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San La Muerte

Metamorfosis Santificada…de Payé a Santo Bendito….

Por CLAUDIO OMAR ARNAUDO

El culto a San La Muerte se desarrolló, en sus orígenes, en el Nordeste y la  Mesopotamia argentina, comprendiendo las provincias de Corrientes, Chaco, Misiones y Formosa, fundamentalmente en las dos primeras teniendo en cuenta la cantidad de construcciones relacionados a su devoción, expandiéndose a la vecina  Republica del Paraguay, donde también tiene una importante cantidad de devotos, extendiéndose al sur de la Republica Federativa del Brasil, norte de la Republica Oriental del Uruguay y en menor medida en la Republica de Chile

Algunos investigadores afirman, que la devoción proviene de influencias católicas transmitidas en las misiones jesuíticas, que tuvieron un importante desarrollo en la región, con costumbres y prácticas de los pueblos guaraníes que habitaban en estas regiones. Para Félix Coluccio “El culto surge a posteriori de la expulsión de los jesuitas de sus misiones en el noreste de la Argentina y Paraguay en 1767. Cuando la Iglesia habla de prepararse para la "buena muerte", algunos, por error, han pensado que se trata del nombre de un santo llamado "San La Muerte" o "San Buena Muerte" a quién veneran, por sincretismo, el Viernes Santo y el Día de todos los Muertos. Se trata entonces de un santo que no existe pero que se venera predominantemente en las provincias argentinas de Corrientes, El Chaco, Misiones y Formosa…”

Otros investigadores sostienen que  el San la Muerte surge como consecuencia de las creencias católicas en el Cristo de la Buena Muerte o “Cristo de Mena” que data del 1600 aproximadamente, esto último por su creador Pedro de Mena, y que se conservó en la Iglesia de Santo Domingo en Málaga hasta su destrucción. En 1758 con la persecución de los guaraníes de las misiones del noroeste, luego de la expulsión de los jesuitas,  muchos de ellos huyeron y se internaron en la selva, La creencia en esta advocación de Cristo se sincretiza con Tupá (Tupã en avañe'?) que es el dios supremo de los guaraníes, la deidad creadora de la luz y el universo. Su morada es Kuarahy (el sol) fuente de luz, origen de la humanidad, surgiendo de este modo el San la Muerte, no como un santo, sino como un amuleto de protección de la vida, ante tanta

Otra hipótesis, es las creencias y prácticas de los esclavos africanos. En su reseña de las menciones de la devoción a San La Muerte en registros folclóricos, Margarita Gentile (2008) señala que  probablemente, la noticia más antigua publicada sea la de Juan B. Ambrosetti, quien en 1917, tras un viaje por la provincia de Misiones, “…relataba que entre los payé o amuletos había uno  llamado santo aunque no figurara en el santoral católico: era San La Muerte fabricado de plomo, con apariencia de esqueleto, bueno contra la bala y el cuchillo…”.(1) No encontró referencia ninguna al culto en la Encuesta al Magisterio de 1921, realizada a docentes de las provincias, interrogándolos respecto de tradiciones locales, y señala que “…una recopilación de creencias y supersticiones de Corrientes publicada en 1949 no incluyó a San La Muerte; tampoco está en la edición de 1950 del Diccionario de Folklore de Coluccio, donde recién apareció en las ediciones de los años 1970…” (Gentile, 2008).

Con base en estos escasos antecedentes disponibles, Gentile  sugiere que San La Muerte pasó de ser un payé / amuleto, a  principios del 1900, a un culto popular, a mediados de Siglo XX, Alejandro Frigerio afirma que es difícil que pudiera ser lo primero sin la base de lo segundo. De todas maneras, tal como lo conocemos desde 1970, al menos, San La Muerte es a la vez un amuleto o paye y un santo popular, aunque cada vez más lo segundo, produciéndose de esta manera una metamorfosis santificada.

La primera descripción detallada de esta devoción, encuadrada como una manifestación de “religiosidad popular” es la de Miranda Borelli (1963 y 1977). Esta, da cuenta, de la devoción en su contexto de origen en las provincias del noreste argentino en aquella época, y pueden ser tomados como descripciones indicativas de las modalidades que adoptaba antes de su expansión por todo el territorio nacional, aun considerando la gran variabilidad intracultural e interindividual que siempre caracteriza a este tipo de cultos. Los principales nombres bajo los cuales se lo conocía, y aún se conoce, son: San La Muerte, Señor La Muerte, Señor de la Buena Muerte,  Señor de la Muerte, San Justo, San Esqueleto, Ayucaba, Señor que Todo lo Puede (particularmente en Formosa), San Severo de la Muerte (especialmente en Corrientes y en Formosa).

De manera más popular, en la actualidad se denomina “el Santito”, “el San” o “mi Flaco” “mi negro”, “mi negrito”, “El señor”, y “La Parca”. Antes de la representación actual de imágenes, San La Muerte era simbolizado, principalmente, como una figura esquelética, parado con una guadaña en su mano derecha, o bien, sentado o acuclillado sosteniendo su cabeza con las manos y los codos apoyados en las rodillas, imagen también conocida como Señor de la Paciencia

Miranda Borelli (1977) sosteniente, que las imágenes utilizadas como payé (amuleto) eran muy pequeñas; de hasta dos centímetros, para ser introducidas con una incisión dentro del cuerpo del devoto o “incrustadas”, como se lo hace hasta el presente; o de hasta cuatro centímetros para ser portada dentro de un saquito / estuche, en el bolsillo. Aun si eran para altares, las representaciones solían ser pequeñas, de unos diez centímetros, más pequeñas que las actuales, para no llamar demasiado la atención, o para poder tenerlas ocultas dentro de un altar mayor. Éstas podían ser de hueso humano, maderas duras o de oro. Las comúnmente usadas como payé, eran preferentemente trabajadas en hueso humano, plomo o talladas en una bala, si era usada y que había matado a alguien, mejor. No todas las personas o familias que tenían una imagen en su casa lo reconocían, salvo aquellas, que realizaban fiestas públicas en su honor los días 15 o 20 de agosto. “…San La Muerte está ubicado en el lugar más oscuro de la casa, donde no llegan todas las personas, el lugar secreto, el lugar sagrado, el lugar con carga…” (Miranda, 1977).

Esta práctica cuasi secreta, se debía tanto a la creencia de que los poderes del santo eran inversamente proporcionales a su visibilidad como a la estigmatización social que lo acompaña casi siempre.

Otra manifestación de sincretismo es el buscar la bendición de un sacerdote para el amuleto o paye de "San la Muerte". Se dice que, para lograr la bendición, lo llevan escondido en la mano mientras le piden al sacerdote que bendiga una estampita. Piensan que, logran así, por engaño, la bendición del amuleto escondido. No comprenden que lo que el sacerdote no tuvo la intención de bendecir no queda bendecido.

Los ensayos de Kartun (1975) y Coluccio (1986), ya señalan la presencia de esta devoción en Buenos Aires debido a la significativa migración de la población litoraleña hacia el conurbano bonaerense y zonas periféricas. Su presencia pasa prácticamente desapercibida durante las últimas dos décadas del Siglo XX (Carozzi y Miguez, 2005) y comienza a hacerse notar en los comienzos del Siglo XXI, de la mano de la visibilidad progresiva de la devoción al Gauchito Gil y el creciente interés de los medios por los santos populares. Se vuelve realmente evidente en los medios de comunicación en la última década, a raíz de acusaciones de asesinatos rituales y suicidios atribuidos a sus devotos (Fidanza, 2014 y Fidanza y Galera, 2014).

Como su par mexicano, es acusado de ser “el santo de los delincuentes y marginales”, ya que su imagen se reproduce en cárceles y espacios marginales, asociado también al narcotráfico y al mundo de la narcocultura, también tiene muchos devotos dentro de la comunidad policial, constituyéndose en protector de  los que viven en riesgo permanente.

