Historia de Salta |
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Arturo S. Torino |
Por Zulema Usandivaras de Torino
Nació en Salta en 1874, una SAlta que al terminar el siglo alcanza los 20.000 habitantes. Es apenas una aldea grande, la verdadera ciudad se centra alrededor de la plaza 9 de Julio, extendiendo su radio hasta las actuales vías del F.F.C.C., hasta allí, apenas llega por lo que hoy son las calle Mitre, Zuviría y Balcarce, con modesto caserío. El límite Sur es el río de Arias, con edificación desde las calles Pellegrini hasta Alberdi. Por el oeste alcanza el Molino de Patrón, Alvarado, Caseros y España. El N.E. queda limitado por la zanja del estado. Era patriarcal, con una sociedad austera, parca en gastos y exigencias sociales. Cuna de muchos hombres ilustres que, buscando espacio para desarrollar su talento, dejaron el plácido valle, escondido en las azules serranías, y hubieron de actuar en Buenos Aires, para procurar que su tierra ocupara un lugar preponderante en ese limitado escenario en que se iba consolidando la Nación Argentina, con el concurso de los hijos de las provincias, apartadas por la distancia y la falta de comunicación.
Así, aquel niño, que quedó huérfano a los seis años, que hubo de vivir bajo la tutoría del esposo de su hermana mayor: D. Miguel Ortiz, un destacado salteño. Aquí ha adquirido los principios elementales, que van a ser la base de su sólida instrucción. No pensemos que va en desventaja con los estudiantes de la capital. Ha tenido maestros esforzados, con gran vocación de enseñar. Le han inculcado conocimientos en ciencias, sin descuidar el latín, esa llave de la sabiduría, ahora ya casi olvidado. Ha elegido el Derecho. Quiere estar bien preparado para la acción pública, tiene inquietudes políticas.
A los 24 años obtiene, con apenas diferencia de días, los títulos de Abogado y de Doctor en Jurisprudencia, en la Universidad Nacional de Buenos Aires (1898). Le duele la ausencia, pero se ha formado. Ahora comienza su carrera, va a iniciarse como Fiscal de la Gobernación de Neuquén (1899-1902). Ejerce en Buenos Aires su profesión de abogado. Cuando regresa a Salta, aquí abre su estudio y contrae matrimonio en 1913, con María Fany Ovejero González, hija y nieta de gobernadores. Sus hijos son Arturo y Sixto, también el primero de destacada actuación: Legislador provincial, Intendente Municipal, Ministro de la Corte de Justicia y Fiscal de Gobierno de la Provincia de Salta, entre otros cargos. Sixto muere joven, mientras se desempeñaba como Juez de primera instancia en el foro local. Ha formado su clientela y ha adquirido sólido prestigio, cuando es llamado a Buenos Aires para desempeñarse como Director del Barco Hipotecario Nacional. Las importantes vinculaciones adquiridas en la Capital siguen vigentes; tiene amistad con el propio Presidente: lrigoyen. Así, cuando se ha de intervenir la provincia de Salta, tras un lamentable conflicto de poderes, en el que la legislatura salteña hace juicio político a su gobernador, el Dr. Torino es designado Interventor Federal. Su gestión es corta (del 12-11- 1921 a 01-5-1922), pero fructífera. Ha logrado apaciguar los ánimos, y ha podido convocar a elecciones libres, de las que surge un importante período de normalidad y progreso. Finalizado ese período, retoma su cargo en el Banco Hipotecario Nacional, y más tarde regresa definitivamente, para seguir ejerciendo la profesión en su tierra natal, donde también ha desempeñado importantes funciones: Presidente del Concejo Deliberante Municipal, del Supremo Tribunal de Justicia, Director del Banco de la Provincia. Su actuación pública termina en el año 1930, cuando Salta es intervenida, al producirse en Buenos Aires la Revolución del 6 de setiembre. Hasta entonces era miembro, por segunda vez, del Alto Tribunal de Justicia. Ahora va a dedicarse a la atención de su propiedad agrícola-ganadera "La Lagunilla", y lo hace con el mismo entusiasmo y dedicación que ha puesto en todas sus tareas, pero ya es dueño de su tiempo, y la tranquilidad del campo propicia para la meditación. En ningún momento ha dejado de cultivarse. Gran lector, dotado para escribir, está siempre en contacto con los círculos literarios de la época. Gran amigo del poeta Juan Carlos Dávalos, con él sostiene largas y profundas charlas. Se inclina particularmente por la Historia y le preocupa la institucionalización del país. Ya en 1937, cuando el Exmo. Señor Arzobispo de Salta, Mons. Roberto J. Tavella "Respondiendo a las sugestiones de su propio espíritu y a las del ambiente ... pide" a los señores: General don Ricardo Solá, al Dr. Atilio Cornejo, Dr. Arturo Torino y Pbro. Miguel Ángel Vergara, que le informaran acerca de la conveniencia de la formación de un instituto de estudios históricos de Salta", el Dr. Torino, a los sesenta y tres años de edad, podía ya dar testimonio personal de muchos y trascendentales acontecimientos de fines del siglo pasado y de tres décadas del presente. Había llegado a conocer a Sarmiento; personalmente a Mitre, al Gral. Roca y muchos otros prohombres - diría- de aquella edad de oro en que surgió nuestra nacionalidad. Ameno conversador, de palabra fácil, pródigo en anécdotas; aportaba sus recuerdos propios y el rico acervo de tradiciones, de las que ha sido siempre depositaria la familia Solá, durante varias generaciones. Era hijo de don Zenón Torino Santibáñez y de doña Francisca Solá Chavarría (hija de don Manuel Solá, gobernador de Salta y jefe de la liga del Norte contra Rosas). He tenido oportunidad de escuchar al Dr. Torino, haciendo referencias a acontecimientos que que se sucedieron en el devenir de la historia de Salta, con detalles que no están consignados en libros y que sólo se trasmitieron en forma oral, y gracias al afán de hacer perdurar en las memorias lo que va borrando el tiempo. Basándose en estos conocimientos escribía sus apuntes, pero no los publicó. Fueron pocos los trabajos que entregó a la imprenta: LA CONSTITUCIÓN Y LA LEY ELECTORAL (1947), EL CONGRESO Y EL PODER EJECUTIVO (1948), LAS PROVINCIAS, EL PUEBLO Y SUS REPRESENTANTES (1948). Tiene un estudio muy interesante, que aún podría tener vigencia. Lo escribió con el propósito de contribuir a la concreción del entonces proyectado Ferrocarril Internacional de Salta a Mejillones o Antofagasta (Imprenta C.A. Curto y Cía. -Alsina 1352 - Buenos Aires, Año 1907). Tomó sus impresiones de un viaje que hizo a Chile, donde permaneció diez meses en las ciudades de Santiago, Valparaíso y Antofagasta. Trabajo en el que ha tratado la cuestión bajo el punto de vista económico, político-social. Recordemos también su tesis sobre "Breves comentarios al Código de Minería (Ed. Bs.As. Imprenta de Castex y Halliburton. Año 1898). Nunca perdió el estilo jovial y afable que lo caracterizaba, no obstante el dejo de tristeza que le quedó desde la muerte del hijo joven. Conoció la niñez de algunos de sus nietos. Murió en Salta el 19 de abril de 1951. Fueron sus hermanos: Zenón y Julio C. Torino, Dolores Torino de Ortiz y Francisca Torino de Güemes.