Carlos A.
Diez San Millán
INDICE |
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CONTENIDO |
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PAGINA |
Introducción Prólogo Colanzulí (foto) |
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2 3 4 |
Agradecimiento |
5 |
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Máximas |
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Elevación |
7 |
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La Heredad Los Diablillos |
8 11 |
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El Atraso |
16 |
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El Visitante |
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17 |
El Mutante |
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20 |
El Pasajero del Zodíaco |
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26 |
El Regreso La Muerte del Cazador Canción a los Valles ¿Quién Eres? Estreyita Nostalgias Nicolás San Millán La Tercera Oración Gaucha Mi Poncho |
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27 28 29 30 31 33 35 37 55 56 |
Portada: “Saliendo del Poblao”
Dibujo de Alberto Güiraldes
Introducción
El Andar de los Andares es la recopilación de
sentimientos de un caminante, de un recorredor
de caminos, experiencias
dinámicas expresadas en forma de versos que tratan de reflejar las vivencias.
El tanto andar, me ha
enriquecido el morral de los amigos, y debo hacer honor a la verdad,
pues la cosecha ha sido fructífera, ya que en cualquier lugar donde mis pasos me vuelven a llevar,
encuentro a alguien con quien compartir un momento agradable y eso me llena de
satisfacción.
Los caminos son de ida y de vuelta, y depende de cómo los haya uno recorrido para
saber que huellas dejarán en nuestra esencia, si el perfume franco de los
aromas de las flores silvestres o el doloroso tajo del artero garabato, que esconde bajos sus verdes hojas el garfio
que hiere hasta el corazón cuando se clava sin compasión, desgarrando todo lo
que encuentra a su paso.
Esto es por así decir, un caso curioso, pues
no menciono los caminos sinó las situaciones vividas en cada uno de ellos, pero
todos apuntan al mismo destino, ir
trayendo a mi memoria todas esas
vivencias que me acompañan desde tiempos pasados, y que están conmigo, siempre presentes, totalmente conexas,
firmes, vibrantes, asomando en la actualidad como el resumen de toda una vida
azarosa de hechos vividos intensamente, día tras día, de los cuales no me arrepiento en lo más
mínimo.
El tiempo ha pasado y ya no recorro tanto,
pero en mi mente, poco lúcida por cierto, mis pasos siguen adelante, la huella
de la vida me ha puesto de nuevo al cruce con mi amigo y Compadre Fernando
García Bes “a” Ferdy, con quien
cabalgamos por distintos senderos hallándonos razones, sorprendiéndonos
con cosas sencillas en un nuevo descubrimiento, la alegría de escribir lo que
uno siente y dejar nuestras ideas y recuerdos para que cualquiera, en algún
momento de la vida, comprenda que a nuestra manera intentamos ser felices conjugando
el tiempo presente de esos difíciles y
olvidados verbos “Compartir” y “Ser Sin Tener”.
Carlos A. Diez San Millán - 31 de mayo de 2004, día de los Muertos en
Guerra.
EL ANDAR DE LOS ANDARES
PROLOGO
Comenzar un camino es
de ya una valentía superior, porque se sabe de antemano de donde se parte y
para donde uno cree que pueda llegar.
En el camino se acomodan las cargas.
Cuando este camino es
el de la vida donde el resultado en cada destino es la experiencia, se esta
llegando al sentido y al objetivo de las cosas.
El camino puede estar
situado en un paisaje de montaña, el asombro de su imponencia, el amor presente
en la vida de una mujer y la necesidad que esta vida se perpetúe, se mantenga,
enfrente las realidades que confronta el dolor y la soledad.
Las realidades de los
ciclos que en ocasiones nos derrotan y las fortalezas del que le toca, tenga él
la realidad de buscar en la pelea para no postergar la naturaleza de su
pertenencia y la lucha por un lugar y también de su historia.
Los caminos de la
geografía se intercalan con los del alma, donde la luz de Dios es el camino, la
verdad y la vida.
Equidistancias aparentemente contrapuestas de las verdades de la vida y
las miserias de los humanos. Desde el despojo miserable de dineros heredados a la sonrisa franca que
nos deja las enseñanzas de un caballo que debe sufrir las injusticias de la
realidad.
Enseñanzas metafóricas.
Los poemas que realiza
Carlos Diez (dicho con cadencia musical), son el resumen de una actitud puesta
al servicio de los sentimientos y de las emociones, que van reflejando
pinceladas de sombra, de luces, de brillos, de barros.
Desde lo cotidiano de
gusto folklórico hasta lo superlativo del sentimiento de Dios, Carlos Diez nos
deja el gusto de la vida, que es la mejor entrega que nos puede brindar, un
creador profundo, profuso y sensible.
El Andar de los
Andares, sea con seguridad la segunda parada de su primer libro, Tras los Pasos
de Fierro.
Ojalá que el tiempo nos
depare varias paradas más, para el deleite de todos.
Marzo de 2.005
Dr. Edmundo del Cerro.
Colanzulí – Iruya – Salta
(Vista desde el Abra del Cóndor)
Agradecimiento
Gracias a todos y a quien alguna vez se
detenga a leer esto que he llamado El Andar de los Andares, sonrían si les
divierte, más cierren los ojos si les
despierta la conciencia, pero
aunque traten de dormirla no
podrán liberarse de ella.
Los pensamientos no tienen patria ni origen, por
eso voy a incluir unas palabras de Rudyard Kipling, que me las diera un gran
amigo, Ignacio Saravia Toledo, en momentos e que mis
fuerzas flaqueaban, palabras que son
extraordinarias por el valor que encierran y por su temple, y por la
enseñanza que predican, lo que me hace
pensar que, “El Andar de los
Andares” tiene un camino que continuar.
No Desistir
Cuando vayan mal las cosas,
como a veces suelen ir,
cuando ofrezca tu camino
solo cuestas que subir,…
cuando tengas poco haber,
pero mucho que pagar
y precises sonreír
aún teniendo que llorar,…
cuando el dolor te agobie
y no puedas ya sufrir,
descansar acaso debes…
¡Pero NUNCA DESISTIR!
Tras las sombras de la duda,
ya plateadas, ya sombrías,
puede bien seguir el triunfo,
no el fracaso que temías,
y no es dable a tu ignorancia,
figurarte cuan cercano…
puede estar el bien que anhelas
y que juzgas tan lejano,
¡lucha pues!, por más que tengas
en la brega que sufrir…
¡Cuando todo esté peor,
MAS DEBEMOS INSISTIR!
Un agradecimiento especial a Cecilia Smyth de
Dragui, quien en nombre del museonor/ Gauchesco “Ricardo Güiraldes” y del Parque
Criollo de San Antonio de Areco me han hecho el honor de permitirme
utilizar dibujos de Alberto Güiraldes
para la portada de “El Andar de los
Andares”.
MAXIMAS de GRANDES y PEQUEÑOS PENSADORES
Es más honorable tener la razón que obedecer el frío
contenido de la ley. MAHATMA
GANDHI.
No existe mayor
demostración de poder de aquel que no tiene la razón, que imponer el peso de la
ley al que dice la verdad, para callar la conciencia, y si no la tiene, darle
valor a una pobre y rastrera cobardía.
CH. Ten Mac Millan
Elevación
Cuando tu llegaste hasta mí
se acabó por fin la oscuridad,
a mi alma triste le llegó la luz
que iluminó, todo mi ser.
Quiero compartir la inmensidad
que me brinda todo tu existir,
no me dejes nunca más, Señor
hazme brillar muy junto a ti, oh mi Dios.
Tengo que morir para vivir
déjame encontrarte, oh mi Bien,
llévame contigo hasta el fin, Señor
Te entrego a ti, mi corazón.
Año 1.986
LA HEREDAD
Pa’ que pueda entender
ese
cruel comportamiento
de las actitudes humanas,
empiece ya por saber,
qu’ el hombre puede perder
por un
peso el sentimiento.
