típica del
usurero que quiere pagar lo menos posible por un bien.
Hemos notado, a lo largo de la historia, la existencia
de "avaros sociales", que ejercieron el Poder Político en beneficio
propio o de una casta social formada por sus seguidores, contrariando los
principios de igualdad, de subsidiariedad y de solidaridad. Es también una muestra de avaricia la falta de consejo al que
"lo ha menester", agravada por
el desamor y la falta de caridad. Es común en los avaros el vivir pobremente, sin gozar lo que
poseen. Sus vidas transcurren en soledad en medio de la gente que los rodea,
más que por amor, por el interés de una herencia futura.
3. Lujuria: se define como el vicio consistente en el uso ilícito
o en el apetito desordenado de los deleites carnales y, como segunda acepción,
en "exceso o demasía en alguna cosa".
Se cae en este vicio no solamente por desear la
posesión de otra persona, sino también por el uso ilícito y el escándalo social
que entraña un comportamiento licencioso. La lujuria, conforme la segunda
acepción, se encuentra íntimamente emparentada con la avaricia y la envidia.
Se presenta en muchos seres humanos como una
enfermedad mental, cuya medida de felicidad es el placer del sexo. (¡Como si existiese una unidad de medida para la
felicidad y el placer!). Existen distintos tipos de lujuriosos, en cuyo
espectro encontramos tipos desde el grosero (en palabras y en hechos), hasta el
depravado, pasando lógicamente por la gama de los "violadores
oculares", aquellos humanos, que con
sus miradas malsanas dirigidas a personas del otro sexo, alimentan sus mentes
con fantasías lujuriosas.
4. Gula: apetito descontrolado que conduce a los excesos,
tanto en la bebida como en la comida, y en ansias dañosas para el cuerpo y el
espíritu. Es un mal hábito que conduce a la torpeza y a la locuacidad excesiva.
La gula está íntimamente emparentada con la
lujuria, la envidia, la avaricia y la soberbia. También existe la
gula del intelecto, que se manifiesta en esos "hombres bibliotecas",
que atesoran la información y los medios con el único fin de convertirse en las
personas importantes de una organización.
5. Envidia: es la aflicción por la prosperidad y la dicha ajena.
Sentir tristeza por el triunfo y la felicidad de nuestro prójimo.
Para José Ingenieros, "la envidia es el acíbar de
los impotentes, el grillete de los fracasados. Es un licor venenoso que mana de
las heridas abiertas por la realidad en el flanco de las almas vanidosas. Es el
pudor de la mejilla abofeteada por la mano de la superioridad ajena.
El que envidia se confiesa
subalterno: su pasión es el estigma psicológico de una humillante inferioridad,
sentida y reconocida. No basta ser inferior para envidiar, pues todo hombre lo
es de alguien en algún sentido; es necesario sufrir por el éxito ajeno, por la
dicha ajena de cualquier culminación..., muerde al alma como un ácido, y la
corroe como la herrumbre al hierro. El envidioso es la primera víctima de su
propio veneno, lo devora como el cáncer a la víscera, lo ahoga como la hiedra a
la encina." (7)
José E. Guraieb,
en su libro Sabiduría Árabe, nos dice que la envidia proviene de
los instintos bajos, y la envidia es la primera manifestación humana, ya que
por ella Caín mató a Abel. La envidia devora las bondades y las buenas
cualidades, tal como el fuego, que quema lo mismo la leña verde y la seca.
La envidia en lugar de mover a la
emulación, mueve a la difamación, a la queja
sin fundamento y a la búsqueda de cómplices en la pasión de odiar.
6. Ira: pasión del alma que causa indignación y enojo. Es el
apetito de la venganza. De ella provienen el rencor, la blasfemia, el insulto y
la pelea. Es el enojo que cierra el entendimiento e impide a la razón obrar con
lucidez. Es, en síntesis, una muestra de falta de dominio de sí mismo que
merece en la asignatura «convivencia social» la calificación de cero.
7. Pereza: es la falta de
reacción por flojedad de espíritu. La somnolencia del ánimo que debilita la
voluntad, evita el sacrificio y busca el placer en el ocio. Con justa razón fue
siempre tenida como la madre de los vicios. La pereza en la Política conduce al
Poder a dejar de hacer, a durar en el tiempo sin tomar decisiones, al caos del
pueblo por falta de conducción y a la anarquía en una gestión por ausencia de
un gobierno que ordene y conduzca.
¿De dónde viene?
Esta pregunta se hacen los hombres
desde el inicio de su existencia hasta el presente. La misma posee distintas
respuestas, según la disciplina. En torno a ella se elaboraron diversas
teorías. Se habla de una explosión producida en el Cosmos, que condensó la
materia formando los astros, los planetas, las
aguas, la tierra y el aire,
permitiendo así el nacimiento de la vida y luego la evolución de las especies
hasta llegar al hombre. También tenemos las que nacen de la fe, que llenan el
vacío existente en todas las teorías mediante la existencia necesariamente
previa de un Ser Supremo, que es el autor de la Creación iniciada en la nada o
en el caos. Si en el principio existía el caos, o la nada, que es el 'cero
absoluto' o, como la define el Diccionario "el no ser, o la carencia absoluta
de todo ser", tuvo que existir
alguien o algo que haya sido el primer motor, y ese sólo pudo ser aquel que
dijo: «Yo soy el que soy.
Debo dar gracias a Dios que me
iluminó con la fe, que es luz y conocimiento sobrenatural, con la que sin ver
se cree lo que Dios nos dice y, a la vez, permite pedirle ayuda para responder
adecuadamente a la sociedad por el uso de ese don, que fue recibido en forma
gratuita y que exige dar un testimonio.
El Génesis, contiene dos relatos de
la creación del mundo:
El primer relato comienza diciendo:
"En el principio creó Dios los cielos y la tierra. La tierra era algo
caótica, vacío y las tinieblas cubrían la superficie del abismo, mientras el
espíritu de Dios estaba sobre la superficie de las aguas". Luego con su
mandato de "hágase" creó la luz que nos permite distinguir el día de
la noche, más tarde hizo el firmamento, separó las aguas, creó los seres
vivientes que bullen en ellas y los animales que habitan la tierra. "Hizo,
pues, Dios, las alimañas según su
especie y los ganados según su especie. Y vio Dios que estaba bien", y
dijo: "Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza, domine en los peces del mar, en las aves del
cielo, en los ganados, en todas las
alimañas, y en toda serpiente que serpea sobre la tierra".
El segundo
relato de la creación se inicia con el hombre. Así en la Biblia leemos:
"Entonces Yahvéh Dios formó al hombre con el
polvo del suelo, e insufló en sus narices el aliento de vida, y resultó el hombre
un ser viviente", al que colocó en un Edén, para que labrase y cuidase,
imponiéndole un mandamiento: "no comerás del árbol de la ciencia del bien
y del mal, porque el día que comieres de
él morirás sin remedio".
Dijo luego Dios: "No es bueno
que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada. Entonces Yahvéh Dios hizo caer un profundo sueño sobre el hombre, el
cual se durmió. Y le quitó una costilla, rellenando el vacío con carne. De la
costilla que Yahvéh Dios había tomado del hombre
formó, a la mujer".
Luego, llegado el séptimo día descansó. Había creado
la raza humana, la única creación artesanal de Dios, ya que formó al hombre con
polvo y a la mujer con carne del hombre. Además de la especie humana, había
moldeado con sus manos el 'único dios sin ateos sobre la tierra': una madre
para los hombres que vendrán.
Continúa el relato narrando la
tentación de la serpiente a la mujer,
que sucumbe al deseo de ser como Dios,
come y le da de comer a su marido; "entonces se les abrieron los
ojos y se dieron cuenta que estaban desnudos, y cogiendo hojas de higuera se
hicieron unos ceñidores".
Lo que sigue del texto bíblico es la eterna
justificación de los hombres tratando de liberarse de la culpa. Es así como
Adán le dijo a Dios: "La mujer que me diste por compañera me dio del árbol y comí" (atribuye
así la culpa directamente a la mujer e indirectamente a Dios por habérsela dado),
y la mujer se exculpa diciendo: "La serpiente me sedujo y comí". El
relato bíblico no incluye ningún descargo de la serpiente, sino únicamente la
condena que le impone el Hacedor.
¿Cómo
vive?
La
sentencia bíblica de "ganarás el pan con el sudor de tu frente", como
toda sentencia Divina, se cumple inexorablemente. El trabajo en busca del
sustento diario, el problema económico fruto de las necesidades crecientes y
cambiantes, y la limitación de los medios, han sido una constante en la
historia de los hombres.
Su evolución como ser social, partiendo de su
"célula fundacional", que es
la familia, pasó por el clan, la tribu, los pueblos y las naciones, en un
tránsito que no siempre fue fácil, sino a veces traumático, girando en torno a
un eje formado por la libertad, la
esclavitud, la distribución de las
riquezas y el ejercicio del Poder. En la búsqueda constante de su
felicidad está la finalidad de su
existencia.
El ser humano se encuentra socialmente organizado. A
las necesidades individuales se le han agregado las sociales, que se presentan
en forma repetitiva, a veces cambiantes en los modos de satisfacción, y siempre
crecientes. Pero en su interior continúa siendo el mismo, un ser en estado de
lucha constante, enfrentando las virtudes y los valores contra los vicios,
tanto personales como sociales. Ha establecido normas mínimas de convivencia
que, si bien limitan la libertad personal, le permiten realizarse como persona
y gozar del orden público, para así alcanzar
la paz social, cumpliendo sus deberes y gozando sus derechos.
¿Cuál es el fin de su existencia?
"El Concilio Vaticano Segundo
no trata explícitamente el tema hombre y
ambiente, pero aporta elementos suficientemente claros acerca de la
relación entre el hombre y el universo en la 'Gaudium et spes', al hablar de los bienes
creados, las cosas, la naturaleza, la tierra, el universo, los recursos y las
realidades terrenas. Menciona algunas ideas y principios: las cosas son un
bien, tienen un valor utilitario e instrumental (GS 69), tienen leyes y valores
propios, consistencia propia, verdad, bondad, orden (GS 36); las cosas están
subordinadas al hombre como a su centro
y vertical. El hombre modifica y desarrolla las cosas mediante el progreso, el trabajo,
la ciencia, la técnica y la cultura. Todos estos conceptos tienen un valor
moral, pero el progreso lleva consigo la tentación de destruir al género
humano. [...] El hombre puede mejorar y realizar sus múltiples dotes de alma y
cuerpo, someter a su poder al cosmos, cultivar y someter la tierra, pero de
modo tal que ésta llegue a ser una morada digna para toda la familia humana.
[...] El desarrollo no consiste en el mero aumento de bienes producidos, ni en
la búsqueda del provecho o el predominio económico, sino en el servicio al
hombre considerado en su integridad.
La intervención del hombre en la
naturaleza debe tener un límite. La
desmitificación actual de quienes usan el poder nacido de una conciencia más
lúcida del daño que puede causar quien se encuentra en posesión de mando,
termina por dejarnos aún más preocupados frente a las posibilidades de
manipulaciones humanas tan íntimas como totales: las científicas. No se puede conceder carta
blanca a los científicos, ya que el 'espejismo de la fama' podría llevarlos a
causar daños irreparables a la humanidad. Pero tampoco se pueden poner las
palancas del control en manos de los políticos, como si fueran una casta
honesta y menos sensible a las instrumentaciones de la globalización económica y política. Es necesario que la
humanidad entera y la opinión pública en
general adviertan el riesgo que surge a medida que aumentan las posibilidades
del hombre de dominar las cosas sin poner al mismo tiempo límites al accionar
del hombre sobre el hombre. Debemos analizar seriamente la ambivalencia del
avance científico y la necesidad de humanizar la ciencia. La capacidad
destructiva de la bomba atómica podrá parecer 'juego de niños' frente a las
capacidades destructivas que se deriven de otros descubrimientos. La limitación
primera no debe ser la que surja del
Estado o de la Organización de las Naciones, sino que debe ser siempre la que
brota de la conciencia humana, que tiene que rechazar cuanto pueda quitar el
rostro humano, a las acciones. A nosotros, los hombres libres, nos corresponde
afirmar que si el Estado puede convertirse en una fuerza que controle que las
ciencias no superen los límites puestos
para evitar los daños de la sociedad, el pueblo tiene el deber de controlar al
Estado, porque el Poder puede también perder la cabeza". (7)
El
poeta salteño César Antonio Alurralde en su poema
"Ocio de Dios", dice:
Su ocio, anterior al Cielo y la Tierra,
se aferra a su pereza
antes
de ser melancolía.
Pecado
capital de un Dios tímido
extenuado
de eternidad,
quien, por terror a la soledad,
y para aliviarse de su cargo de conciencia,
(e
insatisfecho por no haber hecho nunca nada
antes de la
creación),
cayó en la tentación de consentirnos la vida,
e inventarnos un
planeta infame
para que lo fuésemos destruyendo de a poco.
A los hombres nos resulta difícil
situarnos en una dimensión donde no existen ni espacio ni tiempo, ni ayer ni
mañana, donde siempre estamos en el presente. Pero aún así, con esas
limitaciones, el poeta nos invita a
pensar en un Dios con ribetes de humano, contemplando el caos que existía
mientras "su espíritu aleteaba sobre la superficie" de la nada. Un
Dios que consideró que era necesaria la
existencia de un orden, y creó todas las cosas mediante el ejercicio de
su Voluntad Divina. Empezó con un: ¡hágase la luz!... y la luz se hizo. Notó
luego que a la creación le faltaba algo, un ser libre que lidere las cosas, organice lo creado y domine sobre ellas. Y
dando la primera muestra de su condición de Dios Trino dijo "hagamos el hombre
a imagen nuestra y según nuestra semejanza".
A la criatura creada le dio la misión de, para no pecar de retrógrado y obsoleto usemos
el leguaje que nos impone los mentores
de la globalización y digamos "gerenciar la creación". Y todo mandato de gerencia lleva consigo la obligación de mantener y acrecentar la
hacienda “gerenciada”, para posteriormente rendir cuentas al
mandatario. A los hombres libres que hemos adoptado como norma de vida el
Cristianismo a esta rendición de cuentas
nos la pedirá Dios cuando nos pregunte: -¿Qué hiciste con los talentos que te
di y el Planeta qué te confié?
Porque pareciera que en este último siglo al hombre le
entró prisa, y ante la duda de no saber si con su existencia concluye la
humanidad, o si por el contrario queda aún todo el universo por explorar,
olvidó que al "planeta infame" que le asignaron lo tiene que destruir
“de a poco", y le imprimió a esa destrucción un ritmo enloquecido.
Y
Dios creó al hombre ¿Para qué sea
feliz?.
”Un
Poema no debe ser explicado, y menos por el autor. Sólo cabría una
interpretación que si es ajena, mejor. Pero ante el pedido de un buen amigo,
tampoco se lo puede defraudar, negándole algo que puede aclarar o empeorar una
situación puntual como la que plantea.
Por supuesto que la permisividad de la Poesía con toda esa dosis
de magia, atrevimiento y fantasía, consigue a veces hacer hablar hasta a Dios,
pero con todos los defectos y contaminación humana miserable del hombre-poeta.
Resulta que
con una delgada pincelada de 'globalización' nos robotorizaron
hasta tal punto que somos un batallón sin tierra, sin fronteras ni
nacionalidad. El concepto de Patria está consustanciado con la tierra, lo cual
en esta época ya es anacrónico e inaplicable. Mientras, el concepto de Nación
se relaciona con una identidad étnica, cultural, idiomática y con su historia.
Al final, el Gobierno de turno es un mero administrador político del Estado.
La nueva
jerga de los economistas nos confunde: globalización, ajuste fiscal, flujo de
capitales, mercado, flexibilización laboral, etc. Se olvidaron por supuesto de
la solidaridad humana (por favor no confundir con beneficencia, caridad o
asistencia social), crear fuentes de trabajo seguras y estables, esperanza de
cambio para una sociedad participativa y justa.
Me lo imagino
al hombre globalizado con el rostro como un huevo, sin ojos, orejas, narices ni
boca. A veces le prestan por un momento ojos y oídos para ver y oír lo que el
Poderoso quiere. Pero hablar, jamás.
Pensar, menos.
El
aislamiento a través del tiempo fue posible merced a una muralla China y a un
muro (cortina de hierro) que seccionó de norte a sur para separar lo oriental
de lo occidental. Ahora tendemos a ser uno, todos y ninguno a la vez, para
lograr con todo éxito ser los 'nadies' de siempre,
por voluntad y determinación del amo, ese señor Poderoso que escribe las reglas
de juego a su conveniencia. De esa forma sabe que no hacen falta ni murallas ni
cortinas, porque la cárcel para todos es el Planeta Tierra, y nadie podrá
escapar, por ahora, de sus garras y fauces.
La sucesión
de generaciones, en cierto modo y a través de la historia, fue la que sumó para
la posteridad. Ahora alguien se apoderó de todo, merced a préstamos
irresponsables a sabiendas, para pueblos irresponsables por necesidad, para
conseguir poner al mundo en crisis y de rodillas.
Todo se
redujo a una cuestión aritmética. Antes se sumaba y se multiplicaba para el
futuro. Ahora se resta y se gasta a cuenta para la supervivencia del momento
sin importar la gente por venir, que serán en definitiva quiénes pagarán la
fiesta que no disfrutaron.
Allí está la
incredulidad, falta de fe y confianza del hombre de mi Poema. Es que mi fácil
salida poética de echarle la culpa a Dios, me resultó más simple que buscar
culpables, que siempre se esconden. Son los que actuando con una demonización de multinacionalidad
de capitales, velozmente fagocitan a
pueblos del mundo entero, y van logrando, mediante una jerga que sustituye el
idioma nacional y por métodos comprendidos solamente por quienes los aplican,
ser los amos del 'planeta infame', que por rebelión lo iremos 'destruyendo de a
poco' , tal vez por una pizca de
venganza. Por lógica, el hombre tiende a
defenderse cuando lo atacan y actúa con una insurrección ética que intenta
revertir todo proceso fatídico, donde la
ética, la moral y el amor no tienen cabida. Es que el hombre ya se ha dado
cuenta que forma parte de una sociedad sin efectivo, como volviendo al trueque.
Sabe que el Estado ha sido reemplazado y ahora es el Poderoso quien emite el
dinero plástico. Sabe que propiedades y pueblos enteros pasaron de varias manos
a una sola. Que privatizaron todo, hasta el alma, para adueñarse de nuestras
vidas. Algunos quieren ser dueños del mundo. ¡Cuidado! Todo exceso los llevará al fracaso de no
saber qué hacer con tanto. Y será un calvario el permanecer de por vida
cuidando lo obtenido. Eso es peligroso, pues por algo la muerte es el destino
final de ricos y pobres. Y algo más, las mortajas no tienen bolsillos. (*)
No es descabellado pensar que en
cualquier momento salga otro u otros locos descabellados y caprichosos y
enciendan la mecha de una bomba nuclear que nos convierta en polvo. Creo que no
debo extremar las cosas, ya que 'de a poco' el hombre se ocupará de destruir el
mundo que le dieron en comodato y no supo cuidar. Al final son varias formas de
destruir la creación divina, posiblemente por aquello de la ley del economista
Tomás Roberto Malthus en su ‘Ensayo sobre el
principio de la población’, preconizando la restricción de la procreación. Será
el momento justo cuando no quepamos en el Planeta Tierra y comencemos a
comernos unos a otros.” (8)
¡Gracias,
«Cacho» Alurralde! Tu poesía nos muestra a un Dios
con rasgos humanos, que es también una forma de ver a Dios que tenemos los
hombres, y de entender el Mandato Divido, confrontándolo con nuestra forma de
contemplar las cosas y las realidades del mundo, del espíritu y de la
materia.
En tu prosa hablas del
"Hombre globalizado", de ese "nadie" que tratas en
otra de tus obras. Comparto plenamente tu definición y si me permites la analizaré
más adelante, y si no me lo permites también; porque lo que tú dices es desde
ahora un acervo que pertenece a toda esa
comunidad integrada por aquellos que aún nos consideramos personas humanas.
“El fenómeno de
la globalización y la complejidad de las relaciones sociales, la serie de
cuestiones que plantea la apertura, la competitividad y el valor que se viene
dando a la eficiencia, crea un cúmulo de dificultades para ejercer una
profesión. Esto confirma la necesidad de indagar en torno a las causas. Es casi
un lugar común la permanente referencia a que no se podrá operar si se descuida
el hecho de que estamos cada vez más
inmersos en esa globalización. ¿Será posible actuar acertadamente si no se
atiende al valor “virtud?” Un serio planteo de esta cuestión debe llevarnos al
convencimiento de que sólo el cultivo de las virtudes morales, tanto en lo
personal como en lo social, asegura el acierto en el camino hacia la
reestructuración de un mundo que está clamando por el reencuentro del hombre consigo
mismo para, a partir de allí, comprender las necesidades de los demás. No se
trata de poner en duda que estamos atravesando situaciones difíciles. La
inteligencia está en saber por qué son difíciles, dónde está la dificultad,
afrontando el riesgo de confundir lo que
se ve, con la causa de eso que no se ve... Es menester discernir las cosas con
cuidado. Aun la corrupción, por ejemplo, es un efecto, no una causa: no es que
las instituciones funcionen mal porque hay corrupción; es que la hay porque
existe una previa crisis de valores, que hace que aquello que tiene que
funcionar bien, no lo haga.”(9)
El sujeto de la Ética es el hombre, y porque creo en
Dios, creo también que el hombre sabrá retornar a sus raíces, que son los
valores.
En el Catecismo de Primeras Nociones
de la Religión Cristiana, respondíamos a la pregunta "¿Dónde está
Dios?" Diciendo que: "Dios esta en los cielos, en la tierra y en todo
lugar". Representado gráficamente, es posible imaginarlo como una esfera
cuyo radio es infinito, de forma tal que se encuentra en todas las cosas y en
todos los lugares al mismo tiempo. Mientras, nosotros, los humanos, solamente somos una semirrecta, que con punto
de partida en nuestra concepción, nos dirigimos disparados hacia un destino,
que será positivo o negativo, conforme al uso que hayamos hecho de nuestra
libertad. Por eso, al querer determinar la dimensión de Dios y no poderlo
hacer, cada uno de nosotros termina haciendo un Dios a su medida.
Dios nos puso en el mundo para
que gocemos de los bienes que en él
existen. Con el disfrute de los bienes
satisfacemos las necesidades, pero sin llegar a la felicidad, porque los
bienes, que son 'cosas materiales',
pertenecen al mundo de la materia y la felicidad se encuentra en el
mundo del espíritu.
Podemos decir que el fin del hombre es la felicidad, y
por su condición de ‘ser social’, no podrá disfrutar de la felicidad plena en
esta tierra sin que la sociedad que
construyo cumpla su misión de lograr el Bien Común
¿Qué deberes tiene y que derechos le asisten?
El origen de los
deberes y derechos:
La existencia en sociedad impone al hombre
deberes y derechos que debe observar para poder convivir con sus semejantes. La
libertad debe reconocer límites, sin los cuales sería prácticamente imposible
la vida, no solamente del hombre, sino de la naturaleza toda. De esas
limitaciones surgen tanto los derechos como las obligaciones. Su origen lo
encontramos en un núcleo central formado por:
Leyes
naturales: constituyen el primer
límite a la libertad del hombre. El universo en el cual se encuentra posee
leyes que son inalterables y de cumplimiento cierto, aunque mediante las
ciencias y las técnicas el hombre pueda avanzar sobre ellas (por ejemplo, al
vencer parcialmente la ley de la gravedad, al producir seres vivos mediante la
clonación) La misma naturaleza le muestra los cambios que debe efectuar o las
conductas que debe variar. Un ejemplo de ello es la extinción de especies
animales y vegetales.
Las leyes
positivas: la comunidad humana tuvo
que organizarse mediante normas que rijan la convivencia entre los pueblos,
dentro de los mismos, y entre los hombres. Las leyes dictadas generan el
nacimiento de obligaciones de hacer y de no hacer, garantizando el respeto de
los derechos ajenos. En este ámbito, la sociedad organizada tuvo necesidad de dictar regímenes de
sanciones.
La mayoría de las leyes positivas son expresiones
tendientes a poner en vigencia normas que eran inmanentes a los hombres, porque
reconocen su origen en las leyes naturales, o en las leyes del espíritu, de
acuerdo a las creencias religiosas.
Las Normas
de comportamiento social: los hombres
establecieron pautas de comportamiento social que hacen a la cultura de los
pueblos. Muchas de estas normas no se encuentran escritas, sino que se
transmiten de generación en generación, estableciendo hábitos y costumbres que
se traducen en estilos de vida, tales
como el idioma, el vestido y las tradiciones.
Los deberes:
Deber es todo aquello que está
obligado a cumplir el hombre para dar satisfacción a las demandas sociales que
su vida en relación le impone.
Entonces, el primero de sus deberes es el de
subsistir, y luego, como un mandato natural de solidaridad, el permitir a sus
semejantes realizarse como personas humanas.
Los derechos:
El
derecho es la facultad de hacer o exigir
todo aquello que le está permitido por las leyes naturales, por las positivas y
por las normas de comportamiento social. En este campo encontramos el derecho a
la vida y a la libertad y todos aquellos que no entren en colisión con los
derechos de los demás.
Así, el derecho a ser feliz y a realizarse
como persona tiene su correlato con la obligación que tiene la organización
social de permitirlo.
En
resumen podemos decir que el hombre es:
El
representante animado (posee un alma
racional)
del reino animal, que está dotado
de inteligencia que le permite distinguir el bien del mal, aprender y enseñar.
Quien puede gozar de
libertad para pensar, hacer, no hacer y dejar hacer. Por lo tanto es
responsable de sus pensamientos, sus obras y sus omisiones.
El ser con capacidad para
amar, para odiar y para perdonar.
El único que puede
comunicarse con las generaciones pasadas mediante el estudio, con el presente
por medio de los ejemplos y las palabras dichas, escuchadas o escritas y con
las futuras mediante las obras que deja y los genes que transmite.
Aquel que por encontrarse dotado de la
capacidad de asombrarse, de enseñar y aprender, se convirtió en la causa
eficiente de la prospectiva, puesto que sin el hombre no habría
adelantos en las ciencias, las técnicas
y las artes.
Cada hombre tiene su propia identidad, que lo
hace único e irrepetible, y un perfil de comportamiento adecuado al resultado
de la lucha interna que mantiene entre las virtudes y los vicios, tanto
personales como sociales.
Aquel que tiene el atributo de la libertad.
Al integrarse en una sociedad que busca
el bien común, el hombre limita ese don, aceptando deberes y cumpliendo
obligaciones impuestos por las leyes y normas de convivencia social.
Fourastié, en 'Le grand éspoir du
XX siecle',
nos dice: “El hombre de hoy no piensa con más rapidez que el de antes, no
es más inteligente, ni mejor, ni más
honesto, serio o equilibrado que hace cien años, pero vive en un mundo
transformado por un progreso técnico que
crece con ritmo acelerado. El medio de salir de esta situación es tomar
conciencia de lo que es efectivamente la evolución del mundo. Si llegáramos a
hacernos una idea menos caótica de las directrices generales de la evolución
económica, social y política, podríamos tener una conciencia del mundo del
mañana y de los sufrimientos que deben afrontar los pueblos y los gobiernos, tomando medidas para
anticiparse a los acontecimientos.”
Una de las paradojas más extrañas en el mundo
contemporáneo es el contraste entre la profusión de medios y la escasez de
fines. Nunca ha sido el hombre tan rico en medios de conocimientos y capacidad
de acción y nunca ha sido tan pobre en indicaciones sobre los destinos. Se
insiste en el "cómo" de las
cosas, pero no en su "para qué".
Título II
FINES
¡Felicidad!, Término difícil de
definir por cuanto se trata de un estado propio del ser humano. El Diccionario
de la Real Academia Española nos indica tres acepciones. La primera nos dice:
"Estado del ánimo que se complace en la posesión de un bien"; la
segunda "satisfacción, gusto, contento" y la tercera "suerte
feliz". Pero para el Pueblo, la felicidad
solamente se puede disfrutar cuando la sociedad alcanza el bien común.
Platón, en “Máximas”,
define a la felicidad como "el bien que resulta del conjunto de
todos los demás bienes que proporcionan una vida dichosa, la perfección de la
virtud; el bien de un ser que se basta sí mismo".
El hombre busca necesariamente su felicidad, porque
busca la perfección en su realización como ser humano. "Es oportuno
distinguir dos aspectos del mismo fin último: el aspecto subjetivo, que
consiste en la felicidad en general; y el aspecto objetivo, que consiste en el
bien concreto, en cuya posesión el hombre puede encontrar la felicidad a que
aspira. El hombre no puede renunciar a la felicidad, de la misma forma que no
puede renunciar a su ser. La felicidad es pues, el último fin subjetivo, el
aspecto bajo el cual se contempla y se desea todo el bien, tomado como un fin.”(8)
Para lograr ese fin, debe sentir que
la vida no es vana, que la felicidad es un objetivo que se logra con cada uno
de nuestros pensamientos y acciones. Cuando pensamos y obramos conforme a las
normas de urbanidad y dentro de la ley, nos sentimos anímicamente bien, porque
nuestra conciencia no encuentra qué reprocharnos, porque por sobre todas las cosas la felicidad es un estado del
espíritu que no proviene de la acumulación de riquezas materiales. Por ello es
muy importante cumplir nuestra primera vocación: la de querer ser felices, realizándonos como hombres.
Dios nos creó para que seamos felices, y puso en
nosotros los medios necesarios para lograrlo. El primero de ellos es la
vocación. Entendemos por esto el deseo vehemente de querer un bien que,
naciendo de nuestro interior, reclama una repuesta coherente de nuestra parte,
poniendo en juego toda nuestra capacidad para obtener ese logro, partiendo de
la realidad que nos toca vivir.
En mi larga vida de docente universitario he podido
palpar que muchos de mis alumnos fueron impelidos por motivos diversos a
iniciar un estudio o a desempeñar en la vida una profesión para la cual no tenían
vocación, pero luego triunfaron en la vida en actividades distintas, como
artistas, artesanos, comerciantes,
industriales o dirigentes de asociaciones civiles y políticas. En esos
que triunfaron existió un denominador común: supieron descubrir que su primera
vocación fue la de ser hombres, y como tales se realizaron en la vida.
Desde la tierna infancia, cuando el bebé abre los ojos
y descubre su entorno, comienza su proceso de aprendizaje. Por instinto se
alimenta, por imitación aprende y por el amor que recibe se inserta en una
familia y luego en la sociedad. Desde su escolaridad inicial debe asumir
responsabilidades que son propias de él, y demuestra inclinaciones y gustos al
comenzar a vivir su propia vida. Pero muchas veces los mayores, movidos por el
amor, asumimos sus tareas o
responsabilidades, sin caer en cuenta
que los estamos liberando de sus obligaciones primarias. (Por ejemplo cuando los padres, abuelos o tíos hacemos las tareas
escolares de nuestros chicos, y los sustituimos en el cumplimiento de sus
obligaciones.) (9)
Es en esa etapa de la vida, en la infancia, en la cual los mayores adquieren la
obligación moral de ayudar para que la persona se 'descubra' como tal e inicie su vocación de realizarse.
La posesión de medios materiales
ayuda a la formación de la responsabilidad en su uso, pero creer que en ellos
se encuentra la felicidad es un error. Los bienes materiales solamente cumplen la satisfacción del
servicio para los cuales fueron creados, pero siempre serán de naturaleza distinta
a la felicidad. Con respecto a esto, existe el dicho popular: "el dinero
no es la felicidad, pero calma los nervios".
Otro de los medios con que contamos para emprender el
camino de la felicidad es la capacidad de amar. Esta es propia de cada
individuo y se acrecienta con el ejercicio que de ella hacemos.
El amar al prójimo como queremos ser amados, mueve al
perdón, evita el rencor y concede la fortaleza necesaria para no caer en la
envidia, alegrándonos con la felicidad
ajena.
En resumen, el hombre, para llegar
a considerarse feliz, debe tener vocación de felicidad, es decir, querer ser
feliz. Esto no significa una resignación en la lucha sino un estado del
espíritu que mueve a gozar el bien poseído y alegrarnos con la felicidad ajena, porque la persona feliz es solidaria.
En estos días parece que la
felicidad ya no depende exclusivamente
del hombre, que muy poco puede hacer cuando el resto de la organización social
lo privó de la libertad de pensar, de elegir
a sus representantes y del papel que debe ocupar en la comunidad social,
jurídica y políticamente organizada.
El poeta César Antonio Alurralde
no dice: "Me lo imagino al hombre globalizado con el rostro como un huevo,
sin ojos, orejas, narices ni boca. A veces le prestan por un momento ojos y
oídos para ver y oír lo que el Poderoso quiere. Pero hablar: jamás, pensar;
menos”. Comparto esa opinión
y me permito agregar algo a esos conceptos:
Para mí el hombre globalizado
también tendrá el rostro
como un huevo, pero como un
'huevo duro' (hervido o pasado por agua),
porque la yema, que es la parte central del huevo y donde mora la vida animal,
por el proceso de cocción se encuentra inerte, lo que permite al
"poderoso" (usando la misma terminología de Alurralde),
utilizar a ese hombre globalizado como un «recurso
humano, que en la etiqueta de su envase
dice “no retornable”, ´´por
lo que luego del primer uso, se tira dentro de la olla donde
cocinamos el "tulpo"
(10) que sirve de alimento a los
beneficiados por la globalización.
Si la globalización es aceptada
desde una perspectiva únicamente material, trae como carga implícita el
atropello a la dignidad del hombre. Su primera manifestación es la pérdida de
la personalidad. En el idioma nacional, y en la mayoría de los idiomas
existentes, "hombre" es un
sustantivo, que nos indica una existencia real, independiente y personal.
En estos tiempos fue rebautizado como "recurso",
que significa "uno de los medios usados para lograr una cosa". Con
esto, el hombre deja de ser el sujeto de la ética y de la prospectiva para
ser un "medio" usado para la obtención de "algo".
Desde esta óptica, en lo económico el hombre pasa a ser un componente del
costo, apenas un número más en las estadísticas, sin personalidad propia. En el ámbito de lo religioso esto es lo mismo
que negar la obra de Dios. Por ello, y debido a mi formación humanista, me
resulta incomprensible ver que el término "Recursos Humanos" se utiliza para designar un título de grado
en Universidades «autodenominadas» confesionales, y que aún no se dieron cuenta
que están renegando del dogma al cual dicen pertenecer. Aparte de esto, deben
ser analizadas las consecuencias sociales, étnicas, políticas, financieras y
económicas que pueda traer consigo una globalización en la cual se encuentre
AUSENTE el HOMBRE como SUJETO de la sociedad.
Fin
de la Sociedad
"El análisis filosófico
evidencia en el Estado un elemento material, que es la pluralidad de personas, el pueblo. No se requiere, de suyo,
homogeneidad de origen, de cultura o de lengua, porque el Estado no se
identifica necesariamente con la patria y con la nación. Es la unidad moral de todos los miembros que
conciben con la inteligencia, que
persiguen con la voluntad, y en obediencia a la autoridad, el bien
común. Se trata de un vínculo moral estable, espiritual, racional, libre y, por
ende digno del hombre". (11) El elemento formal es la convergencia de
voluntades de los ciudadanos hacia un mismo fin: el bien común.
A la organización social le corresponde dictar las
normas de convivencia entre los hombres, y las relaciones de cada uno con el
Estado y con los otros Estados.
"Al Estado le corresponde la autoridad moral, el
poder material y cierta autonomía en su dinamismo hacia el bien común, querido
y buscado por todos sus componentes."(12)
Es el bien común el fin que justifica la existencia y
la autoridad del Estado. Si no cumple esa finalidad se produce un vacío de
poder, que puede denominarse ausencia del
Estado, transformado en una autoridad que, por no tener sustento en
virtudes y valores, carece del poder moral para gobernar.
Volviendo a lo tratado en el
parágrafo 20, digamos que el capital podrá globalizar la producción, el
comercio y la política, podrá eliminar fronteras y uniformar el consumo de
bienes; el Poder Político podrá dejar de ser ejercido por el Gobierno para
depender de un Poder Económico y Financiero multinacional; las riquezas podrán
pertenecer a los anónimos dueños de los "Grupos de Capitales", que
carecen de sentimientos y hasta de rostro humano; pero es difícil que ello
produzca la felicidad del hombre y que las sociedades alcancen el bien común.
Muchos sufrirán la pérdida de su identidad, y si el trabajo humano es considerado
un recurso sustituible por razones de economía y de eficiencia, aumentará la
desocupación y el número de personas discriminadas, condenadas a una vida
marginal. Sin embargo creo aún en el
hombre. Dentro de él se encuentra siempre latente la semilla de la libertad y
la opción de obrar conforme a los valores éticos. Éstos no podrán ser
eliminados por ninguna globalización, porque pertenecen a la naturaleza humana,
que está fuera del alcance de las leyes de la economía y de los hombres. Se
producirá una reacción, sólo Dios sabe cuándo y cómo, pero ocurrirá.
El hombre es libre, y puede
rectificar el rumbo de la historia. Para eso fue creado: para reinar sobre las
cosas y lograr la felicidad.
En varios textos, diversos autores escribieron algo
que debemos tomar como un dogma de fe: "Quien te creó sin tu ayuda, no te
salvará sin tu ayuda".
Estamos en un momento crucial en la historia de la
humanidad, pero ya hubo otros anteriormente. Muchas generaciones tuvieron sus
propios momentos y supieron seguir adelante. Nosotros también lo superaremos,
devolviendo al capital su naturaleza de medio. Aferrarnos a las virtudes y
valores humanos, y a la seguridad de que nuestro Dios no nos abandonará, es la
luz de esperanza que nos permitirá corregir el rumbo luego de cada equívoco.
Con
todo lo expuesto se construye el “cuadro de situación” dentro del cual
le corresponde al hombre actuar y luchar para realizarse como persona humana y
llegar tanto él como la sociedad de los hombres a poseer la felicidad, que sus
instituciones lleguen a brindar el bien común y que los pueblos pedan gozar del
progreso general, gozando un estado,
interno y externo, de Paz Social.
Para conseguir esos objetivos
debemos tener presente que lo lograremos mediante una lucha permanente en la
cual se encuentra comprometida toda la humanidad, porque como ya lo expresara
más arriba el hombre en forma consciente
o inconsciente transmite su sistema organizativo, sus valores y sus vicios a
todas las instituciones que crea, desde su primer núcleo social, su familia,
hasta la organización de los Estados y las relaciones entre los mismos en un
mundo integrado por las comunicaciones e intercambios humanos, de bienes y servicios.
Lo primero que debemos
apreciar en el esquema es que el hombre no esta solo, sino integrando una
comunidad, que se inicia en la familia, su grupo de amigos que forman la “familia de afinidad “ el
vecindario organizado regido por el Estado Municipal, el cual integra otro
Estado (que en el caso argentino denominamos Provincia) y el conjunto de
ellos forma una Nación con capacidad de
dictar sus leyes y la obligación de hacer justicia.
eL estado
de LUCHA DEL HOMBRE
Perfil ético DEL ESTADO
DEL
HOMBRE
virtudes
vicios
propias
propios
Prudencia Soberbia
Justicia
Avaricia
Fortaleza
Lujuria
Templanza
Gula 2
1
1
valores individuales
Envidia
Humanidad
Pereza
Rectitud
Sociales o de
Fidelidad la organización
Amor al prójimo
Deshonestidad
Sociales
Anonimato.
Justicia Social
Fracaso
Subsidiaridad Pobreza
Solidaridad
Vejez
1 y 2
Influencias
Relaciones Diplomáticas
Relaciones Económicas I
Internacionales Financieras y
FONDOS BUITRES
Estos Estados: Nación,
Provincia, Municipio, regulan los
deberes y derechos de los hombres ejercen influencias decisivas en las virtudes
y en los vicios de los hombres que lo integran (en el grafico las
representamos con las flechas 1 y 2. El
Sistema de Gobierno, sobre todo en las
Monarquías Absolutas y en las Democracias que descansan sobre la base de las
estructuras de los Partidos Políticos, que ejercen el Poder, estas influencias
siempre tienen a romper la igualdad de los hombres frente de las leyes e
inciden en los perfiles individuales de los habitantes, condicionando las
libertades humanas, y como consecuencia de ello sui influencia en el Perfil de
la Sociedad, que internacionalmente influye también en las relaciones de los
pueblos entre sí.
Pero como en toda
Democracias, el Pueblo siempre tiene el gobierno que eligió, (algunos
autores dicen “el que se merece” prefiero decir el que le impone la clase
dirigente, que normalmente responde a intereses
sectoriales) urge la necesidad de intensificar
en la formación integral del hombre, brindándole formación de las
disciplinas sociales y políticas son fundamentales para lograr la formación
plena del individuo y por ende del pueblo.
Los
Valores Sociales, siempre son una resultante de los valores de los habitantes
que integran el pueblo, y una consecuencia directa de la correcta distribución
de atribuciones e independencia de los Órganos que ejercen el Poder.
De
la misma forma los Vicios Sociales, derivan del triunfo de los vicios
individuales sobre las virtudes y los valores-
Pero un país no se encuentra aislado en el Mundo, sino que convive con
todos los que existen, y mantienen relaciones bilaterales y multilaterales
entre ellos, pero no solamente las que corresponden a las vías diplomáticas,
sino a asuntos Económicos y Financieros, las que también ejercen presiones que
influyen en los Estados y lógicamente en sus habitantes.
Entre
los valores sociales que considero necesario acrecentar se encuentra el sentido
de Patria, que unifica el accionar del pueblo regido por leyes y tradiciones
seculares, Santo Tomás de Aquino en la ‘Summa
Theológica’, nos dice: “Después de Dios, los
padres y la patria son también principios de nuestro ser y gobierno, pues de ellos y de ella hemos nacido y nos hemos criado.
Por lo tanto, después de Dios, a los padres y a la patria es a quienes más
debemos”.
“La
patria –o dicho con más precisión, la relación personal con ella- es uno de los
principios constitutivos de la personalidad concreta de cada hombre en la medida en que es una determinación
cultural de máxima entidad, susceptible de ser desarrollada en forma casi
ilimitada. En tal sentido, un ancho sector de la vida humana encuentra en esta
referencia de pertenencia su propio valor, a punto tal que su pérdida, rechazo
o abandono implica siempre, por necesidad, una devaluación o corrupción vital:
es la contradicción interior, una infidelidad suprema al orden natural. De ahí que
toda persona con integridad moral
comprenda que una vida
asentada sobre tal tradición o desvinculación con su patria
no sea digna de ser vivida” (13)
Es
el sentimiento de patria, o “sentido de pertenencia a un pueblo”, el amor que
une a una comunidad en la búsqueda del bien común, por dos caminos que
confluyen en el mismo objetivo: las Virtudes Sociales de la Solidaridad y la Subsidiaridad, con las que
debemos enfrentarnos con los Vicios Sociales, que también son propios de la naturaleza humana, tales como:
La deshonestidad
Uno de los principales
pecados humanos es la falta de honradez en sus pensamientos como en sus
procedimientos, buscando siempre el mayor placer, utilidad, ganancia o
favor con el menor esfuerzo, y esta
actitud la transmite el hombre a las organizaciones que crea
.
Es
un derecho universalmente aceptado, el que todo hombre pueda asociarse para
perseguir fines útiles, pero siguiendo procedimientos éticos, no acepta la Ley
moral, ni la escrita una asociación para delinquir, sin embargo el
problema de la actualidad en el mundo es la corrupción. Fenómeno que se debatió casi siempre con relación al
corrupto, remarcando que esa falta corresponde, casi con exclusividad a quienes
ocupan funciones públicas, los que se dedican a las actividades privadas
siempre son tenido por probos.
“Pocos han hablado de la otra
cara de la moneda: del papel de las corporaciones multinacionales y los
gobiernos de los países industrializados en los escándalos de corrupción que han sacudido el mundo”(13)
guardando silencio en el hecho necesario que exista un corruptor para dar
existencia a un corrupto, y que la corrupción por pertenecer a la naturaleza humana la encontramos desde el
trato familiar entre los hombres, y en las relaciones económicas, tanto en lo
referido a lo público como a lo privado-
Para que exista con corrupto, necesariamente debe existir un corruptor, a lo largo de
los siglos ha sido demostrado: que no corrompe quién quiere hacerlo, sino aquel
puede hacerlo, porque para corromper se necesita poseer Poder, medios, carencia de escrúpulos y normas o
situaciones de hecho que brinden
impunidad al corruptor.
La corrupción no es un fenómeno que
se presenta como una novedad de la civilización o la globalización, es tan antigua
como el hombre. Francisco de Quevedo y Villegas en su escrito: “Quienes
son ladrones, quienes sus ministros y en que se los
conoce (Escrito publicado en la Biblioteca Internacional de Obras Famosas Londres-Buenos Aires en 1902. Tomo X, pág. 4.848), allí nos
dice: “De verdad, de verdad os digo: quien no entra por la puerta en el redil
de las ovejas, sino que sube por otra parte, es un ladrón y robador. Pero el ladrón tiene el orgullo y la
estimación pública que no esta en el provecho el ser ladrón sino el ser conocido por tal”.
Esto de entrar por otra parte y dejar la puerta, el primer hombre fue el primero que lo hizo,
pues quiso ser semejante a Dios, no por
la puerta de su obediencia, sino por consejo de la serpiente, y la insistencia
de Eva. Como pena Dios les enseñó como
salida la puerta del Paraíso y dejó en ella un Serafín con una espada de fuego
al cuidado del Edén.
¡Gran cosa que estén las
puertas abiertas! Pero que nadie
entre por ellas rogando el paso con todo
tráfago y comercio, porque por la puerta
del Rey de la Creación se entra por la
virtud, el mérito y el valor, quien entra por aquí es el pastor que a la casa viene a servir. Quien
entra, gateando por la lisonja, o trepa con la mentira, y encarama sobre los cohechos a robar viene. El mayor ladrón no es él hurta
porque no tiene, sino él teniendo mucho, hurta para tener más.
Pero
si el ladrón que entra por los tejados y azoteas es ayudado de adentro por el pastor que está
encargado de la majada, éste es más ladrón, porque ha robado la confianza que en él ha depositado el dueño”
San Pablo dijo: ¡Cuantas vidas
cuesta la conservación de la vanidad de los ambiciosos y el entretenerse en los peligros
escalar por las ventanas, siempre se desempeñan
al bajar y pierden su botín!¡Qué pocos ministros saben hacer desdenes al oro, a la
plata y a las joyas! ¡Que pocos son los esquivos a la dadiva! ¡Qué pocas
dádivas hay que sepan volver por donde vienen!”
La Biblia, nos cuenta que Esaú, hijo primogénito de Isaac y hermano de Jacob, acosado
por el hambre, le vendió a éste su primogenitura por un plato de lentejas,
hecho que permitió que Jacob fuera el
Patriarca de las 12 tribus de
Israel.
En la historia del Mundo encontramos ejemplos de
abusos deshonestos de pueblos que en nombre de la “civilización”, despojaron a otros pueblos, tildados de ‘incultos o salvajes’,
de sus riquezas trocando piedras y vidrios,
por oro y plata, o permitiéndoles
vivir a cambio de la pérdida de
su libertad y la prestación personal en estado de esclavitud.
