Christian Vitry
A medida que avanzan las investigaciones sobre el imperio Incaico, mayor es el asombro que causa le dominio y expansión de este estado que cubrió una superficie de dos millones de kilómetros cuadrados. Un reciente hallazgo realizado en el Departamento de Orán por investigadores del Museo de Antropología de Salta reveló la existencia de un tramo de camino incaico en plena selva montana, algo impensado años atrás. La importancia del hallazgo arqueológico radica en el hecho de que la frontera del Tahuantinsuyu en esta región se habría extendido más al Este de lo que se suponía, llegando al borde de la llanura chaqueña.
Desde mediados del siglo XV hasta la llegada de las huestes de Pizarro al Perú, en 1532, casi todo el Noroeste Argentino fue incorporado al imperio de los Incas, es decir el Tahuantinsuyu, correspondiendo nuestra comarca al Collasusyu.
Pese a la gran distancia existente entre el Cuzco y el NOA, nuestra región fue anexada a la organización estatal de manera muy activa; prueba ello la cantidad cada vez mayor de sitios arqueológicos incaicos hallados en los diferentes ambientes tales como La Puna, los Valles Calchaquíes, la Cordillera Oriental y también las Sierras Subandinas. Entre las estructuras se encuentran tambos o tampus, centros administrativos, depósitos o collcas, minas, corrales, campos de cultivo y un densa red de caminos que unían los diferentes puntos de interés geopolítico para este estado precolombino.
La red de caminos incaicos se extendió a lo largo de la cordillera andina, desde el Sur de Colombia hasta la distante Mendoza y Santiago de Chile, atravesando los más agrestes y variados paisajes, salvando abismos, cruzando pantanos, lagos, desiertos, altas cumbres y tupidas selvas. Se estudiaron y conocen alrededor de 25.000 kilómetros de estas rutas y se estima que al momento de la llegada de los españoles su longitud fue de 40.000 Km.
El Qhapaq ñan o Inka ñan (camino del Inca) fue la columna vertebral y principal elemento de la dominación incaica, representando mucho mas que la vinculación de los diferentes ecosistemas del Tahuantinsuyu, significó la presencia simbólica del poder y autoridad del Estado Inca, cuyo uso era exclusivo de sus miembros, existiendo toda una jerarquía de responsables encargados del mantenimiento y control del mismo a lo largo de miles de kilómetros. Además de los componentes simbólicos mencionados, los caminos incaicos, fueron construidos con una finalidad práctica en función del tráfico pedestre de hombres (entre los que se encuentran los conocidos chasquis o mensajeros) y llamas, que, con su capacidad de transportar entre 30 y 40 Kg en su lomo, fueron muy utilizadas para el traslado de minerales y productos de toda índole entre diferentes regiones del imperio. Pese a los miles de kilómetros en que se entretejen estos caminos precolombinos existen similitudes constructivas que los hacen característicos y únicos.
Camino Inca de San Andrés
La misión científica del Museo de Antropología de Salta estuvo dirigida por el autor de esta nota e integrada por Martín Rodríguez, Sandra Carrizo, Marcela Matsumoto, Daniela Gramajo, y Ramiro Acosta, contando con el apoyo logístico del Concejal oranense Fernando Tulián, además de la colaboración del Sr. Ramón Méndez y la familia Condorí de la comunidad de San Andrés.
Ubicado al Oeste de San Ramón de la Nueva Orán, la comunidad de San Andrés se emplaza en las Sierras Subandinas a una altura de 1.800 metros sobre el nivel del mar, en un ambiente fitogeográfico conocido como selva montana o selva tucumano-oranense. Durante mucho tiempo esta comunidad Colla permaneció prácticamente aislada, hasta que hace unos años se habilitó un camino para vehículos permitiendo a los habitantes locales un contacto más fluido con la ciudad de Orán.
El camino del Inca de San Andrés, de aproximadamente 500 a 550 años de antigüedad se halla a 2130 m.s.n.m. enmarcado en la transición entre el ambiente selvático y los pastizales de altura. Su estado de conservación es muy bueno y está asociado a un sitio arqueológico donde se encontraron en superficie fragmentos cerámicos pertenecientes a los Incas. Posee características constructivas y arquitectónicas típicas de los caminos cuzqueños, de sólida factura y fina terminación. Actualmente tiene un ancho de 1,5 metros estimándose en 2 m su ancho original. El camino trepa en zigzag por una abrupta ladera de una terraza aluvial tributaria del río San Andrés; asciende 70 metros de desnivel, posee muros de contención de un metro de altura y en partes estos muros están reforzados con banquetas. Las rocas que conforman los muros están en su mayoría canteadas, otorgando al camino una refinada terminación, propia de los caminos imperiales del Tahuantinsuyu.
