LOS INCAS |
n cierto misterio se extiende sobre los orígenes del pueblo Inca, al menos sobre sus orígenes históricos, porque las leyendas abundan.
Los datos que mejor concuerdan con los descubrimientos arqueológicos y antropológicos son los relatos que sitúan al nacimiento de los incas en las altas mesetas del Perú, al sur de Cuzco.
En el segundo ciclo (900 al 1200), se desarrolló junto al lago Titicaca la cultura Tiahuanaco. La ciudad, que poseía imponentes construcciones y relieves, fue destruida por bandas de saqueadores en el año 900. Un siglo después, una nueva civilización autóctona reanimó a Tiahuanaco, al borde de la cultura aymará sobre la ladera oriental de los Andes, mientras un pueblo nuevo, el de los incas, hacía su aparición.
LOS HERMANOS AYAR.
Se cuenta que en épocas remotísimas aparecieron en Pacaritampu, por las tres grutas de la colina de Tampu Tocco ("la casa de las ventanas"), cuatro hermanos llamados Ayar, con sus mujeres, y emprendieron, seguidos por sus primitivos "ayllus" (clanes) un largo peregrinaje hacia el norte. Tres de ellos se fueron quedando por el camino convertidos en peñascos.; y el otro, llamado Ayar Mauco, llegó al fin con el resto de su gente a un valle fértil, donde emprendió la construcción del Cuzco. Este fundador no era otro que Manco Cápac, y su mujer, Mama Ocllo: la pareja divina creada por el Sol.
Valcárcel ha ensayado una interpretación es esta leyenda como mito agrario de la quinua ("ayar) y la fecundación ("ojillo"), en busca de la tierra fértil. Los hermanos Ayar, sus mujeres y sus ayllus sugieren el advenimiento de gente del sur que llega y domina el valle del Cuzco, aludiendo quizás a una remota invasión aymará que se enseñoreó entre las tribus de habla quichua (principio de si. XIII).A ello se deba, tal vez, que la ciudad haya sido divida en dos partes: Hanan Cuzco, ciudad alta, y Hanan Cuzco o ciudad baja. En la primera tenía el Inca sus palacios, en torno de una gran plaza.
LOS CONQUISTADORES DE LOS ANDES.
Manco Cápac, después de haber caminado a través de las montañas de Los Andes se detuvo en HUANACUARI, cerca del Cuzco. El favorito de los dioses solares, decidió que su clan se establecería en esta región, donde su cetro de oro se había clavado en toda su longitud en las tierras de aluciones cultivables.
Los incas pertenecían a un grupo colla del lago Titicaca, de lengua aymará; cultivadores de maíz y hábiles tejedores, demostrarían sus cualidades de edificadores haciendo de Cuzco una ciudad imperial. En poco tiempo los soberanos incas fueron consolidando un imperio, único en América precolombina, que se extendió de norte a sur en más de 4.000km, desde Colombia hasta Chile, comprendiendo la costa y el interior.
La política de edificación y la conquista en el exterior emprendidas simultáneamente por Manco Cápac, fue tarea incansablemente seguida por sus sucesores.
Desde el punto de vista cultural los incas sintetizaron las realizaciones de las civilizaciones que integraron en su imperio. Destacaron notablemente en la arquitectura, no solo en la ciudad de Cuzco sino también en poblaciones cercanas, (Pisac, Ollantaytambo, Machu - Pichu) o muy alejadas del centro del imperio (Tumipampa); imágenes de la grandeza de los reyes, palacios hechos de bloques ciclópeos, caracterizadas por el refinadísimo trabajo de la piedra, la uniformidad de los tipos arquitectónicos y la peculiar fusión entre arquitectura y naturaleza.
La Legendaria Dinastía del Sol.
A este le sucedió Sincha Roca, después Lloque Yupanqui, más tarde Mayta Cápac, y en quinto lugar Cápac Yupanqui.Parece ser que este expandió su dominio fuera del Cuzco y que habría sido el último rey del Hurin Cuzco. En adelante los soberanos de una nueva dinastía tomaron el nombre de "incas" y ya no habitarían el Templo del Sol, sino en palacios construidos en lo alto de la ciudad.
De allí se siguieron los reinados de Inca Roca, y Yáhuar Huacac ("el que llora sangre"), que consolidaron la confederación incaica (Cuzco), frente a un peligroso rival: la confederación Chanca (Ayacucho).
