Este trabajo pertenece a la Publicación
Institucional Nº 4 del Centro de Investigaciones Genealógicas de
Salta, Salta 2006.
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ISBN 987-22075-1-8. República Argentina.
CAFAYATE
UNA FUNDACIÓN
CONTROVERTIDA
Rodolfo Leandro PLAZA NAVAMUEL ·
A
mis abuelas Da. María Adelfa Mercedes de Peñalva Torino
y
Da. María Lía Navamuel Cuenca, dignas
descendientes
de fundadores de pueblos
INTRODUCCIÓN
Desde
hace un tiempo los pobladores de Cafayate y en general de todo el Valle de
Calchaquí han tendido a perder las tradiciones y a olvidar su historia. Acerca
de lo dicho Adán Quiroga, escribe: “Un pueblo sin tradiciones de su origen (…),
me parece que debe sufrir los mismos desconsuelos del hombre que no ha conocido
sus padres, y debe envidiar a los otros que gozan en los infortunios,
recordando los días en que se adormecieron al rumor de los cantos maternales”[1].
Pero por más olvido, no es nada fácil borrar los restos de los pueblos con
tantas historias y leyendas. Es en los Valles Calchaquíes donde los indios
dejaron hondas huellas y donde la libertad tuvo siempre gruesa raíz en la
médula de su raza. Quizá por esas fuerzas mágicas de la tierra, o por la sangre
guerrera de los Diaguitas: los valerosos, laboriosos y cultos Calchaquíes y la
sangre de sus invasores los Incas, entremezclada entre los habitantes, pueden
ser razones legendarias. Quizá por el paisaje majestuoso, donde la vista del
hombre se llena misteriosa con el infinito montañoso de disímiles colores, o
simplemente por el aire y el cielo puro y libre, que, al Calchaquí, como
explicaba Quiroga, lo “distinguía su genio guerrero y su bravura en el combate,
su amor a la libertad, su apego a la tierra que lo vio nacer, su orgullo de
raza y su valor para resistir a las más amargas decepciones”[2].
Así pues, todo el Valle de Calchaquí desfila silencioso.
El
grito de Mayo también se escuchó en los Valles y la lucha por la Independencia
tuvo a estas comarcas como uno de sus escenarios más preciados. Cada pueblo del
valle de arriba o del valle de abajo tiene su propia historia, su fundación
propia, sus costumbres y hasta su tonada en la lengua del lugareño.
En
un libro anterior dedicado a una antigua familia patricia, hemos estudiado sin
proponérnoslo el entramado socio-cultural y económico, desde Tolombón hasta
Molinos y Cachi[3].
En esta oportunidad queremos centrarnos en la tan discutida fundación de
Cafayate, pueblo donde últimamente se ha procurado desconocer a su verdadera
fundadora, olvidar su nombre y hasta se ha eliminado el monumento a su memoria
que estaba instalado en una plaza del municipio, quitando de esta manera todo
empeño por la recuperación de los orígenes históricos del pueblo. Esta nueva
tendencia es manipulada y en general promovida, aunque hacemos la salvedad que
no en todos los casos, por nuevos pobladores, inexplicablemente molestos de una
tradición histórica tan profunda.
Por
eso, a veces, es preciso recurrir a los estudios genealógicos, tan importantes
para el conocimiento de nuestra historia y que muchos, no obstante los
minimizan. No podemos hablar de Cafayate o simplemente de doña Josefa Antonia
Frías sin profundizar en sus orígenes y saber de buena tinta porqué éstas
extensas propiedades llegan a sus manos, como así la voluntad de enajenar parte
de sus predios para la fundación de dos iglesias (Cafayate y San Carlos) y un
pueblo alrededor de una de ellas.
Los
artículos y capítulos sobre Cafayate son abundantes, aunque es escasa o nula la
bibliografía específica en cuanto a una historia general. Cafayate siempre ha
sido tratada someramente a través de historiadores destacados, pero hasta ahora
nadie hizo una investigación integral. Tarea que nos proponemos para el fututo.
Es justo reconocer a Carlos Reyes Gajardo, Bernardo Frías, Atilio Cornejo y
desde un enfoque narrativo, al presbítero Felipe Pelanda López.
Los
pueblos en América hispana se han fundado de diferentes maneras y naturalmente por
diversas causas. Ya sea a través de colonos que arriban al lugar, cultivan la
tierra, construyen sus casas, constituyen sus familias y conviven con los
nativos lugareños si los hubiera, ésta fue la forma más corriente. Durante la
conquista y la colonia, el fundador era un enviado de la corona, el último
suceso de este tipo en Salta fue cuando en 1791 don Ramón García de León y
Pizarro, es nombrado por el rey, Gobernador Intendente de Salta del Tucumán.