Ha de conocer seguro
y es
una ley mundana,
rápido se hace duro
el
hueso que queda al sol,
el óleo al agua
no hermana
y le pone mal olor.
Esto que voy a decir
tengaló también por cierto,
ejemplos hay a montones,
por asuntos de patacones
puede yegar a convertir
la hermandad en un desierto.
Crías de misma camada
que duermen todos juntitos,
cuando yega el tiempito
de repartir la frazada,
aparece una malcriada
y se lo lleva al trapito.
Si la madre se avieja
yegando la ancianidá,
ya sale la comadreja
y al pasar le pregunta,
donde guarda la platita?
¡ ni una moneda le deja!.
Siempre la madre es noble
y el padre tiene honor,
hay que decir con dolor
no hay hijo que se iguale,
y pueden salir diferentes
pero algunos, ¡Dios te salve!
No existe cosa más triste
la cría que sale avara,
así mismo la prepara
éya, a su propia hija,
eso es lo peor que existe
cada cual es más malvada.
Así con mucha perfidia
le van sacando las plumas,
de a poco y sin descanso
pero con enorme malicia,
igualito que el carancho
se le meten en el rancho.
Le van hurtando en silencio
lo poco que eya tuviera,
platería y las monedas,
y la van arrinconando,
le venden hasta el amor
hasta que sola se queda.
Dicen que así es la hiena
que de lejos se sonríe,
con esa sonrisa atroz,
yo he conocido a dos,
una madre, otra soltera,
las
dos; a cual más feroz!.
El hombre no juzgará
lo que es terreno de Dios,
pero si debe entender
que no es bueno comer,
devorar su propia carne
como si fuera un matambre.
Con este buen ejemplito
de lo que el hombre es capaz
si piya un queso grande,
se vuelve demás rapaz,
la angurria se le expande
lo demás le importa un pito.
Ansí le iba contando
de miserias y ruindades,
que el hombre puede tener
igual que la comadreja,
que le quita hasta la lana
de las colchas de la cama.
Esto le está mostrando
como actúa el cristiano,
qu’ por trás del tanto tener
no perdona ni a su mama,
y qué le puedo decir!
si se trata de un hermano.
Teniendo esas condiciones
nunca se puede esperar,
que pueda el hombre mostrar
bondá en el sentimiento,
esas cosas vienen juntas
en la cuna ´el nacimiento.
El asunto era meterse
como el oculto en la cueva
de nochecita y sin buya,
lo mesmo que hace la chuña
pa` joderla a la cigüeña,
y en el nido se le acuña.
Por esa misma cuestión
hay causas que son perdidas,
la chancha que’s mal nacida
se come la parición,
el que traiciona su sangre
no tiene perdón de Dios.
Carlos Diez San Millán
Noviembre de 2.003
EL ATRASO
(Abra del Condor-Colanzulí)
Sentado estoy aquí Señor
disfrutando,
el azar así, dispuso
sin querer detuvo, nuestra marcha
irracional, insensata, presurosa,
rumbo a la
locura de esa cosa
que algún orate le llamara
¡Vida!
Atrás, dejamos la paz y la cordura
infinita
del mundo cabal de los ancestros,
presente,
en cada uno de los nuestros.
Crisol
de las razas que son duras
muestras
del color marchito del invierno.
Mis ojos
se llenan de
sol y de blancura
colores, que matizan lo profundo
del valle, que a mi ser proclama,
dueño
absoluto de la paz y de la calma.
Prosigo ahora mi camino
pregunto:
¿No te habrás Señor, equivocado
al abrir de nuevo el paraíso?
Nunca dijiste en realidad
de que color, o como era,
la piel
de tus hijos Adán y Eva.
Carlos Diez San Millán
Agosto 2.003
El Visitante
El Morado encapotado
se cubre de nubarrones,
aumenta el Colanzulí,
ya está tronando en Iruya,
don Huayra muy enojado
nos advierte, nos arulla.
Ese bramido feroz
que ha todos enmudece
se agiganta, ya decrece,
desde lejos ya se escucha,
parece, un tropel atroz
en el fragor de la lucha.
Toda la gente callada
mira pa`l lao del sur,
el corazón tiritando
esperando su llegada,
¿de dónde viene bajando?
¿cuál será el nuevo albur?
¡Allá viene! El grito sale
de la garganta quebrada
del que está en el mirador,
anunciando con horror
una crónica anunciada
de miseria y de dolor.
Sin faltar uno, regresa,
año tras año se espera,
de una u otra manera,
sin alegría ni pena,
pero siempre, siempre llega
a cobrarse su talega.
Como un tigre agazapado
se abalanza y se detiene,
un zarpazo calculado,
y de nuevo se nos viene,
con ímpetu arrollador
metiendo al alma temor!
Es el gran protagonista
del Coliseo Iruyano,
es el león de los romanos
que viene por los cristianos,
a comerse lo que encuentra,
matando a diestra y siniestra.
¡Se viene pa’ la defensa!
y la empieza a carcomer,
le pega del lao de abajo
y comienza a socavarla,
como queriendo voltearla
cuando arrecia la tormenta.
El lomo se le encrespa,
el pelo se arremolina,
abre aquí y cava allá,
golpea y así patalea,
abriendo surcos y hueyas
en semejante querella.
La defensa, pobrecita,
estoicamente resiste,
como si fuera El Alcazar,
para morir como un toro
entregando el corazón
por tres moneditas de oro.
De pronto la puñalada
por debajo de su cuerpo,
el barro así la penetra
y le quiebra el basamento,
¡grita la gente! y la piedra
se derrumba en la estocada.
Arriba la juventud,
como Barrabás en la cruz
¡ruge ya enloquecida!
los ancianos en silencio,
esperando nueva suerte,
lloran de luto la muerte.
Así es la vida en Iruya,
lucha del bien y del mal,
entre lo mucho y lo poco,
es una historia mortal,
no hay invasor que la espante
¡siempre va para adelante!
La existencia continúa,
por siglos que van pasando,
luego que muere el tormento,
bajan de nuevo al río,
a sacarle los adobes,
a rejuntar esas piedras.
Compondrán los caminos,
arreglando las acequias
esperando el año nuevo,
y, en la fecha de llegada,
¡Estarán todos presentes
para esperarlo al Volcán!
Carlos Diez San Millán
23 de Noviembre de 2.003
EL MUTANTE
¡Digo bajo juramento!
lo que le voy a relatar,
es la historia de un Jumento
y es la pura verdad,
pués ha ocurrido de veras
nunca pudo ser invento.
Por asuntos personales
y también profesionales,
rumbiando en la camioneta
camino a Las Higuerillas,
con miedo entre las piernas
salimos pa` juntar leña.
Allá el dueño me esperaba
tempranito esa mañana,
llena la casa de gente
changos y chinas cantando,
bajo la atenta mirada
de su mujer, Doña Adriana.
Don Martín que así se llama
el dueño de ese lugar,
allí nos empezó a mostrar
un oficio judicial,
que la gente de Vialidad
le acababa de mandar.
La cosa no era tan brava
seguro se arreglaría,
pero también el contaba
que modificaría el caminito,
la traza y la puerta de entrada
pa` dentrar a su ranchito.
Eran varios los tenores
que sobre el asunto charlaban,
contando los pormenores
al corral se acercaban,
con intención de agarrar
los matungos pa’ ensillar.
López mandaba de lejos
el reparto de los fletes
¡Vos que ya no sos changuito
andá ensillate el peticito!
Para aquel medio gringuito
que se suba al tobianito.
Si sos medio avispao
poné los cueros del basto
a ese chuncho gateao
y que no te mande pal pasto,
¡uno a uno le asignaba
asegún qué necesitaba!
Sólo un flete quedaba
en el medio del corral,
un moro gordo, gigante
demás grande el animal,
sólo la trompa faltaba
pa` que sea un elefante.
¡Usté le viera la cara
y los ojos al equino!
