CAPÍTULO 10
Fundamentos de la estructura sindical

Las relaciones entre patrones y trabajadores debieran ser la expresión de cambios técnicos, cambios en la producción, introducción de nuevas producciones y, finalmente de las variantes políticas del flujo y reflujo dinámico en dichas vinculaciones. Pero, he aquí, enfrentándonos a la realidad en tiempo y lugar, sabemos que las relaciones humanas tienen múltiples facetas y están profundamente relacionadas con el proceso productivo. ¿Es posible evaluar las relaciones entre campesinos y terratenientes? ¿Entre obreros de cuello blanco y el Estado? y ¿Entre patrones particulares y sus trabajadores?

Para tener un panorama aproximado de los problemas laborales debemos despojarnos de prejuicios y tratar de penetrar en el ambiente donde se producen esas relaciones laborales. En primer lugar el escenario productivo provincial nos proporciona el patrón de medida para conocer cuan rica o pobre era y es nuestra sociedad. En nuestro caso particular, en Salta, periferia de la periferia, la mayoría de la gente trataba de satisfacer por sí misma un mínimo de necesidades fisiológicas de alimentos, vestido y abrigo para poder subsistir.

No existen datos, entre 1918-1940 de conatos de protesta en el campo y en la ciudad, no pasaron de malestares anacrónicos por inadaptación a cambios inevitables.

Las organizaciones obreras salteñas salieron a la luz de la mano de la Iglesia Católica. Florecieron como asociaciones cristianas para crear fondos de beneficencia pública con el objeto de socorrer a los beneficiarios en casos muy especiales, mediante el aporte de módicas cuotas mensuales.

La mentalidad de los sectores dominados fue, probablemente, la mayor dificultad para intentar el reclutamiento gremial. Quizás sea temerario afirmar que los sindicatos no lograron jamás penetrar profundamente en la masa asalariada. La dejadez, la falta de medios económicos y el miedo a las consecuencias impidió -a los trabajadores más necesitados- formar asociaciones de cierta importancia.

Esto, sin contar que los audaces afiliados y sus dirigentes eran a menudo perseguidos y encarcelados. Estos, al menor conato de protesta, eran los primeros cesanteados.

Es preciso recordar que, para la organización sindical resultaron un freno difícil de soltar la costumbre, el hábito y las tradiciones. Pesaba todo esto hasta en la forma en que el trabajador se desempeñaba, el tipo de herramientas que empleaba, las reglas que gobernaban el trato entre el capataz y los subordinados, la disciplina laboral, la puntualidad. En fin, hasta los elementos usados reflejan los hábitos laborales, si estos existen. La tradición no sólo afecta al trabajador, sino también al dueño de los medios de producción como, por ejemplo, la división de la tierra entre sus hijos, viviendas y gastos suntuarios. Los trabajadores dejaban en manos del patrón toda iniciativa.

Desde fines del siglo XIX, frente a la creciente apostasía de las masas la Iglesia Católica dio impulso a las organizaciones obreras católicas lideradas por el clero. Fue la respuesta a los planteos del Papa León XIII en la encíclica Rerum Novarum, que comprometía a la Iglesia a intervenir activamente en los problemas sociales y del trabajo. Los grupos católicos se unieron para formar asociaciones de socorros mutuos y cooperativas. En el caso particular de Salta fue una ardua labor influir sobre individuos signados por la ignorancia, la dejadez y falta de experiencia en este tipo de organizaciones. Así continuaron sin variantes: bajos salarios, condiciones inhumanas de trabajo y fue toda una lucha obtener el descanso dominical.

La Iglesia jugó un importante papel en el trabajo de organizaciones mutuales y de cooperativas. A estas siguieron minoritarios gremios laicos de marcada tendencia socialista que, a pesar de las represiones, llamaban a los obreros a la huelga y a manifestaciones de descontento y protesta por la situación imperante.

a) Círculo de Obreros Cristianos

Así surgió la primera asociación sindical de la provincia, El Círculo de Obreros Católicos. Se trataba de asociaciones autónomas. Tuvieron su sede en el templo de San José Obrero, centro de asambleas y reuniones ordinarias. En las primeras décadas del siglo XX artesanos independientes, asalariados, empleados, guiados por el clero, se organizaban y funcionaban como verdaderas asociaciones de oficios. Tenían su Santo Patrono, sus novenarios y sus días festivos. Actuaban, en realidad, como las viejas cofradías. Las había de: sombrereros, sastres, zapateros, carpinteros, hojalateros, tipógrafos, peluqueros, etcétera.

El reglamento del Círculo de Obreros de Salta, similar al de Buenos Aires, tenía objetivos concretos e importantes para la época si tenemos en cuenta la particular realidad social de Salta. Sus estatutos rezan:

1 "Socorrer a sus miembros en las necesidades corporales, particularmente en las enfermedades.

2 Proporcionarles centros de recreo honesto e instrucciones útiles los días domingos y de fiesta.

3 Procurarles instrucción sólida y religiosa en las escuelas nocturnas para adultos.

4 Preservarlos por los medios expresados de las máximas perniciosas del socialismo y de la impiedad.

El clero, consciente de los cambios y, al mismo tiempo de los avances de la pobreza y la injusticia, decidió volcar sus esfuerzos por los más débiles y por los trabajadores. En los sermones pronunciados se hacía sentir la preocupación de la Iglesia por esos problemas. Vale la pena citar extensamente al sacerdote Valdez:

"[...] Es que el liberalismo moderno con su doctrina impía arrancó al pobre obrero la fe y las gloriosas tradiciones de sus mayores, su inteligencia dudó, su voluntad se extravió y quedó sumido en el cieno de la corrupción y del vicio. En vez de encontrar al hombre pacífico y trabajador, humilde y resignado... su alma está llena de rencor y de odio, le falta resignación, es altanero... el trabajo le es intolerable... el egoísmo ha venido a reemplazar la caridad cristiana [...] la distancia entre ricos y pobres es inmensa, se ha perdido el equilibrio social, el derecho de la fuerza ha sustituido a la fuerza del derecho".1

Por supuesto, el ferviente obrerista dice también que el propósito del Círculo es el de:

"[...] regenerar al obrero de la postración moral y material en que se encuentra debido a la funesta propaganda del socialismo y del anarquismo".2

El Círculo de Obreros -asociación de avanzada por ese entonces- inculcaba valores de solidaridad, amistad, tolerancia, diversiones sanas, fomento del ahorro, orden, disciplina laboral y, desde luego el exaltado mensaje de la armonía entre el capital y el trabajo.