Esta clase de Pecado social debe
combatirse con la solidaridad para socorrerlos,
con la subsidiaridad para enseñarles el cómo satisfacer las necesidades
primarias, pero basado en la Justicia Social que sirve de sustento a las otras
virtudes.
El anonimato
“La definición tomista de la
ley, como una ordenación de la inteligencia, nos coloca ya en presencia del
hombre como autor y protagonista de su propia existencia. Esta dimensión
personal sirve precisamente para distinguir cuando una ley es propiamente tal y
cuando lo es sólo en sentido analógico.
El
hombre como sujeto de la creación fue perdiendo su carácter de factor de la
prospectiva, para convertirse en un dato de las estadísticas, primero en forma
lenta, y luego de la Revolución Industrial en forma acelerada.
Los
avances de técnicas de producción y distribución de la riqueza significó la
sustitución del hombre por las máquinas, generando el desempleo y sumiendo en
la pobreza y en mano de obra ociosa a los potenciales trabajadores. Nace así la
cosificación del hombre, el cual considerado como un objeto y su trabajo
solamente un elemento del costo de producción.
En
escritos anteriores me he referido a la expresión “recursos humanos”, en los
siguientes términos:
“Recursos
humanos es la desnaturalización del
hombre, que es tratado como una cosa, un producto que se agrega a un proceso
para determinar u costo o un precio.
Se
ignora que el hombre no es un objeto, sino el sujeto de la economía y todo
lo creado.
Se
lo considera un ingrediente más en el
proceso productivo, de un elemento válido para formar un precio, aún
cuando queremos referirnos a una formación intelectual o profesional. Ignorando
que el hombre es el único ser con capacidad para aprender, enseñar, comunicarse
por medios orales, escrito y visuales, hasta con las
generaciones futuras, el recibir la información necesaria que transformará en
conocimiento, y legar esa información acompañada de sus vivencias a las
generaciones futuras.
Duele
aún más cuando es escuchada la expresión recursos humanos, en foros
universitarios y suena trágicamente
cuando es utilizada en la denominación de una carrera universitaria “borrando
con el codo” lo que en forma general se
escribió con la razón y el corazón en los Estatutos Universitarios ‘la
formación integral del hombre’ y suena como una blasfemia dicha en un templo
cuando es usada en una Universidad que se dice Católica, porque esta negando
una parte esencial de la creación de Dios, la sacralización del hombre”.(14)
Aparte
de lo expresado, que se refiere a la Teología y a la Filosofía el designar a un
sustantivo, en este caso: Hombre,
ocupando una función que en la oración corresponde a un adjetivo, es desconocer el idioma que nos identifica
Pero
al haberse incluido en la Constitución Argentina, disposiciones referidas a los
Derechos Humanos, su uso, tanto en la Administración del Estado, como en el periodismo
o en establecimientos educativos,
que transformaron en institutos de ‘información técnica, en lugar de tender a
la formación científica y humana, y esto se encuentra en colisión con la
Declaración Universal de los Derechos. aprobada en
1979, por la Organización de las Naciones Unidas
Esto
no es más que una muestra del nivel de
anonimato, en el cual se encuentra el hombre en la actualidad. Para los
estadistas, y economistas, es solamente un número, para
los educadores un ‘nombre y un apellido’ al debe brindarle información, para los políticos un ‘voto’ que debe
conquistar, para el comerciante un
‘cliente’ con el cual puede lucrar, para
un prestador de un servicio público, un ‘usuario’ que le paga servicios que no
recibe lo cual le permite una mayor ganancia y un menor costo.
El fracaso
El hombre cuando cumplió su
ciclo de adolescencia debe tomar la decisión más importante de su: estudiar,
trabajar o
por la situación económica: estudiar y trabajar.
Si
se decidió por el estudio debe tener presente que adquirió una obligación con
la sociedad, formándose conforme su vocación para brindar un servicio, que debe cumplir mediante el sacrificio y el
estudio. Adquirió la naturaleza de estudiante y a ella debe dedicarle toda su
juventud. Lo cual no significa un castigo, sino por lo contrario es un premio
que le concede la sociedad que le permite dedicarse íntegramente al estudio y
le obliga a una retribución de ese esfuerzo social en el menor tiempo posible, prefiero decirlo en castellano: de ‘tiempo completo’
La
condición de aquel debe “trabajar y estudiar”, requiere un sacrificio mayor, lo
mismo que aquellos estudiantes que durante su carrera cambian su estado civil y
deben mantener una familia.
Las
carreras universitarias, normalmente se planifican en años, pero eso no es nada más que un plan, que el alumno puede
cursar en menos o más tiempo, la
duración de una carrera dependerá siempre de la dedicación y capacidad de cada
alumno.
Las
Estadísticas son demostrativas del elevado número de desgranamiento estudiantil
en todos los países, siendo lógicamente más elevado en aquellos que poseen ingreso irrestricto.
Pero el hecho que un alumno abandone los estudios universitarios, no por ello
se lo debe considerar como un fracasado social, su paso por una
Universidad, lo poco o mucho que haya
allí haya aprendido lo colocan en un nivel superior de conocimientos de otro
que no pudo iniciar estudios terciarios.
Los
avances de las técnicas de producción, distribución y consumo, trajo aparejado
la sustitución del trabajo humano por
las máquinas, lo cual incidió en el aumento de la desocupación y
pobreza. La privatización de Servicios Públicos adjudicadas a empresas
multinacionales, produjo la pérdida de empleos
de los nacionales, y el hecho que un trabajador de más de cuarenta y
cinco años, se convierta en un habitante frustrado. Esto se encuentra agravado
por la inacción política de los
gobiernos.
La
quiebra de los servicios sociales de salud, y de protección a la ancianidad y a
los niños, establecidos por cláusulas constitucionales hace que el porvenir de los mismos sea dudoso.
Y
un pueblo donde la mitad de ella se
encuentra en situación de fracaso social no puede ser feliz, porque no puede llegar a gozar del bien
común.
La pobreza
La pobreza, como
problema social no es una novedad en el
mundo, en las Sagradas Escrituras se reconoce que siempre habrá pobres, porque
la distribución de las riquezas las efectúan
los hombres y los hombres no son perfectos ni
reina en ellos la virtud de la
justicia.
Materialmente Pobre es aquel
que carece de los bienes suficientes para subsistir dignamente a pesar del
trabajo que realiza, por la iniquidad de
la relación de precios y salarios, es así una víctima de una injusticia social.
Es necesario distinguir entre la pobreza por circunstancias ajenas al sujeto
de aquellas
que es fruto de la vagancia
del hombre que prefiere mendigar,
pedir
o robar, y hacer de ello su profesión habitual.
Los
bienes con que cuenta el mundo son suficientes para que todos puedan subsistir, como dijo Su Santidad
Pío XII en su discurso Il deciderio: “En la mesa de la humanidad hay alimentos
para todos, el problema es su
distribución” Y de esa distribución son responsables los Poderes
Públicos, Económicos, Financieros y
todos aquellos hombres en los cuales no habita la solidaridad, por encontrar
ocupado su lugar por la codicia.
La pobreza se ha convertido
de un problema personal y local a un problema
mundial, Hoy existen países que pueden denominarse ricos y desarrollados
frente a países emergentes y
subdesarrollados. Esto es un in justicia
que merece un estudio para determinar el
grado de justicia de esa relación, porque la revisión histórica nos indica que
muchos de esos bienes que sirven de ostentación, no poseen un origen
transparente.
La vejez
Luego de haber vivido, la
niñez, la adolescencia, la juventud, la
madurez, ahora que me encuentro,
encuadrado socialmente en lo que despectivamente denominan la “tercera
edad”.. Puedo hacer un
examen de las etapas vividas.
Es la niñez la que marca el carácter del
hombre, sobre todo cuando se la pasa en familia, cuando es compartida con los
padres, hermanos y amigos, cuando nace la primera obligación, la asistencia a
clase, la socialización con otros niños de la misma edad, nos parece una carga
el estudio, pero al poco tiempo se hace una costumbre.
Terminada es dulce etapa entramos en la adolescencia, que generalmente
era marcada por el ingreso a la educación secundaria, vivimos los problemas
propios de la juventud, ansiando ser jóvenes y sintiéndonos aún niños, en esa
época muchos de nosotros enfrentó la realidad del trabajo y la responsabilidad
de los hermanos menores y tomamos al final de ella la decisión de estudiar o
trabajar.
Entramos
a la vida estudiantil, es la hora de asumir nuestras obligaciones, el estudio,
el trabajo, la preparación para el
futuro cercano, la emoción de la primera materia aprobada, la
experiencia del primer aplazo y finalmente la graduación.
Luego entramos en la vida del trabajo
profesional, nos realizamos como hombres, constituimos un hogar, ejercemos tres
funciones para las cuales no fue necesario cursar estudios, sino saber convivir
a amar. Esposos, Padres y Abuelos.
Con paso de los años entramos a la
tercera edad, que siempre nos sorprende, interiormente hubiésemos querido
seguir siendo jóvenes, pero quién creó el mundo dispuso sabiamente el lugar que
debemos ocupar de acuerdo a las edades y capacidades de cada uno.
Los
hombres se encargaron de asignar tareas generando deberes y obligaciones, a los
niños: y adolescentes la educarse, a los jóvenes madurar como hombres, a los
adultos trabajar y con los viejos ¿Qué hacemos?
Primero
debemos decidir cuando una persona es vieja, que es lo mismo que decir se encuentra
amortizada por el tiempo o por la obsolescencia.
Cuando
se tuvo la desgracia de perder el trabajo con más de 40 años y 20 años de
servicios, pasamos a desempeñar el papel de desocupados o buscamos una
subocupación.
Existen
organizaciones raras como algunas Universidades, que por sus Estatutos disponen
que el docente de sesenta y años, debe ser de baja por
obsoletos.
Sin tener en cuenta que la mayoría de los Premios
Nóbel otorgados desde 1901 al 2002, fueron recibidos por personas de más de 65
años.
Las
Compañías de Seguros y muchas entidades
Financieras, dispusieron que una persona de 65 años es insolvente y tiene la esperanza de vida que determinan las
tablas de probabilidades confeccionadas en 1909.
Los
lazos familiares tienden a debilitarse, los que no tuvieron la suerte de tener
descendencia que los agrupe y acepte, cuando se encuentran en soledad se los
recluye en “archivos de viejos” llamado
pomposamente “geriátricos” donde pasarán
sus últimos “arrumbados como un mueble viejo”, maldiciendo tener que
depender del PAMI.
Los
que a pesar de los años mantenemos encendida en el corazón la condición de
estudiantes, no aceptamos el ser dados de baja de la vida por amortización o
por obsolescencia, como los árboles de Alejandro Casona, morimos de
pie, y nuestra madera sirve para calentar la estufa
que da calor a un niño, que es esperanza de un futuro mejor.
Capítulo II
El Camino a la
Felicidad
En el Capítulo anterior dijimos que
el hombre busca necesariamente su felicidad porque quiere la perfección en su
realización como ser humano. Pero la felicidad no es un don otorgado en forma
gratuita por el Creador, ni es objeto de cambio que pueda adquirirse en el
Mercado. Es el resultado del camino que se recorre en todo el transcurso de la
existencia terrena. Es el objetivo al cual aspiramos llegar y que no debemos
perder de vista cuando cosas o hechos nos pueden ofuscar la razón.
Como dijo el poeta Antonio Machado
"caminante no hay camino, se hace camino al andar". La felicidad sólo se alcanza mediante el diario vivir
ético, cumpliendo nuestras obligaciones, por amor más que por deber.
Título I
La Ética
El
Diccionario de la lengua española le dedica un par de renglones a la definición
de ética, diciendo: "Parte de la filosofía que trata de la moral y de las
obligaciones del hombre". Con esos dos renglones es mucho lo que se dice.
En primer lugar nos indica que es una parte de la filosofía, y la Filosofía es
la ciencia que trata de la esencia, propiedades, causas y efectos de las cosas.
Luego nos indica que se refiere a la moralidad de las acciones humanas. Es por
ello que el hombre, cada hombre y todos los hombres, es el único sujeto de la
Ética, por ser el único ser vivo que posee la capacidad de diferenciar el bien
del mal y de obrar según su libre elección.
El ser humano se desenvuelve dentro de dos «órdenes» o
mundos distintos: el que le viene ya dado por la naturaleza y el que surge de
su condición de ser libre, en virtud del cual es autor de todo aquello que
agrega a la naturaleza. Es la conocida distinción entre lo que el hombre recibe
hecho y lo que él conforma o hace: la cultura. Este mundo del quehacer del
hombre da lugar al orden moral. Conviene recordar, desde este punto de vista,
uno de los caracteres distintivos del hombre respecto de los demás seres: éstos
están determinados respecto a la relación de fines y medios, por lo que no
pueden salirse de su orden, en cambio el hombre no lo está, por lo que, en
principio, puede salirse de su orden. Decimos en principio, porque si cierto es
que puede salirse -en su condición de ser libre-, no lo puede en cuanto a la responsabilidad que significa
el ejercicio de su libertad. Una libertad que se entienda como el poder para
hacer todo y que signifique obrar según los dictados del impulso, no sería
propiamente tal; es lo que Guard1ini
llama una «...libertad fantástica, no real» (15).
El obrar ético se asienta en las virtudes y en los
valores, que deben triunfar sobre los vicios y los desvalores sociales, para transitar el camino de la realización
humana.
"Un ser vivo se reconoce por la
capacidad de desarrollar una actividad espontánea y dirigida al bienestar del
sujeto. Sin embargo, no cualquier actividad interesa a la doctrina moral, sino
la actitud que ordena por sí e intencionalmente al fin objetivamente último de
la vida humana. La calificación «de
específicamente humana» compete a la
actividad que se desarrolla bajo el signo de un conocimiento anterior al
juicio y de su valoración o juicio sobre el grado de relación, al menos de
opción o elección libremente hecha y definitiva de tal objetivo en
circunstancias dadas. La virtud es una
variedad dentro de la categoría de los hábitos que requiere un grado de vigilancia
y autodeterminación por parte de la conciencia de todos los actos humanos. Un
hábito debe ser ejercido para lograr intensificar cada vez más el interés de
conseguir un fin determinado.(16)
Serafino Guarice nos dice: “No es la
instancia religiosa sino la sociológica la que inspira el comportamiento. La
doctrina que Budda Siddhartha dejó
en el extremo oriente se basa en el sufrimiento y las opresiones ante las que
sucumben los desamparados. Lo que como estilo de vida moral debe adoptarse es
el esfuerzo de participar en la vida de los demás. Para ello elaboró la
doctrina de los cuatro inconmensurables o cuatro sentimientos infinitos: la
benevolencia, la compasión, la alegría
por la alegría de los demás y la perfecta ecuanimidad.”
Aristóteles explica a la virtud como el justo
medio entre el exceso y el defecto; y puede alcanzarse haciendo
propios los estados de ánimo y los comportamientos de las personas juiciosas.
Letizia nos dice que la filosofía aristotélica tiene el gran
mérito de dejar de lado en el concepto de “virtud” toda referencia a la
tradición y a la religión, ateniéndose sólo a la psicología del hombre. El
hombre no es virtuoso ni vicioso, sino solamente con una disposición natural a
la virtud. Aristóteles busca en el mundo secreto de sus intenciones y de sus
afectos la verdadera fuente de la virtud, que está tan íntimamente ligada al
hábito que no se puede llamar virtuoso a quien realiza una sola vez un acto
virtuoso. No es la exterioridad del acto lo que hay que mirar, sino su valor
intrínseco.
En materia de virtud no se deben dar preceptos independientes de los sujetos
obrantes ni de las circunstancias en que obran. La virtud es un medio conforme
al juicio exacto, como el que podría tener un hombre prudente, un hombre sabio.
Por eso precisa la definición de virtud aún más diciendo: "Es la virtud un hábito selectivo, consistente en un término medio
con respecto a nosotros, determinado por la razón y por la razón de un hombre
prudente". (16)
La filosofía Aristotélica afirma que
la racionalidad del ser humano comprende la facultad de pensar y la de querer.
Por eso las virtudes pueden agruparse en dos áreas: las que nacen de la
reflexión, virtudes dianoéticas; y
las originadas en la acción, virtudes
éticas.
Letizia, citando a W.D. Ross en su escrito sobre
Aristóteles, nos dice: "se ha definido al hombre virtuoso como aquél
que actúa de acuerdo con la 'regla
general'. El establecimiento de esta regla es una operación intelectual cuya
naturaleza debemos estudiar. La felicidad ha sido definida como una 'actividad
del alma conforme a la virtud o, si hay más de una virtud, conforme a la mejor
y a la más perfecta'. Si queremos saber lo que es la felicidad, es preciso
considerar la naturaleza de las actividades intelectuales, así como las
virtudes morales y buscar cuál virtud, entre todas, es la mejor." (17)
Además de las virtudes, el hombre
cuenta para lograr su felicidad con una serie de valores, considerados
como cualidades del alma que mueven a acometer resueltamente grandes empresas y
enfrentar sin miedo el peligro. Filosóficamente se estudia en la axiología o
teoría de los valores.
En general, las escuelas axiológicas admiten que el
valor es atemporal, y se da en una jerarquía que muchas veces es subjetiva. A
cada valor le corresponde siempre un vicio de signo contrario. Entre las
clasificaciones más aceptadas tenemos la que clasifica a los valores en
lógicos, estéticos, éticos, económicos, culturales, sociales, etc.
Los vicios son defectos con relación a la rectitud y a las acciones. Que pueden convertirse en hábitos de obrar
mal por los excesos y los defectos que enfrentan las virtudes y los valores.
Como propiedad o costumbre los vicios son exclusivos de las personas de
existencia física. Las personas ideales, al encontrarse su voluntad limitada
por las normas establecidas por los hombres, no poseen la capacidad para ser
buenas o malas, ni son sujetos de la ética. Las que serán buenas, malas o no
éticas, son las personas físicas, que deciden en nombre de las de existencia
ideal, entre las que encuentran tanto las instituciones privadas y las
públicas, creadas por los hombres donde
sobresalen los Estados.
Confucio considera cinco valores principales cuya
práctica recomienda y a los que dedica
máximas y aforismos:
Humanidad,
que se manifiesta en la sensibilidad, compasión y amor a nuestros semejantes.
De ella dijo: 'De la moral provienen dos cosas esenciales: la cultura de la naturaleza
inteligente y la duración de los pueblos'. 'El hombre, aún el más débil, puede
hacer alguna cosa buena: si no es capaz de ciencia, tal vez lo sea de la virtud.'
Justicia, que es dar a cada uno lo que le
pertenece. De ella dice: 'Es preciso que el entendimiento vaya
adornado de la ciencia de las cosas, a fin de separar el bien del mal.' 'Aparte
del cielo, que pertenece al hombre, está la naturaleza inteligente. La
conformidad con esta naturaleza, constituye la regla, el cuidado de hacerla
efectiva y sujetarse a ella, es el ejercicio del sabio'. 'Una vez promulgadas
vuestras leyes, deben ser cumplidas; peligroso sería dejar de practicarlas;
pero atroz y terrible ordenar su ejecución si resultasen inhumanas'.
La fidelidad,
conforme los usos y costumbres establecidos. Lealtad es mantener la fe que
uno debe a otro: 'El buen procedimiento
consiste en ser sinceros y conformar el alma con la voluntad universal; esto
es, hacer con los demás lo que yo deseo que hagan ellos conmigo.' «Recompensar
la injuria con la indiferencia y el beneficio con la gratitud: he aquí lo justo» .
La rectitud
del talento y del corazón, que impele a buscar siempre la verdad.
'Si es vergonzoso engañar a aquellos con
quienes se vive, mucho mas criminal resulta mentir a la posteridad.' 'No hables
bien de ti a los demás, pues no habrás de convencerlos; no hables mal, pues te
juzgarán mucho peor de lo que tú
pudieras decirles.'
La sinceridad, que es el modo de decir lo que se
piensa libre de fingimiento, pero sin agravios ni ofensas. 'No se distingue el hombre de
los otros animales, sino por la inteligencia pensante. Algunos la cultivan,
pero otros, y en mayor número, la descuidan. Éstos parece que quieren renunciar
a lo que del bruto les separa'(18).
Una noción general de valor la encontramos en un
trabajo presentado a la XXII Conferencia Interamericana de Contabilidad (Lima
septiembre de 1997). En la página 242 del Tomo I de los Trabajos
Interamericanos se dice: “Valores: Noción general: esencias del bien, es decir,
realidades dignas de ser apreciadas. Discernimiento y jerarquización:
valores útiles, vitales, intelectuales, estéticos, éticos, religiosos. Valores
ambivalentes (valores auténticos, pero que el hombre, por interés o pasión
puede usar mal)”.
Si en las virtudes dianoéticas, que nacen de la reflexión, cabe el exceso, en
las éticas, que provienen de la acción, la regla de oro está dada por el justo
medio entre el exceso y el defecto. Esto no es mediocridad, porque la virtud
tiende al perfeccionamiento del ser y llega a ejercerse hasta de manera
heroica.
Las virtudes éticas se subdividen, según regulen la
parte irracional del hombre o las relaciones de un hombre determinado con sus
semejantes:
Fortaleza:
virtud que se relaciona con el miedo y el dolor, constituye el justo medio
entre la cobardía y la temeridad.
Templanza:
pone orden en los placeres de los sentidos y constituye el justo medio entre la
intemperancia y la insensibilidad.
Pudor o
modestia: controla las emociones y es el medio entre la desfachatez o
desvergüenza y la timidez.
Con respecto a las relaciones del hombre con sus
semejantes las virtudes son:
Liberalidad:
que versa sobre el correcto uso de la riqueza y es el justo medio entre la tacañería
y la prodigalidad.
Magnificencia,
que se refiere a los gastos a realizar por las grandes empresas y es el justo
medio entre la mezquindad y el despilfarro.
Sigue una virtud que Aristóteles no identifica con un
nombre preciso y que es el justo medio entre la ambición y la indiferencia.
Otras virtudes son:
Magnanimidad,
es el medio entre la pusilanimidad y la megalomanía.
Mansedumbre, se encuentra entre la irascibilidad y la
impasibilidad.
Veracidad, situada entre la disimulación y la fanfarronería.
Urbanidad,
que se halla entre la rusticidad y la bufonería.
Amabilidad, ocupa el justo medio entre la adulación y la
grosería.
Némesis: este término, de difícil traducción, literalmente
significa justa indignación y es esa virtud que se encuentra entre la
envidia y la malevolencia.
Justicia: la principal de todas las virtudes, puesto que ocupa
el justo medio entre el exceso y el defecto.(19)
Consideramos que el hábito de vivir ético es el único
camino que conduce al hombre a la felicidad. Por eso deben cumplirlo también
las organizaciones por él formadas.
También debemos
tener presente que “no es posible combatir la corrupción apelando
exclusivamente a la ética y a la transmisión de los valores morales. Es
necesario que se eliminen las oportunidades que generan la corrupción,
incrementando al mismo tiempo los costos y los riesgos que la misma
implica. Debe crearse dentro de la
administración un ‘hábitat de moralidad’, que haga imposible la
concreción de los intentos y de los actos de corrupción” (20).
Título II
El Acto Humano
El término 'acto' es uno de los
vocablos de más larga y complicada historia. En el leguaje común designa al
hecho o acción. La primera precisión sobre este punto procede de Aristóteles.
Éste entiende por acto lo que se
opone a potencia. La contraposición entre acto y
potencia puede ser equiparada a la que hay entre forma y materia. El acto es, en suma, energía, acción, y como
tal puede tener diversos grados según la mayor o menor aproximación al ser
inteligente que lo conforma o determina (21)
El Diccionario Filosófico de Ferrater Mora, cuando se refiere al acto ético, nos dice
que es un “acontecimiento debido a la intervención de un ser susceptible de
calificación moral, y no solamente a causas físicas: un acto de valor, en este
sentido, puede consistir no en movimiento perceptible, sino al contrario,
en una inhibición”.
Es en la Teología donde encontramos una diferenciación
entre acto humano, que procede de la deliberada voluntad
del hombre, y acto del hombre, que corresponde a toda acción ejecutada sin
deliberación y, como propia del instinto, no lo hace responsable en el fuero de
su conciencia.
El Diccionario de la Real Academia de la Lengua nos
indica su uso corriente con el significado de hecho o acción. También en ese
sentido el acto que realiza el hombre por acción, por omisión o por
pensamiento, aceptado en forma voluntaria por la conciencia, debe ser ético, es
decir, debe merecer la calificación de moral.
Elementos del
acto humano:
Todo
hecho o acto moral revela tres elementos constitutivos:
entendimiento, voluntad, y ejecución.
El entendimiento es uno, pero en él distinguimos, según Aristóteles, un entendimiento
especulativo y un entendimiento práctico. "El primero se relaciona con las
cosas universales y necesarias y su objeto es la verdad. El segundo considera
las cosas particulares y su objeto es el modo de actuar en determinadas
circunstancias. Es decir, el entendimiento especulativo es la facultad de
entender y captar los principios, logrando las conclusiones por medio del
raciocinio; el segundo, en cambio, delibera y juzga lo que conviene hacer en
determinadas circunstancias." (10)
El segundo elemento del acto moral es la voluntad,
la facultad de querer tomar una
determinación luego de haber analizado, mediante el conocimiento, las razones
que motivan el acto. Según Santo Tomás, el acto voluntario es "el que
procede de un principio intrínseco con
conocimiento y fin". (11) Es
decir, es un acto realizado sin ningún tipo de coacción, por lo que el hombre
es plenamente responsable del mismo.
El tercer elemento es la ejecución del acto,
que consiste no solamente en la realización o efectivización
en el momento, sino que se lleve a cabo
en la forma y con los medios previstos. Cuando el acto confiere un mandato de
hacer o de no hacer, el mandante debe controlar cómo se ejecutó, porque de nada vale mandar a realizar un acto
si luego no es controlado y si no existe penalidad alguna por el
incumplimiento.
Conciencia moral:
Cuando no se trata de un acto
reflejo (por ejemplo, caminar, vestirse diariamente) es necesario recurrir a
'la conciencia moral', que tiene su origen en el conocimiento del problema que
motiva el acto. Ella nos indica si corresponde realizarlo, conforme al fin que
se persigue y a los medios materiales con que se cuenta. Pero por sobre todas las cosas, debe
analizarse la capacidad, autoridad y libertad que se posee. Luego de encontrar
conformidad entre lo que se quiere hacer y la conciencia, recién se está en
condiciones de ejecutar el acto. La prisa y la imprudencia nunca son buenas
consejeras.
Libertad:
Consideramos a la libertad como la
facultad natural que posee el hombre de obrar de una manera, de otra, o de no
obrar, sin ninguna coacción.
El problema de la libertad es uno de los temas
centrales de reflexión en las ciencias filosóficas, antropológicas, políticas y
económicas. La libertad es un componente esencial del hombre. Únicamente
obrando con libertad puede llegar el hombre a ser ético.
El concepto de libertad comprende la capacidad que el
hombre tiene de disponer de sí mismo, es decir, de autodeterminarse. En su
existencia concreta el hombre experimenta a un tiempo su doble condición de ser
libre y de ser condicionado. El punto de partida de la reflexión filosófica de
esta cuestión ha sido el análisis de la voluntad y de su mecanismo de acción.
En otras palabras, la voluntad es una potencia. La libertad, como capacidad del
hombre de elegir, es inherente a la voluntad como tendencia natural. El objeto
de esta elección es el bien, respecto al cual la voluntad no puede dejar de
sentir necesidad.
Por otra parte, ante los bienes particulares, la
voluntad tiende a romper la indeterminación y determinarse por sí sola. La
libertad es precisamente este poder de autodeterminación que se funda en el dinamismo que orienta hacia el sumo
bien. Es evidente que tal libertad de elección tiene su raíz en la razón y en
la capacidad del hombre de aprehender el bien universal y medir la distancia
existente entre este último y cada uno
de los bienes particulares. (12)
El hombre, en la conciencia misma de su ser,
experimenta la antinomia de su apertura hacia el infinito y de los límites de
su naturaleza humana. Esta es la fuente de su inquietud. Ser y hacerse
constituyen los dos polos dialécticos de la existencia humana. Todo hombre vive
cuando tiene aspiraciones y hace proyectos. Ahora bien, el hombre advierte que
no puede hacerse, que no puede llegar a
ser él mismo en sus actos de libertad, si no es en relación con los demás y con
el mundo. Él está llamado a realizar su vocación fundamental: ser cada vez él mismo. (13)
En su libro El Problema de la
Moral Profesional, el Dr. Francisco Letizia nos
define la libertad como la propiedad de la voluntad de obrar o no obrar, de
elegir o no elegir una cosa con preferencia a otras, y nos señala los
siguientes sentidos de la libertad:
a) Física:
Es la capacidad de hacer o de no hacer,
de elegir o no elegir.
b) Moral:
La capacidad de realizar un acto que no se encuentre prohibido por ninguna ley
o mandamiento divino, ni humano; es decir que existe libertad moral en todos
esos casos en los cuales no media prohibición alguna para realizar determinado
acto.
c) Ab extrinseco o
libertad de coacción externa. Es la ausencia de toda fuerza coactiva exterior.
Se llama también libertad de hacer y comprende la libertad civil, política, de
expresión, etc.
d) Ab intrinseco,
libertad psicológica o libre albedrío: que consiste en la ausencia de
toda clase de fuerzas internas coactivas. Es la verdadera libertad, que reside
en la ausencia de todo automatismo mecánico o determinismo interior. Este libre
albedrío nos presenta tres alternativas: l) libertad de ejercicio: para obrar o
no obrar; 2) libertad de especificación: poder elegir un medio o un bien en
lugar de otro, elegir entre distintos bienes.
3) libertad de contrariedad: para elegir entre el bien y el
mal. (14)
Más adelante, el autor trae del Eclesiastés(*) lo siguiente: "Dios hizo al
hombre desde el principio y lo dejó en
manos de su albedrío. Si tú quieres, puedes guardar sus mandamientos. Ante ti
puso el fuego y el agua, lo que tu quieras lo
tendrás a mano. Frente al hombre está la vida y la muerte, lo que cada
uno quiere le será dado". Y de San Agustín refiriéndose al libre albedrío,
nos dice: "Nuestra voluntad, por consiguiente, no sería nuestra si no
estuviera en nuestro poder. Pero precisamente porque está en nuestro poder es
libre. En efecto, no es libre lo que no está en nuestro poder". (15)
Compromiso y
Verdad
El compromiso del hombre es
liberarse a sí mismo y humanizar al mundo. No es una evasión del presente, sino una clara y
enérgica incidencia en las situaciones en que se encuentre inserto, conforme su
pensar y obrar.
El problema de la verdad puede ser considerado desde
un triple punto de vista: filosófico, teológico y moral. Los filósofos definen
a la verdad como la conformidad de la idea con el objeto representado por ella.
Los teólogos consideran a la verdad especialmente en orden a Dios y al
conocimiento que podemos tener de las cosas divinas. La moral estudia la verdad
con relación a la vida y a la conducta que se ha de observar en cada
circunstancia. El hombre, en sus actos, debe examinar la verdad desde el punto
de vista ético, es decir, de su
comportamiento con él
mismo y con sus semejantes.
Este es uno de los requisitos naturales que confieren
validez a los actos humanos: la verdad con la cual se ejecutan.
Impedimentos
del acto humano
Con el término “impedimentos del
acto humano” trataremos las causas eximentes de la responsabilidad de quien
ejecuta el acto y de las situaciones que
hacen imposible su realización.
Antonio Royo Martín, en su obra Teología para
seglares, clasifica los impedimentos de los actos humanos en próximos y
remotos. En los próximos considera tres elementos: cognoscitivos, volitivos y
ejecutivos. En los remotos, señala los naturales, los patológicos y los
sociológicos. Tomando esto como base, Francisco Letizia
en El problema de la moral profesional, presenta el siguiente cuadro:
Culpable
Ignorancia Inculpable
Elemento Inadvertencia
Cognoscitivo Olvido
Error
Impedimentos
Próximos
Concupiscencia
Elemento Miedo
Volitivo Emociones
Pasiones
Hábitos
Elemento Violencia
física
Ejecutivo Violencia
moral
Temperamento
Impedimentos Naturales Carácter y edad
Sexo
Remotos Patológicos
Sociológicos
Los elementos próximos se refieren
al sujeto, a motivos o situaciones que limitan la libertad o el comportamiento
del hombre y que en todos los casos deben analizarse en particular, ya que el
impedimento puede ser una causa eximente o, por el contrario, son agravantes del comportamiento. Así, el
elemento cognoscitivo se refiere al conocimiento necesario que debe poseerse
para obrar, el volitivo a la voluntad de ejecutar el acto y el ejecutivo a la
realización del mismo.
El primero que se menciona entre los impedimentos
cognoscitivos es la ignorancia, pero debemos tener presente que la misma puede
ser culpable, si es que el sujeto tuvo medios y oportunidades para conocer,
aparte de lo que pueda indicarle su ley natural y el comportamiento social.
Cuando se trata de acciones privadas exentas de la autoridad de los hombres,
son actos reservados a la conciencia del
sujeto y a Dios. Es inculpable si el hombre no puede acceder a su conocimiento,
por razones de lugar o de circunstancias.
La inadvertencia, el olvido y el error, normalmente
indican falta de interés en el comportamiento en las relaciones y en el
cumplimiento de las normas. El olvido y el error no pueden considerarse, en general,
como eximentes. Menos aún en el momento
de un examen. A esta instancia, el Doctor Alcides Greca la define como un
“parto de la psiquis que debe ser ayudado por los fórceps de las preguntas semi contestadas”. El examinador deberá considerar para evaluar cuánto hay de verdad
y de nervios, diferenciar cuánto existe de picardía y proceder a calificar con
justicia.
El primer elemento relacionado con
la voluntad de hacer que se menciona, es la concupiscencia, término al cual el
Diccionario de la Real Academia le asigna la siguiente acepción: "En la
moral católica, deseo de los bienes terrenos y en especial, apetito desordenado
de placeres deshonestos". Es la manifestación intelectual del vicio de la
lujuria.
El miedo, considerado como la ansiedad mental ante un mal presente o futuro que nos
amenaza, y del cual tratamos de escapar
o, llegado el caso, dominar, puede hacer claudicar la voluntad y llevarnos a realizar
un acto reñido con la ética. Letizia denomina al
miedo como un acto mixto: voluntario e involuntario. 'El ladrón actúa con miedo, pero su voluntad
prevalece y roba". El miedo para el hombre es siempre un obstáculo que
debe vencer y para ello cuenta con fuerzas suficientes en su intelecto.
Las
emociones son estados de ánimo, estados psíquicos por lo general de corta
duración, que se producen por el miedo, la ira, u otra situación que mueve al
sujeto a una reacción violenta y súbita que no puede evitar, que impide reflexionar y muchas veces lo hace
errar.
Las pasiones son inclinaciones del espíritu hacia un
fin o un objeto determinado, que conoce bien y del que no acepta sustitutos. Es
por ello que solamente admiten los adjetivos de buenas o malas de acuerdo al
fin que se persiga o al sujeto u objeto de la pasión. En el lenguaje popular se
sostiene que las pasiones moran en el corazón, pero la cabeza se encuentra más
arriba del corazón, de forma tal que puede distinguir en el enamoramiento
pasional lo bueno de lo malo y optar sabiamente.
Los hábitos son costumbres adquiridas por la
repetición de actos de una misma especie que crean tendencias propias en los
individuos, que se traducen en formas
cotidianas de vida. Es por eso que enfrentamos los hábitos buenos, como la
bondad o la cortesía en el trato, con los hábitos malos, que en el fondo son
vicios, tales como la haraganería, la falsedad o la envidia.
Consideramos elemento ejecutivo al
impedimento determinado por la violencia, tanto física como moral, que impide
al sujeto hacer uso de su libertad para decidir.
La violencia física, como principio elemental de
derecho, se encuentra prohibida en casi la totalidad de las legislaciones.
El artículo 18 de la Constitución
Nacional, aparte de disponer que ningún habitante de la Nación puede ser penado
sin juicio previo, sacado de sus jueces naturales y obligado a declarar en
contra de sí mismo, abolió los tormentos y azotes, estableciendo que las
cárceles serán sanas y limpias para seguridad y no para castigo de los reos.
Los apremios ilegales por medio de los cuales se pueden obtener confesiones de
culpas se encuentran penados por la ley.
Es evidente que, a pesar de estas normas, mientras el hombre no llegue
al estado de perfección de la virtud, podremos encontrarnos con violencias
físicas, aplicadas para coartar una libertad.
La violencia moral se
manifiesta en la orden arbitraria mediante la cual el hombre que ejerce
el mando obliga a hacer, no hacer o dejar hacer algo que se encuentra en
contravención de una norma, sea ésta escrita o moral.
Dentro del Derecho Administrativo Argentino, en el
Código de Procedimientos nos encontramos
con el «deber de advertencia» que el inferior, para salvar su responsabilidad,
debe interponer ante el superior cuando toma conocimiento que un acto o hecho administrativo se encuentra en
violación de una norma. Es también un deber de advertencia el que los órganos
de control externo, mediante el instituto «observación legal», obligatoriamente
deben interponer cuando un acto administrativo que afecta la hacienda pública
es contrario a una norma de mayor rango.
Sin embargo, es moneda corriente en la organización de
los Partidos Políticos Argentinos, así
lo hemos leído y escuchado en debates de órganos colegiados, que un
representante del pueblo funde su voto diciendo, (y a veces pidiendo que
'conste en actas’), que comparte la opinión sustentada por el adversario
político, pero por disciplina partidaria vota en contra. Esta es una confesión
de su falta de libertad que lo convierte en representante de una «fracción social»,
que responde a sus intereses personales y sectoriales, y no los colectivos. Si
bien merece una repulsa moral, esta «obsecuencia al caudillo» casi
siempre logra una recompensa en una estructura partidaria que se funda en la
verticalidad de la «obediencia debida» que a postre es la causa de las
claudicaciones de un gobierno en su relación con los intereses generales.
Porque tanto la violencia física, como
la moral, son violaciones a la libertad
de pensar, decir o hacer. Cada caso tiene sus particularidades, pero si además
de afectar la conciencia quebrantan leyes, o impiden lograr el bien común,
dejan de ser competencia exclusiva de Dios, para ser competencia de jueces,
los ciudadanos y la historia no oficial.
Los impedimentos remotos son aquellos
que repercuten sobre la conducta de la gente de manera indirecta. Generalmente
se clasifican en naturales, patológicos y sociológicos.
Dentro de los naturales encontramos tres, que
distinguen a los hombres entre sí haciéndolos únicos e irrepetibles. Colocamos
en primer lugar el temperamento, que es lo físico-endocrino del hombre y
constituye el núcleo biopsíquico
donde se asientan el conjunto de inclinaciones, virtudes, valores y vicios, que
lo distinguen entre sus semejantes. Leí en algunos autores, cuyos nombres ya no
recuerdo, que estos elementos forman el "núcleo duro", que ahora, de
acuerdo con el léxico de fines del siglo XX, podemos llamar también "el disco rígido" de cada hombre.
"Nacemos con un determinado temperamento y adquirimos
un carácter. Ni el primero ni el segundo
suprimen la voluntariedad, la libertad y la responsabilidad del acto humano,
aunque a veces pueden atenuarlas en parte. Además, en idénticas circunstancias,
un noruego y un italiano no reaccionan de la misma manera, debido precisamente
a sus características temperamentales." (16)
La edad es también un impedimento al acto humano. No
puede medirse la responsabilidad y el comportamiento de un niño que aún no
adquirió los conocimientos morales que lo hacen responsable, ni la de un anciano que declinó en sus
capacidades físicas y psíquicas, de la
misma forma que la de un adulto en la plenitud de sus capacidades.
Si bien el hombre y la mujer son capaces de realizar
actos éticos y no éticos, debemos considerar que, por suerte, poseen
temperamentos y caracteres distintos que permiten la vida en comunidad y la
realización plena de cada uno. Ambos no reaccionan igual, porque si bien
existen responsabilidades compartidas, las diferencias mayores no son las
físicas sino las psíquicas. El sexo
condiciona el comportamiento. Pero
en sus capacidades, el varón y la mujer poseen iguales responsabilidades
y derechos.
Los impedimentos remotos patológicos responden
normalmente a enfermedades que repercuten en la conducta moral y a
discapacidades físicas que condicionan el ejercicio de la libertad.
Los impedimentos sociológicos provienen de los
distintos ambientes en los cuales se vive, de la educación, de las pautas
culturales, de los estímulos recibidos por los medios de comunicación, que
pueden ser decisivos para la formación de la personalidad.
Título III
La Ley
Ley
es la regla y norma constante e invariable de las cosas, nacida de la causa
primera o de las cualidades y condiciones de las mismas. Pero también existen
normas dictadas por los hombres (leyes civiles), que se articulan lógicamente
entre dos polos: el orden moral y el orden jurídico.
: Las leyes constituyen las normas de
vida que rigen las relaciones de los hombres entre sí, y de estos con las instituciones creadas por
ellos, que les permiten vivir en paz y realizarse como personas.
Según Platón, la ley es la voluntad del pueblo
pronunciada para atender sus negocios
En este contexto encontramos el siguiente esquema
de leyes
Plan que
gobierna el universo
ETERNA
Animal
Se refieren
al mundo Vegetal
Mineral
Humana Expresa la naturaleza del sujeto.
NATURAL Es una manifestación de la Ley Eterna
adecuada a la
criatura racional, que la razón da a conocer.
Divina: Las leyes de Dios.
POSITIVA
Humanas: Promulgadas por los hombres para lograr el bien
común.
La Ley Eterna es el Plan Divino que se refleja en cada
ser y se adapta a su propia naturaleza; es el plan de la divina sabiduría que
rige al universo.(17)
Esta Ley se refiere al orden en el mundo creado y
a los reinos materiales de la
naturaleza: animal, vegetal y mineral, que tienen sus propias leyes, tales como
las biológicas, las físicas, y las de la naturaleza.
La Ley Natural "es una etiqueta
en cuyo reverso se han concretado los más diversos contenidos. Históricamente
la idea de la ley natural nace en el campo político. Su problema fundamental
era el poder político, es decir su justificación, que se resolvía -hasta la
época de los sofistas- afirmando que la estirpe de quien ejercía el poder se
remontaba hasta algún remoto antepasado divino o semidiós. El concepto de la
ley natural fue tratado por Platón en el
mundo de las ideas, diciendo que el
verdadero bien se encuentra por encima del hombre concreto y particular.
La corriente aristotélica quiso ver en el hombre concreto su misma ley. Protágoras sostuvo que el hombre era la medida de las
cosas, en el sentido que cada hombre es la medida de sí mismo y totalmente
independiente de los demás. En Aristóteles nace la idea de la naturaleza humana
y con ella la formulación de una ley natural que se manifiesta en las
inclinaciones físicas y espirituales del hombre mismo. Con el surgir del imperio romano la ley
natural comienza a desempeñar otra función fundamental, pasando de la visión
estrecha del ciudadano-polis a la relación más amplia hombre-cosmópolis. La
idea de la ley natural sirve para fundamentar derechos que competen a cualquier
hombre frente a cualquier ley. De esta manera, el encuentro de la ley natural
griega con la cosmópolis greco-romana,
dio lugar a la idea de una «mensura non mensurata» de carácter universal. Las leyes de
cualquier poder político encuentran un límite que las supera, y un criterio de
juicio sin apelación: la ley natural." (18)
Santo Tomás considera la ley natural tanto en el plano
moral como en el político. La sindéresis brinda la posibilidad de reconocer un
error, aunque éste no sea pecado, recurriendo al primer y formal precepto de la
ley natural: haz el bien y evita el mal. Así, Tomás justifica la desobediencia
a las leyes positivas cuando son contrarias a la ley natural, porque una ley
injusta no es ley.
La
explicación de la idea de 'derechos naturales, o 'derechos del hombre',
llegaría más tarde con el nacimiento del Estado soberano. La función de límite
ejercida por la ley natural desde sus
orígenes, pasa a los considerados derechos humanos que los Estados deben
tutelar; tales como la vida, la libertad y la solidaridad.(19)
En su libro: El problema de la moral Profesional, Francisco
Letizia resume la problemática de la ley natural
diciendo: "La Ley Natural es la que se expresa en y por la naturaleza
misma del sujeto de la ley. Esto puede hacerse tanto material, como
formalmente. Materialmente cuando la ley natural gobierna a los seres mediante leyes físicas,
químicas o biológicas, o mediante el instinto. Esta ley natural gobierna al
mundo de los seres minerales, vegetales y animales. Finalmente la ley natural
gobierna a los seres inteligentes por el conocimiento que tienen de lo que está
conforme con su naturaleza. La ley
natural humana es, por lo tanto, una participación de la ley eterna adecuada a
la criatura racional, que la razón da a conocer.”(20)
La Biblia, en el capítulo 2 versículo
7 del Génesis, nos dice: ”Dios formó al hombre con polvo del
suelo e insufló en sus narices el aliento de vida, y resultó el hombre un ser
viviente”. Ese aliento Divino que hace del hombre un ser viviente es la
ley del espíritu, que tiene preeminencia sobre las leyes dictadas por los
hombres, ya que tiene su origen en una naturaleza distinta a la humana. Es por
eso que la Ley Natural nos permite
diferenciar el bien del mal y, al mismo tiempo, nos hace responsables de la
elección efectuada.
Consideramos como leyes positivas a
los preceptos expresos que rigen las relaciones de los hombres con Dios, y de los hombres entre sí, que proceden de las normas de vida dictadas
por la Autoridad Divina. También a las que rigen las relaciones en la comunidad
de los hombres y de éstos con el Estado, promulgadas por las autoridades
humanas para lograr el bien común de la sociedad.
Platón, en ‘Definiciones’, nos dice: "La
ley es la voluntad del pueblo pronunciada por tiempo indefinido sobre los
negocios del Estado".
Las
leyes que proceden de una autoridad Divina se manifestaron a lo largo de las
culturas de los pueblos.
Así, los que pertenecemos al Credo
Cristiano aceptamos como dogma de fe la Ley entregada por Dios a Moisés en el
monte Sinaí.
En el Decálogo se establecen las relaciones entre Dios y los hombres y las
relaciones de los hombres entre sí. Luego Cristo condensa todo en las
bienaventuranzas, que leemos en el Evangelio de San Lucas, capítulo 6, versículos
20.38, y que podemos expresar en el mandamiento grande de "Amar a Dios
sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo".(21)
Las Leyes civiles son dictadas por
los hombres para regir la vida en comunidad. Tienen sus fundamentos en las
Cartas Fundacionales de los Estados. "Para Santo Tomás, se trata de normas
de conducta cuya propiedad esencial es la imperatividad.
