Un importante hito en la Arqueología de Alta Montaña
Lic. Christian Vitry
"...concluido con la fiesta, llevaban las capacochas que cabía al Cuzco a la huaca de Huanacauri o a la casa del sol, y adormeciéndola, la bajaban a una cisterna sin agua, y abajo en un lado hecho depósito, la emparedaban viva, adormecida... Las demás mandaba el Inga se llevasen a sus tierras y hiciesen lo mismo destas, privilegiando a sus padres y haciéndoles gobernadores y que hubiesen sacerdotes para que la ministrasen para la adoración que le hacían cada año, sirviendo esta capacocha de guarda y custodia de toda la provincia." (Hernández Príncipe, en Silverblatt, 1990)
"Sembrar muertos para cosechar vivos" decían los Incas, pero ¿cuál será la verdadera interpretación de estos rituales religiosos donde se sacrificaban seres humanos? Existen varias hipótesis que intentan explicarlos, pero el verdadero significado posibleente nunca lo sepamos.
Aparentemente se trata de un nombre compuesto por dos palabras. Según el diccionario quechua de Gonzalez Holguin (1608), "Llulla" significa mentira, cosa engañosa, y aparente y vana o falsa. Yaku o llaco quiere decir agua, o sea, la aguada del engaño.. Es sabido (para los andinos) que las montañas representan grandes reservorios de agua; es allí donde se producen las precipitaciones en forma de nieve, y es el lugar desde donde "milagrosamente" brotan las vertientes con el vital elemento. Prácticamente no existen montañas que no posean surgientes de agua durante todo el año, menos aún si se trata de grandes macizos, como es el caso del majestuoso Llullaillaco. Cuanto más alta es una montaña más importante suele ser su vertiente. Ocurre que este volcán puneño carece de la vertiente que de él se espera. Las recientes exploraciones realizadas en la expedición que produjo el hallazgo de las momias, indicaron que existe una "línea o cota de agua" ubicada entre los 5.500 m y 5.800 metros, donde se contabilizaron alrededor de ocho lagunas pequeñas que ofrecen el cristalino y vital líquido. Desde el punto de vista material y ante la evidencia geográfica, esta interpretación del origen del nombre tiene bastante solidez, ya que sin duda se trata de una montaña que engaña y miente respecto al agua.
Existe otro tipo de interpretaciones respecto al topónimo Llullaillaco, que son más o menos creíbles o comprobables.
Del mismo diccionario de González Holguin se puede obtener otra posible interpretación. Tenemos que Llullu se refiere a "una cosa tierna que nace o crece antes de endurecerse", según el investigador Johan Reinhard "Esto podría referirse a Llullaillaco como un volcán activo, donde la lava fluye como agua y luego se endurece"
(Reinhard 1994).
El investigador Dick Edgar Ibarra Grasso propone como interpretación del topónimo el de "Montaña del Diablo", ya que este ser, es exclusivamente mentiroso. Para él "yacu" (agua) no forma combinación normal con la raíz "Llullay" (infinitivo del verbo mentir), razón por la cual se debe buscar el significado en "llacu" y no en "yacu". "Lla" es una partícula que significa que "se hace exclusivamente una cosa". Llullaylla significaría entonces "exclusivamente mentiroso"; "cu", opina el investigador, "es partícula que significa el estado".
Por último, se puede considerar como posibilidad, lo mencionado por Felipe Guamán Poma de Ayala, en su obra "Nueva Crónica y Buen Gobierno", de fines del siglo XV y descubierta en 1908. En la sección destinada a "Ritos y Ceremonias", Guamán Poma, habla de los "Hichezeros de Zueños" (p.253), los cuales eran llamados LLULLALAICA UMU; entre otras cosas dice "otros hichezeros hablan con los demonios y chupan y dizen que sacan enfermedades del cuerpo y que saca plata o piedra o palillos o guzanos o zapo o paxa o mays del cuerpo de los hombres y mugeres. Estos dichos son falsos hichezeros; engaña a los yndios ydúlatras." (op.cit.).
Estos hechiceros de los sueños, brujos mentirosos, falsos o hechiceros del fuego, realizaban sus actividades en los adoratorios o lugares sagrados, tales como apachetas, montañas, vertientes u otros lugares del espacio geográfico consagrados socialmente para tal fin.
