Esta
anécdota – parte de nuestra historia, es el cabal ejemplo
de desorientación y porque no decir también la ignorancia
que parte de la arrogancia porteña.
Este suceso transcurrió
el 25 de Mayo de 1811 en Tiahuanaco para celebrar el aniversario de
la Revolución de Mayo, pero paso a transcribirles a Frías
:
".... Eligió así Castelli
lugar tan imponente para lograr más grandes los efectos en
el acto que meditaba realizar; porque allí revivían
las grandes tradiciones, y la opresión sería sentida
mas hiriente con la ternura de los recuerdos, viendo aquellos pueblos,
congregados allí en asamblea, como se ligaban dos épocas
de su historia, aquella de una patria antes poderosa y libre, y ésta
otra del reinado de la igualdad, cuya rosada aurora parecía
amanecer, al fin, en el seno de aquellas ruinas veneradas, de aquella
ciudad santa; sede que en otrora había sido del esplendor,
del poder y de la gloria de sus antepasados. Hasta la misma cercanía
del sagrado lago Titicaca, en el seno de cuyas aguas había
engendrado el sol, según la leyenda, a Manco Capac, primer
rey y padre civilizador del pueblo peruano, daba motivos para que
se rodeara el espectáculo de sublime y melancólica grandeza.
Castelli allí, subiendo a ocupar aquella majestuosa tribuna,
en medio de los pueblos de indios congregados a propósito,
hizo la solemne proclamación de sus derechos en nombre de la
Junta de Buenos Aires; pintándoles al terminar, en lenguaje
estudiado y vehementísimo, cuáles eran los abusos y
las crueldades del despotismo que ya conocían, y cuales los
beneficios de la libertad que él venía a traerles; y
es fama que hecho lo cual, les preguntó, aguardando proclamaran
por unanimidad sus banderas democráticas :
"Ya habéis visto los males y los bienes que os ofrecen
el uno y el otro sistema; pues bien, ahora decidme vosotros : ¿qué
quereis?". Y la indiada, a coro, le respondió en su mala
jerga y recordando lo que tenía costumbre de que se le diera
en todas sus fiestas y reuniones : "¡Abarrente,
tatay!" (Aguardiente, señor)". ¡¡El
ilustrado revolucionario, que sin duda lo fue, no había logrado
entender ni hacerse entender por los desposeídos!! Y mientras
realizaba ese imponente y patético acto, Goyeneche se rearmaba
y lo aplastaría pocos días después en Huaqui,
perdiendo los argentinos para siempre el Alto Perú...".