Cuando el gaucho se le vino
derechito pa montarlo!
Pa`que no se disparara
¡hasta hubo que maniarlo!
El noble bruto pensaba
ya estoy viendo visiones,
de miedo el freno tascaba
y a partir de ese momento,
´toy creyendo que este Gaucho
se ha bajao del monumento.
Ya lo empezó a mirotear
de abajo para arriba,
¡ay! Si me llega a pisotear!
Pobrecita la vaquita
que habrán tenío que cueriar
pa´ cercarlo a la vueltita.
Seguía con los pensamientos
de semejante humanidá,
pa` cubrir tamaña panza
tiene que ser realidá,
¿Habrán pelao una vaca
como si fuera naranja?
Cuando sus ojos llegaron
para el lao de la mollera,
¡Casi muere de pavor!
Este no es gaucho cualquiera,
si se ha tapao la sesera
con un plato volador!
En la primera arrimada
le puso la pata al estribo,
¡De no creer, se lo digo!
El bicho dio una costalada,
las patas se le aflojaron
y ahí nomás lo apuntalaron.
Bajo la panza pusieron
a la manera de crique,
una mesa de carniar
de su amigo Juan Enrique,
así al jinete subieron
y al fin se pudo montar.
El bicho se acomodó
abriendo las cuatro patas,
y sufriendo caminaba
como chiquiyo ensuciao,
que avisaba a los gritos
¡mamita mei’ desgraciao!
Machazo el moro marchaba
y sólo al frente miraba,
llevando al marajajá
entronao en la galera,
si me tropiezo pensaba
quedo pa` reposera.
¡Advertido el animal!
Ahí nomás le cambió el paso
andando en bípedo lateral,
iba dando bandazos
como zapayo en el carro
que ha dentrao en el barro.
Montao en una mula lobuna
Yo, la cara al Moro miraba,
¡Qué fortaleza pensaba!
Con los ojos me contestaba,
con una que otra lagrimita
y una sardónica risita.
De pronto y de sopetón
Se armó la confusión,
la tranquilidá se perdió
y el mundo se convirtió,
en semejante gritería
¡Qué bochinche madre mía!
En cuanto menos pensaba
el moro `taba dentrando
a una profunda quebrada,
ahí nomás arremetió,
y de una sola patinada
en el fondo se clavó.
Cuando se iba cayendo
en medio de la barriada,
las herraduras chirriaban
como colectivo lleno,
que tenía bien gastadas
las pastilyas del freno.
El hocico se enterró
hasta medio `e la carretiya,
los dientes se le aflojaron
quedando medio prognato,
y por el peso adelante
se doblaron las rodiyas.
No era una pose cualquiera
la del gaucho y cabalgadura,
le faltaba un talismán
pa` creer que en tal postura,
cualquiera los confundiera
con un adorador musulmán.
Para atrás lo tironearon
pa` poder desenterrarlo,
¡Entero todo temblaba!
y si el gaucho se arrimaba,
con pretensión de montarlo
¡Muerto al piso se tiraba!
De vuelta ya pa` la casa
meta boyo y dale al
mate,
todo el mundo comentaba
las peripecias pasadas,
uno a favor, otros en contra,
como ocurre en un debate.
Estando en la galería
un relincho se escuchó,
el Moro se apareció
al tiempo que arremetía,
arrodiyado en el pasto
entre soyozos decía:
¡Le juro mi patroncito
que no existen razones
pa` semejante castigo!
Y de corazón le digo
mi querido Lopecito,
yo le pido mil perdones!
¡De no creer! Era alarmante
ver yorar ese cabayo
en un tono suplicante,
¡Le juro que yo no he sido,
no se quién le habrá mentido
yo no he pisao sus zapayos!
Daba piedá y tristeza
semejante humiyación!
`Taba en el piso clavado
soyozando con dolor,
tapados con las orejas
los ojos del castigado.
¡Le confieso Don Martín
que el asunto de su Baya,
es una historia sin fin
no va a ocurrir de nuevo,
le prometo que mañana
me hago pelar los huevos!
Yo no voy a soportar
otra afrenta como esta,
me está doliendo la testa
y ya mi puesto a pensar,
que si me vuelve a pasar
yo me voy a suicidar.
Haga de mi lo que quiera
azotes, arado de tero,
capemé, mándeme p`al cerro,
vendamé pa`l matadero!
Pero por Dios, no permita
¡Que se me suba de nuevo!
Luego que se despachó
con tan triste perorata,
se paró sobre sus patas
con tranco cancino marchó,
y recién caí en la cuenta
del motivo de la afrenta!
Mirándolo de costao
algo raro le pasaba,
al pobre le había bajao
en medio del lomo la alzada,
el saldo de la mutación
lo sumió en la desazón.
Las patas todos hinchadas
como fuente de empanadas,
el lomo con dos jorobas
la verdad que era cierto,
ahora el pobre parecía
un animal del desierto!
En esas cavilaciones
ese pobre engendro andaba,
cuando yegó un mercachifle
¡Beines, beinetas, balas de rifle!
Y se paró a contemplarlo
poniéndose a acariciarlo!
¡Que anibalito bás bello!
¡Y enciba de color Boro!
Ahí nomás yo pegué un grito:
¡Esto es una mina de oro!
El Tomy es el moldecito
¡Pa` producir los cameyos!
Carlos Diez San Millán
(Agosto de 2.003)
EL PASAJERO DEL ZODIACO
Parado estás allí, en el umbral
de ésto, que dicen, es la vida,
métrica impar de la estampida
árbitro cruel del bien y el mal.
No lo sé, y no es por suerte
que te dieran un mes por cada año
y no tienes calendario para el daño
es tu emblema, el signo de la
muerte.
¡Iluso já, creí que te habías
ido!
mi cuenta terrena aún sigue
impaga?
quieres que sea dueño de la nada?
por esto, ¡hasta el alma ya he vendido!
¡Avanza nomás en tu camino
tortuoso y brutal, desaprensivo!
volverán los tiempos que se han ido
el bien por ti, ¡jamás será vencido!
Piensa que tu no eres, solo estás
diferencia filosófica en tu contra,
con dolor me marcas tu presencia,
pero yo, ¡formo parte de la esencia!.
Llegará el tiempo en que la mente,
imbuida de la gran luz que ilumina
encuentre el remedio que domina
¡y extermine tu risa irreverente!.
Cáncer, de nombre así, te han puesto
tu reinado poco a poco se termina,
Alguien ya, en tu búsqueda camina
pronto efímero rey, serás depuesto.
Contados los días ya te quedan
tremendo destructor, eres malvado
el amor de muchos te has robado,
¡Tu morirás, que dudas no te quepan!
( 27 de Agosto 2.003)
El Regreso
(Canto a Río Blanco)
Como puede ser que sea
que un día, cualquiera,
se vuelva así, dichoso
especial, lleno de vida,
será siempre el ver su rostro
el principio del regreso
y no más la despedida!
Volviste ansiosa tras los pasos
tiempo atrás para esta tierra,
sin darte cuenta tal vez de lo que hacías,
¡llena de dolor el alma humbría
sin poder entregar aquel abrazo,
partido de dolor el corazón sufría!
por ese adiós, que tu razón no
comprendía.
Por eso es que, de nuevo
llegaste a ésta, que es tu cuna
que, nunca dejara de ser tuya,
por que no habrá fuerza alguna
que pueda quitarte el embeleso
de mirarte por dentro en el espejo
de un Río Blanco y de los cerros.
El sol, sonriente se asomaba,
y colgada en la mañana
cómplice, la luna se dormía,
mirándote, y
con sus ojos, muda te decía
¡es el principio del regreso
y nunca más la despedida!
Agosto de 2.004
LA MUERTE DEL CAZADOR
(Canción)
Volando en el cielo estelar
el Rey de las nubes estaba,
gira que te gira marcando
el compás,
vuela que te vuela
buscando su presa.