Pizarro realizó en esta provincia un gobierno tan laborioso como pocos, cuya
principal obra fue la fundación de San Ramón Nonato de la Nueva Orán celebrada
el 31 de agosto de 1794. Casos diferentes pueden darse en poblaciones
relativamente nuevas como Embarcación, en efecto, a comienzos de 1800 muchos que
comerciaban animales y alimentos con Bolivia y Perú, debían cruzar asiduamente
el ancho caudal del río Bermejo desde la banda Sur a la Norte o viceversa e
incluso navegar buena parte de su cauce. El lugar conocido hoy como Embarcación
parecía el más propicio para dichas labores, de modo que a orillas del río
fueron estableciéndose algunas viviendas diseminadas y precarias, que lejos
estaban de constituir un pueblo. Tiempo más tarde, a raíz de la construcción
del ferrocarril del Norte, se emplazó en el lugar un importante campamento,
mientras se tendían las vías desde Ledesma a Embarcación, y desde aquí las
correspondientes a los ramales que van a Formosa y Bolivia. Fue por 1905 que
don José María Navamuel, asociado con su yerno don Pedro Sanz García, instalaron
un gran negocio de ramos generales en los alrededores del campamento,
constituyéndose en verdaderos pioneros, más analizando que Navamuel era un
destacado ganadero de la zona y eficaz exportador a países vecinos. Los muchos
años de permanencia del campamento y en especial del citado negocio, centro
neurálgico de transacciones comerciales y de encuentros trascendentes, dieron
pie a la formación del sólido y bien poblado núcleo urbano de Embarcación.
Prosiguiendo
con la fundación de pueblos, cabe referir el de uno muy cercano a Cafayate,
Animaná, constituido entre los años 1875 y 1886 por don Wenceslao Plaza,
reconocido jefe político de los Valles Calchaquíes y próspero hacendado y
vitivinicultor, quien “fundó el pueblo de Animaná, entregando parcelas de tierras
a sus peones” en el actual Departamento de San Carlos del Valle de Calchaquí,
como afirma, entre otros destacados historiadores, la profesora María Teresa
Cadena de Hessling. En 1692 Animaná era una encomienda de indios de don Juan de
Abreu y Figueroa asignada después de sus campañas de 1658 y 1665 contra los
calchaquíes. Es sabido que en la época de la colonia, en 1719, aparece el
“paraje de Animaná”, como parte integrante de los bienes del encomendero de la
“Hacienda de San Carlos”, el maestre de campo y vecino feudatario de Salta,
general don Fernando de Lisperguer y Aguirre. En 1808 Animaná era un pueblo de
no más de ciento treinta o ciento cincuenta habitantes, pero a partir de fines
del siglo XIX se convirtió en un pueblo floreciente, dedicado a la agricultura,
a la cría de animales para la exportación y famoso por sus exquisitos vinos[4].
Además,
Cafayate ya figuraba en 1710 como parte integrante de la “Hacienda de San
Carlos”, encomienda de don Fernando de Lisperguer y Aguirre, en virtud de haber
heredado su esposa, doña María Díaz de Loria, los derechos de sucesión de su padre,
el encomendero de Cafayate don Pedro Díaz de Loria[5].
“Desde el punto de vista religioso, en 1704 era Cafayate una reducción confiada
a los religiosos de San Francisco, bajo el nombre oficial de Nueva Reducción del Rosario de Calchaquí”.
En 1760 el padre Francisco Ruiz, perteneciente a la familia de Hervás y Andrade
y Díaz de Loria, advertía que Cafayate era uno de los pocos pueblos antiguos
que existían en aquella época, de los que el mencionado clérigo, alrededor del
1735 y durante algún tiempo, fue cura[6].
La
fundación de Cafayate es una de las más curiosas e interesantes, en particular
por lo que tiene la disposición de la donación de las tierras para tales fines.
La beneficiada de la donación de las tierras es nada menos que la Virgen del
Rosario, a quien más tarde se la nombrará la Patrona del pueblo. La imagen de
la Virgen del Rosario que se conserva en la parroquia, perteneció a la Doctrina
del Rosario de Calchaquí, como antes señalamos, fue una antigua Misión de los
Padres Franciscanos que se estableció en la zona a mediados del siglo XVIII[7],
concretamente en el campo de las Capillitas, al pie del cerro de San Isidro[8].
Luego, abandonada esta imagen los cafayateños cariñosamente la denominaron La
Sentadita, debido a la posición que muestra la imagen. Actualmente se la venera
en la iglesia Catedral de esa población, es la Patrona de la ciudad y de toda
la Prelatura, creada en 1969 y su fiesta se celebra el 7 de octubre.
El
nombre Cafayate podría originarse en cafa-yaco, que significa “cajón de agua”[9]
y el departamento está situado al sur de la provincia de Salta, entre 1.600 a
2.500 metros sobre el nivel del mar, queda entre los ríos Chuscha por el norte
y Lorohuasi por el sur, y a 190 kilómetros de la ciudad capital de Salta. Clima
seco, levemente templado en el sur y frío en la parte septentrional. La
sequedad atmosférica origina un fuerte contraste de temperatura entre el día y
la noche. Las lluvias, de escasa intensidad, abarcan los meses de noviembre a
marzo y rara vez pasan de los 250 mm. anuales.
No
hablaremos aquí de los que iniciaron la historia y el desarrollo industrial de
Cafayate o del Valle en general, ni de las bodegas, ni de sus viñedos porque
como dijimos, esa es una tarea que encararemos en otra oportunidad.
LA FUNDADORA,
SUS ANTEPASADOS Y FAMILIARES
1. Doña Josefa Antonia de Frías y
Escobar Castellanos
Nació
en 1751 y falleció en San Carlos como de 80 años de edad, el 3 de junio de
1831. Fue hija de don Tomás Manuel de Frías Quejana (nacido en la Villa de
Haro, provincia de La Rioja, España el 4 de diciembre de 1696; heredero de un
Mayorazgo que comprendía numerosas propiedades en España, fundado por su
antepasado el doctor don Diego de Yanguas, fundador del Mayorazgo en 1576) y de
doña Rosa Valeriana de Escobar Castellanos y Moreno Maldonado. Nieta paterna de
don Domingo Joseph de Frías y de doña Catalina de Quejana·. Nieta materna del maestre
de campo don José de Escobar Castellanos y Luis de Cabrera (hijo del maestre de
campo don Tomás de Escobar Castellanos y Abreu··, y de doña María Luis de Cabrera), y de doña Isabel Moreno Maldonado[10].
