Historia de Salta Güemes |
DISQUISICIONES MÉDICO LEGALES SOBRE EL GENERAL MARTÍN GÜEMES |
Por Pedro Antonio Alvarez
Introducción
En Historia –como ciencia de la realidad social- se exige la verdad, pero el no conseguirla en forma inmediata, no impide continuar buscándola, al contrario, creo que ello sirve para estimular a los historiadores a continuar investigando para llegar a la verdad exigida.
Así, este análisis histórico –desde una visión médico-forense- intenta impugnar ciertas felonías e infamias de algunos detractores y contradecir algunos infundíos contenidos en afirmaciones, maliciosas o no, que atribuyen anomalías y patologías imprecisas al Gral. Martín Miguel de Güemes.
Ya en el año 1817, en una carta fechada el 16 de mayo, el Dr. José Redhead –médico de Güemes y Belgrano- le decía al Comodoro inglés Bowles, entre otras cosas: deja (Güemes) a la calumnia inventar cuantas historias se le antoje (Luís Güemes en Güemes Documentado. Ed Plus Ultra. Tomo 4. pág. 462). Con esto quiero decir, que las ambigüedades y vaguedades que decían y escribían los enemigos de Güemes, dieron lugar a un sinnúmero de malentendidos y de ulterioridades historiográficas difundidas, entre otros, por Mitre y Carrillo y que hoy pueden ser rebatidas documentadamente.
¿GANGOSO?
Son conocidas las contradicciones surgidas de y entre las diversas Memorias escritas sobre la gesta y la persona del Gral. Güemes, como las Memorias Póstumas del Gral. José María Paz, cuando dice: ... Este caudillo, este demagogo, este tribuno, este orador, carecía hasta cierto punto del órgano material de la voz, pues era tan gangoso, por faltarle la campanilla, que quién no estaba acostumbrado a su trato, sufría una sensación penosa al verlo esforzarse para hacerse entender, sin embargo, este orador, vuelvo a decir, tenía para los gauchos tal unción en sus palabras y una elocuencia tan persuasiva, que hubieran ido en derechura a hacerse matar para probarle su convencimiento y su adhesión…(José María Paz en Memorias Póstumas . Ed. Anaconda. Tomo I. pág. 144).
Esta es una aseveración infundada por las razones siguientes:
a) Paz no dice haber conversado personalmente con Güemes, como refiere el Dr. Atilio Cornejo…Habla de sus costumbres, pero no afirma haber conversado personalmente nunca con él, lo que implica que escribe por referencias o de oídas. Se mofa de su voz, pero reconoce que con ella arrastraba a sus gauchos…(Atilio Cornejo en Historia de Güemes, pág. 127)
b) El mismo Cornejo al comentar las Memorias del capitán inglés J. Anthony King, dice que… Por otra parte, llama la atención que ciertos personajes, que conversaron personalmente con Güemes, no hayan notado ese defecto verbal al que se refiere Paz…(A. Cornejo, op. Cit., pág 129).
Acerca de ese defecto verbal que sus enemigos atribuían a Güemes, así como el diálogo citado de King, continúa Cornejo: no deja de asombrar también que el General Iriarte (Tomás de), en sus Memorias, en las que no se escapa ningún prócer ni guerrero de la Independencia de su crítica severa, y en quien se nota su prevención con Güemes, al referirse a su entrevista con el héroe salteño no destaque dicho defecto, y ni siquiera lo mencione ni por referencias. (A. Cornejo, op. cit., pág. 129).
c) En Güemes Documentado su autor sostiene lapidariamente que…Con extraña coincidencia aparecen unas memorias (las de Paz) evidentemente adulteradas a designio, como acabamos de verlo testimoniado por Zelaya, y a la vez se desordena ex profeso el acervo documental del Archivo General de la Nación, acervo en que podría encontrarse la prueba palmaria de tal adulteración, sobre todo en lo que atañe a la malevolencia con que en ellas se denigra a Güemes gratuitamente y como por sistema… (L. Güemes op. cit. Tomo I, pág 293 ss.).
Dejando a un lado el análisis de éstas contradicciones que corresponden más a los historiadores -como ha quedado expresado ut-supra- y retomando el objetivo del trabajo desde el punto de vista médico a través de una explicación orgánico-funcional de la fonación, paso a demostrar lo absurdo del epíteto Gangoso.
El aparato de la fonación está compuesto por:
a) Los pulmones, como depósito de aire.
b) La laringe, como órgano productor del sonido.
c) Las cavidades de resonancias: boca, fosas nasales, senos paranasales y faringe.
Estas cavidades naturales o cajas de resonancias –que son el paso obligado de la corriente de aire expirado- desempeñan un importante papel en la emisión de la palabra articulada, dotando a cada voz un timbre especial de acuerdo a la conformación original de cada una de sus partes integrantes.