Saltando en el verde tapiz
un blanco cordero jugaba,
brinca que te brinca de aquí
para allá,
salta que te salta ajeno a
su drama.
De pronto el alado lo vió
y cierra sus alas al viento,
zumba que te
zumba bajando veloz,
brama que brama
sacando sus garras.
Subiendo a los pagos del Sol
El Cóndor emprende su viaje,
busca que te busca el pan
del dolor
sube que te sube llevando
la muerte.
De pronto un disparo se oyó
tiñendo de rojo la tarde
cae que te cae hacia el nido
final,
muere y se cumple la ley de
la vida.
Volando en el cielo estelar
El Rey de las nubes
estaba........
Sept. 92
CANCION A LOS VALLES
(Canción)
He venido a los Valles a
buscar
Los ancestros que dieron a
luz
a esta raza más fuerte qu`el
sol
amalgama de luna y sudor.
El camino me lleva a
San Carlos
A La Viña, y al Dique
Los Sauces,
ahi me espera ya Juan
Filemón
lo acompaña Don Quipildor.
Al tranquito ya
vamos subiendo
por el río hasta el
fondo del cerro
con lazos de
nubes a pialar silencio
pa' darle sosiego al
que ande sufriendo.
Me gusta venir a Los Valles
a llenarme de luna y de sol
al igual que bajo mi techo
Yo me siento cerquita de
Dios.
De vuelta ya pa' mi pago
desandando toda la quebrada
en El Paso y por medio del
río
ablandando una lonja sobada.
Bajo el alero de caña
ya me espera mi niña bonita
con tres yuntas
y media de críos
que son fruto del don
de la vida.
Me gusta volver a mi rancho
a llenarme de paz y de amor
al igual qu` en medio ‘e Los
Valles
Yo me siento cerquita de
Dios.
Marzo 92
MUJER
¿Quién eres tú?
Yo pregunto,
de día, de noche, a toda hora
que llenas de calores mi memoria,
inundando de recuerdos
a mi alma, tal cual
si fuera las celdas de una noria?
¿Qué tienes tu?
Que así detienes
mi espíritu y mi cuerpo
alimentas de fuego mi deseo
y te siento metida en mis entrañas
¡te disfruto mujer con tantas ganas,
eres la música eterna en mi solfeo!
¿Cómo eres tu?
Tanto lo se que así me animo
a cerrar los míos y así verte,
tus ojos puros son la suerte
esperando día a día tu presencia,
tus raíces están dentro de mi alma
¡y ya eres parte de mi esencia!
Noviembre de 2004
Estreyita
Estreyita de mi cerro
qu’ alumbrai los caminitos
del pago ande yo vivo,
yo te vengo a saludar.
Estreyita de mi cerro
no te escuendai tras la nube,
estoy aflijío de amores
y te quiero prieguntar.
Estreyita de mi cerro
la china que ando queriendo
no me afloja ni un siquiera,
la viá tener que gatiar.
Estreyita de mi cerro
no te hagai la distraída,
bien que la conocís,
es la que me hace soñar.
Estreyita de mi cerro
eya tiene ojitos negros
briyantes como el carbón
y no paro ‘e suspirar.
Estreyita de mi cerro
alumbrale el corazón,
decile que hay un coyita
que la quiere conquistar.
Estreyita de mi cerro,
eya vive en la mesada
pasando la quebradita,
y yo la quiero atajar.
Estreyita de mi cerro,
cuando la tope en la senda
escondete en la nubita
pa’ poderla conviersar.
Estreyita de mi cerro,
cuando nos veas juntitos
tapanos con tu frescura,
pa` poderla enamorar.
Estreyita de mi cerro,
decile nomás al pasar,
que vos será la madrina
cuando la vaya a entenar.
Estreyita de mi cerro,
en ancas de mi burrito
sobre mantita vayista
pa`l ranchito viá rumbiar.
Estreyita de mi cerro
te dejo aquí el encargo,
me voy a juntar florcitas
qu` a mi niña viá ofrendar.
Estreyita de mi cerro
que alumbrai las nochecitas
del pago ande yo vivo,
yo te vengo a saludar.
07 de Marzo de 2.005
Nostalgias
Vengo a pedirte perdón
por haberte abandonado
cobarde, así te he dejado,
y me apena el corazón
que al despertar de mi sueño,
a mi no me perteneces
y ya tienes otro dueño.
Ese abandono forzoso
de los tiempos juveniles
en pos de otras quimeras,
desenfrenadas carreras
terminaron convirtiendo,
en ceniza la madera
y mi sueño en pesadillas.
Nunca más sentir tu bruma
tus aromas y sabores,
ni que decir los colores
y el frescor de tus amores,
¡todo eso lo he perdido!,
la vida fue como una espuma
soy como un muerto, que vivo.
Te recuerdo fuerte,
resistiendo a mis embates,
como si fuera yo, un magnate
que te quiere conquistar,
y con todo el oro del mundo
aunque quisiera y tuviera,
no te consigo comprar.
Sufro por verte lejos
ya no tengo libertad,
estás allí y no puedo
ni siquiera disfrutar,
ni llegar hasta esa puerta
por más que se halla abierta,
y que no cruzaré jamás.
¿Qué pasó entre nosotros?
¿Qué es lo que hice mal?
El dejarte abandonada
fue lo que marcara
en el reloj de la vida,
ese momento fatal
de la triste despedida.
Cuando quise regresar
en busca de tus perdones,
ya no estabas para mi,
allí fue que comprendí
que la nave del olvido
te llevó para otro puerto,
y yo, estoy vivo, pero muerto.
¿Cuántos amantes tuviste?
Solitarios y a montones
te quisieron y desearon
de cerca y también de lejos,
dentro tuyo se soñaron,
muchos, sus ojos secaron
por haberte amado tanto.
Por eso vengo a decirte
que jamás te olvidaré,
en mis ojos llevaré
todo el fragor de tu selva,
serás siempre el gran amor
y no pidas por favor
¡es imposible que vuelva!
Fuiste la huella, mi karma
y mi amada compañera
era, lo que más quería,
vivirás dentro de mi alma
¡devuélveme así la calma
querida tierra mía
Finca Santa Sofía!
Enero 2.005
Nicolás San Millán
Extraña medida sobre el tiempo
tiene el Creador para el
humano,
que no entiende que la mano
tendida hacia el hermano,
parece cruel, sin sentimiento
y escapa a su pobre
entendimiento.
Aún sigue, y seguirá,
larga la sorpresa,
no nos entra en la razón
tamaña cosa,
triste cruel y dolorosa
estrujando mal el corazón.
Nicolás la vida ha vivido,
como nadie pudo jamás
haberlo hecho,
torbellino total en el camino,
nada dejó para el mañana,
todo, todo, lo ha cumplido.
¿Murió?, ¡No señor!
Solo se ha ido
a la casa celestial
de donde vino,
a seguir conquistando
como siempre, mil amigos.
A las pruebas me remito,
a la vista están, y más que
muchas,
el vivir para él fue una lucha
de conquistas y de inventos,
con mil cosas vividas
cada día.
No lo añores, no lo llores,
recuérdalo con todo su cariño,
ya no pidas por él,
solo te cabe,
y no lo dudes,
pedirle a El, por tu destino.
Cuando mires para arriba
por las noches,
si ves estrellas ovaladas,
o al lucero que parece ser
cuadrado,
ten la certeza total,
Nicolás está en el cielo.
Ya sabrá el buen San Pedro
lo que es bueno,
y el peligro de habérselo
llevado,
lo verá pasar muy instalado,
montado sobre un rayo por los
cielos,
o en la cola de un cometa bien
sentado.
Ya sabrá el de más abajo,
que anda cerca Nicolás,
cuando una mañana despierte
y encuentre sorprendido,
a todo el fuego del averno
en feroz hielo convertido.
