urante varios días el Gobernador Matorras, el cacique Paykín y otros 7 caciques generales tobas y mocovíes, discutieron lo términos de un tratado de paz que pusiera fin a las hostilidades entre aborígenes y españoles. El día 29 de Julio se firmó este histórico documento que constaba de once artículos precedidos por invocaciones a la religión católica. Por los caciques lo hizo el protector de indios Antonio Caro, conocedor de las lenguas indígenas. El tratado de paz reconocía a las naciones aborígenes el señorío sobre los territorios que ocupaban, por haber sido de sus antepasados y por ser su hábitat natural, fuente de recursos alimenticios y de abrigo, cláusula ésta que conserva su plena vigencia en la actualidad. Además se les reconocía su condición de seres libres, no sujetos a esclavitud ni encomienda; el derecho de pedir reducción en el lugar que considerasen más conveniente y a contar con curas doctrineros. Matorras se comprometía a mediar ante las autoridades de Santa Fe y Corrientes para logar la paz con el cacique abipón Ichoalay, en el conflicto que éste mantenía con Paykín y los caciques que lo seguían. Los caciques, por su parte, debían obedecer a las leyes españolas y ante cualquier agravio plantear sus reclamos por intermedio de los protectores nombrados al efecto.