Se cuentan doce grandes emperadores, repartidos en dos períodos: el Antiguo Imperio, hasta el siglo XIV, y el Nuevo Imperio, con el reinado de Viracocha Inca, nombre tomado de una divinidad, que inaugura en glorioso linaje, marca la expansión marítima de los incas hacia las islas del Océano Pacífico. Durante su reinado, los chanca emprendieron la conquista del Cuzco. Urco, el príncipe heredero - vicioso y cobarde - era e menos indicado para afrontar tan grave situación; y el viejo Inca tampoco podía hacerlo ya; así es que dispuso someterse a los invasores. En tan apremiantes circunstancias apareció el príncipe Cusi quien consiguió rechazar a los invasores.
La Fundación del Imperio.
El príncipe salvador sucedió al viejo Viracocha con el nombre Pachacútec Yupanqui (el rey que hacía temblar la tierra), hacia el año 1438 y desde entonces emprendió una serie de conquistas que expandieron y consolidaron su dominio imperial. Aniquilados los chancas, las fuerzas del Inca se dirigieron la cuenca del Titicaca y sometieron a los collas, de raza aymará. De allá volvieron hacia el norte y en rápidas campañas multitud de pueblos fueron reducidos, por fuerza o de grado, al vasallaje. Y aún el reino de Quito y la brillante civilización chimú fueron incorporados en ese tiempo por Túpac Yupanqui, hijo de Pachacútec, a quien sucedería en 1471.
Una prolija planificación aseguraba la victoria de los ejércitos. Se construían caminos y puentes, se instalaban puestos de abastecimiento y fortalezas para las guarniciones de ocupación. En caso de resistencia tenaz el Inca aplicaba el método de los "mitimaes" o (mitmaccuna), que consistía en el traslado en masa de poblaciones recién conquistadas a zonas "incaizadas" de mucho antes. A los pueblos sometidos se les implantaba el culto del Sol, y el runa - "sini" (lengua de los hombres), es decir el quichua, como idioma oficial obligatorio. Los hijos de las familias principales eran trasladados al Cuzco donde se los adoctrinaba durante años para ser leales colaboradores del Inca.
El Tahuantinsuyo.
En la máxima expansión de su imperio Túpac Yupanqui lo dividió administrativamente en cuatro partes ("suyos").
Norte: Chinchasuyo (Gran parte de Perú y Ecuador).
Oeste: Cuntisuyo (Cerca del Cuzco).
Noreste: Antisuyo
Sur: Collasuyo (Bolivia, Chile hasta el río Maule y región andina
Argentina).
Cada "suyo" estaba dividido en "huamanis" (provincias) y estas en "sayas" (partes), integradas a su vez por cierto número de "ayllus" (comunidades familiares o clanes) que estaban dirigidos por sus respectivos "curacas" (jefes).
En medio de este imperio, esta el Cuzco ("ombligo"), con su gran plaza central, toda cuidadosamente embaldosada, y debajo de ella corría un arroyo entubado, sus cales empedradas y sus palacios, en el quizás vivían 200.000 indios. La plaza era el centro del Imperio y por ello los incas habían construido cuatro colosales caminos que partiendo de allí llegaban a los confines del dominio.
Las grandes fortalezas de Paucartambo, Urcos, Limatambo y Ollantay, fijaban y protegían, en los cuatro rumbos, los límites de la ciudad. Se dice que cuando un indio iba hacia el Cuzco, cedía el paso al que procedía de esta prestigiosa ciudad "ombligo", sede del divinizado Inca. La ciudad también de las "Vírgenes del Sol", que hilaban y tejían la lana de vicuña bajo la vigilancia de las "mamaconas".
En el Cuzco, la aristocracia tenía una escuela en la que el "amauta", (sabio) enseñaba el dominio del quichua, de la religión, de los quipos (cuerdas de nudos, como ayuda mnemotécnica) y de otras cosas que eran de saberse. Los discípulos se sometían a difíciles pruebas, y si salían airosos, quedaban iniciados en una minoría privilegiada a la que los españoles llamaron "orejones", por la deformación que les producían los pendientes que llevaban como signo de su grado. Estos eran los colaboradores de Inca.
Cada "suyo" estaba a cargo de un "apo" que integraba el consejo supremo del soberano. Los "quipucamayus" (guardadores de quipos) llevaban las estadísticas con sus cordeles convencionalmente anudados; y los "tucuirícuc" (el que todo lo ve) inspeccionaban las provincias del imperio recorriendo los caminos de tambo en tambo.
El régimen político de los incas era un comunismo de Estado. Todo pertenecía al Inca reinante, que distribuía víveres y vestidos según las necesidades de la población. El indio que trabajaba era mantenido de acuerdo a sus necesidades, y cuando llegaba a viejo o caía enfermo, continuaba disfrutando esos bienes.