Seguro que en el cielo,
cambiarán las cosas no lo dudo,
tendrán las reglas que fijar
rigurosas por demás,
¡Alerta roja! Seguro,
¡Ha llegado Nicolás!
Pillín los amigos le decían,
honor
hacía del apodo,
corrió como quiso y a su modo,
disfrutando del hoy y del
mañana,
también se fue fugaz,
como ha vivido.
Piensa que no murió,
por que El, ha trascendido,
se halla ya en el Paraíso,
de donde todos salimos,
pero no todos tuvimos,
la suerte que tuvo Nico.
Carlos A. Diez San Millán
Diciembre 21 de 2.005
LA TERCERA
Una Historia de Vida
(A
Leonardo Castellani, por su valentía).
I
Y
ansí nomás es la historia,
el asunto y la cuestión,
parece
que la vencida
es
la que dicen tercera,
ya
estoy de vuelta en el ruedo
pa`
continuar la partida.
II
El
que escribe nunca sabe
cuando
comienza y termina,
si
le agarra la picazón
la
mente se le arrebata,
igual que ñandú boleao
correrá
sobre una pata.
III
Esa
estraña sensación
de
poder sacar afuera
lo
que está en el corazón,
no
lo debe sofrenar
por
no ser su voluntá,
sinó
la del Superior.
IV
Y
le viá yamar “La Tercera”
por
que en una que fue primera,
“Tras
los pasos de Fierro”,
viajamos
con el Compadre
refrescando
los valores
que
se heredan de la madre.
V
La
segunda fue una linda
“Historia
Sagrada Crioya”,
pa`
recordarle a este mundo
de
no olvidar los ancestros,
que
aunque parezcan de otros
son
los mismos que los nuestros.
VI
En
esta ocasión viá salir
yo
solito a campiar,
tengo
en el corral un nuevo
compañero
de aventura,
de
verdá ¡una hermosura!
fletazo
de nombre “Fierro”
VII
Lo viá poner de ladero
junto
a mi querido Negro,
que
me yeva a todos lados
y
yo me siento feliz,
con
un destino sin fin,
como
vive la perdiz.
VIII
Mi
Compadre no saldrá
por
dos razones seguras,
s’
está yendo p`al Perú
a
recorrer la senda del Inca,
en
busca de la identidá
de
la raza americana.
IX
La
otra razón del asunto
es
que yo voy a intentar
hacer
el tramo final
de
contar la propia vida,
en
un viaje solitario
de
mi responsabilidá.
X
Hay
momentos en el tiempo
que
lo marcan al cristiano,
cuando
tiene que decidir
que
rumbo ha de tomar,
si
se equivoca de senda
hay
que saber recular.
XI
La
vida es igual qu’el monte
no
se ve mucho más lejos,
pero
ha de saber el crioyo
que
del otro lao anda La Luz,
las
hojas tapan el sol,
pero
no dan oscuridá.
XII
La
vida nos va enseñando
como
campiar noche y día
escuchando
los sonidos,
aprendiendo
a comprender
lo
que nos quiere mostrar,
la
natura con sus señas.
XIII
Si
estando tirao en el pasto
contemplando
la espesura
los
pájaros se cayaran,
póngase
alerta mi amigo,
ajuste
la cincha del flete,
anda
cerca un enemigo.
XIV
Por
el contrario si ve,
que
de solo estar tranquilo
se
le acercan los salvajes
y
felices voladores,
a
comerse las miguitas,
¡tesé
tranquilo aparcero!
XV
La
vida es una ristra
de
cosas que van pasando
y
lo que ha dejao pasar,
yoreló
nomás paisano,
que
no tiene solución
aunque
se rasque con marlo.
XVI
Mas
de un noble cristiano,
puede
ser que se equivoque
muchas
veces en la vida,
pior
es no haberse jugado
aunque
tenga que yorar,
por
andar con tranco errado.
XVII
La
existencia es pa’ todos
trabajo
y mucho lomiar,
es
difícil de lograr
ganar
el pan de cada día,
si
no fuera tan averno
un
paraíso sería.
XVIII
Lo
que si le quede claro
depende
de cada uno
que
sea campo o destierro,
y
de acuerdo a lo que haga
en
esta tierra, aseguro
será
su cosecha y su paga.
XIX
El
que atente contra la sangre
que
heredó de sus mayores,
pagará
con su tristeza
y
sus crías sufrirán
lo
que no supo advertir,
por
culpa de su dureza.
XX
Viá
tratar de recordar
cosas
que han pasado
de
niñez a juventú,
en
la vida de estudiante,
lueguito
de trabajante,
hasta
los tiempos de ahora.
XXI
Recuerdo
cuando de niño
era
feliz en Cerrillos
en
semejante casona
entre
sótanos y altiyos,
capiyita
colonial
y
demás largas galerías.
XXII
Semejantes
noviyadas
y
los tractores nuevitos,
muchas
vaquitas de tambo,
¡los
ataques de langostas!
esas
fiestas navideñas,
¡vaya
saber cuantas cosas!
XXIII
De
golpe, se terminó
y
pa’ Cámara rumbiamos,
ayá
fuimos a parar
a
nuestra tierra querida,
parecida
al paraíso
yamada
Santa Sofía.
XXIV
En
ese lugar, felices,
de imborrables recuerdos
pasamos
años de vida,
yenos
de aprendizajes,
dolores
y esperanzas
compartiendo
cada día.
XXV
Pa`esos
tiempos fue qué,
me
yegó la juventú,
descubriendo
trás los cerros
una
tropiya de hermanos,
que
en honor de la verdá,
¡nunca
soltaron mis manos!
XXVI
Yo,
fui feliz en Río Blanco,
aprendiendo
a compartir,
lo
mucho o poco que hubiera,
el
cariño, ayí sobraba,
me
sentía contenido
y por muchas madres querido.
XXVII
Como
todo lo qu’es bueno
en
seguida se acabó,
empezando
un nuevo rumbo
dejando
atrás los amores,
cambiando
por sinsabores
¡la
pucha que lo tiró!
XXVIII
A
estudiar ya me mandaron
casi
dos años perdí,
en
la selva de cemento
estaba
sin compriender,
como
chivo solitario
a
los gritos me pelaba.
XXIX
Dos
ingresos me mandé
pa’
dejar bien asentao
¡que
mala base tenía!
El
estudio es cosa seria,
y
si el bruto se dispone,
aprobará
la materia.
XXX
Ya
p’al medio de aquel año
la
cosa se complicó,
de
repente sin pensarlo
mi
gran amigo José,
tirando
las riendas de un flete
d’este
mundo se marchó.
XXXI
¡La
pucha que me dolió!
El
alma quedó marchita,
sin
sentido de vivir,
pero
aquí lo viá decir
no
se fue sin saludar,
El,
se ayegó pa’ avisarme.
XXXII
El
mundo cambió de forma
para
adentro, en mi interior,
un
amigo se apiadó
de
verme tan estropiao,
pa’su
rancho me ha yevao
y
del pozo me sacó.
XXXIII
Bustillo
era su apeyido,
de
apelativo Martín,
tozudo
como el que más
logró
cometido al fin,
¡Al
burro que se rebela
hay
que clavarle la espuela!
XXXIV
Con
las paletas marcadas
por
los golpes recibidos,
ayí
fui bien comprendido
por
sus hermanos y madre,
no
hacía mucho tiempo
que
había perdido a su padre.
XXXV
De
tiempo en tiempo veía
a
mi hermanita de leche,
qu’en
Río Blanco me cuidaba
me
entregaba su cariño,
bondá
y la gran amistá
que
nace de la hermandá.
XXXVI
Casadita
la trajeron
a
la ciudá de las luces,
y
como coyas que somos
igual
que un avestruz
que
nunca aprende a cantar,
éramos
dele yorar.
