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MILICIAS DE GÜEMES.
LOS GAUCHOS Y SUS CAUDILLOS

 

Mónica PAZ ·

El paisano que formó las milicias de Güemes era pastor o arriero, labrador o artesano, según la región o lugar en que habitaba; pero en todos los casos era “gaucho”, es decir diestro jinete y hombre valiente, concepto definido por sus propios adversarios en la guerra de la Independencia. Conocía su tierra palmo a palmo: estaba familiarizado con la montaña, el bosque y la llanura -los tres aspectos distintos del suelo salteño-, donde trabajaba y tenía su hogar, pero donde también ejercitaba sus cualidades de gaucho, como domador de potros, corredor en el monte o cazador de tigres; donde se hizo rastreador y baquiano, para convertirse un día, ante el asombro de propios y extraños, en el más extraordinario soldado de caballería.

No por ser bien conocido dejaremos de reproducir aquí uno de los más auténticos retratos que tenemos del gaucho salteño, hecho en sus “Memorias” por el general español D. Andrés García Camba, retrato que por ser debido a un militar europeo que luchó contra las milicias de Güemes, no puede señalarse como deformado por elogios. “Gauchos –dice García Camba relatando la invasión realista de 1816- eran hombres del campo, bien montados, todos de machete y rifle de los que se servían alternativamente sobre sus caballos con sorprendente habilidad acercándose a las tropas con tal confianza soltura y sangre fría, que admiraba a los militares europeos que por primera vez observaban a aquellos hombres extraordinarios a caballo, cuyas excelentes disposiciones para la guerra de guerrillas y de sorpresa tuvieron repetidas ocasiones de comprobar”. Y tratando de la invasión realista de 1817, García Camba completa su retrato con estas palabras: “Entre tanto los gauchos, individualmente valientes tan diestros a caballo que igualan sino exceden a cuanto se dice de los célebres mamelucos y de los famosos cosakos, tuvieron en continua alarma al cuartel general y sus puestos avanzados, sosteniendo diarios combate mas o menos empeñados”.

La actuación del paisano salteño en las milicias de Güemes redimió al gaucho del mal concepto que se tenía sobre él en el litoral. El redactor de la Gazeta de Buenos Aires, acotando el parte de la victoria de Humahuaca, obtenida por los gauchos del comandante Arias, decía: “el título de gaucho mandaba una idea poco ventajosa del sujeto a quien se aplicaba, y los honrados labradores y hacendados de Salta han conseguido hacerlo ilustre y glorioso por tantas proezas que les hacen dignos de su reconocimiento eterno”.

Gaucho del Regimiento de Infernales 1815

Terminada una campaña o cuando no era inminente una nueva invasión realista, las milicias de Salta -con excepción de los cuerpos de línea- eran aparentemente disueltas, regresando los gauchos a sus casas y labores, no sin la consiguiente inquietud del general Belgrano, que desde Tucumán seguía las alternativas de la guerra. Pero Güemes lo tranquilizaba en sus frecuentes comunicaciones, depositando absoluta confianza en la eficacia de sus milicias y sus planes de defensa. El 27 de septiembre de 1816 le decía que el enemigo huía cobardemente y le aseguraba que la provincia era y sería “la barrera inexpugnable que pondría término a sus agresiones”; y que con este concepto había dado con esa misma fecha una proclama reintegrando a sus hogares y labores a sus milicias. “Volad pues a vuestras casas -decía la proclama-, al seno de vuestras familias, a vuestros talleres, y gozad de la dulce tranquilidad que por pocos días habéis perdido”. Y el 30 de diciembre del mismo año, escribía: “tiempo ha que todo está dispuesto de un modo que a mi primera voz se presenten los bravos que les han de hacer sentir todo el peso del rigor y de la justicia, sin que en él entre tanto llegue este dichoso día, se separen de sus labores, de sus talleres, ni del lado de sus familias”.

Güemes tenía absoluta confianza en sus gauchos y éstos en su caudillo. Era la vinculación entre el patrón y el peón, cultivada en la estancia donde el primero era considerado por el segundo como su defensor natural, sacrificando por él hasta su vida, cuando los hechos le habían demostrado la realidad de esa tutela. “Cesen vuestros temores -terminaba diciendo Güemes en su mencionada proclama- y estad seguros de lo que con satisfacción os repito: velo incesantemente sobre vuestra seguridad y existencia”. Hablaba pues a sus soldados, a quienes les llamaba “mis gauchos”. Producida la Revolución de Mayo, los hacendados de Salta se constituyeron en los jefes natos de las milicias de la campaña, formada por los peones, puesteros y hacendados, quedando éstos, en la mayor parte de los casos, encargados de la defensa de la región.

