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CHRISTOFREDO JAKOB

Por Leonardo Strejilevich

“Delante de la verdad los dioses pusieron el sudor”

Hesíodo

“Más de un hinchado simulador de talento se sorprendería de la perspicacia psicológica de ese abstraído que, por mirar desde muy cerca, veía tan lejos”

J. Hanon

a extraordinaria personalidad del Doctor Christofredo Jakob, maestro de muchas generaciones de universitarios, influyó y condicionó hasta hoy la actividad neurológica, psiquiátrica y psicológica de la Argentina.

Fue uno de los cultores más grandes y trascendentes de la neurobiología mundial, investigador ejemplar, hombre de gran cultura clásica, eximio dibujante, músico, poeta, catedrático notable, persona de natural llaneza que sentía horror por el énfasis, el empaque profesional y por todo aquello que denotara presunción o vanagloria. Estas condiciones fundamentales determinaron que se impusiera el nombre de Christofredo Jakob al Hospital Neuropsiquiátrico de Salta (hoy llamado Dr. Miguel Ragone).

Nació en una pequeña aldea del sur de Alemania (Wernitz – Ostheim, Bavaria) el 25 de diciembre de 1866; de ahí su nombre de pila. Falleció en Buenos Aires, próximo a cumplir noventa años de edad, el 6 de mayo de 1956. Es a partir del año 1860, por influencia de Sarmiento, Mitre y Gutiérrez que se impulsan los estudios científicos sistemáticos en la Argentina sobre todo de la flora, fauna, geología, mineralogía, petrografía, astronomía. En La Plata, el Perito Francisco Moreno funda el Museo de Ciencias Naturales y realiza una fecunda labor científica secundado por excelentes especialistas extranjeros; desarrollan su actividad científica un pequeño grupo de autodidactas infatigables como Francisco Javier Muñiz y Florentino Ameghino. A fines del siglo XIX, aparece Christofredo Jakob, fundador de los estudios neurobiológicos en la Argentina. En esa época, el sistema nervioso era un ilustre desconocido en el plano científico en nuestras tierras. Hacía tiempo que trabajaban en Europa Santiago Ramón y Cajal (España), Camilo Golgi (Italia), Déjerine (Francia), Hughlings Jackson y Sherrington (Inglaterra), Flechsig, Kölliker, Nissl, Brodmann y Vogt (Alemania) que construían el basamento anátomofuncional normal y patológico del cerebro humano sin el cual, la neurología, la psiquiatría y la psicología hubieran quedado en simples formulaciones abstractas e hipotéticas. Jakob, apenas cumplidos los veintisiete años, era poseedor de un bagaje científico y cultural asombroso que lo situó rápidamente como primer asistente de su maestro Adolfo von Strümpell en la Policlínica Universitaria de Erlangen (Alemania; 1893).

Gracias a la insistencia del Profesor de Psiquiatría en el Hospicio de las Mercedes de Buenos Aires Domingo Cabred y a la comprensión del Decano de la Facultad de Medicina de Buenos Aires Montes de Oca, después de un largo y farragoso trámite, se consigue contratar a Jakob que llega a nuestro país el 17 de julio de 1889, alojándose malamente en las dependencias administrativas del hospicio y careciendo de lo más elemental en materia de infraestructura de laboratorio (las autopsias se realizaban en un derruído cuarto de baño; su asistente de laboratorio era un sirviente sin idoneidad; no tenía equipamiento ni instrumental). Hasta el arribo de Jakob a nuestro país, poco o nada se sabía acerca de la morfología y fisiología del sistema nervioso humano y animal; los conocimientos filo y embriogenéticos, los anatomopatológicos eran pobrísimos o inexistentes. Nadie, en la Argentina, había dejado
siquiera algo que esbozara una huella merituable.