El ingreso al Círculo se obtenía previo pago de dos meses de cuota ($ 1 mensual). Las reuniones semanales eran obligatorias para los miembros de la comisión directiva. Esta planificaba y daba cuenta de las actividades a realizarse. Lo importante fue que la institución se convirtió en lugar de reunión de los asalariados. En ese estar "codo a codo" fueron adquiriendo conciencia de su situación.

En caso de enfermedad, el Círculo, les proporcionaba subsidios diarios, atención médica y remedios de sus boticas.

Les ofrecía asesoramiento jurídico gratuito y en caso de quedar desocupados se preocupaba por su sustento diario y el de sus familias. Sostenía escuelas nocturnas para los socios y escuelas primarias gratuitas para sus hijos. A las ventajas ofrecidas, muchas sin duda, debían responder los socios con la obligación de llevar una vida moral y el respeto por las leyes religiosas que constituían el fundamento de la institución. Y por supuesto, en respuesta a la alarmante cuestión social, era preciso hacer frente a ideologías extremas:

"[...] restableciendo y consolidando la paz social que resulta de la unión de los pobres y los ricos por los vínculos de la caridad cristiana”.3

El círculo obrero fue tan importante que alcanzó a nuclear aproximadamente cinco mil socios.

El año 1939 marcó un hito en la historia de la institución. El Dr. Robustiano Patrón Costas acostumbraba celebrar sus eventos familiares con donaciones importantes para la comunidad. Esta vez el nacimiento de su primer nieto, benefició al Círculo de Obreros. Habló con el director espiritual del Centro, el sacerdote jesuita padre Tiburcio Ispizua, y pagó el costo de la construcción de un gran salón, anexo al templo. Finalizada en tiempo récord su construcción, el salón se convirtió en lugar cómodo y amplio para el funcionamiento de los gremios. Se lo dotó de muebles adecuados. Por su amplitud y comodidades servía, también, para comidas y veladas culturales.

Las sociedades obreras católicas de Salta en sus comienzos nuclearon sólo a los hombres. Recién en 1915 se hizo sentir la necesidad de organizar también a las mujeres trabajadoras. Con el nombre de Guardia del Señor del Milagro surgió una Sociedad de Obreras Católicas fundada en 1915 por el obispo José Gregorio Romero y Juárez. Sus reglamentos, aprobados por el mismo prelado, establecían los dos fines de la entidad: uno esencialmente piadoso como elemento necesario para la educación femenina por medio de la devoción al Señor del Milagro y otro, social, para contribuir al bienestar material de la mujer por medio de los socorros mutuos, el establecimiento de cajas de ahorro, agencias de trabajo, talleres, escuelas de enseñanza doméstica y recreaciones honestas. Contaba con numerosas asociadas y realizaba una eficiente obra mutual. La entidad estuvo presidida, desde su fundación hasta 1943, por las obreras doña Carmen Molina y doña Catalina López.

 

Trabajadores del gremio textil de Salta –Década de 1940

Nuestro informante don Julio Blas, alias "el Duende" -por entonces presidente del gremio textil- recuerda las reuniones del Círculo:

Pregunta: ¿Qué actividades organizaba el Círculo de Obreros Católicos?

Julio Blas: "...se hacía vida cultural. Ahí se acercaban trabajadores de cualquier oficio. Se hacían bailes, rifas para ayuda mutua. Pero no se organizaban luchas, huelgas, ni protestas porque todo eso estaba vedado [...] Incluso no se les permitía festejar el primero de mayo y ninguna reivindicación social. Así surgen: el Sindicato de Obreros Panaderos, del Transporte Automotor, de los Municipales, Telefónicos, de la Carne, Luz y Fuerza. Todos eran sindicatos cristianos. Para que el gobierno no se molestara tanto y les permitiera continuar con sus actividades. En la época de Ispizua entró, y se hizo ladero del cura el periodista Ramiro Escotorín que era socialista y aprovechaba las reuniones, nos concientizaba y nosotros le hacíamos caso. Los gremios no tenían nada, los muebles, el espacio para reunirnos en el salón contiguo a la iglesia, todo era propiedad de la Curia.

Cada asamblea siempre conseguía convocar a mucha gente, nosotros aprovechamos para planificar actos de protesta y lucha. Pero en 1935 es creado el Arzobispado de Salta y llega como su primer prelado Tavella. Se dio cuenta de lo que hacíamos y de que teníamos cada vez más influencia, se enojó y lo echó a Ispizua. Puso en su lugar como capellán a Tomás Igarzabal que también se contagió y también lo echaron. El pobre cura Izpizua finalmente tuvo que irse del país, a España. Escotorín era intelectualmente un bocho. Sus ideas socialistas calaron en muchos de nosotros y un buen número estábamos dispuestos a seguirlo".4

El Círculo de Obreros Cristianos continuó funcionando luego de una época de esplendor y naturales altibajos. En 1942 la institución pasó a llamarse Confederación de Trabajadores Cristianos cuyo primer presidente fue el dirigente Arturo Pacheco, del gremio del Transporte. La decadencia para el Círculo llegó con el triunfo del peronismo.

b) Gremios laicos

A partir de la segunda década del siglo XX, mientras realizaba su obra el Círculo de Obreros Cristianos, surgieron muchos émulos independientes. Se formaron gremios paralelos con los nombres de sus respectivos oficios. En 1919 se daba cuenta de la "reacción simpática" de los asalariados salteños:

"[...] De un tiempo a esta parte se nota un despertar de la conciencia de clase entre los trabajadores salteños. Se organizan gremialmente, estrechan filas y tratan de perseguir un mejoramiento a que tienen derecho, empleando armas legales de acción. [...] Anteanoche se reunieron los guardas, mótormans, electricistas y demás empleados de la compañía de tranvías para constituirse en Sociedad de Socorros Mutuos. Después de dejar el servicio a las II p.m. en el boulevard Belgrano 366, el personal citado cambió ideas para aunar sus fuerzas para el bienestar colectivo e individual. Se resolvió llamar a la agrupación "Sociedad de Obreros Tranviarios y anexos [...] Como se ve los obreros de Salta sacuden poco a poco su letargo y se incorporan a la corriente solidaria [...] ya se habla también, de agrupar a todos los gremios en una federación que centralice y dirija el movimiento social del proletariado.5

Fue electo presidente de la Sociedad de Obreros Tranviarios y Anexos, Juan Salvatierra acompañado por Juan Zelaya y Serafín Aramayo como secretario y tesorero, respectivamente.