Más no todo lo imperativo es jurídico. Para que sea jurídica una norma debe
tener el valor intrínseco de la racionalidad y, por consiguiente, de la eticidad. Más aún: para que un mandato racional, de acuerdo
con los criterios de la moralidad, sea jurídico, deben tener un «matiz de politicidad y mucho de humanidad»: Porque las leyes humanas
solo son normas jurídicas, cuando tienden al bien común, pues su justificación
racional consiste precisamente en el hecho de que inmediatas o mediatamente
están ordenadas a la realización del fin de la sociedad perfecta, que no es
otra cosa que el bien común. Por último, la ley ha de ser impuesta de manera
manifiesta por la autoridad pública. En síntesis, la ley civil es un imperativo
de orden racional que se impone para el bien común de una sociedad perfecta y
que emana de la autoridad de la misma sociedad." (22)
Consideramos en el párrafo anterior que las leyes se
imponen para lograr el bien común dentro de la sociedad. Es interesante señalar
lo que el mismo autor nos dice acerca del bien común: "El bien común,
según la visión de Pío XII en la Gaudium et spes, es, sobre todo, el ejercicio efectivo de los
derechos y el fiel cumplimiento de los deberes de parte de la persona humana;
el objetivo del gobierno es, pues, asegurar la protección de tal ejercicio en
nombre de los ciudadanos. Así, el gozne de la vida social no es ya la autoridad
sino la persona humana a partir de la cual debe construirse la sociedad. El
hombre como tal, lejos de ser considerado como un objeto o como un elemento
pasivo de la vida social, ha de ser
tenido como el sujeto, el fundamento y el fin de la misma”.
Título IV
El orden social
En la vocación humana existen dos
dimensiones: una común y otra particular. La primera de ellas es la más
excelente y fundamento del valor de la segunda, porque el bien común prevalece
sobre el bien particular y es fuente y principio de ordenación de éste. En
función de esto, toda la vida humana adquiere significación y estructura. El
cauce que ordena y el camino recto del obrar humano son los valores. Ellos,
además de constituir el núcleo
fundamental del destino individual, son la condición que vuelve posible la
vida social. El orden social es la
conveniente disposición de las partes de un todo según el fin que ese todo
persigue. Es la disposición de las conductas de las partes. Dentro del todo
social se incluyen los diversos planos en los cuales la vida social que se desarrolla en familias,
municipios, corporaciones profesionales, económicas, educativas y deportivas,
el Estado y sus dependencias funcionales... Todos están ordenados entre sí (23).
El hombre, como ser social, necesita de un 'hábitat'(*) que le brinde las posibilidades de
realizarse como persona en un clima de orden y de legalidad, conforme a la
moral y a las leyes, que establecen los límites para que todos puedan
éticamente ejercer sus derechos y cumplir sus obligaciones, en la búsqueda de
su felicidad individual y del bien de la comunidad. Porque "la Ética,
tanto la individual, como la social y la política, lejos de ser ciega al hecho
del error moral, del mal, del vicio y del desorden en general, lo presupone y
encuentra en la tarea de su
rectificación su propio cometido, como implicación necesaria de su objeto
formal. En otras palabras, el objeto de la
Ética no es la contemplación de la virtud de los hombres buenos, sino el
discernimiento del fin humano verdadero y de la verdad práctica que, como regla
o camino, rectifica y dirige la vida de los hombres hacia la consecución de su
destino." (24)
El orden social se asienta en un trípode formado por
tres principios: el bien común, la solidaridad y la subsidiariedad.
El bien común:
En el radiomensaje del 11 de junio
de 1941, S.S. Pío XII señalaba que el bien común reside tanto en el efectivo disfrute de los
derechos como en el fiel cumplimiento de los deberes, por esto el Estado
promoverá los derechos del ciudadano y facilitará el cumplimiento de sus
deberes. Años después, Juan XXIII, en su encíclica Mater et Megistra define al bien común como el conjunto de condiciones
sociales que permiten y facilitan, en los seres humanos, el integral desarrollo
de la persona, y en la Encíclica Pacem in terra señala
la complementariedad entre el bien común de cada Estado y el bien común
universal, donde el primero se concibe y promueve como un elemento integrante
del segundo.
El bien común no es el resultado de la suma de los derechos particulares y privados, ni
tampoco lo que sirve a los intereses de uno o de unos pocos frente al bienestar
común.
Es el clima social que favorece el
desarrollo de la personalidad, el conjunto de acciones del poder público a fin
de que sean reconocidos, respetados, armonizados, definidos y promovidos tanto
el ejercicio de los derechos como el cumplimiento de los deberes por parte de
los ciudadanos y los cuerpos intermedios.
Felice Cocco, en su escrito
referente al Estado, nos dice que «las exigencias del bien común en el plano
mundial, del que cada uno de los Estados participa, son: evitar toda forma de
concurrencia desleal entre las economías de varios países; favorecer la
colaboración entre las economías nacionales mediante convenios eficaces;
cooperar con el desarrollo económico de las comunidades políticas
económicamente menos adelantadas, y promover el progreso social, el orden, la
seguridad y la paz universal. El bien común, en cuanto a fin de la sociedad
política, exige que concurran a su logro todos los ciudadanos y las entidades
intermedias. Su importancia se pone de manifiesto no sólo porque constituye la
razón de ser de la comunidad política, de los poderes públicos, del derecho de
mirar por uno mismo y darse un ordenamiento jurídico, sino también porque
representa el elemento discriminador entre los ordenamientos absolutistas,
totalitarios y democráticos. Es más, aún entre los democráticos, evidencia la
autenticidad de los mismos en las realidades concretas. La realización de la
igualdad en la participación del bien común no se verifica si faltan las
estructuras adecuadas. (24)
Santo
Tomás de Aquino, en la Summa contra los
Gentiles, nos dice que el bien particular se ordena al bien común como a un
fin, pues el ‘ser’ de la parte es ‘ser’ del todo: por eso el bien de la nación es preferible al
bien individual.
Partiendo de esa cita, el Dr. Félix A. Lamas, en su
libro: Ensayo sobre el Orden Social, nos dice: “Un signo de la crisis
política de nuestro tiempo es el vacío de legitimidad que afecta al Estado y a
la Comunidad Internacional. El poder político carece hoy de justificación
racional e histórica, por ello no ha podido generar el pacífico consenso que,
fundado en la tradición, torna legítimo en concreto el ejercicio de la
autoridad.”
El poder, como toda actividad humana, está ordenado a
un fin como a su íntima causa, razón o principio. De la verdad o la bondad de
dicho fin-principio procede la legitimidad (rectitud o justificación) del
ejercicio del poder político. De la desordenación al fin verdadero y de la
dirección hacia un bien aparente (falso fin) deriva, por lo tanto, la
injusticia del poder, es decir, su descalificación como fuente de obligación
para los súbditos. La primera verdad política, pues, es la verdad acerca del
fin del Estado, que es a la vez la verdad acerca del primer principio de
legitimidad del poder y de su ejercicio. Tal fin no es otro que el bien
común temporal. Este es la última causa
de justificación, no sólo del Estado sino también de la ley y del Derecho
positivo, y aún de la misma moral natural.
En
el pasado, el elemento principal de la sociedad política era la autoridad. Hoy,
en cambio, lo es el bien común, puesto que la sociedad política tiene el
derecho y el deber de facilitar a los ciudadanos y a los grupos por ellos
formados las condiciones generales sin las cuales no podrían prosperar ni
desarrollarse. El bien común favorece el desarrollo de la personalidad, y exige
un conjunto de atenciones por parte del poder público a fin de que «sea
reconocido, respetado, armonizado, defendido y promovido» el ejercicio de los
derechos y el cumplimiento de los deberes de los ciudadanos.(26)
Santo Tomás de Aquino en 'In Politicorum' se
refiere al bien común político diciendo
que es aquel bien al cual está ordenada la comunidad política. Es el más
excelente (principalissimun)
entre los bienes humanos.(27)
La vida social plena se debe alcanzar partiendo de la célula viva de la sociedad,
la familia, y atravesando las asociaciones formadas por los hombres y las
comunidades políticas, ya que todas tienen como móvil y justificación de su
existencia, la búsqueda del bien común.
Partiendo de la premisa que el Estado es una realidad
práctico-social, que materialmente es vida humana inscripta en un territorio
geográfico, y de la noción de bien común temporal o político, Félix Adolfo
Lamas estructura el bien común temporal o político según el siguiente esquema:
a) Suficiencia
material: Es el nivel elemental
que debe ser alcanzado por la vida política. No es el más importante, pero si
el mínimo necesario para una buena vida. Comprende la integridad del ámbito
geográfico (patrimonio territorial, marítimo y aéreo), el orden poblacional, el
económico, y el bienestar físico.
b) Orden ético – jurídico: Este es el
núcleo del contenido del bien común temporal. Consiste en el imperio de la ley,
en la vigencia social de un mínimo de virtud,
de la justicia en sus tres formas y de la posibilidad de brindar a los
individuos una vida plena de virtud. Se incluyen en este punto la rectitud del
ejercicio de la autoridad y el orden de las magistraturas, ordenando hacia el
bien colectivo todas las partes que componen la sociedad.
c) Orden cultural – científico: Es el ápice (*)
del contenido del bien común. Comprende la política educativa, particularmente
en los niveles superiores, y la promoción de las ciencias y los saberes a través de
la Universidad y demás institutos de docencia, científicos y de
investigación.
d) Orden religioso: El Estado, aún ubicado en el tiempo mundanal, no puede
dejar de dar gloria a Dios, tributándole un culto público verdadero. Es éste un
deber religioso al que nadie -ni hombre individual ni grupo social- puede
sustraerse. El Estado tiene una dimensión religiosa que se refleja en su propio
fin, aunque esto no significa que el Estado pierda su soberanía, ni que se
subordine a alguna iglesia en materias políticas y temporales.
El bien común se encuentra en una esfera más elevada
que la paz social, ya que ésta puede darse de dos modos:
Imperfecta: sólo suficiente
para que el grupo político realice y conserve su
unidad.
Perfecta: cuando se
asegura el bien común realizado.
En consecuencia, no puede haber paz duradera si ella
se enfrenta con el bien común.(28)
Cuando cualquiera de los asuntos del pueblo se
encuentra «mal atendido» se produce el estallido social en forma de protesta,
paro, huelga o, para usar términos de moda, “escraches”
a políticos o funcionarios. Es este el primer aviso que el pueblo envía a sus
mandatarios.
Existen pautas indicativas que el
Gobierno debe tener en cuenta para medir las exigencias del bien común. Ellas
se encuentran al alcance de los hombres que ejercen el poder político y, con
los medios actuales de comunicación, también son accesibles al pueblo. Podemos
considerar, de modo enunciativo, las siguientes:
Ocupación
digna al mayor número de trabajadores:
En el Génesis leemos, a continuación de la Creación,
el mandato Divino de "Con el sudor
de tu rostro comerás el pan, hasta que vuelvas al suelo, pues de él
fuiste tomado. Porque eres polvo y al polvo tornarás" (Gn.
3.19).
El hombre ya cambió la faz de la tierra mediante el
trabajo físico y el intelectual. Precisamente, por ir unido el trabajo
indisolublemente a una realidad en continuo cambio, podemos decir que es una
realidad mudable y dinámica.
La relación entre el trabajo y la libertad fue una
constante en la humanidad, y el flagelo de la desocupación siempre estuvo
presente en la vida de los hombres.
El avance de las ciencias y las técnicas trae consigo
nuevas formas de trabajo, modificando las aptitudes necesarias para ejercerlo.
Es misión de la sociedad políticamente organizada
proveer a todos los habitantes un trabajo digno, logrado conforme a sus
idoneidades, asegurando un salario justo, acceso a la salud y a una vejez asistida
por un régimen previsional.
Son noticias diarias el índice de desocupación, las
manifestaciones sociales en demanda de trabajo o de pago de retribuciones, la
existencia de trabajos en negro o a prueba para eludir el pago de antigüedad,
la poca estabilidad de los trabajadores, testimonios de personas que a los 50
años son viejos para iniciarse en un nuevo trabajo y jóvenes para jubilarse,
produciéndose una «obsolescencia del hombre»... Todo esto trae consigo el
aumento de los niveles de pobreza.
La tecnificación de los procesos de
producción trae consigo la merma del trabajo humano y la desaparición de los
artesanos, acentuando la desigualdad en la distribución de la riqueza. La
existencia de grandes empresas, formadas por grupos económicos y financieros
que carecen de 'rostro humano' y por lo tanto de sentimientos, rompió la
relación de «propietario - empleado», sustituyéndola por otra que podemos
denominar «gerente - empleado». Ambos se encuentran ligados a una misma
naturaleza, pero el gerente, para aumentar rendimiento, tiene un mandato del
capital sobre la vida y la hacienda del subalterno, dando lugar a una nueva
forma de esclavitud. Si bien esto permite superar problemas de distribución y
comercialización, arroja como resultado la desaparición de la pequeña y mediana
empresa que no posee esa capacidad financiera y técnica.
Inexistencia
de categorías privilegiadas:
Las normas constitucionales de casi todos los Estados
consagran la igualdad de los hombres frente a las leyes. En la nuestra, el
artículo 16 declara que no se admiten prerrogativas de sangre o de nacimiento,
que no existen fueros personales, ni títulos de nobleza, que todos son
admisibles en los empleos sin otra condición que la idoneidad.
Sin embargo, muchas veces encontramos avisos de este tipo:
Señorita de buena presencia, más de 165
centímetros
de estatura. Presentarse en "XXX"
Empleado administrativo, conocimientos de PC,
edad
entre 22 y 35 años (excluyente).
¿Qué es la buena presencia? ¿Qué es lo lindo y lo feo?
¿La baja estatura es un defecto? Cuando el ser humano cumplió más de 35 años,
¿se encuentra muerto civilmente, o amortizado? Estos avisos son ejemplos de discriminación, pero
resultan 'legales' y de uso corriente.
Tristemente, ya no es una sorpresa encontrar
privilegios jubilatorios, remuneraciones diferentes
por igual trabajo, descubrir la presencia de castas privilegiadas por el
dinero, por la política partidista, por pertenecer a los medios de comunicación
o por haberse coronado como ídolo en la publicidad. También debiera
sorprendernos que, mediante normas positivas, el Pueblo quede marginado del
control de la Hacienda Pública, que sus representantes den prioridad al bien
particular o sectorial sobre el común; que debamos elegir candidatos impuestos
sin siquiera poder votar en contra del sistema, porque las leyes electorales no
computan los votos en blanco ni las abstenciones, que son votos negativos. En
esta “partidocracia”, el Pueblo se convierte en el «botín
de guerra» que se disputa mediante promesas mediáticas.
Cuando el pueblo llegue a poseer valores solidarios,
su accionar se apoye en las virtudes y en el amor humano, tenga participación y
una representación real en el Gobierno, existiendo una división efectiva en el ejercicio del Poder, recién
desaparecerán las clases privilegiadas.
Para que ello ocurra el Estado debe invertir mucho en educación, y los agentes
públicos, en todos los niveles, dar ejemplo de austeridad y de respeto a las
leyes.
Justa
proporción entre salarios y precios:
En los países en desarrollo, y en otros que se
consideran del Primer Mundo, existe una carrera entre precios y salarios, en la
cual la vanguardia siempre es ocupada por los precios.
Universalmente encontramos declaraciones y
legislaciones que se refieren al salario justo. La teología, la filosofía, la economía,
la política y otras disciplinas, se ocuparon de tratar el tema y todas llegaron a la misma conclusión:
el salario justo tiene su base en la justicia, que no es otra cosa que dar a
cada uno lo que de acuerdo a sus merecimientos le corresponde. Con ese salario
el trabajador debe alimentarse, poseer una vivienda digna, educar su prole y
realizarse como hombre.
Servicios
sociales al mayor número de habitantes:
Es función primaria del Estado, aplicando los medios
que detrae de la comunidad, brindar satisfacción a todas las necesidades
públicas indivisibles de la sociedad, por aplicación de los principios de
solidaridad y de subsidiariedad.
La función primordial, y la que confiere fundamento a
la creación de un Estado, es la satisfacción de las necesidades públicas que el
hombre por sí solo no puede lograr. Para alcanzarlas, aporta parte de su riqueza
para formar el Erario con el cual deben atenderse esas necesidades.
El Estado asume así la obligación de atender los
servicios públicos. La primera necesidad que obligatoriamente debe garantizar
el Estado es la de un orden jurídico que permita la convivencia de los hombres
y de las instituciones.
Las Cartas Magnas de los Estados establecen
disposiciones que garantizan los derechos de los habitantes y dan lugar a
funciones obligatorias del Estado, tales como las indicadas en los artículos 14
y 14 bis de la Constitución de la Nación
Argentina, y en los artículos incluidos en la reforma constitucional de 1994.
Que los Estados, mediante
concesiones y privatizaciones, dispusieran que determinados servicios públicos
sean prestados por la actividad privada, no libera al Gobierno de su prestación
subsidiaria ni de su obligación de control.
La primera pauta que nos indica que el Gobierno no se
encuentra transitando con éxito el camino del bien común la contemplamos en los
reclamos sociales que alteran el orden público, motivados por el defecto de
algunas prestaciones sociales, como la seguridad personal, la salud, la educación y la igualdad ante las leyes.
Justicia en
las cargas tributarias:
El sistema de imposición fiscal tiene que responder a
criterios globales de progresividad, dando mayor relieve a las imposiciones
directas (impuestos sobre los réditos y patrimonios de las personas físicas y jurídicas),
respecto a las imposiciones indirectas (sobre actividades de consumo y de
transacción comercial). El Gobierno debe respetar los criterios de progresividad
y de imposición directa, reduciendo al mínimo la evasión fiscal buscando
lograrlo a través de la formación de una
conducta tributaria y no «exacción policial»
La actividad financiera del Estado, aparte de la
finalidad meramente fiscal (procurarse entradas), responde a políticas, tanto
de redistribución de la renta nacional como de equilibrio coyuntural de las
actividades económicas de los sectores productivos. (29)
Al pueblo, que con su aporte sostiene al Gobierno del
Estado, le asiste el derecho de conocer y juzgar cómo se administran sus dineros, y este derecho tiene prioridad al
que pudieran tener los "prestadores de capital". El caso inverso
denota una dependencia financiera y económica no compatible con el ejercicio de
la libertad entre Estados Democráticos. Es por ello que los gobernantes,
"tienen la obligación de decirnos que hicieron con nuestro dinero",
como ya sostenía Simón Bolívar.
Ahora bien, el incentivo para obtener la adhesión a un
sistema tributario no se logra sólo con la justicia de la imposición, sino
también con la justicia en la satisfacción de las necesidades colectivas. Cuando no se informa el uso de los recursos o
se falsea la información, el resultado no puede ser otro que la evasión fiscal,
como repuesta lógica de la moral ciudadana a la inmoralidad de los agentes
públicos. Esta evasión hasta puede ser justificada cuando es producto de la
aplicación de una ley que autoriza el uso de los ingresos públicos en gastos
que no son necesarios, o que los
disponen en beneficio de sectores privados particulares.
Igualdad de
posibilidades en salud, educación,
protección y trabajo:
La educación primaria obligatoria es una obligación del Estado. Hace un
siglo, el escritor uruguayo Carlos Martínez Vigil,
nos decía: "A
cada momento oímos decir que no hay dinero para costear los gastos de la
enseñanza. Los hay, en cambio, para empleos superfluos e instituciones
estériles. No hay numerario para emplearlo en educación y salud porque el
gobierno no entiende que todo lo que se destina a educación y salud no es
dinero que se gasta, sino que se ahorra; es una inversión que permite redimir
los vagos de las calles y curar las enfermedades que nos matan".(31) Entramos ya al siglo XXI,
transcurrieron años que asombraron al mundo con descubrimientos y avances, la
instrucción pública demostró con creces que es la inversión más productiva y la
causa del progreso, y sin embargo, suena a burla que para pagar a los maestros
haya que crear nuevos impuestos. Esto demuestra o la ceguera de la Política, o la incompetencia
del político.
Distribución
de la riqueza:
La riqueza siempre se encontró mal distribuida. La
constante fue, es y posiblemente será, que pocos tengan mucho y muchos tengan
poco. Aún existen seres humanos que mueren de hambre, subocupación,
marginalidad y esclavitud. Los ricos se transformaron en «grupos de capitales»
con existencia ideal que «gerencian sus bienes».
No tienen personalidad ética, por cuanto la ética y el obrar con justicia y
libertad son patrimonios exclusivos de las personas humanas.
¿Podrá el hombre ser feliz formando
parte de un pueblo que no lo es? Creo que no, porque sería egoísta, carente de
amor social y de virtudes cívicas. El pueblo llegará a la felicidad y a gozar
la paz social cuando las Políticas
Públicas descansen sobre la subsidiariedad y la solidaridad, dos piernas firmes
que le permitirán caminar hacia el bien común.
*
Solidaridad:
Porque tuve hambre y me disteis de comer,
tuve
sed y me disteis de beber, era forastero
y me
acogisteis; estaba desnudo,
y me
vestisteis,
enfermo y me
visitasteis; en
la
cárcel y vinisteis a verme...........................
Mt
25, 36 ss.
El Diccionario de la Real Academia
Española es escueto en la definición de solidaridad, puesto que nos indica dos
acepciones. Primero, adhesión circunstancial a la causa o a la empresa de
otros; y luego, modo de derecho u obligación in solidum. Sin embargo, es posible descubrir matices
que le confieren identidad teológica, filosófica, y de un profundo contenido
humano. En la solidaridad reconocen su raíz términos tales como ayuda mutua,
sociabilidad, espíritu de cuerpo y amistad. “Solidaridad” y “caridad” son casi sinónimos, en tanto son una manifestación del amor que une a
los hombres mucho más allá que una limosna. La caridad es la entrega de uno
mismo al servicio de los demás por amor a Dios y a los hombres a los cuales
amamos como a nosotros mismos. Como lo expresa San Pablo, "sin caridad
nada somos". Sin caridad no hacemos florecer en nosotros el amor, y sin
amor nunca podremos ser interiormente libres.
Andrés Lalande, nos dice que hay solidaridad por parte de los
deudores cuando están obligados a una misma cosa, de manera que cada uno de
ellos pueda ser requerido por la totalidad, y que el pago efectuado por uno
solo libere a los otros con respecto del acreedor. También nos dice que
“solidaridad” es la dependencia recíproca, característica de los seres o de las
cosas unidos de tal manera que lo que sucede a uno
repercute en el otro o en los otros.(32)
Debemos considerar que la solidaridad constituye en
los hombres la unión en un proceso común. El comportamiento de muchos
integrantes del reino animal, que valiéndose
de su instinto realizan acciones solidarias,
les permite vivir en sociedad con los de su especie. Existe, no obstante, una
diferencia fundamental. Los actos de solidaridad de los hombres son básicamente
acciones voluntarias, aunque se reciba la influencia de la ley natural y de los
hábitos culturales.
“La justicia es la forma mínima de la caridad, que da
a cada cual lo suyo. En cambio, la caridad quiere que sepamos dar a los otros
también algo que podría llamarse nuestro. De este modo, la caridad no sustituye
ni absorbe en sí a la justicia, sino que la supone y la exige. No se puede dar
a título de caridad lo que corresponde por justicia. No puede haber verdadera
caridad cuando es pisoteado el derecho. Si bien la justicia es superada por la
caridad, que es más perfecta, es asimismo verdad que la caridad supone ante
todo la observancia de la justicia. La justicia obliga, porque debe asegurar un
mínimo de relaciones de caridad, y la caridad permite realizar perfectamente la
justicia". (34)
Es indudable que la solidaridad tiene su
fundamento en el sentido de pertenencia a una comunidad de origen. Como vínculo
de unidad entre los hombres es lo que
permite la vida en comunidad, desde la intimidad de la vida familiar hasta las
relaciones sociales, incluyendo las que debemos mantener con el Estado y la
actividad privada. Ya en el Eclesiástico leemos lo que debe ser el ideal de
vida en las relaciones entre los hombres:
6 Sean muchos
los que estén en paz contigo,
más, para consejero, uno entre mil.
7 Si te haces un
amigo, hazlo con cuidado
y no tengas prisa en confiarte en él,
8 porque hay amigo que lo es de ocasión
y
no persevera el día de la angustia.
13
De tus enemigos apártate,
y
de tus amigos no te fíes.
14 El amigo fiel es seguro refugio,
el
que le encuentra, ha encontrado un tesoro.
15 El
amigo fiel no tiene precio,
no
hay peso que mida su valor.
16 El amigo fiel
es remedio de vida,
los
que temen al Señor le encontrarán.
Debemos lograr, con nuestro comportamiento, una
relación de amistad con todos: con las personas que elegimos como
representantes para que nos conduzcan al
bien común, y con los hombres que integran la Sociedad, porque la amistad
conduce a la solidaridad. Por consiguiente, es la unión de las partes con el
todo en la búsqueda de un fin superior que, para el individuo, es la felicidad
y, para el todo, el bien común. El hombre será feliz en
la medida en que logre
la felicidad de quienes le rodean.
*
Subsidiariedad
Cuando el Poder garantice el Orden
Público en
Libertad y los Órganos funcionen; cuando
los Legisladores
dicten las leyes, el
Ejecutivo las cumpla, los Jueces juzguen
conforme al derecho,
los padres eduquen a sus hijos en el
respeto mutuo, los educadores ayuden a que en cada disci-
pulo se forme un hombre libre en ciencia y en
conciencia,
cuando todos
cumplamos con nuestras obligaciones y ejer-
zamos nuestros derechos,
entonces la subsidiaridad habrá
dejado de ser una
utopía, porque el
pueblo se encontra-
rá gozando del
bien común...................................................
El término subsidiariedad se aplica a la acción que suple o robustece a otra
principal. Es también el auxilio o ayuda que presta un organismo oficial en
ciertas situaciones sociales, como vejez, desempleo, pobreza, etc.
Como principio social la subsidiariedad puede
resumirse diciendo: el Estado debe hacer lo que el Pueblo por sí
solo no puede, ayudar a hacer lo que el Pueblo sólo puede hacer con su auxilio,
y dejar hacer lo que el Pueblo sí puede hacer solo.
En la vida de las
instituciones es lógica la división del trabajo y la asignación de
responsabilidades. Así, en la estructura
familiar les asiste a los padres la obligación y el derecho de educar a sus
hijos, pero la sociedad organizada debe brindar los medios para su desarrollo,
mediante la existencia de un orden jurídico que sus derechos.
Por ejemplo, la primera infancia normalmente debe
transcurrir en el hogar, pero, frente a situaciones laborales de los padres, la
sociedad, como función subsidiaria, arbitrará los medios para evitar el
abandono de los menores, fomentando la creación de servicios privados o
públicos.
La actividad privada, mediante sus tareas de
producción y distribución de bienes, es fuente creadora de trabajo y de
bienestar. Cumple su función de subsidiariedad poniendo a disposición de los
hombres los bienes y servicios necesarios, dentro del marco jurídico que haya
establecido el Estado.
El Estado, dentro de la división del
trabajo y de la asignación de responsabilidades, debe:
Asignar funciones no repetitivas a los órganos del
gobierno, de forma que las
responsabilidades se encuentren perfectamente determinadas y que las facultades
de avocación(35) dentro de las escalas
jerárquicas sean expresas en los ordenamientos normativos que se dicten.
Establecer
recursos jerárquicos claros y expeditivos.
Lograr que cada uno de los integrantes de la sociedad
tenga los medios suficientes para cumplir sus obligaciones, sin atribuirse las
que correspondan a otros. Esto no debe
excluir la colaboración solidaria.
Que la función educadora inicial, que corresponde a
la familia, sea asistida por la sociedad
jurídica y socialmente organizada, con la finalidad de brindar a todos los
habitantes igualdad de oportunidades, porque esto hace a la igualdad entre los
hombres.
Gobernar al Pueblo, pero no sustituirlo en las
funciones que son propias de la vida comunitaria, porque ello rompe el principio de igualdad ante la ley.
Mira
Sancho: si
tomas por medio la virtud,
y te
precias de hacer hechos
virtuosos, no
hay para qué
tener envidia de lo que tienen
príncipes y
señores; porque la sangre se he-
reda, y la virtud
se aquieta. La virtud vale
por sí sola
lo que la sangre no vale...............
Cervantes (Consejo de Don Quijote a
Sancho)
Consideramos que el primer objetivo
del hombre es su realización como persona, de forma tal que, en la búsqueda de
la felicidad, su guía debe ser su formación como hombre que ejerce una
profesión para prestar un servicio. A cambio, recibirá un salario que le
permita subsistir y superarse en ese servicio.
Una de las claves para ser feliz es buscar la
felicidad de quienes nos rodean. El hombre feliz no puede ser egoísta. Como
dice San Francisco: «es dando como uno recibe», y la realización plena la
consigue el hombre cuando supo armarse con un bagaje que le permite entregar
algo a quienes lo rodean. Pareciera que en el fondo existe como una pizca de
egoísmo humano, porque quien se entrega a sí mismo en el servicio de los demás
se enriquece aún más. Algo parecido decía Antonio Machado:
Moneda que está en la mano
quizá se pueda guardar;
más la moneda del alma
se pierde si no se da.
Para lograr esta realización, se requiere un acto de
voluntad: querer
ocupar un espacio en la sociedad, cumpliendo una vocación que propia e
indelegable. El ejercicio de una profesión no es una carga social, sino la
puesta en juego de los dones con que fuimos dotados.
El hombre es libre, pero es un ser
social. Por ello debe plantearse su inserción en la comunidad, conforme al
lugar que espera ocupar en la misma.
Es propio de la naturaleza que el varón se una a la
mujer y que sean los dos una sola carne.
Cada cónyuge conserva su identidad, pero se forma una institución llamada «matrimonio», que origina a la célula
básica de la sociedad la familia. Genes hereditarios, culturas y
costumbres individuales distintas, desembocan en la familia, pero gracias al lazo
del amor se puede conseguir el bien común familiar: vivir la paz familiar,
convirtiéndose en raíz de futuras generaciones. También es posible que
la realización personal llegue por otros caminos, engendrando tal vez, por la
actividad y el amor, una larga descendencia espiritual, unida por lazos de
amistad tan fuertes y duraderos como los sanguíneos.
Título I
La Esperanza
Nace el hombre y viene al mundo
‘alimentao’ por la esperanza .
Se hace rico y crea panza y esa es
su única bonanza. (2).....................
La Esperanza, como estado de ánimo
en el cual se nos presenta como posible lo que deseamos, está considerada una
de las Virtudes Espirituales junto con la Fe y la Caridad.
“Cuando más experimenta el hombre la precariedad y la
temporalidad, tanto más se plantea el problema del futuro, porque capta al
tiempo no como algo externo sino como una dimensión personal. El hombre se
preocupa del futuro, lo teme y, cuando el presente le resulta angustiante, lo
espera. Indaga el futuro de su persona,
quiere conocerlo, preverlo, garantizarlo, quiere programarse como un hombre en
el futuro. La perspectiva del futuro exalta y asusta, es el reino de lo
imprevisible, de la trepidación, es un espacio
de libertad y de perspectiva frente la responsabilidad. El presente es
el futuro realizado y el futuro es el presente aún no cumplido. Proyectado
hacia el futuro, el hombre no se libera de la responsabilidad, Porque en el
hombre futuro no es sólo tiempo: deviene de la dimensión personal, porque está
encaminado hacia la plenitud, con los demás hombres en el mundo.”(3)
El
hombre como ciudadano vive en dos mundos: el temporal y el eterno, el del espíritu y el de materia. Por ello ha
de obrar para conseguir su salvación personal y atender las necesidades de su
cuerpo. Debe programar su compromiso personal, su realización con la
sociedad y «acoger la vida como don,
disfrutar de lo gratuito de que está rodeado y empeñarse en el trabajo
incesante para perfeccionarse a sí mismo y transformar la realidad».(4)
La esperanza es el medio para llegar al objetivo. Es
la esperanza un faro que nos indica la
meta a la que aspiramos y guía a la vocación, apoyándose en las virtudes de
la Prudencia, la Fortaleza y la Templanza, poniendo a cada
una ellas en el común denominador de la Justicia.
Con respecto a la
elección de una profesión, la esperanza nos indica el fin al cual
queremos llegar en el ejercicio de la misma, y alienta a la voluntad con una
reflexión “si otros llegaron ¿por qué yo no?” y con una consigna “¡adelante!”
La esperanza es una prerrogativa del hombre vinculada
estrechamente a su vida, que se concibe como vía para llegar al objetivo
propuesto. Vivir es esperar, es estar encaminado, es confianza y certeza de la
realización de lo que se ama y se desea; es el compromiso constante de superar
los obstáculos que encontramos en el camino, es pregustar lo elegido, antes que
la posesión de lo anhelado sea total. Cuando el bien deseado, aún permaneciendo
en la esfera de lo posible, se torna difícil lograr, el deseo es esperanza, y
lo arduo se transforma en posible cuando hay alguien que garantiza su posesión.
La esperanza por lo tanto, incluye una relación de confianza en la persona que
la garantiza (confianza en Dios, en el amigo y por sobre todas las cosas, en
uno mismo).
El poeta chileno Domingo Arteaga Alemparte,
canta a la Esperanza diciendo:
¡Misteriosa visión de blancas alas
que te ciernes tenaz sobre mi anhelo,
inextinguible, voz, voz y consuelo,
augur del porvenir!
¡Esperanza! purísima centella
desprendida del Dios mismo
para alumbrar el temeroso abismo
¡Del humano vivir!
Una esperanza es siempre el inicio de todo acto humano.
Es la motivación del intelecto, la
fuerza y el amor para realizarlo.
La copla con la que iniciamos el tema, como todas las
que nacen del saber del ‘común de la gente’, nos muestra con un ejemplo
cotidiano al hombre que solamente vive para él. Desgraciadamente, ese tipo de
personas tiene cabida en todas las profesiones, aún en las que se dicen universitarias, realizándose
como entes físicos, pero no como personas humanas. «No amontonéis tesoros en la
tierra, donde hay polilla y herrumbre que corroen, y ladrones que socavan y
roban. Amontonad más bien tesoros donde no hay polilla ni herrumbre que
corroan, ni ladrones que socaven y roben. Porque donde esté tu tesoro, allí
también estará tu corazón» (Mateo 6,19-21) «Es más fácil que un camello
entre por el ojo de una aguja a que un
rico entre en el Reino de los Cielos» (Mateo 19, 24).
La Deontología
El Diccionario de la Real Academia define Deontología, como la ciencia o tratado
de los deberes. En la sociedad humana el
único ser con capacidad para asumir obligaciones es el hombre, por gozar de inteligencia para distinguir lo bueno de
lo malo libertad para pensar, decir, hacer o no hacer cosas que puedan traer
consecuencias buenas o malas y responsabilizándose de sus resultados.
Toda actividad humana es
susceptible de acarrear gratificaciones
o responsabilidades, materiales o
inmateriales, porque la deontología pertenece a las ciencias del comportamiento humano. Siendo la primera y por lo tanto la
fundamental y primera la de formarnos
primero como hombres y luego como profesionales.
Cuando decimos ser “hombre”, nos referimos al género
humano, a ser humanos, que Dios lo creó
como varón y mujer, para que ambos se
complementen y puedan alcanzar su
destino de felicidad, así cada ser humano debe realizarse conforme con las
obligaciones que le confieren su propia naturaleza. Porque el camino de la
felicidad está en la conformidad de la vida con
las normas de la vida en relación
con nuestro prójimo y como lo dice Platón en sus Definiciones “La felicidad es el bien que resulta del conjunto de todos los
demás bienes, la perfección en la
virtud, el bien de un ser que se basta a sí mismo complementándose con su
entorno.
Y ese debe su medio de realizarse
como hombre para brindar el aporte que la sociedad requiere para lograr el bien común,
gozar de la felicidad, y el mayor placer, requiera hombres de bien al
servicio de los demás. Por lo tanto es
el único que puede brindar Deontología a
una profesión es el hombre, que dicta las normas que rigen las profesiones,
indicando a las personas ideales, las
virtudes, los valores, sus derechos y las sus obligaciones, pero quienes tienen
la capacidad para decidir en nombre de ellas son también hombres.
Por esa razón podemos afirmar que la
Deontología como ciencia o tratado de los deberes y derechos es propio de la
humanidad, quienes ejercen una profesión, lo deben hacer guardando las normas de conducta que para ese
fin se establecen y que no deben contrariar las leyes naturales, ni las
morales, porque esas normas no dependen de los hombres.
Título II
La profesión
La Biblia, en
el libro Génesis, en su Capítulo 3, se narra la tentación y el pecado del
hombre. Dios luego de castigar a la serpiente, versículo 14, en versículo 16, procede a castigar a la
mujer diciéndole: “Multiplicaré los sufrimientos de tus embarazos; darás a
luz a tus hijos con dolor. Sentirás atracción por tu marido y él te dominará,
en los versículos 17, 18 y 19, dispone los castigos del hombre. En
el 19 le dice a Adán: Ganarás el pan con el sudor de
tu frente hasta que vuelvas a la tierra, de donde fuiste sacado. Porque eres
polvo y al polvo volverás.
Cumpliendo
ese mandato el hombre tuvo que trabajar para poder obtener el pan de da cada
día, y aprender las técnicas aptas para poder subsistir, los oficios manuales,
cazar, pescar y trabajar la tierra. En el Capitulo siguiente (4) del mismo libro en los versículos 1 y 2 se refieren al
nacimiento de Caín y de Abel. En esa oportunidad es seguro que Eva tuvo que
haber sido asistida por Adán, por ser el único hombre existente, nacen así los
oficios y las profesiones, destinadas a “ganar el pan de cada día.
Profesión, es un termino que
proviene del latín "professio",
que nos indica la acción y el efecto de
profesar, de ejercer una cosa, empleo o
facultad conforme una inclinación natural que se manifiesta en nosotros, o que
por un motivo circunstancial debemos ejercitar.
Es común denominar a las profesiones como manuales o
intelectuales, según requieran mayor actividad del intelecto o de la capacidad
física. En realidad ninguna profesión es totalmente intelectual o manual,
porque el hombre está compuesto de espíritu y materia, de inteligencia y de
músculos, y éstos obedecen al intelecto. El hombre no es una máquina que pueda
programarse, sino un sujeto dotado de inteligencia y voluntad, que puede
modificar el «programa laboral», cuando la razón le indica mejores formas de
realizarlo.
Una profesión es el lugar desde el
cual debemos servir a la sociedad de acuerdo con nuestras capacidades. No es
ocupar un lugar cualquiera dentro de la sociedad organizada, sino
ocupar mi lugar dentro de ella. Esto
se refiere tanto a la organización familiar (en donde soy cónyuge, padre, hijo,
hermano), como a la faz laboral (donde puedo ser empleado, dueño, médico,
electricista) prestando el servicio voluntariamente aceptado.
Para ejercer la profesión es preciso
una preparación de las aptitudes necesarias para desempeñarla. No es mera
instrucción profesional. “La instrucción se caracteriza por dirigirse a una
parte especial del hombre y a un sector del mundo. La formación tiene como fin
la totalidad del hombre. Persona es aquella que sabe lo que pasa en el mundo
tomado en su totalidad.” [1]
La
profesión es una actividad humana
Descubrir nuestro lugar en la sociedad no resulta
fácil, puesto que debemos conocer nuestras inclinaciones y limitaciones, además
de los servicios que de mí esperan en mi núcleo familiar y en el pequeño mundo
de mis relaciones sociales, que es la nada en comparación con la inmensidad del
mundo.
El trabajo corresponde a la naturaleza social del
hombre, porque es la ocupación que se ejerce habitualmente a cambio de una
remuneración que debiera permitir la subsistencia, asegurar un porvenir, y
educar a la prole, tratando de brindarle mejores condiciones de vida. El
trabajo es la 'extensión activa' de la persona a la comunidad.
Por «ética del trabajo» ha de entenderse el conjunto
de valores, criterios y normas morales
que orientan y apoyan al hombre en la realización de su vocación, con vistas a
la humanización de sí mismo y de la comunidad. Esta definición, ciertamente
incompleta, pone en evidencia la vastedad de los problemas relacionados con la ética
del trabajo, que incluyen la relación hombre-mundo y hombre - sociedad. [2]
Requisitos
necesarios para el ejercicio de una
Profesión:
Para el ejercicio de toda actividad
profesional son indispensables dos atributos: Vocación y Competencia. Cuando la relación entre ambas
no es armónica, no es posible lograr satisfacción en el trabajo. En
consecuencia, el mismo se realiza únicamente para cumplir con la
obligación y percibir el salario. Para
el trabajador deja de ser el agradable cumplimiento del servicio social hacia
la comunidad, para transformarse en la tediosa tarea de ganarse el pan cada
día.
Vocación:
La vocación es una inclinación o disposición especial
que, saliendo del interior de la persona, la lleva a cumplir determinada
actividad en su vida. Es la inclinación natural a la realización personal, que
impulsa a desarrollar una tarea determinada en la sociedad.
"La vocación no es un proyecto cualquiera, sino
el proyecto fundamental de cada hombre, que no puede ser forjado «a priori»
sino que debe ser articulado en forma personal e intransferible durante toda la
vida. Es llamamiento, atracción, aptitud radical, inclinación tan fuertemente
sentida como el impulso que arrastra".(3)
Vocación es el amor manifestado en el querer y en el hacer, respondiendo a los
dictados del corazón con inteligencia y voluntad. Es realizar un compromiso con
uno mismo y con la sociedad durante toda la vida, conforme a los ideales
abrazados.
Competencia:
Estamos usando “competencia” en el
sentido de aptitud e idoneidad para conocer y resolver un asunto. La
competencia nace de las incumbencias que nos atribuyen los estudios, del grado
de capacidad alcanzado en alguna actividad, pero, por sobre todo, de la
voluntad de hacer realidad determinado anhelo.
Entre los refranes del idioma
español encontramos dos muy particulares: "Lo que natura no da,
Salamanca no presta" y "Zapatero a tus zapatos".
Ambos se refieren al ejercicio de la actividad conforme a los talentos recibidos
para ello. Es con relación a esos talentos como debemos rendir cuentas.
El progreso de las ciencias, las técnicas y las artes,
tan rápido en estos tiempos, requiere del hombre una constante actualización
para contar con capacidad necesaria de aprender y aprehender(4) las novedades que debemos transformar en conocimientos, previa
distinción de lo útil y lo superfluo.
Características
de la profesión:
La profesión, empleo u oficio que emprende el hombre
tiene, en general, las siguientes características:
Es una actividad humana.
Es
el ejercicio de una vocación.
Implica
un esfuerzo.
Es
un factor productivo.
Es
un fideicomiso social.
Es una actividad humana:
"El trabajo es auténticamente humano, es la
actividad que distingue al hombre de los animales. Los instrumentos que
continuamente se crean y perfeccionan,
con vista a un dominio cada vez más completo del mundo y a una progresiva reducción
del esfuerzo humano, son factores de humanización, por lo tanto, no
indiferentes a la moral del trabajador, por cuanto nacen ya llenos de la eticidad que es propia del hombre."(5)
Trabajo, como acción y efecto de
trabajar, es la facultad del hombre de poner en ejecución sus aptitudes con una
finalidad útil para su realización como persona, en su vida de relación social.
Las máquinas son medios, elementos de que dispone el hombre para obtener una
mejor y mayor satisfacción en el trabajo. El uso de la fuerza y el empleo de
animales, son también medios que el hombre, como rey de la creación, dispone
para diversas labores.
Pero la eclosión (6)
terminológica producto de los avances
técnicos tiende a modificar no sólo el lenguaje, sino a destruir instituciones.
Baste reiterar el ejemplo de considerar al hombre como un «recurso humano». El Dr. Mario Ackerman, en su
trabajo ‘Los trabajadores como Recursos Humanos’, explicaba que “quien
presta un trabajo no da ningún objeto patrimonial, sino que se da a sí mismo en
situación de actuar. Y cuando se presta en relación de dependencia - que es el
ámbito en el que normalmente se utiliza la expresión recursos humanos - se esta configurando una relación de poder que
supone que ese trabajador, amén de darse a sí mismo, resigna una porción de
libertad”. Y es que el término en cuestión no es una expresión utilizada por
los trabajadores, sino por los empleadores. “Recurso” funciona como sustantivo,
y el carácter de humano es apenas el adjetivo que lo califica. El reproche es
obvio: el trabajador es un sujeto, mientras que el recurso es solo un
instrumento.(7)
El trabajo requiere del ejercicio de una potencia del
hombre, tanto intelectiva como manual, pero, al mismo tiempo, se encuentra
reglado por normas morales y por las reglas propias de cada profesión.
Es el ejercicio de una vocación:
El
ejercicio de una profesión o de un empleo requiere de la vocación, que
idealmente resulta en la libre elección del trabajador. Pero, por muchas razones
que coartan esa libertad, es común que las personas terminen ejerciendo una
profesión para la cual no poseían vocación.
Ante la disyuntiva de aceptar esta condición o no trabajar, la elección
es evidente.
Sin embargo, es siempre el hombre quien dignifica al
trabajo, y la naturaleza social del hombre lo incita a cumplir su primera
vocación: la de realizarse como persona, tanto en el ámbito laboral como
familiar, valiéndose para ello de su formación profesional y de los mismos
valores presentes en la cultura social.
Implica un esfuerzo:
Todo trabajo implica un esfuerzo
intelectual y físico, por cuanto significa poner en disposición de hacer las
potencias del hombre. "Si el dueño de un taller mecánico no ejerce la
correspondiente actividad, no puede llamarse mecánico, aunque sea el
propietario. La profesión de propietario no existe, como no existe la profesión
de no hacer nada. Los que viven no haciendo nada no ocupan un lugar en la sociedad y, por ende, no se justifica su
presencia en la misma. Todos tienen que trabajar. Como decía San Pablo «quien
no quiere trabajar, tampoco coma.»”(8)
Profesión es la actividad que ejercemos, el lugar que
ocupamos en el espacio laboral, nominalmente identificable con un oficio, tarea
o función. En el ejemplo del párrafo anterior, el dueño del taller puede no
hacer el trabajo, tarea a la que se dedican sus empleados, que por dedicarse a
la mecánica se llaman “mecánicos”. La profesión del propietario será la de
empresario o comerciante.
El profesional universitario recibe de la sociedad,
por medio de una Universidad, un título que le confiere un grado y le reconoce
determinadas incumbencias profesionales. Puede ejercer éstas en forma autónoma
(sin relación de dependencia) o vinculado por una relación de empleo. En este
caso, ejerce su profesión conforme las habilitaciones del título, y puede ser
denominado empleado, sin perder por eso la naturaleza de profesional
universitario.
Es un factor productivo:
El
ejercicio de una profesión es un factor productivo, tanto para el sujeto que la
ejerce, que mediante la misma obtiene los medios necesarios para su
subsistencia, como para la sociedad, que es enriquecida con el servicio
recibido.
Es mediante el trabajo que se produce el movimiento de
todos los factores de la producción, y a través de él la sociedad puede llegar
a su fin de bienestar general, permitiendo también que el trabajador alcance su
bienestar particular.
Es un fideicomiso social:
La sociedad hace posible que el
hombre adquiera una profesión con el fin de que aplique, en forma ordenada y
racional, parte de su actividad al conseguimiento de cualquiera de los fines
inmediatos y fundamentales para la vida humana. Es la Sociedad la que
asigna al trabajo humano una función social, ya que
toda profesión tiene siempre carácter de actividad social. La organización
social supone que los distintos trabajos se distribuyen para lograr el bien
común. Claro está que la función social de la profesión debe estar en
concordancia con el bien particular de quien la ejerce.
