la llegada de Francisco de Aguirre se ausentaron -regresando al Perú- veinte españoles que habitaban la zona, más dos frailes y el mismo Juan Núñez de Prado. Otros tres fueron ejecutados por orden de Núñez de Prado. El remanente de cuarenta y tres hombres sumado a los sesenta que trajo Aguirre implicaba que en esa fecha habitaban la nueva fundación ciento tres españoles, a los que podría reconocérseles como primeros vecinos. De ese número se identificaron a las siguientes personas:
Francisco de Aguirre, Juan de Santa Cruz, Martín de Rentería, Sánchez de Vargas, Hernán Mejía de Mirabal, Juan Cerrada, Juan Núñez de Guevara, Rodrigo de Palos, Miguel de Ardiles, Juan Rodríguez, Juan Vásquez, Juan Serrano, Melchor de Salinas, Luís de Gamboa, Muñoz de Illánez, Pedro de Rueda, Martín de Mojica, Juan de Cusio, Lope de Ayala, Antonio Berú, Baltazar Barrionuevo, Luís Gómez, Julián de Umaraán, Diego de Torres, Rodrigo de Aguirre, Gaspar de Medina, Francisco Baldenebro, Diego Carmona, Miguel López, Juan Hurtado, Blas de Rosales, Lorenzo Maldonado Diego, Julián Sedeño, Andrés de Herrera, Juan González, Alonso de Orduña, Rodrigo Fernández, Domingo Pérez, Bartolomé de Mansilla, Nicolás de Garnica, Pedro de Cáceres, Rodrigo de Quiroga, Gonzalo Sánchez Garzón, Santos Blásquez, Juan Rodríguez Juárez, Antonio Álvarez, Francisco de Caravajal, García Sánchez, Pedro Jiménez, Juan Pérez Moreno, Alonso Abat, Cristóbal Pereyra, Luís de Luna, Alonso de Villavicencio, Pedro Palos, Andrés Martín de Zabala, Nicolás Carrizo, Pedro Núñez Roldán, Juan Cano, Pedro de Villarreal, Alonso Díaz Caballero, Pedro Ruiz de Ahumada, Francisco Pérez, Andrés de Valenzuela, Juan Gutiérrez, Alonso de Contreras.
Sufrió un amotinamiento de partidarios de Nuñez de Prado que conspiraba contra Aguirre desde Perú. La revuelta fue sofocada. Se abrió luego una importante vía comercial con el Alto Perú y se fomentó la producción agrícola.