La investigadora María Cristina Bianchetti, en su libro "Cosmovisión natural de la locura" dice "El Llullallaica Umu basaba su inspiración en el fuego; y como sacerdote presidía las ceremonias dedicadas al sol, la luna y el lucero.[...] ...trabajaba en las cuatro áreas del imperio y realizaba sus ofrendas a través del fuego, posibles luminarias encendidas en las montañas o en las pampas de la Janca,..." (p.33).
Si el Llullallaica Umu presidía las ceremonias dedicadas al sol, realizaba sus ofrendas en las montañas y apachetas, y encendía luminarias en los cerros, se puede pensar que el topónimo Llullaillaco, se refiere a esos hechiceros de los sueños, aparentemente tan importantes para los rituales precolombinos.
¿Las momias del Llullaillaco son únicas en la provincia de Salta?
Sobre este tema es necesario aclarar que Salta es la provincia argentina que posee la mayor cantidad de momias (mejor dicho cuerpos congelados) rescatadas de las altas cumbres, sumando un total de seis cuerpos sobre ocho existentes en el país.
El primer hallazgo de momias de altura se produjo en 1905, sobre la cima del nevado de Chañi a 5.900 metros de altura (límite entre Salta y Jujuy). Ocurrió durante una expedición dirigida por el Teniente Coronel E. Pérez, que rescataran de la cumbre el cuerpo momificado de una criatura de unos cinco años de edad, envuelta en varias mantas de vivos colores y algunos objetos de madera y cerámica que formaban parte del ajuar funerario. Esta momia fue donada en ese momento al Museo Etnográfico de Buenos Aires, en cuyo depósito permanece hasta la actualidad.
Entre 1920 y 1922, de las altas serranías cafayateñas, al sur de la provincia de Salta, se extrajo de una de las cumbres del cerro Chuscha (5.100 metros), el cuerpo momificado de una niña con un rico ajuar funerario. Esta momia -llamada entonces la Momia de los Quilmes- por el profesor Amadeo Sirolli, tras haber estado varias décadas "desaparecida", reapareció en un museo privado de la localidad de Martínez en la provincia de Buenos Aires, donde es exhibida en la actualidad.
En 1974 a escasos metros de la cima del volcán Quehuar, sobre los 6.100 metros de altura y en el interior de una gran estructura, el Director del Centro de Investigaciones Arqueológicas de Alta Montaña de San Juan (CIADAM), Antonio Beorchia Nigris descubre el cuerpo momificado de un niño, el cual intenta recuperar del duro y congelado suelo sin tener éxito. Años después saqueadores y buscadores de tesoros dinamitaron el sitio y destruyeron gran parte del cuerpo momificado. En 1999, la expedición dirigida por el doctor Johan Reinhard de EEUU, el arqueólogo peruano José Antonio Chávez, y la arqueóloga argentina María Constanza Ceruti, quienes junto a un equipo de estudiantes de arqueología peruanos y argentinos rescataron parte del cuerpo que había sido profanado violentamente. El mismo está siendo conservado en un freezer para futuras investigaciones.
Finalmente en 1999 el equipo del Dr. Johan Reinhard, co-dirigido por la Lic. María C. Ceruti, ubicó y rescató de la cima del volcán Llullaillaco, a 6.730 metros de altura, tres cuerpos de niños congelados con un hermoso y rico ajuar funerario que no había sido profanado. El excelente estado de conservación de los mismos indica que estas son las más importantes en este sentido, los estudios que se realizarán arrojarán mucha y valiosa información sobre nuestros antepasados americanos.
¿Por qué y cómo fueron sacrificados los niños?
"...decía la muchacha acaben ya conmigo que para fiiestas (sic) bastan las que en el Cuzco me hicieron; lleváronla a un alto cerro, remate de las tierras del Inga, y hecho el depósito la bajaron a él y emparedaron viva". (Hernández Príncipe, 1601).