"Al analizar el concepto de la profesión, se
encuentra que es la actividad personal realizada en orden a la comunidad con un
fin trascendente. En la profesión hay un individuo que abraza un trabajo
duradero del que saca los medios de su subsistencia. Al escoger ese trabajo lo
hace bajo con la esperanza del éxito: futuro y para satisfacer su
vocación"(9)
El trabajo es un servicio público prestado en el
ámbito de una ciencia, una técnica, un
arte o un oficio.
Título III
El profesional
El hombre que se pone al servicio de
los demás dentro de la sociedad, actuando con carácter público, adquiere por sus actos, fe, ante la comunidad y ante su conciencia.
Debe impregnar de sentido humano su actuación al realizar su vocación de
servicio público, brindando calidad a su servicio, es decir como lo expresará José Vicente Vitta, ejerciendo su profesión conforme las normas morales,
científicas y técnicas, que él mencionado autor denomina con los dos
conceptos fundamentales del término
bien: “hacer bien el bien” es la
calidad del servicio.
Este servicio del hombre requiere, como elemento
esencial para cumplir su misión, de la conciencia profesional que responda a la
deontología propia de la profesión abrazada.
Conciencia
profesional:
El ejercicio de una profesión tiene
íntima relación con la moral que debe imprimirse a todos los actos relacionados
con el servicio que se presta. Toda
actividad práctica, intelectual o manual, para que sea buena debe estar
regulada por las normas éticas que rigen las relaciones entre los hombres,
puesto que el acto profesional se encuentra comprendido en el campo de las
relaciones entre personas.
La conciencia profesional es una manifestación de la
justicia distributiva, por cuanto debe tender a vigilar que cada acto
profesional se encuentre amparado en los criterios de veracidad en la
prestación, eficiencia, oportunidad y plazo.
"Ofende a la justicia conmutativa si no se cumple
en integridad y calidad el trabajo establecido previamente, o si se exigen honorarios exorbitantes, que no están
legitimados y que exceden a las normas comunes. Va contra la justicia distributiva
si, tratándose de cargos públicos, se realizan actos que favorecen los
intereses individuales, familiares o de grupos. Se lesiona la justicia social
cuando se defrauda a la sociedad cobrando por trabajos no realizados,
realizados a medias o en forma deficiente." (12)
El ejercicio de toda profesión debe
efectuarse buscando lo mejor para el profesional y para el destinatario del
servicio.
Deontología
propia:
Cada una de las profesiones
ejercidas por los hombres tiene características propias, que hacen que deba
regirse por normas éticas de comportamiento, aplicadas a su caso particular.
Esta deontología (ciencia o tratado de los deberes),
tiende, ineludiblemente, a la moralidad profesional. Menéndez Reinaga nos dice que las faltas a la conciencia profesional
obedecen al aflojamiento de la conciencia moral, a la falsa doctrina acerca de
los contratos, al olvido del bien común, al desprestigio de las leyes, pero, en
modo particular, a la deshumanización de las relaciones humanas.
Los avances de las tecnologías, el aumento de la población
y, como lógica consecuencia, el nacimiento de una mayor competencia entre los
prestadores de los servicios, trajo en las relaciones entre trabajadores,
graduados universitarios o no, una serie de nuevos problemas que afectan las
relaciones de convivencia. En muchos casos ha sido necesaria la intervención
del Estado o de las agremiaciones y sindicatos para dictar normas que permitan
la convivencia, frente a un caos que puede degenerar en la aplicación lisa y
llana de la ley de la selva o del ¡sálvese quién pueda!
A lo largo de la historia se planteó el problema de si
son profesionales quienes, por las actividades que ejercen habitualmente, se
encuentran fuera de las leyes de la moral y de los hombres. Asesinos a sueldos,
explotadores dedicados al tráfico de mujeres, ladrones, etc., siempre fueron
marginados por quienes se atribuyeron la capacidad para juzgar las conductas
humanas, sobre todo aquellas que chocan con los que consideramos nuestros
valores.
Grandes fortunas de todos los tiempos se originaron
por la caza y la reventa de esclavos, por el tráfico de drogas o por
emprendimientos fabriles o comerciales que significaron la explotación de los
hombres, privándolos, mediante métodos diversos, del ejercicio de la libertad, de sus bienes y de sus derechos
En un sentido social consideramos que sólo deben
considerase profesionales quienes se dedican a una actividad encuadrada dentro
de las leyes de la moral y de los hombres. Así lo expresa la Constitución de la
Nación Argentina, cuando dice: "Las acciones privadas de los hombres que
de ningún modo ofendan al orden y a la moral, ni perjudiquen a un tercero,
están reservadas a Dios, y exentas de la autoridad de los magistrados"
(artículo 19), reafirmando además los derechos contenidos en el artículo 14 y
en el 14 bis, referidos a "trabajar y ejercer toda industria lícita."
Toda actividad que se aparta de las leyes y de la
moral pública no puede ser considerada como una profesión de carácter público.
Son solamente "modus vivendi" que adoptan las personas físicas, que no
persiguen el bien social sino el individual, o que se ocultan tras del velo sutil de una persona ideal..
En marco de las Profesiones
que debe desarrollar el hombre, se encuentran
las referidas a las artes y a las técnicas que el
común de las gentes los consideran como oficios, que suelen diferenciarlos en intelectuales y
manuales. Pero dado que el trabajo es una extensión de lo humano, todas
actividades son aplicaciones del intelecto que guía al sistema nervioso a
realizar lo que dispone el intelecto.
Podemos así diferenciar el Arte y la Artesanía.
El
Arte es la disposición el acto mediante el cual, valiéndose de la materia o de lo visible, expresa el hombre lo
material o invisible. Es una creación humana. El artista es por sobre todas las
cosas una persona física que trabajando
en soledad o en equipo, mediante sus
potencias intelectuales y físicas está
colaborando con la Creación Divina brindándoselas al servicio y disfrute de la
humanidad, las obras de su creación es un factor preponderante en la cultura de
los pueblos.
El
artesano es la persona que ejercita un arte u oficio meramente mecánico con
útiles de trabajo y elementos de
producción que les legaron las generaciones y elementos y medios de. Constituye por lo tanto, una
unidad compleja de producción utilitaria
y artística.
En todos los países
civilizados las artesanías son protegidas y alentadas por su valor artístico
que hace la tradición y cultura de un pueblo
Desconozco la existencia de normas éticas escritas para
regular la actividad de los artesanos, pero si hemos notado ‘patrones
particulares’ que nacen y hacen a la cultura de un pueblo.
Pero
debemos reconocer que toda actividad humana a los fines de dar calidad a sus
servicios pose una deontología propia, que les indica que es lo bello y lo feo;
lo malo y lo bueno, pero que deja al hombre en usos de su libertad.
Capítulo IV
El profesional
universitario
Si bien en otras oportunidades me he referido a la
Universidad, considero necesario expresar una vez más el concepto de esa
Institución que tiene por misión colaborar con el hombre para que éste llegue a
su formación integral. (1)
Fernando Savater, en su
libro «El Valor de Educar», plantea las siguientes preguntas:
"¿Debe la educación preparar aptos competidores en el mercado laboral o
formar hombres completos? ¿Ha de potenciar la autonomía de cada individuo?
¿Debe desarrollar la originalidad innovadora o mantener la identidad tradicional
del grupo? ¿Atenderá a la eficacia práctica o apostará al riesgo creador?
¿Reproducirá el orden existente o instituirá rebeldes que puedan derrocarlo? ¿Mantendrá una escrupulosa
neutralidad ante la pluralidad de opciones ideológicas, religiosas, sexuales y otras
diferentes formas de vida (droga, televisión, polimorfismo estético...)
o se decantará por razonar lo preferible y proponer modelos de excelencia?
¿Pueden simultanearse todos estos objetivos o algunos de ellos resultan
incompatibles? y en el último caso, ¿cómo y quién debe decidir por cuáles
optar?"(2) Muchas universidades,
argentinas y extranjeras, nacionales y privadas, en sus Estatutos o normas de
creación y funcionamiento establecen como misión la formación integral del hombre. Sin
embargo, la pregunta del filósofo español se encuentra vigente y debe
mover a un examen de conciencia de las virtudes y los valores que deben ser
permanentes, por integrar el «núcleo duro» del hombre. Es la única manera de
adquirir la capacidad necesaria para diferenciar
lo bueno de lo no tan bueno y de lo malo, y aprehender todo lo bueno y útil.
Como ya lo expresó José Ortega y Gasset,
la sociedad necesita buenos
profesionales - jueces, médicos, ingenieros - y para eso está ahí la Universidad,
con su enseñanza profesional. Pero necesita, antes que eso y más que eso,
asegurar la capacidad en otro género de profesión: la de mandar. En toda
sociedad alguien manda - grupo o clase, pocos o muchos -. Por eso es ineludible
crear de nuevo en la Universidad la enseñanza de la cultura o sistema de ideas
vivas que el tiempo posee.
Más adelante nos dice:
“A) La Universidad consiste, primero y por lo pronto,
en la enseñanza superior que debe recibir el hombre medio.
B) Hay que hacer del hombre medio, ante todo, un
hombre culto, esto es, situarlo a la altura de los tiempos. Por lo tanto, la
función primaria de la Universidad es la enseñanza de las grandes disciplinas
culturales, que son:
1º
Imagen física del mundo (Física).
2º Los
temas fundamentales de la vida orgánica (Biología).
3º El
proceso histórico de la especie humana (Historia).
4º La
estructura y funcionamiento de la vida
social (Sociología).
5º El
plano del Universo (Filosofía).
C) Hay que hacer del hombre medio un buen profesional.
Junto al aprendizaje de la cultura enseñará, por los procedimientos
intelectualmente más sobrios, a ser un buen médico, un buen juez, un buen
profesor.”(3)
"No se puede interpretar la Universidad desde el
punto exclusivo ni aún principal del
saber, sino desde su función, y ésta es la de
un servicio público no forzosamente
estatal, porque lo público no es sólo del Estado. Por consiguiente, la
suerte de la Universidad está íntimamente ligada a las demás instituciones; el
hecho de que se ocupe de esa materia tan sutil como son las ideas no debe
enturbiar el aspecto netamente institucional que le pertenece. La Universidad
requiere, para funcionar bien y con normalidad, estar fundada en un sólido sistema
de vigencias sociales."(4)
En esa tesitura, y como concepto de Universidad,
dentro de un mundo integrado por sistemas: la Universidad es un macro
sistema universal de saberes,
abierto e interactuante, integrado por hombres libres
que buscan formarse como hombres probos, que conocen de ciencias, artes y
técnicas, con el objeto de brindar un mejor servicio a la sociedad contemporánea y poder ejercer una
profesión con aptitud y actitud. La Universidad recibe de la sociedad al
estudiante en su condición hombre libre, que quiere ejercer alguna ciencia,
técnica o arte, y le brinda la disciplina del estudio, el compromiso con la
verdad y la información necesaria, para ayudarlo en su formación integral, con
capacidad para enfrentar la vida, dar una repuesta y una solución ética a los
problemas que demande la eclosión de los conocimientos. "Lo que nadie
puede prever es cuáles serán las nuevas
revoluciones científicas. Y esas nuevas revoluciones son las que, al cabo de 30
años, adquirirán un significado práctico cuyas ramificaciones serán posibles de
prever sólo entonces. Yo abracé las ciencias por su valor cultural y por el
sentido de aventura que involucra lo desconocido. Hoy, como hace 30 años, lo
que me atrae es ubicarme firmemente en el torbellino de la aventura de los
próximos 30 años".(5)
Antonio Pérez de Vargas, en
su artículo “El quehacer de la Ciencia”, publicado en el «Diccionario Enciclopédico de Teología
Moral», nos dice que: “El objetivo de la Ciencia es el conocimiento de la
materia, su inmenso poder es acumulable en quienes protagonizan el crecimiento
del saber científico. Miles de referencias y de anécdotas pueden servir de
ilustración al papel decisivo que la
posesión de los conocimientos ha desempeñado en el transcurso de la Historia:
han definido acontecimientos que, marcando el perfil humano y político de
quienes han tenido bajo sí el poder de decidir, han definido el porvenir del
hombre y su destino inmediato y remoto.”
Es patrimonio del
profesional universitario, en la constante búsqueda de la verdad, acrecentar
sus conocimientos mediante las Ciencias y ponerlos al servicio del hombre
mediante las Técnicas. La Tecnología tiene por misión crear los mecanismos para
llevar los descubrimientos científicos hasta el nivel sensorial. Ni el
científico, que se dedica a la investigación, ni el Poder cuya misión es
Gobernar, pueden poner límites al pensamiento ni metas a las posibilidades del
saber. Pero al ser el científico un servidor del hombre, ha de cuidar que su
ciencia sirva para lograr bienestar físico y espiritual. La ciencia se hará
siempre para el hombre, en sentido abstracto y concreto a la vez, en razón de
su existencia. La Ciencia es una forma de amar
del hombre a todos los hombres.
El Poder debe gobernar el presente, pero mirando el futuro mediato e
inmediato. Para eso necesita el aporte de las ciencias y las técnicas, con el
objetivo de lograr el bien común.
Entonces, debe dictar las normas que promuevan los marcos sociales y jurídicos
necesarios para lograrlo.
"La verdadera preparación profesional es extra
escolar. Los conocimientos concretos desaparecen y hay que renovarlos en el
estudio de cada caso particular. Pero esto no quiere decir que la preparación
escolar sea despreciable. Las ideas generales y la amplitud del estudio no son
cosas vanas, son la base irremplazable del ejercicio profesional, y tienen
el valor concreto de permitir al hombre avanzar en las ciencias
y las técnicas."(6)
Esa es precisamente la misión de la Universidad:
ayudar al hombre a formarse de tal manera que pueda insertarse en una
sociedad de medios cambiantes sin perder
sus valores. En otras palabras, inculcar la humanidad a los medios y la
ética a los fines.
Naturaleza
del profesional universitario
Utilizamos el término
"naturaleza" para indicar la esencia y propiedad característica de cada ser. Calidad o
propiedad principal que debe guiar la acción de la persona y que le sirve de
sustento. En el sentido moral, la virtud que sirve como luz y lo hace capaz de
diferenciar el bien del mal.
El profesional universitario debe tener conciencia de
que es, por sobre todas las cosas, un hombre. Como tal, debe conocer lo
suficiente de una disciplina para ser causa de avances doctrinarios y técnicos. Para eso, debe poner en acción su
capacidad en la investigación. Por la
búsqueda de la excelencia en su formación integral enriquece, desde su
profesión, el servicio público que le corresponde prestar.
Notas
generales del profesional universitario:
La
Veracidad:
Santo Tomás, en la «Summa Theológica», nos indica el siguiente concepto de verdad: "Conformidad
del entendimiento o del signo con la cosa entendida o significada". Como
virtud social, es la que nos inclina a decir la verdad y a manifestarnos al
exterior tal como somos interiormente.
El Diccionario indica cuatro acepciones: |1.
Conformidad de las cosas con el concepto que de ellas se forma la mente. |2.
Conformidad de lo que se dice con la que
se siente o se piensa. |3. Propiedad que tiene una cosa de mantenerse siempre
la misma sin mutación alguna. |4. Juicio o proposición que no se puede negar
racionalmente.
Así como el primer
compromiso de la Universidad es la búsqueda de la verdad, nacida del
diálogo de las ciencias, el compromiso del Profesional Universitario es con la
verdad, que debe buscar, vivir y enseñar.
"La filosofía contemporánea tiene clara
conciencia de que las verdades, los conocimientos y la cultura son creaciones
humanas y están, por consiguiente, condicionadas por las circunstancias
históricas en las que han tenido origen, salvo aquellas verdades que el hombre
acepta como dogma de fe. A la verdad del hallazgo o conquista definitiva, la
gnoseología opone la doctrina de la verdad como búsqueda, como proceso creador ininterrumpido." (7)
La verdad científica "no se logra de una vez y
para siempre. Si los conocimientos están en constante revisión, tales
«verdades» y «conocimientos» no pueden constituir el fin último de la
enseñanza. El producto -que está condicionado por las circunstancias históricas
que le dan origen- debe ceder el puesto a la actividad productora, los sistemas
fijos a la indagación sistemática. El propósito de la enseñanza universitaria
no puede consistir en la transmisión de conocimientos concretos o esquemas
rígidos, sino en la formación de la capacidad para adquirirlos o elaborarlos
por cuenta propia. El proceso de la ciencia y, en particular, la técnica
contemporánea, es tan rápido que de muy poco sirve poseer un caudal fijo de
conocimientos si no se tiene la capacidad para enriquecer tal caudal en el
futuro. Esta incapacidad para proseguir la labor por cuenta propia ha
transformado a nuestras universidades en repetidoras de esquemas ajenos, cuando
no en un Museo de antigüedades científicas y filosóficas.”(8)
El profesional universitario, como fundamento de su
valor moral, debe buscar la verdad y enseñar su verdad. Si nos apartamos de la
libertad de expresar nuestra verdad no estamos ejerciendo una profesión universitaria, sino que estamos
claudicando al valor primordial del Profesional, no ejerciendo la profesión
sino comercializando las incumbencias de un título al mejor postor.
La necesidad de verdad, que es la base de las
relaciones con la sociedad, debe manifestarse como un bien propio, por cuanto
la opinión profesional implica dar fe del problema, de sus implicancias y de
las soluciones posibles.
Para dar vivencia a la verdad se la debe pensar, esto
es, analizar el problema con sus ventajas y sus desventajas y así poder emitir
una opinión fundada en la justicia, las ciencias y las técnicas, que será
nuestra verdad profesional, sabiendo que no es única ni absoluta.
Se debe decir la verdad, que puede ser dulce o amarga,
pero nunca detestable. La verdad debe convencer, no imponerse por la fuerza o
la autoridad.
El Profesional Universitario debe obrar con la verdad.
Dicho vulgarmente, debe vivir la verdad
y dar el ejemplo de ella, no sólo predicarla.
La mentira:
Como
'término par' al de verdad,
tenemos a la ‘mentira’, que es una expresión o manifestación contraria a
lo que se cree o piensa.
"Para que
haya mentira se requieren dos condiciones: en primer lugar, voluntad de decir
lo que es falso; en efecto, si alguien no quiere falsear la realidad, no
tendríamos una mentira en sentido formal, sino una equivocación. Pero si
alguien tiene la voluntad de engañar y dice la verdad por equivocación,
entonces ha mentido moralmente. En segundo lugar, la palabra expresada no debe
traslucir ni representar el pensamiento interior, de tal manera que la persona
que la escucha caiga en el engaño. La mentira siempre es mala porque quebranta
el orden natural de la palabra."(9)
Se ha escrito hasta un decálogo de
mentiras tendiente a justificar las faltas de verdad, pero es interesante considerar en las mentiras una clasificación,
teniendo en cuenta los motivos que llevan al hombre a faltar, a mutilar o a omitir la verdad. Así tenemos:
Las
mentiras hipócritas: La
hipocresía es el fingimiento de cualidades o sentimientos contrarios a los que
verdaderamente se tienen. Hipócrita es el que finge tener virtudes, apariencias
o competencias que no posee.
Es una mentira social que suelen cometer los profesionales cuando
pretenden, mediante la publicidad, crear una imagen de competencias o
habilidades que no se poseen. Esto ocasiona un daño, no solamente a los colegas
con competencias reales, sino a los clientes, que en forma incauta caen en su
órbita.
La
simulación: La simulación es la
reproducción de un proceso o un fenómeno mediante otro más sencillo o más
cómodo de manejar, que evolucione de manera homóloga al primero. Es también la
alteración aparente de la causa, la índole o el objeto verdadero de un acto o
de un contrato.
Es también una mentira en la que suelen caer los profesionales, cuando
muestran al paciente o cliente una situación caótica que le permitirá cobrar
mayores honorarios; o en el caso inverso, el ocultamiento de una situación
grave.
Las
mentiras jocosas: Jocoso es lo chistoso, gracioso, festivo o
divertido. Consiste generalmente en acentuar algún defecto de una persona o
Institución, y debe juzgarse conforme la intención y oportunidad en la que
ocurre.
Las
mentiras piadosas: es ocultar la
realidad, que puede producir un mal mayor. Es falso concepto de la caridad,
porque la verdad es dulce o amarga, pero nunca detestable, y si lo que debemos
transmitir es un mensaje amargo, la caridad radica en transmitirlo con amor y
respeto del dolor que pueda producir.
Se trata, por lo general, de una medida
de discreción que conduce a decir la verdad a medias o a no decirla. Es
discutible su aplicación, y existen
corrientes profesionales que sostienen la conveniencia de recurrir a ellas cuando
se busca, no matar con una palabra, las
esperanzas, En el caso de paciente, el Médico; en del cliente, el Abogado, el Contador y todo profesional tendrá que
poner en juego toda su humanidad para no herir.
Las mentiras Oficiosas: Son aquellas mentiras que se dicen para agradar o
servir a otros, casi siempre son halagos destinados a conseguir favores.
Las
mentiras oficiosas, como las lisonjas y los piropos, entrañan una doble
intención; y proferidas por un profesional universitario dicen muy poco de la
seriedad y discreción que debe mostrar en el trato diario.
Las
mentiras perniciosas o calumnias:
Dejan de ser una falta ética para convertirse en un delito, que es punible por
la conciencia y hasta por las leyes
cuanto son una imputación falsa efectuada buscando causar un mal. Para José
Ingenieros, las calumnias son frutos de
la envidia del éxito ajeno, y es un vicio indigno de un hombre, tenga éste o
carezca de un estado de profesional.
José E. Guraieb,
en «Sabiduría Árabe»; nos dice:
"No impongas condición alguna a tu amigo más que la de no mentirte. Otro
mentiroso es el que se asocia a la divulgación de la mentira; algunos lo
califican como difamador. Cuídate de ser vehículo de la mentira. La euforia de
un hombre juicioso y equilibrado es no
decir más que todo aquello que nunca será puesto en tela de juicio. Es más
fácil corregir a un ladrón o a un bebedor que a un embustero. En el hombre todo
vicio es susceptible de corrección, menos la mentira, cuyo mal seguirá
arraigado hasta su muerte. La verdad es rutilante, la mentira es titilante. La
verdad honra al hombre, la mentira lo humilla. Por suerte para la humanidad,
los mentirosos tienen mala memoria. No permitas la entrada de pensamientos de
mentiras en tu mente, para que no contaminen los demás pensamientos de verdad.
Para los corazones puros las palabras de mentira son flechas venenosas... nunca
escribas lo que no puedas firmar." (10)
El secreto profesional:
Por secreto profesional debemos
entender el que nace del implícito compromiso entre el Profesional y su
cliente, o la Institución donde presta servicios en relación de dependencia. Es
una virtud propia de la discreción.
Es secreto lo que cuidadosamente se mantiene oculto.
En el caso de las profesiones, es el conocimiento que se adquiere
exclusivamente por el ejercicio de la misma.
Como fundamento de la obligación del secreto podemos
señalar tres aspectos: uno, el valor estrictamente personal, luego la índole
social, y finalmente la naturaleza teológica.
El valor personal, corresponde al derecho de la
intimidad que poseen, por naturaleza, todos los hombres. El motivo social se
explica porque el bien común requiere que los individuos puedan confiar a los
expertos o a los amigos las situaciones en que puedan encontrarse, para recibir
consejo y ayuda. En la vida en sociedad el hombre necesita en quién confiar. El
motivo teológico, también llamado “sigilo sacramental”, se impone a los
pastores de las distintas religiones para no divulgar la intimidad de los
fieles que en ellos confían.
Un
secreto puede ser natural, prometido o confiado. Decimos que es natural cuando su
divulgación está prohibida por las leyes de la moral o de los hombres. La
obligación de guardarlo proviene de la ley natural que resguarda la intimidad
de las personas. Por ejemplo, un defecto íntimo o las relaciones conyugales.
El secreto es
prometido cuando se empeña la palabra de no divulgarlo antes de conocer el
hecho. Es una cualidad que hace a la discreción
en el ejercicio de una profesión. Más aún, cuando por el ejercicio de
ella es normal que conozcamos hechos, u omisiones que pueden perjudicar a la
persona que en nosotros ha confiado, entonces el secreto prometido se convierte
en un deber de lealtad.
El secreto es
confiado cuando nos obligamos por la moral o las leyes a no divulgar
un hecho, pensamiento u omisión, después de conocerlo. Este secreto es un
verdadero «fidei commiso»,
puesto que se encuentra basado en la confianza que se posee en la persona que
lo recibe.
La cortesía:
Es la manifestación de atención y
respeto que tiene una persona en el trato con el prójimo. Es el trato diario
que merece todo ser humano, fruto de los valores que aportan una buena
educación social. Para un profesional universitario no es sólo una
característica sino una obligación.
Un profesional bien educado respeta no solo al amigo
que se presenta a requerir sus oficios, sino también al desconocido, a la
persona inexperta y humilde. La cortesía no debe significar un trato
preferencial hacia algunos, sino una forma personal en su accionar, la cortesía
es una muestra de buena educación.
El
derecho al honor y a la fama
Entendemos por fama la opinión o
estima que tiene la sociedad de determinada persona. Si su modo de vida es
intachable y su actuación profesional es competente, adquiere fama.
Así como toda persona es honrada hasta que se
demuestra lo contrario por juez competente, toda persona tiene el derecho
natural a su buena fama, puesto que
nadie puede ser considerado malo o inútil para determinado menester, hasta
tanto se demuestre esa incapacidad.
El compromiso
del profesional universitario:
El profesional universitario, adquiere un triple
compromiso: con la sociedad, consigo mismo y con la Universidad.
Con
la Sociedad: Es la sociedad
política, social y jurídicamente
organizada la que, mediante su aporte, permite la existencia de la
Universidad. La familia aporta sus
mejores frutos: la juventud, que tiene vocación y quiere insertarse en la vida
social. A tal fin, el régimen impositivo y, en muchos casos, las contribuciones
directas, permiten a la Universidad prestar el servicio público de la Enseñanza
Superior. Esta es la inversión fundamental
de los recursos públicos, y la que produce mayores dividendos en el
corto, mediano y largo plazo. La educación brindada redunda no solamente en un mejor servicio
profesional, sino en la formación de lo que ahora los economistas y los
políticos llaman "capital
humano", que no es otra cosa que lograr hombres probos que sean protagonistas del bien común.
Consigo
mismo: Si el
hombre ingresó en la Universidad obedeciendo a una vocación, es
lógico que, en el cumplimiento de ella encuentre su realización. Si el
ingreso a la Universidad no fue una respuesta a la vocación sino a otras
circunstancias, buscará su realización como persona ejerciendo sus capacidades
en otras actividades valiéndose incluso de las incumbencias de su profesión.
Por ejemplo, la Política Partidista, la Industria, el Comercio, la Docencia.
Con
la Universidad:
El graduado universitario ha adquirido un compromiso con
la Institución Universidad, no sólo con aquella que le confirió la competencia
profesional. En cada uno de sus actos se
está juzgando a la Universidad. No dejó de formar parte de ella, solamente dejó
la comunidad de estudiante para ingresar en la comunidad de graduado. Como tal
puede participar en la conducción, y continuar recibiendo de ella la
actualización conceptual, brindando sus experiencias para enriquecer a la
docencia.
Hemos mencionado características que, como virtudes esenciales deben tener los
profesionales universitarios. Aparte de ellas debemos contemplar otras
actitudes, que podemos denominar virtudes urbanas, por cuanto se manifiestan en la convivencia diaria de los hombres
en sociedad. Así podemos considerar
entre otras:
La
aceptación de disidencias: Solamente Dios tiene la verdad absoluta, por el ser Él la
verdad, el camino y la vida. La posesión de un título universitario, la experiencia de los años y el estudio, no confieren la
verdad, sino que nos guían en el camino que debemos recorrer en su búsqueda.
A las disidencias que diariamente encontramos con
otras personas o con otras doctrinas, debemos aceptarlas como cualquier opinión
emitida por un hombre. Son expresiones libres que nos invitan a repensar
nuestro criterio, a conocer otros argumentos y razones que enriquecen nuestro intelecto, que también sabe nutrirse
con la crítica.
La tolerancia: La perfección siempre es una meta a lograr, por lo tanto
es un deber social tolerar las formas distintas de pensar y de vivir.
La pluralidad: La
sociedad está integrada por hombres libres, cada uno distinto a otro. En un
mundo así, debe respetarse la pluralidad, que es el núcleo duro de la sociedad.
Comprensión: Es la
capacidad o perspicacia para entender las cosas, y practicar la empatía antes
de formular la crítica.
Gratitud: Es la virtud que debe observarse en todas las relaciones.
El profesional se debe a la totalidad de la sociedad, que le permite realizarse
como hombre ejerciendo un servicio público.
"Hay que emplear tanto tiempo en dar gracias a
Dios por los beneficios obtenidos, como el que hemos empleado en obtenerlos. La
gratitud mantiene al hombre en una serena aceptación de sus propios límites, lo
anima a hacer el bien portándose con los
demás como le gustaría que se porten con él, ayuda a sentir la propia
pobreza sin replegarse en un aislamiento y sobre todo a hacer saltar el corazón
en la esperanza." (11)
Altruismo:
el altruismo es la
diligencia en procurar el bien ajeno aún a costa del propio. Debe ser un
carácter distintivo de los profesionales universitarios porque marca un estilo
de vida, que se manifiesta en la entrega desinteresada a empresas que
signifiquen un servicio social.
Amistad: Un profesional es el hombre de confianza, que sabe
escuchar y que es capaz de dar un consejo a quien lo requiere.
"Es digno de un hombre cuidarse de sus enemigos
hasta lograr su confianza, apaciguar la ira y conquistar su amistad. La
enemistad que proviene de la rivalidad profesional puede transformarse en
amistad."(12)
El ejercicio profesional
en forma liberal, es decir en forma personal y autónoma, con independencia y
libertad, está sujeto a normas dictadas por los Estados, basadas en la
protección jurídica y económica que justifican el Poder de Policía.
En este caso también
existe un patrón, ya que el pueblo, mediante las instituciones creadas, fiscaliza las prestaciones
ejercidas, por cuanto, siendo ambos lícitos y honestos, el interés general prevalece por sobre el interés particular.
Este Poder de Policía es, como lo expresa Joaquín V.
González, una limitación a la libertad natural, que faculta al poder público a
dictar leyes, reglamentos, ordenanzas y
mandatos que, teniendo por objeto la subsistencia armónica del conjunto de
todas las libertades, importan restricciones más o menos amplias a la libertad
de cada uno. El orden y la moral pública están resguardados por leyes, reglamentos y ordenanzas que provienen de los
respectivos poderes entre los
cuales el pueblo ha distribuido su
soberanía.(13)
El servicio
profesional prestado en forma liberal se encuentra regla-mentado, por las
exigencias dispuestas en la Universidad que otorga el título, por las
incumbencias del mismo, y por el control ejercido en forma directa por los
Estados o por Asociaciones Profesionales con autorización para la matricular, controlar y juzgar a sus pares por responsabilidades derivadas del ejercicio
profesional.
Es
frecuente escuchar a los estudiantes universitarios decir: "yo de empleado
jamás, y menos de empleado público". Sin embargo, resulta que el Gobierno
del Pueblo, y las asociaciones civiles y comerciales necesitan la colaboración
activa de todos los profesionales. Muchos de ellos son convocados a
prestar sus servicios profesionales en
relación de dependencia con el
Pueblo, como sus representantes o agentes públicos. Esa necesidad de
profesionales que, mediante la aplicación de sus capacidades específicas,
puedan brindar un mejor servicio a la comunidad, son comunes en las actividades
de las organizaciones públicas y de las privadas.
Particularmente, el Estado, ya sea Nación, Provincia o
Municipio, puede lograr su finalidad sólo mediante el accionar de las personas físicas. Por eso
necesita de hombres en plenitud de su capacidad para que presten servicios a toda
la sociedad. Desde los titulares de los Poderes, hasta el barrendero de una
plaza, se trata de empleados en relación de dependencia, cuyo patrón es el
pueblo. La actividad privada contrata profesionales para ejercer industrias
lícitas, encuadradas en las leyes que permiten ejercer los oficios y las
profesiones liberales. Conforme la Constitución Nacional todo trabajo se
encuentra resguardado por las leyes que rigen las relaciones de los
hombres en sociedad.
“Filosóficamente, en el Estado se evidencia un elemento material, que es la pluralidad de personas.
El Estado es la convergencia de voluntades de los ciudadanos hacia un mismo fin
(el bien común). Se trata de un vínculo moral estable, espiritual, racional
libre y, por ende, digno del hombre.”(14)
Krotoschin,
en «Instituciones de Derecho del Trabajo», nos dice que los trabajadores
intelectuales no forman ningún grupo especial. El médico, el abogado, el
contador, el artista, el escritor, el traductor, pueden ser independientes en un caso y
dependientes en otro. Cuando se trata de un médico adscrito a un sanatorio,
sujeto a obligaciones precisas, recibiendo por ello una remuneración fija,
existe una dependencia personal suficiente para configurar una relación de
trabajo, si bien el médico reserva su independencia de criterio en lo referido
a su ciencia (también reserva su criterio profesional el ingeniero, el abogado,
el contador o cualquier trabajador especializado en una ciencia, un arte o en
una técnica)(15) La independencia de
criterio nace del compromiso con la verdad que hace a la naturaleza del hombre.
Este compromiso está legislado en los Códigos de Procedimientos y en las
reglamentaciones que rigen el ejercicio de cada profesión.
Lo que se contrata es el ejercicio profesional, y el
hombre no puede ser para algunas cosas un profesional, y para otras un empleado,
sujeto a obediencia debida. En caso de contradicción entre la orden y la
obligación profesional, se debe optar por la obligación profesional, sino se
está renunciando al compromiso ético propio del ejercicio de la libertad
profesional. El médico no puede dejar morir al paciente aunque reciba órdenes
de hacerlo, el abogado está obligado a defender a ultranza a su cliente, aunque
actúe como defensor oficial, y el Contador tiene la obligación de informar con
verdad la situación económica o financiera del cliente, aunque a él le
resultara conveniente lucrar con los honorarios de una convocatoria.
La naturaleza de profesional no disminuye por la
relación de dependencia. La docencia y el empleo público, tanto en la actividad
privada como en la pública, es
ejercicio profesional si para
ocupar el cargo se requiere in título
universitario que acredite su idoneidad. .
La
actualización permanente
Es precisamente esa independencia de
criterio lo que permite a los profesionales cumplir con su compromiso de
servicio a la comunidad. En ella, por la misma acción de los hombres, las
ciencias, las técnicas, las normas, las costumbres, van transformándose.
Es obligación impuesta por el
servicio profesional la actualización permanente. No se trata de una simple
puesta al día, porque eso significaría una actitud pasiva. Es insertarse en
forma creativa en el progreso y el no hacerlo puede llegar a significar una
corrupción que nos lleve a prestar un servicio en defecto.
Capítulo VI
DEONTOLOGÍAS
PROPIAS DE LOS PROFESIONALES UNIVERSITARIOS
La Deontología es la ciencia de los
deberes, o teoría de las normas morales. No es una ciencia normativa pura sino
empírica, que se ocupa de la determinación de los deberes dentro de las
circunstancias sociales.(1)
La raíz de los derechos y de las
obligaciones es la misma: el mandato Divino, las leyes naturales, las normas
positivas dictadas por los hombres y las normas de comportamiento de los hombres
en sociedad.
Dentro de una sociedad que reconoce distintas
profesiones, cada una de ellas tiene deberes que cumplir. Así como la ontología
trata al hombre como lo que debe ser, la deontología lo trata como realmente
es. Por eso, si bien las normas éticas son unas, los deberes que a cumplir en
una sociedad organizada, son específicos, pero no antagónicos. Existe
complementación entre las distintas profesiones porque las obligaciones que el
hombre asume y las necesidades que deben satisfacerse son, en general,
interdisciplinarias.
Podemos hablar de deontologías propias, es decir, de
deberes específicos de una profesión, porque se asientan en valores y
principios que son universales para todas las profesiones. Pero teniendo
presente que los destinatarios de este trabajo son: mis alumnos, y mis colegas,
solamente me referiré a ellos
Título I
El
Estudiante Universitario
La opción:
Siempre será materia discutida, el
momento y los motivos que llevan a un hombre a decidir cual será su profesión.
Es una de las principales opciones que debe tomar el hombre, porque influirá en
toda su existencia. La vida nos obliga a tomarla cuando, saliendo de la
adolescencia y luego de haber dejado atrás la niñez, encaramos en nuestra
juventud la búsqueda de nuestro lugar en la sociedad.
La opción está condicionada por distintos factores que
son ajenos a la vocación y a las capacidades. Podemos señalar, por ejemplo, la
situación económica y social del grupo familiar, que a veces impide una
ocupación de tiempo completo al estudio, y debe decidirse por ambas cosas a la
vez, o por sólo por el trabajo. También influye a veces el deseo familiar que
uno de sus miembros sea "doctor",
la presión para una salida laboral específica que normalmente tiende a
una prolongación de una actividad familiar. También existe, algo que muy pocos
aspirantes realizan; una evaluación de su capacidad intelectual, recurriendo al consejo de mayores o
profesionales, para luego, en plena libertad y conciencia, decidir.
Hemos optado por ingresar en una Universidad, la
mayoría de los casos sin tener conciencia cierta de cual es nuestro objetivo. Frente a esta
realidad, surgen preguntas:
¿Qué es un
estudiante universitario?
Es esta la primera incógnita que
debemos despejar. El Diccionario Espasa-Calpe, cuando conceptúa el término diamante, nos dice que es una piedra preciosa, la más estimada, formada
por carbono cristalizado,
diáfana y de gran brillo, generalmente
incolora y tan dura que raya todos los demás cuerpos. También nos dice que,
como uso vulgar, «diamante en bruto es un hombre cuando no tiene el lucimiento
que le dan la educación y la experiencia» El
pulimento y la talla de un diamante solamente se logra
con su propio polvo y el de otros diamantes.
La sociedad entrega a la Universidad el tesoro más
preciado que posee: sus jóvenes, para que, entre docentes, otros jóvenes y
personal de apoyo, puedan tallarse y resaltar sus mejores quilates.
La existencia de una Universidad se justifica por la presencia de ese componente activo. No
puede concebirse un establecimiento de estudios sin la presencia de
estudiantes. Si la Universidad solamente
se dedicara a la función de "tomadora de exámenes", no cumpliría su
misión, estafaría al pueblo, se transformaría
en una fábrica de titulados que, a la postre serán una masa de hombres
frustrados.
Naturaleza social del estudiante
universitario:
La naturaleza del estudiante
universitario es la de un hombre libre que ha elegido, mediante el estudio,
poseer una formación integral para prestar un mejor servicio a la comunidad.
Ha elegido al estudio como opción de vida. Esto debe
llevarlo a la actualización permanente como una obligación de conciencia. Sin
embargo, si no concluye los estudios, es probable que su paso por la
Universidad lo haya preparado para realizarse en otras actividades, como en los
negocios, la política, o el servicio social. Porque la inversión pública en
educación no tiene desperdicios, siempre producirá dividendos sociales.
Como
elemento activo de la Universidad el estudiante es:
Un hombre
Un proyecto de
autoformación
Un producto de la vida
civilizada.
Un hombre:
Vamos a referirnos
primero a lo que un universitario no es:
No es un número de libreta, ni es un dato estadístico,
no es algo que ocupa un lugar. Ni es la materia prima que recibe la Universidad
para convertirla en un recurso humano. No es un factor a incluir en el costo económico que da
derecho al cobro de un arancel para aumentar las ganancias de los empresarios
de la Educación.
El estudiante es, sobre todas las
cosas, un hombre. Es lo más importante que posee una
sociedad, y la esperanza de un mundo
mejor.
Un proyecto de autoformación:
Es un proyecto de política social, es la inversión
pública que mayores beneficios más redituable que realiza el Tesoro Público.
También es, por supuesto, un proyecto
individual emprendido por un joven con el objetivo de realizarse, primero como
persona y luego como profesional, para tomar libremente las opciones de
servicios «sociales e individuales».
Ese proyecto de formación constante no concluye con el
Diploma expedido por la Universidad en nombre de la sociedad. El título es
únicamente el reconocimiento de determinas incumbencias, que deberá mantener y
acrecentar, por cuanto el 'proyecto de autoformación' emprendido por el
estudiante no tiene un límite ni cuantitativo ni cualitativo. Las incumbencias
del título deben ser revalidadas mediante el estudio diario. Muchas veces he
repetido aquello que escuché en mi paso por la Universidad, nacido del corazón
y pronunciado por los labios de uno de mis Profesores: "Un estudiante debe leer por
lo menos una hora por día y ser capaz de resumir en una página por semana lo
leído. Y un profesional Universitario debe leer por lo menos el doble y resumir
al final de la semana en una hoja, en la cual expresará también su conclusión”.(2)
Si yo hubiese sido el alumno que mi Profesor deseaba y
predicaba, hoy no tendría los baches de obsolescencia, que son tan comunes en los profesionales universitarios.
Un Producto de la vida civilizada:
La civilización avanza, el hombre cambió la faz de la tierra. Los
logros humanos son incontables, como son insospechados los logros del futuro.
Cuando el estudiante recibe la información, la asimila
como conocimiento y busca la técnica apta para aplicarla, es posible que la
misma ya le resulte anticuada. Es preciso producir cambios estructurales. En el
campo de la programación de las carreras universitarias, los programas de
dictado deben adaptarse conforme se incorporen avances en las ciencias, en las técnicas y en las artes.
No resulta errado pensar que una reforma permanente de
los sistemas de enseñanza y aprendizaje, debe consistir en inculcar las
virtudes y los valores que integran el disco duro del hombre. De este modo se
encontrará preparado para asimilar los cambios, integrarlos e integrarse como
protagonista de los mismos. "Habrá sin duda alguna, un incremento
significativo de los requerimientos de compromiso personal del docente,
trascendiendo al mero saber técnico o al compromiso burocrático. Además, la tarea misma de formar la
personalidad de los alumnos en el marco de una propuesta democrática implica
asumir los valores de la democracia en forma activa."
Un proyecto educativo democrático es, desde este punto
de vista, muy exigente en términos de la capacidad personal de los docentes.
Existe un núcleo básico de actitudes y valores sin los cuales es muy difícil
enfrentar las exigencias del desempeño profesional futuro"(3)
El estudiante siempre continuará preparándose para
hacer frente a un futuro incierto, distinto de los estudios cursados en la
Universidad. Si su saber se asienta en valores y virtudes buscará
los medios para seguir siendo el
protagonista en la historia del mundo, y no será ese hombre globalizado con
rostro de huevo, sin ojos, ni orejas, ni boca que nos pintó el poeta César
Antonio Alurralde
en el parágrafo que hace
referencia a la globalización.
Características
necesarias de un estudiante universitario
El hombre, para ocupar su lugar de
estudiante requiere tres cualidades: vocación, compromiso de verdad y espíritu
de superación.
Nos hemos referido al problema vocacional en general,
ahora hagámoslo exclusivamente con relación al estudiante universitario.
La vocación personal:
Debemos tener presente que la
decisión es tomada en una de las edades críticas de la vida, cuando el chico
dejó de ser adolescente y entra en la juventud. En ese momento debe decidir que
hará en su vida. Debe decidir él, conforme a sus inclinaciones y capacidades,
respondiendo al llamado interior. Es común que sean sus mayores quienes
influyan decisivamente en la decisión, evaluado otras cosas, como la inserción
posterior en la actividad laboral, o porque es necesario su aporte inmediato al
sostén familiar. El camino elegido muchas veces se contrapone con las inclinaciones
o con las capacidades intelectuales o físicas.
Luego de la elección, contrajo una obligación consigo
mismo y con la sociedad. Se ha comprometido a formarse como hombre por el
camino del estudio, es decir,
ejercitar el entendimiento y todo el ser para alcanzar o comprender ciencias y
técnicas, haciendo de ellas una norma de vida, le permita prestar un mejor
servicio a la sociedad, porque se estudia no solamente para poseer, lo
importante es dar, es ser portador de una luz.
El ser estudiante no es un trabajo, ni un oficio, sino
una actitud propia del ser humano, es la condición natural y permanente de
aprendizaje en la que vive el ser humano y la que lo diferencia de los otros
componentes del Reino Animal.
La primera repuesta que debe buscarse cada estudiante es ¿por qué estoy aquí? Consultando
repuestas a los formularios de Inscripción, el Director del Departamento de
Estadísticas de la Universidad Nacional de Salta, Licenciado Carlos Rubio,
llegó a la conclusión que más de la mitad no tiene claro el motivo que los
lleva a estudiar, si bien la mayoría
espera obtener un título que le permita subsistir. En lo que se refiere a la
Carrera elegida, el porcentaje de cambios de carreras, y el
desgranamiento, no indica que no existió un análisis vocacional previo.
Muchos inician una carrera para luego cambiarla por
otra, en la misma o en otras Universidades. Conforme charlas mantenidas con
alumnos, en muchos de los casos concluyeron que lo hacen para salir de la casa
de sus padres a otros lugares, para
vivir la «aventura del estudio sin la vigilancia familiar». Otros mantienen la
carrera elegida pero buscan una Facultad donde las exigencias académicas sean
menores; y una ínfima parte por traslado del núcleo familiar. Es llamativo que
el éxodo a otras casas de estudios sea mayor en las Facultades de Ciencias
Económicas y en las de Ciencias Jurídicas.
La
vocación de servicio:
Vimos en capítulos anteriores, que el hombre como ser
de naturaleza social, solamente puede realizarse en una comunidad.
El estudiante es un
joven que se encuentra en preparación para cumplir su vocación de
servicio a la comunidad. Este es el fin del estudio: el saber para ser
compartido, el devolver a la sociedad la oportunidad que le brindó mediante la
creación de las Casas de Altos Estudios, y por esa razón la Universidad en
nombre de la Comunidad le exige el Juramento Profesional.
La solidaridad estudiantil es la primera manifestación
de una vocación de servicio. Es en esa etapa de la vida donde nacen las amistades y el compañerismo,
manifestados en el trato fraternal, y en la respuesta de contar el uno con el
otro. Es también lugar de sana competencia y debe ser el momento del diálogo
profundo con uno mismo.
Cuando se encuentra ausente la vocación de servicio,
el objetivo del saber es por el saber
mismo, es egoísmo. Cuando lo que mueve
el intelecto es el espíritu de lucro, que nace de la esperanza de adquirir
bienes materiales, puede aplicarse el siguiente proverbio árabe: “El hombre
que busca la fortuna y es apegado al dinero es como el gusano de seda, que no
hace más que hundirse cada día más en su propia sepultura. Y eso es ignorancia”.
La vocación profesional es participativa, no un tesoro
que se deba guardar, sino un ‘talento’ que tenemos el mandato Divino de sembrar
los talentos recibidos para obtener frutos.