Descendiente pues, por línea materna, del capitán don Diego de Villarroel y Meneses
(nacido en Villafranca de la Puente del Arzbpo. Provincia de Toledo, España en
1520 y fallecido en Santiago del Estero en 1579; célebre conquistador del Tucumán
y fundador de San Miguel de Tucumán; acompañó a su tío Francisco de Aguirre,
desde Chile a Tucumán en 1553, se desempeñó como alcalde ordinario de Santiago
del Estero en 1553 y en 1554), y entre otros, también descendiente del general
don Antonio Luis de Cabrera y Toledo (gobernador de la isla La Margarita en
1577, encomendero del Paso de Cochabamba, corregidor de Andahuaylas y de
Villabamba y hermano del célebre fundador de Córdoba en 1573, gobernador del
Tucumán don Jerónimo Luis de Cabrera y Toledo).
Contrajo
matrimonio en Salta, el 30 de mayo de 1768, con don Nicolás Ignacio de Aramburú
y Lisperguer, nacido en San Carlos alrededor de 1727, viudo de doña Rosa
Fernández Cabezas. Fallecido a los 74 años, en el mismo lugar, el 27 de
diciembre de 1801, feudatario de Cafayate y de San Carlos del Valle de
Calchaquí, y alcalde ordinario de primer voto de Salta, en 1768. Fue hijo del
coronel de los Reales Ejércitos don Marcos de Aramburú y de Urdanirrea (natural
de Irún, Guipúzcoa, España; maestre de campo y alcalde ordinario de la ciudad
de Salta. Hijo a su vez, de don Juan de Aramburú, natural de la villa de Irún,
y de doña Catalina de Urdanirrea) y de doña María Bernarda de Lisperguer y
Aguirre···. Descendiente por lo tanto,
de numerosos conquistadores y primeros pobladores, entre ellos, del
conquistador y gobernador del Tucumán Francisco de Aguirre (nacido en Talavera
de la Reina, España, en 1500; fundador de Santiago del Estero y renombrado
conquistador de Chile, a quien se lo ha considerado uno de reales fundadores y
constructores de la Argentina), y de su esposa doña María de Torres Meneses[11].
Del mismo modo, llevaba la sangre del cacique de Talagante, del sur de Santiago
de Chile.
Fue
doña Josefa, una importante benefactora para con la iglesia y los desamparados.
Entre otros legados, como indicamos en párrafos anteriores, se tiene
constancias de su donación de los terrenos para la fundación de las iglesias de
Cafayate y de San Carlos.
2. Los de Aramburú y Lisperguer
Muchas
son las familias salteñas que descienden del viejo tronco de los de Aramburú y
Lisperguer. Cuatro al menos, fueron los hijos del matrimonio conformado por el
coronel don Marcos de Aramburú y de Urdanirrea y doña María Bernarda de Lisperguer
y Aguirre:
A- Doña María Crisóstoma de Aramburú y
Lisperguer, que contrajo matrimonio con el capitán don Juan Antonio de Peñalva de Carbajal y Loria; hijo de don Juan
Fernando de Peñalva y Frías Sandoval y de doña Ana de Carbajal y Loria de Aguirre,
de quienes proviene la distinguida y numerosa familia salteña de Peñalva (y/o
Peñalba).
B- Don Nicolás Ignacio de Aramburú y
Lisperguer, que en su primer matrimonio con doña Rosa Fernández Cabezas y Manchano Gallo (hija de don Gabriel
Fernández Cabezas y de doña Josefa Manchano Gallo de Argañarás y Murguía), tuvo
dos hijos: 1- Dr. D. Juan Francisco
de Aramburú y Fernández Cabezas, cura y vicario de San Carlos del Calchaquí, y
2- Da. María Bernarda de Aramburú y
Fernández Cabezas, que se casó con don Manuel Atanasio de Frías y Escobar
Castellanos; es decir, con un hermano de doña
Josefa Antonia. De este casamiento surgen los Frías Aramburú, que se
extenderán en los Frías de la Quintana, Frías Diez, Frías Cornejo, Peñalva
Frías, López Frías, Torino López, Michel Torino, Peñalva Torino, Rovira de
Peñalva Torino, Aramburú Frías, Zorrilla Aramburú, Aramburú de la Quintana,
Frías Llovet, Frías Valdés, Frías Fernández Hoyos, etc.
Al
enviudar don Nicolás Ignacio, se casó con doña Josefa Antonia de Frías y Escobar Castellanos, y este matrimonio
tuvo los siguientes hijos: 3- D. Manuel
Fernando de Aramburú y Frías, coronel realista; se casó con doña Perfecta
Sánchez y Palacios, con sucesión. 4- D. Felipe
Santiago de Aramburú y Frías, dueño por herencia paterna de la estancia San
Pedro de Yacochuya[12].
