LA
BANDERA DE IRUYA
María Inés GARRIDO de SOLÁ ·
No se puede hablar de
El pronunciamiento
de 1810 en Buenos Aires, llevó a los americanos a asumir el ejercicio del
gobierno propio. Como era de esperarse, el virreinato del Perú, centro del
poderío hispánico en América, llevó adelante todo intento por anularlo,
mientras desde Buenos Aires subían los ejércitos para terminar con dicha
amenaza. Salta se adhirió al pronunciamiento con su posición y recursos; lo que
la convirtió en el epicentro de un prolongado y encarnizado enfrentamiento.
Las derrotas de
Huaqui, Vilcapugio y Ayohuma sucesivamente demostraron que, si el objetivo era
terminar con el centro del poder realista, el camino no era por estos rumbos.
El enemigo concentraba aquí todo su poderío, con el propósito de bajar hasta
Buenos Aires, para terminar con el único foco, aún en pie de la rebeldía
americana.
Para defender a
las Provincias Unidas del Río de
Güemes participó
activamente en uno de los frentes decisivos de la contienda, el salto-jujeño.
Primero liderando las avanzadas, con la misión de contener al enemigo,
lográndolo con éxito y tras la derrota del grueso del ejército regular en Sipe
- Sipe, le fue confiada la defensa de las Provincias Unidas del Río de
A partir de junio
de 1816, Güemes actuó como conductor, no como comúnmente escuchamos, de una
montonera de gauchos desorganizados, sino del accionar de un auténtico ejército
de milicias campesinas, no estable, pero sí organizado. Contaba con un Estado
Mayor, escuadrones y compañías, agrupados acorde al lugar de dónde procedían y
con todos los servicios propios de un ejército en campaña.
Las acciones que
llevaron adelante no respondían a la estrategia de una guerra regular, con
tropas de línea o veteranos, que lucharan mediante batallas campales, sino que
apelaron a la guerra de recursos. Sin recibir, ni dar batalla decisiva al
enemigo: persiguiendo, acosando y castigándolo en sus posiciones y movimientos;
guerra lenta y penosa, llevada adelante por hombres aunados con el paisaje en
una conspiración perpetua. Obligaron al enemigo a actuar en un vastísimo
espacio, alejado de sus bases de operaciones, sin ningún apoyo logístico y
enfrentado al desgaste de la guerra de recursos, la que a lo largo de la
historia siempre resultó triunfante.
El espacio social
en el que se desarrollaron las acciones no fue la frontera norte de las
Provincias Unidas, cuyos límites en esa dirección, heredados del antiguo
Virreinato estaban en el confín de la actual república de Bolivia. Por lo que a
Güemes erróneamente se le sigue llamando defensor de la frontera norte de las
Provincias Unidas, cuando en realidad fue el supremo defensor de su
independencia. Los cientos de combates que libraron sus hombres, acontecimientos
de efímera duración, formaron parte de un proceso histórico, obra del sujeto
colectivo: el pueblo en armas, el que luchó y murió con valor y honor por la
libertad de ésta tierra y la de su gente. El ejército regular no volvió a
operar y los intentos enemigos de llegar a Buenos Aires, sólo se disiparon
cuando San Martín desembarcó en Lima.
Ahora era
necesario pasar a la ofensiva, desde el centro de las Provincias Unidas del Río
de
Tras la muerte de
Güemes en el frente salto-jujeño se acordó una tregua, la que comprometió la
situación de San Martín, al permitir que las fuerzas enemigas, que operaban
aquí pasaran a reforzar a las del Perú. Esta nueva situación afectó el
desembarco de un ejército por los puertos intermedios, las operaciones en las
Sierras y las de los patriotas del Alto Perú. Las sucesivas derrotas en estos
frentes, llevaron a San Martín a entrevistarse con Bolívar en Guayaquil,
dejando en sus manos el triunfo final frente al enemigo.