En las últimas dos décadas, aproximadamente,  hay una creciente masificación o institucionalización de esta devoción, en la medida en que comienzan a aparecer varios santuarios populares que reivindican públicamente la devoción a San La Muerte, organizan fiestas cada vez más visitadas para el día del santo, en el mes de agosto y tienen, además días de “atenciones consultivas”, durante la semana, para resolver problemas diversos, que son publicadas en las redes sociales.

En ocasiones, son monumentos erigidos al Gauchito Gil que incluyen un espacio significativo para el culto del Santito, en una suerte de apropiación situal,  pero también se encuentran los que son únicamente dedicados a su culto.

El estudio de campo de Fidanza y Galera arrojo como resultado “…casi medio centenar de ellos: una veintena en el amba, (AMBA: Área Metropolitana y cono urbano de Bs. As.) una cantidad similar en las provincias de herencia guaranítica (Corrientes, Chaco, Misiones, Formosa), el resto distribuidos en Mendoza, San Luis, Santa Fe, La Rioja y Córdoba…” (2012:88). Existen de igual forma altares pequeños en las calles, aunque en número mucho menor que los dedicados al Gauchito Gil. (2) Ampliando esta tarea, cabe destacar, el crecimiento significativo en el resto del país, desde La Quiaca hasta Tierra del Fuego, incluyendo en esta evaluación a la provincia de Salta y, puntualmente Rosario de Lerma, área de interés investigativo, donde existe al menos un monumento en cada barrio.

En estos últimos años se volvieron más habituales los altares compuestos, con varias imágenes de ambos, aunque en general sigue predominando la de uno u otro, según el altar sea del Gauchito Gil o del Santito. Similarmente, aunque muchos devotos de San La Muerte también lo son del Gauchito Gil y viceversa, la identificación de “promesero” suele hacer más referencia a uno de ellos.(6) Los “promeseros” de un santo son los que lo reconocen como el foco de su principal relación religiosa. Sin importar cuál sea su identificación social  o condición religiosa, católicos, evangelistas, etc.

Los santuarios populares más importantes del Gauchito Gil en el Gran Buenos Aires también cuentan con un sagrario a San La Muerte,  mostrando distintos grados de proximidad entre los altares de ambos santos. Uno de ellos, el de San La Muerte está en un cuarto separado cruzando la calle; en otro en el extremo opuesto del mismo salón; en un tercero, a pocos metros de la imagen principal del Gauchito Gil, casi al lado, tiene más representaciones del santito que del Gauchito Gil, pero la de éste es mucho más voluminosa.(7)

En algunos de ellos, la festividad principal es al Gauchito Gil, en otros, ambos eventos son igualmente importantes, aún si el santuario lleva el nombre del Gauchito Gil y su imagen ocupa el centro de éste. Existen también imágenes específicas que confirman esta relación: hay una representación pictórica bastante difundida de ambos que muestra al Gauchito Gil con una rodilla en tierra, aceptando la bendición de San La Muerte, dibujo  que se ve con frecuencia tatuado en el cuerpo de muchos de sus devotos. En las santerías puede apreciarse representaciones de yeso conjunta, que representan al Gauchito Gil con San La Muerte detrás, abrazándolo con su capa negra.

En la sociedad argentina, la imagen del Gauchito Gil, representado de pie ante una cruz roja, también denominada “la cruz del espinillo”, sosteniendo sus boleadoras, resuena fuertemente con temas culturales y religiosos de fuerte raigambre nacional. El gaucho, de manera general, es un innegable símbolo de la identidad nacional y las narrativas biográficas del Gauchito Gil, que incluyen varios encontronazos con distintos agentes del poder local y su muerte injusta, lo asemejan sin duda al protagonista del libro célebre de la literatura y la identidad nacional, el Martín Fierro, que cuenta en versos las desventuras de la vida del personaje gauchesco.

La cruz roja detrás de él, evoca claramente la de Jesús, de la religión católica, que cuenta con mayor legitimidad social y es la mayoritaria en el país, teniendo en cuenta además la adopción de la religión Católica Apostólica Romana, tipificada en la Constitución Nacional.

Por el contrario, la imagen de San La Muerte, “espíritu esquelético”, como reza su oración, resulta amenazante y atemorizadora. La imagen más tradicional del santo, el esqueleto con la guadaña , a la cual se le agregó luego un borde rojo que la hizo todavía más inquietante, y algo más tarde, una capa negra, es ajena a la idea que en el país se pueda tener de lo “religioso” o de un objeto de “devoción religiosa”.

De allí las fáciles y difundidas estigmatizaciones que la devoción ha sufrido en los últimos años a partir de su incrementada visibilidad (Fidanza, 2014). Su íntima asociación con el Gauchito Gil, sin embargo, permite que su devoción se expanda casi tanto como la de éste, probablemente menor, pero con un grado de difusión al que seguramente no hubiera llegado por sí solo. Actualmente, y con mayor fuerza a partir de la última década, las devociones se han interrelacionado tanto que ambos santos “parecen ser casi dos caras de la misma moneda.

La cara más pública y grata es la del Gauchito Gil y la más privada y amenazante, San La Muerte. Al Gauchito Gil, el santo “más amigo” y benevolente se le implora ayuda y al Santito, “más justo de los santos”, protector de las personas en permanente riesgo, se lo exhibe como garantía, y amenaza. Ambos manejan o cumplen pedidos similares, pero en las oraciones y mensajes publicados en las redes sociales, las referencias para la protección contra enemigos aparecen casi siempre en el caso de San La Muerte y no del Gauchito Gil.

Son cada vez más frecuentes las representaciones intimidatorias de la muerte acompañadas de frases como “…quien me protege no juega…”. Algunas veces provenientes de la devoción a la Santa Muerte mexicana, que no tienen su equivalente para el caso del Gauchito Gil. Si “el poncho” del Gauchito es frecuentemente invocado como manto de protección, es “la guadaña” de San La Muerte la que tiene una representación de poder ofensivo. Las boleadoras del Gauchito Gil, que también podrían interpretarse como arma agresiva, no son prácticamente mencionadas.

Esta capacidad de protección contra enemigos, y castigarlos por sus malas intenciones respecto del devoto viene de larga data y es muy evidente en la oración “tradicional” y más conocida del santo:

“San La Muerte, espíritu esquelético

poderosísimo y fuerte por demás

como un Sansón en su Majestad

indispensable en el momento de peligro

yo te invoco seguro de tu bondad

Ruega a nuestro Dios Todopoderoso

de concederme todo lo que te pido.

Que se arrepienta por toda su vida

el que daño o mal de ojo me hizo

y que se vuelva contra él enseguida

Para aquel que en amor me engaña

pido que le hagas volver a mi

y si desoye tu orden extraña

buen Espíritu de la Muerte

hazle sentir el poder de tu guadaña

En el juego y en los negocios

mi abogado te nombro como el mejor

y a todo aquel que contra mí se viene

por siempre jamás hazlo perdedor

Oh! San La Muerte, mi ángel protector.

Amén”.

Actualmente, los posteo en las redes sociales dicen cosas como:

 

“sólo te pido justicia y que le hagas sentir el poder de tu guadaña”;

clava tu guadaña en mis enemigos”;

“que con tu enorme guadaña corte toda maldad que nos pueda tocar”;

“que tu guadaña retorne el mal a quien me lo hizo”.

 

San la Muerte y su Convivencia Afrobrasileña

La convivencia del Santito y el Gauchito Gil está dada principalmente por su origen regional, el que curiosamente se acentuó al trascender fuera de su ámbito natural, incrementándose en forma impensada en los últimos tiempos. Esta ampliación devocional y territorial, conlleva a relacionarse con otros credos populares que tienen su área de influencia en el Gran Buenos Aires, que por su magnitud demográfica es epicentro de grandes y variadas manifestaciones.

Para el sociólogo Alejandro Frigerio se dio un vinculo novedoso entre San La Muerte y algunos entes espirituales provenientes de religiones espiritistas afrobrasileñas especialmente de la variante denominada Kimbanda o quimbanda (8) (Frigerio, 2002).

