CAPÍTULO 12
Hacia una nueva época

"Cuatro de junio
Jornada redentora de la historia
Triunfa la razón, grita el corazón
Honradez, libertad y unión"
(Marcha del 4 de junio)

Aquella mañana del 4 de junio de 1943 los argentinos despertaron al son de marchas militares. Se vivía un nuevo golpe militar. Las radios dejaron oír la lectura de la proclama que decía: "Propugnamos la honradez administrativa, la unión de todos los argentinos, el castigo de los culpables y la restitución al Estado de todos los bienes mal habidos”.1 Hojas arrojadas por aviones de las Fuerzas Armadas sobre la ciudad de Bs. As. rezaban: "El levantamiento es contra el fraude, la venalidad, el peculado y la corrupción".

Seguidamente se decretó la disolución del Congreso, intervención a las provincias y estado de sitio. Luego les tocó el turno a los partidos políticos y se les aclaró que si no depuraban sus filas de elementos indeseables no tendrían derecho a intervenir en la vida política de la nación. Se amordazó la prensa y se controló estrechamente la radiodifusión y el cine. Entonar las estrofas de la marcha del epígrafe fue obligatorio en escuelas, colegios y en todo acto público. Su música pegadiza y marcial era coreada con fervor por párvulos, adolescentes y personas mayores sin comprender claramente su significado.

Frente a los hechos, el autor del Manifiesto del Partido Demócrata Nacional, Federico Pinedo, decía:

"[...] No era tan malo lo de antes y no es mejor lo de ahora".2

En respuesta a semejante aseveración el ácido y discutido historiador José Luis Torres, crítico implacable del Dr. Robustiano Patrón Costas, respondió:

"[...] Lo de ahora, sí puede ser mejor, y lo será sin duda, cuando la revolución acabe de limpiar del todo los establos del rey Augias, que dejó el régimen [...] Lo que no pudo ser peor es lo de antes [...] Y terminó como debía terminar, para reparación de la dignidad nacional ofendida y para que el pueblo pudiera alentar su derecho a una vida mejor, que jamás la oligarquía maléfica le reconociera".3

Los radicales, por su parte, saludaron alborozados el golpe porque entendieron que el poder les sería devuelto. Sabido es que tal idilio fue efímero y pasaron a convertirse en furiosos opositores.

Incluso el líder socialista, Alfredo Palacios, llegó a entrevistarse con el general Ramírez quien le prometió -según lo publicado por el vocero del Partido Socialista La Vanguardia- "devolver al país el pleno goce de sus instituciones democráticas".

La única y solitaria oposición -dice Horacio Casal- fue la del minoritario Partido Comunista, que en un manifiesto expresó:

"...el país fue sorprendido por golpe militar reaccionario... ese golpe estalla cuando el movimiento de unidad nacional democrática estaba creciendo y desarrollándose y se aprestaba a resolver por sus propias fuerzas todos los problemas que afligen a la Nación”.

En vísperas del golpe nuestra provincia se hallaba abocada a la programación del futuro fraude. El l de mayo, el gobernador de Salta Ernesto M. Aráoz, en su mensaje a las cámaras provinciales anunciaba con su acostumbrada grandilocuencia:

"[...] Se avecina en la provincia un período de intensa actividad por los próximos comicios presidenciales de setiembre. Las luchas comiciales deben desarrollarse con serenidad y altura, sin que la pasión partidaria ni el encono provincial empañe la cultura cívica que debe constituir la atmósfera de nuestras contiendas democráticas”.4

En la provincia el golpe sólo conmovió al grupo dominante por terminar, abruptamente, con las ambiciones presidenciales del hijo dilecto de Salta, Robustiano Patrón Costas y por la destitución del gobernador Ernesto Aráoz.