XXXVII
Meta
darle al yanterío
recordando
las mesadas,
mirando las estreyitas,
diciendo
se lamentaba:
-¡a
que diablo hemos venío
querido
hermano mío!-
XXXVIII
Así
jué que de repente
una
gringa se cruzó
en
medio de mi camino,
y
arrancamos por la vida
para
el proyecto mayor
¡y
pa’ Salta enfilamos!
XXXIX
Lindos
fueron los primeros
años
de buen trabajar,
yo
lo solía pasar
de
una punta a la otra,
maltratando
movilidá
como
si fuera una potra.
XL
Los
avatares del mundo
con
tiempos de fundición,
me
yevaron a dentrar
a
una banca oficial,
no
me arrepiento jamás
de
la esperiencia lograda.
XLI
A
puro pulmón y peliar
para
afuera y para adentro,
sin
encontrar equilibrio
no
podía comprender
que
existiera tal delirio,
de
corrución y poder.
XLII
Varias
veces me fletaron
en
el exilio a vivir,
pero
al perro qu’ es enseñao
y
entrenao para cuidar,
así
nomás no le sacan
los
peyones del recao.
XLIII
Las
crías fueron yegando
hasta
formar una tropa
de
tres yuntas y media,
¡mucho
tuve que yugar
pa’
darles el alimento!
Pero
no aprendí a fayar.
XLIV
Muchas
veces me tentó
satanás
con las prebendas,
otritos
con coimisiones,
muchos,
eran regalones,
y
yo, más me empacaba
y
a la m. los mandaba.
XLV
Difíciles
fueron los tiempos
por
que no hice fortuna,
finca
y rancho perdí,
y
hasta el vacío sentí
del
abandono mundano,
en
la espalda del hermano.
XLVI
Solito
como el Cacuy
dentro
del rancho yo estaba,
y
a pesar de la malaria,
¡ahí
estaba mi tropiya!
Mujer,
críos, perro había,
¡pero
minga que aflojaría!
XLVII
Me
yegaron a proponer
que
me doble como mimbre,
era
cuestión de tocar
apenitas
algún timbre,
y
ahí mesmo era ingresar
al
mundo del buen comer.
XLVIII
En
esas cosas amigo
basta
una sola vez
de
aflojarse el cinturón,
y
sabrá que ha sío ilusión
y
que su vida por denantes,
será
toda perdición.
XLIX
La
pulseada la ganaron
y
tuve que recular,
yo
estiré los cuatro tientos
hasta
que pude aguantar,
pero
al lazo de mi tata
no
lo quería cortar.
L
Aflojé
un poco la cimbra
y
le solté la presiya,
pa’
que se vaya nomás.
El
animal qu’es traidor
y
de mala leche demás,
no
sirve para amansar.
LI
Así
jué que ya salí
a
montiar al desparejo
a
solo pulmón y porfía,
por
estas tierras benditas
que
son salvajes y duras
pero
es la patria mía.
LII
Probando
de tanto en tanto
de
trabajar para otro,
siempre
termina igual
con
los bolsiyos pegados,
¡yertas
las ilusiones
y
con los ojos mojados!.
LIII
Un
sujeto me yevó
pa’
que le atienda sus tierras,
qu’estaban
todas botadas
con
los fierros un desquicio,
si
daba fiebre mirarlas,
era
todo un tribulicio.
LIV
Pa’
esos montes ya me fui
y
al cabo de poco tiempo
ya
se veía el campo flor,
la
cosecha fue mejor
de
la que nunca tuvieran,
y
como a usté, me pagaron.
LV
Delante
de un cura, señor,
que
era su confesor,
el
bendito palangana
dijo
fuerte una mañana:
-Dentro
de poca fecha
tendrás
casa, por cosecha-.
LVI
Telegrama
me yegó
y
no era p’al felicito,
me
dejaron a la caye
mano
atrás otra delante,
y
el infeliz muy campante
dale
al rezo y crucifijo.
LVII
Contrito
mi corazón,
ensangrentada
mi alma,
capaz
que me desgraciara
si
Conciencia no me para,
seguro
que me engrasaba
si
a ese cura no escuchaba.
LVIII
Daseló
como regalo
de
una sentada me dijo,
y
por eso mismo colijo
que
lo estaba conociendo,
el estaba sabiendo
que
no m’ ìban a pagar.
LIX
Olvidate
del asunto,
-te
lo digo por amigo-,
me
dijo aquel padrecito
qu’era
mi consejero,
y
no sos vos el primero
que
me lo quiere puntiar.
LX
El
tiempo me fue cerrando
las
heridas recibidas,
pero
sigue nomás la vida
del
tilingo figurón,
que
tiene sangre de anguila
y
quiere ser tiburón.
LXI
A
partir d’esa leción,
aprendí
qu’el corazón
nos
juega vuelta a vuelta
unas
jugadas siniestras,
y
es al ñudo que te fajen
si
has nacido barrigón.
LXII
Y
digo nomás qu’es al cuete,
porque apenitas te ofrecen
un
conchabo por ahí,
uno
sale como cuis,
y
en la primera topada
ya
te meten la ensartada.
LXIII
Volviendo
p’atrás en el tiempo,
viá
contarles lo que fue
la
familia d’este crioyo,
antes
de soltar el royo
que
resulta del relato
que
ya estaba contando.
LXIV
Yo
jui d’una camada
de
nueve pariciones,
y
entre esos montones
el
sétimo me tocó,
y
como era lobizón
ligaba
siempre el sermón.
LXV
La
mayor muy ordenada
p’al
estudio y religión,
la
segunda, diferente,
de
ahí pa’ la sociedá,
de
vocación muy mundana,
¡habilidosa
demás!
LXVI
Los
dos varones siguientes
se
metieron en el campo,
las
dos chinas que seguían
se
fueron pa’ los cantones,
siguiendo
a los oficiales
de
nuestra cabayería.
LXVII
La
octava es una mujer
d’esas
que no se empardan,
dura
vida le tocó
quedar
viudita de joven,
como
tigra parida pelió
pa’
sacar las cuatro crías.
LXVIII
El
noveno y ultimito,
el
que menos disfrutó
de
nuestro querido tata,
de
chico nomás salió
a
peliarle a su destino,
hasta
que se aquerenció.
LXIX
Del
total de nueve yuntas,
meta
darle al multiplico,
el
mundo nos queda chico
y
mi mama se ufanaba
de
nietos como setenta,
y
de bis un poco más.
LXX
Volviendo
pa’ mi camino
la historia se repite,
mis
poyos van emplumando
y empiezan a volar solos,
las
tres mayores se fueron
y
van volviendo de nuevo.
LXXI
Traen
consigo sus morrales
y
dos tienen cría al pie,
la
primera y la tercera
tienen
tres hijos cad’ una,
ahora
les viá contar
la
calaña de los tigres.
LXXII
Los
mayores son buenitos,
Les
juro que ni adrede
salieran
de parejito,
¡de
los segundos, Dios te libre!
un
chango y una chinita,
que
juntos son dinamita.
LXXIII
Los
terceros pintan bien
y
con la escuela que ven
serán
de ahí p’al traveseo,
y
así como yo los veo
nos
esperan tiempos bravos,
con
la runfla delincuente.
LXXIV
El
cuarto, m’hijo varón
es
mi amigazo del alma
me
hinca con su alegría,
si
me enojo, me da calma,
y
de chico puso su hombro
cuando
me quise mancar.
LXXV
La
quinta es mujercita,
ya
se fue pa’ la ciudá
a
estudiar pa’ dotora
de
las leyes y justicia,
yo
le yamo mi plumín
y
es un canto a la vida.
LXXVI
Las
dos mas chicas ya son
como
cola de parición,
parecen
un aluvión
que
baja de la quebrada,
arrasando
cielo y monte
y
hasta la tierra sembrada.
LXXVII
De
toda la tropiyada,
fueron
las más jeta dura,
difícil
de sofrenar,
pero
no hay bicho que resista,
por
mas dañino y mañero,
si
lo enfrenás con mulero.