Los esclavos africanos que eran traídos por los europeos a tierras americanas, provenían de varias regiones del “continente negro”. Estos como toda comunidad humana tenían su cultura, creencias, etc. Es por ello que las religiones afro fueron practicadas por estos, desde su arribo a América, donde fueron duramente castigados por esta causa, produciéndose en consecuencia un sincretismo forzado o “engaño” por parte de los esclavos, al reemplazar sus entidades, representadas  originalmente por piedras, por imágenes de la religión católica y parte de su simbología, pasando de este modo a formar parte de su religiosidad. José Ingenieros en su obra “Buenos Aires setenta años atrás”, relata un ritual de la comunidad negra en los fondos de su hogar. 

Con la extinción del negro en nuestro país, también merma hasta casi desaparecer las religiones afro, las que vuelven a practicarse hacia mediados del Siglo XX, provenientes del Brasil, vía Uruguay. Durante la última dictadura militar fueron perseguidas, pero desde la década del ochenta ha habido un proceso de creciente expansión de religiones afrobrasileñas en nuestro pais, particularmente en el Gran Buenos Aires y en distintas ciudades del país. Muchos barrios populosos de Buenos Aires tienen templos de estos credos, generalmente de clase media y/o media /baja, aunque tiene numerosos seguidores en la clase alta, estos guardan mucha reserva de su devoción.

En ellos se practica mayormente tanto umbanda, caboblo y kimbanda, aunque en este siglo ha aumentado notablemente la práctica de la kimbanda, eclipsando la de la umbanda, aduciendo algunos de sus fieles “es más terrenaly los pedidos se cumplen más rápidos…”

Considerado desde el punto de los seguidores de religiosidades de origen afrobrasileña, esta relación se establece a lo largo de un “continum”(9) que va desde la identificación a distintos grados de convivencia. La identificación se da cuando se sostiene que San La Muerte es el Exú João Caveira, un exú de calunga, o sea que reside o mora en el cementerio y cuya representación es también la de una figura esquelética.(10)

En estos casos la imagen de San La Muerte forma parte del altar de exús del templo, como una, entre las varias estatuillas que representan a los distintos exús dentro de la aruanda, cuarto de los Exú, donde están los altares que los veneran. Esta identificación parece darse con más frecuencia en practicantes de sectores populares, y puede ser una estrategia de aproximación a las prácticas de  religiosidad popular de sus vecinos.

Los distintos grados de cohabitación se aprecian en los templos en los que no se considera que San La Muerte es exactamente un exú pero que de todas maneras incluyen una imagen o altar del santo. Ésta puede estar cerca o en el sitio de los Exús, con lo cual si no se hace una identificación explícita al menos se sigue reconociendo algún tipo de afinidad, o en otro lugar del templo, de manera más o menos visible.

Su presencia, distanciada de los Exús, parece ser propia de algunos umbandistas ya más de clase media, dogmáticos en su práctica religiosa, pero que sin embargo miran a la devoción con   simpatía, y por lo tanto pueden tenerlo en su templo, como una imagen de devoción, pero reconociendo su carácter de santo popular por fuera de la cosmovisión y los rituales de umbanda. El lugar asignado al Santo en estos casos es muy variable. Puede ser modesto como en el caso de un conocido pai de la Ciudad de Buenos Aires que tiene una imagen suya pequeña, no fácilmente visible, cerca de la entrada al templo porque su mujer oriunda de la provincia de Corrientes, es devota de él hace muchos años.

Por el contrario, puede ser destacado, como en un templo de la ciudad de Corrientes, en el noreste argentino, cuyo pai justifica su importante altar de San La Muerte aduciendo que es porque en su familia se viene heredando, hace varias generaciones, una imagen de San La Muerte. Viviendo en una ciudad que es epicentro tradicional de la devoción, afirma que antes de su práctica religiosa afro él “… ya era cuidador de una imagen del Santito…” por este compromiso familiar. (11)

Otra alternativa, que reconoce la importancia de San La Muerte pero admite su carácter por fuera de la Umbanda, es la desarrollada en la zona sur del cono urbano bonaerense por un pai de santo que era famoso por sus ceremonias de quimbanda. Este pai instaló un altar de San La Muerte contiguo al salón de ceremonias, y ahora se dedica sólo al culto del Santo. Para poder separar ambas prácticas por completo, ahora es su mujer, una mãe, quien dirige la parte de altares y ceremonias afro. Cuando hace la fiesta anual para el Santo en agosto, desarma todos los altares de quimbanda y umbanda que tiene en el templo, y en el espacio que entonces sólo aparece como un gran salón vacío, los devotos, muchos ataviados de gaucho, bailan chámame, beben y comen, sin ningún signo ni imagen a la vista que indique que allí funciona también un templo de umbanda, varios quizás hasta lo ignoren. (12)

Antes, después o durante la ingesta de comidas, bebidas y el baile, se dirigen al gran altar de San La Muerte, que ocupa toda la parte trasera del templo, sólo unido por una puerta al salón, y allí le rezan. Algunos en determinado momento, van y bailan algunas piezas delante de su representación. Nada en este día de festejo del Santo indica la presencia paralela de las religiones afro, salvo que algunos devotos todavía se dirigen al ahora cuidador del santo llamándolo pai. Viéndolo ahora ya no del lado de los umbandistas, sino del de los devotos de San La Muerte, en los principales altares del Santito en el Gran Buenos Aires no suele haber casos de identificación, aunque sí de cohabitación, mediante la incorporación de algunas imágenes de yeso de seres espirituales de origen afro. Uno de los santuarios más conocidos de San La Muerte en la zona norte del Gran Buenos Aires tiene, en su jardín, utilizado para ceremonias relacionadas con la devoción al Santo, una pequeña capilla con la imagen de Iemanjá.

En la fiesta del Santito los asistentes, luego de orar y dejar ofrendas ante el sagrario de San La Muerte, podían ser “limpiados” por tres practicantes: uno que pasaba ramas por su cuerpo –haciendo relación con prácticas chamánicas indígenas–, otro que les hacía pases de reiki, y un tercero que, vestido íntegramente de negro, con un sombrero de ese color y collares blancos y negros que remedaban los de los exús de calunga, les pasaba las manos en forma de cuernitos por su cuerpo, hablando en portugués, en un remedo de incorporación de exú.

Pese a esta copresencia de imágenes y prácticas de diferentes orígenes, en el discurso público del cuidador del santuario no se aprecia la incorporación de elementos propios de la cosmovisión afrobrasileña. Otro famoso santuario, pero ahora en la zona sur, también tiene un altar para Iemanjá  en un segundo espacio, atrás del principal donde está el altar de San La Muerte.

También hay otro con imágenes de pretos velhos, ancianos esclavos negros, de Umbanda y un tercero con San Jorge, cuya identificación afro con el orixá Ogun no necesariamente es resaltada pero sí evocada por los colores de las velas blancas, rojas y verdes que son las utilizadas en las religiones afrobrasileñas.

Más que reivindicar algún conocimiento experto en religiones afro, o argumentar por un lugar de este orixá y entidades de umbanda en su cosmovisión, los cuidadores del templo apenas dicen que son imágenes “que trae la gente…y con eso consideran justificada su inclusión. (13)

Otro ejemplo de influencia de las religiones afrobrasileñas dentro de la devoción a San La Muerte son los collares de mostacillas blancas y negras (14) que frecuentemente adornan las imágenes de yeso del Santito en los altares, los mismos que los umbandistas usan como representativos de los exús. Esta asociación usualmente no se menciona, quizás tampoco se tenga presente; sin embargo, seguramente tiene el mismo origen que el incremento de ofrendas materiales que ahora se ve en los altares de San La Muerte.

Frente a las imágenes de yeso, o entre ellas, se pueden apreciar botellas de whisky, paquetes de cigarrillos, a veces chocolates, alfajores, manzanas, pochoclo, todos elementos que no eran utilizados tradicionalmente en la religiosidad popular argentina, que prefería solamente velas, flores y eventualmente algún elemento simbólico relacionado con la historia de cada santo.