El resto de los salteños vio pasar los hechos con la indiferencia pasiva de quienes piensan que "todo sigue igual". El diario conservador La Provincia informaba tibiamente sobre los sucesos. Sus titulares decían: "Ninguna Novedad":

"Podría cerrarse el capítulo informativo diciendo que no hay novedad. Dada la actitud del pueblo que se ha limitado a escuchar la transmisiones radiotelefónicas y a conversar en los cafés sobre los acontecimientos producidos".5

Por su parte, el radicalismo salteño, a través de las páginas de su vocero El Intransigente, expresaba lleno de júbilo:

"...el Ejército que es el pueblo bajo las armas se ha levantado para defender sus propios fueros y para enseñar a estos gobernantes... que la Constitución es una realidad y que el pueblo es dueño de sus derechos y de su libertad...".5bis

El gobernador depuesto en su discurso al hacer entrega del mando al Jefe de la 5° Guarnición del Ejército, Coronel Roque Lanús, manifestó:

"{...] el nuevo gobierno nacional ha decretado la intervención federal a esta provincia, cuya normalidad no está alterada".6

La gran sorpresa comenzó con los primeros discursos del entonces coronel Juan Domingo Perón, difundidos por radio hasta en los lugares más recónditos de la provincia.

El peronismo comenzó como un gran movimiento de masas que caló profundamente en el sector popular de nuestra provincia. Dejó un innegable legado social tolerado a regañadientes tanto por la extrema derecha como por los partidos de corte socialista.

Según vimos, casi todos los gremios existentes continuaron aislados y sus luchas se limitaron a reivindicaciones salariales y protestas por la carestía de la vida.

El sector popular, en su mayoría, continuaba sumido en la pobreza, el analfabetismo, la enfermedad y el hambre. Perón constituyó para ellos la trompeta del Mesías convocándolos a la reforma social.

Veamos como vivieron nuestros informantes salteños el advenimiento del movimiento peronista.

I) Doña Ceferina, sagaz observadora de la realidad social y política de su larga vida, relata con entusiasmo:

Pregunta: ¿Cómo vivió usted el golpe militar del ‘43 y el advenimiento de Perón?

Ceferina: Lo derrocaron a Castillo que era tan sinvergüenza. Yo me interesaba por la política porque por mi papá algo sabía y por ahí, pescaba un diario, un libro y leía mucho. Eso es por lo que me pude defender en la vida ¿ve?.. Yo estaba al tanto. Perón no era general, él estaba metido en la revolución que había. Pero él ha sido vivo porque se metió en la Secretaría de Trabajo y Previsión. Yo estaba con la radio en la cocina y no me perdía los discursos de Perón, ahí, en Tolar Grande, en la cordillera. Por eso le digo que no me perdía discurso de Perón y lloraba porque parecía que Perón sabía lo que yo había pasado, lo que había sufrido en la vida. Yo lloraba porque, ¡imagínese ! Que haya un hombre que hable de la miseria que pasábamos los pobres.

Pregunta: ¿Alguien vino hablarle del partido que apoyaba a Perón?

Ceferina: No nadie me habló pero, como le dije, yo no me perdía ningún discurso y él hablaba de nosotros, los pobres. ¿Cómo no iba ha hacer algo yo? Yo quería hacer algo y más después que lo metieron preso.

Pregunta: ¿En 1945, cómo se enteró, en Tolar Grande, de la prisión del coronel Perón?

Ceferina: Yo he sufrido mucho por el General. Rogaba y rezaba a Dios por él porque no podía ser que nos quitaran así a Perón que pensaba tanto en nosotros los pobres.

Para las elecciones de su primera presidencia yo estaba en Tolar Grande con mi viejo que trabajaba en los talleres del ferrocarril y le solucionaba muchos problemas a la gente del pueblo. Yo le decía a vos te quiere mucho  la gente, conquistalos. Decíles que tienen que votar por Perón y visitábamos a los vecinos y así los hemos conquistado para que voten por el General. Ya era en 1946, y se votaba a Perón con la sigla del laborismo.

Como mi mamá me mandaba canastas con verdurita desde Campo Quijano, los días jueves que era el único día que el tren venía hasta Tolar. No había otra forma de comunicarse ni de enviar nada. Ese jueves cuando el tren llegó a la oración, yo espiaba por las ventanillas para ver si alguien me decía que me había mandado algo mi mamá. Y bueno... cuando el tren ya se iba alguien me grita: ¡señora, señora! Y yo me vuelvo corriendo y recibo un paquete y me voy con el paquete a la casa y digo qué raro este paquete. Qué me habrán mandado y cuando lo abro veo que eran los votos radicales.

Pregunta: Y usted ¿qué hizo con los votos?

Ceferina: Me fui a todos los baños del campamento y los colgué de los ganchos. Lo que pasó es que me confundieron con otra señora parecida a mí, que era radical y éramos amigas.

