En su avance porfiado,
diariamente el enemigo era derrotado. Perdía integrantes, fusiles,
tercerolas, pistolas, sables, municiones, cañones, víveres,
equipajes, ovejas, vacas, caballos, mulas, monturas,
etc, pero seguía avanzando. Su Ejército estaba muy bien
pagado por la corona, tenía por misión restaurar el
Virreynato del Río de la Plata, para lo cual debía derrotar
a las tropas al mando de Güemes y Belgrano; anular el plan libertador
del Gral. San Martín; articular su accionar con los realistas
de Chile y Montevideo y reconquistar Buenos Aires. Se había
invertido una millonaria cifra en su equipamiento por lo tanto estaba
obligado a realizar una buena campaña.
Las tropas al mando
de Güemes, en inferioridad material pero con superioridad moral
y táctica, a menudo enfrentaban a los invasores con palos,
como ocurrió en Humahuaca el 1ero. de Marzo de 1817. Ese día
los gauchos comandados por Manuel Eduardo Arias tomaron la bandera
del Regimiento al mando de Picoaga. La Gazeta, informaba el 22 de
marzo:
“El entusiasmo
de los gauchos de Salta, es superior a todos los elementos que emplea
el arte de la guerra para conseguir victorias. Sería de desear
que 300 veteranos españoles hubieran emprendido una acción
tan gloriosa como la que han ejecutado 150 gauchos, en la mayor parte
inermes. Y una Nación que cuenta con tales defensores, podrá
ser subyugada?”
A
fines de marzo José Francisco de Gorriti batía con sus
Lanceros al Escuadrón de la Escolta del Gral. La Serna. La
superioridad numérica y los medios con que contaban permitió
a los realistas el milagro de avanzar pese a los infortunios que padecían
y ocuparon Salta el 15 de abril de 1817. El permanente acoso y las
emboscadas de que fueron objeto, los obligó a retirarse –carentes
de víveres y movilidad- veinte días después.
El Gral. José de San Martín había cruzado exitosamente
la cordillera y se encontraba en Chile.
El 5 de Mayo Martín Güemes informaba a Manuel Belgrano:
"Hostigados
al cabo, los tiranos, de la terrible guerra que han sufrido, por las
tropas de la Provincia que tengo el honor de mandar, han abandonado,
al rayar el día, esta Plaza; dejándola tan en esqueleto,
que por todas partes no presenta sino pruebas de la ferocidad española".
El 9 de mayo Güemes
informaba a Belgrano:
"Si con fecha
5 del corriente dije a V.E que el enemigo desocupó esta plaza,
emprendiendo al silencio de la noche tan precipitada retirada, que
más fue fuga vergonzosa, lo repito hoy, asegurando a V.E, con
la verdad que me es característica, que, desde el momento que
rompieron sus marchas hasta esta hora; no ha cesado el fuego hostil
de las distintas partidas que los observaban a los alrededores de
este pueblo y que los persiguieron hasta el de Jujuy donde entraron
antes de ayer, en medio de la mayor confusión y espanto".
En Jujuy los invasores
fueron constantemente hostilizados lo que los obligó a abandonar
la Ciudad el 21 de Mayo. Belgrano lo informaba al Director Supremo
9 días después:
"El 21 del corriente
mayo, desesperado de su impotencia y de la nulidad de sus esfuerzos,
abandonó la Ciudad de Jujuy; seguido, abatido, humillado; después
que, a costa de sacrificios inmensos, consiguió introducirse
en aquella Provincia".
Camino al Alto Perú
los realistas fueron continuamente atacados hasta que los heroicos
defensores de la Patria quedaron sin cabalgaduras. Una muestra del
estado en el que las abatidas tropas retrocedían la da Belgrano
en su informe a Juan Martín de Pueyrredón:
"El
21 de mayo, habiendo evacuado dicha Plaza todo el Ejército,
tomó en el acto posesión de ella por la Patria el Comandante
don José Francisco de Gorriti, con un orden que sería
digno de admirarse en tropas las más disciplinadas, acreditándo
con esta conducta, que esos valientes solo pelean por la libertad
del país; hasta el 26, no había avanzado el enemigo
más de tres leguas y media, rodeado por todas partes de los
héroes que defienden el terreno y viéndose obligados
a quemar tiendas de campaña, municiones, fusiles y otros muchos
útiles de guerra por no tener en qué cargarlos, pues
aquellos le quitan, sin poderlo evitar, sus bestias, sus equipajes;
y cuanto lleva, perdiendo además, muchos hombres".
PREMIO A LA CONSTANCIA
Y PENOSAS FATIGAS DE LA GUERRA.