Las ofrendas actuales, sin embargo, son muy similares a las empleadas en las ceremonias afro. Otro ejemplo, cuya extensión es difícil de establecer porque no es muy exhibido o mencionado, es la realización de sacrificios de animales para San La Muerte, algo que sabemos sucede por la presencia de cuchillos rituales en algunos altares del santito. Esta parece ser, por ahora, una práctica minoritaria. Aunque, como vemos, los creyentes realizan varios cruces entre elementos de la devoción popular y las religiones afro, una relación demasiado cercana entre ambas no suele ser bien vista por gran parte de la sociedad.

Cuando algún médium de religiones afro afirma incorporar, entrar en trance con una determinada entidad, a San La Muerte, por ejemplo, o a Exú Caveira que-es-San-La-Muerte, es fuertemente criticado tanto por los umbandistas como por los devotos del Santo, que no creen que éste pueda entrar en el cuerpo de las personas ni hacerse presente a través de ellas.

Los practicantes más ortodoxos y antiguos de umbanda lamentan y descreen, de manera general, de su sincretismo con un exú específico, así como de su presencia, con un lugar significativo propio, entre los demás altares de un templo afroumbandista, alegando que son creencias religiosas diferentes y que no deben ser mezcladas dentro de los altares y rituales de la quimbanda.

Los préstamos de elementos rituales o las presencias espaciales menores que hemos descripto más arriba no despiertan tanta animosidad, quizás porque son menos evidentes y no tan conocidas. Los devotos del Santo suelen reconocer que la umbandaes otra cosa…nada que ver”, pero no parecen conscientes de que algunas de sus prácticas como la utilización de collares blancos y negros y de múltiples ofrendas materiales probablemente tengan ese origen o esa influencia.

Lo mismo pero diferentes”…  San La Muerte y La Santa Muerte

Hasta el momento, las influencias recíprocas y cruces de todo tipo que hemos señalado entre la devoción de San La Muerte y otras se pueden explicar en buena medida por la contigüidad espacial y de clase. Desde hace rato entremezclada con la devoción al Gauchito Gil en las provincias del noreste argentino, al llegar a Buenos Aires la devoción del “más justo de los santos” comienza a convivir, como vimos, con la presencia de religiones populares en los mismos barrios y en la vida de sus devotos.

Una tercera influencia que está ganando terreno en los últimos años pero ya no por ningún tipo de contigüidad física es la de la devoción mexicana a La Santa Muerte. Esta parece darse a través de internet, cuando los creyentes comienzan a descubrir o entrar en contacto con la devoción mexicana y se populariza actualmente a través de las redes sociales, con los grupos de devotos de Facebook cumpliendo un rol preponderante. (15)

Una de las transformaciones más apreciables en la devoción de San La Muerte, en los últimos tiempos, a la cual se le puede atribuir la influencia de su par mexicana es en las imágenes utilizadas para su culto. Inicialmente las representaciones típicas del santo eran, un esqueleto parado sosteniendo una guadaña o un esqueleto sentado tomándose la cabeza y apoyando los codos en las rodillas (El Señor de la Paciencia).

En las estampitas o imágenes gráficas, a la guadaña luego se le agregó un borde rojo simbolizando sangre, y algo más tarde, al esqueleto se lo vistió con una capa negra. Durante casi dos décadas hubo poca variabilidad en estas imágenes (algo que fácilmente se podía apreciar en las estampitas del Santo en venta en distintos eventos de religiosidad popular). Esta univocidad imagética se fue quebrando paulatinamente a través de la posibilidad de acceder a diversas imágenes de la muerte o la parca en internet y se hizo particularmente evidente en las imágenes del Santo que los creyentes postean en los grupos de devotos de Facebook, acompañando sus pedidos de milagros o ayudas.

Se han multiplicado así las imágenes inquietantes y amenazadoras de la Muerte y ya poco se utilizan las más tradicionales (que sí siguen presentes en estampitas y en las banderas de satín negro que se cuelgan de los santuarios). Estas imágenes nuevas parecen más propias de La Santa Muerte, o estaban más frecuentemente asociadas online con esta devoción. Frecuentemente hasta llevan su nombre, o tienen oraciones sobreimpresas en ellas que la mencionan, denotando así claramente su origen mexicano. (16)

Sin embargo, el encabezado escrito por quien las postea sigue haciendo referencia a mi Santo, al San, etcétera, mostrando que es el santo argentino el invocado realmente y no la santa mexicana. (17)

Prefiero no hablar de hibridación entre ambas devociones, como sugiere Flores Martos (2008) sino quizás de una influencia que ha multiplicado las maneras de representación, haciendo que la figura del santo parezca cada vez más una persona, pasando de ser originalmente un esqueleto pequeño y estático a tener ahora movimiento, expresiones faciales y expresar frases que auguran protección para sus devotos y castigos para quienes los molestan.

Esta creciente personalización de la figura de la muerte, que actualmente se mueve, habla y hasta amenaza a quienes estén contra sus devotos puede ser leído como una influencia de características de una devoción en otra, pero también como un proceso (que la devoción mexicana ha transitado antes) de ampliación de referencias posibilitado por internet y por la destradicionalización creciente que caracteriza a las sociedades modernas, que lleva a una mayor individualización y reflexividad respecto de prácticas, creencias y, como en este caso, a una mayor libertad por parte de los devotos para elegir imágenes de la muerte que quieren represente a su santo. Esta apropiación de imágenes, sin embargo, no se hace sin discusiones ni debates.

En su Facebook, un devoto bien conocido por su doble condición de sanador y cantante de chamamé en honor al santo, advierte:

“…El Señor La Muerte no es la santa de México ni el Tata Caveira que es de otra religión, aunque las imágenes se parezcan, ¡ojo! Con todo respeto, deben fijarse bien al tatuarse una imagen, o cuando compran en las santerías..”. “…Los comerciantes te venden cualquier cosa, no todas las imágenes son el Señor La Muerte. Aunque van a aparecer personas que te van a confundir diciendo torpemente que cada uno elige lo que quiere. Y eso no es así. Al pan.. pan, y al vino… vino…”

También se producen discusiones entre devotos mexicanos y argentinos, que se encuentran como miembros de los grupos de Facebook:

Usuario “Santa Muerte del Final” dice: “…Perdón amigos del Face, les comunico que en verdad les falta mucho saber de mi patrona la reina de la muerte y si se utilizan rituales y ofrendas de gente ante la santa muerte porque la magia es magia y por lo que veo les falta saber mucho de la santa…”

Usuario “Santito Argentina” dice“…Hola hermanos y bendiciones a todos…” “…Santa Muerte con todo respeto te digo que estamos hablando de nuestro Señor de la Buena Muerte también conocido como San La Muerte o San Severo de la Buena Muerte o “el santito”. No estamos hablando de la Santa Muerte que cultúan en México, estamos hablando del culto a San La Muerte de Argentina…”

Este culto en unos aspectos es parecido al de la santa muerte y muy distinto al mismo tiempo y no se trata afirmar que rituales se pueden hacer. Se trata de la prensa ensañada con un culto. En el caso de las imágenes de yeso (para altares caseros o de santuarios) que dependen de la oferta industrial, el abanico de posibilidades es algo menor y en este registro de efigies, la influencia de la Santa Muerte parece menos relevante.

Las imágenes más populares del Santo siguen siendo diferentes de la mexicana, son algo más altas y angostas, con una guadaña sostenida con ambas manos. Otras tienen en la mano derecha una guadaña, y en la izquierda una calavera o simplemente muestran la palma de esa mano hacia abajo, en una manera que recuerda la de imágenes de la Virgen. Pocas lo muestran con una balanza o con el globo terráqueo o una lechuza en mano, como sucede con la mexicana. Cuando aparece el globo terráqueo en las imágenes de San La Muerte, éste sirve como la base sobre la que se para el santo.