Don Juan, de 74 años, veterano dirigente del Partido Comunista de Salta, alude a la vida gremial en Salta:

Pregunta: ¿Qué información tiene usted acerca de las primeras asociaciones gremiales de Salta?

Juan: eran asociaciones de ayuda mutua, en donde se hacía vida cultural, deportiva, se reunían fondos para ayudar a un compañero accidentado, y organizaban bolsas de trabajo. Pero también se hablaba y discutía de política, de problemas de trabajo, pero no tenían para nada el poder y la organización de un sindicato. En sus filas actuaban socialistas, comunistas y anarquistas.

Recuerda también que alrededor del '36 el Partido Comunista envió a un tal Rufino Gómez, conocido dirigente que fue al ingenio El Tabacal y organizó una huelga que fue masacrada por la policía de Salta, al servicio del dueño del Ingenio. Gómez se fue luego a Vespucio y organizó el gremio de los Petroleros. Su misión era organizar a los obreros y al partido en el interior del país.6

Todos los movimientos sindicales se hacían con mucho esfuerzo y pobreza de recursos. A pesar de estos graves problemas hubo en Salta, además de la huelga azucarera, gremios urbanos que lucharon en defensa de sus fuentes de trabajo y por reivindicaciones laborales.

Gremio de los Lecheros

Del gremio de Repartidores de Leche formaban parte más de trescientas personas y sus familias. A fines de 1918 el precio de la leche era de 0,10 centavos el litro. A comienzos del año siguiente subió a 0,15 y hacia fines de ese año costaba 0,20. Al parecer la leche aumentaba de precio durante los meses de invierno y sequía para aumentar luego de las primeras lluvias. Según noticias de época, el problema no era sólo el aumento injustificado sino que además:

[...] esta injustificada y prematura esquilmación al consumidor se hace bajo un gobierno que prometió que su primera ocupación sería la de procurar el abaratamiento de los artículos de primera necesidad ¿o es que la leche no la considera nuestro Lord Mayor artículo de primera necesidad?7

Hacia 1934 comienza por los medios una andanada de denuncias por la adulteración de la leche y, de paso, daban la bienvenida a "La Salteña" una planta pasteurizadora que, a corto plazo, se instalaría en la ciudad. Allí los tamberos tendrían que entregar toda la leche ordeñada en sus establecimientos. De hecho la medida perjudicaba una serie de intereses creados tanto de terratenientes como de tamberos inquilinos de grandes extensiones de pastaje y ordeñe de las lecheras. El argumento esgrimido por estos grupos era que una clientela empobrecida no estaba en condiciones de pagar el aumento que se produciría en el precio de la leche por los gastos de pasteurización y envasado.

Los más perjudicados con la planta pasteurizadora serían, lógicamente, los repartidores a domicilio pues perderían su fuente de trabajo. A fines de mayo del '35 entró en vigencia la temida ley que obligaba a los productores a entregar la leche en "La Salteña". El gremio de lecheros resolvió vender la leche sin pasteurizar y el 14 de junio decretaron la huelga.

La protesta fue pintoresca y, al mismo tiempo, violenta. Los repartidores reunieron cincuenta jardineras y las estacionaron entre las calles, Sargento Suárez y boulevard Belgrano. No faltaron actos de sabotaje contra "La Salteña" y fueron detenidos más de setenta lecheros.

Como medida solidaria y de protesta, frente a la posible suba en el precio del producto se suprimió la leche en centenares de hogares.

Los gremios laicos de Canillitas, Choferes, Carruajes, Obreros Sastres, Panaderos, Automotor, Sindicato de Mozos, Cocineros y Anexos, Carniceros, Unión Socialista, Centro de Estudios Sociales y Mercados San Miguel y Güemes apoyaron la movilización y anunciaron que:

"[...] Si en el término de 24 horas no se deroga la reglamentación y se deja en libertad a los detenidos se declarará la huelga general”.8

La movilización y la huelga contaron con el ruidoso apoyo de los estudiantes secundarios.

Al no obtener respuestas positivas, los gremios paralizaron, quizás por primera vez, en la historia de Salta, toda actividad en la ciudad. A pesar de la amplitud de la huelga quienes se agruparon no tenían una definida conciencia de clase. Su acción se limitaba a la defensa de las fuentes tradicionales de trabajo y a tratar de evitar la suba de un artículo de primera necesidad.

En realidad el accionar de adulteradores de la leche era una cuestión cotidiana. No sólo agregaban agua a la leche sino que falseaban las medidas y no respetaban las mínimas normas de higiene. Era frecuente ver a los carros lecheros perseguidos por los inspectores municipales y al verse acorralados vaciaban el contenido de los tachos en las alcantarillas o en plena calle. Un cronista decía:

[...] "en realidad los lecheros adulteran de tal modo la leche que más que leche con agua se podría decir que venden agua con leche".9

El problema de los lecheros deshonestos era de antigua data. Ya en 1919 se denunciaba:

[...] "venden la leche terciada, es decir con una o dos partes de agua".10

El principal protagonista de esta historia, don Carlos, expresa:

Pregunta: Don Carlos, ¿cómo trabajaban los lecheros?

Carlos: todos los tambos estaban en manos de "tanos". Me acuerdo, en especial, de unos italianos que tenían una pequeña finca camino a La Isla y, ahí tenían su tambo. Además de repartir leche en jardineras surtía a restaurantes, hoteles, hospitales, orfanatos y escuelas. Sus hijos estudiaron y todos eran "dotores" y las mujeres también pero andá a decirle que el tata era lechero, capaz que te sacan con el revólver.