La precedente cita de Hernández Príncipe, un sacerdote extirpador de idolatrías de la época de la colonia, es bastante ilustrativa y está referida a la historia de Tanta Carhua, una joven aclla (elegida, virgen del Sol, mujeres especialmente preparadas para casarse con el Inca o cumplir otros roles sociales jerárquicos del sistema político imperial, incluido el de ser ofrendadas en honor al Sol-Inca) que fue sacrificada (enterrada viva) en lo alto de una montaña con motivo de la fiesta de la Capacoha o fiesta de los sacrificados, la cual se celebraba en el Cuzco durante la conmemoración estatal incaica en honor al sol, o sea el Inti Raymi.
No sabemos si los niños del Llullaillaco fueron sacrificados en este contexto, pero los relatos nos acercan bastante a una posible analogía o interpretación. Se sabe a través de la Historia Comparada de las Religiones, que las personas sacrificadas eran seres "elegidos" como ofrendas para el mundo de los dioses, o bien como mensajeros para el "Más Allá", de allí que estén munidos de alimentos calzados y prendas para el "viaje celestial" (Schobinger, 1998).
Veamos entonces cómo era la ceremonia de la capacocha o capac-hucha. Las acclla-capacochas viajaban centenares de kilómetros con destino al Cuzco y representaban a cada una de los cuatro suyus o "provincias" que conformaban el Tahuantinsuyu. Transitaban por los sólidos caminos construidos por el vasto imperio, acompañadas de las huacas (ídolos o dioses adorados) más importantes de su tierra natal, integraban además la cohorte los curacas y representantes más notables (políticos y religiosos) de las provincias conquistadas. Una vez en el Cuzco, las acllas adoraban al Sol, al Rayo y las momias de la dinastía real que eran los principales dioses. Algunas acllas eran sacrificadas allí en honor al Sol, el resto, una vez concluidos los rituales políticos-religiosos, emprendían la retirada rumbo a su lugar de origen, donde finalmente, y en el marco de una gran celebración regional, sus vidas eran cedidas al astro rey.
Tanta Carhua, vestida como una reina ascendió junto a su séquito hasta lo alto de la montaña, allí la esperaba su última morada. Fue adormecida con una bebida especial para la ocasión -tal vez con alcohol de chicha con otra sustancia- y depositada en su gélido mausoleo de roca junto a un suntuoso ajuar. Una vez sellado el sepulcro y realizados todos los rituales a la usanza cuzqueña, los participantes de esta trascendental ceremonia descendían hasta sus respectivos lugares de origen. Caque Poma, el padre de Tanta Carhua, por haber concedido su única y pequeña hija al Sol fue agraciado por el Inga, y por ello ascendido a una mayor jerarquía, papel que era extensivo para su gente y descendientes futuros. Por su parte, Tanta Carhua, en su elevado y gélido santuario se deificó, transformándose en una huaca digna de veneración y sublime respeto, que protegía y custodiaba a toda la provincia y su vulgo.
Desde ese momento la montaña ya no fue la misma de antes, se sacralizó, quedó impregnada de un gran significado religioso, social y político, sus fuerzas se magnificaron y los beneficios redundaron en toda la población que la tenía como huaca.
¿Por qué en la cumbre de una montaña?
Las montañas fueron y son veneradas por muchas culturas en el mundo entero. Breve y vulgarmente podemos decir que se está más cerca del cielo, donde por lo general es la morada de los dioses. Pero profundicemos un poco sobre este tema, nuevamente teniendo en cuenta la Historia Comparada de las Religiones. Los hombres, independientemente del lugar geográfico, organizan su espacio, lo consagran, lo cargan de significado. Elementos naturales, acorde a las necesidades del momento, cobran mayor o menor relevancia, se crea una distinción entre lugares comunes, "profanos", diarios; y lugares "sagrados", únicos, mágicos, de uso ocasional-especial. Entonces apreciamos que un objeto sufre una transformación sin dejar de ser él mismo ya que continúa interactuando en la naturaleza (Elíade, 1994).
Una montaña -como el ejemplo de Tanta Carhua o el mismo Llullaillaco- se sacraliza y sigue siendo una montaña, nada aparentemente la diferencia de las demás. Pero, para quienes la sacralizaron, su realidad de montaña se transmuta en realidad sobrenatural, dejando de ser lo que era y cobrando un simbolismo particular. Ya no está en el caos del universo, está marcando un punto fijo, un lugar en el espacio. Esta creación social del espacio es una constante en las diferentes culturas, quienes crean y recrean el "Centro del Mundo", traspolando y reproduciendo este modelo o imagen de mundo ideal en diferentes escalas y lugares.