            1. El uniforme

Antes de ocuparnos del uniforme de las milicias de Güemes, veamos cómo era el de su jefe, no menos personal que otros aspectos del caudillo. El general Paz dice en sus “Memorias” que Güemes “principió por identificarse con los gauchos, adoptando sus trajes en la forma, pero no en la materia, por que era lujoso en su vestido, usando guardamontes y afectando las maneras de aquellas gentes poco civilizadas”. Y en una nota añade: “posteriormente y siendo ya gobernador de Salta, hasta cuando paseaba en la ciudad solía poner guardamontes por ostentación; y llegó a tenerlos de mucho lujo de tela fina y costoso bordado. Su vestido era, por lo común, de chaqueta, pero siempre con adorno sobrecargado, ya de pieles, ya de bordado y cordones de oro y plata”. El general García Camba refiere en sus “Memorias” un episodio en el que perdió la vida el coronel Zenarruza, confundido con Güemes debido a su uniforme: “entre un grupo de enemigos que por diferentes calles desembocaban también al citado campo, nótese un jinete que llevaba poncho color rosa y sombrero redondo de felpa de seda blanca, y el coronel Castro dijo: `Ese es Güemes´, montaba el capitán Camba un caballo de Carrera muy conocido y con el virrey Márquez de la Concordia había señalado el aprecio que le mereció éste oficial y contestó inmediatamente: `si ustedes me sostienen, le alcanzo´. Recibiendo una respuesta afirmativa, Camba se lanzó a una persecución de Zenarruza, quien viendo quién era perseguido en vez de acelerar el galope se detuvo para hacer fuego contra sus enemigos, siendo así alcanzado y herido de muerte”. Este episodio sirve también para demostrar que Güemes combatía con sus soldados, como debía saber el coronel Castro, que era salteño, cuando lo confundió con el coronel Zenarruza.

El Escuadrón de Salteños reunidos y equipados por Güemes con la ayuda de las casas de Gurruchaga y de Moldes, estaba uniformado. Según Vicente F. López, en la siguiente forma: “los soldados estaban vestidos de chaqueta, punzoes, pantalones blancos y sombreros altos encopetados con plumas blancas. Los oficiales llevaban el mismo pero con gorros de manga larga, adornados con galones, cuya punta caía sobre el hombro izquierdo. Güemes vestía del mismo modo, distinguiéndose por su capa corta y flotante de color de grana también; y como era el oficial más lujoso del ejército, llevaba el pecho cruzado de alamares vistosos, y el caballo todo adornado con ricas prendas de oro y plata. Jamás andaba a pie, y me ha referido con frecuencia el secretario de aquel ejército (D. Vicente) cuan prestigiosa era la figura de este comandante hacia en las calles ondulosas y quebradas de Potosí cuando las tropas argentinas entraron por primera vez en la ciudad que era todavía en aquel tiempo la capital del lujo y de la opulencia en el virreinato de Buenos Aires”.

Describiendo el indumento de los gauchos, dice el general Miller: “un sombrero redondo pequeño, una camisa, un poncho, unos calzones abiertos hasta las rodillas y unas botas hechas de cuero al pelo, eran las únicas prendas de vestir que comúnmente llevaban y traían”. El Regimiento de Dragones Infernales creado por Güemes para oponerlos a los Angélicos organizados por el cura de Yavi, vestía chaqueta y pantalón rojo llevando en su sombrero negro una pluma de avestruz o en su defecto una flor de cortadera, que simbolizaba su adhesión a Güemes.

            2. La figura física de Güemes

No conocemos la verdadera efigie de esta figura legendaria, pero la pluma de literatos e historiadores contemporáneos y bien documentados, lo retratan coincidiendo en su hermoso físico. La pluma romántica de Juana Manuela Gorriti, con recuerdos y emociones de la infancia escribía en Lima, en 1858: “álceme sobre la punta de los pies, y mirando hacia el camino real, vi dos jinetes que tomaban la senda de la casa y se acercaban galopando. El era un joven oficial de dieciocho años, vigorosamente abotonado en su uniforme verde galonado en las costuras cubierta la cabeza con un copillo plegado a guisa de turbante y rematado por una grande borla de oro. Era el otro un guerrero alto, esbelto y de admirable postura, una magnífica cabellera negra de largos bucles y una barba rizada y brillante cuadraban su hermoso rostro de perfil griego y de expresión dulce y benigna. Vestía un elegante dormán azul sobre un pantalón mameluco del mismo color y una graciosa gorra de cuartel hacía ondular su flotante manga a lo largo de su hombro. A su lado, pendiente de largos tiros, una espada fina y corva, semejante a un alfanje, brillaba al los rayos del sol como orgullosa de pertenecer a tan hermoso dueño. Montaba éste, con gracia infinita, un fogoso caballo negro como ébano, cuyas largas crines acariciaba distraídamente, mientras inclinado hacia su compañero hablaba con él en actitud admirable de abandono”.

