Artículo extraído
del Libro: UN DEBATE INCONCLUSO EN AMERICA LATINA de Eduardo R.
Saguier – Tomo III– Capítulo 8.
En Salta, así como en el País
también competían las conducciones nacionales del
Autonomismo y del Liberalismo, el establishment político
local se había bifurcado peligrosamente. El Gobernador Benedicto
Fresco había apoyado la candidatura del Inspector General
de Armas Cnel. Juan Solá, y el Comandante Napoleón
Uriburu la del Dr. Andrés Ugarriza, produciéndose
una suerte de empate electoral que dió lugar a multas, suspensiones
e intimidaciones entre los poderes ejecutivo y legislativo, lo cual
movió a la oposición a reclamar la intervención
federal. Este pedido de intervención desató en Buenos
Aires una intensa división interna que se trasladó
del gabinete nacional al parlamento, a la justicia, e incluso al
seno de los partidos políticos. En efecto, el Ministro del
Interior Simón de Iriondo y el de Instrucción Pública
Enésimo Leguizamón se manifestaron a favor de la intervención
federal; y el de Guerra, Adolfo Alsina, el de Relaciones Exteriores,
Dr. Bernardo de Irigoyen, y el de Hacienda Dr. Victorino de la Plaza,
en contra, por sostener que un conflicto de poderes interno a una
provincia no era susceptible de ser sometido a la consideración
del Congreso sino al Poder Judicial.
En el Congreso Nacional, mientras
el Senado, con el voto de Aristóbulo del Valle y de Sarmiento,
se declaraba partidario de la intervención; la Cámara
de Diputados se opuso, con el voto y la opinión fundada de
Luis Lagos García, Miguel Cané, Guillermo San Román
y Carlos Pellegrini; y contra el parecer de Vicente Fidel López,
Eduardo Wilde, Pedro Uriburu y Delfín Gallo, favorables a
la intervención. Y en el seno del Autonomismo, la postura
de Del Valle --opuesta a la de Alsina-- provocó la fractura
de dicho partido dando orígen al Partido Republicano.
Desechada la intervención,
se realizaron nuevos comicios y resultó Solá triunfador,
a quien el Presidente Avellaneda le comunicó que esperaba
hiciera un gobierno de conciliación.
Al
salir elegido Solá y derrotado Ugarriza (el candidato del
Comandante Uriburu), la situación se volcó a favor
de la candidatura presidencial Autonomista, partidaria de Alsina,
pero al reformarse la Constitución de Salta y entrar a regir
el Colegio Electoral, como única fuente en la designación
de los futuros Gobernadores, se acentuaron las tensiones del Autonomismo
con el Mitrismo, hasta llegar al borde de la intervención
federal. En la nueva contienda electoral por la Gobernación
se perfilaba como ganador al candidato Francisco J. Ortiz. Fué
entonces que la oposición a Ortiz se trató de hacer
con la candidatura Olegario Ojeda. Pero un inesperado telegrama
de Luis del Carril hizo desistir a este último. El deseo
de Ojeda era que en la futura cuestión presidencial, Salta
se alineara con Córdoba, San Luis y Mendoza, a favor de Roca,
para de esa manera poder "...haber dicho que tenés en
tu mano [la de Roca] la solución del problema".
Efectivamente, si Roca hubiera tenido
en 1877 el voto de Salta en sus manos, ya sea por haber sido aceptada
la candidatura de Ojeda, o por haber triunfado en la Cámara
de Diputados de la Nación la tesis intervencionista, promovida
por el Senado, con el apoyo de los Senadores Aristóbulo del
Valle y Domingo F. Sarmiento, y haber sido el propio Roca designado
Interventor, "...podríamos haber contado en tu poder
con la mitad de los votos, pues Salta habría arrastrado a
Jujuy y Mendoza a San Juan".
Al
año siguiente, en 1878, si los que gobernaban a Salta, decía
el ex-Gobernador Delfín Leguizamón, "...ven que
la candidatura Tejedor tiene probabilidades de triunfo arrearán,
con uno de los que puedan pasar por autonomistas, como sería
[Moisés] Oliva, o algún otro". Pero si la candidatura
de Oliva fracasara, y fueren los Mitristas los favorecidos por la
fortuna, "...ellos seguirán como están y será
[Francisco J.] Ortiz quien manejará estos negocios, como
lo hace ahora, y lo hará también en caso contrario,
aún cuando [Ortiz] no aparezca como principal actor".
Pero el verdadero factor desequilibrador
en Salta lo constituía el clan de los Uriburu, partidarios
del Liberalismo Mitrista. Lo peor de esta experiencia política
era, para el candidato a Gobernador Olegario Ojeda, amigo y camarada
del Coronel Julio A. Roca, que "...[los Uriburu] nos han embromado
al embromarse, pues si Solá sale de Gobernador, la provincia
pertenecería a [la candidatura de] Alsina en la próxima
lucha electoral, y si sale [Francisco] Ortiz, a Mitre".
Los Uriburu, "...hubieran podido
hacer aceptar por los adversarios [Autonomistas] un candidato que
les ganara en 1879, el primero le manifestaba que "...más
hoy o más mañana tenía que suceder un enfriamiento
y tal vez una ruptura en política, puesto que somos elementos
eterogéneos en la política nacional. El [Francisco
J. Ortiz] es Mitrista y toda mi familia Roquista, mal podemos conservar
solidaridad en ideas cuando somos los polos opuestos".
Tres
meses después, Figueroa le informaba a Plaza que en la elección
que la Legislatura debía hacer del Senador Nacional, como
cada día que pasaba la facción pro-Plaza iba ganando
terreno, los seguidores de Ortiz precipitaron la elección
de Juan Martín Leguizamón para antes que arribara
el Veedor Dr. Uladislao Frías. Para peor, habiendo llegado
las actas de Orán con el voto de tres Diputados de la familia
Figueroa a favor de Victorino de la Plaza, la Junta Electoral, al
influjo de los Ortices, no quizo recibir dichos votos. El motivo
de la derrota de Plaza frente a la candidatura de Leguizamón,
se debería según Ortiz a "...que sus trabajos
fueron tardíos". No obstante este primer fracaso, Figueroa
no se arredró, y dos meses mas tarde le escribe a Plaza manifestándole
su satisfacción porque "...he podido mover a toda mi
familia, que como un solo hombre se ha puesto de pié a trabajar
por Ud. eliminando compromisos de antemano". Lo que más
le satisfizo fué que su sobrino Abrahám Echazú,
"...deseoso de complacerme ha renunciado su candidatura para
que no se pierda en la Provincia un sólo voto de los que
pudieran a Vd. perjudicarlo".
Por
cierto este apoyo no era gratuito, por cuanto al final de la extensa
carta Figueroa le recordaba a Plaza "...la recomendación
que le hice de las pagas de las mensualidades de la proveeduría
[del Regimiento 12 de Línea] de mi hermano Dn. Octavio Figueroa".
Dueños los Ortices de la situación
de Salta, logran finalmente imponer como Gobernador, la candidatura
de Miguel S. Ortiz, la cual "...ni los mismos Uriburus cuyo
odio es de raza, le harán oposición". Para consumar
sus propósitos, los Ortices llevaban a la rastra al Gobernador
Moisés Oliva, para lo cual les fué preciso poner de
Ministro de Gobierno a Miguel Tedín "...siendo fácil
hacerlo sin estos recursos pues Oliva es peor que Solá, que
es cuanto se puede decir".