Al principio salían ellos a vender en las jardineras con la mujer y los hijos, después, cuando se hacían la clientela recién tenían empleados. Salían a vender en tachos de aluminio con tapa. ¡Menos mal que la municipalidad les exigía la tapa! porque la mayoría de las calles eran de tierra. Tenían unos cucharones grandes, con forma de embudo que ya venía con la medida de medio litro. Pero siempre tenían la medida de menos, aparte del agua que le metían ¿no? Recuerdo una anécdota que, ¡contarla es una cosa pero verla es otra! Un día yo puse a hervir leche y veía unas cositas negritas que flotaban y agarré una cuchara para ver que era eso y ¡eran renacuajos!... era leche "bautizada" en la acequia.11

Ya vimos que toda innovación trae aparejada la pérdida de fuentes tradicionales de trabajo. Aparecen otras nuevas, pero no alcanzan a cubrir la desocupación provocada por la novedad. Las nuevas técnicas introducidas significaron fuentes de trabajo para unos y desocupación para otros. Pero las medidas eran imprescindibles para ponerse en el camino de la transición traída por los cambios técnicos y químicos y para proteger la salud de la población.

Gremios de la Construcción

En 1935 el Poder Ejecutivo provincial había obtenido un préstamo para un vasto plan de obras públicas como: escuelas, hospitales, asistencia pública, cárcel, cuartel de bomberos, etc. La prensa escrita, siempre atenta a desmerecer la mano de obra local, reclamaba al Departamento de Inmigración la necesidad de buscar operarios extranjeros pues, decía:

"Tenemos escasez de operarios, la provincia se encuentra actualmente en franca prosperidad en este año y en el entrante, deben ejecutarse obras públicas y particulares por un valor no menor a cuatro o cinco millones de pesos. Necesitamos obreros inteligentes y laboriosos y el Departamento de Inmigración debiera estimular la internación de ese elemento a la provincia en la seguridad que no le faltaría trabajo bien remunerado".12

Esto se decía en una provincia cuyo principal flagelo era la pobreza y la desocupación. La mentalidad de los sectores dirigentes continuaba, igual que antaño, con la opinión que lo bueno y capaz venía de fuera. Pero el mismo diario en otra editorial reclamaba la falta de visión del gobierno para solucionar el tema de la falta de trabajo:

"No se hace nada práctico para solucionar el problema de la desocupación en Salta. Hay falta de visión por parte del Departamento de Trabajo para solucionar las dificultades económicas de los obreros desocupados que deben continuar con los brazos cruzados o ambular a través de las calles en procura de lo que, por lo general, no consiguen hasta caer en la pendiente de solicitar limosna".13.

Frente a los proyectos faraónicos del gobierno nos preguntamos si hubiera sido posible responder a la demanda, por parte del gremio de la construcción.

El gremio no era una entidad unificadora. Por el contrario todos los obreros de la industria de la construcción conformaban diversas ramas: albañiles, ladrilleros, empapeladores, pintores, marmoleros, mosaiqueros, plomeros, carpinteros, herreros, vidrieros y hasta electricistas. La heterogeneidad de los diferentes oficios agrupados se mostraba también en un verdadero mosaico de ideologías. A pesar de la represión a las ideas de izquierda, entre los obreros de la construcción se manifestaba una fuerte presencia ideológica del marxismo, aunque aún no se hallaba organizado el Partido Comunista en Salta.

Todas estas cuestiones impidieron a los trabajadores presentar demandas laborales y ocupar el espacio al que hubieran podido aspirar por su importancia numérica. La carencia de unidad les restaba fuerzas para reclamar al gobierno el contrato de obreros locales en lugar de mano de obra inmigrante.

En 1941 en una asamblea convocada por iniciativa del Sindicato de Obreros Plomeros, surgió en la ciudad de Salta la filial de la Federación Obrera Nacional de la Construcción (FONC). Esto produjo enfrentamientos entre los dirigentes del heterogéneo grupo. Fue notable la negativa del presidente de la Sociedad de Obreros Albañiles, don Tomás Ortiz, socialista.

La asamblea se reunió el 1° de Mayo de 1941 en el estadio del Cicles Box Club, en la esquina de Mitre y Necochea..Fue dirigida por el plomero Daniel Pantoja, quien expresó:

"Se hacía necesaria la fundación de una entidad central de los gremios de la construcción que sería la base fundamental para la unificación de todos los obreros de la industria".14

La primera Comisión Directiva estuvo integrada por: secretario general, Daniel Pantoja (plomero) secundado por los albañiles Ernesto Ojeda, Máximo Erazú y Moisés Campos. Los plomeros Avelino Guerra y Guillermo Ovejero. Los carpinteros León Rigo y Zenón Alvarado, el electricista Miguel Barrios, el ladrillero Nicolás Amaya y el pintor Manuel Mendoza.

Una vez organizada la Comisión Directiva se fijó la cuota de inscripción y la mensual, para disponer de fondos. Y se comunicó al Departamento Provincial de Trabajo la constitución de la nueva entidad gremial. Una comisión fue encargada de inspeccionar, vigilar y denunciar anomalías y abusos cometidos por los propietarios de empresas constructoras.

El novel gremio logró éxito sorprendente para la época y el medio. Sumó tantos afiliados que se vio obligado a alquilar una nueva sede con instalaciones adecuadas en calle Alvarado 913. Desde allí continuó con la publicación del Periódico del Obrero de la Construcción, dirigido por el socialista Ramón Cardozo, entusiasta promotor del Sindicato. En esas andanzas los acompañaba el conocido y cuestionado periodista Ramiro Escotorín, a quién el dirigente textil don Julio Blas, apodado el "Duende", evoca con admiración y respeto.

La preocupación de la Federación Obrera de la Construcción fue la de:

"Elevar la capacitación intelectual y moral del obrero mediante la lectura de libros que fortalezcan la mente y el conocimiento instructivo para mejor defensa cultural".15

Para alcanzar estos objetivos se creó la Biblioteca Obrera, la Mutual Sindical y un conjunto de teatro bautizado "Horizontes Salteños" y se organizaban conferencias y debates. Se buscaba la diversión sana mediante bailes y cenas familiares.