En esta organización o recreación del centro del mundo existen elementos que vinculan lo celestial con lo terrenal, "lo sagrado con lo profano" (Elíade, op. cit.). Uno de estos elementos es justamente la montaña, tratándose de un fenómeno mas generalizado de lo que se suele pensar, ya que casi todas las regiones montañosas del mundo, poseen picos sagrados que son venerados a través del tiempo.
La idea generalizada parece ser que, señalan el punto mas alto del mundo (el mundo de cada cultura, el centro del mundo); en ese punto elevado se está mas cerca de los elementos adorados (sol, luna, rayos, arco iris, nubes, etc..); desde allí se tiene otra visión y perspectiva, impensada para la gente del llano. Ascender, significa trasladarse a otro nivel, estar en otro plano (no solo geográfico, sino también simbólico), penetrar en una especie de "región pura" o "sagrada" que trasciende al mundo profano. Estos lugares se transforman en "santuarios" o "puertas de los cielos", lugares de tránsito entre el cielo y la tierra, donde el espacio y el tiempo se sacralizan.
En su calidad de posibles mensajeros de los dioses, estos niños sacrificados en una de las cumbres más elevadas de los Andes, se encuentran en el punto ideal de partida para el encuentro con los dioses.
El culto a las montañas fue denominado "El fundamento principal de la cultura andina", al proporcionar una unidad cultural subyacente a los pueblos andinos (Bastien 1978). Su antigüedad es obvia, ya que los rasgos básicos del culto a las montañas se han encontrado a través de todos los Andes, fue señalado en las fuentes históricas más tempranas y en las leyendas, está basado en sólidas observaciones ecológicas y se ha mantenido hasta el día de hoy con muy pocos cambios a pesar del proselitismo Cristiano.
Los descubrimientos relacionados con el culto a las montañas han probado ser aplicables también a antiguos centros ceremoniales ubicados en el llano" (Reinhard 1983).
¿De dónde vinieron los niños?
Todos los objetos que formaban parte del ajuar funerario pertenecen a la nobleza Inca, esto hace pensar que la procedencia de los niños haya sido la capital del Imperio incaico en el Perú. Cabe la posibilidad que se hayan trasladado desde su lugar de origen hacia el Cuzco para la celebración de la Capacocha y regresado para ser sacrificados en la cima del volcán, no obstante, aparentemente no existen prendas ni objetos de culturas locales que apoyen esta suposición. Por ejemplo, en la publicación de la National Geographic se puede apreciar un textil de brillantes colores, combinando el rojo, azul, verde y amarillo, en diferentes formas y figuras geométricas típicamente incaicas y que el autor del artículo se refiriera a tales motivos como la "clave Inca", donde hay información registrada. Este unku (especie de camisa sin mangas) que se encontraba sobre el hombro de la niña mayor parece provenir, o por lo menos tener relación con los grupos de la costa peruana, ya que un textil idéntico (unku) fue hallado en la costa central del Perú y fechado entre 1500-1534 d.c., el que seguramente perteneció a algún alto dignatario del Inca. Posiblemente ese sea el lugar de origen de uno de los niños.
Todavía no se realizaron estudios ni análisis comparativos de los textiles, estatuillas, keros (vasos de madera grabada), plumas, platos pato y otros elementos del ajuar funerario, con relación a otros ajuares de montaña o piezas que se encuentran en museos.
Los estudios de ADN que se realizaron indican que entre los niños no hay relación de parentesco, representando esto un dato importante y punto de partida para el planteamiento de hipótesis de trabajo.
¿Qué es una momia?
Este último tiempo se habló suficiente de las momias, pero ¿qué es una momia?, el conocido Dr. Juan Schobinger quien más trabajó sobre este tema en el país nos dice: "Según la escueta definición del diccionario, se trata de "un cadáver que se deseca sin entrar en putrefacción". En un diccionario inglés se precisa un poco más (refiriéndose a la palabra "mummy"), al decir que se trata de "un cuerpo animal o humano desecado por exposición al sol o al aire; también aplicado a un cadáver congelado, conservado en hielo prehistórico". El proceso de momificación puede darse, pues, tanto en forma natural como artificial; el segundo caso corresponde a pueblos prehistóricos como los recolectores y pescadores de la costa norte de Chile, entre unos 5.000 y 2.000 a. C., así como históricos, siendo el caso más conocido de éstos el de los antiguos egipcios. Esto respondía a creencias religiosas.