Cuando se altera la anatomía de los órganos citados, ya sea por anomalías congénitas, como labio leporino, fisura palatina, nariz en “silla de montar” (deformidad originada por la destrucción de los huesos propios de la nariz en la sífilis congénita), o por patologías adquiridas, como pólipos, nódulos, úlceras, tumores malignos, etc., se origina la voz gangosa o voz nasal (rinolalia), o cualquier otro trastorno en el timbre de la voz.
Por ello cabe preguntarse, si un militar de carrera (como lo ha sido Güemes), podría haber eludido o sorteado los exámenes de ingreso y de ascensos en los Ejércitos del Rey y el Patriota, siendo portador de algunas de las malformaciones nombradas u otras patologías, seguramente que no.
El alta para su ingreso y posteriores ascensos está documentada en los Servicios Militares de Güemes desde su ingreso como Cadete en Salta, hasta su primer traslado a Buenos Aires (1799-1805) y en los Servicios Militares prestados por Güemes en la Capital del Virreinato (1805-1808). (L. Güemes, op. cit. Pág. 43 ss.).
Más aún, corrobora también la inexistencia de anomalías y malformaciones, la iconografía disponible inspirada en los retratos literarios y las descripciones familiares e historiográficos-testimoniales, como las de Juana Manuela Gorriti, Joaquín Carrillo, Vicente Fidel López, Bernardo Frías, entre otros, que describen a Güemes de hermoso rostro de perfil griego, de nariz alta, larga, ligeramente curva, casi recta, de perfil delicado, espaciosa frente y boca delineada con perfección, de talla esbelta, perfecto en sus formas. (Bernardo Frías en Historia del Gral. Güemes , Ed. Depalma. 1972. Tomo III, pág. 468).
En definitiva, no se conocen antecedentes y/o huellas de signos o síntomas que podrían haberlo inhabilitado para su carrera militar. Nos resta solamente volver a interrogarnos, si un gangoso puede ser un buen orador o arengar a las tropas de gauchos y soldados. Indudablemente la respuesta es no nuevamente.
¿HEMOFÍLICO?
En las Memorias del Gral. Paz también leemos: …Nadie lo extrañó, porque le estaba (según se decía generalmente) pronosticado por su médico y amigo, el doctor Redeal (sic). Conociendo éste la depravación humoral del físico de Güemes, le había anunciado que cualquier herida que recibiese le sería mortal… (J. M. Paz, op. cit., pág. 300). Esta afirmación presupone atribuir una enfermedad hemolítica a Güemes. Evidentemente es otro infundio, ya sea por ignorancia o por un interés deliberado de sus detractores, como trataré de refutar médicamente.
La Hemofilia es una enfermedad hereditaria recesiva ligada al cromosoma sexual femenino, caracterizada por hemorragias difíciles de detener (cohibir en medicina), originadas o provocadas por heridas insignificantes. La dolencia evoluciona desde la infancia con notable retardo de la coagulación por falta de una globulina sanguínea. La muerte se produce en el 35% de los casos en el primer año de vida y en el 55% en los 10 primeros años. Si bien es una enfermedad conocida desde la antigüedad, a tal punto que ya en el Talmud se hace referencia a la muerte por hemorragia consecutiva al rito hebraico de la circuncisión, recién en los primeros años del siglo XX se dan los primeros pasos para aclarar su origen y fisiopatología.
Por lo tanto, esta “depravación humoral” endilgada al Gral. Güemes, queda desvirtuada por las razones que paso a mencionar:
a) no existen antecedentes hereditarios y/o familiares de la ascendencia ni de la descendencia del prócer, así lo afirman sus descendientes en Güemes Documentado, cuando dicen que en la numerosa parentela de Güemes no existe ningún caso de hemofilia. (L. Güemes, op. cit., pág. 200).
b) La herida sufrida en la niñez, narrada por B. Frías, que describe los ojos de color pardo, con los párpados superiores llenos, notándose en uno de ellos la antigua ligera cicatriz de cuando niño, que le dejó una caída sufrida del caballo. (B. Frías, op. cit., pág. 468). Sin duda, una cicatriz es secuela evidente de una herida padecida, que para la época habría sido mortal en una persona hemofílica.
c) También es racional deducir que en la activa vida guerrera-militar se está expuesto a sufrir lesiones (aún insignificantes) que para un hemofílico le significa perder la vida. O como la herida de bala que llevó a la muerte del prócer por otra causa, como veremos más adelante, que de haber sido hemofílico le habría sido fatal en pocas horas y no en diez días como ha ocurrido.
Con este análisis, creo que son razones suficientes para desechar otra de las patologías atribuida maliciosamente y sin fundamentos a Güemes.
CAUSA DE LA MUERTE
Es sabido que los cambios terminológicos –y nuevas y mayores terminologías- no obedecen a un deseo caprichoso de reemplazar antiguas denominaciones, sino que nacen y evolucionan a la par de nuevos descubrimientos y avances tecno-científicos. Así, había –y hay- términos usados erróneamente por la insuficiencia científica de los conceptos que se tienen en el momento del pensar teórico.
