Historia de Salta

JUAN CALCHAQUI Y EL CACIQUE VILTIPOCO

Mario `Pacho´ O' Donnel

os “diaguitas” eran el pueblo indígena más avanzado de nuestro actual territorio, por influencia de la dominación incaica que aún persistía cuando los españoles hicieron su aparición en tierras americanas.

Habitaban nuestro noroeste en una ancha franja que iba desde Salta hasta San Juan, al sur de los “omaguacas” y “atacamas”, y al norte de los “huarpes” y “comechingones”.

Practicaban la agricultura con habilidad y cultivaban maíz, zapallo, poroto y papa. Criaban llamas que les eran de ayuda en el transporte y el acarreo. Grandes tejedoras, las mujeres “diaguitas” fabricaban también objetos de cuero como petacas y ojotas.

Habían aprendido de los “incas” a fundir metales y utilizaban el cobre en las puntas de sus flechas.

Su creencia en la supervivencia del alma y la existencia de una instancia superior para las personas buenas ayudó a los evangelizadores cristianos. También fue providencial para los encomenderos que los “diaguitas” considerasen natural pagar tributo, ya que venían haciéndolo con los “incas”.

Pero la dominación de los “pacificadores” pronto se reveló como mucho más despiadada, lo que aguijoneó el orgullo de esos indígenas, pacíficos porque habían llegado a dominar el medio en que vivían, de evolución muy superior a la ignorancia y a la primitivez de otras tribus.

La primera sublevación masiva tuvo lugar entre 1560 y 1563, acaudillada por Juan Calchaqui, cacique de “Tolombón”.

La situación de los conquistadores intrusos llegó a ser muy comprometida frente a esos enemigos, ahora hostiles, que se desplazaban con astucia y que los atacaban con sus flechas terminadas en agudas puntas de cobre, atrincherados en sus “pucarás” de piedra.

La superioridad en armamento y en estrategia darán el triunfo a los blancos y a sus indios sumisos y Juan Calchaquí y sus lugartenientes pagarán con sus vidas.

Pero la región se mantendrá en latente estado de rebelión haciendo que en 1588 el gobernador Ramírez de Velazco recorra los valles calchaquíes con un poderoso ejército en una cruenta campaña de “persuasión”. Lo acompañaba un hijo de Juan Calchaquí.

Ello no impedirá que poco después estallara otra revuelta aún más vigorosa que las anteriores. Su jefe fue “Viltipoco”, “curaca” de “Purmamarca” en la quebrada de Humahuaca.

Su ejército llegó a contar con diez mil combatientes y estuvo a punto de concretarse una alianza con los también bravíos “chiriguanos”, que como hemos visto fueron luego brutalmente “pacificados” por el virrey Toledo.

“Viltipoco” y los suyos llegaron a dominar gran parte del Tucumán, aislándolo del resto del virreynato del Perú.

Por fin, una vez más, las traiciones de algunos capitanejos influenciables y el poderío de los conquistadores lograron imponerse. El jefe rebelde fue apresado y aunque no se lo mató para no irritar aún más a los “diaguitas”, se lo dejó morir en la oscura humedad de la cárcel luego de un prolongado martirologio (11, 57, 76).

 

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