Lic. Christian Vitry
Los nombres geográficos que estamos acostumbrados a oír y repetir inconscientemente, expresan la relación existente entre el hombre y la naturaleza, en el más amplio sentido del término, atesoran una historia pasada que no es fácil descubrir.
Entendiendo el significado toponímico podemos tener una idea de las características del terreno, indagando además sobre los semblantes de las culturas desaparecidas, desde aspectos básicos como la alimentación, domesticación, hasta los más complejos relacionados con la organización social y religiosa. Por ejemplo, en la lengua de los Incas el topónimo "Yacochuya" nos está indicando la presencia de un río de agua cristalina; "Curamayo" quiere decir río importante, grande; "Cachiñal" (originalmente cachiñan) camino de (la) sal; "Muñano" (originalmente muñayoc) lugar donde hay muña muña (vegetal altoandino); "Incañan", "Ingañan" o "Encañan" camino del Inca; "Incahuasi" casa del Inca; "Chuscha" pata de animal desde la rodilla para abajo; "Chañi" (o Chani) significa importe, precio o valor. Lo que vale una persona o cosa.
Para la ya desaparecida lengua kunza o diaguita atacameña: "Antofalla" significa donde muere el sol o sepultura del sol; "Arizaro" alojamiento o residencia de los cuervos o cóndores; "Chuculaqui" muy luchador; "Arakar" lugar de osamentas; "Caipe" boca; "Silla" Llama; "Tecar" frío; "Tul tul" noche; "Cauchari" cerro overo; "Oire" tierra; "Catua" roca, peña. "Salin" hermano/a.
En los pocos topónimos citados podemos apreciar la vinculación existente, tanto con los elementos de la naturaleza, como con los sociales. En algunos casos se puede realizar una analogía directa, ya que no existen dudas respecto a su significado y además lo podemos comprobar directamente con los sentidos, como cerro overo, camino del inca, agua cristalina, etc.; otros, en cambio, son más abstractos y representan un sutil hilo de unión con el pasado, tal es el caso del topónimo Cachi, el cual posee tanto significaciones concretas, como abstractas de alto contenido simbólico.
Nevado de Cachi
El gigante calchaquí, ubicado en el extremo oriental de La Puna, posee una variada gama de posibles interpretaciones toponímicas. La etimología indica que proviene de la lengua utilizada por los antiguos diaguitas de estos fértiles valles, esto es, el cacán. KAK significa peñón, piedra, roca, y CHI o CHIN: silencio, soledad. Entonces las variadas traducciones se refieren al nevado como "blanco peñón de la soledad", "peñón frío" o "peñón solitario". Proveniente de una lengua emparentada con el cacán (el kunza o diaguita atacameño), observamos que la palabra ckacktchi significa "bueno", "agradable", "placentero"; haciendo esto alusión -quizás- al lugar donde se emplaza el pueblo de Cachi, ya que la montaña adquiere el nombre del lugar desde donde se la observa con soberbia imponencia. La misma lengua kunza nos aporta otra posible etimología, ya que la palabra CKATCHIR quiere decir "chicha de maíz". Cabe recordar, que las condiciones para el cultivo de ese vegetal son óptimas en la comarca.
Otra etimología deviene del Quechua, cuyo significado es el de SAL. A modo de interpretación se puede decir que, desde las serranías altas del nevado se observa hacia el Oeste el salar de Pastos Grandes y otros más pequeños. Es posible que algunas abras (pasos de altura) hayan sido utilizadas para el "comercio" o transporte de la sal en tiempos pasados; de hecho, las mismas abras fueron usadas como paso del ganado a Chile en el siglo XIX.
Una tercera versión, sugerida por el Lic. Carlos Gregorio Romero Sosa (1997, comunicación personal), es la que Cachi haría referencia a uno de los principales mitos sobre el origen de los Incas, esto es, el de los hermanos AYAR. Recordemos que uno de los cuatro hermanos varones salidos de una de las tres ventanas (Sutic) del cerro Tambotoco, se llamaba AYAR CACHI. Cuenta la historia que sus hermanos se deshicieron de Ayar Cachi por temor a ser dominados por él debido a su fortaleza y poderes mágicos. Al respecto el cronista Juan de Betánzos en su obra titulada "Suma y Narración de Los Incas" (Cap. III) relata "...y subiendo un día al cerro de Guanacaure para de allí mirar y devisar donde fuese mejor asiento y sitio para poblar; y siendo ya encima del cerro, Ayar Cache, que fue el primero que salió de la cueva, sacó una honda y puso en ella una piedra y tírola á un cerro alto, y del golpe que dio, derribó el cerro y hizo en él una quebrada; y asímismo tiró otras tres piedras, y hizo de cada una una quebrada grande en los cerros altos; [...] Y viendo estos tiros de honda los otros tres sus compañeros, paráronse á pensar en la fortaleza de este Ayar Cache, y apartáronse de allí un poco aparte, y ordenaron de dar manera como aquel Ayar Cache se echase de su compañía, porque les parescia que era hombre de grandes fuerzas y valerosidad, y que los mandaria y sujetaria andando el tiempo, y acordaron de tornar desde allí á las cuevas donde habian salido;..." (p. 11); de esta manera y, por medio de engaños los hermanos del poderoso Ayar Cachi lo condujeron a la cueva de donde habían salido para que sacara de su interior muchas riquezas que habían quedado allí, entonces "...Ayar Cache entró agatado, bien ansí como había salido, que no podían entrar ménos; y como le viesen los demás dentro, tomaron una gran losa, y cerráronle la salida y puerta por do entró; y luego, con mucha piedra y mezcla, hicieron á ésta en toda [entrada?] una gruesa pared, de manera que cuando volviese á salir, no pudiese y se quedase allá." (p. 12).
De acuerdo al relato de Betánzos, cabe la posibilidad de que los incas, al colonizar el fértil Valle Calchaquí, hayan denominado Cachi a aquella imponente montaña, recordando el mito de origen y reivindicando la figura del poderoso Ayar Cachi.
Existen en toda la comarca gran cantidad de topónimos y restos arqueológicos relacionados con el imperio incaico, razón por la cual, deberían cobrar cierta importancia las etimologías quichuas (especialmente la última), no obstante, tiene mucho sentido la relación con el cacán y más tratándose de la región diaguita por excelencia. Tal vez se trate de una feliz coincidencia, y lo que para unos (diaguitas) significaba "bueno", "agradable", "peñón solitario o frío", "chicha de maíz"; para otros (Incas) tuviese un sentido mitológico, fundacional; lo cierto es que aún faltan muchos elementos y estudios lingüísticos y arqueológicos para poder aproximarse a la etimología correcta del topónimo, y lo antedicho son solo supuestos. Lo cierto, y a juzgar por los restos arqueológicos de gran importancia existentes en el nevado, es que esta montaña sagrada fue de gran importancia para las comunidades que habitaron en su base, quienes dependieron (como las actuales) del agua permanente que brota de sus entrañas.