"La consulta de un profesional a otro evita el
arrepentimiento y no da lugar a las críticas. Si las críticas son mutuas,
sirven de apoyo y de protección contra la tiranía de la autosuficiencia, que es
despótica. Los profesionales son de tres clases: los juiciosos, que obran
cuerdamente guiados por su sano juicio; los afligidos, que recurren a pedir
consejo a cualquiera; y los perplejos, que no piden consejos a sus colegas ni
se dejan guiar." (4)
Es la vocación profesional, la que mueve al
estudio, evita la obsolescencia de los
conocimientos y permite al hombre hacer frente a los avances culturales.
Compromiso
de verdad:
"Es feliz el hombre cuyo camino
no es la mentira, y cuya lengua se
consagró siempre a decir la verdad. La mentira denigra al hombre, y la vida castiga al mentiroso no dándole
memoria, pero sí cosas que ponen en descubierto su falta de verdad."(5)
Sólo la verdad, que es la conformación del ser con la
realidad, hace libres a los hombres. El
estudiante inicia el camino del conocimiento de las cosas y su compromiso de
verdad debe acompañarlo durante toda la vida.
La búsqueda de la verdad es lo que producirá en el
estudiante su transformación en un profesional universitario.
Espíritu
de superación:
Es nuestra legítima aspiración de
docentes, y en la cual ponemos nuestro mayor empeño, que nuestros discípulos
lleguen a superarnos, en ciencia y en conciencia. Cuando esto ocurra, nuestros
corazones saltarán de orgullo y satisfacción, porque habremos efectuado un
valioso aporte al avance de la cultura. Ese espíritu, en el cumplimiento de
nuestra obligación docente, debe inculcarse a los alumnos, porque no estamos
contribuyendo a la formación de competidores sino a la formación de hombres,
que ocuparán un propio lugar en un futuro inmediato (que esperamos sea mejor
que el presente).
Quienes gozamos del privilegio de dedicarnos, casi
medio siglo a la docencia superior, nos sentimos orgullosos de haber impreso una
pequeña impronta en el corazón de cada uno de nuestros exalumnos.
Ese resultado no es mérito exclusivo del docente, sino que pertenece en gran
medida al alumno, que en su momento entendió el mensaje, y lo hizo realidad, en
sí mismo. El espíritu de superación que
debe la característica fundamental del estudiante universitario..
Este espíritu es
una de las condiciones necesarias del
estudiante. Es el aliciente que motiva el paso del método de estudio basado en
el apunte anónimo comprado en un Centro
de Estudiantes, o en la carpeta de un compañero que aprobó con buena nota, al
cambio por los libros de una bibliografía adecuada y ampliada en consultas
con sus docentes.
MÁXIMAS
DE LA VIDA ESTUDIANTIL
Denominamos “máxima”, a la regla o
principio generalmente aceptado por quienes se dedican a una misma ciencia u oficio. Un estudiante, para
salir adelante y llegar a buen fin, debe, haciendo uso de su libertad, seguir
el camino por él determinado, adecuando su comportamiento a una norma de
conducta. Es universalmente
conocida aquella máxima que asienta la
vida estudiantil en una mesa sostenida por cuatro patas: el Objetivo, el
Estudio, el Orden y la Disciplina.
El objetivo
Frente de la pregunta que
anteriormente se formula del “¿por qué estoy aquí?” Pude recoger personalmente
una amplia gama de respuestas: “para tener un título”, “para ser un
profesional”, “para ganarme la vida”, “porque mis compañeros del secundario
estudian esto”, “porque me manda mi papá”, y siempre escondida e íntimamente
reconocida muchas niñas dicen: “como una forma de encontrar novio”.
Lo cierto es que muy pocos tienen como objetivo el
formarse íntegramente, afianzando su
formación personal y buscando, con las fuerzas del espíritu joven, repuestas a las inquietudes
naturales propias del proceso de maduración física e intelectual.
Conforme sea la claridad del objetivo perseguido por
el joven será su comportamiento dentro
de la Universidad, y alcanzará o no, el estado de estudiante. Cuando sólo se
busca el título, el comportamiento es similar al del atleta que participa en
una carrera de obstáculos: cada materia aprobada es una valla saltada que permite seguir la carrera. No estudia para
saber, sino para aprobar el examen lo más pronto posible y con el menor
sacrificio intelectual. Entonces, el
alumno estudia en "apuntes de ignorados orígenes", se adquieren muchas "frases altisonantes” que suenan bonitas
frente a una tertulia estudiantil pero que, al no ser fruto del razonamiento,
resultan palabras vacías de contenido; frases hechas y repetidas que rara vez
convencerán a una Mesa Examinadora. Llegarán a ser, tal vez, excelentes
comerciantes en una actividad profesional rentable, pero difícilmente adquieran una cultura universitaria.
El estudio es la realización de la vocación, no es una
forma de “pasar bien una etapa de la vida” frente de la sociedad. Es el
proyecto de la vida del estudiante. Para él, es caminar en el presente con la
mirada en el objetivo propuesto.
Mediante el estudio el hombre debe llegar a ser lo que él aspiraba ser,
y no lo que las circunstancias de la vida le impusieron. La senda del estudio está basada en el buen
uso de su libertad, que lo conduce al objetivo de realizarse como hombre.
Estudio
Aunque parezca una verdad de Perogrullo, debe siempre
recordarse: el primer deber de una
persona que aspira a que lo llamen estudiante, es el de estudiar. Esa debe ser
la principal actividad en esa época. No puede ser, sin embargo, su única actividad,
porque, como una imperiosa necesidad nacida de su condición de ser social, debe
también vivir su juventud, sin excluirse de actividades propias de la edad
Cada persona,
obedeciendo a sus inclinaciones y capacidades, elige la forma de acceder a la
información y trasformarla en
conocimientos. Es por eso que no hablamos de métodos de estudio, sino de las
formas de cumplir la obligación de estudiar. Detrás de cada estudiante existe
una situación distinta que lo mueve al estudio.
Si se estudia para desempeñar una profesión, la mira
es conocer lo que profesionalmente interesa, y el resultado es un profesional que conoce lo
funda-mental pero, al faltarle el diálogo interdisciplinario, no poseerá la
flexibilidad necesaria para adaptarse a los procesos de cambio.
Si se estudia para saber, entonces la meta es el
conocimiento, y el estudio se realiza con mayor profundidad, tratando de complementar y relacionar las
distintas disciplinas y formar dentro de sí un núcleo de principios. El
resultado es un hombre que conoce lo necesario para ejercer una profesión y
tiene la formación suficiente para adaptarse a la evolución de las ciencias y
de las tecnologías.
El estudiante no sólo debe asimilar la ciencia,
elaborarla y hacerla progresar, sino que también debe ser capaz de aplicar sus
conocimientos rigiendo por ellos su conducta. En una palabra, debe ser capaz de
realizar un ideal que surja del fondo de su inteligencia y guíe su posición en
la sociedad.
Las formas de encarar los estudios difieren conforme
las particularidades de los estudiantes. Cada uno debe buscar las que le
resulten más provechosas.
El estudio individual:
El
alumno estudia solo, guiado por el programa de la asignatura, siguiendo las
indicaciones dadas por sus docentes y consultando la bibliografía. Una práctica
nada recomendable por los resultados obtenidos, es el estudio individual por
apuntes que no son propios, confeccionados por agrupaciones estudiantiles o por
ex cursantes. En general se encuentran obsoletos, contienen muchas veces
errores conceptuales que son funda-mentales y resaltan aspectos que al autor le
llamaron la atención y se convierten en ‘lecturas dirigidas’ (creer como
importante lo que otro resaltó con un marcador es encontrarse frente a una
lectura dirigida por otro intelecto)
El estudio en grupos:
Tiene
ventajas cuando los grupos son homogéneos: las responsabilidades se encuentran
bien asignadas y todos aportan. Un repaso final a libro cerrado puede
transformarse en una enriquecedora exposición dialogada. Cuando no existe
homogeneidad, tiende a producirse una
nivelación hacia abajo, y eso puede, en vistas a un próximo examen, resultar
peligroso para los más avanzados. Al
mismo tiempo que, para los más rezagados es una excelente ayuda, que el grupo
moralmente se siente obligado a brindar.
El
peligro del estudio en grupos tiene su nacimiento cuando se desvía del objetivo
y se usa el tiempo en charlas intrascendentes. Entonces el grupo de estudio se
convierte en un "estudio de grupo".(6)
El estudio para un estudiante debe llegar a convertirse en un hábito
y para un
Profesional Universitario, en una adicción
.
Orden:
El orden como cualidad humana es fundamental para la formación de la
personalidad. Para algunos es don natural que pareciera ser hereditario, para
otros es una meta difícil de lograr. El orden se manifiesta en el uso del
tiempo y en la prolijidad con que se tratan los asuntos cotidianos. Orden es la
buena disposición de las cosas entre sí, es asignación de prioridades conforme
a las responsabilidades propias del sujeto.
En la vida estudiantil el orden es indispensable. Debe
existir en el cursado de las asignaturas y en la distribución de tiempos a cada
una de las actividades. Es un hecho frecuente en el cursado de las carreras
universitarias que, al comienzo del año lectivo, se den a conocer las fechas de
las evaluaciones, parciales y finales. Sin embargo, muchas veces las mismas
sorprenden al alumno con media asignatura en blanco, y entonces, luego de uno o
dos días de insomnio y dolores de cabeza, sostenido a fuerza de café,
mate, cigarrillos y desgraciadamente
hasta la ingesta de medicamentos no recomendados por ningún Médico, comprueba
que debe rendir de nuevo.
Disciplina:
En el oficio de estudiar deben
existir el orden y la disciplina como normas de vida. La disciplina no es
solamente el comportamiento urbano y gentil de aquel que cumple las reglas por
obligación o por temor a una sanción disciplinaria, sino un estilo de vida
fraternal con la institución, con sus compañeros y con sus docentes. Es también la disposición
permanente a la búsqueda de la verdad científica y al diálogo interdisciplinario,
hecha por vocación y convicción. La
disciplina en el comportamiento, tanto del cuerpo como del espíritu, es
condición necesaria para realizarse como persona y gozar plenamente de la vida.
El estudio, el orden y la
disciplina, deben encontrarse en relación con las actividades propias de la
juventud. El estudiante debe considerarse partícipe en la formación de sus
compañeros. En las aulas nacen amistades perennes, que serán los vínculos
sociales que hermanarán los conocimientos en el ejercicio profesional. Muchas veces los lazos de amistad son más
fuertes que los lazos de sangre.
El
Alma Mater
La
locución latina ‘alma mater’ significa “madre que nutre y que alimenta”. En
sus orígenes fue un título dado a las diosas romanas, y en la actualidad su usa
para referirse a la Universidad o Casa de Altos Estudios que ayudó al hombre en su formación como persona
y como profesional. Que al otorgarle el título, le exigió un juramento de
desempeño ético de la profesión,
pidiéndole su auxilio y favor en todo cuanto fuese licito y honesto, ofreciéndole
en cambio su apoyo permanente.
El estudiante universitario y la Casa de Altos Estudios han contraído una
especie de «parentesco por afinidad intelectual», que durará más allá de la
vida terrena, por cuanto perdurará en la sociedad la memoria de los servicios
brindados por un egresado de tal Universidad.
Como toda madre,
la Universidad goza con los
triunfos de sus egresados y sufre con sus fracasos. El servicio que debe
prestar el profesional a la
comunidad es un testimonio permanente de la Casa de Estudios
de la cual procede. Eso es tan cierto
que ya lo leemos en los Evangelios: “por sus frutos los conoceréis”.
Deberes
y Derechos del Estudiante
Para comunicarse, el hombre creó el
lenguaje. Por medio de él, la tradición oral y cultural lo comunica con el
pasado. Luego llegó a transformar las
palabras en signos, lo que le permitió
comunicarse con el futuro mediante sus escritos y con el pasado mediante
la lectura. Los saberes se universalizaron y se
pusieron a disposición de todos los hombres. Para que se pudiera alcanzar el
bien común y vivir en comunidad, fueron creados los establecimientos
dedicados al estudio e investigación,
desde los niveles inferiores hasta los superiores.
Expresábamos antes que el estudiante es la joya más
preciada que posee una familia. Sin embargo, aún la calidad interna de las
piedras preciosas puede medirse. En los hombres, los quilates son las virtudes,
valores y capacidades, tanto los recibidos como los logrados mediante el
esfuerzo.
El estudiante es un hombre dotado de valores y
virtudes a quién la sociedad humana le
brindó los medios necesarios para formarse como hombre y como profesional.
Juan Pablo II nos dice que los valores son los apoyos
de las opciones que determinan no sólo nuestras propias vidas, sino también las
políticas y las estrategias para construir la vida en sociedad. Es imposible crear una dicotomía entre los
valores personales y los sociales, entre las éticas personales y las éticas
políticas. (7)
Los valores como cualidades del alma, que mueven a
acometer resueltamente las empresas y a enfrentar sin miedo y con entusiasmo
los avatares propios de la vida estudiantil, deben estar presentes
permanentemente en el estudiante, desde la capacidad de asombro y de duda,
hasta la predisposición para el análisis y resolución de los problemas diarios.
El estudiante recibió de la
sociedad la posibilidad de una educación, y esa es la fuente principal de la
cual brotan sus obligaciones y sus derechos.
La experiencia nos dice que cada individuo es único e irrepetible. En esa diversidad radica la
riqueza del hombre. Al final, cada uno deberá rendir cuentas ante sí mismo,
frente la Sociedad y en presencia de Dios, del uso que hizo de los talentos
recibidos.
Podemos indicar como deberes primarios del estudiante
los siguientes: a) estudio, b) orden, c) respeto institucional y d) ambiente
físico y psíquico.
a) Estudio:
El estudio debe partir de la
realidad de las cosas, del origen y del estado del objeto que se analiza. Esto
permite entender y extraer conclusiones que se transformarán conocimientos.
Sin embargo, es tan rápido el avance de la ciencia que
lo que ayer considerábamos conocido hoy ya ha cambiado, y plantea un desafío
renovado.
Las ciencias, técnicas y artes no son compartimentos
estancos. Todas se encuentran relacionan y dialogan entre sí. Debemos estudiar
para comprender ese diálogo, rompiendo el reducido marco de una simple
especialización. No hay que ser ‘sabios’ en todo, pero sí hay que estar al
corriente de las novedades que se producen en la sociedad, para apreciar sus avances, sus retrocesos, y encontrar el lugar que
debemos ocupar en la sociedad..
b) Orden:
En la etapa de la vida estudiantil
deben estudiarse los contenidos de los programas. Ellos nos indican un orden
lógico en al avance de los campos de los conocimientos, por eso los planes de
estudio generalmente se hacen con un sentido
integral, y no por una mera agregación de nuevas informaciones.
c) Respeto institucional
:
El respeto institucional es una
obligación solidaria de toda la comunidad universitaria.
El respeto institucional comienza por el
comportamiento interno de las comunidades que integran la Universidad:
docentes, alumnos, graduados y personal de apoyo docente, y se manifiesta en
el fiel cumplimiento de los deberes que
a cada uno de ellos les corresponde.
Cuando el docente concurre a cumplir su tarea sin la
preparación debida, está faltando el
respeto a la Institución, a sus alumnos y a toda la sociedad que le
confió la misión de enseñar. Cuando el alumno se presenta a rendir sus exámenes
sin la preparación necesaria está
faltando el respecto a sí mismo, a sus docentes
a la universidad; y defraudando la confianza que su familia depositó él. Pero lo
más grave resulta que al no
cumplir su compromiso ético, está cometiendo un acto de corrupción.
d) Ambiente físico y psíquico:
Durante estos tres últimos años, por diversos
motivos, visité varias Facultades de Ciencias Económicas, tanto nacionales como
privadas, argentinas y extranjeras. Al
regreso, no pude menos que comprobar con tristeza que en la mía, la de Ciencias
Económicas de la Universidad Nacional de Salta, era la que mostraba el peor
aspecto, la que no guardaba ninguna semejanza a un
Casa de Estudios. Parece un local de un =mercado de pulgas": carteles por
todos lados, con leyendas de contenido intranscendente, mezquinas propagandas de Partidos Políticos,
que buscan reclutar adeptos con sus promesas demagógicas del mínimo esfuerzo.
Llegué al convencimiento que el tamaño de los carteles es inversamente proporcional
al contenido e importancia del aviso.
Esos "enchastres"(8)
dicen muy poco a favor del respeto que los dirigentes estudiantiles
deben tener por sus compañeros y por la Institución. Ya obtuvieron en las
República Argentina el «ingreso irrestricto», a la Universidad Pública, al
parecer algunos trabajan ahora por lograr el «egreso irrestricto», es decir,
que al cabo de un cierto número de años, la Universidad expidiera el título que
convertiría en profesional a un incapaz que prestará un mal servicio a la
Sociedad.
Llegué a la conclusión que se hace necesario
introducir normas tendientes a recuperar el respeto que el hombre debe tener
por su morada. Un establecimiento educacional es la morada del conocimiento
científico, es fuente de los saberes humanos, y el
lugar donde todos acudimos a beber
normas de vida, para servir mejor-
Consideramos urgente que la Universidad, si no lo
tiene, cree y conserve el ambiente físico y espiritual necesario para el diálogo
de las ciencias, las técnicas y las artes, donde se pueda aprender y enseñar en
libertad, con la dignidad que cada ser humano por naturaleza posee.
* Derechos
Así como hemos indicado los deberes
de los alumnos, debemos también
referirnos a los derechos:
a) trato digno,
b) ejemplos,
c) participación,
d) habiente físico y
psíquico.
a) Trato digno:
Un alumno es una persona y como tal debe ser considerado.
Pese a esto, la cantidad de alumnos generalmente excede la
capacidad física y de docencia de las Universidades, que sufren crónicamente de
un presupuesto insuficiente para cumplir sus funciones fundamentales de:
docencia, investigación y transferencia.
El trato digno trae aparejada una evaluación
justa. "A lo largo de la vida
estudiantil, el hombre siempre fue evaluado en su rendimiento por: pruebas de
bases estructuradas (en cualquiera de sus modalidades), de base semi estructuradas, de desarrollo, de interpretación, de
ejecución, etc. No es este el momento de detenernos en la descripción, la
ejemplificación o el análisis de las ventajas y
limitaciones que cada modalidad exhibe. La bibliografía sobre evaluación
es hoy sencillamente abrumadora."(9)
Alcides Greca, en su libro En torno al Hombre,
luego de definir al examen, como un parto de la psiquis, que debe ser ayudado
por los ‘fórceps’ de las preguntas semi contestadas,
efectúa una clasificación de los examinados y de los examinadores.
Al referirse a los alumnos, los clasifica en:
‘exorcistas’ (esos que comienzan con un exordio sabido de memoria para ser
usado en cualquier tema y que permite ganar algunos minutos o impresionar a la
Mesa), ‘especuladores’, ‘memoristas’, ‘espectaculares’, ‘simuladores’,
‘aduladores’, ‘inventores’, ‘desordenados’, ’cautelosos’, ‘lanceros’, ‘centinelas’,
y ‘nerviosos’. Y a los examinadores nos asigna las siguientes categorías: los
preguntones, los que dan cátedra, los capciosos, los detallistas, los malignos,
los indulgentes, los confusionistas (por sembrar confusión, y no precisamente
por brindar los pensamientos de Confucio), los inaccesibles, los afables, los
sarcásticos, los irreverentes y los desatentos.
Es durante el dictado regular
de las materias y en su comportamiento en una Mesa de Examinadora cuando el
docente suele faltar el respeto a la Universidad como institución y al alumno,
como hombre en formación.
b) Ejemplo:
Desde su tierna infancia el hombre aprende por
imitación. Así aprendió a hablar, a caminar, y adquirió muchos gestos y
comportamientos del diario contacto con sus mayores. Un ejemplo malo o bueno,
un comportamiento egoísta o altruista, en definitiva, un estilo de vida,
enseñan mucho más que una conferencia magistral. A la juventud que concurre a
una Universidad le asiste el derecho de recibir el ejemplo de la
Institución, de sus docentes y por sobre
todo, de sus compañeros de cursos más avanzados.
Los estudiantes de las Casas de Altos Estudios no sólo
necesitan información que les haga accesible la adquisición de conocimientos,
sino el ejemplo de coherencia que el docente debe brindar entre lo que enseña y
lo que vive.
c) Participación:
El estudiante es un elemento activo
de la Universidad. Sin su participación, el proceso de enseñanza y aprendizaje
sería imposible. La participación primaria y fundamental del estudiante en la
Universidad es precisamente esa ser estudiante, no sólo de nombre sino de hecho.
Las políticas universitarias en muchos lugares del
mundo, incluida la República Argentina, prevén la
participación de los estudiantes en los gobiernos universitarios.
Debo hacer hincapié en un problema que me tocó vivir
en varias Universidades Argentinas. Los nombramientos de los docentes se hacen
conforme a los Estatutos de cada Universidad, mediante concursos públicos de
antecedentes y oposición. Integrando la prueba de oposición tenemos la "clase oral pública",
que debe dictar cada uno de los postulantes, y conforme rezan las
reglamentaciones deben estar destinadas
a alumnos. No llevo cuenta de los Concursos en cuales me tocó intervenir como
Jurado. Pero siempre me llamó la atención la falta de concurrencia de alumnos a
escuchar las clases. Recuerdo que sólo en dos hubo algunos alumnos. Esto
resulta perjudicial para el postulante, porque al encontrarse sólo frente a
docentes de igual o superior jerarquía, en forma inconsciente la s exposición
está un nivel más alto, y el jurado evaluará ese nivel sin tener en cuenta si la misma fue
comprendida por los alumnos de nivel
medio. Así, la clase oral pública llega a desvirtuarse en uno de sus aspectos
fundamentales, la valuación de los aspirantes frente de los alumnos.
d) Ambiente físico y psíquico:
He visto escuelas de instrucción
primaria donde, en un ambiente de treinta metros cuadrados, coexiste más de un
grado, con casi cien chicos a cargo de una maestra. Inconscientemente he
llegado a justificar la existencia de la "escuela rancho" como un mal
necesario para paliar una necesidad vital.
Llevo más de cuarenta años de docencia universitaria,
y en casi todos los períodos lectivos tuve dos problemas, estoy seguro los
tendré hasta que muera, y también que los heredarán mis sucesores: el primero,
¿cómo ubicar en un aula con sesenta bancos disponibles a trescientos alumnos?,
he sido testigo que algunos alumnos que se instalan dos horas antes para ‘ganar
el lugar’ en la clase que les interesa, escuchando en el ínterin clases de
asignaturas que no deben cursar o que ya aprobaron; así
mismo he sido testigo de alumnos que asisten a clases colgados de las
ventanas y he observado que, para remediar la falta de espacio físico, algunas
Casas de Estudios Superiores transmiten las clases por circuitos de televisión.
Así, el contacto docente - alumno no existe, y el profesor debe desempeñar un trabajo para el cual no está preparado:
como ser, por ejemplo un actor, locutor
o. presentador televisivo. Mientras, que el estudiante aguanta el sueño y la
tentación de ‘zapping’ logrado
mediante su fuga de la clase. Y el
segundo problema, es habitualidad que al
comienzo del año académico se asigne una misma aula, en una misma hora a dos o
tres docentes de asignaturas distintas.
A
esto se agrega que, muchas veces los materiales de apoyo didáctico no existen,
o son cada vez más escasos. Desde hace unos cuantos años, en mi Facultad es
habitual que no exista ni silla, ni escritorio para el docente. Este es el
resultado de no haber comprendido que la inversión en la formación e
instrucción de los pueblos es prioritaria, por cuanto es la que en el mediano y
largo plazo produce más y mejores dividendos.
Llevo
años sosteniendo que una computadora conectada a Internet, con una persona que permanentemente esté buscando las
novedades, será más útil instalada en una Biblioteca, que usada nada más que
como una máquina de escribir por un empleado administrativo, que por regla general carece de formación
académica.
Estas
carencias de ambiente físico normalmente se solucionan acudiendo a la buena
voluntad de docentes y alumnos. Pero existe otro ambiente que debe cuidarse: el
“ambiente psíquico”, es decir, el
espíritu de estudio. Aquí, la responsabilidad es solidaria, porque depende de
la dirección del establecimiento, de los docentes y de los alumnos. Se logra este ambiente cuando todos y cada
uno de los hombres que integran las “comunidades” de una Universidad, cumplen
con responsabilidad sus respectivos deberes.
Título II
El profesional
en Ciencias Económicas
Es
común englobar como Profesionales en Ciencias Económicas a todos aquellos
profesionales que cursaron sus estudios
en Facultades relacionadas con la
Economía, la Administración, la Contabilidad y las Finanzas; es decir,
graduados en disciplinas relacionadas con la organización, la administración,
la medición y el control de los patrimonios.
Últimamente, por la
diversificación de los títulos y de sus incumbencias, se diversifican también
las denominaciones de los Institutos Universitarios. Tenemos así “Facultades de
Ciencias Económicas”, de “Ciencias
Empresariales”, de “Economía”, de “Administración”, “Escuela de Negocios”,
“Escuela de Administración Pública”,
etc. Estas instituciones expiden
títulos de Licenciados, Contadores, Estadísticos,
Economistas, Administradores,
etc.
En la República Argentina,
la mayoría de estas profesiones son reguladas por leyes que disponen su
colegiación, y reglamentadas, en algunos aspectos particulares, por las
organizaciones profesionales. Así, existen Normas para Ejercicio Profesional y
Códigos de Ética, que comprenden a la totalidad de quienes para ejercer su
profesión, deben matricularse en Consejos, Colegios o Asociaciones Profesionales.
Aunque algunos economistas
no lo sepan o lo callen; la teoría pura de los valores constituye el fundamento
de la economía. Si todos se dieran cuenta de esto y estudiaran axiología antes
de comenzar propiamente su ciencia económica, entonces harían mejor las cosas. (9)
Así, las Ciencias Económicas
se vinculan con la Ética, porque todas las disciplinas económicas, administrativas y contables,
deben facilitar a cada hombre la solución racional de su problema económico,
teniendo en cuenta la obtención de los medios y las condiciones útiles para su
desarrollo personal. Las ciencias económicas no son la causa del progreso, sino
que está a su servicio. No lo produce, porque el progreso no depende sólo de
generar bienes, sino fundamentalmente del destino y del uso que se les da.(10)
El derecho, la economía, y la contabilidad estudian
las relaciones entre los hombres y las organizaciones por ellos creadas. Todas tienen su fundamento en los
fines que persiguen: el bienestar humano dentro de los distintos campos que
involucran sus actividades.
La Filosofía es la
ciencia que trata de la esencia, propiedad, causas y efectos de las cosas
naturales. El Derecho se refiere al conjunto de principios, preceptos y reglas
a que están sometidas las relaciones humanas en toda sociedad. La Economía se refiere a la administración recta y prudente de los
bienes. La Contabilidad considera a la Hacienda desde el punto de vista de su
organización, gestión y control, construyendo el sistema de información
económica, financiera y patrimonial
necesaria para la consecución de los fines que la política particular define
para esa hacienda.
El campo general de las Ciencias Económicas es la organización, gestión y control de la
Hacienda con la cual el hombre busca satisfacer sus intereses particulares y
las sociedades los fines generales que les dieron origen.
Estas disciplinas se refieren a la gestión,
coordinación y utilización de los medios que proporciona la naturaleza, o que
fueron creados por los hombres, para
lograr fines particulares y sociales, con el objetivo de obtener el bien
común. Debe tenerse en cuenta la utilización racional de los medios, sobre
todo, los que provienen de la Naturaleza y no son renovables. Éstos serán el
hábitat de las generaciones futuras, y
la preservación de la Naturaleza y la cultura de los pueblos es obligación de
la sociedad.
Todo acto económico es
una acción consciente y libre. En primera instancia es un acto humano, que
tiene por busca satisfacer una necesidad y tiene un fin social. La simple
compra del pan nuestro de cada día mueve toda la estructura económica y social
de los pueblos. Esto toca de cerca a la justicia social, que debe velar para
que cada hombre tenga medios suficientes de vida.
“Las ciencias económicas no son meras disciplinas
que estudian las leyes que rigen la aplicación de los bienes que permiten la
satisfacción de las necesidades, individuales y colectivas. Son disciplinas
eminentemente sociales, cuyo objeto son las acciones de determinados hombres
que viven en una determinada comunidad.”(11)
“Llamamos
actividad económica a toda actividad humana que modifica el conjunto de bienes
útiles a disposición de un sujeto (individuo o grupo social) para los fines de
la vida.” (12)
Derechos y Deberes:
Todas las actividades de los hombres
confieren derechos y son fuentes de obligaciones. Los deberes tienen el mismo
núcleo originario que los derechos,
porque los deberes y derechos particulares encuentran su límite donde comienzan los
deberes y derechos generales.
Constituyen este núcleo central que originan
derechos y deberes:
a) las leyes naturales
b)
las leyes positivas
c) las normas de comportamiento social
a)
las leyes naturales:
Anteriormente ya nos hemos referido a este tema.
Decíamos que las leyes naturales participan de la Ley Eterna. Platón nos decía
que ley natural es la determinación de lo justo y de lo injusto. Si nos
remontamos a lo que nos dice la Biblia, podemos decir que es aliento de vida
que nos insufló el Creador, después que nos modeló de polvo. Es por ese soplo,
el hombre resultó no solamente un ser viviente, sino el único con capacidad
para distinguir el bien del mal y optar con libertad.
b)
Las leyes positivas:
Son las dictadas por los hombres como normas formales
que rigen las relaciones con los semejantes, con las instituciones por ellos
formadas, y de las instituciones entre sí. En este ámbito tenemos las que
corresponden a la totalidad de las actividades de los hombres, y las normas de
actuación profesional dictadas por los Órganos Profesionales con capacidad para
ello.
c)
Las normas de comportamiento social:
Son
reglas de urbanidad, normalmente no escritas, que posibilitan la vida de los hombres en sociedad. Se basan en los
principios de orden, subsidiariedad y solidaridad. Son ellas las que forman la
idiosincrasia particular de cada pueblo.
Para los hombres, deber es
todo aquello que está obligado a hacer, y derecho es la facultad de hacer o exigir todo aquello
que se encuentra permitido por las normas y las leyes del comportamiento
humano. Este núcleo engloba, por supuesto,
a los profesionales en Ciencias Económicas.
La actividad económica no es sólo la
especulación sobre la conveniencia de realizar determinado acto, sino también
la discusión sobre la licitud del fin
que se quiere alcanzar, y de los medios a utilizar. El juicio ético es el
fundamento del juicio político y del económico.
El profesional en Ciencias Económicas es un servidor
público, que debe dar fe del uso de las riquezas y de la justicia en su
obtención y en su distribución.
Como dice Francisco Letizia
en El problema de la moral profesional: “interesa tratar la
responsabilidad moral de nuestros profesionales, porque ésta, a pesar de ser
considerada como una condición sine qua non de toda su actividad, no ha
merecido hasta ahora en los Códigos de Ética nada más que una simple mención escueta, enunciado
principios de naturaleza jurídica y prescindiendo de los morales, para
limitarse a enfatizar más en lo que no
puede hacerse, que en lo debe hacerse”.
Por eso, todas estas profesiones, además de contar con
normas propias de acuerdo a la incumbencia de cada título, poseen el común
denominador del servicio público. El pueblo creó las Universidades para formar
personas dotadas de capacidades para brindar un servicio determinado.
En la esfera de la responsabilidad,
el hombre se desenvuelve en distintos planos:
Consigo
mismo:
A la responsabilidad personal debemos agregar las que
corresponden a la profesión, arte,
oficio, empleo o lugar que se ocupa en
el contexto social.
Así, la primera responsabilidad de un graduado
universitario es la prestación del servicio para el cual se encuentra
habilitado, prestándolo con la mejor
calidad posible. La calidad profesional no viene adjunta al
Título de Grado, sino que es un logro alcanzado mediante la actualización y la
formación permanente.
Capacitación es la acción y efecto de capacitar.
Capacitar, según el Diccionario de la Real Academia Española es hacer a alguien
apto, habilitarlo para alguna cosa. Resulta perfecta la acción de las organizaciones profesionales que
buscan brindar a sus integrantes una mayor capacidad, mediante la actualización
de la información que se transforma en conocimientos logrando una permanente
formación profesional que redundará en un mejor servicio. Pero esa acción dará frutos si existe la contraparte del profesional que acepta esa acción porque
la voluntad del profesional la organización no la puede suplir.
El Profesional de Ciencias Económicas debe asumir,
desde su época de estudiante, que las incumbencias profesionales poseen
un dinamismo propio, y que él no puede ser un espectador al margen de la
realidad.
Con la comunidad:
El accionar del profesional en Ciencias Económicas
debe estar imbuido de una transparencia que produzca fe pública. Esto es
fundamental para las relaciones económicas y financieras que se desarrollan en
la comunidad. Aquí se fundamenta que los organismos profesionales dictan pautas
de comportamiento y doctrinas aplicables, permitiendo que todos hablen el mismo
idioma, y que éste sea fácilmente
entendido por la comunidad.
El juicio ético debe servir de base al juicio político
y al económico. Los medios para conseguir los bienes útiles deben ser éticos, y
se aplican a necesidades colectivas reales, por encima de los intereses
particulares.
SS. Pío XII, decía: “el negocio - o
lo que es lo mismo, toda operación tendiente al intercambio de valores para
sacar provecho de ello - está expuesto a
la fácil tentación de realizarlo con abstracción de las máximas de la moral, renegando de ellas e
impugnándolas. Cuando se dice ’busines is busines’ se formula una norma que, elevada a principio
abstracto absoluto y universal, no puede ser aceptada por ninguna conciencia
cristina; vale, en efecto, para las operaciones económicas lo que vale para toda actividad humana: que
estén sujetas a la ley divina, natural y positiva”.(13)
El pueblo es el destinatario de la información
contable. No importa sólo qué es lo que el Estado realiza con el dinero que el
pueblo aportó, sino cómo se comporta el complejo Económico y Financiero del
país y del mundo. Es tarea de los profesionales en Ciencias Económicas que la información sea veraz,
completa, oportuna y prudente.
En ese sentido es encomiable el aporte que realizan
los medios de comunicación social, al brindar muchas veces la información que
el pueblo necesita, y eso permite juzgar el compromiso con el bien común de los
hombres que gobiernan y ejecutan.
Cuando el profesional prestó el juramento
universitario, al recibir el título de grado, puso como testigos aquellos
valores que para él eran máximos. Es imprescindible, entonces, que los
conocimientos estén al servicio a la comunidad, prestigiando el ejercicio de la
profesión.
Mucho se ha escrito sobre las crisis provocadas por
políticas económicas erradas. Sus efectos
son apreciables en el aumento de la desocupación y en la carestía de los
medios de subsistencia. Pocas veces se dice, sin embargo, que eso ocurre cuando
la Economía domina sobre la política, olvidando que lo económico no es un fin
en sí mismo, sino apenas un medio al servicio del hombre.
El destinatario inmediato del servicio profesional es
el cliente, que, de acuerdo al
diccionario, es la persona que
está bajo la protección de otra.
El cliente acude al profesional en
busca de auxilio por un problema. Es misión del profesional buscar la mejor
solución posible dentro de las normas de convivencia social.
La
misión de auxilio debe encuadrarse dentro del principio de
subsidiariedad, puesto que el profesional debe hacer lo que a él le atañe conforme a su profesión. Debe ser
el servidor leal, que indique aciertos y marque errores dentro de su incumbencia
profesional.
Una mala praxis en un profesional
de la Salud puede significar un daño irreparable al paciente, incluso puede
costarle la vida. Una mala praxis en un Contador Público puede dañar al
patrimonio del cliente, puede conducirlo
a la bancarrota y, en el caso de un Economista del Sector Público, puede hacer
que el Poder Político hipoteque el país
y pierda independencia económica.
Los profesionales universitarios son dirigentes dentro
de la sociedad, pero la conducción del Estado debe ser responsabilidad de los
representantes que el pueblo elija.
En el plano de los derechos, no podemos atribuir
derechos especiales en ninguna de las profesiones que vayan más allá de los que
disponen las leyes de Dios y de los hombres.
Título III
LOS
PROFESIONALES EN CIENCIAS
DE LA SALUD
Agradezco de todo corazón a mis amigos médicos que me orientaron para
tratar el tema y les pido disculpas si alguna cosa por mi propia torpeza la
interpreté mal.
A la cabeza de los Profesionales de
la Salud colocamos al Médico, con sus especialidades a los profesionales
universitarios de Ciencias afines a la
medicina y formando la “columna
vertebral” del Ejercito de la Saluda a los auxiliares de la medicina,
(enfermeros, laboratoristas, etc.) que constituyen la
infantería de ese ejercito. La Jefatura
debe constituir un grupo de estudio y de trabajo en pro de la salud
física y mental de la humanidad.
El máximo mandamiento de la ley de
Dios es el amor y como fluyendo de él el amor al prójimo. El verdadero amor
iluminado con la razón y la fe, no hace
ciegos sino más clarividentes
a los hombres, nunca el médico podrá encontrar mejor consejero que este
verdadero amor para exponer sus opiniones y o asumir la cura de un enfermo. La
Biblia – Epístola a los romanos 2. 6 (15)
El axioma de San Agustín ‘ama y haz lo
que quieras’ debe guiar la actitud de toda práctica médica Porque en el amor al prójimo, está toda la
humanidad y la razón de la existencia de
los profesionales dedicados a prestar la sagrada misión de sanar al hombre,
porque respondieron en su
accionar diario a la demanda que se nos hará en el Valle de Josafat donde en un
justo juicio Dios dará a cada cual
su destino según sus obras (16) Los profesionales de las salud
seguramente escucharán una voz que les diga “ Porque estuve enfermo y me
visitasteis”...
Para un profesional en Ciencias de la Salud le es
difícil ejercer su profesión en soledad,
es siempre necesaria la colaboración de otras especialidades, relacionadas con
la salud física y mental del hombre. Los profesionales de la salud acompañan al hombre desde el nacimiento, durante toda
la vida, tratando de prevenir, sanar enfermedades y buscar que el paciente
tenga el mejor estado de vida y aún después de muerto deben dar fuerzas, resignación y esperanzas a los deudos
ayudando a restaurar la herida que le pérdida de un miembro produce en una
familia.
La medicina en la actualidad se
ejerce por lo general, con un grupo de profesionales, que respetando la
libertad de elección de los enfermos en la elección de sus especialistas conforme los problemas de salud que
trate. Muchas veces es distinta la integración del equipo, ello depende de la
enfermedad que se trate.
Dijimos cuando hablamos del hombre,
que es el único animal que nace completamente indefenso, necesita no solo de la
madre, sino de quién lo reciba en al advenimiento al mundo, él nacido tan solo
puede aportar el llanto como medio de comunicación y el acto reflejo de la succión ejecutado por acción de los
estímulos que parten de los labios, a
través de las vías nerviosas sensitivas
le permiten alimentarse- Para que
sobreviva es necesaria la existencia de otra persona, normalmente la madre que
debe aprender a diferenciar el llanto de su
niño, porque la sabiduría
infinita de Dios, hizo que cada niño sea único e irrepetible, y que con el
llanto igual que la voz sean distintos y
luego a los pocos días aprende a comunicarse mediante la mirada con los seres
que lo protegen y le brindan amor..
Para
ejercerlas profesiones destinadas a atender los problemas de la salud,
se requiere de una vocación especial, basada, como toda vocación, y en la
actitud de servicio a la humanidad que
tiene sus raíces en el amor.
Las especialidades médicas deben cumplir la atención de todo el hombre,
que se encuentran dotados de una estructura similar en la cantidad de órganos
que
integran
los distintos sistemas biológicos que lo componen. Teniendo en cuenta que cada
enfermo es una persona distinta, y que deben tratar los males del cuerpo que
muchas veces provienen de la parte
intelectiva del paciente, condicionadas por la educación recibida, su nivel
intelectual y creencias religiosas..
Pío XII en su discurso dirigido a la
Unión Italiana Médico Biológica de San Lucas el 12.XI.1947 nos dice: “Bien distinto
de sus elegantes colegas, que con elegantes chaquetas en la famosa ‘Lección de
Anatomía’, parecen solícitos sobre todo
de transmitir sus semblantes a la posteridad, uno de esos personajes
llama en cambio la atención del que lo contempla por la viveza y profundidad de
su expresión. Con el rostro tenso, conteniendo la respiración, sumerge la
mirada en el corte abierto, ansioso de leer el secreto de aquellas vísceras,
ávido de arrancar a la muerte los misterios de la vida. La anatomía, ciencia
admirable ya en su propio campo por todo aquello que revela, tiene la virtud de
introducir la mente a regiones aún más vastas y
elevadas. Bien lo sabía, bien lo sentía el gran Moran, cuando durante
una discusión, dejando caer de sus manos el bisturí exclamó ¡Ah si yo pudiera
amar a Dios como lo conozco! Si bien la Anatomía manifiesta la potencia del
Creador en el estudio de la materia, la fisiología penetra en las fuentes del
maravilloso organismo, la biología nos descubre las leyes de la vida, sus
condiciones, sus exigencias y su generosa liberalidad. Artes providenciales son
la medicina y la cirugía que aplican todas estas ciencias a defender el cuerpo
humano, tan frágil como perfecto, a reparar sus perdidas,
a sanar sus enfermedades. Además, el médico, más que otros interviene tanto en
el corazón como en la inteligencia, él no trata a una materia inerte, sino
valiosa, a un hombre como él, a un semejante,
un humano que Dios puso entre
sus manos. El paciente no es una criatura abandonada a su suerte, es una persona
que tiene un hogar y una familia, que está destinado a cumplir una misión en la
sociedad”
Cuando hablamos en general del
hombre, nos hemos referido a la lucha interna del mismo entre las virtudes y
los valores, contra los vicios propios de su condición humana y los sociales.
En las profesiones de la Salud, esta es una batalla diaria, el tiene en sus
manos un hombre al que debe tratar de sanar y de brindarle una mejor calidad de
vida, cada paciente es una batalla que
tiene que librar y poner todo su empeño en ganarla, pero sabe de antemano que
ese hombre no es eterno, a pesar del amoroso empeño puesto al final morirá.
Podrá durantes su relación con el paciente obtener muchas victorias, pero la
condena del Creador ‘de muerte morirás’ será de cumplimiento efectivo” Y para enfrentar ese momento debe
mostrar, entereza y el haber hecho todo
lo posible debe darle fuerzas, para seguir haciendo el bien a otros pacientes.
Un compañero de juventud, que
estudió medicina y ejerce como Médico, me confesó el dolor experimentado cuando
tuvo el primer paciente fallecido, que es un episodio que difícilmente se
olvida, pero debe aceptarse con resignación por cuanto como profesional hizo
todo lo que humanamente posible, pero como
dicen las Sagradas Escrituras, ningún
ser puede “agregar un codo a su estatura,
ni un día a su vida”. Eso se
encuentra y se encontrará, fuera del alcance los hombres.
Y si hacemos un análisis
desapasionado, está bien que nuestro paso por la existencia terrena tenga una
duración limitada y, no sepamos ni el día ni la hora en abandonaremos el mundo
de los vivos, para significar nada más que un dato en el movimiento en
las estadísticas
La Naturaleza del Profesional de Salud
El profesional
en Ciencias de la Salud, es el servidor público necesario para que la especie humana
cumpla el mandato de crecer y multiplicarse, pero que logre hacerlo con la
mejor calidad de vida posible, que pueda vivir desde una niñez feliz al amparo de la sociedad, transitar y vivir gozando en plenitud de la
Creación Divina.
Como condiciones indispensables para
ejercer esas profesiones podemos
mencionar
Vocación
Amor al hombre
Compromiso con la
verdad
Estudio
permanente
Serenidad
Vocación
A la vocación la entendemos como
respuesta a un llamado interior, que nos indica que papel queremos ocupar en
una Sociedad Organizada y que muchas veces no podemos individualizar porque las
exigencias del mundo nos lleva a que al final de la adolescencia e inicios de
la juventud debamos optar y generalmente lo hicimos sin conocer nuestras capacidades e inclinaciones, o a
veces conociéndolas, por diversas situaciones personales elegimos una
profesión, manual o intelectual que nos marcará para toda la vida, y que
tenemos la obligación de cumplirla lo mejor posible.
He leído algunos autores que sostienen la existencia de un peso excesivo
en la elección profesional, motivadas por las influencias de factores genéticos hereditarios.
Situación que comparto por haberla vivido así, mis antecesores, y mis hermanos fueron
docentes. Estudié otra Carrera Universitaria, pero me inicie y concluiré mis
actividades como docente y me llena de orgullo el tener hijos que también son
docentes
Para las profesiones de la Salud,
aparte de la vocación se requiere una capacidad de amor humano muy grande,
valor para tomar decisiones en tiempos muy acotados y a veces audacia frente a
situaciones presentes que no pudieron ser evaluadas previamente
Amor al hombre
Existen fuerzas que motivan las acciones de los
hombres, tal cono: el honor, la fama, el dinero, el poder y el amor.
De esas fuerzas la más poderosa es amor.
El honor es una cualidad que nos lleva a ser más
severo en el cumplimiento de nuestros deberes, obrar con honestidad, en la
obtención de las metas propuestas y concepto general en el medio en que se
actúa, pero la búsqueda del honor tiene una arista de egoísmo porque
generalmente prima el amor a sí mismo sobre el amor al prójimo.
Por fama entendemos la opinión sobre la excelencia de
una profesión o arte, que tiene la gente de una persona, la cual puede ser
buena o mala, dejemos de lado la mala fama que la antitesis de la fama a que
debe aspirar un hombre. Pero el buscar la buena fama, para gozar del prestigio
también tiene su lado de egoísmo, si no damos con altruismo nuestro servicio y
nos complacemos con gozar de una buena reputación.
El dinero, facilita el alcance de posesión de bienes,
pero tiende a esclavizar cuando basamos
el Poder en el dinero. Significa poder
adquirir cosas materiales no para modernizar al servicio profesional, sino para
lograr mejores placeres individuales.
Como ser posibilidades de acceder a
nuevos estudios y facilitar el avance en la profesión, pero si ese dinero no se
transforma en la “moneda del alma”, como lo afirma el poeta
Antonio Machado, “se pierde si no se da”.
El Poder, puede basarse en cualidades profesionales
excepcionales, que lo constituyen en referente en algunas materias, y su
palabra de toma en el sentido de “magiter
dixit”
lo dijo el maestro, palabras con lo que los escolásticos citaban las
opiniones de Aristóteles. Pero ello no quiere decir que pueda aparecer otra
opinión fundamentada también en verdad y que pueda hacer variar una afirmación
científica o técnica. El Poder de la
Sabiduría reside en saber aceptar opiniones que a primera vista no se
compartan, que es modo de avanzar en las ciencias, las artes y las técnicas.
El amor al
hombre, nace del Mandamiento Grande que nos dio el Hacedor de las Cosas:
amar al prójimo como a uno mismo. Todo acto que se realiza en pro de la
mejor prestación del servicio de salud, desde la higiene del enfermo, del recinto, hasta el acto de la cura diaria y
los actos quirúrgicos, deben hacerse más que por cumplir una obligación laboral profesional, por el amor al hombre y debe ser el signo
distintivo de los Profesionales de la Salud.
Compromiso
con la verdad
Un paciente que llega con un problema de salud, es un
ser que busca y necesita del socorro que puede brindarle otro hombre, y para el profesional en salud
es su obligación atenderlo o derivarlo
al profesional que considere corresponder
conforme el asunto que trate, o solicitarle análisis y otros estudios para
basar un diagnóstico.