La retirada de La Serna
tuvo gran repercusión. El 28 de mayo de 1817 el Gobierno Central
dispuso:
"Teniendo este
Gobierno, especial consideración a los distinguidos servicios
del Gobernador Intendente y Comandante General de la Provincia, Coronel
Mayor don Martín Güemes, a su constancia en las penosas
fatigas de la guerra y a las acertadas disposiciones militares a que
son debidas las ventajas últimamente adquiridas por las armas
de su mando en el interior sobre el enemigo, he venido, por acuerdo
de este día y en honor del relevante mérito de dicho
jefe, en conceder, como concedo; a favor de su primogénito
sin distinción de sexo; la pensión vitalicia de 400
pesos anuales, sobre las cajas de esta Capital, desde la fecha del
presente decreto".
El 28 de noviembre
de 1817 decretó:
"Sin embargo de
las demás gracias y condecoraciones con que esta Superioridad
piensa perpetuar la memoria de los valientes defensores de la libertad
en la Provincia de Salta, cuyos distinguidos servicios merecen la
gratitud de sus conciudadanos; ha tenido a bien, a prueba del aprecio
y consideraciones debidas a tan heroicos esfuerzos; conceder, como
concedo, al jefe principal, comandante, oficialidad de tropa de la
citada provincia, una medalla de premio en la forma siguiente:
El primero la usará
de oro, figurando una estrella de seis brazos con esta inscripción
en la circunferencia, de donde nacen aquellos: AL MERITO EN SALTA;
en su centro Año 1817; los segundos la llevarán con
los brazos de oro y el centro de plata pendiente de una cinta celeste
en el pecho; y los últimos un escudo de paño blanco
sobre el brazo izquierdo, con la misma inscripción en letras
celestes, exceptuando los sargentos y cabos, que la deberán
traer de hilo de oro los primeros y de plata los segundos".
La
estrella tenía seis brazos destinada a los seis héroes
defensores de la Ciudad de Salta: el entonces Coronel Mayor Güemes
- ascendido por esa acción a General - los Comandantes Luis
Burela y Pedro Zabala, los Sargentos Mayores Apolinario Saravia y
Juan Antonio Rojas y el Capitán Mariano Morales.
Recién el 10
de noviembre de 1818 Belgrano pudo informar la cantidad de medallas
y escudos necesarios: una medalla para Güemes, 17 para coroneles
y tenientes coroneles, 267 para oficiales, 6325 escudos para la tropa.
Era la cantidad de salto jujeños al mando de Güemes que
había rechazado al Ejército real del Alto Perú,
al mando del mariscal de campo José de la Serna.
Lo dispuesto por el
Director Supremo no se materializó. A fines de octubre de 1819
el gobierno central informaba a Güemes que sucesivamente le serían
enviadas las condecoraciones, a medida que se las confeccionara, lo
que nunca ocurrió.
El Dr. Colmenares expresa: "El triunfo por la libertad e independencia
de las Provincias Argentinas fue para los gobernantes de la época
uno de los más importantes y brillantes. Sin embargo, cuando
la República comenzó a conmemorar las victorias obtenidas
sólo se acordó de las que duraron unas horas, como las
batallas de San Martín en Chacabuco y las de Belgrano en Tucumán
y Salta, olvidándose de las que duraron meses, como la victoria
sobre el mariscal de La Serna, el más importante de los triunfos
patriotas en territorio argentino".
La invasión
de José de la Serna a las Provincias Unidas, llamada "la
grande" fue la quinta de las once invasiones que padeció
el suelo Patrio entre 1810 y 1822. Duró cinco interminables
meses durante los cuales las tropas Güemesianas desbarataron
su Ejército. Humillado, el general retornó al punto
de partida el mismo mes que había planeado ocupar Buenos Aires.
Este general (designado
posteriormente Virrey del Perú, hasta 1825, cuando finalizó
la dominación española en América) sin llegar
a sostener ninguna batalla clásica, perdió 4000 hombres,
2500 animales entre caballos y mulas, toda la munición de artillería
e infantería, buena parte del parque y los bagajes. Los tres
millones de pesos fuertes invertidos se evaporaron en valles y quebradas
salto jujeñas.
En su vano intento
se había cumplido la prevención de Olañeta: "Es
un error aplicar en los despoblados de América el sistema de
movimientos rápidos, practicado con tanto fruto por los guerreros
de Europa".
O lo que con su humor
rotundo afirmaba San Martín: "un mariscal de Francia no
sirve en América ni para sargento".
Prof. María
Cristina Fernández
Académica Correspondiente Instituto
Güemesiano de Salta