Se sabe que los Incas practicaban la momificación de sus soberanos. Sentado en cuclillas sobre palanquines, eran llevados en procesión una vez al año por la ciudad de Cuzco. En el caso de las momias de altura -como la del Aconcagua- (y las del Llullaillaco), los factores que llevaron a su conservación han sido el frío y la sequedad del aire. Si bien se trata de momias naturales, no hay dudas de quienes practicaban estas ceremonias conocían perfectamente este proceso, y su ubicación en alturas de más de 5.000 metros respondía al deseo de conservación de este cuerpo, convertido -por la acción ritual del sacrificio humano- en huaca, es decir, en objeto y lugar sagrados." (Schobinger. 1995).
¿Cómo es el proceso de momificación?
Para que un cuerpo se momifique en forma natural es necesario que se evapore (rápidamente) el agua contenida en sus tejidos, hecho que permite que los órganos conserven su forma original. Al estar privados de agua, los gérmenes responsables de los procesos de putrefacción se ven prácticamente imposibilitados de actuar, razón por la cual estos cuerpos momificados se mantienen casi idénticos durante mucho tiempo, siempre y cuando se conserven las condiciones citadas. El mayor o menor grado de conservación de los cuerpos responde a una serie de características intrínsecas y extrínsecas, por lo que no existe una regla única o un patrón que se cumpla exactamente en todos los casos. Para graficar lo antedicho, cada montaña o lugar donde se produjo el proceso de momificación natural tiene características únicas e irrepetibles, dependiendo de la humedad, temperatura, cantidad y tipo de precipitaciones, vientos, altura sobre el nivel del mar, salinidad, condiciones químicas del terreno, y muchas otras más, sin tener en cuenta las intrínsecas que son más complejas aún.
Los doctores Leopoldo López Gómez y Juan Gisbert Calabuig, en su "Tratado de Medicina Legal" (1967) abordan con sumo detalle los aspectos técnicos del proceso de momificación natural en los cuerpos humanos, datos precisos que arrojan luz y clarifican el panorama a los neófitos que poco conocemos del tema. Los profesionales dicen al respecto: "La momificación natural comienza en las partes expuestas del cuerpo, tales como la cara, manos y pies, extendiéndose luego, sucesivamente al resto del cadáver, incluso los órganos internos. Conforme van afectándose las partes, se observa cómo se encogen y asumen una coloración parda, que muestra todas las transiciones desde el pardo claro hasta el negro, lo que depende de que los tejidos estén anémicos o congestionados. Por la contracción de la piel, algunas de las células adiposas del tejido subcutáneo estallan y la grasa líquida es forzada en el tejido dérmico, que se hace más o menos traslúcido. El globo ocular pierde su turgencia y, por tanto, su forma redondeada, haciéndose fláccido. Los órganos internos se hacen duros, se encogen de tamaño y toman igualmente una coloración pardo-oscura a negra". (...) "El cuerpo entero disminuye de volumen, pierde peso y se hace tieso y quebradizo; si el cadáver momificado no está protegido puede quedar preservado durante muchos años. La totalidad del proceso de momificación tiene lugar en un período de uno a doce meses, lo que depende de las condiciones ambientales y del volumen corporal; el período más corto descripto hasta el momento para un adulto ha sido de diecisiete días.".
En América precolombina -en lo que a procesos de momificación se refiere- existió una difundida tradición, con raíces temporales muy profundas. Pensemos solamente en las momias Chinchorro del árido norte chileno, las cuales son por lejos (2.000 años aprox.) más antiguas que las egipcias y con técnicas de momificación artificial nada envidiables. Se sabe que los Incas le rendían culto a sus difuntos, quienes eran momificados artificialmente y cuidados como si estuviesen vivos en las Panacas. Obviamente que conocían a la perfección las diferentes técnicas aplicables para la conservación de los cuerpos. Pensar que el buen estado de conservación de las momias halladas en las altas cumbres andinas es fruto de la casualidad, es ignorar toda una tradición muy antigua y difundida de los pueblos andinos.