5- D. Bartolomé de Aramburú y Frías,
casado con doña María de los Ángeles Pardo Cornejo, con sucesión. 6- Da. María Antonia de Aramburú y Frías, que
contrajo nupcias con el coronel patriota don José Gabino de la Quintana, con
sucesión. 7- Da. María Teresa de
Aramburú y Frías, que se casa con don Hilario Santos de León, con sucesión[13].
C- Don Antonio de Aramburú y Lisperguer.
D- Doña Juana de Aramburú y Lisperguer,
que contrajo nupcias con don José Manuel de Sosa, viudo de doña Petrona Jurado.
LA FUNDACIÓN
DE CAFAYATE
1. La indiferencia
La historia
del feudo de San Carlos que originalmente se lo llamó “Hacienda” es
sobradamente conocida: su dueño fue el encomendero de San Carlos, Animaná y
Cafayate, general don Fernando Rodolfo de Lisperguer y Aguirre, que actuó en la
campaña del Chaco Gualamba, al frente del tercio de Salta, acompañando al
primer gobernador vitalicio del Tucumán y gran militar, don Esteban de Urízar y
Arespacochaga. Como señalamos, una hija de don Fernando y su esposa, doña María
Díaz de Loria y Bazán, fue doña María Bernarda de Lisperguer y Aguirre Díaz de
Loria, que en su matrimonio con don Marcos de Aramburú, tuvo al reconocido
feudatario de San Carlos, don Nicolás Ignacio de Aramburú y Lisperguer, quién a
su vez, en segundas nupcias, se casó con doña Josefa Antonia Frías y Escobar
Castellanos, la que a la muerte de su esposo queda dueña del feudo, que también
comprendía otras propiedades de la región y por lo tanto, importantes heredades
en Animaná, Cafayate y Tolombón.
No
es sorpresa encontrar falencias en la historiografía actual pese a los avances,
pero es ingenioso lo publicado nada menos que en la página web oficial de
Cafayate que hoy (junio/2006) muestra su Municipalidad[14],
cuando al referirse a la fundación, asevera desde el comienzo, que “Cuenta la tradición oral, que Doña
Josefa Antonia Frías de Aramburú (…) en 1826 (este año es otro error de la
página, ya que la escritura se efectivizó en 1828) mandó a extender una
escritura de donación a la Virgen del Rosario. Donó el terreno necesario de su
propiedad denominado Cafayate situado entre Santa María y San Carlos, para la
fundación de un pueblo, con su iglesia y casa para sus curas. Esta donación fue
aceptada por el gobernador de Salta”. Si bien lo que se dice está más o menos
conforme a lo sucedido, es imperioso aclarar que no se trata de que lo “cuenta la tradición oral…”, desmereciendo
la especie; sino que efectivamente existe el documento de la escritura de donación a la Virgen del
Rosario como así los papeles probatorios de los trámites realizados por su
hijo don Manuel Fernando de Aramburú, representando a doña Josefa ante el
Gobierno y Capitanía General de la Provincia, autos que insertaremos más
adelante. Estimamos que sería de absoluta justicia reponer el monumento a la
fundadora doña Josefa Antonia Frías de Aramburú, como un acto de reconocimiento
a su generoso gesto y afirmación de los valores de la identidad del pueblo de
Cafayate. Podría ser ubicado en alguna plaza nueva de la ciudad, porque aquella
donde se la honraba también desapareció, pese a que el fuerte crecimiento de la
población reclama la existencia de estos centros de embellecimiento y
recreación, hoy tan escasos.
2. La verdadera fecha de fundación, el 26
de octubre de 1840
Así
como algunos excluyen de la historia a la verdadera fundadora de Cafayate,
otros improvisados afirman que Cafayate no tiene fecha cierta de fundación,
pero es sabido y está documentado que la donación de doña Josefa Antonia Frías,
fue aceptada por el gobierno de Salta el 4 de noviembre de 1828; que el 29 de
abril de 1829, el doctor don Matías Agois se hizo presente ante el escribano
público don Mariano Nicolás Valda, con un poder conferido por doña Josefa, en
donde confirmaba la donación de los terrenos para la fundación de Cafayate, y
también sabemos que el emplazamiento del pueblo se formalizó el 26 de octubre
de 1840, como explicaremos más adelante. ¿Entonces, cuando se fundó el pueblo?
La donación, reiteramos, fue aceptada por el gobierno de Salta el 4 de
noviembre de 1828, pero el pueblo, sin duda alguna se funda el 26 de octubre de
1840 al concretarse la demarcación por parte de don Rosendo de Frías, sobrino
de doña Josefa, y ésta es la fecha que debe considerarse, mas no debemos dejar
de lado que la idea venía elaborándose en la voluntad de la propietaria de las
tierras, doña Josefa Frías de Aramburú desde 1828, y por eso debe
considerársela como la única y legítima fundadora de Cafayate, aunque no haya
estado presente durante la tan esperada demarcación, porque falleció dos años y
medio después de su trascendente legado, siendo ya octogenaria en 1831.