No menos expresivo es Vicente López: “Su caballo siempre fiero y terrible marchaba resoplando, como si solo contuviera la furia de sus bríos por la presión soberana del brazo que lo dirigía, y era tal en efecto la destreza con que primaba entre los gauchos, que ninguno lo superaba cuando era preciso domar un potro o desbarrancarse por un cerro escarpado, atravesando a la carrera los bosques y matorrales de sus declives. Las formas de su persona eran adaptadas a esa afinidad de los ejercicios habituales de su vida. Era alto y delgado, fuerte y flexible. Así es que esos movimientos siempre vivos y agraciados dentaban en él una inteligencia activa y perspicaz. Tenía el cabello largo. La cabeza inclinada sobre el hombro, la espalda con esa curvatura delicada y elegante que el hábito del caballo que impone a la bella figura de nuestros gauchos. Los rasgos de su fisonomía eran rectilíneos pero no abultados, la barba saliente y filosa a estilo de la que han divulgado los bustos de Napoleón y de César. Tenía ojos sudamericanos: claros y chispeantes, como de una mirada cauta y astuta, casi siempre blandos como si los manejase con la intención de persuadir o de atraerse simpatías, pero graves y fuertes en los momentos de excitación. Todo esto daba a su fisonomía una rápida movilidad en la expresión como ya fuese que hablara con las damas (a las que era naturalmente inclinado). Ya que diese órdenes a sus soldados, que retozase a caballo con los gauchos, abusando de su destreza para que lo admirasen y temiesen”.

3. Creación de Unidades de Caballería: 1810-1820

                       1810
Compañía Veterana. Partida de Frontera
Asamblea de la Ciudad
Milicias Provinciales Patriotas
                       1811
Patricios de la Plaza
Compañía de Fronteras
Milicias Auxiliares del Fuerte Pizarro
Milicias de Orán
Dragones Ligeros de la Patria
Cuerpo de Húsares
Milicias de San Carlos
Milicias de Cachi
Milicias del Rosario de Cerrillos
Milicias de la Candelaria
Milicias de Chicoana
Milicias de la Frontera del Rosario
Regimiento de Dragones Patricios de la Plaza
Regimiento de Milicianos Voluntarios
Regimiento Provincial de Milicias de Salta
Milicias de Santa María
Dragones Patricios de Caballería de Salta
Compañía de Campo Santo
Compañía de Cerrillos
Milicias del Fuerte Cara Parí
Milicias Auxiliares del Regimiento de San Francisco
Milicias del Río del Valle
Milicias del Fuerte San Bernardo
Tropas de la Frontera de Tarija
                       1812
Guarnición del Fuerte Ledesma
                       1815
Cuerpo de Gaucho
División infernal de línea
                       1816
Piquete de Artillería de línea
Piquete de Gauchos de Jujuy
Granaderos a Caballo de Güemes de Línea
                       1817
División de Cazadores
                       1820
Estado Mayor de Línea
División de Santa Cruz

Gran parte de estas Unidades de Caballería, muchas de carácter efímero fueron creadas después de la Revolución de Mayo. Éstas sirvieron de base para la formación de las milicias de Güemes, quien el día anterior de asumir el gobierno de la provincia el 6 de mayo de 1815, había creado el Cuerpo de Gauchos, con que comenzó la organización en la forma en que podemos ver en el decreto del 1 de noviembre de 1818.

4. La organización de las milicias

La organización de las milicias de Güemes respondía a las divisiones políticas y regionales del territorio de la Intendencia de Salta. En cada una de ellas se formaron Escuadrones de Gauchos, en algunos casos llegaron a cuatro. Estos Escuadrones eran verdaderos Regimientos de Caballería con una plana mayor compuestas por un comandante que era un teniente coronel, un sargento mayor, un capitán ayudante 1º, un ayudante 2º, un teniente 1º, un teniente 2º, un alférez, un portaguión, además de oficiales agregados. Cada Escuadrón tenía una o más Compañías, llegando en algunos casos a ocho. Cada Compañía estaba mandada por un capitán, un teniente y un alférez. Los Escuadrones principalmente tenían una o dos Compañías de tropas de líneas, además de contar con un capellán y un cirujano.

 

5. Escuadrones de Gauchos, 1818

1) Escuadrones de Gauchos de Orán. Con dos Compañías
1) Escuadrón de Gauchos de la Quebrada de Humahuaca. Con dos Compañías
2) Escuadrón de Gauchos de la Quebrada de Humahuaca. Con dos Compañías
3) Escuadrón de Gauchos de la Quebrada de Humahuaca. Con dos Compañías
1) Escuadrón de Gauchos de Santa Victoria. Con dos Compañías
1) Escuadrón de Gauchos de la Frontera del Rosario. Con tres Compañías
2) Escuadrón de Gauchos de la Frontera del Rosario. Con dos Compañías
1) Escuadrón de Gauchos de Jujuy. Con dos Compañías de cazadores
1) Escuadrón de Gauchos de Jujuy. Con ocho Compañías de gauchos
2) Escuadrón de Gauchos de Jujuy. Con cuatro Compañías.
1) Escuadrón de Gauchos de la jurisdicción y campaña de Salta. Seis Compañías
2) Escuadrón de Gauchos de la jurisdicción y campaña de Salta. Con cuatro Compañías
3) Escuadrón de Gauchos de la jurisdicción y campaña de Salta. Con dos Compañías
4) Escuadrón de Gauchos de la jurisdicción y campaña de Salta. Con cuatro Compañías
2) Escuadrón de Gauchos de santa victoria con dos Compañías
1) Escuadrón de Gauchos del valle de cachi. Con dos Compañías
2) Escuadrón de Gauchos del valle de cachi. Con dos Compañías

 