Pregunta: Así que usted les hizo plumear los votos a los radicales

Ceferina: Sí y al otro día eran las elecciones. ¡De dónde iban los pobres radicales a sacar los votos! Así que Perón se fue sólo.

Pregunta: Así que el General ganó unánimemente en Tolar Grande.

Ceferina: ¡Ay, qué cosa! Eso no tendría que haber hecho pero todo lo hice por Perón. Porque quería que gane. Y bueno ¡ganó!. Como tenía que mandar los chicos a la escuela me tuve que ir a Quijano.

Pregunta: Allí recibían alguna ayuda desde Buenos Aires?

Doña Ceferina: Al comienzo nada. Después sí, cuando Evita empezó a trabajar con la Fundación, ya la señora ayudaba y llegaban los pan dulces y los juguetes para los chicos y otras cosas por el Correo. Y el Jefe de Correo que era un "recontra" ¡escondía los pan dulces los guardaba, los hacía podrir y los tiraba! Nosotras con las chicas lo denunciamos.

Pregunta. Allí en Quijano usted continuó trabajando para el Partido Peronista.

Ceferina: Sí, en cuanto llegué puse en mi casa un comité "Coronel Perón" y me puse afiliar a toda la gente. Agarré yo, mi plata que tenía y compré hojas de cartulina y con unas chicas peronistas que me ayudaban hemos hecho fichas y empezamos a afiliar así. Después ya ha venido la Castiñeira* cuando yo ya tenía toda la gente afiliada y Perón ya estaba en el gobierno. Nosotros hacíamos las fichas con los nombres de la gente que se adhería y se las mandábamos al General. El recibía y nos contestaba. Los afiliados eran gente de todas las extracciones políticas: radicales, conservadores y todos los que se habían hecho peronistas y votado al General.7

II) El conocido dirigente radical don Jorge Raúl:

Pregunta: Durante la llamada ‘década infame’ ¿cómo continuó su actuación el Partido Radical?

Jorge Raúl: Aquí fue espantoso. Le voy a decir una cosa. La provincia de Buenos Aires y Salta, eran lo peor en materia de fraude. Entonces nosotros que éramos la única oposición ya no estábamos en la proclama ideológica sino en pelear. Nos precipitaron a la violencia material y concreta. Los conservadores nos atropellaban en los actos públicos a tiro limpio y nosotros teníamos que enfrentar la pelea. Volvíamos a organizar otro acto y volvía a ocurrir lo mismo, sobre todo, cuando uno recorría el interior de la provincia. Los episodios fueron terribles. Nosotros perdimos en esos actos a mucha gente entre muertos y heridos.

Pregunta: ¿Alguno de estos episodios, lo conmovieron en forma particular?

Jorge Raúl: Sí. Recuerdo que en la campaña electoral de 1940 -para elegir gobernador de Salta mi padre, vuelto ya del exilio, viajó con una delegación del Partido a Iruya y fue asaltada por la policía, siempre al servicio de los conservadores, que la despojó de todo lo que llevaban. Cuando yo me enteré del episodio indignado publiqué una "Carta abierta a Robustiano Patrón Costas". Acá la tengo, si desea puede copiarla. La carta reza:

"[...] En el momento actual de evidente subversión moral e institucional elevo mi protesta ante un ciudadano que influye más que la ley, que impone su voluntad con la fuerza incondicional y mercenaria que préstanle aquellos que justamente deben velar por el respeto de las instituciones. No debe usted ignorar que mi padre Vicepresidente de la Junta Ejecutiva del Radicalismo y Diputado de la Legislatura Provincial, José María Decavi encuéntrase en gira cívica por el Departamento de Iruya cuyo territorio, casi en su totalidad sufre el control del Ingenio El Tabacal. Doble control: económico y político. Económico porque aunque de allí no extraiga el Ingenio ni una sola caña en cambio es rico en brazos para la zafra, a vil precio y con métodos que en nombre de la civilización execro. Políticos porque en Iruya, desde el año 1930 vienen "votando" por el Partido Demócrata Nacional muchos más ciudadanos que los empadronados. La delegación que preside mi padre ha sido objeto de un asalto por la policía. Conozco Iruya y sé hasta donde su constitución geográfica favorece la SATRAPIA. Pero ya ve usted que detrás de José María Decavi hay otros elementos que deberá destruir con métodos que ofrezcan mayor eficacia que la cárcel que también conozco y que no me arredra. No me espantan los entorchados cuando esgrimo la razón y expreso sentimientos e ideas." Firmado:

Jorge Raúl Decavi (El Intransigente 26-2-40).

