Felipe de Albornoz |
Por: José de Guardia de Ponté
Caballero de la Orden de Santiago, Gobernador del Tucumán 1627 - 1637. Casó con Francisca Garcés de Heredia, Señora de Santacroche.
El 15 de diciembre de 1631, elevaba un informe al rey de España dando cuenta del Gran Alzamiento de los Calchaquíes, que entre 1627 y 1632 lideró el curaca Chelemín, un digno antecesor de Túpac Amaru.
La causa fundamental de la revuelta fue que Felipe de Albornoz convocó en su sede de gobierno a los curacas de la región, con el pretexto de trabar amistad; pero arteramente los hizo encarcelar y azotar, para luego cortarles los cabellos, afrenta gravísima para los indios.
Con este torpe proceder dio origen al primer gran alzamiento del siglo XVII, que culminó con la destrucción de la Concepción, fundada sobre el Bermejo del Chaco, y también en la dejación de la otra ciudad, la Nueva San Juan Bautista de la Rivera en el Valle de Londres y Quilmivil en 1632; peligró además la existencia de toda la provincia del Tucumán, siendo su salvador el terrible Jerónimo Luis de Cabrera, nieto del fundador de Córdoba.
Lo que sucedió luego aparece detalladamente narrado en el Romance de las seis fundaciones, que publicara hace unos años en Buenos Aires el historiador catamarqueño Juan Oscar Ponferrada:
"La cuestión es que los partes
que van por llanos y cerros
llevan la voz de la injuria
a los jefes de más lejos.
Juan de Chelemín se entera
convocando a sus guerreros;
de él oyen todas las tribus
el clamor de sus ancestros.
De Hualfin a Malpachisco
corren mensajes funestos
y los indios Calchaquíes
salen como un hormiguero.
Van a la estancia de Acsibi
que es un pueblito frontero,
juntan a todos sus hombres,
se los pasan a degüello
(allí muere un franciscano
mientras rezaba por ellos),
apresan cuatro cautivas
y huyen como bandoleros.
Así principió la guerra
llamada el Gran Alzamiento;
guerra dura si las hubo,
guerra sin cuartel ni cuento
que a lo largo de seis años
por los valles y los cerros
dejó la tierra sembrada
de oriundos y forasteros".
Sobre la Gran Rebelión de los Calcha-
quíes, además del Romance de las seis
fundaciones, existe importante referen-
cia en la Nueva Crónica de la conquista
del Tucumán, de Roberto Levillier y en
la Historia de Catamarca, de Ramón
Sosa Olmos.
Heroica y prolongada fue la lucha de los
oprimidos y espantoso el holocausto del
caudillo, Juan de Chelemín, con la mis-
ma pena que mucho después habrían de
imponer a Túpac Amaru. Tal se lee en el
Romance que transcribimos:
"Tres años más adelante
y en golpe de sorpresa
Chelemín cae en las manos
de Ramírez de Contreras.
Este no es menos terrible
de lo que el cacique fuera
y se aviene a dar ejemplo
de su rigor sin paciencia:
A cuatro potros piafantes
le hace atar brazos y piernas.
Cuatro jinetes dolidos
espoleaban a las bestias.
Así muere en el tormento
quien tantos tormentos diera;
descuartizado lo mismo
que las partes de su tierra.
Sin este aguerrido jefe
los nativos se dispersan;
los españoles se juntan
y a sus hogares regresan.
"La guerra ya ha terminado",
grita Francisco de Nieva
que corriendo a los infieles
hasta Fiambalá se llega.
Parece que ha terminado
mas no termina de veras,
pues dos décadas después
los barullos recomienzan".