En las Memorias se registra como se desarrollaban las actividades culturales. En mayo de 1942, el Gremio recibió el ofrecimiento:

"[...] del aventajado e ilustrado estudiante de la Facultad de Derecho en Córdoba, señor José Armando Caro para dictar un ciclo de conferencias sobre Legislación Obrera, en nuestro salón a lo que la Comisión accedió gustosa... la concurrencia en elevado porcentaje premió, con sostenidos aplausos al joven intelecto que alternó su interesante prosa con el no menos inteligente y preparado joven Jorge Raúl Decavi que profundizó el conocimiento cultural de la masa obrera".16

Las actividades del Sindicato de la Construcción no se limitaban a veladas culturales y dieron comienzo a una ardua lucha por reivindicaciones laborales. Elevaron al Departamento de Trabajo un memorial en el que daban cuenta de sus necesidades. Presentaron a la patronal, pliegos de condiciones pidiendo mejora de salarios y respeto por las leyes laborales. Ante el rechazo, decretaron el paro y al cabo de quince días de lucha, lograron, los obreros plomeros, la aceptación de sus exigencias. No tuvieron la misma suerte los obreros ladrilleros que fueron detenidos por la policía y uno de ellos obligado a abandonar la provincia.

Una sentida preocupación de autoridades y gremios fue la carestía de la vida. A tal punto que desde la comuna capitalina se organizaban ferias francas para abaratar el precio de los productos de primera necesidad. Los gremios, por su parte, en asamblea resolvieron la formación de un Comité contra la carestía de la vida integrado por los delegados Primo Vázquez de "Artes Gráficas", Pedro Moreno de los Metalúrgicos, Carlos Torres del Sindicato de Mozos, Cocineros y Anexos y, Daniel Pantoja del Gremio de la Construcción. El comité resolvió protestar con actos públicos ante las autoridades, por la inestabilidad de los precios y la carestía de los productos de primera necesidad. La policía desautorizó estas movilizaciones y el comité terminó disolviéndose.

En 1943 el gremio, en Asamblea General, resolvió designar asesor letrado al joven abogado Armando Caro e invitó al entonces director general del Departamento General del Trabajo, doctor Sergio Patrón Uriburu, a dictar un ciclo de conferencias:

"[...] para coronar nuestro propósito de instrucción cultural y científica de la masa obrera".17

A pesar de la unificación del gremio en una entidad centralizada, internamente, continuaron como antaño funcionando en diversas ramas por oficios y resurgieron las de: plomeros, ladrilleros, pintores y se incorporó la nueva agrupación integrada por trabajadores de cemento portland de Campo Santo.

En 1945, anotamos como curiosidad, la incorporación de gremios ajenos a la construcción como madereros y tabacaleros. Importa destacar que la comisión del gremio del Tabaco estaba integrada, casi en su totalidad por mujeres: secretaria general, Beatriz Dozo secundada por Irma Ortega, Blanca Burgos, Nelly Murillo, Simona Hernández, Juana Medrano y Lidia Sajama.

Con la aparición en la escena política del entonces coronel Juan Domingo Perón, se inició un proceso de peronización de los gremios y de luchas intestinas que culminaría con la expulsión de viejos dirigentes, quienes en su discurso final declararon:

"Así rechazamos, con indignación el chantaje y manifestamos claramente que no renunciaremos jamás a nuestra independencia sindical ni traicionaremos a la clase trabajadora ni a los sentimientos y tradiciones democráticas del Pueblo Argentino".18

Don Felipe Eduardo, rememora al gremio de la Construcción así:

Felipe Eduardo: A los pintores los contrataban mucho por trabajos, porque eran buenos pintores, le diré, ¿no? Y empapeladores. En aquel tiempo se usaba mucho el empapelao de las casas señoriales, todo eran empapelao, y entonces no había, pues las pinturas que son ahora, usted va y compra pintura al agua, pintura al aceite, el color que quiera. Usted compra el tachito, le echa tiner, lo ablanda y pinta, cualquiera, una mujer, cualquiera pinta. En aquel tiempo no, era un profesional el pintor y esas mujeres adineradas que tenían acceso a comprar esas revistas como, El Hogar y Para Ti veían una mesa, veían una araña, veían los colores y querían imitar el color y entonces eso lo hacía ya el pintor. Compraba su polvito, que se vendía por gramos, como una medicina, 200 o 250 gramos de un amarillo, colorao, verde, todo eso y una combinación des esos colores hasta que daba con el color exacto, que quería la señora, que le pinte.19

Gremio Mercantil

En 1934 el "Centro de Empleados y Obreros de Comercio" tenía su sede en calle Ituzaingó 45. El Secretario General era don Francisco Giménez. Este gremio constituía una Federación Nacional y llama la atención, su espíritu de lucha y disciplina gremial. En Salta fueron los primeros representantes de un gremialismo de vanguardia Sus objetivos eran velar por el bienestar de los empleados de comercio, actuaban como bolsa de trabajo y se hallaban a punto de abrir un consultorio médico para sus asociados.

Desde 1905, estaba en vigencia en la letra de la ley, el descanso dominical pero, en la práctica, pocos lo respetaban.

En 1921, con sus Leyes Libertarias, Castellanos fundó la Dirección Provincial del Trabajo y reglamentó la jornada laboral de 8 horas. Con el abrupto fin de su gobierno, dichas leyes quedaron sin efecto. Fue otro radical, el Doctor Adolfo Güemes, quien volvió a recrear el departamento y a reimplantar las ocho horas.

Hasta 1934, la vida de los mercantiles, transcurría entre cenas y fiestas intrascendentes. A partir de ese año comenzó un fuerte enfrentamiento con la patronal para conseguir la implantación del sábado inglés. Que la lucha fue dura, se conoce a través de la prensa que comentaba la cesantía de cientos de empleados del comercio local por haberse adherido a dicha conquista. El asunto suscitó tanto malestar que fue necesaria la intervención del Departamento Nacional del Trabajo y, el problema se solucionó a favor de los cesanteados.

La resistencia de la patronal fue dura y se manifestó, además de las cesantías, en la pretensión de obligar a los obreros a trabajar en días feriados para recuperar las horas no trabajadas los sábados.

A fines de agosto de 1934, una delegación del gremio entrevistó al gobernador de la provincia para solicitar la sanción de la ley, que ya había sido aprobada por las Cámaras salteñas. Finalmente, el 28 de agosto salió el texto del decreto del Poder Ejecutivo por el que se reconocía el sábado inglés y se hacía extensible al personal de hospitales, clínicas, MUSEOS, estaciones de servicio y telégrafos, marcando algunas excepciones.

Gremios del Transporte

Entre los trabajadores del transporte estaban incluidos: carreros, aurigas, choferes, ferroviarios, motormans y guardas de tranvía, mensajeros, y troperos. Según el censo de 1914 aproximadamente mil personas se ganaban la vida con servicios de transporte.