Pregunta: ¿Cuál fue la actitud del radicalismo frente al golpe del ‘43?

Jorge Raúl: Luchamos contra el gobierno militar porque también era una dictadura. La anterior era la "dictadura del fraude y esta era la dictadura del sable." Entonces el estímulo de la pelea era el mismo porque no pasábamos de la crisis. Salíamos de una forma de opresión para caer en otra. Me meten en cana porque estaba reorganizando la Juventud Radical. Claro, organizar la Juventud Radical era más o menos hacer un acto por día y batir el parche en público y denunciar cosas y cuando me detienen me pide la Policía de Jujuy.

Pregunta: ¿Por qué lo pide la Policía de Jujuy?

Jorge Raúl: Porque lo que yo hacía aquí repercutía en Jujuy. Allá también se estaba organizando la Juventud Radical y yo aparecía como el líder del movimiento porque tuve la idea de hacerlo. Di los primeros pasos, hablaba en la tribuna que es un medio de agitación y me decían que yo era muy buen orador. Esa era mi espada y es un arma excelente para quien la sabe usar.

Estuve varios meses preso y era mucho tiempo para quien tenía la responsabilidad de lo que quedaba en su casa. Yo sufrí mucho. Mire, me enfermé en la cárcel de Salta porque me metieron en un calabozo con el piso lleno de agua, me quitaron el sobretodo (estabamos en el mes de julio), me sacaron el saco, me robaron la cartera con plata y documentos personales. Yo tenía tal fatiga que me senté en el agua. Se puede imaginar en qué estado estaba. Entonces vino un médico que me examinó y diagnosticó que estaba a punto de una neumonía doble y en ese estado me alzaron, a la una de la mañana en un auto, y me llevaron a Jujuy. Yo iba al lado del chofer y atrás venía el jefe de Policía y el ministro de Gobierno de Jujuy. Ahí conocí a ese jefe de Policía, ¡Dios mío que no me olvide el nombre!.. ¡Ese nombre quiero darlo!... (lamentablemente no recordó el nombre). Era un hombre de la dictadura de Perón. A pesar de esto cuándo llegué a la cárcel de Jujuy, inmediatamente hizo venir un médico para que me atienda. Después me llevó a hablar con el Interventor militar de Jujuy. Era tucumano el tipo, era un petiso sentado en un sillón imponente. El entrar a su despacho ni siquiera me saludó, dijo:

·   ¡Pase!.. le voy hacer unas preguntas.

·   ¿De qué carácter?

Respondió: políticas y personales.

·   De las políticas, le dije, le voy a contestar, de las otras no porque yo no soy un delincuente.

·   Le voy a hacer preguntas sobre su actuación política en Salta y en Jujuy.

Lo que pasó fue que a un dirigente radical de Jujuy, que había sido gobernador y era la primera figura del radicalismo jujeño, le hice llegar unas referencias privadísimas. Para no errar la diligencia tuve que mandarlas por escrito y le hicieron un allanamiento y este tonto tenía archivada la carta. A raíz de esto me interrogó.

¿Qué relación tiene usted con el gobernador de Jujuy?

Yo tengo con él una gran relación política y personal porque es una excelente persona (le hago el cartel al otro). El tipo dice:

Esas son opiniones suyas, pero usted ¿escribió esta carta?

Sí señor. Yo he escrito esa carta y quinientas cartas más a todo el país. Porque yo tenía la seguridad de que la intención revolucionaria de esas cartas no estaban claras. No servirían como prueba para que me acusen de tentativa revolucionaria o subversión política. Me trató malamente y me acusó:

Usted anda atentando contra la seguridad del gobierno.