LXXVIII
Aunque parezca odiosa
la
descrición familiar,
ha
de saber cada cual
y
al que le toque que sepa,
no
hay ofensa pa’ ninguno,
por
qu’ es demás cariñosa.
LXXIX
Así
les iba contando
de
la cuestión laboral,
andaba
meta intalar,
unos equipos de riego
pa’
usar mejor el agua
y
justo me vengo a mancar.
LXXX
Por
andar aveloriao
la
pata se me atrancó
en una dura rejiya,
con
tan mala suerte señor,
que
caí patas arriba
y
se partió una rodiya.
LXXXI
Del
dolor que yo sentía
ya
comprendí qu’ era fiero
lo
que encima se venía,
nada
iba a ser tan dañino
¡fue
terrible madre mía!
el
deber la garantía.
LXXXII
Cortita
la voy hacer
pues
no merece mas tranco,
pero
seguro aprendí
que
si no hay perro n’el rancho,
seguro
yegan los cuervos
por
detrás de los caranchos.
LXXXIII
El
tiempo tiene virtú
de
darle a quien tiene, razón,
no
doy ni pido perdón
para
aquel que no merece,
por
ser mala la atitú
y
portarse como hereje.
LXXXIV
El
hombre puede aguantar
los
dolores y la infamia,
pero
no ha de permitir
que
dañen al hijo con saña,
sea
quien sea el que lo haga,
de
la misma tropa o ajena.
LXXXV
Le
juro amigo por Dios
¡que
sufrimos amarguras!,
el malo en su impostura
a
la larga tragará,
las
espinas que le salgan
de
adentro de su garganta.
LXXXVI
Al
niño que lo atropeyan
y
lo hieren sin razón,
le
quedarán para siempre
adentro
del corazón,
el
dolor del abandono
y
la soledá en sensación.
LXXXVII
Demás
fiera fue la cosa
por
varios años sufrida,
soportando
las heridas
injustas
como el que más,
no
olvidaré esa partida
que
nos marcara la vida.
LXXXVIII
Junto
al tiempo qu’el Creador,
se
la yevara a mi madre
pa’
que vaya a acompañar
a
quien fuera nuestro padre,
la
oyita se destapó
largando
al aire su olor.
LXXXIX
Así
como dije endenantes,
qu’el
tiempo da la razón
al
que seguro la tiene,
asimismo
le aseguro
qu’el
que las hace las paga,
aquí,
o en otra región.
XC
No
se trata de venganza,
ni
siquiera de rencor,
pero
si se ofende el honor
no
se debe permitir,
qu’el
zaino quiera salir
sin
pedir algún perdón.
XCI
El
orguyo es cosa mala
y
onubila el corazón,
le hace creer al malvao,
que
diciendo lo que dice
seguro,
estará salvao,
y
a final, es el finao.
XCII
Mire
la naturaleza,
como
es de buena maestra
pa’
mostrar es una diestra,
el
ejemplo de las hienas,
las
víboras venenosas
y
también las comadrejas.
XCIII
Ninguno
de esos bichitos
tienen
respeto por nadie,
son
capaces de morder
picar
o también quitarle,
lo
poco que pueda tener
hasta
su propia madre.
XCIV
El
dolor, no es pa’ cualquiera
pero
no se ha de ocultar,
también
es malo cayar
por
no aplicarle castigo,
y
no querer sofrenar
al
que traiciona a un hermano.
XCV
Un
amigo me tiró
una
cuarta semejante
y yá me fui p’al Bermejo,
andaba
de aquí p’ayá
por
los cerros, por los ríos,
y
también por el parejo.
XCVI
Aquí
fue que mi Compadre
a
preguntarme yegó,
si
tenía algún escrito
que
le quisiera mostrar,
unos
papeles le saqué:
Tras
los pasos de Fierro.
XCVII
Así
como lo vieron
otros
que son más leídos,
le
dieron salida al corral
y
ya me puse a buscar
quien
me pudiera ayudar,
para
poderlo editar.
XCVIII
Un
Puma, me salió al cruce
en
la selva de El Tipal,
y
al poco tiempo nomás
el
libro era realidá,
y
con ruído de guitarras,
alegres
lo presentamos.
XCIX
Como
fiebre que no afloja
sin
saber si es noche o día,
a
la tinta le metía,
sin
aflojarle un tranquito,
mientras
iba creciendo
la
idea de otro librito.
C
A
mis manos había yegao
un
semejante librazo,
escrito
por un jesuita,
¡alvertío
era el curita!,
conocedor
de la gente
¡crioyo como el que más!
CI
Con
dibujos de Marenco,
que
no tienen desperdicio,
hizo
el Nuevo Testamento
contando
a todo el mundo,
asigún lo que pasó
desde
que yegara el Señor.
CII
De
veras me enyenó
el
corazón de alegría,
y me
dentró la porfía
de
atacarlo al anterior,
ese
que es el antiguo
y
de la gente mayor.
CIII
Leyendo,
y de a poquito
¡todito lo fui bichando!
mientras
iba entendiendo,
qu’
esa historia sin igual
era
el origen del mundo
para
todos por igual.
CIV
Como
fue que lo escribí,
no
me pregunte aparcero,
¡ni
siquiera yo lo sé!,
pero
si se lo entregué,
a
varios de mis amigos
pa’
que vean si era bueno.
CV
Entre
Requena y Sermassi
Raúl
Méndez y Ocampito,
ya
me dieron opinión
que
tenía visto bueno
y
ahi me puse a pensar,
quien
me podría ayudar.
CVI
Es
de no creer amigazo,
y
si no cree, no me aflige,
asimismo
sucedió
como
le voy a contar,
hubo
de Dios, providencia
esa es la pura verdá.
CVII
Estando
un día en el campo
un
paisano se ayegó,
a
preguntarme que hacía
y
sensiyo le contesté:
-poniendo
la cañería
pa’
un flete que tiene sé-.
CVIII
-A
usté yo lo conozco
y
le quiero prieguntar,
si
tiene alguito escrito
y
si me lo quiere prestar.
-Claro
que si, le alvertí,
-en
seguida le viá dar-.
CIX
De
pura causalidá
tenía
yo en mi alforja,
los
escritos de tres libros
que
hay mesmito se yevó,
al
día siguiente volvió
y
me los dio muy sonriente.
CX
-¿No
le gustaron señor?
Afligío
le priegunté.
-No
amigo, verá usté
a
toditos los leí,
y
me han gustado demás
¡unito
le viá editar!-
CXI
Las
patas ya me temblaban
como
antes de la monta
de un fletazo reservao,
el
corazón me brincaba
y
se quería salir
como
potro del corral.
CXII
Casi
justo pa’l Milagro
apareció
la edición,
hicimos
presentación
con
amigos por cantidá,
que
alegraron la reunión
con
cantos y melodías.
CXIII
El
curita Méndez fue
quien
dijo las palabritas,
pa’
que la gente supiera
del
libro, su contenido,
mientras
yo estaba ese día
rebosante
de alegría.
CXIV
Historia
Sagrada Crioya
es
el nombre que titula
al
Antiguo Testamento,
historia
de los mayores
desde
aquel momento,
en
que empieza la creación.
CXV
De a poquito
fui yevando
hasta
yegar al final
cuando
jué La Anunciación,
y
ese momento, señor,
fue
para todo el mundo
el
nacer de la ilusión.
CXVI
Otros
fletes tengo ya
listos
para largar,
y
que salgan a correr
por
esos campos de Dios,
pero
tengo que esperar
quien
me los quiera enfrenar.
CXVII
Uno
d’estos reservaos
se
yamará Los Relatos,
son
toditas remembranzas
de
cosas que me pasaron,
como
resumiendo mi vida
con
mucho humor y alegría.
CXVIII
Otrito
más complicao,
El
Andar de los Andares,
en
verso lei relatao
distintas
cosas pasadas,
pa’
que se sepan la verdá
de
semejante patriada.