Los
diferentes trámites fueron cumplidos por su hijo don Manuel Fernando, quien el
20 de julio de 1840 comisiona a su primo hermano don Rosendo de Frías para que
demarque el pueblo, pidiéndole que “la
delineación de la plaza y manzanas deben practicarse con arreglo al espíritu de
la disposición de la donante”, pero a esa altura de los hechos, la comarca
había sufrido algunas dificultades, ya que en el terreno designado se hallaban
muchos cercos, huertas de árboles y bosques, y se había construido uno que otro
edificio considerable y “varias casuchas
desarregladamente que han trabajado sus pobladores superando sus facultades,
que merecen atención al demarcar el pueblo”, según le informaba el 26 de
julio don Rosendo de Frías a don Manuel Fernando de Aramburú. Asimismo, le
solicitaba brazos para trabajar en la demarcación y la asistencia personal del
Juez Departamental. Agregaba Frías en su carta a Aramburú, que “estoy presto al día que usted disponga a
dar principio a la precitada demarcación”.
Así
es que, el 26 de octubre de 1840 don Rosendo de Frías daba cuenta a don Manuel
Fernando de Aramburú de la comisión conferida, expresándole que la población de
Cafayate “comprende nueve cuadras,
incluso la de la plaza, de 150 varas cada una de ellas, fuera de las 12 de
varas de claro que tienen las calles, que encierra su demarcación” y que
practicó las diligencias con el juez Departamental don Anselmo Serrano “haciendo clavar para constancia en cada
esquina una estaca perdida, de una vara de largo, labrada de cuatro caras y
demás contiguo a cada una de éstas, por signo visible, un palo largo rollizo”.
Según explica Atilio Cornejo, don Rosendo de Frías termina expresando que “invirtió en dicha diligencia catorce días,
importando sus honorarios cincuenta y seis pesos, de los que rebaja diez y
seis, de que hace gracia”. Luego Frías hizo la subdivisión de las manzanas
en lotes. Delineó la manzana cuyo frente del Poniente da a la plaza del pueblo
de Cafayate, dividiéndola en lotes. Los lotes A, B, D, E, M, N, H, y Y, tienen
30 x 30 varas; los lotes C, F, P, L, J, y K, tienen 30 x 60 y los lotes O y G
tienen 30 x 75[15].
Cabe
anotar aquí las vinculaciones genealógicas entre don Rosendo de Frías y Vélez
de Alcocer y su tía carnal, la fundadora de Cafayate, confirmando de que las
cosas en aquellos tiempos no se hacían al azar. Así pues, don Rosendo nació
hacia 1781 en los Valles Calchaquíes, pero alrededor de 1800 se traslada a la
provincia de San Juan. Era hijo de don Hipólito de Frías y Escobar Castellanos
(que a su vez es hermano de doña Josefa
Antonia) y de doña María Agustina Vélez de Alcocer, y nieto paterno de don
Tomás Manuel de Frías Quejana y de doña Rosa Valeriana de Escobar Castellanos.
El 3 de abril de 1800, don Rosendo contrajo matrimonio en San Juan de Cuyo, con
doña María Agustina Rosalía Jofré y Piña, hija del sargento mayor don José
Jofré Riberos y de doña María Dolores Piña. Don Rosendo vivió muchos años en
San Juan pero sus relaciones familiares en Salta permanecieron intactas, por
eso en uno de sus viajes a Cafayate y cuarenta años más tarde, su primo don
Manuel Fernando le encarga la demarcación del pueblo dada su experiencia.
Falleció don Rosendo en el pueblo de Belén, el 2 de abril de 1841, y tuvo descendencia
Frías Jofré.
Pero,
observemos qué pasó con Cafayate durante los gobiernos de Güemes, de Arenales y
los años posteriores.
3. Reminiscencias de la donación y
fundación
En
1817, vemos una pequeña intervención del héroe gaucho don Martín Miguel de Güemes
respecto al destino de Cafayate. Así, en atención a los importantes aportes
para los gastos de la guerra, eficaz labor y probada honestidad del receptor
principal de alcábalas, Sgto. mayor don Juan de Dios de Lea y Plaza, el
gobernador don Martín Miguel de Güemes lo designó para que se ocupe de la
delineación de dicho pueblo, debido a que el cura del Valle de San Carlos, don
Félix Ignacio Delgado, le solicitó a Güemes erigir una capilla en las
inmediaciones de una antigua misión de los padres franciscanos que quedaba “como a dos kilómetros del actual pueblo de
Cafayate”, en “San Isidro”; no obstante el 17 de diciembre del mismo año,
el general don Manuel Belgrano notificaba a Güemes que el cura Delgado no
quería entregarle a Plaza los papeles para cumplir con la citada orden; a propósito
de esto, oportuna es la trascripción de un párrafo de otra carta de Belgrano,
que dice: “El asunto que remito a usted
del cura Delgado y Plaza, mírelo con atención y encárguelo a un buen sujeto de
aquellos parajes, porque uno u otro, es un embustero y malo, y es de necesidad
contener al que lo sea”[16].
Pasaron los años y el 20 de marzo de 1824, el cura de San Carlos don Ignacio
Manuel del Portal le escribía al gobernador don Juan Antonio Álvarez de
Arenales, contándole el estado calamitoso de la grey cafayateña. Allí le pide
que “se proceda a la erección del pueblo
del partido de Cafayate; se deslinde los terrenos designados, se distribuyan,
señalen y se respeten en toda propiedad y dominio a los vecinos que quieran
poblarse”. Arenales accedió a la solicitud del cura del Portal el 22 de
abril de 1824, comisionando al teniente coronel don Juan de Dios de Lea y Plaza
para que de acuerdo con el cura Ignacio Manuel del Portal efectuaran el trazado
del pueblo. El hecho, al decir del historiador Carlos Reyes Gajardo, es que tal
emplazamiento no se hizo hasta el 26 de octubre de 1840, porque el cura Félix
Ignacio Delgado interfirió en este asunto alegando sus derechos de patrono
nato, que obtuvo del general Martín Miguel de Güemes y del provisor del
Obispado don José Alonso de Zavala[17].