Como todo Profesional Universitario
está obligado a guardar el Secreto Profesional, pero en el ejercicio de las
profesiones de la salud, para no despertar expectativas o pesimismos, debe ser
cuidadoso, teniendo presente que la verdad puede ser amarga, y que cada
ser humano es distinto en sus reacciones, de modo que el Facultativo
debe pensar a quién y como hacerlo (al paciente, a un familiar o a ninguno). Porque a ninguna ser humano le asiste el
derecho de “matar la chispa de esperanza, que puede ayudar al
enfermo a pasar con dignidad sus últimos días. Esta en mi opinión personal,
pero acepto aquella que sostiene que debe decirse la verdad en todo momento. Es
el profesional quien responsablemente y
conociendo las situaciones particulares de cada caso, debe decidir que es lo
mejor para el paciente.
Aparte de esas razones que hacen a
la relación: Médico => Paciente, existen leyes que en salvaguarda de derechos de la sociedad, obligan al Profesional
en Salud, a dar cuenta a las
autoridades de situaciones que pueden tener orígenes en ilícitos, para no caer en la figura de “cómplice
necesario” por omisión
Estudio
permanente
Los avances de las ciencias y las
técnicas ponen a disposición de la humanidad nuevos elementos, equipos,
medicamentos y técnicas por un lado y la aparición de nuevas enfermedades,
causadas por la presencia de anticuerpos o por causas del avance de otras
disciplinas que pueden producir efectos
nocivos a la salud.
Don Alcides Greca, un insigne
profesor de Derecho, que tuve la suerte de concurrir a sus clases,
aparte de habernos legado su libro “En torno al Hombre”, que muy poco
tiene que ver con el Derecho, nos
aconsejaba lo siguiente: “Un estudiante universitario, fuera de lo específico
de la carrera, debe ser capaz de leer de una a dos hojas por día y escribir
sobre ese tema una página semanal y, un Profesional Universitario, debe durante
toda su vida estudiar una hora diaria de lo relativo a su profesión, y otra
sobre los problemas actuales, caso contrario al cabo de un año estará obsoleto
como docente y desactualizado
como hombre”
Y eso en las profesiones relativas a
la salud es de importancia capital, porque la pérdida de actualización se produce cada día más rápido.
Serenidad
La serenidad es una manifestación de
la Prudencia y Seguridad que hace al ser humano obrar con seguridad luego de
analizar las situaciones que se le
presentan, evaluando las consecuencias
de las soluciones, con sosiego, sin prisa pero sin pausa, es poner
los cinco sentidos en acción, con
tranquilidad de alma y de conciencia, para
sin titubeos tomar el camino que
considere correcto.
En la actividad de las Ciencias Médicas,
es frecuente que el profesional deba
tomar decisiones frente a situaciones no previstas, que pueden tener más de una
solución, y deberá decidir cual es la
más conveniente para sanar al paciente.
En la actualidad, luego de los
estudios previos del mal que deben enfrentar y de las consultas, cobra valor
significativo el trabajo en equipo, que sin peder la calma, debe tomar la
determinación, teniendo presente que lo que se encuentra en juego es una vida
humana.
Responsabilidades
Toda actividad
humana trae consigo una responsabilidad, por el obrar y por la omisión de la
acción, que puede llegar constituir un delito de abandono de persona o
de una ‘mala praxis’. A esas
responsabilidades las podemos analizar desde
tres perspectivas
Con la sociedad
Consigo mismo
Con el paciente
Con la
sociedad
La organización social ha dispuesto la creación de las
Escuelas de Medicina como una garantía para resguardar la sanidad de la
sociedad y como camino para que el hombre pueda desarrollarse con plenitud y
llegar a gozar de una vida sana y digna.
Encomendó ese cometido a las Universidades por considerarlas medios
aptos para que en las Casas de Altos Estudios, y en diálogo interdisciplinario
entre las Ciencias, las Técnicas y las Artes se
formen los hombres encargados de sanar los cuerpos y las almas de los
hombres.
La responsabilidad
principal de los profesionales en
Ciencias de la Salud, es la prevención, atención y cura de todas de las enfermedades a la sociedad
En la mitología griega a un príncipe de
Tesalia con el nombre de Asclepio fue considerado
como médico excelso, fue adorado como
hijo de Apolo y dios de la Medicina por
los Griegos.
Con el nombre de Esculapio se lo conoce en la Mitología Romana. Se lo
representó con un gallo a los pies y una culebra enroscada en
el brazo, y también acompañado de su hija Hygea
(diosa de la salud) y de su hijo Telésforo o Acessios (genio de la convalecencia)
Hipócrates, contemporáneo con Sócrates y citado
elogiosamente por Platón, médico griego
460 años antes de la era Cristiana. Se
lo conoce por su colección enciclopédica donde. estableció
para los médicos el juramento profesional cuyas principales disposiciones son:
“Juro por Apolo, Esculapio y demás dioses y diosas
de la medicina, mantener religiosamente la promesa solemne.
Jamás me dejaré inducir a
administrar a quien quiera que sea un medicamento que conduzca a la muerte o al
aborto. Mi fin único será cuidar y curar los enfermos, responder a su confianza
y evitar hasta la sospecha de haber abusado de ellas. Especialmente en lo que
respeta a las mujeres.
En cualquier situación que yo me encuentre guardaré
silencio sobre lo que crea necesario
mantener secreto”
Las Universidades de todo el mundo exigen a sus
egresados el juramento profesional de poner sus actividades al servicio de la
comunidad, poniendo como testigos y
jueces de su cumplimiento aquellos valores que consideran los más altos, según
su conciencia. Es por ello que las fórmulas difieren, para asegurar que el
Juramento comprometa los valores que el
egresado profesa. Se jura por Dios,
antes sus Santos Evangelios, por la Patria y por su honor, sometiéndose el
juicio de ellos si quebrantase a su juramento.
Consigo
mismo
Ha adquirido una responsabilidad propia de
todo profesional: brindar el mejor servicio posible para responder a la
confianza que el pueblo por medio de una Universidad le ha conferido, para ello debe tener conciencia que tiene que
vivir en un constante servicio,
actualizando permanentemente sus conocimientos y según su vocación debe
buscar una orientación especial, o tratar de llegar a ser tenido como un
clínico que sirva de referencia a sus colegas, que también es una especialización
haciendo docencia en cada “acto médico”.
Su misión es la de realizarse como persona humana,
ejerciendo la ciencia de curar los cuerpos, teniendo presente siempre que el
paciente es un hombre, compuesto de
espíritu y cuerpo, que no se encuentra
solo, tras de él se existe una familia concreta y la sociedad toda a la
que debe servir conforme sus capacidades.
Su lucha es constante, cada enfermo
es distinto. Debe buscar sanar un
cuerpo e infundir el valor suficiente al
espíritu del paciente, para que pueda alcanzar una calidad de vida. Cada cura
lograda será una victoria, una batalla ganada que permite que la sociedad siga
contando con ese ser. Pero debe tener conciencia que el hombre es un ser
mortal, y que su lucha por salvar una vida
concluirá inexorablemente con la muerte
de un cuerpo enfermo o por otras causas
que disponga el destino.
Con el
paciente
El paciente es un ser humano, que movido por una
dolencia concurre buscando auxilio y alivio a un profesional de la medicina,
tiene problemas que el solo no puede resolver, que escapan a sus conocimientos
y a sus posibilidades de diagnóstico, muchas veces el paciente se presentará
diciendo ‘me siento mal’ y el medico deberá
indagar las causas y estudiar los síntomas para disponer su tratamiento.
Es una obligación moral del Médico prestar al paciente
la atención que le solicita, y hacerlo con amor, humanidad y no como una ‘rutina laboral’ no
solo debe prestarle atención a las manifestaciones del paciente, sino proceder
al análisis de la sintomatología y otros
estudios que considere necesarios antes de emitir un diagnóstico.
En el ejercicio de las actividades médicas, digamos que en todo el mundo, porque
son comunes a todos los hombres de la
tierra, encontramos vicios en el accionar y frente de ellos los remedios
o soluciones eficaces para enfrentarlos y salir triunfantes en la lucha diaria
VICIOS SOLUCIONES
La rutina La Investigación y la
actualización
La rutina es un vicio propio
de Tanto el avance de las
Ciencias la
los
hombres creer que todos los aparición de nuevas
enfermedades
problemas
son similares y con la la actualización
permanente es una
medicina
que uso es suficiente
necesidad de medio. Quien no avan
za retrocede
La cosificación La individualidad del paciente
Es una falacia el creer que todos
los Si bien el “modelo del
auto puede
enfermos
reaccionan igual forma. igual” es normal que
cada uno fun-
Poseen
los mismos organismos, cione, distinto
debido al uso al que
pero
algunos se atrofian y funcionan fue
sometido y falta de tratamiento
mal oportuno
Asumir como propios los proble Templanza, Amor y Fortaleza
mas del
enfermo
La relación medico-paciente, hace La relación debe ser fraterna,
es
nacer lazos
afectivos, que si bien un
hermano que nos confía su vi-
son normales
pueden ocasionar da.
Debemos ganar esa batalla.
trastornos
a la hora de la toma
sabiendo que perderemos la gue-
de decisiones
importantes. rra frente a la muerte
Autoestima Vocación de servicio, humildad
Es un defecto de la propia
forma- La vocación de la
profesión que he
ción
humana el creer “que sabe- mos abrazado
debe impulsarnos a
mos
y entendemos de todo y por
obrar con la ‘humildad’ que
enaltece
un mal
entendido orgullo no
a los profesionales de las ciencias
de
. consultamos a
otros colegas
médicas
.
La disposición del paciente a la
atención de un Médico, significa un acto de confianza a la capacidad de su
Médico, y la recepción del Médico es un
acto de amor y de compromiso de sanar al paciente, nace así una relación
Médico <=> Paciente que es beneficiosa para ambos.
Existen profesionales en todas las
ramas de las ciencias, que creen saber un punto máa
que el diablo y uno menos que Dios.(*)
Título IV
El profesional en ciencias
jurídicas
La Justicia:
Antes de referirnos al
Abogado, he creído conveniente hacerlo a su campo de acción, es por ello que no
retrotraemos a un término del cual hablamos antes.
“La elaboración filosófica del concepto de justicia ha tenido comienzo en la
concepción de la justicia como virtud general en que se comprendía toda otra virtud, Aristóteles en Ética a Nicómaco, no dice
que es el principio del orden y la armonía que expresa sólo la exigencia de que sucede lo que
éticamente debe suceder, es la exacta correspondencia, entre el hecho y la
norma pertinente. Este aspecto de la
justicia (como forma ética o deontológica general,
tiene su máxima expresión en el sistema
platónico, apoyándose en el pensamiento griego con un concepto más restringido
de la justicia que conduce a
entenderla como virtud exclusivamente
social; regula las relaciones interpersonales según la norma de igualdad.
Constituye un mérito de la filosofía de Pitágoras haber evidenciado que la justicia consiste esencialmente
en el intercambio estimulando así el análisis critico de Aristóteles,
aún manteniendo el concepto de justicia como virtud genérica ilustra la insuficiencia de la justicia conmutativa o
sinalagmática, para regular todas las relaciones de acuerdo con una medida
rígidamente paritaria y la exigencia de la justicia distributiva que distribuye
honores y bienes según un criterio
proporcional (de proporción geométrica)
La justicia expresa una profunda y unitaria exigencia;
todo sujeto debe ser reconocido y tratado por toda otra persona como principio
absoluto de sus propios actos, otorgándole valor de fin y no de simple medio,
en consecuencia debe excluirse todo comportamiento, disparidad y desigualdad no
fundados en el efectivo ser u obrar de cada uno, todo comportamiento debe ser
nivelado objetivamente con la misma medida, es decir con el valor de la
persona. Desde esta óptica, la clásica definición de Ulpiano, tan
frecuentemente citada: ’Justicia es la constante y perpetua voluntad de dar
a cada uno lo suyo’ aparece demasiado objetivista,
pues hace pensar en una norma que regula exclusivamente la transacción de los
bienes exteriores al hombre, en tanto la justicia ejerce su cometido en íntima
adherencia a las exigencias y derechos (dinámicamente concebidos) de la
persona, algunos autores modernos definen la justicia como virtud moral que
induce a respetar la personalidad del hombre y a facilitarle cuanto se le debe
como individuo responsable de su propio destino”
En este ámbito debe actuar el Abogado, por que su
misión es conseguir que las relaciones entre los hombres y de estos con las
instituciones por ellos formadas se desarrollen en el marco de Justicia.
El Abogado
Según la Enciclopedia Jurídica Omeba, la palabra Abogado proviene
de la voz latina ‘advocatus’,
llamado: es decir llamado a o para
porque estos profesionales son requeridos por los litigantes para que les asesoren o actúen por ellos (17) Históricamente puede decirse que
junto con la medicina son las
profesiones más antigua. Los abogados
fueron y son requeridos por los litigantes para que lo asesoren o actúen por
ellos en contiendas tendientes a establecer la justicia.
Tanto la justicia como virtud y la
injusticia como defecto o vicio, son atributos propios del hombre, por ser el
único ser racional dotado de inteligencia para distinguir el bien del mal y de
la libertad necesaria para obrar en cualquiera de los dos sentidos o abstenerse
de obrar.
Cualquiera sea la decisión tomada puede
producir choques de intereses con otros hombres o con la sociedad organizada, y
allí interviene la persona que debe dirimir
y la necesidad de otra que puede demandar justicia, una tercera que asesore y defienda a la
persona enjuiciada y quien en nombre de
la sociedad mediante un proceso que de
lugar a la legítima defensa juzgue y dicte resolución absolutoria, condenatoria
o tomen las providencias del caso cuando la cuestión no se encuentre aún en
estado resolutivo.
Dentro de las profesiones
relacionadas con las actividades de los hombres en relación con la Justicia,
aparecen otras Profesiones, que generalmente se encuentran regladas por leyes
que disponen sus incumbencias y por Códigos de Éticas que permiten el
juzgamiento entre sus pares, y disposiciones procésales que regulan estas
actividades. En este grupo tenemos:
Escribano:
que tiene por oficio público dar fe de las escrituras y demás actos, que
para su validez deben registrarse y
deben protocolizarse. Es una profesión universitaria, existiendo algunas Universidades, consideran la
Escribanía como título intermedio en las carreras de Abogacía y otras como una especialización de la
Abogacía,
Procurador:
Persona que en virtud de un poder ejecuta algo en nombre de otra, contando
con la habilitación legal pertinente.
Ejecuta ante los tribunales todas las diligencias en nombre de la persona que
le confirió en poder. Su función es considerada como pública y auxiliar de la
justicia. , El ejercicio de la procuración se encuentra reglado, puede contar con colegiación y código de
ética.
Martillero
Público: Funcionario encargado de
rematar bienes mediante mandamiento judicial, por medio del procedimiento de la
Subasta Pública, es considerado un auxiliar de la justicia que cumple el
mandato judicial, está sujeto a las normas que rigen esta profesión y se pueden
agrupar en colegios con capacidad de juzgar las conductas de sus pares.
En la República Argentina, en 1870
fue promulgada la ley provisional sobre
organización del Poder Judicial, en cuyo título XXI se regula el ejercicio de
las profesiones de abogado y procurador..
El
oficio del Abogado
El Diccionario de la Real Academia, define al Abogado como la persona
legalmente autorizada para defender en juicio, por escrito o de palabra, los
derechos o intereses de los litigantes y también dar dictamen sobre las cuestiones o puntos que se le consulten.
De todas las carreras, la abogacía
es una de las que mayor números de conocimientos necesita, la cultura más
amplia y recia, la que mayor y más constantes estudio requiere pues para ser un
buen abogado no basta ser un buen legista.(18)
(...)
Los avances de las Ciencias y las Técnicas producen siempre
actualizaciones de normas y de técnicas, es por ello que para toda profesión
universitaria es necesaria le
profundización y actualización permanente.
Es por ello que afirmamos lo
dicho en el sentido que un Profesional
Universitario, tiene que ser durantes toda su vida un Estudiante Avanzado, y
más aún aquellos cuyo basamento son las leyes de los hombres que son
modificables por quienes las dictan, cuando cumplieron su objetivo o cuando
resultan obsoletas,
Derisi, en Los Fundamentos Morales del Derecho, nos dice
que: establecer,
administrar y defender el derecho para el orden, y la paz entre los hombres: he
ahí la misión del Abogado en cualquiera de los sectores en que le toque actuar:
legislador, juez o defensor.
Rafael Bielsa
no cree necesaria una definición del abogado, ya que el concepto común y propio
de la abogacía es claro y expresivo. Pero recuerda que el papel de abogado exponer ante el juez competente su deseo o la
demanda de un amigo, o bien combatir la pretensión de otro (19)
Todos los autores se hallan
conformes en la elevada misión de la abogacía y en las altas calidades que
deben tener, principalmente morales que deben adornar a los abogados ‘Dad a
un hombre todas las dotes del espíritu,
dadle todas las del carácter, haced que
todo lo haya visto, que todo lo haya aprendido y retenido, que haya trabajado
durante treinta años de su vida, que sea en conjunto un literato, un crítico,
un moralista que tenga la experiencia de un viejo y la inefable memoria de un
niño, y tal vez con todo esto forméis un abogado completo’ (20)
El deber del abogado. Es la prestación de Asistencia a
quién la solicite o cuando se encuentre frente de una injusticia, como
Profesional del Derecho debe encontrarse siempre dispuesto a brindar sus
servicios de asesoramiento y defensa de
las leyes escritas y morales, en
ese sentido es un servidor público al servicio de las causas que aquejan a los
hombres en sus relaciones en la vida en sociedad.
Condiciones
necesarias
Por ser la abogacía una función de confianza que un hombre o una
institución le confía a un profesional
de Derecho, es necesario que el Abogado
su forma vida y de obrar trasluzca las siguientes virtudes:
Fama
Honradez
Ciencia jurídica
Pericia
Fama:
Se entiende
por fama la opinión que sobre una persona posee
otra persona, una parte o un todo de la sociedad en la que se
convive. Se trata de una opinión, que
puede ser buena, regular, mala o
ignorada, cuando no se tiene conocimiento o no quiere arriesgar opinión.
La fama surge de la lucha interna
que tiene el hombre entre sus virtudes y sus vicios, que forma un perfil ético,
cuando el individuo demuestra en su accionar más virtudes que vicios la fama
puede catalogarse como buena.
Es aplicable a este concepto el refrán, existente en casi
todos los idiomas y que en castellano se expresa: “Dime con quién andas y te
diré quien eres”. Pero en el ejercicio de una profesión se la adquiere conforme
la forma de ejercerla. Y es una condición deseable para todo profesional
universitario gozar de buena fama, porque
por él puede juzgarse, a un grupo, equipo o estudio profesional, hasta una profesión en
general y a la Universidad que le otorgó
el título
Honradez
La honradez, se logra cuando
mediante el comportamiento recto se hace acreedor a esa calidad, que sirve de distintivo a los
hombres, que tiene su nacimiento cuando en obrar tiene su base en el obrar
conforme la moral y las leyes. La
honradez no debe ser tan solo material, sino que es una virtud moral exclusiva
del hombre como único ser con libertad para obrar el bien o el mal, y que se manifiesta desde el pensar hasta el
actuar, y es también como lo indicamos cuando hablamos del profesional en
general, una condición necesaria para gozar del consenso social necesario par
ejercer una profesión o un oficio.
Ciencia
jurídica
El
conocimiento del Derecho y su actualización permanente, como compromiso
universitario con la verdad, es el atributo que distingue al Abogado del
iletrado que a pesar de poseer un
título, no llega al perfil profesional necesario y puede catalogarse con el
apelativo despectivo de “leguleyo”.
En toda profesión universitaria aquel que no avanza en sus estudios no solamente al
quedar obsoleto sufre un perjuicio, sino está también perjudicando a sus
colegas de profesión y faltando al juramento que presto cuando recibió el
título, y eso es que percibido por la comunidad
lo lleva a la situación de ‘profesional no realizado o fracasado.
Pericia
La pericia en el ejercicio de la
profesión es fundamental, el abogado debe conocer no solamente de Derecho, sino
de la organización y funcionamiento de los órganos judiciales donde debe actuar
y de las normas de procedimiento, y eso no se adquiere no solamente mediante el estudio sino, viviendo el ejercicio profesional.
Aunque es una noble acción la del
Letrado que se ocupa de investigar, puesto que es el que nutrirá la ciencia de
nuevos conocimientos y creará procedimientos que faciliten el camino de hacer
justicia. Es por ello que la investigación profunda del derecho produce los
avances y perfecciona el camino de lograr el funcionamiento de una
sociedad donde more la justicia en todo
su esplendor.
Denominaciones de acuerdo a las
funciones
Conforme las funciones que debe desempeñar el Abogado puede recibir distintos calificativos que se
refieren a la función que cumplen.
Abogado
de Dios
El funcionario que la Congregación de Ritos,
dependiente de la Santa Sede, tiene la función de defender la procedencia de la
beatificación o de la canonización de una persona, en el proceso que a tal
efecto se instituye en el Derecho Canónico, (cánones 1999-2144 De las causas de
beatificación de los siervos de Dios y de la canonización de los beatos). Se
requieren los requisitos de título de doctor en Derecho Canónico, el de
licenciado en Sagradas Teología. Se exige además, el título de Abogado
Abogado
del Diablo
Es el funcionario nombrado por el Vaticano para que actúe ante la
Sagrada Congregación de Ritos en los procesos de beatificación y canonización.
Su función es la defensa jurídica de la fe, de la institución de la
Iglesia y del honor de Dios en esas
causas. Su actividad es de un contradictor
-de allí su nombre- y el deber que le incumbe, evitar que se proceda sin
suficientes pruebas sobre las virtudes,
los milagros y los martirios, el título de Beato o de Santo a un siervo de
Dios. Se requieren los requisitos de título de doctor en Derecho Canónico, el
de licenciado en Sagradas Teología. Se exige además, el título de Abogado
Abogado
de Oficio
Denominase así a los abogados que
ejerciendo libremente la profesión son designados por la autoridad judicial, de
acuerdo a la ley, para que realicen una
función o servicio relativo a su ministerio, a fines de la administración de
justicia, son también designados abogados de oficio por un juez o tribunal para la defensa de un
procesado que se hubiese negado a designarlo directamente, en los casos previstos en las normas de
procedimientos. En el acto de la
declaración indagatoria el procesado nombrará su defensor a menos que prefiera
defenderse personalmente, pero el juez si considera que la defensa personal
obstaculizará el proceso, le ordenará que nombre un abogado, caso contrario se
lo designará de oficio.
Abogado
de pobres, incapaces y ausentes
Designase así al abogado que por
ministerio de la ley, por obligado acatamiento a normas profesionales, o por
voluntaria decisión, se hace cargo de la defensa en juicio o del asesoramiento
jurídico de aquellas personas que por su mala situación económica, no pueden
costearse los servicios de un letrado, debe el juez mandar a un abogado que lo
defienda por amor de Dios y el abogado está obligado a ello. Leyes orgánicas de
los tribunales de varias provincias entre otras: Córdoba, Entre Ríos, Mendoza,
San Juan, San Luis, Santa Fe y Tucumán contienen en forma expresa la obligación
que tienen todos los abogados de atender
el patrocinio gratuito de los declarados pobres. Como el Derecho a la
Defensa en Juicio está garantizado en la Constitución y es un derecho que
asiste a todos los habitantes, en el caso de los incapaces y los que son
juzgados en ausencia tienen el derecho que la
Justicia
le designe un defensor.
Abogado
del Estado
En términos generales reciben esta
denominación los Abogados que tienen a su cargo el asesoramiento legal y la
defensa en juicio de los distintos órganos y organismos de los distintos
poderes de los Estados
Abogado
fiscal
Es el letrado que actúa en nombre
pueblo promoviendo la acusación del imputado, normalmente se les asigna la
denominación de fiscal o acusador.
Santo Tomás en la Summa Theologica, al referirse a la misión del Abogado, nos dice
que “La abogacía es un constante
ejercicio de la virtud (S.Th II – pág.
58), y como
podemos apreciar el Abogado puede cumplir funciones que a simple vista
parecieran contradictorias, pero ello no
es así debe defender que en todos los casos el triunfo sea de la justicia,
representando a la Sociedad en un caso y en otro a un cliente, buscará que se haga justicia.
Cumpliendo
su misión el Juez tiene que “hacer justicia” con sus fallos, dando
vida al concepto Aristotélico que él “El
Juez es lo ‘justo animado´, la encarnación de la Justicia”
Título V
El profesional
universitario en el ejercicio de la docencia
La docencia:
La pedagogía tiene por
finalidad la educación de la persona, asegurándole la posesión más amplia y
rica posible de la verdad en libertad, al par que el uso recto y expedito de la
misma. (21)
La docencia es un acto humano, puesto que la
educación es el empeño más humano que
poseen los actos del hombre. Es un don
que anida únicamente en él, y un
ejercicio natural de la libertad que se
manifiesta desde la más tierna infancia. El recién nacido aprenderá a
comunicarse primero por el llanto... luego los ojos, descubrirán el entorno y
la luz de la inocencia brillará en ellos, que acompañada de gestos y sonrisas
son los síntomas de su avance en el proceso de socialización, y continuará aprendiendo por imitación de
los descubre diariamente.
La docencia resulta de un don que sólo el hombre
posee: la libertad. Ella le permite aportar las capacidades intelectuales y
físicas que posee al crisol de la vida diaria, con el único elemento capaz de
reunir todo: el amor. El resultado de la
docencia será más puro y feliz cuanto
mayor haya sido la calidad y cantidad del amor aportado.
“Puede afirmarse verosímilmente que no es tanto la
sociedad quien ha inventado la educación, sino que es el afán de educar y hacer
convivir armónicamente maestros y discípulos durante el mayor tiempo posible lo
que ha creado finalmente a la sociedad humana y ha reforzado sus vínculos
afectivos más allá del estricto ámbito familiar. Es importante subrayar que el
amor posibilita y sin duda potencia el aprendizaje, pero no puede sustituirlo.”(22)
El docente:
El docente es un servidor público. La enseñanza brindada y
adquirida, en cualquier establecimiento, es una manifestación que en última
instancia se destina a todo el pueblo. En nuestro país es un deber y un derecho
garantizado por la Constitución.
Fernando Savater nos habla
del valor de educar en el doble sentido
de la palabra “valor”. La educación es valiosa pero también es un acto de
coraje, un paso al frente de la valentía humana. Cobardes o recelosos:
abstenerse (23)
Para ejercer la docencia universitaria es necesario
un Título de grado universitario, salvo determinadas situaciones excepcionales.
Por eso, la docencia es considerada una incumbencia de un Título y, por lo
tanto es un Ejercicio Profesional
prestado en un campo muy específico, que requiere, aparte del título,
condiciones muy especiales, que pueden adquirirse mediante una formación
adecuada. Sin embargo, si el punto de partida no es una inclinación natural,
difícilmente el servicio prestado llegue a ser bueno.
Al decir Profesor nos referimos a los que
profesan el noble ejercicio de la enseñanza, no a quienes, por vicisitudes de
la vida, se encuentran al frente de alumnos sin tener vocación ni preparación.
Estos son los que producen bastantes daños a la función docente.
Naturaleza del docente:
El docente mantiene la característica distintiva del
estudiante, pero en un estado de continuo avance y compromiso.
El docente,
que es uno de los factores que producen avances en la ciencia y la técnica, no
puede dejar de estudiar, sino que debe mantenerse a la vanguardia de los
saberse mediante la actualización permanente.
Ser docente significa tener algunas cualidades
especiales, tales como: La vocación docente, el estudio sistemático,
amor pedagógico, compromiso con la
verdad, serenidad y responsabilidad
La vocación
docente:
Muchas veces la docencia
es vista, en principio, como una ocupación secundaria que es fuente alternativa
de ingresos. Luego, casi sin meditarlo, al entrar en contacto con la juventud
sin estar vacunado contra del amor, el virus de la docencia se mete en la sangre
y deja marcas para toda la vida.
Los docentes debemos aprender a superar las
distintas crisis que nos producen los errores del Poder Público. En las
campañas electorales siempre prometen
solucionar el mal endémico de la falta de presupuesto, pero, además de no
cumplir nunca, eluden los problemas que hacen
al fondo de la cuestión: la
construcción de una política educativa basada en la libertad, en la ética y, sobre todas las cosas, en el
amor.
El
Evangelio de San Marcos nos cuenta que
Cristo dijo a Simón y a Andrés: “Venid conmigo, y haré de vosotros pescadores
de hombres”. Yo imagino que este llamado estuvo acompañado de una sonrisa y de
un mirar a los ojos. Todos, en algún momento de nuestra vida, hemos sentido esa
mirada y esa voz que decía: “Ven conmigo, sígueme, que yo haré de ti un colaborador en la formación de
los hombres”. Hemos aceptado ese
llamado, recibiendo como un talento la capacidad del amor docente. De ese talento deberemos rendir cuentas.
La docente ayuda a la formación a través de la
información de una ciencia o técnica, y a través también del amor pedagógico
puesto en cada acto docente. El profesor y el alumno se enriquecen mutuamente.
Este vínculo retribuye con creces los ingresos que el profesional deja de
recibir por dedicar tiempo a la docencia en vez de emplear esas horas en el
ejercicio profesional independiente.
Comparto plenamente la repuesta que
me dio un colega de la docencia, el Dr. Froilán Miguel Miranda, a la pregunta
de ¿qué es hoy un docente?: “Un docente es un profesional que, por
vocación y amor a la juventud, que es una forma de amar a Dios y la Patria,
eligió ser pobre e incomprendido”. La historia de la humanidad está llena de
ejemplos de incomprensión del Poder Político, que siempre proclama a la
docencia como prioridad, pero en el lapso de su mandato esa prioridad es
siempre postergada.
El estudio:
El docente debe estudiar la
disciplina que enseña, para estar al tanto de los progresos que se producen y
poder brindar a sus alumnos la información necesaria y actualizada, y su
opinión fundada como docente. Debe confrontar la actualidad con los valores
para poder guiar el proceso de aprendizaje de sus alumnos. Como decía Jean J. Rousseau:
“obremos en el estudio como si no supiésemos nada por haberlo
aprendido de otros, sino porque luego de analizarlo y hacerlo propio lo
descubrimos”.
Los medios que
las técnicas de información pusieron a disposición de los hombres
constituyen un elemento imprescindible que el docente no puede ignorar. Por
eso, el docente también debe estudiar los métodos y tecnologías que puede
aplicar en su tarea.
La existencia de Cátedras organizadas y la
comunicación constante entre docentes y especialistas de todo el mundo, hacen que el estudio
solitario, casi monascal,
ya no tenga vigencia.
Amor pedagógico
Mucho se escribió y se escribirá
acerca del amor. El diccionario lo define como el sentimiento que lleva a
desear el bien para la persona amada.
Cuando decimos amor pedagógico o amor docente, nos
referimos al amor que une al maestro con el discípulo, respondido por el amor
que el discípulo experimenta por el maestro.
El amor es un bien que anhelamos conseguir pero que no
se agota en nosotros mismos. Si
quisiéramos poseerlo y atesorarlo dentro nuestro ser dejaría de ser amor para convertirse en
mezquindad. El amor se hace realidad cuando se da, porque esa “moneda del alma” a la que se refiere Don
Antonio Machado.
“La vocación para el magisterio se revela en un
conjunto de predisposiciones, preferencias afectivas e ideales, de cultura y
sociabilidad. Esta vocación se manifiesta principalmente en el amor pedagógico.
No basta que un profesor sea estudioso, comunicativo, sereno y prudente, sino
que es necesario que ame a la humanidad. Si ama, se supone que está
dispuesto a realizar el esfuerzo necesario para mejorarla, y existe una sola
manera para ello: la educación.”(24)
Alcides Greca, en su libro «En
torno al hombre», se refiere al comportamiento de la alumna cuando se
encuentra frente a un Tribunal Examinador. Dice que ni siquiera allí pierde su
coquetería, porque sabe que esa es una ´fuerza
oculta’, que hasta el más santo varón y sin malicia alguna se siente inclinado
a ser benevolente ante una criatura que, si además de bella, es elegante. Los
examinadores, entonces, deben acorazarse y ser tan fuertes como San Antonio en
el desierto. En su evaluación debe proceder con la misma justicia con la que un
padre castiga a los hijos, con amor y por su
bien. Aprobar a quien no lo merece es una injusticia, y una
injusticia es un acto de desamor.
El docente se entrega a sus alumnos
y es evaluado por ellos en cada acto de
docencia: clase, consulta, prueba de evaluación. ¿Quién recibe más, el alumno o
el docente? En más de cuarenta años de docencia, llegué a la conclusión que he
recibido mucho más de lo que pude haber dado. A cambio de enseñanzas he
recibido, junto con el afecto y el recuerdo que ellos pueden tener de mí, el gozo
de sus juventudes de las cuales me sentí
partícipe.
El
amor docente tiene mucho de amor paternal y de amor filial. En mis exámenes de
conciencia, muchas veces me pregunté si realmente experimento dentro de mí ese
amor. En un Retiro Espiritual para Docentes de la Universidad Católica de
Salta, el Padre Eduardo Martínez Márquez (s.j.), nos
invitaba a meditar el tema del amor pedagógico. Luego de escucharlo atentamente
le pregunté cómo puede un docente que atiende la consulta de una alumna, saber
si lo hace con amor docente o como el hombre que atiende a una dama. Me
respondió el sacerdote: “Te diré lo que una vez me dijeron a mí: ‘Si cuando te
plantea la consulta prestas atención al tema y las miras a los ojos, pero no
reparas en el color de los mismos, y si cuando se retira las miras con el cariño
de un padre o de un hermano mayor, sin deleitarte mirando el ondulante paso con
que se aleja la mujer, comprenderás que has actuado con amor pedagógico’.
Compromiso de verdad
“Un docente que no es veraz,
en lugar de
ciencia, siembra el
trigo y la cizaña,
envenenando
así a
sus discípulos.”.................
Sabiduría Árabe
El compromiso de decir la
verdad, de enseñar la verdad y de vivir la verdad, es lo que diferencia al
hombre honesto del deshonesto.
En el camino emprendido para buscar la verdad puede el docente errar los pasos,
porque es un ser humano. Por esa misma razón debe saber rectificarse. Pero
enseñar el error a sabiendas es tratar de cubrir los ojos de los
discípulos con una venda que caerá
cuando la primera luz de la verdad lo enfrente en la vida. Entonces de la
credibilidad en el maestro sólo quedará un amargo recuerdo.
Uno de los deberes del docente es enseñar la verdad
con exactitud, constancia y continuidad. Porque es precisamente un servidor
de la verdad.
“El hombre debe hacerse verdad, creciendo cada día
en ella y mediante ella. En la vida de todos hay una proporción justa entre la
honestidad vivida y la verdad poseída. A la medida de la honestidad corresponde
la apertura de los ojos a la verdad. Si el ojo está nublado por las pasiones no
ve la verdad.” (25)
“Promover la verdad, como fuerza de la paz, es
emprender un esfuerzo constante para no utilizarla para nosotros mismos, aunque
fuese para el bien, las armas de la
mentira. La mentira puede deslizarse solapadamente en todas partes. Para mantener
establemente la sinceridad, la verdad con nosotros mismos, hace falta un
esfuerzo paciente y decidido a buscar y a encontrar la verdad superior y
universal acerca del hombre. A esa luz nos juzgaremos, en primer lugar a
nosotros mismos y a nuestra propia sinceridad.”(26)
Serenidad:
El docente debe ser apacible y
sosegado, para llegar al fondo del intelecto de sus alumnos. Debe saber que
frente a sí tiene personas que son físicas y
con inteligencias distintas. Su presencia debe servir como elemento de cohesión del
grupo.
Pese a las individualidades propias de los hombres, no
debe perder la calma, sino encontrar el justo medio para entablar el diálogo
docente-alumno, tratando con paciencia y
buscando comprender más que ser comprendido, escuchando y orientando, en todo
lo que sea necesario, inclusive más allá de lo académico, cuando lo considere
oportuno.
La falta de serenidad aleja al
interlocutor. La razón siempre la tiene el que se encuentra más cerca de la
verdad, y no el que habla más fuerte o apela al mando jerárquico.
No debemos confundir la serenidad, que es seriedad y
firmeza para tratar los problemas
propios y ajenos con la pusilanimidad, que es falta de ánimo.
La serenidad es la muestra de la paz interior que el
alumno necesita como ejemplo a imitar y
que el docente está, en conciencia, obligado a dar.
Responsabilidades del docente:
Aceptar
el llamado de la vocación, es aceptar sus responsabilidades. Además de la
obligación del ejemplo y del estudio, el docente adquiere un compromiso
especial con la comunidad.
Lao-tsé, refiriéndose a los
conductores de los pueblos, dijo: “¡Oh legisla-dores!, es en
vosotros en quienes la sabiduría debe brillar más que en el resto de las
gentes. Una vez promulgadas vuestras leyes deben ser cumplidas. Peligroso sería
dejar de practicarlas; pero terrible y atroz ordenar su ejecución si las mismas
fueran inmorales o inhumanas.“
Si traemos esa sentencia al campo de la docencia,
podríamos parafrasearla diciendo: Docentes es en ustedes en quienes la
sabiduría debe brillar más que en resto de las gentes. Tengan cuidado que la información que brinden se ajuste a la
verdad; peligroso sería cometer
injusticias cuando se juzga el aprendizaje de un alumno; pero sería terrible y atroz que no predicasen la verdad
con el ejemplo.
La Universidad
colabora en la formación integral de quienes serán dirigentes en las distintas
actividades que cumplen los hombres.
Cuando nos referimos a los grupos humanos que integran
la Universidad, usamos la denominación de claustros o estamentos para
indicar el lugar que ocupan dentro de la estructura y vocablos como docente,
alumnos, administrativos, obreros. Sin embargo, y
equivocadamente, para denominar al personal de apoyo docente muchas veces
utilizamos la negación, y los llamamos “no docentes”.
Es el grupo humano el que da vida a
la Universidad porque una «Comunidad Universitaria», es una congregación de personas que viven unidas
y sujetas a ciertas reglas, que poseen
objetivos y funciones comunes, las cuales solamente pueden cumplirse en
plenitud con la cooperación y el aporte de todos (29)
Lo primero que se juzga en una Universidad es la
calidad y la calidez del docente. Son los docentes quienes brindan trascendencia
a la Universidad más allá de sus muros.
El docente adquiere con la Universidad a la cual
pertenece la responsabilidad primaria de su conducción, su docencia e
investigación.
La investigación es parte de la docencia. El profesor
es un investigador que hace docencia, lo mismo que el investigador puro hace
docencia porque pone sus logros al alcance de otros, que podrán aplicarlos.
Sin embargo, la
responsabilidad mayor del docente, es la que tiene con sus alumnos. “El
educador que no quiera servir de tropiezo para sus discípulos debe perfeccionar
moralmente su vida, procurar ser un
verdadero ejemplo de bondad, empezando por su interioridad y continuando por
sus obras externas, especialmente aquellas que ejecuta públicamente. Por tanto,
también bajo este aspecto, la profesión del educador se presenta de por sí con
una rica sustancia espiritual y ascética.”(30)
Peligros
y Remedios de la Docencia
La actividad docente, como todo trabajo, entraña peligros que deben evitarse. Estos
peligros no corresponden a la integridad física, sino al espíritu.
El primer peligro que debe afrontar el docente es la
rutina. Todos los días del año frente a un grupo humano, y cuando por fin
se pueden identificar las caras, ya se debe empezar con un grupo nuevo, y así
toda la vida. Eso produce anquilosamiento espiritual si no recibe otro
estímulo. El remedio eficaz es la investigación y la actualización. Esos
papeles color amarillo de tiempo no deben ser usados más. El docente debe
buscar que su asignatura tenga vida, y para ello la actualización debe ser
permanente.
Una venerable
maestra, con veinte años al frente del mismo grado, me decía: “Me obligan a
dictar lo mismo cada año, no me dejan innovar, me encuentro como una vizcacha
en una cueva oscura.” Sin embargo, aún esos casos se puede buscar la
manera que el aprendizaje sea fructífero
para el docente y para los alumnos. Tal vez ya no se pueda enseñar que dos
manzanas más dos manzanas hacen un total de cuatro manzanas, y sea preciso usar
platillos voladores.
Un segundo peligro que acecha es el tedio. Tedio
en el sentido de no encontrar incentivo en la tarea diaria. La mejor vacuna
para esta clase de enfermedad es acrecentar el amor docente. Cada uno de
los alumnos es distinto, y el docente debe tratar de conocerlos más. Es la
misma silla pero el que está sentado es otro; que quiere conocer y hacerse
conocer. Por eso el hielo debe romperse pronto, y la iniciativa debe partir del
docente.
El acercamiento con los alumnos trae aparejado otro
peligro: hacer propios los problemas ajenos. El remedio aconsejado es la
templanza y la caridad humana.
Debe analizarse cada caso, sabiendo aconsejar pero sin influir en problemas
extraños al ámbito académico.
Otro peligro latente es el exceso de alumnos.
Esto nos impide crear el espacio apropiado para ejercer la docencia.
Como seguramente es una carencia que escapa a nuestra voluntad, al docente sólo
le queda poner a prueba la virtud de
la paciencia.
“La
soberbia, dijo alguien, es adquirir a alto precio el odio de los demás;
mientras la humildad es adquirir gratuitamente la amistad y el respeto de la gente
sensata.”(31) La soberbia es un mal
común en la docencia por el trato diario con alumnos que se encuentran en un
nivel inferior de información. Una manifestación de soberbia es creer que se
tiene la suma de la sabiduría, motivo por el cual no se aceptan opiniones
distintas a la propia. Es la humildad el remedio para la soberbia.
La autoestima exagerada es creer que uno
es insustituible en su puesto. El remedio, según Francisco Letizia,
es la vocación de servicio que debe imprimirse al proceso de enseñanza y
aprendizaje.
Los actos de docencia:
Aquellos que hemos elegido ser
docentes debemos tener conciencia que nos encontramos cumpliendo la función
pública más importante para el pueblo:
ayudar a los hombres en su formación integral para constituir el capital más
importante de un pueblo: su gente.
*
Dictar una clase:
Para un docente universitario, dictar una clase es
rendir un examen donde los alumnos actúan como evaluadores. Es necesario
preparar la información que brindaremos, pero también requiere de una
preparación interior. Lejos de pretender ponerme como ejemplo, pero cumpliendo
mi compromiso de verdad, les cuento que antes de iniciar una clase mentalmente
elevo esta plegaria:
Señor, quiero ser un instrumento en tus manos, para
ello te pido que:
- Alumbres mi inteligencia, aclares mis ideas y hablen por mi boca tus palabras de sabiduría.
- Me permitas arar en sus corazones huellas profundas
y sembrar en ellos el amor con mis palabras.
- Considera esta clase una plegaria elevada por todos
aquellos que participamos en ella.
¿Qué temas y cómo debemos tratarlos en una clase? Es una pregunta que debe formularse cada
docente cuando se encuentra frente de los alumnos, y resolverla sin
vacilaciones. Teniendo presente que se encuentra ante grupos humanos de
distintas culturas y capacidades, esto lleva, a buscar un punto medio en el
nivel de la información que debe transmitirse informaciones que se transformarán
en conocimientos, corriendo, a veces, el peligro de “nivelar para abajo” Según
mi experiencia, que por ser
personal acepta disensos y puede con o sin razones de peso no ser compartida,
opté dar la información en el mayor
nivel de actualización, pero con un lenguaje sencillo, con humildad
e invitándolos a participar, poniendo frente de ellos las razones
del por qué de las cosas y tomando los
ejemplos de la realidad cotidiana.
Todas las asignaturas de una Universidad son vivas, en
el sentido que avanzan conforme las prospectivas de las ciencias, las técnicas
y las artes. Los datos sirven como fundamentos del presente y para
aventurar una prognosis para el futuro.
Es interesante lo sostenido por el señor Profesor
Titular de la asignatura Estructura
Social Argentina de la Universidad de Buenos Aires Dr. Alejandro B. Rofman, en el artículo de su autoría publicado en La Gaceta
de Económicas del 26 de Noviembre de 2000, con el título de ‘Temas Tabúes’,
en cuya introducción dice: “Se analiza básicamente la contradicción entre el
rol de la universidad, que es enseñar a pensar para exponer libremente las
ideas en busca del bien común y la sutil mordaza que se establece alrededor de
la libre expresión de candentes temas económicos que son centrales en el
bienestar y en el porvenir de enormes sectores de nuestra población. De eso no
se habla”
Una clase universitaria, no puede
ser la mera repetición de conceptos,
para que esos conceptos sean aprendidos deben ser confrontados con las
realidades y para lograrlos el docente no puede permitirse en lujo de estar
desinformado en lo que atañe a lo específico de su ciencia y su aplicación a la
realidad del momento. Todos los temas con vigencia en la vida de la sociedad,
deben ser analizados en una Universidad, vistos con la óptica de cada rama de
los saberes.
* Recibir un examen:
En un examen se juegan muchas cosas. Para el
estudiante y para su núcleo familiar e íntimo (la familia, la noviecita, los
amigos que también se encuentran rindiendo con él), es el acto más importante.
Por eso, salvo un extraordinario dominio
de sí mismo, el examinando se encuentra
en un estado de alerta nerviosa.
El docente debe evaluar lo que el alumno sabe y con
qué profundidad conoce el tema, y no insistir en lo que el alumno desconoce,
porque termina humillando a un ser
humano, y eso no es hacer docencia. La docencia en el examen es fundamental: se
deben aclarar dudas, explicar conceptos y saber aceptar el pensamiento o la
doctrina sustentada por otros tratadistas o docentes, porque nosotros no
tenemos el monopolio de la verdad.
Antes de iniciar las evaluaciones
de mis alumnos imploro lo siguiente:
¡Señor! Hoy recibiré los exámenes de
mis alumnos. Te pido:
- Ilumina los intelectos y pon en sus labios tus
palabras de sabiduría.
- Que no sean traicionados por los nervios.
- Que me concedas saber distinguir:
- Lo verdadero de lo falso o dudoso
-
Lo importante de lo superfluo.
- Lo que nace del conocimiento y lo que surge de un
estado de ánimo.
- Ordena mis conceptos para ser claro en mis
interrogaciones.
- Que vean en mí al amigo presto a tender la mano y no
al juez implacable.
- Que mi presencia en la Mesa Examinador sea mi
testimonio de Cristiano.
* La calificación:
No es tarea sencilla. Por regla general, es fácil discernir entre el aprobado y el aplazo pero
no la nota con la que calificamos su examen. Es un criterio injusto colocar a todos la misma nota, porque no
todos estuvieron iguales.
Un problema aparte es el examen escrito, porque allí no
podemos corregir sobre la marcha una pequeña desviación que tal vez al final
conduzca a errores conceptuales.