CXIX
Hasta’quí
llegó la cencia
de
contar la historia mía,
y
ahorita y en denantes
les
via pasar la esperiencia,
de
lo que supe aprender
de
tanto andar por la vida.
CXX
La
vida, es un largo viaje,
que
se debe realizar
solito
o acompañao,
y
no se debe quedar
el
cristiano atrancao,
por
temor a equivocar.
CXXI
Elegir
la compañía
que
sea de igual pelaje
es
asunto primordial,
los potros de una tropiya
que
maman la misma leche,
lo
muestran en el andar.
CXXII
Cuando
se trae al corral
un
burro qu’es de otra laya
a
la larga o a la corta,
y
es de verdá ¡amalaya!
si
no se lo tiene a raya
ha
de querer manotear.
CXXIII
De
seguro no se puede
poner
a todos la marca,
o
tenerlos señalaos,
pero
el potro que ha patiao
y
se le deja la maña,
te
ha de partir las entrañas.
CXXIV
En
cuantito te descuides
y
les des una brazada
de
la soga o el cabresto,
meterá
una arrancada
y
el hocico clavarás,
hasta
perder la dientada.
CXXV
La
vida, les aseguro
¡si
que da gusto vivirla!
aprendiendo
a disfrutar
en
cada momento d’ eya,
¡hasta
la taba culera
sabe,
la suerte hechar!
CXXVI
Es
cierto que hay que juntar
chelines
y moneditas
para
el tiempo de la vejez,
yo
los tuve alguna vez
y así mismo se me fueron
para
mi honor mantener.
CXXVII
Y
ahora que estoy yegando
a
la inesorable vejez,
también
tienen que saber
seguro
que no se vive,
y
es la pura verdá,
de
la yamada honradez.
CXXVIII
Razones
han de tener
pero
seguro ha de ser,
difícil
de palenquiar,
la
voluntá que se quiebra
es
como virginidá,
cuando
se va, ya no vuelve.
CXXIX
Hasta
el más pintao alvierte,
que
mi tranco ya es más corto,
ya
no beyaquea el potro
con
las ganas de hace tiempo,
pero
sigue cabrestiando,
gracias
a Dios, y por suerte.
CXXX
Muchos
han de pensar
qu’
estaba el tigre agotao,
sin
embargo ha demostrao
que
puede salir a campiar,
dejuro
no voy ‘aflojar,
ni
que vengan degoyando.
CXXXI
Pa’
que vayamos cerrando
el
corral de nuestro encierro
alguito
quiero decirles,
pa’
que sepan lo que tiene
el
que seguro ha sufrido,
adentro
del corazón.
CXXXII
No
le tengan miedo al mundo,
ni
ahora ni después,
no
aflojen ni que diciendo
ni
siquiera bajo el agua,
al
que monta en la verdá,
buen
padrino está teniendo.
CXXXIII
Ya
no quiero continuar
y
de la hueya me aparto,
lamento
no haber aprendido
una
guitarra templar
y
poder algunas noches,
a
las estreyas cantar.
CXXXIV
Es
de no creer que esa cosa
mezcla
de cuerda y madera,
pueda
de esa manera
volverse
vida en la mano
de
un virtuoso ser humano,
que
la convierte en grandeza.
CXXXV
Por
eso ya les advierto
que
algún día y no se cuando,
he
de poder aprender
a
tocar una guitarra,
para
cantarle a la vida
que
me queda por andar.
Carlos
Diez San Millán
Septiembre
de 2.006.-
A mi
Poncho
(A Nicolás Rodríguez Durañona)
¡Ah, mí querido amigo!
Apenado, me pone verte,
tristón y acongojado
como sintiéndote
solo,
resentido, abandonado,
¡Nada de eso, mi bien
preciado!
Como puedes tu sentir
que yo te pueda
cambiar
por un hermano
menor.
¡Falsía es,
craso error,
jamás eso pasará!
Tú, eres el principal.
Los años, como a mí,
han desgastado
tus hebras
y van abriendo
tu cuerpo,
¡y
me duele que otros hilos,
invadan el rojo sangre
cambiando tu colorido!
Ya cumpliste esa misión,
la que mi Tata
te diera,
que del frío
protegieras,
Y cuidaras mi prestancia
vistiéndome bien de
gaucho,
con esa sobria
elegancia.
De Iruya
estará llegando,
un mozo bien alvertido,
a cubrirme en
los desvelos
que tenga yo, a
campo abierto
para que vos, por
las noches,
abrigues mis
desaciertos.
Ya no queda mucho tiempo
para los cerros ni
montes,
y, a medida que
los años
me van quitando
camino,
vos y yo, mi
viejo amigo,
vamos al mismo
destino.
Conmigo te quedarás,
en medio de mis
jergones,
para arropar mi
tristeza
y qu’ el otro ande de día,
mientras tu lana,
bendita,
caliente, mis noches
frías.
¡Nunca será
traición
si no te saco
a campiar!
Solo te quiero cuidar
para que sigas
durando,
lo mismo que
dure yo,
hasta que vamos
p’al Puesto.
Confía en mí, Poncho Amigo,
¡ya
te he perdido una vez,
no quiero que otra me
pase!,
y fue la obra
del Padre,
que por la mano
de Nico,
hizo que vuelvas
conmigo.
Carlos A. Diez San Millán
Salta, a 21 días del mes de
Junio de 2.008
Carlos Alberto Diez San Millán nació en Salta, Argentina,
tiene 59 años, casado 7 hijos, 8 nietos,
cursó sus estudios primarios y secundarios en su ciudad natal, es Ingeniero en Producción
Agropecuaria, fue Asesor Agropecuario del Banco Provincial de Salta hasta su
privatización y trabajó hasta Junio de
2006 como técnico en la Sub Sede Salta de la Comisión Regional del Bermejo,
alternando su tiempo en proyectos en las áreas de Iruya, Los Toldos y el
departamento de Rivadavia.
Sus ensayos o esbozos
literarios, en su mayoría inéditos, corresponden a una profusa producción de
poemas, cuentos cortos, narrativos, relatos testimoniales e información de
orden técnico, trabajos que, algunos de ellos, fueron publicados en el boletín
de la institución bancaria donde trabajaba.
Hasta la fecha se hallan editadas tres obras; “Tras
los Pasos de Fierro”, que representa un profundo y fuerte análisis de la
situación sociopolítica nacional, basado
en el rescate de los valores fundamentales del hombre y la familia y, la
“Historia Sagrada Criolla”, una versión telúrica del Antiguo Testamento, que
es, según el autor, la niña mimada de sus ojos, y no voy a entrar en
disquisiciones al respecto, solo leyendo este
trabajo se puede llegar a
comprender lo que quiso decir.
Remembranzas, el último trabajo
editado corresponden a cuarenta cuentos cortos, experiencias de vida transformadas
en divertidos relatos que mantienen una sonrisa permanente en el lector y
también momentos de profunda congoja.
El Rejunte es exactamente un conjunto de versos con
elevada dosis de contenido afectivo que
permite al lector sonreír ante las vicisitudes de los protagonistas, que, en todos los casos, son personajes reales,
situaciones puestas en evidencia con gracia y picardía.
Los Hombres de la Bolsa es una sátira de alto contenido político,
efectuada en un lenguaje tosco, firme y preciso que permite tomar contacto con situaciones que,
normalmente se tiende a eludir y que, el autor
describe con exquisita mordacidad, por lo que el lenguaje a veces atrevido, se diluye ante
el contenido del mismo.
Ensayos Literarios, incompletos aún,
encaran algunos aspectos de la vida
socio política de la nación, vicisitudes
eleccionarias, trabajos técnicos específicos y una síntesis de lo que pretende
ser la interpretación teológica de un elemento comunicativo como lo es La Oración para todo creyente
cualesquiera sea su religión.
Todos estas obras, conforman la producción literaria
de Carlos Alberto Diez San Millán - A.R.G.
Salta, Junio
de 2008.-