Por Andrés
Mendieta
Comentaba
uno de los más grandes poetas mendocino del siglo XX, Alfredo
R. Bufano, que “para ser caudillo de pueblo de tierra adentro,
es necesario reunir condiciones que todos los hombres poseemos”.
Esas cualidades en el universo de la política como en el
quehacer ciudadano y empresarial las reunía Ricardo Joaquín
Durand, aquel salteño que se ganó la voluntad del
pueblo que lo llevó a ocupar funciones legislativas y en
dos oportunidades a la gobernación de Salta, gestión
que no pudo concretar por golpes militares.
Lamentablemente con el
correr del tiempo esos talentos se fueron herrumbrando en el olvido.
Como “caudillo”
tenía en claro que llegar al poder debía afrontar
múltiples situaciones: coincidencias, conflictos, logros,
frustraciones, etc. Todos estos contextos tenían como destinatarios
al hombre, sujeto y objeto de la política.
El hijo de María
Guasch Leguizamón y de Alberto Durand Salletes, nacido el
8 de abril de 1916, de origen radical participó en la fundación
del Partido Laborista y para las elecciones de 1946 apoyó
a la candidatura del general Juan Domingo Perón junto con
el partido Radical Yrigoyenista, posibilitando ambas agrupaciones
la constitución del Partido Justicialista.
El doctor Durand por los
“laboristas” llegó a ocupar en dos oportunidades
la banca de diputado provincial y por el “peronismo”
la intendencia de Rosario de Lerma. En el año 1950 resignó
su cargo de senador para ocupar la cartera de Economía durante
la gobernación de Oscar Héctor Costas y Carlos Xamena.
El 4 de junio de 1952 asumió el cargo de primer mandatario
de la provincia mandato que concluyó abruptamente al producirse
la denominada Revolución Libertadora, siendo reemplazado
por el jefe accidental del Comando de la V División de Ejército
teniente coronel Arnoldo Oscar Pfister.
Con anterioridad de restablecerse
el sistema democrático en la República y ante los
momentos difíciles por la que atravesaba el peronismo -proscrito
por el régimen militar mediante el decreto 4151- Durand procedió
a constituir una nueva fuerza política conocida como Movimiento
Popular Salteño.
Ante el llamado a elecciones
se presentó como candidato a gobernador con un programa populista
apoyado en su propio carisma personal y capacidad oratoria. Su objetivo
principal era la construcción de una red caminera y de viviendas
que beneficiaría tanto la clase media como a la más
necesitada. Propugnaba, además, importantes reformas en el
ámbito social, garantizando los derechos laborales y la obligatoriedad
de la enseñanza primaria. Esta política desarrollista
motivo que a Durand se lo llamara popularmente como el “gobernador
hornero”
Por su interés en
la búsqueda de abrir nuevos mercados con el exterior, vía
Pacífico, impulsó el intercambio comercial mediante
ferrocarril Huaytiquina (C-14) el presidente trasandino Jorge Alessandri
Rodríguez lo condecoró con la “Orden al Mérito”
y, con posterioridad, lo distinguió el reino de Bélgica.
Ricardo Joaquín
Durand siempre fue un hombre respetado muestra de ello que hasta
momentos antes de encontrarse con la muerte era consultado por ciudadanos
pertenecientes a diferentes extracciones políticas dado que
en él se encontraba al político de raza (su padre
fue senador en 1946), al jurisconsulto, al empresario y al amigo,
ocasionalmente adversario y no enemigo, al igual que un ejemplo
de jefe de familia.