Historia de Salta

Gobierno de Emilio Giménez Zapiola

 

Fué primer interventor federal. Apenas llegado a Salta anunció desde las páginas de Nueva Época: "[...] Las policías serán íntegramente renovadas y ocuparé para ello a oficiales del Ejército. Desde ya puedo decir que llegadas las elecciones el Jefe de Policía seré YO mismo". Acto seguido, declaró en comisión a todos los miembros del Poder Judicial y nombró nuevos funcionarios en su reemplazo, ordenó depurar y ampliar el Padrón Electoral e hizo cesar a todas las comisiones municipales de la provincia. Estas medidas, necesarias, pero tomadas con agresiva intemperancia, provocaron las iras de los radicales y del propio Presidente de la República, quién lo removió de su cargo acusándolo de haber incurrido en "inconcebibles herejías jurídicas".

Una Anecdota:

Un trabajador de la ciudad, don Felipe Eduardo, salteño de 95 años, herrero artístico, recuerda al primer interventor federal, Emilio Gimenez Zapiola, con particular buen humor.

Pregunta: ¿Qué recuerdos tiene de las primeras intervenciones radicales en Salta?

Felipe: El interventor que ha venio aquí era un magnate de la carne, ese Gimenez Zapiola, radical pues. Ese hombre traía un odio concentrao. Era tocarlo nomás pa que reviente ¿no?... Ha hecho dos cosas, ha sacao a todos los comisarios de todos laos y ha puesto oficiales militares

Lo primero que ha hecho cuando se ha percatao de que aquí, en la calle Ituzaingó entre San Luis y Rioja, donde actualmente funciona el Centro de Jubilaos de la Provincia, en las afueras de la ciudad, ahí había un reñidero de gallos.7 El reñidero era un antro de juego donde concurría toda la gente pudiente de Salta, empezando por Patrón Costas y todos esos ¿no?... Allí se apostaban inmensas cantidades de dinero. A veces algunos perdían casas, propiedades y como existía la hombría de bien, el respeto a la palabra dada, no había boletas ni contratos escritos. Decían: bueno... me has ganao, no tengo plata pero tengo la finca. Esta tarde automáticamente pasa a tu nombre con el único compromiso de que cuando pueda juntar la plata me devolvés la finca, previo pago de lo que te debo.

Pregunta: ¿Cómo continuó la cosa?

Felipe: Bueno, entonces lo primero que ha hecho el interventor fue cerrar el garito ese. Ha sacao una orden del juez federal y veinte soldaos se han presentao ahí una mañana, a las once de la mañana, porque aprovechando eso había gente que le gustaba la comida criolla ¿no?... comer sus buenos locros, sus buenas empanadas, esas cosas. Entonces ha llegao él, ha hecho rodear la manzana y ha entrao, los ha encontrao ahí, con las manos en la masa, como se dice, y les ha ordenao que alcen sus gallos. Pero, ¡cómo!.. Sí, sí. Aquí no hay recurso de habeas corpus ni nada, ustedes alcen sus gallos y vienen en fila india al Departamento Central de Policía. Ahí era la penitenciaría que le decían, un lugar tétrico, eso nada tenía que envidiar a las catacumbas de la Inquisición. Y entonces los ha llevao en fila india, contento, como sacándose un gusto personal que él tenía ¿no?... y los ha metio ahí un domingo a la mañana en la cárcel, en los calabozos comunes para contraventores que había, llenos de orina. ¡Adentro! Y si no les gusta agarran una escoba y limpien. ¡Adentro!... Y qué... ha empezao el revuelo pues y como era día feriao tampoco había jueces ni nada. Los ha hecho dormir ahí y al otro día, en la plaza Belgrano, que era como es ahora nomás, solamente un poco más destartalada. Y ahí en la esquina, sobre la calle Sargento Suárez, había una mansión de don Agustín Usandivaras, un hombre político, bastante bueno era el hombre, ha sido intendente de Salta también. Y entonces ha hecho cortar gajos de palmeras y los ha sacao a todos, toda esa crema que había. Todo eso ¿no?... Han salío en fila india con un bombero. ¡Imagínese... con un bombero!... Bueno, les dice, agarren la escoba que hay que barrer aquí.

¡Cómo que barrer!

Hay que barrer, nomás y una patada en los tobillos, así (hace el ademán).

Entonces inmediatamente se han percatao ahí, en el diario, del espectáculo ese que estaban proporcionando. Creo que era el diario Nueva Época. Y entonces han mandao al fotógrafo. Pero no era como ahora que sacan la foto y listo, yastá. No... había que traer la máquina, acomodarla bien y entonces le han preguntao:

¿Quién es usted?

Yo soy el fotógrafo del diario Nueva Época.

Vaya a guardar la máquina y dénle una escoba pa que barra también.

Y los ha hecho barrer a los tipos. Un caso que ha repercutio mucho aquí en Salta en esos años. Eso hizo hacer el Interventor. Después se extralimitó ¿no?... en muchas cosas que han quedao al descubierto. Entonces han tenio que mandar a otro Interventor que se llamaba el Dr. Manuel Carlés. Pero entonces Gimenez salió con su gusto. Y nada de comida, en el catre de lona a dormir esa noche y al otro día el desayuno, que era el mate cocido que le daban a todos los presos.7 

Don Felipe narró con gracia, entre escandalizado y divertido, la anécdota que levantó iras por un lado y risas ocultas por el otro.

Fuente: http://www.portaldesalta.gov.ar/libros/cap2.htm

Fotografías: autorizada su publicación por el Dr. Carlos María Romero Sosa.

 

 

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