¿Donde iremos
a parar?
Boliche
Balderrama......, un lugar de ensueños para los salteños
nostalgiosos, que sin darse cuenta la popularidad del mismo nos
quitó el lugar del encuentro, momentos que no tenían
tiempo ni espacio y se producía a cualquier hora y no nos
extrañaba que allí estuviera el amigo que ayer dejamos
con una copa paga, en la espera de otra más, sin percatarse
de cuanto tiempo había transcurrido. La permanecía
en el lugar por los personajes que allí se daban cita, sin
apuros ni compromisos, era tan agradable como cautivantes.
El Boliche Balderrama, que si fue grande, (y lo es aún) es
gracias al aporte de cada uno de los que allí estuvimos en
su momento, haciendo y siendo parte de su historia.
Primero fueron los obligados Cocheros con sus largas noches, en
la espera de un pasajero, quienes sin darse cuenta convocaron a
los bohemios trasnochadores, que para matar las horas de insomnio
adoptaron el lugar como el rincón obligado para aguardar
al nuevo día, cosechando sin proponérselos, amigos
circunstanciales que casi siempre allí se encontrarían.
Así se mezclaron cocheros, lustrabotas, médicos, empleados,
changarines, abogados, comerciantes, empresarios, poetas, guitarreros,
y cantores espontáneos, inmiscuidos entre los que no tenían
destino, cada uno viviendo “su noche de bohemia”, confundidos
dueños y parroquianos en el convite de copas sin precios,
que se invitaban para no ver partir al amigo narrador de anécdotas
cautivantes y sin fin, historias increíbles y confesiones
intimas, o al guitarrero de amplio repertorio, junto a voces talentosas,
que no les hacía falta el acompañamiento musical para
dejar florecer al dormido artista que tenían adentro, junto
a poetas populares, que sin querer encontraban allí sus inspiraciones.
Uno de ellos, en una servilleta escribió unos versos dedicado
al lugar y a los dueños de esta noble cantina, como agradecimiento
a las atenciones recibidas, estos versos, que emocionaron esa noche
a los tres propietarios, durmieron en un cuadro hasta que el talentoso
músico le regaló su melodía y aparentemente
allí terminó la cosa......
Con Mercedes Sosa
La música y los versos que tienen por costumbre peregrinar
por caminos insospechados en los repertorios de los cantores sin
destinos, llegaron (en un país extraño) a una intérprete
que imaginó, por la letra, el inaudito lugar, fascinándola
hasta conmoverla que la incluyó en su repertorio. Y con que
cariño grabó este tema “Zamba de Balderrama”,
sin sospechar si quiera, que daba una nueva vida al viejo boliche.
Su canto y su letra por la popularidad de la artista, viajaron sin
descanso e invitaban a otros pares a incluirla en sus repertorios,
multiplicándose la historia de este tan misterioso y fascinante
lugar, que ya todos querían conocer, de esta manera se convocaban
cientos de personas para vivir una noche “a orillitas del
canal”.Estos extraños visitantes que solo por saciar
su curiosidad buscaban en el recinto a los inspirados poetas, a
los músicos sin sueños, al cantante incógnito,
al cochero que acompaña, a los trasnochadores, a la bohemia
y hasta el lucero del alba, que justamente por la invasión
de ellos, ya no existían en el viejo boliche, pues…,
asediados por los curiosos, emigraron sin destino y perdiéndose
en el tiempo de las noches de Salta, que ya para ellos en “a
orillitas del canal”…, se apagó Balderrama.
Manuel J. Castilla en Balderrama
Los nuevos habitantes, todos transitorios, solo podrían contemplar
el lugar como un Museo, lleno de recuerdos imperceptibles para ellos,
con sus paredes sin revoques, piso de ladrillos, techo de chapas,
un gastado mostrador y una reliquia de estantería, muda testigo
de la transformación, que gracias a ellos, el viejo cajón
del dinero cambió por una registradora que resultó
ser chica, ya que sus instalaciones poco a poco y solo por el afán
de hacer más sus dueños, aprovechando a los curiosos
turistas que dejaban su dinero sin medirlo, el “Boliche”
se transformó en una clásica “Peña para
Turistas”, con paredes tapizadas de cuadros con recuerdos,
cambiando ladrillos por cerámicos, chapas por telgopor, maderas
por fórmicas, bombillas por fluorescentes, apareció
hasta un escenario, incluidos micrófonos y reflectores, privándonos
a los bohemios para siempre de.., El Boliche Balderrama. Ese….,
al que dedicara su musa el poeta.
Jorge Cafrune
Los que tuvimos la suerte de vivir aquella tasca, institución
salteña donde se fomentaba la camaradería, la fraternidad,
el alterne, era nuestro confesionario, donde el reloj no nos servía
pues bastaba escuchar a Don Juan Balderrama decir: “Por favor
muchachos vallasen, tenemos que cerrar, ya es hora de abrir”,
al ver esta transformación no nos quedaba más que
secarnos unas lágrimas, la nostalgia invade nuestros sentimientos
y mientras lloramos lo perdido, los dueños (ahora “nuevos
ricos”) sin sentirlo cambiaban su destino, ya no atenderían
a curdas sin dinero, Celestino Balderrama, ya no serviría
milanesa o locro pulsudo a los cocheros, Doña Daría
Balderrama, no cocinaría su rica sopa de gallina o el picante
de panza, Don Juan preocupado ahora por la falta de espacio para
meter mas gente, se olvido de convidar una copa al narrador de las
fascinantes historias, ya que todo a partir de entonces sería
nuevo, donde no caben los bohemios trasnochadores, poetas o guitarreros,
el cochero cabizbajo se fue tristemente, con su coche, sin pasajeros
a paso lento, por el camino incierto de la noches de Salta, para
ser hoy..., solo un recuerdo.
Alguna vez el músico que regalo su talento, en este local
fue desconocido, tanto…., que tuvo que pagar su vino a precio
turista con espectáculo incluido, y como todos los que sintieron
el lugar como suyo....., se fue muy triste preguntándose:
¿Donde iremos a parar, donde? Para esperar…a el lucero
del alba?
El Muñeco Pepito
17 de Abril de 1981
Coincidencia: El poeta Hugo R Ovalle en los
50 años de Balderrama, dijo, refiriéndose al boliche:
La Zamba, mato al Boliche Balderrama