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Guillermo Petrón

Estudió dibujo, pintura, cerámica y grabado en la Escuela de Bellas Artes "Tomás Cabrera".

Luego en Bahía -Brasil- se especializó en imaginería portuguesa, en La Paz -Bolivia- aprendió restauración de arte cuzqueño, materia en la que se capacitó en Lima, Perú.

En nuestra provincia les devolvió la vida a los murales del Convento San Bernardo y a los altares, sotacoro y púlpito de la iglesia de Yavi, en Jujuy; el Fuerte de Cobos y la Posta de Yatasto, entre muchos otros trabajos.

Además, desde su juventud, tuvo una activa participación en diversas instituciones y actividades culturales.

En su carrera figuran 54 años de profunda pasión por el arte. Expuso más de 180 muestras en casi todas las provincias argentinas y, en el exterior, en Chile, Bolivia y Brasil.

No sólo desarrolló su amor por la plástica, sino que además incursionó en la literatura. Una de sus últimas obras narrativas fue "Tomo I", sobre las costumbres milenarias de América andina. La poesía callejera, petrocoplas e ilustraciones en libros de poemas y narrativa, también integran su obra.

En una entrevista realizada por El Tribuno, Petrón contó que el 1 de marzo de 1952 y con tan sólo 13 años, ingresó a la "Tomás Cabrera" de la mano de su mamá y por invitación de don Ramiro Dávalos que reconoció que "al chico le gustaba el dibujo".

Cuando llegó a la escuela, el director era "Pajita" García Bes, y sus profesores recordados fueron Luis Pretti, Gravilov, el arquitecto García Bes, Héctor Heredia, Dumas, Juane, entre otros.

Guillermo, en aquella época, no disponía de los medios para aprender en casa y entonces su mamá, lo llevaba a la Biblioteca Provincial que estaba en Alberdi y Alvarado, donde comenzó a conocer libros de pintura. Fue donde descubrió a Leonardo Da Vinci, a los impresionistas y así comenzó la historia de dibujar.

Luego viajó a Buenos Aires, donde aprovechó para conocer las galerías de arte, los teatros y las bibliotecas. Más tarde impuso su estilo al que llamó "petronismo", una técnica complementaria diferente que llevó adelante hasta sus últimos días.

Sus temas más recurrentes en todas sus obras fueron "La Aldea". Para él, toda América era su aldea: las mismas costumbres, el mismo maíz, la misma gente, sostenía.

Incursionó en todos los campos para perfeccionarse porque "amaba lo que hacía" y siempre lo decía.

En la madrugada del 24 de diciembre dejó de existir y, a las 17.20 sus restos fueron inhumados en el cementerio de la Divina Misericordia, donde un amigo, el poeta Lucio Erazú lo despidió. "El maestro Guillermo Petrón, nos sigue enseñando: ahora, que está transitando el puente multicolor. El vasto arco iris de su abrazo final. Era un chico grande ocurrente, solidario y su afán principal fue consagrarse en un verdadero bohemio con una enorme gratitud al amor y a la vida", recitó Erazú.


Lucio Walter Erazú
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