            6. Las milicias y la Gesta Güemesiana

Salta en 1810: Salta y su jurisdicción al momento de comenzar el movimiento emancipador tenía como característica principal:

a- Una privilegiada situación geográfica por ser el centro del Virreinato del Río de la Plata.
b- Como consecuencia de ello gozaba de un activo comercio entre el puerto de La Plata y de Perú, que dejaba grandes ganancias y no solo traía los productos de ultramar y los metales americanos, sino las ideas y costumbres vigentes en Europa y el tradicional virreinato peruano.
c- Una sociedad estratificada donde el núcleo blanco tradicional era cerrado, aristócrata ilustrado y paternalista; la numerosa población mestiza dependía del núcleo gobernante. Los indígenas de los Valles Calchaquíes, la Puna y la Quebrada de Humahuaca eran laboriosos, en tanto los de la zona chaqueña se mostraban reacios a las costumbres civilizadas.
d- Una fe inquebrantable y gran religiosidad de todos los estratos sociales, servía de unión de culturas y objetivos.

Salta, hasta 1810 era puerto seco de las corrientes comerciales entre Buenos Aires y Lima. El comercio de mulas con el Perú es el principal factor económico, pero junto a él hay un intercambio intenso de mercaderías: suelas, harinas, cigarros, ponchos, frazadas, aperos, azúcar, aguardiente, a cambio de oro sellado, plata labrada, coca. Nuestra ciudad alcanza un alto nivel de riqueza y cultura. Las transacciones comerciales entre el Virreinato del Perú y el Río de la Plata, la cuentan como imprescindible centro de enlace y distribución. No solo se une al Perú, sino al Paraguay y Banda Oriental, regiones con la que intercambia, mulas, yerba y tejidos. Esta situación privilegiada va a cambiar radicalmente a partir del movimiento de Mayo iniciado en Buenos Aires.

El virrey Cisneros fue separado del cargo y se constituyó la Primera Junta de Gobierno que fue resistida por Montevideo, Córdoba, Paraguay y el Alto Perú que había caído bajo la influencia del virrey del Perú, José de Abascal; éste tratará de que lo acaecido en la capital del Virreinato del Río de la Plata no se propague. En virtud de ello el presidente de la Audiencia de Charcas mariscal Nieto, pasó un ultimátum a Salta recabando su adhesión, con pena de ser castigada. Ante esto, Diego Pueyrredón, coronel vitalicio del Escuadrón de Orán y comandante de armas de Jujuy, estableció su Cuartel General en esta ciudad y mandó una partida de Observación formada por milicias de Salta y Tarija, al teniente Martín Miguel de Güemes, quien instaló su Cuartel en Humahuaca. Mientras Güemes y lo suyos se encontraban en la Quebrada, en Salta el Cabildo se había pronunciado por el reconocimiento a la Junta de Buenos Aires, pero el gobernador Nicolás Severo de Isasmendi, tras una larga disputa con los cabildantes los redujo a prisión. Los capitulares, una vez libres otorgan poder general a Calixto Gauna (alguacil mayor) el 10 de julio de 1810. Este viaja a Buenos Aires y comunica al gobierno central lo ocurrido. Los miembros de la Junta envían a Feliciano de Chiclana como gobernador de Salta, quien llegará acompañado por el doctor Castelli como representante de la misma.

El gobernador Chiclana tenía noticias por la correspondencia mantenida con Diego Pueyrredón de la actuación de Güemes y solicita a la Junta su ascenso. La partida de Observación a cargo de Güemes tenía un gran radio de acción, sus espías llegaban hasta los cuarteles realistas y controlaban los caminos de tal manera que las pretendidas comunicaciones del Alto Perú con Córdoba eran imposibles. Güemes se convierte así en el baluarte de Mayo.

El Ejército Auxiliar marchaba al Perú y pasa por Salta el 4 de octubre, estaba en malas condiciones y necesitaba hombres, caballos, mulas, armas, municiones, etc. De todo esto se encargó Salta, colaborando así con el sostenimiento de la guerra. Güemes, ya en el grado de capitán se une al ejército, y junto a la partida de Observación que dirigía va en busca de los realistas fortificados en Cotagaita. Balcarce ordenó el ataque que se concretó el 27 de octubre, pero fueron rechazados retrocediendo hasta Suipacha, donde Güemes al frente de la caballería gaucha concreta la primera victoria de las armas argentinas el 7 de noviembre de 1810, convirtiéndose en el héroe de la jornada.

