Gonzalo de Abreú y Figueroa |
Nace en Sevilla, España, 1530 - Muere en Santiago del Estero, 10 de abril de 1581 fue un militar y conquistador español, gobernador del Tucumán entre 1574 y 1580.
Pasaron los gobiernos de mano en mano y pocas veces se experimentó un trastorno tan completo como en esta ocación. Era Abreu un tirano sin remordimientos. Aún no había tomado posesión de su gobierno, cuando ya se proponía ensayar sus iras con el depuesto Cabrera. Pero era preciso encontrarle delitos, y este era el lado por donde este gran hombre era invulnerable. Para los ojos de Abreu su propio mérito hacía su crimen capital. Con todo, en la necesidad de imputarle otro, fingió que la provincia estaba alzada. A fin de darle un aire de verdad a está grosera calumnia, hizo su primera entrada a son de guerra y con aparato militar. No pudo menos de ofender a todos un proceder tal.. Esto dio mérito a Martín Moreno, vecino de Santiago, para que acercándose a uno de la comitiva le dijese: "amigo, ¿entrando a vuestra casa entrais de esta manera? O aquí somos traidores ó vosotros lo sois".
Con un despotismo que asustaba á los ciudadanos, pasó Abreu al ayuntamiento y se hizo recibir violentamente en 1574. Lo primero que hizo contraria a toda ley, mandó secuestrar los bienes de Cabreraque tenía en Santiago, y dejó escapar expresiones que indicaban ánimo de prenderlo.
A los tres días siguientes se puso en marcha para Córdoba, sin omitir diligencia de sorprender á su antecesor. Habiendo este tenido noticias de su arribo, se anticipó a recibirlo con todas las atenciones que pedía la urbanidad. Nada bastó á docilitar esta alma feroz. Inmediatamente lo mandó prender y conducir á Santiago, donde, formado un inicuo proceso, fué luego decapitado. Hecho increíble si no lo atestiguara la verdad de la historia.
Su gobierno estuvo plagada de hechos viles, prisiones, tormentos, muertes injustas, estos eran los espectáculos que daba su bárbaro placer. Viéndose muchos ciudadanos próximos á una desgracia, la evitaron con la fuga.
Luego quizo desviar las miras de los pobladores hacia otro objeto que lo alejaba del peligro. Los principales vecinos de las cuatro ciudades se hallaron convocados para la jornada de Linlín y conquista de Calchaquí. Antes de mover Abreu todo su ejército resolvió registrar el valle por sí mismo. Bien cara le costó la tentativa; porque estimulados los Calchaquíes de su envejecido enojo, le embistieron con tanta furia, que le mataron treinta y cuatro soldados, y lo pusieron al borde de la derrota. Debió salir con vida al socorro de Hernán Mejía de Mirabal. La expedición de Calchaquí no tuvo efecto. Puesto Abreu en el río de Siancas, licenció las tropas santiagueñas, y se quedó con las restantes para fundar una ciudad. De estos soldados desertaron muchos al Perú, con cuya fuga quedó Abreu desamparado. Los bárbaros en crecido número lo atacaron; pero á impulsos de su valor y de la ventaja del puesto hizo vanos esfuerzos y pudo regresar á Santiago.
Otra de sus mortales inquitudes fue el descubrimiento de los Césares, o Trapalanda, A fines de 1578 tuvo acampado todo su ejército en el pueblo de Nonogasta. En este estado se hallaban las cosas, cuando la ciudad de San Miguel del Tucumán imploró auxilio. Los indios Yanaconas, que con la expedición a los Césares había quedado indefensa esta ciudad, dieron de ello noticia a muchos aliados, los que de común acuerdo, resolvieron aniquilarla. Empezó la hostilidad por un fuego voraz, Gran defensor fue el teniente gobernador Gaspar de Medina, quien mató al yanacón Gaulan, quien por su figura había sido preferido para caudillo de aquella empresa. Libre Gonzalo de Abreu de este embarazo, hizo marchar su ejército al descubrimiento proyectado. Trabajos y desengaños fué todo el fruto que de ella recogió. Después de muchos meses volvieron todos persuadidos que la provincia de los Césares no era más que un delirio de una imaginación enferma y acalorada.
De vuelta de esta expedición se dedicó Abreu al gobierno. En 1579 publicó seis ordenanzas, donde fué nada lo que ganó la causa de los indios. Algunos años después fueron abolidas como injustas.
Gonzalo de Abreu y Figueroa fue tiránico, perverso y malvado, su gobierno estuvo plagado de excesos y persiguió injustamente a sus mejores capitanes. Entró al Tucumán como un ejemplar de rectitud y prudencia y salió monstruo de tiranía y crueldades.6 Fue tan atrevido que trataba a los oidores de la Real Audiencia de Charcas como "bachilleres ignorantes".
Su gobierno fue mediocre, era violento, incapaz de autocontrol, atolondrado, sin inteligencia ni grandeza. Una figura siniestra que es la única abominable de cuantas actuaron en la conquista del Tucumán.
El historiador santiagueño Orestes Di Lullo lo calificó como "una calamidad" como militar y como gobernante.