Hablando de las calificaciones en
los exámenes el Dr. Cayetano A. Licciardo, nos daba
el siguiente consejo: “No pretendas que el alumno conozca la materia tanto o
más que el Profesor, ten presente que para él es una asignatura más dentro de
su Plan de Estudios y que debe cumplir con todas. No pretendas que la tuya sea
la más importante de su Carrera Universitaria, debes diferenciar que el Docente
debe ser un especialista en su saber y
el Estudiantes una persona humana que recién asoma a ese saber y, que tu
misión es aquilatar los conocimientos básicos que le servirán de sostén en el
camino de su formación como hombres”
Título VI
El ejercicio
del PROFESIONAL universitario
en la Función Pública
El Contrato de Empleo
Público:
Los Estados son personas de existencia ideal creadas por
los hombres para vivir dentro de un ordenamiento social, jurídico y económico que les permita, satisfaciendo
las necesidades colectivas, realizarse como seres humanos y gozar de la Paz
Social.
El Estado,
como toda persona de existencia ideal, únicamente puede manifestarse
mediante las personas de existencia física.
Es por eso
que la contratación de empleo público es la más importante dentro de las
operaciones que realizan los Estados. Si bien con relación a la ejecución del Presupuesto, como tristemente ocurre con
otras acciones importantes, se la considera accesoria, pero con relación a la
vida de los hombres que hacen del servicio público su forma de vida, tendiente
a lograr el bien común que persigue el
Estado, es fundamental.
En la denominación de empleo público, empleado público,
agente administrativo, agente estatal o función pública, quedan comprendidas
las distintas formas jurídicas que reviste el trabajo o servicio y, en algunos
casos, la prestación obligatoria del hombre como sujeto individual en el
gobierno, sostenimiento y defensa de los
intereses del pueblo, por la simple
razón de pertenecer al mismo.
La
denominación de agente público “tiene un alcance general, y las
particularidades en cada caso están dadas por las especificaciones del régimen
jurídico aplicable. Hay agentes públicos con estado estatutario o sin estado
estatutario pero bajo el régimen administrativo”.(32)
La
Constitución de la Nación Argentina, en varios de sus artículos, se refiere a
la denominación de empleo público. Por ejemplo, el artículo 110, referido a los
Jueces de la Corte Suprema establece: “conservarán
sus empleos mientras dure su buena conducta”.
Los representantes del Pueblo, que ocupan cargos
electivos, son los principales “agentes públicos”, porque el mandato de Gobernar que le concedió el pueblo es una obligación personal, sujeto a la
rendición de cuentas de ese mandato porque el requisito fundamental de los sistemas democráticos tiene sus bases
en la libertad de los hombres.
El personal básico que integra los cuadros de la
Administración Pública, está constituido por funcionarios públicos y por empleados públicos. Generalmente se
considera que el funcionario representa y decide en nombre del Estado, mientras
que el empleado es el encargado de la
ejecución de las acciones.
El profesional en la
función pública:
Cada una de las profesiones, tanto las universitarias,
como las terciarias, los oficios, y las
prestaciones personales más simples, pueden cumplirse en lo que
Denominamos “Sector
Público”(33) La interdisciplinariedad de las funciones de
un Estado hace necesaria la integración de muchas de las actividades que se
desarrollan en la sociedad. Las Cartas Magnas
consagran como principio la igualdad de los habitantes frente a las leyes y a
la idoneidad como el requisito necesario para ejercer sus prestaciones en la
Administración Pública.
La Moral y las
Leyes nos indican que en todos los casos debe primar la competencia profesional
del hombre y no su militancia
partidista, desgraciadamente es común que la realidad nos muestre la otra
cara, y que toda la sociedad deba
soportar los ‘nepotismos’ e ‘internismos de la partidocracia’
que fracturan y dificultan la obtención
de la meta: la Paz Social, mediante el logro del Bien Común.
El agente
público ingresa a la Administración Pública para garantizar, mediante sus
conocimientos profesionales, que los servicios a la Comunidad se presten
con el mayor grado de calidad de transparencia posible, y que los dineros que
el pueblo aporta sean aplicados con justicia, economía, eficiencia y eficacia.
El suponer que el ejercicio profesional en relación de
dependencia, tanto en el Sector Público como en el Privado, hace perder la
libertad de criterio, es un insulto gratuito, no solamente para los profesionales universitarios, sino
para todos los hombres, porque esa
suposición ignora que el compromiso del profesional es con la verdad y con la sociedad, no lo es con los patrones y menos aún
con funcionarios que tienen a su cargo Poder. El considerar que trabajo en relación de dependencia trae
aparejada la pérdida de la libertad a cambio del salario del hambre, solamente
puede darse en una sistema social de esclavitud.
Así, el
médico que recibe un sueldo de un hospital público está obligado a prestar el
servicio con la misma dedicación y eficiencia que lo hace en su consultorio.
Los cálculos y diagramas que el Ingeniero realiza en un trabajo público deben
tener la misma calidad que si los hiciese en la actividad privada. El Abogado
que presta servicio de asesoramiento jurídico y protección de los intereses
públicos debe hacerlo con la misma dedicación que debe a cualquier otro
cliente. El profesional en Ciencias Económicas debe aplicar sus conocimientos
en todo lo que atañe a la gestión y control de la hacienda del pueblo, y debe
ser garantía para el pueblo de justicia y transparencia.
La Función
Pública
Considero oportuno dedicar unos párrafos a la función
pública en la perspectiva de un agente público:
Características:
Podemos
indicar como características de la
relación de empleo público las siguientes:
a)
Su ejercicio es personal. La Administración
validamente no puede ser tildada de ineficiente, insensible o hasta de corrupta,
por cuanto esos calificativos corresponden al hombre que es el ‘factor’ o ‘hacedor’ de la
Administración..
b)
En consecuencia, para poder prestar un servicio
personal, el requisito es ser una persona de existencia física. Las
contrataciones públicas se rigen por los
sistemas de contrataciones aprobados por las autoridades con facultades para
dictarlos.
c)
Los efectos que produce la relación de empleo
público se proyectan hacia el futuro.
El ingreso a la función pública puede ser voluntario o
forzoso, según la voluntad expresada por ambas partes:
Es
voluntario cuando el individuo
aceptó postularse para ejercer una función pública de carácter electivo y es
posesionado del cargo; o bien, cuando la Administración decide su contratación
mediante un nombramiento o contrato para una función determinada. Allí existe
conjunción de voluntades.
Es
forzoso cuando el Estado decide
unilateralmente su incorporación. Tales son los casos de las autoridades en un
proceso electoral u otros servicios que deben considerarse como carga pública. El artículo 17 de la Constitución dispone que ningún servicio
personal es exigible, sino en virtud de ley o sentencia fundada en ley. “Esta
es simplemente una relación legal, pues, aún cuando la persona particular asuma
voluntariamente la función, falta en
absoluto la idea técnica de consentimiento”(34)
Los Estatutos de Personal vigentes en las Administraciones Públicas
contemplan los deberes y derechos de los
agentes públicos, entre los cuales se encuentran incluidos los profesionales:
Entre los deberes
podemos mencionar:
a) Cumplir con la función o empleo que se le ha
encomendado.
b) Concurrir a su lugar de trabajo en el horario
establecido.
c) Continuar ejerciendo sus funciones hasta que
su renuncia haya sido aceptada.
d) Si no lo hace así incurre en abandono del
cargo.
e) Respeto a sus superiores y consideración
hacia los inferiores.
f) Obediencia
al orden jurídico establecido y a sus superiores
g) Dignidad
de conducta.
h) Urbanidad
y eficiencia en el trato con el público
i) Fidelidad y observancia del “secreto”.
En cuanto a los derechos, los trabajadores o
agentes públicos se encuentran amparados por los artículos 14 y 14 bis de la
Constitución.
No todos los
derechos son uniformes, algunos dependen
de las funciones ocupadas en la estructura administrativa. De este tipo
son los gastos de representación y los reservados. Otros dependen del estado
civil del agente, como salario familiar, ayuda escolar, etc.
Podemos mencionar además:
a) Derecho al sueldo o remuneración establecida en forma
contractual. El sueldo consiste en la asignación correspondiente al cargo y
puede comprender:
1) Gastos de
representación, cuyo objeto es compensar gastos exigidos por el desempeño del
cargo, cuyo ejercicio obliga a un nivel de vida especial.
2) Viáticos,
es decir, gastos de traslado y alimentación, cuando por razones inherentes a
las funciones el agente debe trasladarse a otro lugar para cumplir una misión.
Se rigen en cada Administración por reglamentaciones propias.
3)
Cargas de familia, son una ayuda que se brinda conforme los regímenes que rigen
en cada administración.
4) Reintegro por vivienda (valor locativo), vigente en algunos Estados, lo mismo que
suplementos por zonas desfavorables y funciones de riesgo.
b) Aguinaldo: es una retribución
anual complementaria, relacionada con el sueldo del agente, que ahora se
liquida en forma semestral. Existen legislaciones que establecen que al
personal contratado para una función determinada no le corresponde esta
retribución.
c) Antigüedad: los
agentes públicos, de acuerdo a regímenes que no son iguales en los distintos
Estados y para distintas funciones, perciben un adicional por antigüedad.
d) Estabilidad: es el
derecho de no ser privado o separado del cargo sin causa justa. Existen casos,
como la docencia universitaria, donde la estabilidad es por período, vencido el cual debe
someterse a concurso público. También son de este tipo los cargos electivos que
tienen un término de duración. La estabilidad difiere de la inamovilidad,
porque la primera se refiere al cargo y la segunda al lugar donde deben
prestarse las funciones.
e) Descanso:
constituido en vacaciones anuales, regladas, por lo general, con relación a la
antigüedad.
f) Licencias especiales:
por maternidad, duelo, enfermedad, estudios, etc., se encuentran reglamentadas
por los Estados, atendiendo al sistema federal y a las funciones que cumple el
servicio público y el agente.
g) Derecho a un trato digno:
conforme su condición de “ser humano” y de servidor público.
h) Libertad de Asociación:
este derecho, lo mismo que el derecho a
huelga, tiene sus orígenes en la Constitución Nacional.
i) Reparación de daños sufridos
conforme lo determinan los reglamentos que aseguran los riesgos.
j) Jubilación digna: en casi la totalidad de los Estados
este derecho se encuentra establecido en las Cartas Magnas para la totalidad de los trabajadores.
Para los agentes públicos rigen las responsabilidades Política,
Penal, Civil, Administrativa y Ética,
que no son excluyentes ni independientes entre sí. Cada una tiene su
juzgamiento y sus autoridades de aplicación.
Se encuentran
sujetos a responsabilidad política aquellos agentes públicos que tienen
a su cargo funciones decisorias de Concepción, Dirección, Gestión y Control de
las Políticas Públicas, por cuanto se encuentra en juego el interés general,
que puede ser lesionado por la conducta de esos funcionarios. El artículo 53 de
la Constitución Nacional establece que los funcionarios se encuentran sujetos a
juicio político, a cargo del Poder Legislativo.
Los jueces de los tribunales inferiores de la Nación son juzgados por un
jurado de enjuiciamiento, conforme al articulo 115 de
la Carta Magna, abierto por el Consejo de la Magistratura conforme el artículo
114 inciso i).
La responsabilidad
penal existe
cuando el acto, hecho u omisión del empleado público constituye un delito
previsto y penado por las leyes, siendo
competente para juzgarlo el Poder
Judicial.
La responsabilidad
civil corresponde cuando el acto irregular del agente
ha producido un daño a la Hacienda del Estado o a un tercero. En casi la totalidad de las Administraciones
Provinciales y en muchas Municipales de la República Argentina, esta responsabilidad se determina mediante el
Juicio Administrativo de Responsabilidad, a cargo de los Tribunales de Cuentas.
La ley 24.156, y posteriormente la Constitución Nacional, sustituyeron al
Tribunal por la Auditoría General de la Nación.
Mediante Decreto Nº 1.154 del 05.11.97el Poder Ejecutivo Nacional dispuso que
en la determinación de la responsabilidad de los funcionarios intervendrá la
Sindicatura de la Nación, aplicando el Decreto 1.798 del 01.09.80 –Reglamento
de Investigaciones Administrativas, que era la norma que aplicaba el Tribunal
de Cuentas.
La responsabilidad
administrativa tiene
por objeto sancionar conductas que lesionan el buen funcionamiento de la
Administración Pública. Se origina por una inobservancia de los deberes inherentes a la calidad del
agente público. Dicha responsabilidad se hace efectiva a través de la “potestad
disciplinaria de la Administración".
Responsabilidad ética: el decoro
en el ejercicio del cargo público
siempre fue tenido en cuenta. Tanto es así que el Código Penal trata de
los delitos peculiares de los funcionarios públicos, y en cualquier trasgresión a una norma la condición de
agente público es considerada como un agravante
en el momento del juzgamiento..
El sexto
párrafo del artículo 36 de la Constitución Nacional dispone:
”El Congreso sancionará una ley sobre ética pública para el ejercicio de
la función”. Esa disposición se incluyó en algunas reformas de Constituciones
Provinciales.
El Poder
Ejecutivo Nacional, mediante Decreto Nº 41 de enero de 1999, procedió a la
aprobación del Código de Ética de la Función Pública, en el cual establece,
como fin de la función pública el bien común. Allí se
dispone el ámbito de aplicación y los
principios a los cuales debe ajustarse el accionar del funcionario público: Probidad, Prudencia,
Justicia, Templanza, Idoneidad y Responsabilidad. Se refiere también a los
principios particulares que deben guiar su actuación: Aptitud, Capacitación,
Legalidad, Evaluación, Veracidad, Discreción, Transparencia, Declaración Jurada
Patrimonial, Obediencia, Independencia de Criterio, Equidad, Igualdad de Trato,
Ejercicio del Cargo, Uso de los Bienes y del Tiempo, Colaboración, Uso de la
Información, Obligación de denunciar, Dignidad y Decoro, Honor, Tolerancia y
Equilibrio. Al mismo tiempo, establece que las violaciones al Código darán
lugar a la aplicación de las sanciones establecidas en el Régimen
Jurídico Básico de la Función Pública, sin perjuicio de las otras
responsabilidades que establecen las leyes.
El 28 de
septiembre de 1.999 el Congreso Nacional procedió a sancionar la Ley de Ética
de la función pública, que fue promulgada
el 10 de octubre del mismo año con el número 25.188. Allí se establecen
un conjunto de deberes, prohibiciones e incompatibilidades aplicables sin excepción a todas las personas que se desempeñan en la
función pública en todos sus niveles jerárquicos, en forma permanente o
transitoria, por elección popular, designación directa, por concurso o por
cualquier medio legal, extendiéndose su aplicación a todos los magistrados,
funcionarios y empleados del Estado.
La citada
norma legal establece los deberes y pautas de comportamiento ético y la
obligación de presentar declaración jurada patrimonial. Se refiere también a
las incompatibilidades, al régimen de obsequios a funcionarios públicos y crea
la Comisión Nacional de Ética Pública.
La
Comisión Nacional de Ética Pública
funcionará como órgano independiente y actuará con autonomía funcional. Entre
sus funciones, además de lo referido a las Declaraciones Juradas de los
Funcionarios, se encuentran las de recibir quejas, redactar el Régimen de Ética
Pública del Congreso, dictar su Reglamente Interno e informar anualmente y con
carácter público su gestión.
A los efectos
de actualizar normas se procede a la modificación de los artículos 23, 29, 30,
67, 256, 258, 266 y 268 y a introducir los artículos 256 (bis) y 258 (bis) del
Código Penal.
Las normas
del Código alcanzan a todos los Profesionales que se desempeñan en la
Administración del Estado Nacional.
Otra norma importante en el tema
que nos ocupa es el dictado del Decreto
Nº 436 el 30.05.00 reglamentario de los
Sistemas de Contrataciones del Estado Nacional. El mismo se refiere, en el
Título II, a la Transparencia en la gestión de las contrataciones,
introduciendo una penalidad para el postulante a contratar con el Estado,
completando con esta disposición, la penalidad que para el funcionario público establece
la ley de Ética Pública. Se dispone que será causal determinante del rechazo de una oferta o de la
rescisión del contrato sin más trámite, la existencia de cohechos o presiones,
aún en el grado de tentativa
Capítulo VII
Un objetivo: La calidad
Un peligro latente: La CORRUPCIÓN
“y no nos dejes caer en la
tentación, mas líbranos del Mal”
Mateo 6.13
Francisco
de Quevedo y Villegas, escribió: (*)
“De verdad os digo ‘quién no entra por la puerta en el redil de las ovejas,
sino que sube por otra parte es un ladrón. Y como todo ladrón tiene el orgullo
de serlo y la estimación de los que mandan, porque no está el provecho en ser
ladrón, sino en ser reconocido como tal.
En esto de entrar por otra parte,
buscando algo para su provecho Adán fue el
primer hombre que lo hizo. Dios
había puesto a su disposición toda la creación, pero él, que ya era
lo más importante de la Creación, quiso ser más y sólo Dios estaba sobre él. Siguiendo el
consejo que la serpiente le dio a Eva y cediendo a la insistencia de la primera mujer, comió la fruta del ‘árbol del bien y del
mal’. Fue arrojado del Paraíso. Dios puso en su puerta un Serafín con una
espada de fuego, y esa puerta, la del
Edén, solamente se la transpone mediante la virtud y el mérito”
La Historia de la Humanidad nos ha
mostrado en muchas ocasiones, que quienes entraron por la ventada para disponer
a su antojo del Erario, el pueblo
terminó sacándolos a “patadas” y por la
puerta de servicio.
Por eso debemos pedir al Señor que
nos permita ganar el pan nuestro de cada día, conforme su voluntad y nuestros
méritos, que no nos deje caer en la tentación de pedir o tomar, más de lo que
merecemos, porque ese más siempre significará un menos para mis hermanos.
Cuando nos hemos referido a la
finalidad que busca el hombre, y al motivo de su creación, dijimos que fue
creado para ser feliz y buscar la felicidad, de todo su entorno.
Que para lograr esos fines
debía armarse con las virtudes y valores necesarios para
enfrentar las contingencias que le
depara la vida como individuo, como
miembro de una comunidad, de la que por su naturaleza humana forma parte recibe
de ésta las virtudes cívicas para hacer frente a los vicios sociales, que la
vida de relaciones humanas les agrega.
La calidad de vida la conseguirá
el hombre cuando poseyendo los bienes necesarios, pueda satisfacer sus
necesidades espirituales, materiales y
convivir en un mundo solidario, donde
sea una realidad el mandamiento grande
de: “Amaos los unos a los otros como Yo os he amado”. Partiendo de allí
podemos decir que habrá calidad de vida, cuando el hombre como sujeto de la
creación posea la calidad suficiente
para «transferir su humanidad» a las creaciones sociales, donde
cada uno tiene que cumplir sus obligaciones, sembrando y haciendo fructificar
los talentos que les fueron entregados y que como mandatario de ese mandato de
amor está sujeto a la rendición de cuentas a su mandante.
El hombre como ser social busca su felicidad
en la vida social perfecta, plena autosuficiente y conforme con la virtud, que
Aristóteles identifica con la felicidad objetiva común. Ahora bien, la vida
social tiene diversas formas que alcanzan desiguales niveles de perfección. Por
encima de la familia, del municipio, de
las regiones, y de las corporaciones está el Estado (la comunidad
política), englobante
y a la vez excedente de todas ellas, es
la única forma de vida social que puede alcanzar y asegurar la perfecta
autarquía del vivir humano. De ahí que el Estado sea definido, prácticamente, por su ordenación al bien común.(1)
Para llegar a esa meta de bien
común es necesario la existencia de una Administración que persiga como objetivo ese bien común,
podemos simbolizar esto con una igualdad, cuyo primer miembro se encuentra
formado, por la Acción Administrativa brindando calidad en cada una de sus
acciones, aplicando bienes idóneos, así
el segundo miembro estará formado por un
Servicio Público de calidad.
Entendemos por calidad la propiedad o conjunto de propiedades de una
cosa, que le permiten ser mejor que las otras de su misma especie.
La calidad del servicio público no se encuentra en las obras que hace la
Administración Pública por medio de sus hombres, sino que es una posesión del
hombre, que debe transmitirla a las obras que emprende por medio de la
Administración en beneficio del pueblo.
Como dice José Vicente Vitta en su libro La Ética: una fiesta: “la ética es el
componente imprescindible de toda actividad humana, y la búsqueda de la
Calidad, de hacer las cosas bien, nos hará virtuosos del servicio que
prestamos, en el sentido más antiguo y preciso de la Virtud: hacer las cosas
técnicas y éticamente bien, es decir, hacer BIEN EL BIEN eso es la calidad del
servicio humano.
Siempre hemos compartido, con ese
entrañable amigo, compañero de estudios y
en las luchas y actividades
estudiantiles en el Ateneo Rosarino de Cultura Universitaria (ARCU), el mismo
concepto: la Calidad él resume en esa
frase de su cuñó que con cuatro palabras
define la calidad:
HACER BIEN EL BIEN.
Calidad es brindar el servicio con oportunidad, eficiencia, prolijidad, al menor costo posible y a la
totalidad de la población, consiste en suma, el brindar
la humanidad, que es patrimonio y obligación moral
exclusiva del hombre, a
todo su accionar, desde la individualidad de la necesidad del servicio, la idoneidad de
los medios, la prontitud, la economía,
y la
eficacia de la acción, hasta darse él mismo al logro del bien común.
El pueblo aporta
sus bienes al Poder para que éste los administre usándolos para lograr el bien
común. Si bien el administrador debe cumplir su cometido con eficiencia,
eficacia y economía, no debe apartarse de la justicia distributiva. en cada acción
Cuando los actos, hechos u
omisiones de los hombres, que contrarían: la moral, la ley o las buenas
costumbres, son personales lo asociamos
al comportamiento ético de cada individuo. Cuando el mismo se realiza por
primera y única vez, en algunas leyes
penales el primer delito es casi siempre
excusable, y en la vida de relación sus
pares se lo considera como «el tropezón que cualquiera
da en la vida». Cuando las faltas se
comenten en forma reiterada, o se persigue satisfacer un interés particular o
grupal por encima de los generales. El
concepto que de esa persona se
forma en el ambiente en cual ese hombre desarrolla sus actividades
privadas y sociales varia, lo mismo que
su denominación; así ese primer ‘mal paso’
cambia de nombre y puede llamársele desde ‘viveza’, ‘trepada’ hasta que es ‘delito’ y quienes lo
comenten, serán: ‘vivillos’, ‘trepadores’ o ‘delincuentes’ a todos los cuales
englobamos en el término genérico de ‘corruptos’.
Es necesario recalcar, no
una vez, sino “setenta veces siete” que las personas ideales, partiendo desde
el primer núcleo social: la familia, siguiendo por las organizaciones
civiles, comerciales, hasta llegar al
Estado y las organizaciones internacionales,
son simples creaciones humanas que por sí mismas no pueden dictar,
acatar o violar normas de comportamiento,
ni merecer adjetivos calificativos, porque gramaticalmente los adjetivos
siempre califican al sustantivo y el sustantivo por excelencia en este mundo, a
pesar de la globalización y de las presiones de los medios financieros que
manejan las economías es, y seguirá siendo el: hombre,
que creó esas organizaciones, las integra, decide y obra en nombre de ellas,
porque solamente es en él donde reside la
voluntad, la libertad de acción,
la competencia imprescindible
para obrar y la responsabilidad
de los actos y acciones realizados por sus creaciones.
El Diccionario de la Real
Academia en la cuarta acepción del término corrupción nos dice que es: vicio o
abuso introducido en las cosas no materiales, dándonos por ejemplos: corrupción
de costumbres, de valores. Corrupto es el adjetivo que nos indica al sujeto que
se deja o dejado corromper,
corruptor es la denominación con
la cual nos referimos a la persona que corrompe. Si esto solamente se diera en
la esfera de las relaciones interpersonales es un problema soluble por la aplicación de los principios y valores
éticos que rigen esas relaciones en lo que atañe a las acciones privadas de los
hombres se encuentran reservadas a Dios o a la Justicia de los hombres, cuando
las mismas exceden los límites impuestos por la moral o las leyes
Podemos también considerar la corrupción como un recurso y
como un proceder. En cuanto a la primera visión, la corrupción es referida como
un recurso expeditivo, vale decir, la
corrupción se utiliza para acelerar los procesos y por lo tanto, el corrupto es
un ‘experto en atajos’ Esta característica racional por excelencia sustrae al corrupto del orden
de la advertencia, siendo jamás inocente, pues
siempre sabe lo que hace, está
sujeto a su vigilancia cognoscitiva al darse cuenta de sus actos u
omisiones. Desde la segunda perspectiva
la corrupción es un proceder, uno modo de hacer para obtener beneficios. Este
proceder tiene una característica sustancial, que es la desviación respecto a
una cierta normatividad, o sea, la obtención del beneficio se lleva a cabo al
margen de la conducta normal. La desviación puede hacerse respecto a una norma
jurídica o una norma ética” (2)
Albert Calsamiglia,
en su libro «Cuestiones de Lealtad», propone y cuestiona algunos presupuestos
comúnmente aceptados, luego nos dice que la corrupción pone en evidencia un
déficit de la conciencia pública, una falta de lealtad hacia las virtudes,
principios y bienes colectivos, a la cual debe dársele una respuesta política
más que legal. Porque la corrupción es básicamente deslealtad, y la lealtad es
la virtud política por excelencia.
Aparte de la corrupción, que
puede imputarse a un individuo, y que puede ser desde una trasgresión a una
norma de comportamiento social, pasando por una contravención hasta llegar a constituir una conducta penada por la ley y calificada como delito.
Toda corrupción en el fondo es una falta de lealtad a las normas de
convivencia sociales y de respeto a toda la sociedad.
La corrupción nace siempre de un acto voluntario, que necesita
de la conjunción de voluntades o la complacencia, entre el corruptor y el
corrupto, acompañada de falencias en la
conducta moral y en la normativa, para
que los sujetos actuantes mediante
actos, hechos u omisiones obtenga
una ventaja que viole la igualdad de los hombres frente de las leyes morales o
escritas, lo que les permite la
obtención de un bien, de un goce
inmaterial y en ambos casos busca la primacía del interés particular sobre el
interés general.
En la mayoría de los actos de corrupción encontramos tres sujetos:
El corrupto,
El corruptor y
El
perjudicado
El
corrupto:
Conforme el Diccionario de la Real Academia, corrupto es un adjetivo
que se aplica a la persona que se deja o se ha dejado sobornar, pervertir o
viciar.
Si bien el Código Penal, las
leyes especiales, los Códigos de Ética,
tanto Públicos como los referidos a las distintas profesiones y la prensa oral,
escrita y televisiva «estigmatizan»,
los hechos y omisiones que dieron lugar a conductas corruptas, vemos que
rara vez son condenados por la Justicia,
por los cuerpos encargados de velar por la ética y por medios de
comunicación que deben servir sirven de
sostén de las conductas, mediante la información veraz y oportuna de la calidad
con la cual son prestados los
servicios.
Hemos asistido y contemplado el
fenómeno, que en muy poco tiempo, por haber perdido actualidad y por fragilidad
de la memoria de los pueblos, el caso es olvidado y los corruptos «conviven con ‘la frente
alta’muchas veces ocupando los mismos lugares de privilegio en la sociedad,
que le permitieron y le permiten, hacer de la corrupción: su «profesión
habitual». Porque las estructuras internas de los partidos
políticos, las apetencias empresariales
y sociales que también padecen de ‘luchas intestinas’ ponen siempre los intereses particulares por
sobre los de la comunidad y los de la
empresa a la que representan, usando los medios necesarios para inducir al
pueblo a olvidar, justificar y a
perdonar.
Un humorista político, (cuyo
nombre me reservo, para no hacerle ‘propaganda publicitaria”) en un comentario
en TV, expresó, algo así como: “al parecer algunos Partidos Políticos
eligen a los candidatos para ocupar
cargos públicos, sin tener en cuenta la idoneidad, ni sus datos de identidad.
Pero es necesaria la participación activa en las ‘internas partidarias’, y
contar con ‘un número de prontuario’ que sustituya con holgura al número del
Documento Nacional de Identidad y
al certificado de buena conducta.
El
corruptor:
Es la persona, el agente físico, que corrompe, es
el «componente necesario», en el
esquema de la corrupción.
Cuando en un acto humano
intervienen más de un hombre, aparece la figura del corruptor, elemento activo
y autor intelectual en los hechos y conductas de corrupción. La más de las
veces la cara del corruptor es prestada, por otra u otras personas, que
escondidas tras ‘respetables organizaciones’ o actuando ‘ente bambalinas’ son
que reciben la ‘tajada del león’.
El
fenómeno de la corrupción es tan antiguo como el hombre mismo, y lo encontramos tanto en las relaciones privadas de los hombres, como
en las relaciones sociales de las creaciones de los hombres.
Andrés Oppenheimer, en su
libro “Ojos vendados” nos dice: “Hasta el momento, el debate sobre la
corrupción en Latinoamérica se ha centrado casi exclusivamente en los
funcionarios públicos que han acumulado fortunas fabulosas a costa de sus
países. La corrupción es vista como un problema de las naciones en desarrollo,
como las devaluaciones y el agua sucia. Pero pocos han hablado de la otra cara
de la moneda: el papel de las corporaciones multinacionales y los gobiernos de
los países industrializados en los escándalos de corrupción que han sometido a
la región. Es hora de analizar el tema y buscar soluciones consensuadas que
ayuden a todos.
Ya
sea en la Argentina, Méjico, Colombia, Perú, o en la misma España, existe un
consenso cada vez mayor que la corrupción se ha convertido en uno de los
principales frenos al desarrollo económico. Las reformas económicas de libre
mercado en muchos casos no se han traducido en una mejora palpable en el
nivel de vida de la gente, especialmente
de los trabajadores y las clases medias, porque en muchos países los
funcionarios públicos y sus amigos en el
mundo empresarial las han implementado en beneficio propio. En muchos países de
la región el ‘amiguismo’, las conexiones políticas y regalos se han convertido
en las claves del éxito económico, en lugar de la modernización de las empresas
y el riesgo empresarial. Ha llegado la hora de hacer valer el capitalismo sin
amiguismo.
La
lucha contra la corrupción no es sólo un imperativo moral sino económico. En
países donde los contratos se consiguen con sobornos y no por medio de una
competencia abierta entre empresas, los que pagan el precio son los ciudadanos
comunes. Estos últimos terminan pagando
un costo más alto por obras públicas de menor calidad y servicios estatales
menos eficientes por no haber sido
licitados al postor más competente.
Lo
más perjudicial es que la corrupción está generando un escepticismo generalizado sobre la
Justicia, que se traduce en una masiva evasión impositiva, la fuga de capitales y un freno a las
inversiones domésticas y extranjeras. Si los gobernantes y sus amigos en el
sector privado roban: ¿Para qué vamos a pagar impuestos?.
Sí la Justicia deja impune a los criminales: ¿Para qué vamos a invertir nuestro
dinero en el país? “ (3)
Las personas de existencia
ideal, desde las asociaciones civiles,
comerciales, financieras y veces hasta los Estados, son usadas por los hombres que las crearon
como un «escudo protector», que sirve para ocultar el rostro y diluir
las responsabilidades. Porque si bien un ente ideal puede ser sancionado, lo será con una pena destinada
a reparar un daño, y esto que puede afectar bienes económicos y financieros de
la persona de existencia ideal,
difícilmente incidirá en los resultados del ente, porque lo trasladarán al costo de los servicios que presta, o a los precios que cobra. Pero difícilmente
pueden llegar a dañar al patrimonio de los hombres que las integran, ni a sus
libertades físicas.
Para ser corruptor se requieren
tres condiciones básicas:
Poder (Político,
financiero o uso de la fuerza)
Espíritu excesivo de
lucro
Impunidad
Poder Político y
financiero: No
corrompe quién quiere, sino quién puede-
Para corromper se requiere de:
Medios + Poder + Impunidad, para lucrar con la debilidad humana del corrupto,
la inexistencia o falencias del control y
la complicidad o ausencia de la justicia.
Espíritu excesivo de
lucro
El hedonismo definido por nuestro
Diccionario Castellano como la doctrina que proclama el placer como fin supremo de la vida,
podemos considerarlo en las actividades económicas y financieras como el anhelo vehemente del lucro desmedido sin tener en cuenta la
licitud de los medios, dejando de lado
la justicia y la moral en toda transacción,
dando lugar y vigencia al dicho de: “Negocios, son Negocios”
:
Impunidad
El Maestro Cayetano Antonio Licciardo, nos señaló en varias de sus conferencias y
escritos, que le llamaba la atención que en leyes de creación de algunos
servicios, y contratos públicos se
expresara que se encontraban fuera del alcance del control del Tribunal de
Cuentas y de las disposiciones de la Ley de Contabilidad o del Régimen
Presupuestario. Sustrayéndolos así del Control concomitante y de la
responsabilidad.
Porque el corruptor requiere
siempre de una fuerte opacidad que
impida la transparencia del control el posterior juicio del pueblo y escapar de
la acción de la Justicia gozando el privilegio de la impunidad.
Hemos leído en contratos con
Empresas Multinacionales, la renuncia
expresa al sometimiento a la Justicia
Argentina, y eso importa una renuncia expresa de la soberanía, que no reside en
el Gobierno en turno, sino en el pueblo.
El
perjudicado.
La corrupción tiene siempre el mismo
perjudicado: el pueblo, cuando
ocurre tanto en las haciendas privadas que se rigen por los Derechos
Privados, como en las de los Estados, que se rigen por las normas
del Derecho Público.
Para aclarar el motivo de esta
afirmación, debemos tener presente las siguientes igualdades existentes en toda
la vida de relación, tanto en las
humanas como en las mercantiles.
Para que exista un ingreso de un bien en un
patrimonio, es necesaria la existencia
de una salida similar en otro patrimonio. Porque el precio del
bien recibido, más el goce que nos produce su posesión, debe ser igual
al costo del bien, compuesto por el valor del mismo, más el beneficio normal de la
transacción. Cuando esa igualdad se
quiebra tiene nacimiento una injusticia,
y una injusticia es una falta de
lealtad, y una falta de lealtad, constituye siempre una “mala praxis”, en todas
las profesiones u oficios de los seres humanos, esto da lugar al nacimiento de
un mayor costo del servicio, o a una deficiente
prestación del mismo.
Siempre es necesaria la
existencia de un perdedor, para
aparezca un ganador, supongamos las siguientes situaciones
simples y desgraciadamente muy frecuentes:
El funcionario público ‘o
un caudillo partidario’que extiende para que un tercero (que por regla general
es un ‘puntero del partido’, ‘pariente’
o ‘amigo’), ‘una recomendación’ dirigida a un inferior jerárquico, con objeto
que el ‘recomendado’ ocupe un cargo u
obtenga un privilegio. Ese funcionario
está prejuzgando que el ‘recomendado’
tiene la idoneidad necesaria que establecen las normas Constitucionales,
legales o de las Empresas. No cae en cuenta que está violando el derecho de terceros que pueden tener una mayor
idoneidad y las normas existentes en el ente al cual va dirigida la recomendación,
coartando su libertad de decisión. Como
consecuencia de ello se resiente el
Servicio Público o Privado, que no es prestado con la debida calidad, y que el pueblo o los usuarios tendrán que
efectuar un mayor aporte, para cubrir esa falta de capacidad.
El funcionario con
competencia para comprometer un crédito presupuestario, en el caso de la
hacienda pública, o la asignación para gastar en una hacienda privada, adjudica
la contratación de un bien o de un servicio
a una oferta no es la más conveniente, o certifica los servicios
personales inexistente está cometiendo una acción que puede tipificarse como un
mal desempeño de los deberes de funcionario publico y en el caso de la empresa
privada, es un acto de mala ‘gerencia’ empresaria, y en ambos casos si existió una «contraparte»
materializada en bienes físicos o de
otra especie, es un delito de cohecho,
que produce una «ganancia con riesgos» La pérdida la sufre la comunidad, en el
servicio o en el mayor precio que deberán cubrirse con aumentos o nuevos
gravámenes
Los agentes de la Administración Pública, y los
de la Administración Privada están cometiendo actos de corrupción, cuando no
cumplen con sus obligaciones laborales o las cumplen mal. Porque la falta de
calidad del servicio prestado es una falta de lealtad, que perjudica directamente a la empresa y a la sociedad
.
Los actos de corrupción ocurren
porque el común de las gentes, normalmente no cae en cuenta que ellos
son los dueños de la hacienda, que en el quehacer de todos los días el Estado mueve
las riquezas del pueblo, que por derecho de soberanía le pertenecen, y que es a
la vez el primer interesado que las
Haciendas Privadas, presten con calidad
los servicios divisibles
para los cuales fueron creadas
por los hombres, porque sus existencias y funcionamientos son reguladas por el
Poder Público como garante del bien común.
La historia de los pueblos, desde la aparición
del hombre en el Planeta Tierra, nos muestra que si bien cada uno de ello posee
una identidad, que lo diferencia del resto, existen pautas comunes, que exceden
a cada uno de ellos y que se encontraron en todas las civilizaciones, tales
como el espíritu de solidaridad que les permitió nacer y crecer, como el
sentido de pertenencia a una organización social que le permite satisfacer las
necesidades comunes y porque el “hambre de la existencia de un Dios, indujo a
cada pueblo a buscar uno a su manera” pero que
todos tienen en común la búsqueda de la trascendencia del ser.
Desde que tomé conocimiento de la
Primera Carta San Pablo a los cristianos de Corinto «12,12-24.27» que dice:
“Así como el cuerpo tiene muchos miembros, y sin embargo, es uno, y estos
miembros, a pesar de ser muchos, no forman sino un solo cuerpo, así también
sucede con Cristo. Porque todos hemos sido bautizados en un solo Espíritu para
formar un solo cuerpo – judíos y griegos, esclavos y hombres libres - y todos
hemos bebidos de un mismo Espíritu. El cuerpo no se compone de un solo miembro
sino de muchos. Ustedes son el Cuerpo de Cristo y cada uno en particular es
miembro de ese Cuerpo”.
Me formé el concepto de pueblo como el de un cuerpo
social que posee su propia individualidad, que es distinta a la de cada uno de
sus integrantes, que forman una unidad orgánica, y que por la acción de esos hombres, que son
sus únicos componentes con libertad y capacidad para hacerlo, dictan las normas de convivencia necesarias para lograr el bienestar general.
La organización social en la
mayoría de las civilizaciones supo diferenciar lo que era común a todos y las
individuales, creando sin saberlo, organizaciones que nacían del espíritu, que
como leemos en el Génesis, les infundió el Creador con el soplo que le insufló
la vida, y que ese espíritu es el que une en solidaridad al género humano por sobre
los intereses particulares y confiere la individualidad y la diferencia de los pueblos
Puertas abiertas que el Estado le
deja a la corrupción:(1)
Carlos A. Bondone, en un libro de reciente edición, nos dice: “Deseo
manifestar que las puertas de la corrupción y
la burocracia improductiva están abiertas y al alcance de la mano, por
no responder a los principios rigurosos de la contabilidad, que sí los ha integrado sistemáticamente en colaboración
con la informática.
Diría que hay demasiada honestidad ante las puertas tan abiertas del recinto de la corrupción “Al no seguir los principios rigurosos de la
contabilidad, hasta el inocente es culpable de los delitos de corrupción y
burocracia” (2)
Gerardo Young se refiere a un estudio oficial elaborado entre febrero
y abril del año 2.000 por la Oficina Anticorrupción, comienza su artículo
diciendo: “La administración pública se mira a sí misma y refleja desamparo:
sufre presiones de funcionarios políticos, falta de controles, impotencia y
rutina. Y se comprueba que los
mecanismos que permiten la corrupción en el Estado nacen, en buena medida de
sus propias falencias”
Marcos Novaro en un artículo del diario El
Clarín del 03 de diciembre de 2000,
comentado el libro ‘Cuestiones de Lealtad’, de Albert
Calsamiglia nos dice: “La legalidad se erige en
fundamento moral de muchos de los esfuerzos por regenerar a los funcionarios
públicos y forzarlos a adoptar comportamientos transparentes. El implícito de
esta percepción está en que si la corrupción está extendida o ha avanzado en
nuestras sociedades es porque los principios universales del Estado de Derecho, y en especial el credo
liberal del imperio de la ley, están subdesarrollados o han sido subvertidos
por consideraciones políticas y de intereses de carácter particularista. Hay
demasiados intereses y demasiada poca legalidad”.
La verdad es que en nuestro país, como en
otros países del mundo no solamente es la burocracia improductiva sino también
que las normas, muchas de ellas obsoletas o no se aplican en plenitud, la falta
de conciencia cívica, que no exige políticas de calidad y de control, el lento
pronunciamiento de la justicia y la falta de ‘repudio ciudadano’, trajeron como consecuencia la apertura de
las puertas del Tesoro Público, que invitan a los hombres a la práctica de la
corrupción, ya sea en forma individual o en grupos escondidos y disimulados
dentro de personas ideales que integran
estructuras políticas, sociales, económicas, y financieras o con el rostro descubierto y una sonrisa en
los labios, gozando de la impunidad que le brinda la sociedad.
Cuando la corrupción ocurre, con
mayor frecuencia de lo esperado, teniendo en cuenta facilidades que la misma
sociedad pone a su disposición, la
corrupción, si bien sigue siendo un problema de la ética personal, es el
triunfo de los vicios particulares sobre los valores sociales, que se
transformó en una ‘enfermedad’ la cual debe combatirse como tal. Y esos remedios deben ser aplicados por la
política mediante normas y acción de las mismas, tendientes a reestablecer la
primacía de los intereses generales, por sobre los intereses personales y
grupales.
Una corrupción es general, significa que la enfermedad personal, se ha
transformado en una epidemia, y una epidemia no se combate únicamente con dar medicación a cada
paciente, ni con ‘placebos’ o ‘aspirinas’,
sino que es necesario la aplicación de una política sanitaria, que
busque las causas, brinde las condiciones
sociales y ponga en práctica medidas de gobierno que solucionen de cuajo el
problema que produce la falta de ética en los habitantes.
Según Francisco Leticia, el
mejor remedio para combatir la
corrupción de un pueblo es la Educación
y el amor humano, en todos sus niveles, asentados sobre virtudes y
valores, aplicados diariamente y en las
dosis necesarias por los que gobiernan
los intereses de la sociedad,
mediante el ejemplo.
El
marco jurídico:
La Carta Fundamental
En la mayoría de los países organizados, existe una norma fundamental,
generalmente denominada Constitución, que organiza el Estado,
estableciendo los fines del mismo, la
forma de gobierno, la protección
de los derechos de sus habitantes y sus
instituciones.
Estos enunciados los encontramos, por lo común, insertos en el Preámbulo
de la Constitución. Así, el de la República
Argentina reconoce a los constituyentes la calidad de representes
del pueblo que se reúnen para dictar una
norma que tiene por objeto “constituir la unión nacional, afianzar la justicia,
consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar
general y asegurar los beneficios de la
libertad, para nosotros, para nuestra prosperidad y para todos los hombres” que
quieran habitar el suelo argentino.
Para lograr estas
finalidades, el artículo primero
de la Constitución dispone la forma de gobierno representativa republicana
federal y, en virtud de ello, establece que el Poder será ejercido por tres
órganos: Legislativo, Ejecutivo y Judicial, de acuerdo con las competencias
asignadas a cada uno de ellos. Por el
artículo quinto organiza el sistema federal, disponiendo que cada Provincia dictará una
Constitución conforme con los principios de la Constitución Nacional,
garantizando su administración de justicia, su régimen municipal y la educación
primaria.
Cuando olvidamos o renunciamos a estos principios democráticos, aparece
la corrupción política y el pueblo se pregunta ¿existe en la realidad el
sistema republicano, representativo federal de gobierno?. Hace años, Maurice Duverger, en su obra Instituciones Políticas y
Derecho Constitucional, refiriéndose a las democracias reales y a las
democracias formales, pone a nuestra
consideración reflexiones que ayudan a encontrar una repuesta: “No todas las
naciones del mundo actual son democráticas; la mayor parte, por el contrario, son dictaduras más o menos represivas. Pero todas reclaman
para sí unos valores democráticos, se proclaman democráticas, se refieren al
modelo democrático. – Todas o casi todas poseen una Constitución, a pesar que
muchas de estas sean solamente constituciones programáticas. La mayoría
recurren al sufragio universal, a pesar de que el voto no sea libre y las más
de las veces consista solamente en la ratificación
obligada de candidatos únicos. Todas, o casi todas, poseen un Parlamento,
aunque los diputados queden reducidos a un débil papel, cuando no nulo, en la
mayoría de los casos. Casi todos tienen un sistema judicial formalmente
independiente, aunque los jueces sean muy a menudo simples agentes del Poder
Ejecutivo”. (3)
Para que exista una administración de calidad es necesario que la norma
constitutiva del Estado posea esa calidad,
pero también es indispensable que la misma sea cumplida. Compartimos el
criterio de Maurice Duverger
y consideramos que el primer gran acto
de corrupción se encuentra en la forma real que hemos estructurado el
gobierno, y en la dependencia de los órganos que ejercen
el Poder, que se subordinan al ganador en la lucha interna entre los órganos
que integran el Gobierno o, lo que resulta aún más trágico en sistemas
democráticos, es que se subordinen a
‘grupos de poder’, que por no representar los intereses generales producen la separación entre el pueblo y el gobierno, uniéndose a interés
multinacionales, trocando la independencia política por la dependencia
financiera de grupos o poderes ajenos al país.
Las Leyes:
Las leyes y reglamentos son normas dictadas para poner en ejercicio los
poderes y derechos establecidos en la Constitución. Mediante las mismas se
crearon las instituciones destinas a cumplir los objetivos establecidos en los
Preámbulos de las Constituciones.
En el ordenamiento republicano,
es el Poder Legislativo quien debe dictar las leyes; el Poder Judicial ejercer
las funciones jurisdiccionales que le son propias en virtud de las normas
constitucionales, aplicando los Códigos dictados por la Legislatura; y la
función del Ejecutivo es fundamentalmente administrativa.
El Derecho se presenta como norma
de las actividades exteriores de la persona humana que se caracteriza por la
racionalidad. Es una actividad que, para ser digna del hombre, ha de ser
racional y, por lo tanto, ética. El elemento especifico
de la juridicidad reside en el hecho de que regula las acciones en virtud de la
justicia. Una ley es la virtud de la
justicia que, regulando las relaciones entre personas físicas y jurídicas, y
entre estas personas y el Estado, hace que surja idealmente el derecho,
entendido como la actividad humana regulada por la justicia que guarda estrecha
relación con su fin, que es el bien común. (4)
Cuando la Ley Civil cercena o
limita los derechos naturales de las
personas, la misma resulta por lo general inconstitucional. Aparte, algunas
leyes por ser inmorales carecen de la
fuerza necesaria para obligar en conciencia. Por estos motivos puede ponerse en
duda el carácter de su cumplimiento obligatorio, cuando establecen medidas
contrarias a las disposiciones de la ley natural o conceden beneficios particulares por sobre
los generales, incitando o avalando los
actos de corrupción como remedios extremos.
Una ley que dispone una moratoria impositiva
o la excepción de algún tributo esconde una injusticia. Si bien en un momento
financiero o económico muy particular
puede llegar a justificarse, es indudable que produce una injusticia con aquellos contribuyentes que siempre cumplen.