Con lo expuesto
quedó demostrado que Güemes constituye con San Martín y Bolívar, la trípode
gloriosa sobre la que descansa la independencia americana. En pro de la misma
causa, actuaron en tres escenarios distintos: el centro de las provincias
Unidas del Río de
Los episodios analizados no son suficientemente
conocidos y demuestran cómo los hombres de ésta tierra no dejaron nunca de
combatir por
La misma está compuesta por una franja central y
dos laterales. Las laterales no se corresponden con la central, ni en la
textura de la tela y menos en su estado de conservación. A ello se suma la
memoria colectiva, la bibliografía y la documentación existente, todo lo cual
impone su tratamiento por separado. La franja central coincide con los estandartes
de guerra en la época de
En Mayo de 1810, como ya dijimos, los americanos
asumieron el ejercicio del gobierno propio en el Río de
En Salta y Jujuy al conmemorar el tercer
aniversario de las decisiones citadas, para presidir los festejos en mayo de
1813, ya no cabía la presencia del pendón real, por lo que se enarbolaron los
“estandartes de la libertad”. En ellos se reemplazó el escudo de las armas
reales por el sello de
También el sello de
Lo primero que concentra la atención, es la elipse
trazada verticalmente y su campo cortado en dos partes iguales, por el diámetro
menor de la figura. El cuartel superior es del color natural de la tela, amarillenta
por el paso del tiempo; el inferior es más oscuro, hoy amarronado, lo que
evidencia que fue coloreado, pero con los colores invertidos en relación al
original celeste y blanco, que es el que todos conocemos. En el cuartel
inferior se mueven de ambos lados, dos brazos - no desnudos-, uno inclinado
ligeramente de abajo hacia arriba y el otro a la inversa, y sus manos encajadas
sostienen la pica, cuya base no llega al pie de la elipse. La pica alza un
gorro frigio, con su tradicional color rojo, a una altura de la parte central
del cuartel superior, que remata cerca de la extremidad superior de la elipse.
El campo está flanqueado por una rama de laurel por un lado y por el otro de
una que parece ser de una especie distinta, quizás de mirto. Las ramas unidas
abajo por un lazo de cintas y abiertas arriba, coronadas por un sol esplendente
-no naciente-, en forma de disco con cara completa, rodeada de rayos rectos -no
alternados con ondulantes-, pero si con un áurea resplandeciente de gran
tamaño.
La presencia de trofeos militares: un tambor y
puntas de bayonetas, en el lugar que antes ocupaban las Armas Reales, se
corresponden con la moneda de oro mandada a acuñar por
Los colores identificables son sólo el amarillo y
el rojo, el resto es amarronado, por la acción del tiempo o por la falta de
disponibilidad de otros, ya que sólo disponían de los que la naturaleza les
brindaba. Su forma es rectangular, pero los bordes unidos a las franjas
laterales no se muestran raídos ni deshilachados y el escudo no está centrado,
lo que evidencia que fueron recortados, haciendo que luzca mayor el alto que el
ancho. Sus medidas son aproximadamente: 1,88 mts. de alto por
Los Valles y serranías de Santa Victoria e Iruya, por su posición
geográfica, participan activamente en las guerras de nuestra independencia.
Desde septiembre de 1810 la región se pone en pie de guerra (...) Como lugar
casi obligado de tránsito (...) Durante la gloriosa guerra gaucha, Iruya y
Santa Victoria tuvieron un papel descollante (...) En el primer escenario, las
partidas gauchas batieron al enemigo en
múltiples ocasiones, especialmente en Colanzulí el 25 de noviembre de 1817 y en
Iruya el 12 de mayo de 1819.
El estandarte es un hecho, que identificara a las
milicias campesinas lugareñas, en los combates librados contra las fuerzas
españolas. Múltiples son las fuentes que dan testimonio de ambos combates. El
primer combate aparece citado en un parte de guerra, de uno de los más dilectos
capitanes de Güemes, el coronel Manuel Arias, se dirigía al primero el 28 de
noviembre de 1817 diciéndole entre otras cosas: “De mi parte he tenido dos hombres muertos (...) Estos han labrado con
su sangre la defensa de nuestra libertad. Una partida que tenía por Colanzulí y
que no se me ha reunido, ha tomado dos prisioneros de los granaderos de
reserva, ambos con sus fusiles y municiones, y un muchacho pequeño que venía
incorporado al enemigo”[3].
Reconocidos historiadores de Salta y Jujuy - Atilio
Cornejo, Emilio Bidondo, Ricardo Rojas y Ricardo Solá entre otros-, citan ambos
combates en sus más destacadas obras[4].
También aparecen citados en las Publicaciones Oficiales, como la del Ministerio
de Acción Social y Salud Pública de Salta, sobre los Departamentos de Santa
Victoria e Iruya[5].
Las fuentes son incontestables en cuanto a la
existencia real de los estandartes de la libertad, en las luchas por
Con respecto a las franjas laterales, ni la textura
de la tela, ni su color, ni su estado de conservación se corresponden con la
época de los combates de Colanzulí e Iruya respectivamente. Por las fechas de
los combates -1817 y 1819-, podría plantearse el interrogante ¿por qué el uso
de un estandarte de guerra cuyos elementos se remontan a 1813, cuando el
Congreso reunido en Tucumán, tras declarar la independencia el 9 de julio de
1816, había reconocido como distintivo de la nueva nación a la bandera celeste
y blanca?