En tanto, el progreso iba dejando atrás una serie de oficios que desaparecían, silenciosamente, para dar paso a otros nuevos. Tal el caso de los tranviarios, cuyas viejas unidades fueron reemplazadas por modernos ómnibus.

Las únicas voces que se levantaron para defender a los trabajadores del servicio tranviario, fueron las de los conductores de mateos. Mediante un petitorio solicitaron a la Cámara de Diputados que no se diera sanción al convenio que suprimía los tranvías porque así:

"[...] tendrían que ser reemplazados por un servicio de ómnibus que fatalmente impondría no solo la muerte del tráfico a sangre haciendo desaparecer los carruajes sino que lesionaría los intereses de los talleres de carrocerías, lomillerías y también iría en desmedro de la industria agropecuaria, porque a la cría de caballos le quitaría gran parte de su demanda actual, como así también el forraje que consiste en consumo de maíz y alfalfa. Como consecuencia sobrevendría la desocupación de 300 personas que se emplean actualmente como aurigas, chauferes y conductores de tranvías llevando la miseria a otros tantos hogares".20

 

Mateo o coche de plaza - Fototeca del Museo de la Ciudad

Los procesos de cambio traían bienestar, pero, al mismo tiempo, afectaban de manera dramática a una cantidad de personas obligadas a adaptarse a nuevas formas de vida.

Entre los gremios del transporte tenemos a los choferes de los primeros y escasos automóviles que comenzaron a circular ruidosamente por las polvorientas calles de la ciudad. En junio de 1918 estos conductores resolvieron, en una entusiasta asamblea, constituirse en gremio. La primera comisión directiva estuvo presidida por don José Astigueta, quien en aquel lejano 10 de junio expresaba:

"Hasta el presente, por lo general, sólo se nos ha hablado de deberes, ha llegado el momento de que también nosotros nos ocupemos de pensar en nuestros justos derechos y estos estarán tanto mejor asegurados cuanto mayor sea la solidaridad de nuestras filas... para que nuestros ideales tengan el logro debido es indispensable que el entusiasmo de los primeros momentos sea siempre mantenido con calor y que a él no sucedan desfallecimientos ni claudicaciones tan comunes en la clase obrera y en el medio en que actuamos".21

Gremio Ferroviario

La Fraternidad de maquinistas y foguistas, fundada a nivel nacional en 1887, fue una de las primeras asociaciones gremiales del país y del sindicalismo argentino. Fue la entidad representativa de todo el personal de conducción de locomotoras de los ferrocarriles argentinos. En Salta, al igual que los mercantiles, los ferroviarios integraban la Federación Nacional del gremio de los ferroviarios. Por la importancia de la tarea que cumplían, su número y disciplina, constituyeron uno de los gremios más importantes de la provincia y sabemos por los diarios que hacia 1929 contaban con una escuela de capacitación dirigida por Sinforiano Fernandez.

La Unión Ferroviaria surgió en Bs. As. en 1922 para agrupar al personal de trenes, estaciones, playas, señales, telégrafos, serenos, talleres, administración y afines, vía y obras. Al igual que sucede con La Fraternidad, los miembros de la seccional Salta ignoran la fecha de su fundación en la provincia.

Don Aldo, biólogo de 73 años, que trabajo en los ferrocarriles durante veinte años recuerda:

Pregunta: ¿A qué edad ingresó al ferrocarril?

Aldo: ingresé en 1947 a los 18 años, en calidad de aspirante a conductor de coches-motores. Para ingresar te tomaban un examen de ingreso muy riguroso que versaba sobre: matemáticas, física, y dentro de la física la mecánica y, por supuesto idioma nacional, pues el examen era escrito. Después de seis meses en talleres te tomaban otro examen para probar que estabas en condición de continuar en carrera. Después para continuar como aspirante (existían aspirantes de cuarta a primera categoría). Al llegar a aspirante de primera categoría te tomaban un examen para Pre-conductor (que tenía también, cuatro categorías y había que rendir tres exámenes) hasta convertirse en Conductor. El examen era muy exigente. También habían cuatro categorías de conductores. No sólo se rendían las cuestiones mecánicas sino la señalización. Ese examen se rendía en Buenos Ares. En la Fraternidad local había una mesa con toda la señalización de Retiro. La señalización en los ferrocarriles son de suma importancia y todos debían conocerlas y respetarlas pues de eso dependía la seguridad vial.

Pregunta: Explíqueme las diferencias entre la carrera de conducción automotora y la carrera en máquinas de vapor.

Aldo: En las máquinas de vapor, la carrera comenzaba como Aspirante a pasa-leña con sus respectivas categorías. Seguía con Aspirante a foguista con sus categorías y finalizaba con el cargo de Maquinista también con sus categorías. Alcanzar cada una de las categorías implicaba mayor sueldo.

La carrera de Conducción automotora constaba de Aspirante, Preconductor y Conductor, con sus respectivas categorías.22

Don Fermín, jubilado ferroviario de 73 años, también nos da noticias del gremio:

Pregunta: Usted sabe sobre la fundación de la Seccional Salta de La Fraternidad?

Fermín: A medida que se fueron extendiendo las líneas ferroviarias, por el país se fueron organizando las seccionales. La Fraternidad fue fundada en Buenos Aires por Aurelio Arévalo. Ya en 1910 existían como cuarenta seccionales en diferentes partes del país. No sabemos la fecha de la fundación de la Seccional Salta, porque se tiraron los libros de actas del gremio porque estaban muy viejos y sucios. Pero seguro que los fundadores de esta seccional no fueron salteños porque el sistema era cubrir las vacantes, donde existieran, con gente venida de otras provincias. Nosotros (La Fraternidad) fuimos el primer gremio ferroviario, porque la Unión Ferroviaria se fundó después.

“Este gremio se conformó para todo el personal de conducción de locomotoras o sea maquinistas. El Huaytiquina le dio mucho impulso al gremio porque consiguieron que al personal que viajaba "arriba", a Socompa, les pagaran sueldo más alto, viáticos y zona desfavorable.