Existen dos notas dirigidas por el cura Félix Ignacio Delgado al gobierno de la
Provincia, publicadas por Carlos Reyes Gajardo en sus “Apuntes…” que indican
las causas del retraso. Ambas notas cargadas de desplantes presentan a un hombre
intrigante y limitado. Solo añadiremos la primera nota fechada en abril de
1824, que dice:
“(…) Ante V. S. como mejor proceda de
derecho parezco y digo: que ha llegado a mi noticia, el que Da. Josefa Frías,
vecina de aquel dicho Valle se ha presentado ante el Gobierno solicitando
fundar una Capellanía, o no sé qué cosa en las tierras de Cafayate inmediatos a
la capilla que tengo edificada con una corta ayuda de aquel vecindario en
virtud del nombramiento que se me hizo de Patrón Nato de ella y de mis facultades
por el antecesor de V. S. Don Martín Güemes, y del Sr. Prov. Dr. Don José
Alonso de Zavala. Más como la solicitud de dicha Da. Josefa Frías se dirige a
extraerme del Patronato que por derecho y justicia me corresponde, como todo
consta del expediente original que al efecto de su declaratoria tengo
presentado ante V. S. y hasta la fecha no se ha proveído cosa alguna sobre el
particular pido a V. S. que para contestar como corresponde a la expresada
solicitud de la referida Da. Josefa Frías; se sirva mandar se me pase en vista
dicha representación original, y bajo el correspondiente recibo que estoy
pronto a otorgar, por tanto a V. S. pido y suplico así lo provea y mande que
será justicia y para ello…” Félix Ignacio Delgado”.
En
la segunda nota, al referirse Delgado a doña Josefa, la menciona como la Da. Josefa y más adelante esta leona, evidenciando una conducta
impropia y su desasosiego. Al pie de ésta, el Gobierno contesta con fecha 28 de
abril de 1824, que: “la parte legitima su
personería y entretanto se comunique al párroco de San Carlos el auto de 22 del
presente para su cumplimiento y ejecución”, aunque el pleito siguió en un
largo expediente 1828-1837, contra el cura Félix Ignacio Delgado. Es preciso
señalar que en la escritura de donación que doña Josefa hace a la Virgen del
Rosario de Cafayate fue firmada además, por don Nicolás Frías, don Manuel
Fernando de Aramburú, don Fermín Padilla y don José Manuel Sosa como testigos,
todos vinculados familiarmente a doña Josefa. En la escritura consta también
que doña Josefa siguió expediente contestando a la demanda que interpuso el
presbítero Félix I. Delgado que “solicitaba
el exclusivo servicio en la iglesia de Cafayate, percibiendo sus emolumentos”
a lo que doña Josefa se opuso, fundándose en que la iglesia se encontraba en
terrenos de su propiedad, aludiendo además, a “algunas impresiones que pudieran haber dejado calumnias del presbítero
Delgado”. Manuel Fernando de Aramburú “como
cristiano deseoso del aumento y propagación de nuestra santa Religión había
estado y estaba muy lejos de querer arruinar un establecimiento piadoso, que
todo lo contrario deseo -dice- como
es su adelantamiento, y ofreció sería
su primer agente para llevar a cabo cuanto le sea posible (…): que cedía
Aramburú a nombre suyo, de su madre y de
su posteridad el terreno en que se hallaba edificado el templo y sitio para la
casa del cura, a la Virgen Santísima del Rosario, bajo cuyo nombre se había
construido: con la calidad de que sea anejo o viceparroquia del Curato de San
Carlos, como lo ordenan los decretos de su fundación, y para el pueblo que se
edificare, todo el espacio que se juzgue conveniente, con la precisa y justa
condición de que se le reconozca por dueño y acreedor por consiguiente a los
arriendos que produzca, sin que los señores curas tengan jamás derecho alguno
temporal en dicho establecimiento”. En atención al dictamen del Fiscal de
Hacienda, el 4 de noviembre de 1828, el gobernador de Salta don José Ignacio de
Gorriti y su ministro Buitrago, ante el escribano don Félix Ignacio Molina,
dictaron el respectivo auto aceptando “la
donación que hace por sí y a nombre de doña Josefa Antonia Frías su hijo don
Manuel Fernando de Aramburú”[18].
El
hecho es que el 26 de febrero de 1833, Manuel Fernando de Aramburú seguramente
cansado e impedido por sus ocupaciones en las diferentes propiedades y en la
política local, en circunstancias ineludibles y apresuradas, se presentó ante
el escribano Mariano Nicolás Valda y cedió al cura Delgado el Patronato
referido en la cláusula Cuarta de la escritura que a continuación incluiremos,
y por lo tanto no se pudo avanzar en la fundación, postergando como vimos,
hasta 1840, el desarrollo y progreso del proyecto. Los terrenos para la
Iglesia, Casa Parroquial y las cuadras para la formación del pueblo de
Cafayate, como anunciamos anteriormente, fueron donados por doña Josefa Antonia
de Frías y Escobar Castellanos, esposa del feudatario don Nicolás Ignacio de
Aramburú y Lisperguer, a la Virgen del Rosario, donación que fue aceptada por
el gobierno de Salta el 4 de noviembre de 1828[19].