 Una imagen que sí gana popularidad y que es común también en la devoción de la Santa Muerte es la que muestra al santo/a sentado en un trono, con una mirada amenazante, una guadaña en la mano y con apoyabrazos conformados por hileras de calaveras a ambos costados -la reproducción en yeso de una imagen gráfica que también es muy popular (un fondo de escritorio muy buscado en internet, con estética de cómic o de juego de computadora). (18)

       

En su afán por universalizar la devoción (quitarle algo de su carácter de “culto popular local” y brindarle un estatus más global) varios de los dueños de santuarios conocen la devoción mexicana, y aunque por un lado reconocen que es prácticamente lo mismo, por otro no la confunden con la suya. Algunos han empezado a agregar, más o menos tímidamente, alguna imagen de la santa mexicana en sus santuarios.

Agradecido por el cumplimiento de un favor por la Santa Muerte, el fundador de uno de los más conocidos santuarios de San La Muerte en Buenos Aires, se tatuó en la parte interior de su antebrazo izquierdo el nombre de la Santa, y en el derecho el del Santito, además distribuyó quince rosarios de la Santa Muerte entre quienes concurren a su templo. Planea ahora un viaje a México para una posible consagración local en el culto a la santa, como una indudable manera de aumentar su poder mágico-religioso. (19)

 Otro cuidador, ahora en la zona norte del Gran Buenos Aires, añadió una imagen de la Santa Muerte a las que adornan su patio/lugar de ceremonias, complementando a la del Gauchito Gil, la de Iemanjá y la de Buda que allí tenía.

La influencia de la imaginería de la Santa Muerte parece llevar no sólo en dirección de una mayor construcción del santo-como-persona, sino que también ayuda a enfatizar su lado amenazante. Buena parte de las imágenes con frases que se colocan en Facebook parecen provenir de la devoción mexicana; esto se nota por algunos modismos utilizados, por el género femenino, “la que me cuida”, o directamente por llevar su nombre.

No es que la devoción original de San La Muerte no tuviera un lado amenazante, pero ésta, era para ser rezada en privado en la relación personal de devoto con su santo, incluso cuando fuera común verla bordada como bandera en alguno de los altares, o reproducida, abreviada en las banderas de satín negro con la imagen esquelética que venden las santerías para colocar en los altares. Ahora estas imágenes y frases amenazantes de San La Muerte, que mayormente derivan de su par mexicana, salen del dominio privado, se exponen públicamente en las redes sociales como mensajes dirigidos a audiencias específicas, o como mera satisfacción o regodeo públicos por contar con este poderoso respaldo.

Algunos ejemplos que indudablemente provienen de la devoción mexicana (por el uso del femenino):

No me ofendas, no me critiques, no me señales, no me juzgues, no me faltes el respeto porque la que siempre me acompaña lleva filo en su guadaña”.

Soy tu amiga sabes […] con poder para destruir a tus enemigos, pero si me traicionas, sólo recuerda: sé destruir a un enemigo”.

No soy vengativa soy justiciera […] no cumplo caprichos, cumplo necesidades... yo te protegeré”. “¡Esta persona está protegida por ella hoy y siempre! La más milagrosa, la santa muerte”

Ya hay también equivalentes locales:

“Ten cuidado con lo que me deseas porque quien me protege no duerme ni juega”.

“Tú que juzgas y criticas cuídate. Porque algún día me acordaré de darte una lección. Porque yo no olvido. Y a éste lo cuido yo”

“Respeta a mi gente y a mi familia. Seguí jodiendo mi guadaña te destruirá”.

“A mis hijos protejo con toda mi fuerza y todo aquel que esté en contra de ellos sentirán el filo de mi guadaña”.

“Yo soy San La Muerte respeta la fe de mis hijos porque yo los protejo con mi guadaña y los cubro con mi capa”.

En contraposición, también hay intentos, por parte de gente involucrada en los santuarios que se esfuerzan por normalizar y normativizar la devoción, de suavizar esta imagen amenazante de la guadaña de San La Muerte:

“La guadaña de mi santo está hecha de amor. El material con que Dios hizo todo en la tierra”.

La devoción Salteña:

La provincia de Salta no escapa a esta veneración popular, en su versión más antigua por su proximidad con el noroeste argentino y más concretamente “la región chaqueña”. En su adaptación más actual a través de la figura del Gauchito Gil por un lado, de las redes sociales  y en menor media por migraciones provinciales, teniendo mayor aceptación visible en las comunidades medio /baja y grupos marginales. Si bien existe devotos en las clases medio / alta, estos mantienen absoluta reserva.

Las investigaciones desarrolladas en las páginas de las redes sociales y el trabajo de campo a nivel local dan como resultado las influencias anteriormente descriptas, es decir como en las zonas urbanas, suburbanas y aéreas rurales del resto del país.

“….Hace ocho años que hago en mi casa la fiesta de San La Muerte y cada vez viene más gente a la que les concedió favores. Tenía varias imágenes pequeñas y en agosto pasado un vecino me dio la grande que fue hecha es Jujuy, es de yeso y pesa unos 50 kilos. Le quisieron hacer un lugar para venerarlo a orillas de la ruta 34, pero la construcción fue destruida y el santo dejado en el lugar, por eso ahora está aquí….” Comenta la señora S.A.

“…Soy devoto de San la Muerte desde los 17 años. Lo conocí cuando desfilaba en el fortín de ... Un señor tenía la imagen, una réplica pequeña en el bolsillo y una vez me la mostró… Admito que la primera vez que la ví me asustó pero a la vez me dio curiosidad saber de qué se trataba y qué representaba… El hombre me explicó que la imagen le ayudaba con su trabajo y a proteger los caballos…”, manifiesta C.A., “…Días después, yo estaba con un caballo que comenzó a caminar mal y cuando lo revisé tenía una estampita del mismo santo; la guardé en mi billetera y después le conté lo que me pasó y mi amigo me dijo que el santo me estaba buscando. Así comenzó mi devoción”, agrego. “…Mi creencia en la imagen no tiene nada que ver con mi relación con… ni nada por el estilo, porque también creo en San Cayetano, el Gauchito Gil y en el Señor y la Virgen del Milagro, tengo imágenes de todos ellos en mi casa…” concluyo.

Existen Publicaciones virtuales, pidiendo, como por ejemplo:

“Morocho hoy te pido por mi salud realmente me siento mal te pido q alejes de mi camino las personas q solo daño causan no les deseo el mal solo q se alejen…”

“Mi gran señor. Gracias infinitas por la familia que tengo. Te pido por la salud de mi hijo que siempre siga disfrutando sus días. Por el trabajo que no nos falte nunca la venta del día. Gracias por guiar mi camino. Protejenos cuando andamos en moto que siempre lleguemos a destino. Ayúdanos señor a llegar a ir de vacaciones este año. Gracias…”

“X la salud y x mi flias X mi situación económica que no llegue a judiciales mi santa…”

“Mi Santito ayudeme a progresar a ser feliz Q mi marido se aleje de los vicios del alcohol amen…”

“Amen.te pido xmijo q gane ste juicio y tepido x q la chita salga ala luz..”

“Te pido mi señor x la libertad de mi hijo de mi hijo … acusado de un hecho q no cometió, mi señor tú eres justo y sabes q tu hijo es inocente. No hay mal q no se doble ante tu voluntad nuestro señor. Que asi sea y así será!!! Amén…”

“Una sorpresaaaa, asi es nuestro Señor, aparece en el lugar donde menos imaginamos, necesitabamos trabajar fuerte con nuestro Santo, algo especialll, y aparecieron las herramientas justas, aca San La Muerte va a tar presenteee negro negro neeeegroooo, el q tenga ojos q vea y el q tenga pikardia q entiendaaa!!!, SALVE SANTOOO!...”