El gremio fue una escuela de formación de hombres porque uno entraba joven acá y aprendía a exigir los derechos que por ley le correspondían y a cumplir con las obligaciones basadas en la misma ley. Para nosotros los elementos de trabajo fueron cambiando con el tiempo. Primero eran las locomotoras a vapor que andaban a leña, después, allá por el cuarenta y pico se crea una nueva tracción automotora, entonces hubo que capacitar al personal para conducir esas nuevas máquinas. Con el transcurrir de los años se incorpora a los servicios la locomotora Diesel y, otra vez, hubo que capacitar al personal e ir a Buenos Aires a rendir examen. De tal manera que se llegó a que la mayor parte del personal de conducción estaba habilitado para los tres tipos de tracción. En algunas zonas la tracción a leña duró hasta los años '50. Por ejemplo a Alemania iba el carguero a leña.

El trabajo de pasa leña era un trabajo bruto. Eso lo hicimos nosotros en el norte, un trabajo riguroso y el cuerpo no aguantaba, no era trabajo de oficina, era jodido. En Embarcación, en el norte de la provincia a veces soportábamos más de 40° de calor y encima el calor de la locomotora ¡cuánto tenía que resistir, 60°!... Ya con el petróleo se humaniza el servicio pero, en la Cordillera, había que soportar el frío.”

Pregunta: ¿Cuánto ganaba un maquinista?

Fermín: En los años '40 el conductor de máquinas ganaba $ 300, era el sueldo de un gerente de banco. Un maquinista andaba de traje, tenía auto, era un señor. Ya con el peronismo tuvimos los Convenios Colectivos de trabajo. Había un convenio para la Fraternidad y otro para la Unión Ferroviaria pues agrupaban distintas especialidades de obreros. Acá nosotros teníamos maquinistas, motoristas, todo el personal de conducción y la Unión Ferroviaria abarcaba muchas especialidades (mecánicos, ayudantes, administrativos, bomberos, cambistas, etcétera) por eso era más numeroso que nosotros. Todo se dividía según la especialidad, sueldos y hasta el uniforme de trabajo que se usaba.23

Don Guido, de 82 años, jubilado ferroviario y Secretario de La Fraternidad durante muchos años.

Pregunta: ¿Puede darnos noticias de la fundación, de la Seccional Salta de La Fraternidad?

Guido: El gremio ferroviario fue el segundo o tercero que se creó en el país. La Fraternidad se fundó en Buenos Aires en 1887. Un gremio que se organizó para los maquinistas y después se agregaron los foguistas y los pasa-leña. La Fraternidad era un ejemplo por su conducta y seriedad. Fue obra de los socialistas que fueron prácticamente los primeros que aquí en el país organizaron las fuerzas del trabajo, junto con los anarquistas. Mi padre era anarquista y yo tenía cierta simpatía por ellos en aquella época tan cruel en el país, que nos tenían sometidos, pero no estaba de acuerdo con ellos porque me parece que un país no puede subsistir sin un estado organizado. Yo soy radical, pero en mi juventud en Santa Fe era del Partido Demócrata Progresista de Lisandro de La Torre, ese gran luchador.

Sobre la fundación de la Sección Salta no quedó ninguna referencia. Yo se que se quemaron todos los libros del gremio, los libros de actas de las reuniones semanales. En la puerta de nuestro gremio, acá en Salta, había un escudo que me parece que tenía el año de la fundación, pero lo robaron, desapareció. Yo llegué a Güemes desde Santa Fe en 1942. Allí permanecí hasta 1950 pues fui destinado a Salta-Capital. Pero ya en ese tiempo la Seccional de la Fraternidad estaba organizada con dirigentes viejísimos. Yo conocí a esos viejos dirigentes que se han muerto pobres, apenas con una casa y no como estos de ahora que se caracterizan por el robo y la corrupción.

Pregunta: ¿En 1942, como funcionaban los ferrocarriles en Salta?

Guido: Güemes era un centro ferroviario donde transitaban los trenes las 24 horas, en todas direcciones, cantidad de trenes que iban a Pocitos, Orán con combinación ciertos días de la semana a Formosa. A Jujuy salían seis por día, seis salían y seis venían. Había también un tren petrolero porque estaba la destilería de Chachapoyas. Bs. S. salía todas las noches, el nocturno que salía de La Quiaca y hacía combinación en Güemes con el que venía de Salta. Trenes especiales de hacienda venían de Santa Fe. El tren arrancaba en Santa Fe hasta Tucumán y de ahí se hacían dos trenes, uno iba a Bolivia y otro venía a Salta, paraba en Rosario de Lerma y de ahí a Socompa, donde los chilenos se encargaban de llevar la hacienda hasta Antofagasta. Eso fue a partir de 1948 cuando se inaugura la línea a Socompa. Antes ese viaje lo hacían los troperos con la hacienda a pie. Yo sobre la línea he visto animales petrificados, parados y secos, muertos por las tormentas de nieve. Una vez nos agarró el viento blanco, ese tremendo ventarrón que no deja ver nada. Y estuvimos ahí once días parados, sin poder salir y comiendo nada más que mate y bollo.

Cuando yo ingresé en 1942 el ferrocarril del estado daba ganancias y comunicaba zonas muy lejanas en todo el país. En cambio, los ferrocarriles ingleses estaban endeudados y ellos no veían la hora de venderlos y el estúpido de Perón los compró, en Inglaterra tiraron bombas de estruendo para festejar, porque se sacaron un clavo de encima.

Pregunta: ¿Cuándo usted ingresó, de acuerdo a la jerarquía cómo eran los sueldos de los empleados ferroviarios?

Guido: El aspirante tenía un sueldo de $ 90, era suficiente para vivir, el maquinista ganaba $ 330 y era un señor. Con Perón los salarios subieron pero así también comenzó la inflación y las cosas cada vez aumentaban más.

Pregunta: ¿Cuándo comenzó usted con la actividad sindical?

Guido: desde que estaba en Güemes empecé a colaborar con el gremio. Así conocí a don Herminio Alonso, un activo militante socialista que también era santafesino y que me enseñó mucho sobre la organización gremial. Era época de conservadores y nos trataban con bastante crueldad, que nos castigaban por cualquier cosa, pero después, cuando vino el peronismo, añoraba a los conservadores, porque fue un libertinaje tremendo, la gente hacía lo que quería, dejaba los trenes tirados en cualquier parte, para mí fue la peor época. Cuando llegué aquí, a Salta, lo conocí a don Sinforiano Fernández ¡que sabía tanto... tenía un discurso! y él me enseñó. Yo creo que era simpatizante del socialismo pero él no hablaba de eso, hablaba mucho de sindicalismo. Alonso y Fernández me arrimaron porque se dieron cuenta que yo siempre fui revolucionario, que no aceptaba que me lleven de la oreja y así fue que me nombraron secretario de la Comisión Ejecutiva. Debió ser por el año 51 y, desde ahí, estuve en la comisión en forma permanente y durante muchos años fui Presidente de la Sección Salta de La Fraternidad. Entonces la elección se hacía en asamblea, democráticamente y los miembros de la comisión eran ocho: Presidente, Secretario, Tesorero y cinco vocales.