Hallazgos de momias en los Andes. Pasado, presente y futuro
Los descubrimientos de cuerpos congelados y santuarios de altura en las altas cumbres andinas se vienen produciendo desde hace un siglo, pero recién en los últimos cinco años, éstos, dejaron de ser "hallazgos" casuales de arrieros o montañistas, para convertirse en hallazgos causales producidos por profesionales arqueólogos a través de excavaciones sistemáticas y fuertes financiaciones.
El siguiente listado reproduce la cronología de los descubrimientos de cuerpos congelados en la cordillera de los Andes:
Los datos precedentes nos indican que durante un siglo se produjeron hallazgos de cuerpos congelados en 14 montañas, 6 argentinas, 2 chilenas y 6 montañas peruanas, de las que se extrajeron un total de 25 cuerpos. De los catorce hallazgos solo seis fueron excavaciones dirigidas por profesionales. De los 25 cuerpos, 15 se extrajeron en los últimos 5 años.
Desde 1896 hasta 1985, se extrajeron 9 cuerpos en toda la cordillera, entre 1995 y 1999, la cantidad de cuerpos extraídos ascendió a 15. En Perú, en el lapso de 4 años se extrajeron 11 cuerpos. Todas estas expediciones fueron financiadas por la National Geographic, una revista de divulgación con una tirada de millones de ejemplares, distribuidos por todo el mundo en varios idiomas, sin contar las páginas web de Internet, al cual tienen acceso mayor cantidad de personas.
Indudablemente el casual encuentro del cuerpo de "Juanita" en el nevado de Ampato y las posteriores excavaciones en esa montaña del sur de Perú, marcan un hito trascendental en la historia de la arqueología de alta montaña. Tan trascendental e importante como peligroso, en lo que a protección del patrimonio se refiere. La desmedida difusión periodística que tiene este tipo expediciones y hallazgos, pone en peligro el legado patrimonial que durante siglos permaneció en las altas cumbres andinas.
Nadie duda de la importancia científica del hallazgo, ni de la cantidad de información que aportan y aportarán las excavaciones sistemáticas en los santuarios de altura, tampoco sobre la labor de los profesionales responsables de tales trabajos; pero para aquellos que se preocupan y trabajan por la conservación y preservación del patrimonio arqueológico (me incluyo), el panorama resulta ser no muy prometedor. Hasta 1985, como se dijo anteriormente, los hallazgos fueron fortuitos y las intervenciones de los arqueólogos (1964 y 1985: Dr. Schobinger) se realizaron siguiendo las técnicas de la llamada Arqueología de Rescate, donde de manera expeditiva se extraen los objetos arqueológicos de su contexto, registrando con el mayor grado de detalle posible la información de la excavación.
Luego del descubrimiento de "Juanita", se habla de una "Arqueología de Rescate Preventivo" (Ceruti, 1999), donde se intenta rescatar los objetos arqueológicos en su contexto original, antes que saqueadores los destruyan. La actividad de los saqueadores o huaqueros no tiene descanso ni mayores impedimentos, pero en el caso concreto de la provincia de Salta en el noroeste argentino, la profanación de santuarios de altura (de acuerdo a investigaciones personales) está circunscripta en el tiempo y el espacio, habiéndose detenido hace aproximadamente una década. Al decir que se "detuvo" se está haciendo referencia a sitios que fueron dinamitados o excavados (entre las décadas de 1970 y 1980) como el caso del Volcán Quehuar, el nevado de Acay, el cerro Saladillo, el cerro Macón, el volcán Socompa y el nevado de Castillo, entre los más alterados y conocidos.
Si realizar una excavación de "Rescate Preventivo" ocasiona tal revuelo en la sociedad, y el patrimonio se transforma en un botín de intereses políticos y económicos de diferentes sectores y despierta la codicia popular que hipoteca el legado nuestros antepasados, uno debe preguntarse ¿no es peor el remedio que la enfermedad?.
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(Revista Pulso Educativo. Salta, Argentina, en prensa)