Este joven sabio alemán, muy pronto, cambió el estado de cosas, despertó el interés de un grupo de universitarios y logró atraer profesionales a su laboratorio; algunos de éstos se orientaron hacia las neurociencias o a su aplicaciones médicas y quirúrgicas tales como Borda, Alurralde, Obarrio, Ingenieros, Onelli, Arce, Moyano, Outes. Colaboró con los estudios de Estéves, Herrera Vegas, Cranwell, Aberastury, Ramos Mejía, del Valle. El primitivo contrato le fue renovado varias veces en condiciones más ventajosas en lo económico y, por sobre todas las cosas, por la terminación de un laboratorio de investigaciones adecuado. Simultáneamente, estos contratos aumentaban sus obligaciones que los distraían de su quehacer específico. Al mismo tiempo, debía ocuparse de la Jefatura de Servicio de Frenópatas del Hospicio, de la Jefatura del Laboratorio de la Cátedra de Clínica Neurológica; de
la Jefatura de Trabajos Prácticos y del dictado de los cursos ya que José María Ramos Mejía (primer Profesor Titular de Clínica Neurológica) y José Ingenieros (Jefe de Clínica) concurrían muy poco al servicio oficial en el Hospital San Roque (hoy Hospital General de Agudos J.M. Ramos Mejía de Buenos Aires).

Con motivo de disensos permanentes con Cabred – espíritu tiránico, absorbente y dificil -, Jakob decide regresar a Alemania en 1911. Su tierra natal, no le ofrece el clima propicio para el desarrollo de sus ideas y ante el requerimiento de su esposa e hijos sumado a la insistencia de José Antonio Esteves (sucesor de Ramos Mejía en la Cátedra de Neurología) regresa a la Argentina en 1913 y se hace cargo del Laboratorio del Hospital Nacional de Alienadas.

Liberado de las incompatibilidades de sus contratos anteriores, acepta el cargo de Profesor de Biología y Sistema Nervioso en la Facultad de Humanidades de La Plata por pedido de Joaquín V. González y de Biología en la Facultad de Filosofía de Buenos Aires; ocupó estos cargos hasta su retiro en 1946.

En plena Reforma Universitaria es nombrado Profesor de Anatomía Descriptiva en la Facultad de Medicina de Buenos Aires pero su plan de renovación de la enseñanza y lo denso de sus contenidos no fueron del agrado de alumnos y profesores; renuncia de inmediato y manifiesta que “no me entendieron los alumnos y tampoco los profesores”. Mientras tanto su Laboratorio crecía y atesoraba millares de piezas macro y microscópicas, normales y patológicas del sistema nervioso. Jakob, costeó de su peculio la publicación de los primeros tomos de la “Folia Neurobiológica Argentina”; nunca la Universidad cuidó de la gran cantidad de material científico ni brindó apoyo para publicaciones orgánicas. El sucesor de Estévez en la cátedra desmanteló el museo porque necesitaba el local para hacer fisioterapia y arrumbó las preparaciones porque no sabía a que enfermos pertenecían.

Decepcionado y escéptico acerca de la real vocación de los argentinos para la tarea científica sostenida, su relación con la gente se endureció. Pese a todo, vuelve a crear el museo y a
repoblar el laboratorio. En 1938, presentó la edición definitiva de la “Folia”, obra planeada para doce tomos de la que sólo pudo costear tres y sin que la Universidad se pronunciara a favor de editarla en forma completa; hemos perdido gran parte de los aportes más valiosos para el conocimiento del sistema nervioso.

Jakob, se adelantó en varios decenios a los conceptos actuales sobre neuroquímica y neurocibernética; descubrió, mucho tiempo antes que otros investigadores, las estructuras cerebrales vinculadas a la emoción; investigó en extensión y profundidad la filogenia, la ontogenia, la estructura y función del cerebro humano adulto; aportó ideas nuevas en el campo
de la psicología y de la fisiología.

Dedicó setenta años de su vida al examen de la organización, funciones y enfermedades del sistema nervioso, baste decir, que la “Folia” está hecha sobre la base del examen personal de 20.000 cerebros humanos.

Viajero curioso, recorrió toda la Argentina, especialmente la región cordillerana; estudió la fauna, la flora, los minerales, el origen de las nieves penitentes, el desaprovechamiento de los ríos argentinos que se vuelcan en el Pacífico, los problemas derivados de la falta de riego en la Patagonia, insistió en la creación de un sistema boscoso periurbano para la Capital Federal para subsanar deficiencias sanitarias y un sinnúmero de otras actividades.

Este trabajo fue reelaborado parcialmente. Fue publicado en el Diario El Tribuno (Salta), el lunes 19 de noviembre; pág. 14; 1979