Pocos días mas tarde el ejército patriota entraba en Potosí. Los generales Nieto y Córdoba habían sido tomados prisioneros por las patrullas de Balcarce. Castelli dispuso que ambos, junto con gobernador Francisco de Paula Sanz fueran pasados por las armas. A raíz de un incidente entre Balcarce y Güemes a comienzo de 1811, éste fue separado del ejército y confinado a Salta y sus gauchos distribuidos entre los Regimientos de Caballería. Güemes presentó un recurso ante la Junta por la resolución que lo separaba de la filas, pero no permanecía inactivo sino que valiéndose del prestigio que tenía reclutó un nuevo contingente de hombres resueltos a defender la Patria. Más tarde llegaron las temidas noticias. El jefe realista caía por sorpresa sobre el ejército patriota aniquilándolo en Huaqui el 20 de junio de 1811.
En ese mes, Güemes por orden del superior gobierno es restituido al ejército. En agosto la Junta Provincial de Salta ordenó que el capitán Güemes sea el comandante de todas las fuerzas que salgan de la villa de Tarija que han de servir en el ejército bajo su mando. De Buenos Aires llegó Saavedra enviado por la Junta para ordenar la estrategia militar. Don Juan Martín de Pueyrredón había sido nombrado gobernador de Salta en julio, pero a los tres días debió dejar el cargo por haber sido designado jefe del Ejército del Norte en reemplazo de Balcarce. Apenas se reorganizó Pueyrredón avanzó hacia el Norte. Güemes fue separado del mando de su División y ésta fue encomendada a Díaz Vélez, nombrado jefe de la Fuerza de Vanguardia, siendo derrotado el 12 de enero de 1812, en Suipacha. Pueyrredón pidió el relevó y en su reemplazo el Triunvirato por decreto del 27 de febrero, nombró al general Belgrano. Güemes quedará con sus gauchos guardando los pasos de la Quebrada de Humahuaca.

Belgrano marchó desde Yatasto a Jujuy donde tomó el mando de los restos del Ejército estableciendo allí su Cuartel General. Güemes sabía por sus antecedentes que Belgrano era el hombre capaz de poner orden al Ejército Auxiliar y de recuperar lo perdido. Belgrano prepara el Ejército para marchar hacia el Norte pero en julio separa a Güemes de las filas trasladándolo a Buenos Aires. A partir de 1810, Salta aporta sus recursos humanos y materiales para despejar al foco realista. Por su lugar estratégico y por ser el epicentro de la lucha, las transacciones comerciales merman considerablemente, el pueblo y sus reservas están al servicio de la Patria.

            7. Iniciación de la Guerra Gaucha

Después de la derrota de Vilcapugio y Ayohuma, Belgrano se vio obligado a bajar hasta Tucumán. En diciembre de ese año es nombrado San Martín jefe del Ejército del Norte y Güemes que había solicitado regresar a Salta, es ascendido a teniente coronel graduado.

San Martín se encontró con Belgrano el 20 de febrero de 1814 en las Juntas, parada de camino de carreta entre Salta y Tucumán. San Martín ubicó su Cuartel General en Tucumán, Pezuela estaba en Jujuy y su vanguardia en Salta. San Martín y Güemes conocían los planes del virrey del Perú. El Ejército Real compuesto por 4000 hombres al mando de los generales Pezuela, Ramírez y Tacón, debía bajar hasta Salta, disolver los restos del ejército de Belgrano y seguir hasta Córdoba donde se reuniría con otro Ejército Real organizado en Chile, que debía pasar por la cordillera de Mendoza y ocupar juntos Buenos Aires y sofocar la revolución.

El caudillo salteño designado por San Martín comandante general de Avanzada del Pasaje el 29 de enero, se dispuso actuar de inmediato, junto a él otros salteños ubicados en distintos puntos, con el único objeto de evitar el avance de Pezuela. Desde ese momento la guerra de guerrilla se convirtió en el antemural infranqueable por los realistas. Ésta se realiza bajo las instrucciones del general San Martín, quien está al tanto de todas las acciones que se realizan, prueba de ello es el oficio que San Martín envía el 25 de marzo de 1814 al director supremo Gervasio Posadas, avisando que había recibido noticias de Güemes comunicándole que una partida de sus hombres ha tomado prisioneros a varios realistas, que otra ha hecho lo propio con un contingente que se hallaba en el Carril de Bañado, arrancándole siete fusiles.

En Salta, el jefe realista (pero de origen salteño) coronel Saturnino Castro encontró una ciudad desolada, las familias se habían refugiado en los montes. Como no encontraron víveres destacaron partidas en busca de haciendas. Es aquí donde comenzó la acción de los gauchos salteños. Las patrullas salteñas regresaban destrozadas.

Desde su campamento de Metán, Güemes se puso en marcha hacia la ciudad de Salta. Al bajar la Cuesta de la Pedrera sostuvo una acometida contra una partida realista. El coronel Saturnino Castro fue sorprendido y derrotado el 29 de marzo en el Tuscal de Velarde distante una legua de la ciudad. Pero Salta seguía ocupada por los realistas. Pezuela había bajado hasta Jujuy y mandado refuerzos a Castro. Mientras, los ataques a las fuerzas ocupantes se sucedían constantemente y por sorpresa. Güemes demuestra la efectividad de la guerra de guerrillas.

En marzo de 1814 se inicia la guerra gaucha, el fuego de la guerra gaucha se extiende por todo el Valle de Lerma y se forman escuadrones en Guachipas; en los Valles Calchaquíes, de donde bajan los gauchos bajo la dirección de sus comandantes; en Anta, en Chaco, en Orán, más tarde en Iruya y Santa Victoria, y con los gauchos jujeños. San Martín deja el mando del ejército al general Francisco Fernández de la Cruz. Güemes por su parte continúa con su misión efectuándola cada vez con mayor eficacia.

