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Nacido en Salta, aunque algunos biógrafos afieman que nació en Boston - Estados Unidos, en el año 1809.
Era hijo de un boticario de ascendencia noble, de origen escocés, se enroló muy jóven como oficial en el ejército que formaba su tío el gobernador Arenales para la última campaña al Alto Perú. Después pasó, a órdenes del entonces coronel Paz, al ejército que participaría en la guerra del Brasil. Participó en la batalla de Ituzaingó, en la que fue gravemente herido, se dijo que por la torpeza del general Alvear, al ordenarle a su regimiento atacar una posición imposible.
Se caso con María Tomasa de la Trinidad de Toledo y Pimentel, matrona salteña de antigua estirpe y linaje, con descendencia directa en la nobleza española, con el gran Duque de Alba, Fernando Alvarez de Toledo y Pimentel. Tuvieron un hijo, José Maria Todd de Toledo y Pimentel, que se casó con Emilia Gurruchaga y de Silva ( nieta de Pedro Antonio de Gurruchaga y Alzaga ) de muy antigua familia del norte argentino.
Regresó en 1829 a Buenos Aires, y formó en las fuerzas del general Juan Lavalle, cuando éste derrocó al gobernador Manuel Dorrego. Hizo la campaña contra los federales de Buenos Aires en 1829. Después de la caída de Lavalle se empleó en una tienda.
Volvió a Salta en 1832 y se dedicó al comercio. Tuvo una destacada figuración en la Coalición del Norte, en que se le reconoció el grado de coronel. Luchó a órdenes de Lavalle en su campaña de La Rioja y en la batalla de Famaillá. Se exilió después de la derrota y muerte de su jefe, como muchos otros oficiales vencidos.
En 1845 pasó a la provincia de Corrientes y se unió al ejército del general Paz; pero tras el fracaso de la revolución de éste contra el gobernador Madariaga, se exilió en Brasil.
Se trasladó más tarde a Bolivia, donde permaneció hasta 1856, año en que volvió a Salta. Formó de inmediato en el partido federal, al que pertenecían los ex gobernadores Manuel Solá y Miguel Otero, ambos ex miembros de la Coalición del Norte. Fue presidennte de la Sala de Representantes (Legislatura) y ocupó tres veces la Gobernación de Salta, la primera ante la renuncia del Brigadier General Rudecindo Alvarado el 5 de mayo de 1856 por razones de enfermedad. Todd, quien en esos momentos presidía la Legislatura, debió ocupar provisoriamente el gobierno de la provincia. En la segunda oportunidad fue entre el 28 de agosto de 1860 hasta el 28 de octubre del mismo año, la Legislatura lo eligió para completar el mandato de Manuel Solá que había renunciado.
La tercera, cuando la Legislatura, presidida José María Todd en 1861 tenía que elegir gobernador. Al no haber acuerdo entre los legisladores sobre el nombre del futuro mandatario se dispuso la votación. Al haber empate y de acuerdo a lo establecido por Ley era el presidente quien debía desigualar. Así lo hizo expresando con enérgica y clara voz: - “Doy mi voto por el ciudadano José María Todd”. De este modo el ilustre salteño ocupó por tercera vez la Gobernación de Salta.
Se hizo dar los poderes que la constitución reserva al presidente de la Nación, e impuso el estado de sitio. Al salir a campaña contra los unitarios, colocó el bastón del mando en manos de la imagen del Señor de los Milagros, en la Catedral de Salta. Para ridiculizarlo, sus opositores dijeron que había nombrado gobernador a la imagen sagrada.
Suprimió los partidos políticos, autorizando sólo el de la Constitución, que por supuesto identificaba con su propio partido, y dirigió algunas operaciones contra la invasión unitaria.
No se dio por enterado de que la Confederación Argentina había desaparecido por la batalla de Pavón, y se negó a ser desplazado. Tal vez creyó en las ofertas de paz de los unitarios porteños... que en dos meses desplazaron a ocho gobernadores. Como los "liberales" locales se fueron poniendo nerviosos, y amenazaron con pedir a Taboada que los invadiera, huyó a Jujuy en marzo de 1862.
Los unitarios — es decir, los miembros del Club Libertad — ocuparon la casa de gobierno, armados de fusiles, y reemplazaron a todo el personal civil. En una elección limitada, unos 300 miembros de su partido eligieron para gobernador a Anselmo Rojo, en nombre de todo el pueblo de la provincia.
Tras un corto exilio, volvió a dedicarse al comercio, y fue dejado relativamente en paz, aunque varias veces fue acusado, e incluso arrestado, por orden de los Uriburu.
Murió en Salta en julio de 1894.