Historia de Salta

Entre las batallas de Tucumán y Salta


Durante la persecución, se entablan varios combates con resultados dispares. Zelaya realiza una taque poco afortunado contra Jujuy. Diaz Vélez ocupa Salta momentáneamente. De todos modos, al regresar a Tucumán a fines de octubre, trae sesenta nuevos prisioneros y 80 rescatados al enemigo. Sus fuerzas se incorporan a la columna que marcha detrás de la procesión con que se honra a la Virgen de las Mercedes, que Belgrano nombra Generala del Ejército porque precisamente la victoria de Tucumán se ha verificado en -el día de su advocación. El general en jefe se separa de su bastón de mando y lo coloca en los brazos de la imagen, en el transcurso de la solemne procesión que se realiza por las calles tucumanas.

Belgrano envía entonces un informe al gobierno de Buenos Aires que, como consecuencia de la revolución ocurrida el 8 de Octubre de 1812, está a cargo de un nuevo Triunvirato integrado por Juan José Paso, Nicolás Rodríguez Peña y Antonio Alvarez Jonte. En esa nota, Belgrano señala que es necesario obrar sin pérdida de tiempo. Para la reanudación de las operaciones pide refuerzos de tropas que le permitan alcanzar la cifra de cuatro mil hombres con los cuales considera que podría llegar a los límites del Desaguadero. De ahí que solicite al segundo Triunvirato - que muestra hacia su ejército una disposición más favorable que el anterior - auxilios de tropa veterana, pólvora y dinero.

El gobierno responde que le es imposible enviar las tropas necesarias para completar los cuatro mil hombres requeridos, porque ello comprometería el éxito de la empresa que en esos momentos se lanza sobre la Banda Oriental. Por el momento sólo puede contar con quinientas plazas del regimiento Nº 1, ya en camino, y 180 fusiles de repuesto. Por oficio del 5 de Noviembre, el gobierno sugiere a Belgrano que, ni bien reciba los refuerzos, ataque de inmediato a Tristán antes de que éste sea reforzado o abandone Salta para incorporarse a Goyeneche.

De nada valen las prudentes observaciones de Belgrano, que considera inconveniente llevar la guerra al Alto Perú sin adecuar previamente el ejército a las necesidades geográfico-militares.
En Buenos Aires se estima que hay que avanzar, que el ejército tiene que emprender la marcha en busca de nuevos triunfos aunque esto signifique, según la prudente advertencia de Belgrano, el logro de una victoria pasajera y el probable epílogo de una retirada desastrosa.

Belgrano permanece en Tucumán preparando su ejército hasta principios de Enero de 1813. A fines de diciembre sus fuerzas ya cuentan con un efectivo de tres mil hombres. De ellos, ochocientos corresponden a los refuerzos enviados desde Buenos Aires, pertenecientes en su casi totalidad a los regimientos 1 y 2 de Patricios.

Respecto de las armas y pertrechos, también el segundo Triunvirato es sensible a las necesidades del ejército del norte. En Noviembre le remite a Belgrano 200 sables, 50 pares de pistolas y 150 fusiles. Al mes siguiente, 150.000 tiros de fusil, 9.600 de rifle, 12.000 piedras de chispa, 1.000 tiros de cañón de bala, varios pertrechos de artillería, 25 quintales de pólvora, pantalones, camisas, corbatines y gorras, y un total de 65.000 pesos fuertes.

JURA DE LA ASAMBLEA

El 12 de enero de 1813 se inicia la marcha del ejército patriota. Jornada tras jornada van saliendo de Tucumán, en dirección a Salta, los efectivos de Belgrano. Están correctamente adiestrados y su estado psicológico es excelente.

El punto general de reunión es el río Pasaje, y en previsión de una crecida que impida su paso se lleva de reserva un puente de balsas, formadas con barriles alquitranados. Y mientras Belgrano realiza estas operaciones a septentrión, los bizarros granaderos a caballo, conducidos por San Martín, tienen su bautismo de fuego en San Lorenzo (3 de Febrero), muy cerca de donde Belgrano izó por primera vez el pabellón nacional. La Soberana Asamblea General Constituyente, instalada el 31 de Enero, comienza su mandato con promisorias esperanzas militares.

El 9 de Febrero, comienza el ejército de Belgrano a vadear el río Pasaje y el 11 queda concluida la operación sin que sea necesario usar el puente portátil. Dos días después, el 13 de febrero, en la margen norte del río, el ejército jura lealtad a la Asamblea General que acaba de iniciar sus sesiones en Buenos Aires. Belgrano manda desplegar nuevamente la bandera celeste y blanca. Entonces, desenvainando su espada, se dirige a las tropas y señala la bandera:

- Esta será la nueva divisa con que marcharán al combate los defensores de la Patria.

En seguida presta el juramento de obediencia a la soberana Asamblea y lo toma individualmente a los jefes de cuerpo; luego interroga a la tropa con la fórmula prescripta por el gobierno y tres mil voces repiten al mismo tiempo:

-¡Sí, juro!

Entonces Belgrano coloca su espada horizontalmente sobre el asta de la bandera, mientras desfilan sucesivamente todos los soldados para besar uno a uno aquella cruz, sellando con su beso el juramento que acaban de prestar. Concluido el acto, Belgrano hace grabar, en el tronco de un árbol gigantesco que se levanta sobre la margen del río, la inscripción Río del Juramento, nombre que desde entonces lleva el Pasaje.

Extraido del Portal: www.historiadelpais.com.ar


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