El pueblo, que conocía muy bien las técnicas agrícolas del cultivo en terrazas, instaladas sobre desniveles de más de 3.000 m, cultivaba los mismos frutos ecuatoriales y tropicales que los de climas templados, según las altitudes de las plantaciones; este pueblo estaba igualmente dotado para la artesanía, de la que nos han quedado la alfarería y el trabajo en oro como preciosos testimonios.
El Sol era la principal divinidad, así como su esposa, Mama Quilla, la luna, madre de las reinas; estas dos divinidades astrológicas tenían por servidores al planeta Venus y a la constelación de las Pléyades. El dios Pacha - Camac ocupaba la cúspide del panteón del Inca. Los dioses de los países vencidos eran encerrados como rehenes en un anejo del Gran Templo del Sol, en Cuzco.
Los brujos y los adivinos, cuyo papel fue preponderante en la vida política del Imperio Inca, presagiaban el porvenir, de mil maneras, observaciones del movimiento aparente de los astros, investigación de augurios por el vuelo de las grandes rapaces andinas, dispersión de las cenizas, de los fuegos sagrados y configuración de los hígados de los muertos. No era raro que un adivino se apoderara del alma de un enemigo haciendo quemar su efigie: una pequeña muñeca de harina y de manteca.
Bajo de reinado de Viracocha (1395) fue instaurado el culto del emperador y de la emperatriz, su hermana mayor. El culto imperial servía de unión entre todos los pueblos.
De tal modo el absolutismo del hijo del Sol imprimía es esta imperial estructura política, social, militar u económica, una inexorable y eficiente disciplina.
Pero en este estado totalitario existía ya la debilidad que le arrastraría a su caída definitiva.
EL OCASO DEL SOL.
Viejas leyendas anunciaban, en efecto que un día el Sol se oscurecería...
En 1493 el Cuzco celebró la asunción de Hauyra Cápac, su undécimo Inca, cuyo reinado habría de verse perturbado por los alzamientos quiteños. Partió, pues el soberano, a pacificar aquellos pueblos del norte y, después de hacerlo, estimó conveniente establecerse en Quito, donde los sorprendió la muerte en 1525. Uno de sus hijos, Huáscar, que había quedado en Cuzco, se consideró legítimo heredero; y en Quito el otro, Atahualpa, nacido de una princesa quiteña, se creyó con mejor derecho. Esta rivalidad de hermanos derivó en una guerra civil que, si bien le dio el triunfo a Atahualpa, constituyéndose en duodécimo Inca, debilitó la estructura imperial, haciéndola vulnerable a eventuales enemigos.
Mientras Atahualpa (1532) empezaba a disfrutar de su victoria - sin advertir hasta qué punto suelen ser efímeros los triunfos de la fuerza, y que unos hombres procedentes del este lejano serían dueños del país durante siglos y siglos. Cuando España desembarcó en las playas peruanas, los incas estaban divididos entre partidarios de la resistencia y partidarios de la no-violencia. Pizarro se aprovecharía de esta situación y ofrecería al Rey Católico su más bella joya: una colonia cuyo oro habría de enriquecer al viejo continente. Así acabaría el pueblo del Imperio del Sol.
Recomedamos además ampliar información en:
LA AMERICA LATINA DEL SIGLO XVI AL XVII.
Perfil histórico.
Medio siglo después de las conquistas de Cortés y de Pizarro que habían puesto fin a los imperios Azteca e Inca, los españoles y portugueses exploraron y se repartieron América del Sur. Los trabajos de colonización suceden a las hazañas de los conquistadores. Los comienzos no pueden ser más trágicos para los indios, entregados a la insaciable codicia de los colonos en los grandes dominios de las encomiendas, donde ellos se comportan como amos. La corona de España trata de intervenir en las colonias por medio del Consejo de Indias y la Casa de Contratación de Sevilla, que tiene el monopolio del comercio. Religiosos como Las Casas, conmovidos por las desgracias de los indios promueven una verdadera campaña de protesta y son dictadas leyes de protección a los indígenas, aunque apenas si son aplicadas por la resistencia de los colonos. Sin embargo, el sistema feudal de la encomienda desaparece poco a poco. Una nueva administración hace su aparición en los virreinatos de Méjico y Lima. El oro y la plata forman la parte esencial de la riqueza colonial. Las minas del Potosí y del Perú son célebres; en 1650 Lima tiene ya 120.000 habitantes. Son muchos los indios muertos a consecuencia de los trabajos forzados, las matanzas y las epidemias. La trata de negros, que no cesa de aumentar, abastece de mano de obra las plantaciones coloniales. Ciertas Ordenes religiosas, especialmente los jesuitas, luchan por sustraer a los indios de la esclavitud, acogiéndolos en sus "reducciones", inmensos distritos independientes como el Paraguay.