Yo contesté, señor me estoy jugando la vida por mis ideales. Pero usted es un servil del General de turno para vergüenza, humillación y desesperación del pueblo jujeño. En eso se acercó el funcionario salteño que me había acompañado en el viaje, me agarró del brazo y me sacó del salón... cuando salí se oían voces, discusiones y después, salió el jefe de Policía y le dijo al secretario, por favor escriba: y le dictó la renuncia indeclinable a su cargo de jefe de Policía por no ser hombre capaz de recurrir a torturas y maniobras indignas. ¡Una renuncia! y yo con una emoción de verlo a este tipo ¿no? Y luego le ordenó al secretario llévele la renuncia al señor, antes de que se retire de la Casa de Gobierno, porque yo mañana ya no vengo. Me paré y le dije: señor Jefe, con su actitud personal y de ciudadano, con este gesto usted está salvando la dignidad ante el despotismo y la violación a los derechos humanos que se está viviendo en todo el país. El respondió que era su obligación actuar así. Me llevó a una habitación con calefacción, con una cama magnífica donde había whisky para tomar y cuando ya estaba por acostarme me mandó un médico que me revisó y me dio medicamentos. Esa noche dormí como un lirón y al otro día abro una ventana y me doy que en el patio estaban todos los dirigentes radicales encerrados ahí y conversaban entre ellos. Me reconocieron y me preguntaron como me había ido. Todos ya se habían enterado de mi detención. Yo les conté todo lo ocurrido y a los dos días de estar ahí me enteré que se venía la deportación de todos. Teniendo en cuenta que ya no existía el penal de Tierra del Fuego, porque lo que interesa para la seguridad pública es que los presos políticos estén lejos de la población nos preguntábamos a dónde nos mandarían. A mí, por orden del Ministerio del Interior me mandaron a Buenos Aires. Me llevaron en tren y, en un pasillo, me encontré con cinco compañeros radicales que también iban presos con igual destino y ahí, uno me dijo en secreto: "Vengo por orden del presidente del radicalismo de Jujuy. Al llegar a la primera estación, saliendo de Tucumán, usted y sus compañeros se van a tirar del tren y ahí los van a esperar con dos autos para llevarlos a Catamarca". Eran cosas de la época. Al llegar la noche el tren salió de Tucumán y teníamos que saltar al campo, cada cual debía tirarse como pudiera. De los cinco presos éramos tres los que debíamos saltar. Cuando el tren chirrió para pararse yo me tiré y corrí y ahí estaban dos personas muy conocidas y muy importantes que nos llevaron a una estancia de uno de ellos. Una finca divina. Ahí estuvimos escondidos un par de meses. El dueño de la finca estaba lleno de armas y tenía todo lo que tiene un peleador dispuesto a defenderse. Luego volvimos a Salta y estuve en mi casa sin salir para no exhibirme. Pero nos reuníamos para hacer planes.

Pregunta: ¿Cómo veían los radicales al fenómeno del peronismo, a este coronel que surgía prácticamente de la nada?

Jorge Raúl: Y... notábamos que, la masa radical, se iba detrás de Perón. Eso fue lo más dramático.

Pregunta: ¿Cómo se explica tamaña deserción en las filas radicales?

Jorge Raúl: Porque Perón era un demagogo. Toda su campaña era de una crudeza demagógica espantosa.

Pregunta: ¿Recuerda algunos nombres de radicales que se unieron al peronismo?

Jorge Raúl: Sí. El de Armando Caro, que tengo la pena de decirlo porque lo he querido y duele decirle que el  fue uno de los que se fueron. De los que desertaron del radicalismo, lo que supone resignar los postulados de su ideología. Eso que es algo tan importante en el hombre.

Pregunta: ¿Y la actitud de los conservadores con respecto al peronismo?

Jorge Raúl: El sector conservador tenía un partido que murió por inanición y era la Unión Provincial. Ahí estaba el Dr. Uriburu Michel. Los conservadores no tenían "pueblo". El pueblo lo tenía el radicalismo y se lo llevó Perón. Pero los conservadores murieron por inanición.

Pregunta: Que opinión le merece la decisión de quienes abandonaron las filas del partido conservador para pasar a integrar las filas peronismo?

Jorge Raúl: ¡Horrible... horrible... horrible!... por dos factores. Primero por la renuncia a postulados firmes de toda una vida. Segundo por cómo la evasión se hace hacia una función pública por especulación económica.

Pregunta: ¿Qué actitud tomó el Partido Radical frente al surgimiento del peronismo?