Es decir, ¿por qué no marcharon al combate los
bravos gauchos, que en el frente salto-jujeño y altoperuano, defendieron la
independencia de las Provincias Unidas del Río de
Diez años después, en 1829 el general Andrés Santa
Cruz se hizo cargo del gobierno de Bolivia y en agosto de 1836, por la fuerza
de las armas reunía en un sólo estado a las repúblicas de Bolivia y del Perú. Durante los años 1837 y 1838, los territorios que fueron escenario de la
guerra por
Ahora en ocasión de la guerra invasora que el mariscal Santa Cruz
emprendió contra las provincias del Norte, en una tentativa por incorporar una
parte de su territorio a Bolivia, constituida en nación independiente once años
atrás, por determinación del libertador Bolívar. El ahora mariscal Santa Cruz, frente al gobierno de
Los bolivianos iniciaron las hostilidades y otra
vez - como en el pasado-, el frente salto-jujeño se convertía en escenario
bélico. Los territorios de Santa Victoria e Iruya, y otros de
Pero a los descendientes de los heroicos gauchos se
les presentó un nuevo desafío en defensa de la tierra y la libertad. Era la
ocasión para marchar nuevamente tras el histórico estandarte de 1813, al que le
agregaron las franjas laterales azul turquí.
Esta suposición no es antojadiza sino que está
sustentada en estudios de especialistas sobre las banderas de la época de
Rosas, como Juan De Lellis, el que entre otras cosas dice: "Fue
precisamente el 13 de abril de 1836, al cumplir el general Rosas el primer
aniversario de su ascensión al mando, cuando le fue obsequiada una bandera
cuyos colores diferían notablemente de los conocidos hasta el momento. El azul
celeste había sido reemplazado por un azul turquí casi índigo (...) El azul
turquí se empleó en la necesidad de no utilizar la celeste divisa unitaria. Por
otra parte, el mismo Rosas en carta al gobernador de Santiago del Estero,
general Juan Felipe Ibarra, fechada el 11 de junio de 1836, sostenía que el
color de la bandera no era el celeste sino el ya mencionado azul turquí (...)”.
Más adelante el destacado investigador,
refiriéndose a su objeto de estudio agrega: “Las banderas provistas al Ejército
y Policía serán todas de un tamaño uniforme (...) formadas por dos franjas
laterales de color azul turquí y una central blanca, llevando esta última un
sol o el escudo nacional. En las cuatro esquinas: gorros frigios y en las tres
bandas inscripciones pintadas sobre la tela (...) Los nuevos símbolos y las
inscripciones identificaban a los Federales. Estas banderas argentinas fueron
provistas a los cuerpos militares a partir del año 1836, encontrándose por
consiguiente en la guerra contra el presidente de la confederación peruano-
boliviana, mariscal D. Andrés de Santa Cruz (1837- 1839)”[9].
Iruya tenía ya la franja central de una posible
bandera: un estandarte con significativo valor histórico, al que agregó las
franjas laterales azul turquí, de aproximadamente
El ejército de
El enfrentamiento se produjo en la planicie de
Santa Bárbara y la victoria fue para los argentinos, quienes recuperaron
Humahuaca. De este triunfo dejó testimonio don Bernardo Jiménez, Comandante del
3º Escuadrón “Restauradores a Caballo”, cuando desde Huacalera el 24 de
septiembre de 1837 le dice al gobernador de Salta: “Como Comandante del “Tercer escuadrón Restauradores a Caballo,
solicito a Vd. en forma urgente sirva enviarme un poco de yerba y azúcar para
los enfermos y coca para todos principalmente para las avanzadas y bomberos.
Después de diez días del triunfo de Santa Bárbara, mis pobres hombres
desfallecen de hambre, de agotamiento, de frío y de sueño. Este único premio le
pido a Vd. En estos momentos tan angustiantes”[10].
No obstante el triunfo, las tropas argentinas
debieron abandonar la quebrada por su reducido número, frente al avance de las
fuerzas bolivianas muy superiores. En diciembre y enero de 1838 se enfrentaron
en pequeños combates y aprovechando la derrota del ejército chileno, aliado de
Repuesto el ejército chileno entró en acción,
obligando a las fuerzas bolivianas a replegarse, reteniendo
La otra división al mando del coronel Gregorio Paz,
tras triunfos y derrotas, luego de un serio contraste frente al enemigo en
Cayambuyo, retrocedió en total desorden[12].