Mire, nosotros en el gremio éramos el orgullo de Salta. El gremio ferroviario tenía la Sociedad de Socorros Mutuos donde teníamos médicos para los afiliados, el Policlínico Ferroviario con hospitales en Tucumán, Güemes, Salta, Jujuy y Embarcación, la Cooperativa de los Ferrocarriles del Estado con sede central en Bs. As. con filiales en todo el país, tenía de lo que busque, como los supermercados de ahora, eran semejantes edificios. Todos los meses salían de aquí dos o tres vagones llenos de mercadería para proveer los afiliados de toda la línea hasta Socompa y había otro tren que salía de Salta a Alemania. La Caja Ferroviaria, que también fue fundada por la corriente socialista, otorgaba jubilaciones, préstamos para la compra y refacción de viviendas. Tenía un capital inmenso acumulado a través de muchos años de administración honesta. Pero cuando entraron a dirigir los peronistas todo se fundió, dilapidaron el dinero catastróficamente y yo, ahora, jubilado, después de trabajar 33 años y de andar por la cordillera tapado por la nieve, cobro $ 330 de jubilación. Todo se fundió.

Con Frondizi se hizo un plan para reducir los ferrocarriles. Para evitarlo estuvimos 42 días de huelga. Algunos compañeros llegaron a poner bombas para cortar las vías. Y después vino Menem con un plan asesino del ferrocarril y ahora no queda nada. Los ferrocarriles, agua, luz, teléfonos, aviones, nada nos quedó. Somos un país devastado.

De treinta y tres años que fui empleado ferroviario trabajé treinta años en el gremio. Fui Presidente de la Comisión, Delegado en la C.G.T. local, fui elegido miembro del Comité Central Confederal de la C.G.T. de Buenos Aires. Mientras yo estuve en la Presidencia de la Comisión compramos la casa de la calle Mitre que continúa siendo la sede de la Fraternidad, compramos una casa en Metán para descanso del personal y un terreno en Güemes. Después, ya siendo jubilado creamos la Asociación de Jubilados Fraternales, que la he creado yo y estuve muchos años al frente de la misma. Luego, también creamos la Sociedad de Ayuda Mutua que presidí durante cuatro años, período en el que se compró una vivienda en la calle Talcahuano al 400. Luego de esa compra dejé de participar, no me arrimé más a nada, me cansé de todo, estaba saturado y desilusionado de la forma en que están las cosas.24

Una singular protesta popular

En la ciudad eran recurrentes los reclamos de la población por la constante suba en los precios de los artículos de primera necesidad. Esto extremaba las carencias de los trabajadores y provocó la primera protesta popular de la que tenemos noticia, organizada en 1904. De ella da cuenta el diario Tribuna Popular:

"[...] se ha señalado la Plaza 9 de Julio como punto de reunión para el mitin del lunes la gente luego se dirigirá a la Casa de Gobierno [...] también se recolectaron 25 pesos para el gasto de bombas".25

"Carteles que estuvieron presos"

Otra manifestación importante, de neto corte político, fue la realizada para protestar contra las primas pagadas, por el Estado provincial, a los viñateros para abaratar el costo de los vinos locales mientras subía el de la leche.

La gente se lanzó a las calles portando carteles con denuncias directas. La policía procedió a disolver con violencia la manifestación y secuestró los carteles. Conocemos lo sucedido por una original y hoy borrosa foto cuyo epígrafe reza:

"Carteles que estuvieron presos"

Estos lucían leyendas más convincentes que la oratoria de todos los legisladores de Salta.

En las amarillentas páginas y negras fotografías de Nueva Época aún puede leerse:

"La población productora de la ciudad y de la campaña vive en cuevas antihigiénicas, inmundas y caras. Mientras tanto los bodegueros se están enriqueciendo con el dinero del pueblo".

Otros:

"En salta hay 35% de analfabetos y se regala dinero a los fabricantes de vino".

"La política de las primas y la exención de impuestos es una política odiosa de privilegio".

En el siguiente, apenas descifrable, logramos leer:

"[...] El paludismo, la miseria del pueblo [...] el dinero se despilfarra en primas".26.

Al analizar las cuestiones de las industrias expusimos el problema del mercado local incapaz de competir con los vinos de la zona cuyana y fue tal la presión de los bodegueros de los Valles Calchaquíes que el gobierno conservador de Joaquín Corvalán, decidió subsidiar, en 1932, la producción vitivinícola local.

Notas del capítulo 10

1       (1920) Valdez, Juan. Circular a los Centros de Obreros Cristianos. Archivo de la Curia Episcopal de Salta.

2       Idem anterior. Valdez, Juan. Pág. 3 y 5.

3       Idem. Pág. 13.

4       (1999) Historia de don Blas. Anexo. Nro. 7.

5       (1919) Diario Nueva Época. Salta.

6       (1995) Historia de don Juan. Anexo. Nro. 23.

7       (1919) Diario Nueva Época. Salta.

8       (1935) Diario Nueva Época. Salta.

9       Idem anterior.

10     (1919) Diario Nueva Época. Salta.

11     (1998) Historia de don Carlos. Anexo. Nro. 9.

12     (1935) Diario Nueva Época. Salta.

13     Idem anterior.

14     (1949) Memoria del Sindicato Obrero de la Construcción. Salta.

15     Idem anterior. Documento citado.

16     Idem.

17     Idem.

18     Idem.

19     (1999) Historia de don Felipe. Anexo. Nro. L.

20     (1935) Diario Nueva Época. Salta.

21     (1918) Nueva Época. Salta.

22     Diálogo con don Aldo.

23     Diálogo con don Fermín.

24     (2002) Historia de don Guido. Anexo. Nro. 24.

25     (1904) Diario Tribuna Popular. Salta.

26     (1935) Diario Nueva Época. Salta.

CAPÍTULO 11
Partidos políticos minoritarios