8. División de la Intendencia, la elección de Güemes
y las dificultades con los jujeños y Rondeau

El nuevo jefe del Ejército fue el general Rondeau. Mientras, Güemes sigue hacia el Norte, llega a Jujuy y se lanza en persecución de los realistas, cuya retaguardia hostilizó sin tregua. Apenas llega Rondeau a Salta se da cuenta de la situación y se dirige al Director Supremo, exponiéndole la forma en que Güemes presta servicio a la patria sin desmayo y la manera que logra efectivamente hostigar a los realistas como jefe natural de sus hombres que lo siguen. Propone Rondeau que lo nombren coronel del Ejército. Este reconocimiento se le otorga el 30 de septiembre.

El 8 de octubre de 1814 el Director Supremo divide la Intendencia de Salta del Tucumán en dos partes. Las ciudades de Salta, Jujuy, Tarija, Orán y Santa María con todos sus distritos forman parte de la Intendencia de Salta. Las ciudades de Santiago del Estero, Tucumán y Catamarca forman la Intendencia del Tucumán. Al respecto de este decreto, el doctor Atilio Cornejo señala: “la política del gobierno central se empezaba a inquietar en Salta. Dividir para reinar. Y así fue que desmembrada Santiago del Estero, Tucumán y Catamarca quedaban bajo el gobierno de Aráoz, casi desligadas de las obligaciones de la guerra que tuvo que soportar la nueva provincia de Salta”. Esta medidas ocasionan un grave inconveniente, pues a partir de este momento, todos los recursos económicos y humanos los debe suministrar Salta con la ayuda solo de Jujuy, es decir que la responsabilidad recae directamente en la Intendencia de Salta. Al frente de ella se encuentra desde noviembre don Hilarión de la Quintana. Este no contaba con la simpatía de la mayoría del pueblo salteño, y renunció en marzo de 1815.

A raíz de las necesidades de la guerra, en diciembre los cabildantes resuelven que para auxiliar urgentemente al ejército que carecía de caballos y mulas se haga una suscripción voluntaria en el vecindario. En febrero y abril de 1815 habrá empréstitos forzosos a fin de conseguir nuevos fondos. El camino al Norte estaba ya despejado por las tropas del jefe salteño y aumentado el ejército a causa de la rendición de Montevideo, Rondeau pudo avanzar hasta Huacalera en Jujuy. Allí se reunió Güemes con sus hombres. Rondeau comienza su campaña y el 19 de febrero de 1815, el jefe de la vanguardia coronel Martín Rodríguez es derrotado en el Tejar. Pero el 14 de abril Güemes y sus gauchos cayeron de sorpresa sobre el Puesto del Marqués. Los españoles fueron aquel día acabados y tan grande fue su destrozo, que de los trescientos que componían la división realista solo 40 soldados escaparon con vida, según Güemes, quedando doscientos prisioneros y cien fusiles.

Después de esta gloriosa batalla, de cuyo parte Güemes fue excluido, éste pidió regresar a Salta por razones de salud. Rondeau le concede el permiso, pero notamos ya claramente el conflicto planteado entre ambos jefes. Güemes había comprendido que la única guerra posible era la defensiva. Además, la situación de las Provincias Unidas se complicaba, ya que la designación de Alvear como Director Supremo y su política habían sido rechazadas por los oficiales del Ejército del Norte. Güemes fue uno de ellos.

Cuando pasó por Jujuy, tomó quinientos fusiles del parque del ejército y llegó a Salta el 4 de mayo, coincide con las noticias llegadas desde Buenos Aires informando sobre la revolución federal de abril, y el nombramiento como director interino a Álvarez Thomas. El Cabildo salteño se reunió en mayo para tratar los nuevos acontecimientos. De esa reunión resultó Güemes elegido como gobernador de Salta. Al respecto nos dice Atilio Cornejo “se trataba de un acto de carácter democrático y legal. Pareciera el 25 de mayo de 1810 en Salta bajo otros aspectos, en el que el cabildo y el pueblo deliberan y deciden la elección de sus gobernantes, no se trata de un motín militar”.

1- La elección de Güemes se hizo con carácter provisorio.
2- El gobernador provisorio coronel Cornejo no fue nombrado por la autoridad nacional, sino por Rondeau, jefe del Ejército.
3- La autoridad nacional no existía, pues Alvear Director Supremo fue despuesto el 10 de abril de 1815, asumiendo el Cabildo de Buenos Aires interinamente el gobierno y nombrándose después a Rondeau y Álvarez Thomas.

La elección del gobernador no es aceptada por los jujeños calificándola de ilegal, sostenían que el Cabildo salteño se había excedido en sus funciones al nombrarlo y que las ciudades subalternas no estaban supeditadas al Cabildo de Salta, sino al gobierno central de la provincia. El Cabildo jujeño complicaba la situación, exigía la reunión de diputados de las cuatro ciudades que formaban parte de la Intendencia de Salta para llegar a un acuerdo, luego resolvió que estos diputados serían elegidos conforme a lo que establece el estatuto provisorio.