Amen Mi Santito Hermoso♥Pido por La Salud De mi tio … Por La Prosperidad De Mi Hogar i en especial Por la libertad de …”

En cuanto a las publicaciones virtuales de eventos, se cita:

“…Están Invitados a la Capilla de San La Muerte Ubicado en un Paraiso lleno de Vegetacion y rodeado por un clima Natural. QUIJANO (ENTRE ROSARIO LERMA Y QUIJANO) SALTA CAPITAL…”

“Hoy misa, pediremos por estudios, trabajo, familia, parejas, claridad mental, para tomar  desiones acertadas, salud, problemas judiciales / los esperamos a las 21:30 hs…”

“Hoy es la cita con el gran amor d nuestras vidas no podemos dejarlo esperandonos como todos los 20 d cada mes a las 21:20 hs dejar sus intenciones para ser leidas en misa /Iniciaremos con el rosario y luego la ceremonia…”

En cuando a otras publicaciones, se extrae la siguiente oración:

HIJO/A MIO/A infinidades de veces espero tu saludo de " buenos días" ,pero muchas veces sales corriendo a trabajar ,a tu rutina diaria que te envuelve y te agobia ,de todas maneras te espero y te protejo en tu día a día. / A veces crees, tener una como genial idea y soy YO el que te dicta ,sendas correctas para que no equivoques tu camino ./ Retraso tu viaje (ej. pierdes tus llaves, el colectivo q debías abordar ,no enciende tu auto; veo hijo/a mas allá de tus ojos y protejo tu vida con todas mis fuerzas ./ Cuido de ti cuando enfermas ,muchas veces los médicos agotan las posibilidades de la ciencia ,entonces allí actuó y no encuentran explicación . / Entonces espero tu regreso ,y llegas agotado/a, cenas y te vas a dormir./ No recibí ,ni tus buenos días ,ni las buenas noches ,tampoco compartes tus alegrías ,recuerda soy el mejor amigo que puedas tener por toda la eternidad ./ Solo te escucho cuando tienes problemas allí, si acudes a mi,que no sea solo en esos momentos cuando tenga novedades tuyas ./ Recuerda hijo/a que en cada hermano devoto o no ,moro YO ,no dañes ,no guardes rencor ,porque esos sentimientos solo te hacen mal a ti.De que vale que me a tiendas ,si dañas al que te rodea ."PIENSALO". No pidas imposibles o necedades por caprichos y pretendas que te los cumplas ,reeplantea tus peticiones ./ No te concederé una persona que se que no es la indicada para ti porque te dañara ,porque yo veo mas allá de tu humanidad ./ Si algo terrible te acontece ,no te desesperes y confía ,confía mucho en mi porque lo que hoy te parece terrible ,mañana entenderás el "PORQUE"de esa situación (ej.pierdes un empleo,seguro te espera uno mejor) Entiende que tu pones el 50% de tu esfuerzo y los restantes los pongo YO ,toda situación negativa te ayudara a fortalecerte cada día mas ./ No me primeras algo y luego de que te cumpla tu deseo .El amor debe ser INCONDICIONAL ,no me agrada que me condiciones a esto o aquello./ Porque no mejor me ofrendas y YO día a día velare por ti ./ Recuerda yo elijo a mis devotos y pondre a prueba tu PACIENCIA,CONSTANCIA,FE Y AMOR hacia "MI"./ ATTE:SMO SR SAN LA MUERTE SALTA CAPITAL ( TU AMIGO)…”

Ritos Híbridos y Apropiaciones de San la Muerte en Argentina

Brindaré aquí una reseña de los aspectos principales de la devoción a San La Muerte en Argentina. Menos preocupado por sus “orígenes”, o por la continuidad o no, de determinada “tradición” (religiosa o cultural), describiré algunos de los rasgos principales de esta devoción como se practica actualmente en el Gran Buenos Aires, (20) con foco en las perspectivas de los actores religiosos (“desde abajo”) y a la vez, en ciertos procesos que, desde una mirada sociológica aparecen particularmente relevantes, como la cada vez mayor institucionalización de la práctica, la multiplicación de sus imágenes, y los crecientes cruces con otras devociones y religiones.

El supuesto subyacente en este análisis –pese a realizar referencias inevitables a “la devoción de San La Muerte” o a “otras devociones”– es que no hay una sola forma de devoción sino múltiples, tantas como sus devotos, ya sean promeseros comprometidos, creyentes  regulares y dedicados o circunstanciales y fugaces.(21)

 Muchos de ellos, en la última década especialmente, han comenzado a realizar cruces con otras prácticas religiosas presentes en la ciudad o en el ciberespacio, en particular con la devoción al Gauchito Gil, la umbanda/quimbanda de origen afrobrasilero y la devoción a la Santa Muerte mexicana.

Preferí utilizar lo menos posible conceptos como sincretismo o hibridación (salvo en casos extremos y continuados de identificación de dos seres espirituales de tradiciones diferentes) que enfatizan en demasía la existencia de devociones “tradicionales”, unívocas, estructuradas, aisladas e independientes entre sí.

Los datos provienen de visitas a santuarios y altares callejeros de San La Muerte y el Gauchito Gil en la ciudad y en el Gran Buenos Aires, santerías (tiendas de ventas de productos religiosos y esotéricos) y de una investigación prolongada sobre las religiones de origen afro en Buenos Aires. En los últimos cinco años, también he seguido y analizado intercambios y posteos de devotos en varios grupos de Facebook dedicados al Gauchito Gil y/o a San La Muerte.

A modo Conclusión:

San La Muerte se presenta como un culto popular, dinámico y ecléctico en diferentes aspectos, esta dinámica puede observarse en su expansión a nivel nacional con sagrarios y santuarios populares en prácticamente todas las provincias, aunque las zonas del Litoral y el cono urbano bonaerense nuclean la mayor cantidad de sitios devocionales. Su creciente difusión se torna también evidente en los medios de comunicación, que mayormente toman a este culto con negatividad signada al delito o con trabajos esotéricos. Las redes sociales e Internet son espacios vinculantes donde se incrementan páginas y sitios dedicados al Santo en los cuales se difunden creencias y prácticas, se conforman áreas de socialización virtual entre devotos y se publicitan actividades y servicios religiosos. Llevando de este modo  a la circulación de material que antes era de acceso difícil o restringido, como noticias acerca de la devoción de la Santa Muerte y las imágenes que la representan.

Se adaptan y construyen formas de brindarle devoción a partir de la vinculación de experiencias y prácticas religiosas, para lo cual son importantes, entre otros ámbitos, los monumentos y santuarios públicos. Estos espacios devocionales se van conformando como centros autónomos de difusión religiosa, propio de estas modalidades descentralizadas, tanto organizativa como doctrinalmente, de las devociones populares. Cada santuario propone su propia forma de sanación espiritual habilitando una variedad de propuestas religiosas, que algunos autores identifican como propio de la plasticidad de las manifestaciones populares.

Aquellos devotos que instalan y/o se hacen cargo del cuidado de los santuarios, se constituyen en agentes religiosos intermediarios, santificadores, multiplicadores del culto e interlocutores cuasi legítimos en todo lo referente al Santo.

De influencia católica, basada en la fe, San la Muerte no posee una historia humana referencial y, pese a la permanente presencia de la muerte, sus seguidores no hacen alusión a “la vida en el más allá”, como un modo de relacionarse con la muerte. Esto conlleva a construir alrededor del santo toda una interpretación de la vida y su significancia, que difiere del pensamiento cristiano tradicional. “La Iglesia no lo reconoce, pero sabemos que es milagroso y que intercede ante Dios”, afirma un devoto. La ahistoricidad (origen) manifestada en el discurso de los devotos, la ubica en un plano existencial alejado de las Instituciones religiosas, lo que conlleva un carácter devocional con rasgos de violencia.

A diferencia de las religiones afrobrasileñas, donde “sus entidades son incorporativas”, como es el caso de los Exu que representan la muerte en la cosmovisión afrobrasileña, San la Muerte no es incorporable. Algunos devotos le atribuyen al Santo simplemente como el dueño de las almas del cementerio. El culto al Santo le asigna su lugar, rezo y baile. En los encuentros grupales o comunitarios desaparece todo accionar esotérico.

En cuanto a su posicionamiento en la sociedad, está relacionada con la marginalidad y la situación socioeconómica de sus seguidores, en una búsqueda, desesperada en muchos casos, a sus males que los aquejan.

