Por Oscar Nella Castro (1985)

La figura de Don Andrés Mendieta se asocia en mí con una serie de imágenes deshilachadas por el tiempo, cuando siendo solamente un niño transitaba los pasillos de "El Intransigente", como un anticipo de la profesión que abrazaría después.

Lo veía detrás de su escritorio, cada vez que pasaba a buscar a ese maestro de periodistas que para mí fue Enrique Arana, su amigo inseparable.

Don Andrés mostraba la característica de su rostro serio, casi impenetrable, donde campeaba una concentración permanente.

Pero tenía también el tiempo suficiente como para cruzar un saludo conmigo, cordial o deferencia que yo reconocía como un inmenso regalo.

Me sentía orgulloso de que él, siempre ocupado, siempre pendiente de su trabajo, tuviera un gesto que –ahora me doy cuenta- dejara traslucir su innegable calidez humana.

Los argentinos y chilenos que viajaron a Antofagasta (Chile) en defensa del intercambio comercial entre los países trasandinois (1949)

Era tanto su amor por el diario –y lo sigue siendo- que a veces pienso que su sangre lleva un poco de tinta; que las matrices de las linotipos también lo moldearon como a una letra más y convirtieron en parte de una imprenta, o que el grito callejero de "El Intransigente" tiene un resto de su voz cansada.

Ahora que cumplió 75 años –cincuenta entregados generosamente al periodismo- uno lo compara con las actuales generaciones y piensa si éstas tendrán posibilidades de dar tanto a algo que empieza como un entretenimiento y termina convertido en una pasión.

Porque esa sería la palabra justa para usar con Don Andrés, pasión.

El contralamirante Isaac Rojas, en su calidad de visitar a Salta como presidente interino junto a Andrés Mendieta

No otra cosa fueron su ejercicio diario, su entrega total, su preocupación y su cariño.

Definirlo no resulta fácil, porque va mucho más allí de una simple vocación de servicio o de una tarea cumplida por el valor relativo de su remuneración.

Junto al Embajador Argentino en Estados Unidos y Cuba, Dr. Honorario Pueyrredón

El periodismo, si se lo siente, como el de Don Andrés. Dedicación y esfuerzo; entusiasmo y serenidad; ; intensidad y renunciamiento. Una suma de días y años que no conocen el cansancio ni depresiones.

El, que escribió tantas, hoy es noticia. Pero noticia grata. En la tranquilidad de su hogar, lejos ya de los azarosos trajines cotidianos, sentirá que le falta algo pero tendrá que repasar mentalmente la crónica de su vida.

Con el Diputado Nacional Silvano Santander y David Michel Torino

Lo hará con la misma minuciosidad de siempre, pero por primera vez se verá obligado a dejar de lado su objetividad para emitir un solo juicio, el que lo defina a él.

Y estoy seguro que se inclinará por decir que se siente feliz por lo que ha hecho, que es mucho más que haberle entregado a la profesión todas las horas de su vida, ya que incluye la fundación de una verdadera dinastía periodística de la que él es profunda cepa.

 

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