Interinato de Diego de Pacheco |
Por Carlos Ibarguren (h)
El Gobernador del Perú y Presidente de la Audiencia limeña, Licenciado García de Castro, tuvo que nombrar interinamente un gobernante para el Tucumán, en reemplazo de Aguirre. El nombramiento recayó en Diego Pacheco, natural de Talayera de la Reina, paisano, por tanto, de quien iba a substituir. Aparte de las facultades inherentes a su empleo, Pacheco se encaminaba a la provincia tucumana como Juez, para entender en el proceso incoado a raíz del motín contra Aguirre en los Comechingones, y castigar a los culpables.
En ese carácter, dirigióse primeramente el mandatario a Esteco, a la incipiente población de Cáceres, reducto de los eliminadores de Aguirre. Ahí declaró nulas las facultades que ejercían estos motineros. Sin embargo, dada la importancia estratégica del lugar, Pacheco mantuvo en pié el referido asiento, aunque rebautinzándolo, el 15-VIII-1567, como Ciudad de Nuestra Señora de Talavera, en doble homenaje a la Asunción de la Virgen y a la localidad donde él había nacido. En cuanto a los cómplices sobrevivientes de la revuelta comechingona, el Juez los condenó a abonar distintas multas, que debían de pagarse en su equivalente de algodón, y como éste era hilado por los indios, excusado es decir que a los rebeldes no les costó gran trabajo cumplir con la penitencia.
Por lo que hace a Aguirre, tras un largo penar recobra la libertad en Charcas, y, con la confirmación real del cargo de Gobernador en sus manos, que le llegó en medio de sus tribulaciones, emprende la marcha hacia el Tucumán, resuelto a vengarse de sus enemigos. Por el mes de noviembre de 1569 asume allá el mando; en tanto Pacheco evita un choque violento con él, y se ausenta de la provincia por otro camino.
En tren de represalias, Aguirre ordena a su Teniente Tomás González mudar la ciudad de Talavera, fundada por los soldados traidores; quita las encomiendas otorgadas por Pacheco, y las pone "en su cabeza, y otras dio a sus hijos y criados suyos"; destierra a quienes juzga desleales por colaborar con la administración anterior; se despacha públicamente contra el Presidente Ramírez de Quiñones; abofetea y propina "mojinetes" a un clérigo que le trae un mensaje del Obispo; y, más jactancioso que nunca, se acarrea la enemistad de muchos vecinos influyentes, tanto en Santiago del Estero y San Miguel de Tucumán, como en Talavera de Esteco. Un clamor de quejas levanta su conducta. "Arrebatado de pasión por lo pasado, atropello varias cosas contra justicia y cristiandad" - consigna Ruy Díaz de Guzman. Y fue así como el Tribunal inquisidor, ante la suma de arbitrariedades cometidas, pidió al nuevo Virrey Toledo remitiera a don Francisco detenido a Lima, acusado de apostasía.