En estas páginas he brindado un panorama de los desarrollos recientes en la devoción a San La Muerte, particularmente de la forma que toman en su expansión hacia el Gran Buenos Aires. He procurado construir el objeto de estudio evitando caer tanto en la fabricación, afirmación y reificación de una “tradición” devocional unívoca, rígida y excluyente, como en la confusión de miles de actos devotos sin condicionamientos sociales subyacentes.

Señalo, entonces, algunas tendencias que me parecen sociológicamente relevantes, así como los diálogos y entrecruzamientos que los devotos establecen con otras devociones/religiones. He enfatizado la cada vez mayor identificación que los fieles –y cuidadores de santuarios– de San La Muerte establecen con el Gauchito Gil, especialmente en el contexto del gran Buenos Aires, sugiriendo que ella ha ayudado a la expansión de ambas devociones, pero principalmente a la del santito: que aparece casi como un alter ego oculto e inquietante por detrás de la fachada más socialmente aceptable del Gauchito.

Como condiciones más generales que permiten e incentivan estos cruces (también con la quimbanda y la devoción a la Santa Muerte) está sin duda la presencia o prevalencia en los sectores populares de una lógica cultural cosmólogica, holista y relacional, como ha sugerido Semán (2001). Efectivamente, los cruces parecen darse con mayor frecuencia en los segmentos más populares de los creyentes, mientras que los más cercanos a la clase media reclaman por los desvíos que se realizan de las ortodoxias de “sus tradiciones” devocionales y religiosas.

Otras variables contextuales a tomar en cuenta son la creciente destradicionalización, que lleva una mayor reflexividad y a cruces conscientes entre símbolos, conceptos y prácticas religiosas diversas que, dentro de un contexto de mayor desregulación social, espacial y gubernamental de la religión resultan más accesibles que en épocas previas.

Para algunos de los actores sociales, especialmente los más involucrados con la expansión de estas devociones (dueños de santuarios de San La Muerte y del Gauchito, líderes de templos de umbanda) también puede haber una dimensión más estratégica, más o menos consciente, tanto de acomodación social –al ligar una devoción más estigmatizada a otra más aceptable socialmente– como, en el caso de algunos país de santo, de crear puentes cognitivos (Frigerio 1999) con la religiosidad popular que piensan, resultará atractiva para sus vecinos o su target de público en el Gran Buenos Aires.

La enorme expansión en los últimos años del acceso a internet, y más recientemente, la popularización de las redes sociales en la vida de los argentinos: ya sea por computadora o cada vez más, vía smartphones, lleva a la circulación de material que antes era de acceso difícil o restringido, como noticias acerca de la devoción de la Santa Muerte y las imágenes que la representan.

Pese a que buena parte de los devotos de San La Muerte no difieren demasiado de los de otros santos populares (más o menos católicos) para el sector más juvenil (y, especialmente, para quienes están en condiciones de vida más marginales), es posible que como sugieren Carozzi y Miguez se relacione con: la emergencia de una cultura juvenil de la transgresión” y que la estética sea parte importante de su atractivo: “su imagen algo amenazante, vinculada a la muerte y a la violencia, representa la relación de oposición que muchos de estos jóvenes establecen con la sociedad convencional, al tiempo que expresa la permanente cercanía con la muerte que experimentan en sus vidas” (2005:10).

Tendríamos así, tendencias desviantes y normalizantes dentro del culto, según se exalte su carácter amenazante y mágico o se lo desenfatice afirmando que es sólo “un ángel enviado de Dios” o se disimule la devoción detrás de la cara ya más amable del Gauchito Gil. Las estrategias de acomodación social serían más comunes en los actores interesados y activos en la difusión del culto: dueños de santuarios, cantantes, talladores, dueños de grupos de Facebook y las más mágicas y amenazantes se darían entre devotos principalmente satisfechos con exhibir su protección personal.

 Para unos una expresión de transgresión; para otros un símbolo potente de protección en un contexto social cada vez más violento; para todos “el más justo de los santos”, el que finalmente “se lleva a todos, ricos y pobres”, como dicen sus devotos argentinos y mutatis mutandis, también los mexicanos.

Bibliografía

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COLUCCIO, Félix, 1986, Cultos y canonizaciones populares de Argentina, Buenos Aires, Del Sol.

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Citas

(1) La palabra payé designaba originalmente al shamán guaraní (curandero), y luego también pasó a hacer referencia, en las provincias del noreste argentino y Paraguay, a amuletos que se llevan, ocultos, para conseguir protección y toda clase de éxitos.

(2) Lo más común es que alguna imagen suya se coloque a un costado, en un altar para el Gauchito Gil. Sin embargo, en la propia ciudad de Buenos Aires, existen algunos altares exclusivos del Santito, visibles en calles de barrios bastante céntricos, como el Abasto o la Boca.

(3) La idea de payé permanece, aunque ahora en su concepción más aborigen u originaria, en una leyenda cada vez más difundida para explicar el origen del Santo. Éste habría sido un piadoso monje jesuita o franciscano que, cuando los jesuitas fueron expulsados de la zona por el rey de España, permaneció curando a los enfermos y/o atendiendo a los leprosos (por ello algunas versiones mencionan que era un payé, significando shamán o que tenía poderes curativos). Cuando otros misioneros católicos volvieron nuevamente a la zona, envidiosos de su piedad y poderes curativos, lo encarcelaron. El monje, en protesta, hizo ayuno en su celda, de pie y apoyado en un bastón que utilizaba. Luego de un tiempo sus carceleros abrieron la puerta y lo encontraron muerto, apoyado en su cayado (que luego sería su guadaña) y convertido en una figura esquelética. Esta leyenda se ha vuelto cada vez más popular, reproducida a través de internet, y relatada por los cuidadores de santuarios que en ocasiones también ilustran con imágenes de esta historia las paredes de los altares del santo. Esta narración aproxima a San La Muerte de otros santos populares, dándole una existencia histórica previa (“real”), mostrando su temprana preferencia por los pobres, enfermos y marginales y su consecuente muerte injusta a manos de agentes de uno de los poderes locales (la Iglesia). Hay importantes similitudes subyacentes, por lo tanto, con el relato del Gauchito Gil que reproduzco más abajo.

(4) Los bandoleros sociales santificados popularmente son muy comunes en Argentina y están presentes en varias provincias, pero su número aumenta en la de Corrientes. Sobre la vida del Gauchito Gil, Chumbita (2007) señala que probablemente vivió entre 1847 y 1874, y que era un peón de estancia que, por problemas de mujeres, se peleó con un policía, por ello tuvo que exiliarse, y participar de la guerra del Paraguay. De vuelta en su tierra, lo alistaron para las luchas civiles que en ese momento sacudían la provincia, pero él, para no matar a sus semejantes, desertó. Encabezó una banda de cuatreros que robaba a los ricos y repartía entre los pobres. Finalmente fue capturado, y trasladado a la ciudad de Goya para su juzgamiento, un trayecto que pocos completaban porque los policías generalmente asesinaban a los reos por el camino. Para matar a Antonio Gil, debieron colgarlo de un árbol y degollarlo –la explicación más brindada actualmente es que no moría fácilmente porque al ser devoto de San La Muerte, lo tenía incrustado o tenía un medallón con su imagen que lo protegía–. Otra explicación que brinda Chumbita –que ya no se escucha tanto– es que debieron matarlo así para evitar la “mirada del cabureí” que el Gaucho poseía y con la cual paralizaba a sus enemigos (el cabureí es una lechuza local, cuyas plumas son payé y otorgan el poder de influenciar a las personas). Antes de morir le habría asegurado a uno de los soldados que lo asesinaría que al llegar a su casa encontraría a su hijo enfermo, pero que si lo invocaba, él (ya muerto) lo curaría. A partir de este primer prodigio, la cruz que los soldados dejaron para señalar el lugar donde enterraron su cuerpo pronto fue considerada milagrosa y bautizada La Cruz Gil. Luego allí, o en las cercanías, se alzó el santuario que ahora es el epicentro del culto y que reúne miles de devotos todos los días 8 de enero.