Güemes resolvió presentarse ante el Cabildo de Jujuy y después de varios debates fue reconocido como gobernador. Las reivindicaciones jujeñas se concretaban en la exigencia que el gobernador debía contar con la aprobación del Cabildo para exigir contribuciones, lo que respetarían la seguridad individual y las propiedades como lo prescribía el reglamento provisorio, que las Compañías de Gauchos quedarían sujetas a la justicia ordinaria y solo gozarían del fuero militar cuando estuviesen en servicio, que Jujuy no sería comprometida en guerra contra las provincias, pero si prometía hacerlo con todas sus facultades y fuerzas cuando la guerra sea de interés de la Nación. Finalmente que juraría la observancia del estatuto provisional de las Provincias Unidas. Una vez concluido este inconveniente con los jujeños, Güemes se prepara para organizarse militarmente. Pero se le presenta un nuevo problema, el Director Supremo le ordenó que devolviera los fusiles que había recogido de Jujuy y a pesar de exponer la necesidad que de ellos tenía, envió un representante, con quien Güemes colaboró a fin de que se incorporase al Ejército del Norte.

Rondeau, que había proseguido la marcha fue derrotado en Sipe Sipe el 29 de noviembre de 1815. Con el resto del Ejército reunido emprendió la retirada por la Quebrada. Mas tarde resolvió invadir Salta. Rondeau, además de jefe del Ejército había sido elegido Director Supremo. Güemes y el Cabildo de Salta quisieron impedir la invasión sin conseguirlo. Por su parte el Cabildo de Jujuy se pronunció contra Güemes, desconociéndolo como gobernador legítimo. El canónigo Gorriti quería que se requiriera del Cabildo de Salta la entrega de Güemes para su juzgamiento militar. Y Rondeau no titubeó en declararlo reo del estado.

Cuando Rondeau llegó a Salta la encontró vacía y sin víveres. Ante estos acontecimientos, fue hasta el Cuartel de Güemes en Cerrillos el 22 de marzo de 1816 y allí celebraron una conferencia y firmaron una capitulación por la que se juraron paz, amistad y amnistía general. San Martín estaba pendiente de lo que sucedía en Salta, porque de allí dependía su plan y escribía “más que mil victorias he celebrado la feliz unión de Güemes con Rondeau”. Esta acción permitirá a Güemes seguir con su accionar y que el Congreso de Tucumán declare la Independencia.

 

9. El director Pueyrredón encomienda a Güemes
la defensa de las Provincias Unidas y la
protección del Ejército del Norte

El Congreso reunido en Tucumán nombra Director Supremo a Juan Martín de Pueyrredón, quien visitó Salta y Jujuy antes de marchar desde Tucumán hacia Buenos Aires. A partir de entonces confió en Güemes la defensa de las Provincias Unidas. En julio de 1816 cuando el ejército ya había bajado desde Jujuy y se encontraba en Tucumán, el director nombró al general Belgrano como jefe del mismo, pese a la oposición de Rondeau. Belgrano cuando se dirige a Pueyrredón destaca la energía, valor y entusiasmo de Güemes.

Güemes era el comandante general de la Vanguardia y coronel del Ejército de las Provincias Unidas de Sudamérica y todos los integrantes del ejército eran gauchos que lo dejan todo por seguir a su jefe y defender una causa justa y noble, la Independencia.

 

10. La Gesta Güemesiana y el Fuero Gaucho
(1816 - 1821), el aporte político, militar y
económico de los salto-jujeños

Güemes apenas asumió como gobernador, se dirige al Director Supremo ofreciendo su persona con 2.000 hombres armados de fusil y lanza para batir a cualquier europeo. Exonera el pago extraordinario de guerra impuesto sobre el agua ardiente, pero cuando decide cobrar impuesto de alcabala a todos los frutos y efectos que se introduzcan en la ciudad para su venta, el gobierno central desaprueba esta resolución. En general todos los actos de gobierno entre 1816 y 1821 están de acuerdo con las necesidades militares, ya que deberán enfrentar nuevas invasiones realistas, la de la Serna en 1817, las dos de Olañeta, la de Canterac en 1819 y la de Ramírez y Orozco en 1820. La guerra se costea con la contribución de los salto-jujeños con sus rentas, hombres y armas. La población brinda mulas, caballos y dinero, aparecen largas listas de contribuciones que nunca fueron reembolsadas. Los comerciantes y hacendados colaboran a través de los empréstitos voluntarios o forzosos. Durante los primeros años, las reservas acumuladas por el comercio hacen la situación llevadera, pero cuando éstas se agotan el panorama cambia.

Al dejar de ser Salta nudo mercantil, las bases económicas de la Intendencia quedan resentidas. De ahí el clamor permanente de Güemes pidiendo colaboración al gobierno central y a los gobiernos vecinos. Güemes organiza las milicias teniendo en cuenta la división en curatos. Los hacendados de Salta se constituyeron en los jefes natos de las milicias de la campaña, formada por los peones, puesteros o arrenderos. Éstos eran diestros jinetes y hombres valientes. Conocían su tierra palmo a palmo, estaban familiarizados con las montañas, el bosque y la llanura, los tres aspectos del suelo salteño donde trabajaban y tenían su hogar, pero donde también ejercitaban sus cualidades de gaucho, como domador de potros, corredor en el monte o cazador de tigres, donde se hizo rastreador y baqueano, para convertirse en el más extraño soldado de Caballería.