De allí que el Gobernador y Capitán General Propietario de
Los enemigos agregaron toda
El nuevo gobierno boliviano, reconociendo que la
guerra promovida por Santa Cruz contra
Puede ser que este estandarte convertido en bandera
haya acompañado a los lugareños en otros múltiples episodios, pero los
mencionados son los más trascendentes, en defensa de la libertad y la soberanía
de nuestra tierra, dándole un valor histórico incuestionable, las manchas de
sangre estampadas como mudo testimonio de tan heroicas acciones. El valor de
este legado del pasado, demanda la implementación de acciones para su
conservación y el acondicionamiento de su lugar de depósito y custodia. La historia de Salta, se construyó en gran parte en
las gestas en defensa de la independencia y de la soberanía de
Aunque esta historia, ni empieza ni termina en las
gloriosas gestas que citamos, nuestra conciencia histórica demanda que se
difundan figurando en los contenidos a enseñar y aprender en todos los niveles
de la educación argentina; si como sociedad respondemos a la necesidad de
construir una identidad sobre los más auténticos valores. Es un desafío, que
debemos asumir como comunidad, por tratarse no sólo de un reconocimiento
material y moral, a quienes defendieron nuestro suelo nacional, sino porque es
el único camino hacia una auténtica reflexión, acerca de quienes y como somos;
generando con ello nuestra identidad con respecto al país que habitamos y
nuestro compromiso con su destino. La formación de recursos humanos conscientes
del devenir histórico del que son producto, es un elemento clave para la concreción
de cualquier proyecto socio-político y económico de un país que apunta a la
modernización en el siglo XXI, en un mundo envuelto en un proceso de
globalización y de crisis de los valores, que templaron el espíritu de quienes
forjaron nuestra nación.
El Poder Ejecutivo de
BOLETÍN DEL INSTITUTO
GÜEMESIANO DE SALTA
Nº 32
Todos los derechos reservados – 2007 – 2009
· Profesora universitaria en
historia, actualmente es directora de
[1] Jacob, Ricardo. Los Colores
Nacionales. Rev. Todo es Historia Nº 300. Pág.
[2] Levene, Ricardo (D).
Historia de
[3] Güemes, Luis. Güemes
Documentado. T. 5 Pág. 96. Plus Ultra. Bs. As. 1980.
[4] Cornejo, Atilio. Apuntes
Históricos de Salta. Pág. 640. Inst. de San Felipe y Santiago de Estudios
Históricos de Salta. Bs. As. 1937.
Bidondo,
Emilio. Contribución al Estudio de
Bidondo,
Emilio.
Bidondo,
Emilio. Coronel Juan Guillermo Marquiegui. Un personaje americano al servicio
de España... Pág. 174 y 175. Servicio Histórico Militar. Madrid. España. 1982.
Solá,
Ricardo. El General Güemes. Su actuación en
Rojas,
Ricardo. Archivo Capitular de Jujuy. T. IV (Mapa). Bs. As. 1944.
[5] Ministerio de Acción Social
y Salud Pública. Los Departamentos de Santa Victoria e Iruya. Estudio
económico, social y sanitario de Salta. Pág. 58/59. Rómulo D’ Uva. Salta 1943.
[6] Sociedad de Historia
Argentina. Documentos Relativos a
[7] Yaben, Francisco. Los
Capitanes de Güemes. Coroneles Manuel Eduardo Arias y Luis Burela. Pág. 11 y
22. Litio Bs. As. 1971.
[8] Colmenares, Luis Oscar Las
relaciones de Salta con Bolivia hasta la dimisión del presidente Santa Cruz
Pág. 93 y 95. Instituto de San Felipe y Santiago de Estudios Históricos de
Salta. Gofica. Salta. 1999.
[9] De Lellis, Juan. Las
Banderas de Rosas. Rev. Todo es Historia. Nº 19. Pág. 81 y 89. Bs. As. 1968.
[10] Giménez, María de los
Ángeles. Desde el Plata al Condorkanqui. Pág. 159. Gofica. Salta 2001.
[11] Pbro. Vergara, Miguel
Ángel.
[12] Ministerio de Acción Social
y Salud Pública. Los Departamentos de Santa Victoria e Iruya. Estudio
económico, social y sanitario de Salta. Pág. 61/62. Rómulo D’ Uva. Salta 1943.
[13] Archivo y Biblioteca
Históricos de Salta. Carpeta Agosto de 1838.
[14] Pbro. Vergara, Miguel
Ángel. Ob. Cit. pág. 22.
[15] Rosa, José María. Historia
Argentina T. IV. Pág. 262 y 264. Juan Granda. Bs. As. 1965.
Best,
Félix. Historia de las guerras argentinas T. II. Pág. 172 y 173.
Peuser. Bs. As. 1.960.
[16] Decreto del Poder ejecutivo de