(5) Por ejemplo, Galera señala que en el altar ubicado frente al cementerio de la Chacarita: “la imagen de San La Muerte se encuentra ‘escondida’ en un árbol, fuera de la vista e ignorado por aquellos que no concurren asiduamente. Quienes controlan ese altar, me develaron su presencia diciéndome ‘que no podía no estar el Santito junto al Gaucho’ aunque me expresaron sus dudas con respecto a si era conveniente ‘visibilizarlo’ porque ‘la gente habla, piensa cosas malas, le tiene miedo porque no sabe de que se trata’, además esto interferiría en el proceso de acercamiento con el cura de una Parroquia cercana que les prometió realizar una misa en el lugar cuando finalicen las reformas, y cuyo reconocimiento es considerado como una victoria del Santo” (2010:11).

(6) Los “promeseros” de un santo son los que lo reconocen como el foco de su principal relación religiosa. Sin importar cuál sea su identificación social (que puede ser la de “católico”), su principal identificación personal será ésta (ver Frigerio, 2007 para una discusión acerca del valor heurístico de diferenciar entre identificaciones personales, sociales y colectivas).

(7) Ver descripciones y fotos de estos santuarios en Frigerio, 2015a; Galera, 2015 y La Vega, 2015.

(8) El vocablo quimbanda o kimbanda proviene del kimbundu (idioma bantú de la zona de Angola) y es relacionado con el doctor tradicional o "curandero" de las zonas de Angola. El significado es: "Aquél que se comunica con el Más Allá" o también aquél que puede comunicarse con el "arte de curar", ya que ese es otro de los significados de la terminación "MBANDA". La Mbanda, es el tipo de ritual practicado por el kimbanda en Angola para efectuar curaciones e invocaciones a ancestros espirituales (otros kimbandas o tatas) que podrían comunicarse con las personas a través de su cuerpo, tal cual lo hacen los espíritus a través de un médium.

(9)  Refiere a la idea de que, para alcanzar un óptimo desarrollo físico, mental y emocional, los seres humanos necesitamos vivir las experiencias adaptativas que han sido básicas para nuestra especie a lo largo del proceso de nuestra evolución.

(10) Los exús son espíritus de personas que han muerto y que en las sesiones (ceremonias) de kimbanda pueden a través del trance entrar en el cuerpo de los médiums y dar consejos y efectuar curas espirituales a los necesitados. Su comportamiento es por lo general festivo, aunque en ocasiones puede ser algo amenazante. En tanto San la Muerte es un ente que existe solo en la imaginería de sus devotos.

(11) Sus enemigos, sin embargo, lo acusan de que cuando entra en trance con su Exú –que significativamente, es João Caveira– éste dice que es San La Muerte, sugiriendo así que realiza un sincretismo indebido e incorrecto entre ambas figuras, lo que en la jerga popular de las religiones afro lo denominan “un fiasco

(12) El chamamé es la música típica del noreste argentino. Tanto en las festividades del Gauchito Gil como de San La Muerte, en las provincias de origen, pero también en el Gran Buenos Aires, esta música y su baile suele tener una presencia preponderante. Al contrario de  México, donde “el rosario de la Santa Muerte” es un momento privilegiado de participación colectiva, en las fiestas del conurbano bonaerense la principal integración comunitaria se da a través del baile del chamamé.

(13) Según una entrevista realizada por Cecilia Galera y Juan Fidanza (comunicación personal). Obtuve la misma respuesta por parte de la dueña de otro santuario en el Gran Buenos Aires al asistir a una fiesta de San La Muerte y notar la presencia de un altar con varias imágenes de umbanda en un rincón. En este caso había también un gran cuarto con imágenes umbandistas pintadas en las paredes que podían evidenciar que el lugar había sido un templo de umbanda o aún lo era, pero la responsable del lugar prefirió contestar con evasivas (después supe que su hija pertenecía a esa religión).

(14) En las religiones afro estos collares se denominan guías. Las más sencillas son usadas por sus devotos a modo de protección. Las más complejas denominadas “Guía Imperial” indican la jerarquía de quien la porta y la historia de su entidad. Cada variable tiene sus propias guias y no pueden ser utilizadas en uno u otro rial, es decir las de Umbanda solo se utiliza en esta, las de kimbanda en esta línea.

(15) Los datos que utilizo aquí provienen principalmente de tres grupos cerrados de Facebook (pero sin restricciones de membresía): “Devotos del Señor San La Muerte” (7 700 miembros); “Devotos de mi santito” (3 500 miembros) y “El amor hacia el san y la santa nos une” (1 100 miembros) (la cantidad de miembros es aproximada ya que se modifica diariamente).

(16) Si una determinada imagen no lleva el nombre de “La Santa Muerte” puede ser discutido si esta representación es efectivamente la de la santa mexicana o si meramente proviene de comics, juegos de computadoras o imágenes góticas. De todas maneras este tipo de imágenes ya fueron incorporadas a la devoción mexicana, que siempre –o al menos en las últimas dos décadas– se mostró mucho más abierta a la innovación que su símil argentina.

(17) Mientras escribo estas páginas, muchos devotos están posteando en los grupos de Facebook una quincena en honor al santo colocando, cada día, una imagen de la muerte con una oración sobreimpresa que pertenece claramente a la devoción mexicana (comienza “Ante ti vengo, mi Santísima Muerte...”). Las dedicatorias que la preceden, sin embargo, continúan expresándose en masculino: “Día 14 mi santito mi ángel protector”, por ejemplo.

(18) Por el momento, al menos, la variedad de imágenes de yeso o resina de la Santa Muerte que se puede apreciar en el Mercado Sonora de la Ciudad de México, o en el primer piso del Mercado Corona de Guadalajara, es absolutamente impensable en Argentina (a caballo, en moto, con alas desplegadas como un ángel, con el manto de colores de las siete potencias africanas, con Jesús en su regazo, por nombrar sólo algunas de las que se pueden apreciar en los mercados mexicanos) (Frigerio, 2015b). Las imágenes argentinas no sólo son menos diversas sino también algo más pequeñas: no llegan al tamaño natural que caracteriza a muchas imágenes de la Santa Muerte en México, ni tampoco son construidas a partir de un “esqueleto real” o material que lo parezca. Sólo en un santuario en el interior de Corrientes aparecen estatuas de tamaño de una persona y son claramente realizadas en yeso o madera.

(19) Cecilia Galera, comunicación personal.¡

(20) El Gran Buenos Aires abarca la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y el conurbano bonaerense (24 municipios que la rodean, ya dentro de la Provincia de Buenos Aires). Entre ambos concentran aproximadamente 33 por ciento de la población del país (casi tres millones de habitantes, la primera, y casi diez, la segunda). La expresión "Área Metropolitana de Buenos Aires” (amba) –que también aparecerá más adelante– es algo más amplia, ya que indica la ciudad y a 34 municipios circundantes.

(21) La perspectiva teórica más amplia subyacente al trabajo es de la de la “religión vivida” (lived religion), propuesta por Robert Orsi, quien señala que “La religión es comúnmente pensada como un medio para explicar, comprender y modelar la realidad, pero sostengo que la religión es una red de relaciones (network of relationships) entre el cielo y la tierra, que involucra a los humanos con una serie de diferentes figuras sagradas” (2006:2). Para este autor, la religión “No es una red de significados sino de relaciones [...] Lo que importa no son tanto las creencias […] sino las prácticas, los objetos, las presencias [...] Los dioses, santos, demonios, ancestros y lo que sea son reales en la experiencia y la práctica, en las relaciones entre el cielo y la tierra, en las circunstancias de la vida y las trayectorias (histories) de las personas, en las historias (stories) que la gente cuenta sobre ellos” (2006: 18). Además, abrevando en la perspectiva de las “economías religiosas”, otro importante presupuesto teórico es el de la importancia de los procesos de regulación y desregulación (social y gubernamental) en las expansiones de determinadas creencias y prácticas religiosas (Frigerio y Wynarczyk, 2008).

 

 

 

CLAUDIO OMAR ARNAUDO
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