El
29 de abril de 1829, el doctor don Matías Agois del vecindario de Salta, se
hizo presente ante el escribano público don Mariano Nicolás Valda, con un poder
procedente del pueblo de San Carlos, conferido por doña Josefa Antonia de Frías
de Aramburú, en donde confirmaba la donación de los terrenos para la fundación
de Cafayate “para que en su nombre
estienda y haga estender donde y como convenga una escritura de donación que
hace a la Virgen del Rosario de Cafayate…”, es oportuno mencionar que en
esta oportunidad, firman como testigos don Félix Antonio Outes, don Juan
Esteban Arias de Navamuel, y el escribano don Félix Ignacio Molina.
4. La escritura
La escritura
de donación que hace doña Josefa Frías, representada por su hijo don Manuel
Fernando de Aramburú, ante el Gobierno y Capitanía General de la Provincia y el
escribano público don Mariano Nicolás Valda, fruto de mis investigaciones en el
Archivo y Biblioteca Históricos de Salta[20],
es un documento irrefutable desde todo punto de vista y textualmente dice lo
siguiente:
“En esta ciudad de Salta a veinte y nueve de
Abril de mil ochocientos veinte y nueve: Ante mi el Escribano Pubco. y testigo,
fue presente el Sor. D. D. Matías de Agois, de este vecindario, a quien doy fe
conozco, y me exhibió el poder qe. le confiere Da. Josefa Antonia de Frías
desde el Pueblo de San Carlos y cuyo tenor dice así:
“Aquí el Poder de la antor. Foja”
“Y usando del
mencionado poder dijo: que su representada por medio de su hijo Don Manuel
Fernando de Aramburú, ante el Gobierno y Capitanía General de la Provincia
siguió expediente por Noviembre del año próximo pasado, contestando a la
demanda qe. puso el Presbítero Don Félix Igno. Delgado qe. solicitaba el
exclusivo servicio en la Iglesia de Cafayate, percibiendo sus emolumentos, y
oposición qe. su poderdante hizo atentar varias razones fundadas, y
especialmente exhibir la Iglesia en terrenos de su propiedad: qe. concluyó su parte,
presentando al Gobierno un dato (según se espera en su último escrito) que
bastaría en su concepto a dejar de su imaginación algunas impresiones qe.
pudieran haber dejado las calumnias al Prevo. Delgado: que el hijo de su
poderdante D. Manuel Fernando Aramburú, como cristiano deseoso del aumento y
propagación de nuestra Santa Religión, había estado y estaba muy lejos de
querer arruinar un establecimiento piadoso. Que todo lo contrario deseó, como
es su adelantamiento, y ofreció sería el primer agente para llevar al cabo en
cuanto le sea posible, su perfección; pero que sería como lo demanden la
justicia y las leyes: qe. cedía Aramburú a nombre suyo, de su madre, y de su
posteridad, el terreno en que se hallaba edificado el templo, y sitio para la
casa del cura, a la Virgen Santísima del Rosario, bajo cuyo nombre se había
construido; con la calidad de que sea anejo o Vice Parroquia del Curato de San
Carlos, como lo ordenan los decretos de su fundación, y pa. el Pueblo qe. se
edificare todo el espacio qe. se juzgue conveniente, con la precisa y justa
condición de qe. se le reconozca por dueño, y acreedor por consiguiente a los
arriendo que produzca, sin qe. los sres. Curas vengan formar derecho alguno
temporal en dcho. Establecimiento: En vista de dcho. escrito, y lo por el
fiscal de Hzda. contestado por parte de Delgado se proveyó en cuatro de
Noviembre último, lo que sigue - Salta Noviembre cuatro de mil ochocientos
veinte y ocho - Vistos con lo expuesto por el Fiscal: Aceptándose por el
Gobierno la Donación qe. hace por sí y a nombre de Da. Josefa Anta. Frías su
hijo Don Manuel Fernando Aramburú; notifíquese qe. para reducirse como
corresponde a Escritura Púbca., acompañe poder bastante de dcha. propietaria,
debiéndose en este caso entenderse la donación con la calidad propuesta, de qe.
se designe previamente el terreno preciso para la casa Parroquial y población,
cuya operación se comete al cura Párroco de San Carlos, quedando valorizada en
cuanto a esto por la expresión del Donante, la fundación (…) y nula de que ha
hecho mérito el actor: y a los fines consiguientes se transcribirá este auto,
luego de presentado el poder arriba prevenidos a los sres. cura Párroco y juez
Departamental de San Carlos, con la prevención de dar pronta cuenta con
diligencias para el otorgamiento de la Escritura. Téstense las expresiones
injuriosas qe. se observan en los escritos de las partes sin especial
condenación de costas - Gorriti. Dor. Buitrago - El señor D. José Igno. De
Gorriti corl. Mayor de los Extos. de la Patria, Gobernador Intendente y Capitán
General de la Prova. con dictamen de un asesor Sec., así lo pronunció, mandó y
firmó definitivamte. Juzgando en el día de la fecha por ante mi de qe. doy fe -
Aramburú - Molina - En seis del corriente hice saber el anterior proveído a la
parte de D. Felix Delgado, quedó impuesto, y firma, de qe. certifico - Mro.
Yanzi - Gallegos –”.