Para comprender mejor lo expresado tomemos como ejemplo la historia de la evolución del concepto reuma –que ha estado intrincado con el de gota y el de artritis- pero que hoy sabemos que nada tienen que ver con el de reumatismo genuino y que por desconocimiento de su etiología (causa), se le ha dado el mismo significado a esta serie de procesos patológicos que tienen de común los mismos síntomas (fluxión, supuración, fiebre, etc.) y pueden caber dentro de un mismo concepto.
Más aún, esto también tiene una explicación desde el punto de vista semántico, porque los vocablos reuma y catarro –ambos derivados del verbo griego reo, que significa fluir, manar, correr- han dado lugar a calificar de “reumas“a procesos que tenían de común el ser fluxionarios erráticos. Tan es así, que los antiguos franceses designaban al catarro nasal “rhume du cervau” (reuma del cerebro), porque lo creían un fluido de origen cerebral.
Si tenemos en cuenta estas breves consideraciones –o si se prefiere reflexiones- para poder interpretar y llegar a un diagnóstico mas preciso concerniente a la muerte del Gral. Güemes desde la medicina forense, tenemos entonces que aceptar que los conceptos y los términos aplicados en aquellos tiempos hoy deben ser actualizados de acuerdo a los nuevos avances médicos.
Es así como en el Decreto del Gobernador de Salta relativo al Dr. Antonio Castellanos y la causa de muerte del prócer, se puede leer en una de sus partes carcomido por la confluente gangrena del tétano que lo llevo a la tumba (L. Güemes, op. cit., Tomo 11, pág. 200). Se puede decir hoy que se trata de un diagnóstico incierto y dudoso, ya que son dos patologías diferentes, interpretadas como tales para la época por la insuficiencia científica de los conceptos, como quedó ya expresado y como lo especificaré más adelante.
Así también, con el mayor respeto y sin desmerecer el Estudio efectuado por el Dr. Rafael Zambrano sobre las causas médicas que determinaron el deceso del Gral. Martín Miguel de Güemes, precedido por una larga agonía que se prolongó por diez días, que concluye expresando lesión anátomo-patológica pelviana de carácter gangrenoso, disiento con este diagnóstico por las razones que fundamentaré con una aclaración previa: coincido con el Dr. Zambrano en una cuestión, cuando dice: Parece que el único diagnóstico conocido fue formulado por el Dr. Castellanos, que consistía en el de “Gangrena del Tétanos”. Esta expresión no es conocida en patología humana y en la actualidad carece de significado: junta dos conceptos médicos que no tienen relación entre sí…El término “Gangrena del Tétanos” debe ser atribuido, conjeturalmente, a un error de copia o al error de un profano (L. Güemes, op. cit., Tomo11, pág. 200).
Asimismo, coincido con el diagnóstico de Septicemia del Dr. Lucio Cornejo, inferido en las Consideraciones médicas sobre la muerte de Güemes, publicada en la Agenda Cultural del diario “El Tribuno” de Salta el 14/VI/98.
Como queda expresado al comienzo del trabajo, con la finalidad de contribuir a una mejor interpretación histórica y a la luz de los avances médicos, se puede deducir que la patología factible que llevó a la muerte del héroe, ha sido una Septicemia. Las razones que fundamentan este diagnóstico retrospectivo, se basan en las observaciones siguientes:
a) En el año 1821 (año de la muerte de Güemes), no se conocía el concepto de Septicemia (sepsis para la escuela alemana, septicemia para la francesa y la nuestra), este vocablo fue propuesto recién en el año 1874 por PIERRY, incluso desde entonces hasta hoy el concepto ha ido cambiando.
b) En una cultura médica, donde no existía la idea de septicemia, era posible –y justificable-utilizar genéricamente el término gangrena para muchos cuadros infecciosos, especialmente y sobre todo para las originadas por heridas de bala susceptibles del riesgo de transportar gérmenes patógenos.
c) La evolución que ha tenido el proceso patológico de diez días –como consta en los documentos históricos-es compatible con el cuadro de una septicemia, ya que era mortal entre los ocho a diez días, antes de la época antibiótica, en cambio la gangrena tenía un desenlace fatal en 48 horas.
d) La conservación de la lucidez mental –que también surge de la documentación aludida- es compatible con un proceso septicémico, que a pesar de la gravedad, “el enfermo vive su muerte”, como lo expresan y definen los textos médicos.
Y como corolario, invito a observar la famosa obra pictórica que se encuentra en el recinto de la Legislatura salteña, titulada La Muerte de Güemes, donde se aprecia la típica facie de la toxemia séptica en el rostro del prócer, que el pintor Antonio Alice la reprodujo como si hubiera tenido el asesoramiento médico para su ejecución.
NOTA: Este trabajo ha sido publicado en el Nº 26 del Boletín del Instituto Güemesiano de Salta del año 2001 así como en varios medios gráficos además de ser difundido en medios radiales y por primera vez en este medio digital.
El autor de la nota es Médico Forense.