Jorge Raúl: Nosotros continuamos en la lucha sin querer recurrir, como Perón, al recurso de la demagogia viniendo de un partido que, arrancaba sus fundamentos, de las barbas de Alem. Los dirigentes fieles a sus ideales estábamos todos en la pelea, corriendo todos los riesgos, haciendo actos públicos y teníamos un diario, El Intransigente cuyo dueño y director era David Michel Torino. El era un radical conservador y yo era un radical revolucionario y teníamos diferencias pero teníamos también muchas cosas en común: militancia activa, mucha presencia. Caminábamos la provincia piedra por piedra. Esta militancia afectaba a mi familia porque la desatendía al dedicar tanto tiempo y esfuerzo a la lucha política.

Entre los principales dirigentes del Partido Radical estábamos mi padre y yo. Personalmente estudiaba y leía mucho porque quería ser un dirigente consciente y tenía que estar bien armado porque había gente muy preparada en la conducción partidaria y tenía que enfrentarlos en la lucha interna por la conducción del Partido.

Pregunta: ¿Cómo fueron, para los radicales, las elecciones de 1946?

Jorge Raúl: Nosotros afrontamos el proceso electoral sabiendo que perdíamos. Los laboristas eran una improvisación, estaban al servicio de un líder que surgió que era Perón. Nosotros fuimos derrotados porque era una corriente popular y el fenómeno de fagocitación del peronismo se dio en todo el país.8

III) Doña Hortensia, militante peronista, responde:

Pregunta: ¿Cómo vivió el Golpe de Estado de 1943?

Hortensia: Cuando vino el golpe yo ya estaba casada y con mi primer hijo. Yo en el 43 lo sabía escuchar a Perón. Le brotaban las palabras cuando hablaba en la radio y estaba en la Secretaría de Trabajo y Previsión. Me encantaba como le hablaba al pueblo y todo eso me gustaba, de ahí fue que en las primeras inscripciones que se hicieron para el peronismo nosotros nos metimos adentro. Desde el principio ya me enamoré de Perón. Después ya salió Evita en el 45 y yo la escuchaba y la escuchaba.... Ya estaba él detenido en Martín García. Entonces hace el movimiento ella y lo recuperan al general... porque estaba que ardía todo. Entonces ella lo sacó y lo puso ahí y continuó y así fue presidente elegido por el pueblo.

Pregunta: ¿Como comenzó su militancia en el peronismo?

Hortensia: Yo era muy peronista pero no podía hacer nada porque, como mi hermana, era la lucha con mi marido. Al esposo de ella lo habían mandado lejísimo, creo que a Puerto Madryn, era un buen hombre, era ferroviario. Y como lo mandaron para allá, entonces tenía esa libertad mi hermana, porque no estaba el marido y utilizaba la casa y todo como unidad básica. A comienzos del partido ella se inscribió y empezó a buscar mujeres para la elección, hacían propaganda, hacían enseñanza de tejidos, de cocina, de bordados y todas las mujeres entusiasmadas. Pero cuando venía el marido desaparecían todas. Después, ya cuando tocó la elección para las mujeres, la eligieron a ella candidata a diputada nacional.9

IV) Don Carlos, dice sobre el golpe:

Pregunta: ¿Usted estaba en Buenos Aires al producirse el Golpe de 1943?

Carlos: Sí. Aparte de la mala administración netamente oligárquica que hacía el presidente Castillo, el detonante último de la revolución fue cuando lo nombraron a Patrón Costas señor único de la distribución del azúcar en todo el país. El iba a tener el monopolio del azúcar, y además lo pusieron de candidato a presidente. Ese fue el detonante que tuvo el ejército para hacer la revolución.

Pregunta: ¿Ud. estaba de acuerdo con esa revolución?

Carlos: Claro, pues, todo el país estaba de acuerdo. ¡Bah...! el sector mayoritario, porque la situación de los trabajadores en la década del 30 era malísima, no tenían derecho a nada, no había ninguna libertad para el obrero. Al  Departamento de Trabajo entraban las denuncias de injusticias de los obreros, pero ahí no corría nada. Ese era el foco principal del descontento.

V) Doña Estela, maestra y diputada, rememora:

Pregunta: ¿Cómo recuerda el golpe militar de 1943?