Güemes en ese año había resuelto reunir una Junta de Notables a fin de eximir a los gauchos del pago del arriendo, lo que se haría en razón de que el campesino antes de la guerra de la Independencia se encontraba en el campo, como un campesino que trabaja la tierra. Sin ser su dueño vive con su familia. La situación cambia cuando se produce la guerra contra el español y necesitan de sus brazos para fines militares. El no poder pagársele al gaucho, ahora soldado, hace que el gobernador Martín Miguel de Güemes resuelva de acuerdo con los principales hacendados dispensarlo del pago del arriendo a partir de 1816. El fuero gaucho como excepción de pago de arriendo se generaliza de tal manera que el gaucho no pagará arriendo, no efectuará la obligación, ni pagará los derechos parroquiales.

Durante 1817 es fluida la correspondencia de Güemes con Belgrano, como con Pueyrredón y los jefes de las milicias, ubicados en distintos puntos. La misma nos muestra la manera cómo los gauchos van ganando terreno frente al invasor y la valentía con la que actúan. La preocupación de Güemes por recibir refuerzos y a la vez cumplir con todo lo que el gobierno central le impone. Durante este año numerosos huérfanos mutilados a causa de la guerra solicitan a Güemes ser socorridos. Atendiendo a estas necesidades se les asigna algún dinero en la medida de las posibilidades del erario. Mientras, el general San Martín había cruzado la Cordillera de los Andes y derrotado a los realistas en Chacabuco. El virrey Pezuela, vio preciso derrotar a Güemes y despejar el camino a Buenos Aires por donde viajarían las tropas del Perú. Esto obligaría a San Martín a regresar y contenerlos.

En enero de 1818 el general Güemes se dirige a Pueyrredón a fin de comunicarle que en razón de la invasión realista a la provincia, no le había sido posible efectuar el reconocimiento del reglamento provisorio sancionado por el Congreso. Inmediatamente el gobierno central conmina a Güemes a que lo haga jurar aunque no sea con la formalidad de estilo.

San Martín después de la sorpresa de Cancha Rayada aseguraba la Independencia de Chile con la victoria de Maipú. Más tarde Belgrano recibió la orden de bajar con el Ejército Auxiliar a fin de reprimir el movimiento de anarquía que comenzó en el litoral. En abril de 1819, Güemes se dirige al Director Supremo solicitando armas para comenzar a prepararse para la defensa de una nueva invasión y en mayo del mismo año le comunica que se juró la Constitución.

Al finaliza ese año, Güemes a través de una resolución para cumplimentar la orden del Soberano Congreso que decía “para subvenir a los merecidos gastos que demandan nuestra justa lucha por la causa de América, se saque en calidad de préstamo toda la suma posible de los españoles europeos residentes en el territorio de las provincias unidas pagadero después de un año establecida la paz”, autoriza a los señores José Uriburu, Antonio San Miguel, Andrés Ramos y Manuel Pinto para que reunidos en junta “prefixen en cada uno la cuota que debía eximir con proporción a su estado, capacidad y dificultades y a la suma de 12.000 pesos establecida por este gobierno”.

En julio de ese año Güemes fue nombrado por el general San Martín general en jefe del Ejército de Observación sobre el Perú, inmediatamente Güemes se dedicó a preparar una gran expedición para lo cual requirió nuevos auxilios. Una crisis política en la provincia de Tucumán, ante la emancipación de Santiago del Estero y el impedimento de Aráoz al paso de los auxilios que enviaba Bustos, Güemes, autorizado por el Cabildo le declara la guerra y participa obligadamente en los problemas internos. Mas tarde deberá soportar un motín en su contra después de solucionar estos graves inconvenientes que favorecen a las tropas reales, y el 7 de junio será herido, apagándose su vida diez días después. Güemes demostró ser un héroe de la Patria y un mártir de ella.

 

FUENTES CONSULTADAS

 

BIBLIOGRAFÍA

ARÉVALO, Lilia Pérez de: “El Fuero Gaucho”. Boletín Nº 3 del Instituto Güemesiano de Salta.
COLMENARES, Luis Oscar: “Martín Güemes Padre de la Patria”. Jornadas de Estudios sobre Güemes, 1972.
CORNEJO, Atilio: “Historia de Güemes”. Salta, 1971.
FRÍAS, Bernardo: “Historia del General Güemes y de la Provincia de Salta”. Ed. Depalma, 1973.
GÜEMES, Luis: “Güemes Documentado”. Buenos Aires, 1979-1982.

 

· Profesora en historia. Socia activa del Instituto Güemesiano de Salta.

Fuente: Boletín Nº 34 -  INSTITUTO GÜEMESIANO DE SALTA
España 730 (ex casa del general D. Martín Miguel de Güemes)
Teléfono 054 – 0387 – 4215568
(A4400ANR) Salta, Capital · República Argentina
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