Toda la región fue ampliamente estudiada por la arqueóloga de la Universidad de Buenos Aires, Dra. Beatriz Ventura, quien en excavaciones realizadas en la zona encontró objetos de roca y cerámica correspondientes al período Inca. En este mismo sitio el autor de esta nota encontró en superficie fragmentos cerámicos de un aríbalo, un recipiente típico que fuera utilizado por los Incas para contener chicha de maíz, una bebida sagrada en el mundo andino.
Este hallazgo abre un nuevo panorama en el estudio de la expansión incaica, la cual cada vez se acerca más a lo que fuera dominio de los Chiriguanos, en el borde mismo del gran Chaco Gualamba. Futuras investigaciones previstas para la comarca aportarán datos para un análisis más profundo de la historia regional.
El camino Inca de San Andrés esta asociado con la localidad de Humahuaca, que se encuentra hacia el Oeste en la misma latitud a unos 50 km en línea recta, atravesando la cordillera de Zenta.
Por Humahuaca atraviesa un importante ramal de camino incaico asociado a numerosas estructuras jalonadas. Es posible que este Inkañan sea uno de esos tramos caminos incaicos transversales que se internaban en las sierras bajas, asociados con fortalezas defensivas o puestos de avanzada, ya sea para protegerse de los Chiriguanos o bien proseguir la expansión hacia el Este. Existe un episodio histórico protagonizado por Argañaráz, el fundador de Jujuy, quien después de "sorprender y tomar prisionero al valiente cacique Piltipico, persigue tenazmente al cacique Laisa, éste se interna hacia el oriente, es decir en dirección al valle de San Andrés, buscando refugio y auxilio en los dominios de los chiriguanaes". (Aranda, 1938). Según este último autor el acontecimiento citado sugiere que los Chiriguanos fueron aliados de los Humahuacas. Independientemente de esta hipótesis lo que si se puede afirmar es que, la comunidad de San Andrés culturalmente está más emparentada con Humahuaca y el mundo andino que con la llanura oranense.
Caminos del Inca y Patrimonio.
Los caminos incaicos están en la mira internacional, ya que en el mes de octubre del presente año fueron propuestos formalmente ante la UNESCO para ser declarados Patrimonio Cultural de la Humanidad. La presentación fue realizada conjuntamente entre Argentina, Perú, Ecuador, Bolivia y Chile. La iniciativa, a la que luego se sumaron los otros países, surgió en Perú en el mes de mayo, cuando mediante un Decreto Supremo se declaró de interés prioritario el estudio, conservación y preservación de la red de caminos incaicos, a la luz de las destrucciones realizadas en los últimos años por empresas constructoras de caminos, gasoductos, tendidos eléctricos, etc.
Cabe aclarar que el pedido de declaratoria ante la UNESCO no involucra los 25.000 kilómetros de caminos que se conocen, sino pequeños tramos bien conservados y que son factibles de preservar. Si bien lo ideal sería proteger a todo el sistema vial incaico, operativamente resulta imposible para nuestros empobrecidos países andinos.
El rico patrimonio cultural que posee nuestra provincia se está poniendo en evidencia y, aparentemente, tiene más valor para los de afuera que para nosotros. Es hora que empecemos a conocer el legado patrimonial que poseemos para cuidarlo, ponerlo en valor y dejarlo para las generaciones venideras, el patrimonio cultural es un recurso no renovable, además de ser un recurso social, cultural y económico, para su utilización es imprescindible la identificación y estimación social. De esta manera, la correcta difusión de los bienes culturales es de trascendental importancia, ya que sirve para reforzar la identidad y diversidad en un mundo globalizado que tiene como paradigma la homogeneización.
Hablar de bienes patrimoniales no significa un inventario de objetos atractivos, factibles de exhibir, sino, el conocimiento e interpretación integral, contextualizada e interrelacionada del patrimonio cultural, donde los objetos son solo una parte de un todo, en este sentido cada vez se habla menos de sitios naturales y culturales, a favor del concepto integral de paisaje cultural, que propone una mirada más antropológica del mundo. Los caminos incaicos son un claro ejemplo de ello.