Estela: Yo no me podía meter en política para que no me echen y todas las hermanas (eran siete) trabajábamos para que las más chicas pudieran estudiar. Bueno, el golpe del 43 ha sido una revolución, revolución, revolución. No fue una cosa de paso. Cuando me metí con el peronismo me decían ¡cómo te vas a meter con esa negrada! Si tu papá viviera qué diría [...] Pero a mí no me importó. Estaba cansada de ver como los demócratas pisoteaban a la gente. Yo que había visto tanta pobreza en el Valle y que el peronismo protegía al obrero. ¡Cuándo has visto un obrero que tuviera jubilación? ¡]Jamás!... y la verdad es que fue el populacho el que empezó a apoyar a Perón. Pero ¿porqué?. ¡porque ellos eran los que estaban mal!. Y a mi marido que era demócrata lo convencí y lo metí al peronismo. Mi familia me cuestionaba pero no me importó. El partido laborista estaba formado de radicales y demócratas descontentos. Yo entré cuando ya estaba bien organizado el partido y me fui a ofrecer a la delegada Castiñeira de Dios, que vino aquí y se casó con el dueño de la galería Baccaro, para trabajar por la doctrina peronista. Ella nos trataba como a perros, pero me nombró subdelegada. Cuando entré al peronismo trabajé con tanto entusiasmo, andaba por todas las villas hablando y enseñando la doctrina y fundé una Unidad Básica en Aniceto Latorre al 1600.10

VI) El Dr. Pedro Humberto, de 82 años, veterano dirigente peronista, expresa:

Pregunta: ¿Usted recuerda el golpe militar de 1943?

Pedro Humberto: Bueno, yo empecé a conocer el aspecto político más o menos por el año 35 o 38. En aquella época había dos partidos, radicales y conservadores, nada más. Los radicales eran encabezados por Michel Torino y los conservadores por Robustiano Patrón Costas, dueño del ingenio San Martín, que estaba en Bs. As. Entonces ahí se armaban las famosas luchas entre radicales y conservadores. Los conservadores manipulaban a la masa con el aval de Robustiano. También estaban don Luis y don Néstor Patrón Costas, que eran dueños de la finca Los Álamos, camino a Cerrillos. En ese año 43 ya se acercaba la elección de un nuevo presidente de la Nación y salió la candidatura a presidente de Robustiano Patrón Costas. Entonces vino la revolución.

Pregunta: ¿Quien gobernaba en Salta al producirse el golpe?

Pedro Humberto: El Dr. Ernesto Aráoz, el dueño de Limache, donde está el diario El Tribuno. Todo eso era de Aráoz y también donde hoy está el Barrio Santa Ana, casi hasta Río Ancho. El recibe el golpe en Salta, porque anteriormente fue gobernador otro que se llamaba Avelino Aráoz y que tenía su finca en la Silleta.

Pregunta: ¿Cómo repercutió en Salta el golpe?

Pedro Humberto: Bueno, yo había iniciado en 1941 en Córdoba mi carrera de abogacía. Estudié con mucho sacrificio porque yo era un hombre de campo. Nosotros sembrábamos, cosechábamos, hacíamos todas esas labores y vendíamos la cosecha. Empecé mi carrera en el 41 y en marzo del 42 me hizo bajar acá mi madre porque mi padre estaba muy grave. Entonces me tuve que meter en esa finca donde hoy está Parque La Vega, esa finca, frente a Limache, era nuestra. Me tuve que meter de botas y bombacha a trabajar la finca, porque era el hijo varón mayor que había. Nosotros vivíamos frente al cine Florida, que todavía tenemos una casa grande ahí y yo me venía todos los días a caballo a almorzar con mi mamá, que quedó viuda. Y ese día, llego, me bajo del caballo y me dice un vecino: Humberto, ¿usted. sabe qué está pasando en Bs. As.? No, le digo, yo no sé nada. Y me dice, hay revolución en Bs. As. Entonces entro y me pongo a escuchar la radio y escucho la proclama del Coronel Perón, el 4 de junio de 1943.

Pregunta: ¿Ahí lo escuchó a Perón por primera vez?