Un estudio realizado por una Dirección de Rentas mostró que siempre son los
pequeños contribuyentes quienes cumplen con mayor prontitud sus obligaciones
fiscales, y los beneficiados por aquellas disposiciones son los
“contribuyentes” cuyos ejercicios fiscales transcurren de “blanqueo a
blanqueo”.
Existe una antigua máxima china
atribuida a Confucio que expresa: “¡Oh, legisladores!
Es en vosotros, en quienes la sabiduría debe brillar más que en el resto de las
gentes; cuidaos mucho de las leyes que dictáis, que una vez promulgadas deben
ser cumplidas, peligroso sería dejar de practicarlas; pero atroz y terrible
seria ordenar su ejecución si resultasen injustas o inhumanas”.
Don Rafael Bielsa,
refiriéndose a las Leyes, en una de sus clases nos enseñó que “las leyes por lo
general son buenas, los que fallan son los hombres que las aplican”.
La intervención corporativa de los Partidos Políticos en los
asuntos de Estado, no |solamente coarta la libertad individual, sustituyéndola
por la obediencia vertical a un dirigente que muchas veces tiene la fisonomía
del caudillo, sino que ha destruido el carácter de “representantes pueblo” de
sus gobernantes, para transformarlos en
una clase privilegiada, o casta especial, cuya misión es la de gobernar en nombre
del pueblo, pero cuidando los intereses partidarios y de acuerdo a las
instrucciones recibidas, renunciando a su naturaleza fundamental: ser hombres
libres.
Como resultado de ello, el
pueblo, en quien reside la Soberanía que legitima la propiedad de la “cosa
pública”, se encuentra ausente del
gobierno, porque los integrantes de los órganos encargados de deliberar y
gobernar no responden a los intereses generales
del pueblo, sino a los intereses
de los partidos políticos. Estos, muchas veces se constituyen en núcleos
atomizados en bloques o fracciones, puestos al servicio de alguien particular y
muy lejos de los ideales sostenidos en las Plataformas.
En estas luchas intestinas de los
Partidos y en las externas de los hombres en busca del Poder, la historia del
mundo nos demostró la existencia un
eterno perdedor: el pueblo, impedido por el sistema ‘vigente en turno’
de manifestarse libremente. Al no tomarse en cuenta los votos en blanco, la
mayoría de los electores que no se
encuentran enrolados en un Partido, están obligados, en conciencia, a
abstenerse de emitir el sufragio o a votar por lo que consideran menos malo.
Evitamos referirnos a la vigencia de alguna ‘ley de lemas’ o similar,
donde el ciudadano puede llegar a desconocer cual fue el destino de su voto, y
a las encuestas públicas ‘aconsejando candidatos’, por cuanto siempre se ignora
la dimensión y composición del campo muestral, y sus
resultados muchas veces son la
manifestación de obediencia a quién eres
las pagaron..
¿Cuál es nuestro sistema de gobierno?
Conforme a la Constitución Nacional, como Carta Fundacional, la Nación Argentina lo define como Republicano, Representativo, Federal. Pero en
la realidad, por el carácter de los representantes, más que a una República, se
asemeja a una Corporación dirigida por una clase que goza del privilegio de
proponer a los gobernantes y de disponer el ingreso al servicio público, no por
principios de idoneidad, sino por amiguismos y nepotismos, condenados en el
tercer párrafo del artículo 38 de la Constitución Nacional.
Esta es una pregunta que debemos
contestar teniendo en cuenta el grado de dependencia de los Estados a los
bloques financieros y económicos, a la verticalidad de la dirigencia partidaria
y a la marginación del pueblo en la gestión y control de la cosa pública.
El marco social:
“Público” es, según el Diccionario de la Real Academia y la sana
doctrina jurídica, lo perteneciente a
todo el pueblo, aplicándose a la potestad que éste confiere al Poder para que
delibere y gobierne en su nombre.
“La historia demuestra claramente
que, debido al cambio operado en las condiciones sociales, muchas cosas que en
otros tiempos podían realizar incluso las asociaciones pequeñas, hoy son
posibles sólo a las grandes corporaciones. Sigue, no obstante, en pie y firme
en la filosofía social aquel principio inamovible e inmutable: como no se puede
quitar a los individuos y darlo a la comunidad lo que ellos podían realizar con
su propio esfuerzo e industria, así tampoco es justo, y constituye un grave perjuicio
y perturbación de recto orden, quitar a las comunidades menores e inferiores lo
que ellas pueden hacer y proporcionar para dárselo a la sociedad mayor y más
elevada, ya que toda acción de la sociedad, por su propia fuerza, debe prestar ayuda a los miembros del
cuerpo social, pero no destruirlos y absorberlos.
Conviene, por lo tanto, que la suprema autoridad del Estado permita
resolver a las asociaciones inferiores aquellos asuntos y cuidados de menor
importancia en los cuales por lo demás, perdería mucho tiempo, con lo cual
lograría realizar más libre, más firme y más eficazmente todo aquello que es su
exclusiva competencia, en cuanto que sólo él puede realizar, dirigiendo,
vigilando, urgiendo y castigando, según
el caso requiera y la necesidad exija. Por lo tanto, tengan muy presente los
gobernantes que, mientras más vigorosamente reine el orden jerárquico entre las
diversas asociaciones, tanto más firme será no sólo la autoridad, sino también
la eficiencia social, y tanto más feliz y próspero el estado de la nación”.(4)
Con esa claridad la Encíclica Quadragesimo
anno, de Pío XI, se refiere a los dos pilares
básicos que sostienen la organización social: los principios de subsidiariedad
y solidaridad.
Pero en la puesta en
práctica de estos dos principios contemplamos distorsiones que la más de las
veces encubren injusticias producidas por excesos y por defectos, que pueden
ser causas coadyuvantes de la corrupción. Así, aparecen situaciones que generan
injusticias y son, por lo tanto, corrupciones.
Por exceso, cuando la Administración del Estado se
encarga de problemas que debieran ser resueltos por organizaciones menores.
Esta es una causa que tiene su origen en las promesas efectuadas por regla
general en las campañas electorales, que fueron creando en una parte muy
significativa del pueblo expectativas que no son satisfechas y, lo que es peor,
la conciencia en la población de que el Estado debe hacerlo todo.
Por defecto de la Administración, cuando no cumple
con calidad servicios que son indivisibles, derivándolos a organizaciones menores, lo que dio lugar a la
privatización de servicios que el Estado debió prestar y que ahora tiene la
obligación controlar. Para ello se crearon nuevas estructuras, aumentando los
costos, favoreciendo la aparición de intermediarios y
permitiendo que los servicios sean prestados a un precio mayor y, a
veces, con menor calidad.
También destacamos la falta de espíritu de
pertenencia del pueblo, que se desentiende de los problemas generales y no se
siente partícipe de las actividades sociales. Y, aunque sea una ‘perogrullada’,
lo digamos: “el lugar que deja vacío una persona idónea, es ocupado por un
acomodado, que siguiendo la ‘regla de
la generalidad’ confirmada en transcurso de los tiempos, es becario
del Estado.
La sensación de impotencia ciudadana, que al tomar
conocimiento de actos o hechos de corrupción, no provoca denuncias, porque se
vio que ni siquiera hay investigaciones y, mucho menos, sanciones, provocando
en contrapartida el nacimiento de un enemigo para el ciudadano que tuvo el
valor de denunciar.
No se nota en el pueblo la existencia de una educación cívica. En casi todas las
Administraciones existen sistemas a los
cuales se puede recurrir, pero los desconocen.
Y cuando estos sistemas actúan, sus resultados no tienen la publicidad
suficiente para crear en el cuerpo social los anticuerpos necesarios para que
la sociedad no siga aceptando vivir como lo expresa la letra del tango
‘Cambalache’.
No se encuentra instaurado en la sociedad organizada
la conciencia del control público como parte indisoluble del gobernar, como
tampoco los hombres que ejercen el poder demuestran la voluntad política
de ser controlados y de rendir cuentas del mandato conferido por el
pueblo.
Instituciones existentes.
El pueblo, como lo demuestra la historia de las instituciones, siempre
aspiró a controlar cómo se invierten los dineros que aporta y cómo se
satisfacen sus necesidades. Dejemos de lado los institutos de control
tradicionales y pasemos una rápida
mirada sobre las últimas creaciones destinadas a proteger los intereses
generales.
El Defensor del Pueblo
Nace
en la Constitución Sueca de 1809
con la denominación de ombudsman u ombusmand, y como una institución encargada de la defensa
del ciudadano frente a los abusos de los administradores del Estado.
El Dr. Eduardo Soto Kloss, considera que la palabra “ombud”,
significa: representante, comisionado, protector, mandatario delegado del Parlamento y, en último término, protector de los
derechos del ciudadano.
Con distintas
denominaciones fue adoptado en Finlandia, Nueva Zelanda, Gran Bretaña,
Venezuela, Italia etc. Si bien los
nombres son diversos, y también lo son algunas funciones y encuadres
normativos, poseen un común denominador: la defensa de los habitantes, el velar por el correcto cumplimiento de las
leyes y brindar las garantías para que los derechos de las personas sean
respetados.
En la República Argentina aparece la
institución en varias de las Constituciones Provinciales que se modificaron a partir del año 1985 y en
Cartas Orgánicas de Municipios de varias Provincias. Es creada en la
Administración Nacional el primero de diciembre de 1993 mediante Ley
24.284, incorporado al texto de la
Constitución Nacional como artículo 86
en la reforma de 1994, disponiendo que su misión es la defensa y protección de los derechos humanos y demás
derechos y garantías e intereses tutelados por la Constitución y las leyes ante
hechos, actos u omisiones de la Administración
y el control del ejercicio de las funciones administrativas publicas.
En el Primer Informe de gestión
de la Institución (año 1995) se dice: ‘El Ombudsman,
de acuerdo con un difundido concepto, es
una “magistratura de persuasión”. Resulta obvio entonces que para
alcanzar tal dimensión su figura, declaraciones, informes, exhortaciones y
resoluciones deben encontrar frecuente y amplia
cabida en la prensa escrita y oral.
De ello surge la importancia de
los medios de comunicación como nexo entre el Defensor del Pueblo y los
ciudadanos, más aún en una sociedad donde es notoria la falta de confianza del público hacia las nuevas instituciones y la
falta del ejercicio pleno de la participación cívica’. (5)
Cuando por primera vez tomé contacto intelectual con la institución
que nos ocupa, vino a mi mente la “Corrección Fraterna” del Evangelio de San
Mateo; por esa razón pensé siempre que la idea madre pudo haber tenido en ella
su nacimiento. Desconozco si en forma consciente ejerció influencia en su
creación, pero al encontrarse contenido en las Sagradas Escrituras, que a más
de información constituyen una escuela de vida donde los derechos naturales de
las personas ocupan los primeros lugares dentro de la escala de valores,
supongo que si no obró en forma consciente lo hizo como idea fuerza. (6)
El Poder de las Defensorías se
basa en lograr que el funcionario que se encuentra cuestionado en su
comportamiento, o el Servicio Público cuestionado por su ineficiencia, llegue a
un cambio de conducta. Si en la investigación que se realiza se encuentra la
presunción de un delito, debe presentarlo a la Justicia; y si solamente es una
trasgresión, a la autoridad administrativa que corresponda.
Los procedimientos comunes en la
mayoría de estas instituciones son la Advertencia Privada, la Advertencia
Privada con comunicación a sus superiores, y el dar a conocer al pueblo la
situación para que el agente o el servicio cuestionado muden sus conductas.
Desde su creación en la República Argentina, muchas fueron las causas que motivaron su intervención,
pero muy poca la difusión en los medios y la acogida de parte de las
autoridades con competencia sobre los asuntos tratados. La reacción social es casi nula, motivada posiblemente porque para los
medios de comunicación no es noticia el hecho que un agente público atienda en forma descortés a sus usuarios,
como si les estuviera prestando un favor y no cumpliendo la función por la
cual recibe un sueldo pagado con dinero
del pueblo. No es noticia que los jubilados tengan que pasar los últimos de sus
días de su vida “haciendo colas” para
cobrar algo de los dineros que, como
producto de la ‘exacción fiscal’, aportaron durante sus años de trabajo. Todo
eso sucede porque existe poca cultura cívica y grandes falencias en los medios
de comunicación.
Entre ellas, y desgraciadamente
muy actual, está el delito de “lavado de dinero”. Es posible que quede impune, porque no se encuentra contemplado en
el Código Penal y sus autores, si son castigados por la ley, lo serán por
evasión impositiva o por otro delito de menor cuantía.
En reiteradas oportunidades, más
de un usuario de un servicio público (ahora, por la globalización, llamado
“cliente”) recibe corte de servicios o reclamos intimatorios por falta de pago,
y tiene que demostrar que pagó, recibiendo entonces un ‘disculpe señor, el
problema se debió a que el sistema, etc`. Pero si por esa causa el usuario sufrió perdidas económicas y a veces daños materiales, ni siquiera
recibirá de parte de algún anodino
funcionario un ‘Dios se lo pague’, como antaño usaba decir el común de
nuestras gentes.
Es digno de un profundo análisis, que no corresponde efectuar en este
trabajo, la disposición del artículo 86 de la Constitución que, si bien ubica al Defensor del Pueblo en el ámbito del
Congreso, dispone que actuará con plena autonomía funcional, sin recibir
instrucciones de ninguna autoridad.
De acuerdo a esa fórmula, que únicamente encontramos en el Defensor del
Pueblo, resultaría válido sostener que la Procuración del Tesoro, la Auditoría General de la Nación y todo otro órgano u
organismo creado por las leyes, pueden
recibir instrucciones de otras autoridades y, al no especificar la norma
Constitucional el carácter de las “otras autoridades, puede llegar a aceptarse que las mismas no
pertenezcan a los órganos en los cuales
el pueblo ha depositado el Poder para
ser gobernado.
La Institución Defensor del Pueblo puede cumplir un papel muy importante si se
consigue una integración y coordinación
de funciones con las Oficinas, los Tribunales
de Ética Pública, la Procuración del Tesoro y los Tribunales de Cuentas, que
con toda suerte para las Democracias Representativas en la República Argentina
aún existen en la casi totalidad de la Provincias y en muchos Municipios.
La Oficina de Ética Pública
La responsabilidad
ética. El decoro en el ejercicio
del cargo público siempre fue tenido en
cuenta. Tanto es así que el Código Penal trata de los delitos peculiares de los
funcionarios públicos, y en cualquier
trasgresión a una norma la condición de agente público es considerada
como una circunstancia agravante (al respecto existe, tanto en el fuero civil
como en el penal, abundante jurisprudencia)
El sexto
párrafo del artículo 36 de la Constitución Nacional dispone:
”El Congreso sancionará una ley sobre ética pública para el ejercicio de
la función”. Esa disposición se incluyó en algunas reformas de Constituciones
Provinciales.
El Poder
Ejecutivo Nacional, mediante Decreto nº 41 de enero de 1999, procedió a la
aprobación del Código de Ética de la Función Pública, en el cual establece como
fin de la función pública el bien común, disponiendo
el ámbito de aplicación, los
principios a los cuales debe ajustarse
el accionar del funcionario público
(Probidad, Prudencia, Justicia, Templanza, Idoneidad y Responsabilidad), y los
principios particulares que deben guiar su actuación (Aptitud, Capacitación,
Legalidad, Evaluación, Veracidad, Discreción, Transparencia, Declaración Jurada
Patrimonial, Obediencia, Independencia de Criterio, Equidad, Igualdad de Trato,
Ejercicio del Cargo, Uso de los Bienes y del Tiempo, Colaboración, Uso de la
Información, Obligación de denunciar, Dignidad y Decoro, Honor, Tolerancia y
Equilibrio). Establece también que las violaciones al Código darán lugar a la
aplicación de las sanciones establecidas
en el Régimen Jurídico Básico de
la Función Pública, sin perjuicio de las otras responsabilidades que establecen
las leyes.
Posteriormente,
el Congreso de la Nación Argentina procede a dictar la Ley de Ética Pública,
conforme lo dispone el artículo 36 de la Constitución Nacional, la cual es
registrada con el número 25.l88.
En el artículo primero se indica que el
ejercicio de la función pública comprende toda actividad temporal o permanente,
remunerada u honoraria, realizada por una persona en nombre del Estado o de sus
entidades, en cualquiera de sus niveles jerárquicos y que tiene como objetivo lograr el Bien Común. Declara comprendidos en la Ley a todas
las personas de existencia física, en todos los niveles y jerarquías,
determinando el régimen de declaraciones juradas en los artículos 4°, 5° y 6°.
Los agentes
públicos, aparte de cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes, debe,
en su actuación, observar los principios de: honestidad, probidad, rectitud,
buena fe y austeridad republicana. La observancia de una conducta ética es el
requisito de permanencia en el cargo. Establece el artículo 13 de la citada Ley
las incompatibilidades, el 18 la prohibición de recibir regalos, obsequios o
donaciones en cosas, servicios o bienes.
La Ley prevé
la creación e integración de la Comisión de Ética Pública y las competencias de
la misma. En su última parte procede a modificar el Código Penal en lo referido
a los delitos peculiares de los agentes públicos.
Sin embargo,
la Comisión de Ética padece el mismo
defecto que la Oficina creada por el Decreto número 41, situación que
seguramente tornará dificultosa su misión: depender del Poder Ejecutivo,
por estar en la órbita de un Ministerio. Conforme a versiones periodísticas, existe el
propósito, en el corto plazo, de convertirla en Ministerio. De acuerdo a las
facultades que le confiere la Ley, tiene la obligación de controlar el
cumplimiento ético de las personas que ejercen
sus cargos en los tres órganos en
los cuales se asienta el Gobierno: Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Esto si
no se tiene en claro que la responsabilidad ética es personal, por lo no puede aplicarse a los órganos y organismos, que son
personas de existencia ideal. Esta situación puede entrañar conflictos de
Poderes o, lo que destruiría la esencia de la democracia, la sumisión del
Legislativo y del Judicial al Ejecutivo.
No obstante, me inclino por suponer que simplemente optará por la inacción
frente a la falta de voluntad política del control.
Nuestra
modesta opinión es que debe constituirse como un ‘órgano auxiliar del Poder’
con autonomía funcional y financiera, ubicado como un órgano extra poder al
Servicio del Pueblo; así como encontramos en las Constituciones de muchas de
las “Democracias reales” incluidos a los Tribunales de Cuentas u Organismos Superiores de Control,
donde sería beneficioso agregar una aclaración como la establecida en el
artículo 86 de la Constitución Nacional, referida al Defensor del Pueblo: “sin
recibir instrucciones de ninguna autoridad”. Otra solución sería que
constituya un fuero especial dentro del Poder Judicial; sin que sea una idea
descabellada, pensar que pueda llegar a constituirse como un organismo no
gubernamental (O.N.G)
porque -Mientras más lejos se encuentre quien debe juzgar la responsabilidad
ética de las influencias de los Partidos
Políticos, más cerca del Pueblo estará-, y se la dota con mecanismos de
fácil acceso, su misión será más fructífera.
Protección de los Usuarios y de los
Consumidores
El Capítulo Segundo de la Primera
Parte de la Constitución Nacional, en su reforma del año 1994, incluye los
nuevos derechos y garantías. Así, en el artículo 42 se establece que los
consumidores y usuarios de bienes y servicios tienen derecho, a la protección
de su salud, seguridad e intereses económicos; a una información adecuada y
veraz; a la libertad de elección y condiciones de trato equitativo y digno. Las
autoridades proveerán a la protección de esos derechos, a la educación para el
consumo, a la defensa de la competencia contra toda forma de distorsión de los
mercados, al control de los monopolios naturales y legales, al de la calidad y
eficiencia de los servicios públicos y a la constitución de asociaciones de
consumidores y de usuarios.
Para hacer
realidad este anhelo se procedió a la creación de Entes Reguladores de
Servicios Públicos y Asociaciones de Usuarios y Consumidores.
Debemos hacer
notar que las Constituciones son para gobernar toda una sociedad, no
exclusivamente su Administración Pública,
que son las normas fundamentales de los pueblos, que también
alcanzan a los entes, físicos y
jurídicos, que se encuentran en el
‘hábitat’ de un Pueblo,
organizado en forma jurídica y social como Estado Soberano,
Carencias
observadas
Relación
entre los distintos órganos de control
Tanto la Comisión de Ética Pública como el Defensor
del Pueblo, los Entes Reguladores y las asociaciones de consumidores y
usuarios, deben actuar en forma relacionada, porque la vida cotidiana hace que
se produzcan choques entre los derechos y garantías de los habitantes.
Los artículos 42 y 43 de la
Constitución de la Nación Argentina
obligan al dictado de una legislación que establecerá procedimientos
eficaces para la prevención y solución de conflictos y los marcos que
regulen la prestación de los servicios
públicos.
Considerando los distintos órganos, organismos e instituciones creados
para lograr la Calidad del Servicio Público, aún tiene vigencia lo escrito en
el año 1989, en el libro Los Tribunales de Cuentas – El Defensor del Pueblo,
pág. 167: “Para que una institución tipo,
destinada a proteger a los administrados y a la Administración, cumpla su
cometido y su accionar sea fecundo, es requisito indispensable la vigencia
plena de un sistema social donde cada
uno cumpla su papel: Gobierno y Pueblo, administrados y administradores. Un
sistema social donde los medios de comunicación
informen con verdad y con responsabilidad, para permitir crear la
conciencia crítica capaz de juzgar, y de sentirse protegido o desprotegido por
sus gobernantes. Un sistema donde se pueda creer en la conducción política,
porque los derechos, garantías e intereses de la comunidad se encuentran por
sobre los intereses individuales y grupales, donde las leyes y la sociedad
sigan juntas el camino a la felicidad.”
Y si eso se lograra en la realidad cotidiana: ¿Necesitaríamos un
Defensor del Pueblo y una Ley de Ética Pública? Creo que siempre las
necesitaremos porque el hombre no es perfecto y las tentaciones de un comportamiento hedonista (*) son muchas y parecen siempre
crecientes.
Voluntad política de
control
Existen instituciones y normas tendientes a evitar las influencias
nocivas de la corrupción. Sin embargo, todos los días nos enteramos de delitos
contra la vida, el honor y la propiedad. ¿Existe en el Pueblo y en el Gobierno
la voluntad política de control?
La enseñanza impartida en los
establecimientos educativos busca capacitar a los alumnos para desempeñar
oficios profesionales, olvidando que su misión es la de ayudar al alumno y, por
medio de él a la sociedad, a formarse como hombre. La familia no goza de la
protección que merece como célula básica de la sociedad, jurídica y
políticamente organizada. Los medios de
comunicación ayudan muy poco a la formación
de los hombres, y la mayoría de ellos informan sin la calidad y
veracidad necesaria para ser creídos. Durante una semana, y con el único objeto
de mirar que es lo que ven mis nietos, seguí atentamente las transmisiones de
televisión durante las horas de protección al menor, y vi
crímenes, crueldades, triángulos amorosos que se repiten como único argumento
de los “novelones”, recurrir al chisme como el medio de autopromoción de
quienes integran la farándula, comprobar
que en las escenas de los avances de programas existen muestras de sexo
explicito, palabras huecas, guarangadas y parrafadas dichas con errores...
llegué a la conclusión que varios presentadores hablan hasta con errores de
ortografía. Existe al alcance de mi vista casi un centenar de canales de
TV, pero en la mayoría de ellos, es todo
de lo mismo.
La política
del control no solamente comprende la que debe realizarse sobre la Hacienda,
sino sobre todos los valores que le confieren al pueblo su identidad como tal,
en el concierto con los otros pueblos,
junto a los cuales compartimos nuestra humanidad.
Es la codicia humana uno de los motores que mueven a que los hombres se aparten de sus valores y cometan actos de
corrupción., junto con el poder, el
dinero, las ansias de popularidad y de fama. Estos son los instrumentos usados
por la corrupción. Recordemos que según
los Santos Evangelios hasta Cristo,
luego de un ayuno de cuarenta días y cuarenta noches en el desierto, fue
tentado. ¿Qué corona carga el hombre para no ser objeto una tentación? Una tentación es siempre una prueba a la
fortaleza de nuestros valores, efectuada por el corruptor en el momento que lo consideró oportuno.
Frente a nuestras flaquezas, no olvidemos el pedido que nos enseñó el Maestro: líbranos de todo mal.
Y frente de las puertas abiertas que la sociedad y la
burocracia nos deja, para lucrar mediante actos, hechos u omisiones de
corrupción, recordemos que la mayoría del pueblo argentino diariamente, desde
el fondo del alma, también suplica: ‘no nos dejes caer en la tentación’ de
traicionar a mis hermanos.
Porque la corrupción, por ser
falta de lealtad al pueblo, es en sí misma, una traición a la Patria.
CapítuloVIII
Los Códigos de Ética
En el Manual de Anticorrupción,
elaborado por la Oficina de Transparencia Internacional para América Latina y
el Caribe, se lee lo siguiente: “No es posible combatir la corrupción apelando
exclusivamente a la ética y a la transmisión de los valores morales. Es
necesario que se eliminen las oportunidades que generan la corrupción,
incrementando al mismo tiempo los costos y los riesgos que la misma implica.”
Debe crearse, dentro de la administración,
un hábitat de moralidad que haga
imposible la concreción de los intentos y de los actos de corrupción.
Las Asociaciones que
agripan a los profesionales de distintas disciplinas,
proceden al dictado de normas de conductas referidas al ejercicio profesional,
que obligan a guardar a quienes ejercen su profesión, con la finalidad de
controlar la calidad del servicio público que prestan.
Estas normas rigen en forma
particular a quienes ejercen esa profesión, arte u oficio. Las mismas abarcan
los deberes y responsabilidades en la prestación de sus servicios: en relación
con la comunidad, con sus colegas y con la asociación a la cual
pertenecen.
Dichas normas de conducta no
implican desconocer las generales que
rigen a la totalidad de los habitantes, sino que son reglas dictadas para
lograr una mayor calidad en los servicios, y evitar comportamientos que puedan
dañar la imagen de la profesión.
Los Códigos de Ética
Profesionales, constituyen la asignación de una parte del Poder de Policía
efectuada por el Gobierno a las Asociaciones, lo cual no implica la
primacía de los Códigos de Ética
Profesionales sobre las disposiciones de las leyes generales, sino que
complementan el accionar ético de los profesionales cuando ejercen su profesión
en relación de dependencia de un Estado, de una empresa de capital privado, y
en forma liberal, sólo o asociado.
Corrupciones profesionales
Cada profesión, conforme las incumbencias de los títulos, tiene sus
formas particulares de ejercicio y también actos de corrupción que le son
propios. Muchos de ellos entran en lo que comúnmente denominamos como “mala
praxis”.
Algunos Códigos de Ética
Profesional proceden a formular un catálogo de faltas, pero ello no significa
que si la falta cometida no figura en el Código Profesional escape del
juzgamiento de sus pares, de la justicia y de la comunidad.
Existe una corrupción común a
todas las profesiones:
el pueblo, mediante el Sistema Educativo, invirtió en cada
profesional tiempo y dinero, para formar
un capital de conocimientos humanos que permitan un servicio público de
calidad. Las ciencias, las técnicas y las artes, son cambiantes. Como dice nuestro Premio Nobel,
el doctor César Milstein ‘los avances de las ciencias
provocan un reto constante a los
intelectos de los hombres’.
La falta de actualización es también una falta de lealtad a la
Sociedad, a la Universidad que le otorgó el Título y a la Profesión que ejerce.
Es por lo tanto esta es la mayor corrupción de un Profesional Universitario
porque le impide prestar el servicio con
la calidad que la Sociedad le requiere.
Esta
es la corrupción más frecuente en los profesionales universitarios: el olvido
de que su compromiso es con la verdad, que debe ser el objetivo de su constante
búsqueda.
Concluyamos el Diálogo
Es posible que en el juicio al
final de
mis días esté
asistido por un Abogado
de ‘ Pobres y Ausentes’, ello no me deses-
pera
porque seré Juzgado por un Juez
Justo y
asistido por mi sindéresis
Mi querida Sindéresis:
Para estar en paz conmigo mismo,
hice un repaso de un tema que me puede
servir de reflexión, tanto para mí como para mis alumnos. Lo hice con el
corazón en la mano, para hablar de corazón a corazón, y para rendir cuentas a
la Sociedad de la sagrada misión que me encomendó al permitirme colaborar con
ella en la formación de los hombres. Traté de obrar el bien y predicar la
verdad, me someto al juicio de mis prójimos y al de Dios
-¿Qué más puedo hacer?
- Reconozco que has buscado, pero no llegaste a la meta, ni
llegarás jamás, porque la vida tiene que ser una constante búsqueda para lograr el objetivo de la felicidad plena.
Ella se encuentra fuera de este mundo. Sin embargo, mientras en tu corazón
circule sangre, tendrás la vida suficiente para hacer el bien, la voluntad para
perdonar y la oportunidad para pedir
perdón por el mal que hiciste y por el bien que dejaste de hacer. Hasta ese
momento estaré contigo. Como te acompañé te seguiré acompañando.
-Permíteme una última pregunta:
-¿Qué puedo hacer para contribuir a cerrar las puertas que mi querida
Argentina tiene abiertas a la corrupción?
- Esa es obligación de los
hombres que ejercen el Gobierno. Pero a ti la vida te ha colocado en un lugar
de privilegio, desde allí debes mediante en el ejemplo diario hacer
docencia. Sembrar el bien en las mentes
de los educandos. Tu misión no es obtener resultados, pero si arar profundo en
la mente de tus alumnos, poniendo en los surcos las semillas del bien y de la
verdad. La siembra es tu misión, que las semillas caigan en tierra fértil no
depende de ti sino de la voluntad de Dios, Él te mandó a sembrar y no a cosechar
.
Otro si digo: ten presente que en la
docencia aplazar al que sabe o aprobar al que no sabe, puede ser un acto de
corrupción y yo estaré vigilando
.
- Al final tú: ¿Quién eres? y
¿Cómo debo llamarte?
- Si eres creyente, te diré que
soy aquel compañero al cual se refiere Tobías en el capítulo 5 de su Libro; soy
el amigo que te guiará por el camino del bien, que no te impedirá ejercer tu
voluntad, pero que te servirá de luz en el transcurso de tu vida, iluminando tu
intelecto para librarte de las malas decisiones, No impediré que las tomes,
pero tampoco permitiré que las olvides. Me llamaron de muchas formas a lo largo
de la historia de los pueblos, pero si meditas con atención el capítulo del
Libro de Tobías que te indiqué comprenderás quién soy: El Ángel de la Guarda,
la dulce compañía que tus padres pidieron para ti. Si no eres creyente, te diré que soy aquel
que vive dentro tuyo, que en la soledad de tu almohada
te impide cerrar los ojos, que hace
abultada la cuenta que tienes con tu sicoanalista y con la farmacia por las
pastillas que tomas para dormir en paz.
A pesar tuyo, aunque reniegues de mi y sientas que mi
presencia te perturba estoy y estaré
dentro de ti para guiarte,
Tu Sindéresis
índice
El Motivo
................................................................................................................1
Diálogo Intimo...................................................................................................... 2
Capítulo I
El Sujeto de la Ética
Título I
El Hombre
.......................................................................................................
......4
Título II
Fines
Del hombre
............................................................................................................15
De la Sociedad
....................................................................................
...... ........... 18
Capítulo II
El camino a la felicidad
Título I
La Ética
..................................................................................................................25
Título II
El acto humano
.....................................................................................................
29
Título III
La Ley
...................................................................................................................
35
Capítulo III
El Orden Social
El bien
común............................................................................................
.......... 38
Solidaridad
........................................................................................................... 43
Subsidiaridad
........................................................................................................44
Capítulo IV
La realización
Título I
La Esperanza
.......................................................................................................
46
La Deontología
...........................................................................................
...... 48
Tíuulo II
La Profesión
....................................................................................................
... 48
Título III
El Profesional
.......................................................................................................52
Capítulo V
El Profesional Universitario
............................................................................54
Capítulo VI
Dentologías Propias de los
Profesionales Universitaros
Título I
El Estudiante Universitario ................................................................... 63
Título I
El Profesional de Ciencias Económicas .................................................
74
Título III
Los Profesionales en
Ciencias de la Salud
........................................... 78
Título IV
El Profesional en Ciencias Jurídicas .................................................... 85
Título V
El Profesional Universitario
en el Ejercicio de la Docencia ............... 89
Título V
El Ejercicio del Profesional
Universitario en la Función Pública.........
97
Capítulo VI
Un Objetivo, La Calidad – Un
Peligro latente: La
Corrupción ............102
Capítulo VIII
Los Códigos de Ética
.......................................................................... 118
Concluyamos el Diálogo
....................................................................... 119
Se terminó de imprimir en la
Dirección de Publicaciones e Impresiones
de la Universidad Nacional de Salta en el mes Septiembre de 2003
(1) Prospectiva. Conjunto de análisis y
estudios realizados con el fin de explorar o predecir el futuro. Disciplina que
estudia las causas de los avances de las ciencias, las técnicas y las artes.
(3) IBIDEM, pág. 213. - N.A: El ‘Toi-hio’ y el ‘Liun-in’,
son libros 'sapiensales' chinos.
(4) El término cardinal proviene del latín 'cardocardinis' que significa “quicio, gozne”; por cuanto alrededor de ellas gira
la vida moral del hombre.
(5) COCCO, F. "La
prudencia", en Enciclopedia de Teología Moral, pág.
893
(6) LETIZIA, Francisco - El
problema de la moral profesional,
Universidad Nacional de Cuyo -
1989, pág. 82
(*) Caguila - adjetivo regional
salteño, usado como mezquino y también como cobarde
(7) INGENIEROS, J. - "La Envidia" -
en Biblioteca Internacional de Obras Famosas, op.
cit. pág. 12096
(7) APPENDINO, Filippo -"Relaciones del
hombre y la naturaleza"- Diccionario de Teología Moral - pág-259/60
(*) Nota de pié de página En el escrito del poeta
César Antonio Alurralde: Lao Yse -'El Tao Tê King'- "IX- La calma: Una sala llena de oro y
piedras preciosas nadie la puede conservar - Quien rico y poderoso, además
llega a ser soberbio, acarrea su propia ruina." -.
(8) ALURRALDE, Cesar Antonio
- Repuesta
a mi pregunta.
(9) LICCIARDO,
Cayetano - Alternativas de
enseñanza de ética profesional XXIIº Conferencia Interamericana de Contabilidad – Lima,
1997, Volumen I, pág. 239
(8) LETIZIA
, F.;
op. cit.
pág. 48
(9) Como
padre y luego como abuelo, siempre me pregunté: ¿Quién les enseñó a mis chicos
las primeras "malas palabras?", Aún no encontré el responsable de
ello.
(10) "Tulpo": regionalismo usado por
guisote con variados componentes, Don José Vicente Solá
en el Diccionario de Regionalismos, lo define como un frangollo espeso,
al que suele agregársele charqui, y chicharrón. Para el Diccionario de la
Real Academia el término es "guisote" (guiso ordinario, hecho con
poco cuidado).
(11) Cocco, F. "Estado" en
Diccionario de Teología Moral; Madrid; 1980; Pág. 335
(12) IBIDEM, pág 336
(13) LAMAS, Felix A. El Orden Social - Ed. Inst. Santo Tomás de Aquino pág. 247
(13) OPPENHEIMER, Andrés. Ojos
Vendados . Ed. Sudamericana
2001
(14) WIERNA, Gustavo E . La
Burocracia – Ed.
U.N.Sa 1995 pág. 48
(15) LICCIARDO, Cayetano - Alternativas
de enseñanza de ética profesional; XXII Conferencia Interamericana de
Contabilidad - Volumen I pág 236
(16) GUARISE, Serafino; "La Virtud" - Enciclopedia de
Teología Moral; op. cit.;
pág. 1191
(16) LETIZIA, F.; "El
problema de la moral profesional" – Mendoza; 1989; pág.68
(17) IBIDEM; pág .75
(18) BERGNES DE LAS CASAS, A.;
“Confucio”; Biblioteca Internacional, op.
cit. pág 215
(19) LETIZIA, F.; op.cit.; pág 79
(20) EL MANUAL DE ANTICORRUPCIÓN - Oficina de Transparencia Internacional para
Latinoamérica y el Caribe.
(21) LALANDE
; op. cit; pág.
34
(10) LETIZIA, F.; op. cit.; pág.
24
(11) SANTO TOMAS; Summa theologica I, II,
6.a
(12) PIANA, Giannino - "Libertad" - en Diccionario
Enciclopédico de Teología; op, cit.; pág. 576/77
(13) IBIDEM, pág. 585
(14) LETIZIA, F.; op. cit.; pág.
25
(*) Nota de autor: El Eclesiastés, uno de los libros
sapienciales de la Biblia, que trata de las cosas de la vida, con sanos
consejos es una lectura que recomiendo a mis alumnos.
(15) LETIZIA, F.; op. cit.; pág. 26
(16) IBIDEM; pág. 35
(17) Santo
Tomás de aquino:
Suma Teológica ; op. cit.; I, II q.93
(18) Chiavacci, Enrico;
"Ley Natural"; Diccionario de Teología Moral; op. cit.; pág.
559
(19) IBIDEM; pág. 563
(20) LETIZIA, F.; op. cit.; pág.
43
(21) La Biblia; ÉXODO 20, 1-17
(22) LAMAS, Félix Adolfo;
“Ensayo sobre El Orden Social”; Buenos Aires; 1985; pág.
35
(23) LAMAS, Félix Adolfo;
“Ensayo sobre El Orden Social”; Buenos Aires; 1985; pág.
35
(*) 'hábitat': Se encuentra utilizado como espacio que pose un conjunto
de condiciones de orden biológico, físico y de libertad, que permiten la vida
en comunidad.
(24)
LAMAS, F.A.; op.cit.; pág.; 289
(24) IBIDEM; pág. 338
(26) COCCO, Felice; “El Estado”; Enciclopedia de Teología Moral;
Madrid; 1980; pág. 337
(27) SANTO TOMAS; citado por
Félix Lamas; op. cit.; pág. 242
(*) ÁPICE: se encuentra
utilizado como extremo superior o más alto de alguna cosa.
(28) LAMAS, Félix; op. cit.; pág.
245
(29) ELLENA, Aldo; Animazione
Sociale; Milán; 1973
(31) MARTINEZ VIGIL, C.; La
importancia de la Educación Pública; Montevideo; 1902
(32) LALANDE, A.; Vocabulario técnico y crítico de la
filosofía; - Ed. Ateneo; 1953
(34) IBIDEM; pág. 81
(35) AVOCACIÓN: usado como la
facultad de un superior de traer a sí un asunto que está sometido a decisión de
un inferior.
(2) Copla regional escuchada
en el NOA argentino, de autor
desconocido.
(3) MONGILLO, Dalmazio; “Esperanza”; Diccionario Enciclopédico de
Teología Moral; op. cit.;
pág.324
(4) IBIDEM; pág. 330
[1] PIEPER, Josef ; El ocio y la vida intelectual; Ed. Rial; Madrid; 1971; pág 37
[2] CAMPANI,
Giorgio; “Trabajo”; Diccionario Enciclopédico de
Teología Moral; op. cit.;
pág. 1094
(3) LETIZIA,
F.; citando a Peinador en El problema de la Moral Profesional; op. cit.; pág.
166
(4) N. del A.: Aprender, se encuentra usado como
adquirir información, y aprehender en
el sentido de hacer propia esa información.
(5) CAMPANINI
, Giorgio; El trabajo; Ed. Paulinos;
Parma – Italia; 1980
(6) Eclosión: Brote, aparición, manifestación, aparición
súbita (Dic. de la Real Academia)
(7) ACKERMAN, M.; “Los
trabajadores como recursos humanos”; en Congreso Internacional sobre la Persona y el Derecho en el Fin del Siglo;pág.
601
(8) LETIZIA, F.; op. cit.; pág
166
9 LETIZIA,
F.; op. cit.; pág. 167
(12) LETIZIA, F.; op. cit.; pág.
168
(1) N. del A.: En la
Composición Nº 3 - La Universidad,
la Asignatura y su Profesor,
expreso mi opinión sobre el tema de la
Universidad - UNSa - Salta 1997
(2) SAVATER, F.; El valor
de educar; Ed. Ariel; Barcelona; 1997; pág. 13
(3) ORTEGA Y GASSET, J.; Misión
de la Universidad; Ed. Revista de Occidente;
Madrid; pág.59
(4) MARIAS, Julián; “La
Universidad, realidad problemática”; Revista de Ciencias Económicas de la
Universidad Nacional del Litoral; Santa Fe; 1957; Pág. 93
(5) MILSTEIN,C.;
declaraciones publicadas en Revista Viva del 22.12.96; Bs. As.; pág. 28
(6) MAUPAS, Leopoldo; Funciones
del Profesor Universitario; Santa Fe; 1957
(7) FRONDIZI, Risieri; ‘Raíz filosófica de los males universitarios’;
Santa Fe; 1957; pág. 37
(8)
IBIDEM; pág.
40.
(9)
LETIZIA F.; op. cit.; pág. 175
(10)
GURAIEB, José; Filosofía Árabe;
Ediciones Peuser;
Bs. As.; 1952
(11) ROCCO, Hugo; “Gratitud”
en Diccionario Enciclopédico de Teología Moral; pág.
434
(12) Proverbio árabe, tomado de Sabiduría Árabe.
(13) GONZÁLEZ, J. V.; Manual de la Constitución Argentina; op. cit.; pág.117
(14) COCCO,
Felice; op. cit.; pág 335
(15) KROTOSCHIN; Instituciones
de Derecho del Trabajo; Bs.As.; 1947; Tomo
I, pág 82
(1) BENTTHAM; Deontología
o ciencia de la moral.
(2) Llegue con este recuerdo de mi querido Profesor Don
Alcides Greca un agradecimiento y una oración en su memoria.
(3) TEDESCO, Juan C.; El
nuevo pacto educativo; Grupo Anaya; Madrid; 1995 pág.
175
(5) Proverbio chino,
atribuido a Confucio
¿(6) Grupo: regionalismo
usado como sinónimo "de mentira o de apariencia".
(7) LICCIARDO, C.; Los
valores en la formación profesional; Bs. As.; 1991
(8) Enchastre: No figura aún en el Diccionario de la
Real Academia, pero todos sabemos a que nos referimos.
(9) SERO de BOTTINELLI,
Cristina; Lecturas sobre Administración Financiera del Sector Público
(9) LICCIARDO, C.; citando a Messner J. en Ética y Economía; Mendoza; 1993
(10) LICCIARDO, C.; op. cit.; pág.
3
(11) LETIZIA, F.; El
problema de la moral profesional; op.cit.;
pág.220
(12) IBÍDEM, pág. 221
(13) PIO XII; Discurso “Il desiderio”, citado por LETIZIA F.; op.
cit.; pág 221
(15)
Pio XII y las Ciencias Medicas – Ed. Guadalupe - 1961 pag. 58
(16) La Biblia – Epístola a los romanos
2.6
(*)Dicho en el novela de autor anónimo “El lazarillo de Tormes”,
referido a que este debe saber más que el ciego a guiar, o los dos caeran en un pozo
(17)
MATTAI, Giuseppe – La Justicia . Universidad de Nápoles – 1972
(18) Parry – “Etica de la abogacía”, pág 22 - Citado en Enciclopedia OMEBA Tomo I página 67
(19)
BIELSA, Rafael “La
Abogacía” – Bs. As. 1934, pág17
(20)
CIURATTI, citado en Enciclopedia Jurídica Omena, Tomo I
pág.67
(21) CORALLO, G.; Pedagogía
de la libertad; Turín; 1951; pág 35
(22) SAVATER, F.; El valor
de educar; op.cit. pág.
28
(23) IBIDEM, pág. 19
(24) LETIZIA, F.; op. cit.; pág.
194
(25) PIACENTINI, T, y MORENGO,
G.; ‘La espiritualidad profesional’; citado por Letizia
en op. cit.; pág.196
(26) JUAN PABLO II; “La verdad y la paz”; mensaje del 01 -
01-1980
(29) WIERNA, G.E.; ‘La Universidad,
la Asignatura y el Profesor`;
Salta; 1997 pág.
44
(30) PIACENTINI T, y NOSENGO, G. ‘La espiritualidad
profesional’ – Caracas 1962 pág.121
(31) GURAIEB, José; Sabiduría
Árabe; op. cit.;
pág. 229
(32) DROMI,
R.; Derecho
Administrativo;
pág. 286
(33) N.
del A.: La división de la
Administración de un Estado en dos Sectores: el Público, que comprende todas
las actividades regidas por los Derechos Públicos y los procedimientos para la
constitución gestión y control de la
Hacienda Pública, y el Privado, que se rige por los Derechos Privados y que
corresponde a los movimientos de las haciendas privadas, es solamente una convención
terminológica, casi generalmente aceptada, pero que no posee una delimitación
específica, por cuanto el Sector Privado, existe conforme las normas dictadas
por los Poderes Públicos y cumplen objetivos funciones concurrentes tendientes
a lograr el objetivo de satisfacer
necesidades.
(34) IBIDEM; pág. 214
(*) QUEVEDO
Y VILLEGAS, Francisco – Quienes
son ladrones, quienes son sus
Ministros y cómo se los conoce – Biblioteca
Internacional de Obras Famosas T. X, pág 4848
(1) LAMAS, Félix A. Ensayo sobre el Orden Social
– Artes Gráficas. Bs.
As. 1985 Pág.
242
(2) SILVA, C. y HERNÁNDEZ, M-
Las formas
cotidianas la corrupción – Revista: Psicología n° 29, pág.243 - 1995
(3) OPPENHEIMER, Adrés – Ojos Vendados (Estados Unidos y el Negocio de la
Corrupción en América Latina) .- Ed. Sudamericana. Bs. As.
2001 pág. 7
(1) El subtítulo esta tomado
en forma textual del artículo publicado en el diario El Clarín del domingo 1º
de octubre de 2.000, que reconoce la autoría del Sr. Gerardo Young
(2) Bondone, Carlos A. – Contabilidad del conocimiento –
Editorial. Osmar Buyatti . agosto de
2000, pág. 21.
(3) DUVERGER, Maurice – Instituciones Políticas y Derecho Constitucional .
Editorial Ariel. 1984, pág. 41
(4) ACHERVI, Antonio – Ley
civil – Enciclopedia
de Teología Moral -
Madrid 1984 pág.554
(4) PIO XI - Encíclica
Quadragesimo anno
(15.3.31) parágrafos 79 y 80
(5) Defensor del Pueblo de la
Nación . Primer informe anual 1995 Tomo III
(6) WIERNA,
G.E. .-Revista de la
Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Cuyo- Año XLVII –
109/94 pág. 30 – La cita Evangélica dice: “Si tu
hermano
llegara a pecar, vete y repréndele a solas
tú con él. Si no te escucha, toma contigo uno o dos para que el asunto quede
zanjado por la palabra de dos o tres testigos. Si no les hace caso, a ellos dícelo a la comunidad. Y si ni a la comunidad hace caso, considéralo ya como al gentil y al publicano.
(*) hedonista – Se encuentra
usado como perteneciente al hedonismo, doctrina que proclama el placer como fin
supremo de la vida.