Pedro Humberto: Por primera vez, y me gustó. Yo venía de familia conservadora, porque mi padre era conservador. No había otro partido, radical o conservador. Entonces yo escucho eso y me gustó el planteamiento de la justicia social que recién empezábamos a conocer nosotros, esa fue la idea que me pegó a mí, porque yo he vivido en la época en la que los peones de campo trabajaban las acequias, 70 metros por día a 80 centavos el jornal y ponerse alpargatas en aquella época era un lujo para la gente. Alpargatas, porque todo el mundo vivía con ojotas que se hacían de las cubiertas. Había que haber vivido en ese tiempo para comprender. Entonces a mí me despertó esa situación de la justicia social. Ya tenía el primer año hecho en Córdoba como estudiante de abogacía y me despertó mucho esa situación, como mirando otro panorama para mi país, mi provincia y mi sociedad, y me gustó, ahí me hice peronista.

Pregunta: ¿Cómo ingresó al partido peronista?

Pedro Humberto: Después lo seguí mirando y estuve al tanto de todos los acontecimientos que pasaban, hasta que vino el 45 y empezamos a trabajar, ya se formó el partido. Y uno de los que estaban en el partido era el Dr. Jaime Hernán Figueroa, que fue vice-gobernador, muy amigo mío que vivía a la vuelta de mi casa y los dos ingresamos al partido. Los dos nos íbamos en el año 45 a Córdoba a escuchar las famosas lecciones de Perón, el Coronel Perón, todavía, sobre lo que iba a ser el partido justicialista. Nos íbamos en tren de segunda y allí comíamos en la policía. Y volvíamos con el pecho ancho de escuchar eso, una cosa nueva que nos llamó mucho la atención.11

VII) Por último, don Felipe Eduardo, nuestro informante de más edad:

Pregunta: ¿Qué significó para usted el golpe militar de 1943?

Felipe Eduardo: Gracias a ese golpe ha venio Perón. Y antes, la gente del campo eran sometidos bárbaramente hasta el advenimiento de Yrigoyen. Después de Yrigoyen, Perón ya es una cosa más seria, un estudio más profundo que hay que hacer. Yo por ejemplo, para mí Perón es una cosa sobrenatural, fíjese, no sé si estaré equivocao.

Pregunta: ¿No cree que es un poquito exagerado considerarlo así?

Felipe Eduardo: Sobrenatural, porque ese hombre ha venío a reivindicar una raza, porque si bien es cierto que ha habio fallos en su gobierno ha hecho cosas que por ley natural no lo van a sacar nunca más, ¡jamás, jamás!... Morirán, vendrán gobiernos, pero la teoría de él se ha cumplido. El hombre ha pasado a dignificarse en todos los órdenes de la vida. Imagínese, por ejemplo, este [...] ha empezao a hacer escuelas, todo con demagogia, ¿no?, pero ya había escuelas, un estudiante ya tenía acceso a la universidad, ya había empezao a surgir un Dr. Aramayo, un Dr. Quispe, y todas esas cosas. Puede haber cometío muchos errores, pero para mí el hombre ¡ha hecho tantas cosas! Tan es así que la gente del campo le prendía velas. (12)

A lo largo del trabajo hemos expuesto la historia de la sociedad salteña contada por algunos protagonistas. No se trata de la reconstrucción arbitraria y falseada del pasado, pues los testimonios pudieron ser corroborados por otras fuentes historiográficas.

La consolidación del peronismo en la Salta profunda y el proceso de desperonización, que llega hasta hoy, rebasan los límites de este trabajo. Si Dios y la vida lo permiten, serán los grandes temas de nuestra próxima publicación en base, siempre, a testimonios de sobrevivientes.

Notas del capítulo 12.

1 (1958) Perón, Juan Domingo. El pueblo quiere saber de que se trata. Montevideo. Ediciones Cicerón. P. 194.

2 (1973) Torres, José Luis. La oligarquía maléfica. Buenos Aires. Edit. Freeland. P. 275.

3 Idem anterior.

4(1943) Diario La Provincia. Salta.

5 Idem anterior.

5 b. (1943) Diario El Intransigente. Salta.

6) (1944) Aráoz, Ernesto. Al margen del pasado. Obra citada. P. 215.

7 (1999) Historia de doña Ceferina. Anexo Nº 4.

8 (1999) Historia de don Jorge Raúl. Anexo Nº 13.

9(1999) Hiistoria de doña Hortensia. Anexo Nº 21.

10 (1999) Historia de doña Estela. Anexo Nº 12.

11 (2000) Historia de don Pedro  Humberto. Anexo Nº 28.

12 (1999)  Historia de don Felipe Eduardo. Anexo Nº 1.

Bibliografía