“Y en
conformd. del mencionado poder y auto inserto otorga: que en nombre de su
representada, su hijo Don Manuel Ferndo. Aramburú, y su posteridad, y de quién
de ella hubiere título, voz y causa, en cualquier manera, cede, renuncia y traspasa para siempre, y hace gracia y donación
perfecta, irrevocable, intervivos a la Santísima Virgen del Rosario de Cafayate,
según lo propuso Aramburú ante este Gobierno, el terreno expresado, con todas
sus entradas, salidas, usos, costumbres, derechos y servidumbres que ha tenido,
tiene, y le corresponden y deben corresponder sin limitación ni observación;
cuya cesión, renuncia y donación, le hace consecuente a su oferta y al auto del
Gobierno de cuatro de Noviembre último, bajo las explicaciones y condiciones
siguientes”.
“Primera: que siendo muy pequeña la
Iglesia que en el día sirve de Vice Parroquia en Cafayate, y hallándose en
estado de ruina; tratándose de su reparación, es voluntad de su poderdante
ceder, como en efecto cede a favor de
dicha Iglesia, todas las varas de ancho y largo qe. los fieles quieran
aumentarle, para la mejor y más cómoda asistencia de aquella feligresía”.
“Segunda: del mismo modo es voluntad de
su poderdante, ceder, como en efecto cede,
veinte y cinco varas de frente, y treinta de fondo, contigua a la Iglesia, para
casa cural de los sres. Párrocos, sin pensión ni reato alguno, las que desde
ahora quedan separadas: de la propiedad y dominio de aquella”.
“Tercera: Que graduando su parte, según el
vecindario del dcho, por muy suficientes, cuatro cuadras circunscriptas en una
línea, con más las varas qe. deben dividir las calles para la formación de
aquel Pueblo; ofrece y da por ahora dichas cuatro cuadras para la proyectada
población, sin perjuicio de proporcionar más terreno, si el aumento de ésta lo
exigiere; pero con la precisa condición de que los sitios se han de demarcar a
quince varas de frente, y treinta y cinco de fondo, para evitar el abuso que
hay en dicho Pueblo de formar en su centro huertas, con grave perjuicio de
aquel vecindario en la labranza”.
“Cuarta: Que siendo su representada la
Patrona nata, todos los pobladores qe. hubieren de componer aquel vecindario,
se entiendan con ella o con su poder habiente para el arrendamiento o canon que
por el piso del sitio deban oblar: por fallecimiento de aquella (según le
instituye) deberá sucederle en el patronato su hijo Don Manuel Fernando de
Aramburú, y por muerte de éste, a su hijo, y nieto de su poderdante Dn. José Gregorio
Antonino de Aramburú, y descendientes de éste, según el orden de sucesión para
el goce de dicho Patronato; con sola la penca. de una misa anualmente aplicada
por el bien del alma de su poderdante, y las de los demás ascendientes de Dn.
Manuel Fernando Aramburú”.
“Quinta: serán facultados los Patronos,
para expeler y votar del Pueblo a los escandalosos incorregibles, viciosos y
perturbadores de la tranquilidad pública: todo en conocimiento de causa y
decreto del Juez territorial; como también preferibles a las Patrones para la
compra de los edificios que tratasen dejar o vender; por cualesquiera causa u
ocurrencia”.
“Sexta y última: queda revocada toda otra
donación que por sorpresa o engaño se le hubiese arrancado a su poderdante, del
mismo terreno; y expresa ser voluntad de ésta, cubierta únicamente la presente,
que ahora la otorga, en todo su vigor y fuerzas por haberlas realizado de su
espontánea voluntad, y ser lo que al derecho y conciencia de su poderdante
conviene”.
“Con cuyas
calidades y condiciones cede y dona el
expresado terreno en Cafayate; y desde hoy en adelante para siempre jamás,
se abdica, desprende, desapodera, desiste, quita y aparta, y a los suyos, del
dominio útil y directo, título, usos, recurso, y otro cualquier derecho que a
ella le corresponde; y todo, con las acciones reales, personales, útiles,
mixtas, directas, ejecutivas, y demás qe. le competen, lo cede, renuncia y traspasa en la santísima Virgen del Rosario para el
fin ya indicado, bajo las solemnidades legales. Declara que a su
representada le quedan bienes suficientes para testar, y que esta cesión y
donación no es inmensa, ni por consiguiente reprobada por derecho: se obliga en
nombre de su parte, a no revocarlo total ni parcialmente, y si lo hiciere, no
valga, y sea visto por lo mismo haberla formalizado con mayores (…) y firmezas,
añadiendo fuerza a fuerza, contrato a contrato”.
“A la firmeza
y cumplimiento de todo lo relacionado, obliga a su poderdante con sus bienes
habidos y por haber en bastante forma, y da poder cumplido a las Justicias de
la Nación para qe. la compelan a su exacta observancia como por senta. pasada
en autoridad de cosa juzgada, que por tal la recibe, y renuncia todas las
leyes, fueros, derechos y privilegios de su favor, con la general qe. lo
prohíbe. En cuyo testimonio así lo otorga y firma siendo testigos Don Felix
Antonio Outes, Don Juan Esteban Arias Navamuel, y el Esno. Felix Ignacio Molina
(…).
Dr. Matías Agois Marno.
Nicolás Valda
Esno.
Pco.”[21].
SU HIJO, DON
MANUEL FERNANDO
Don
Manuel Fernando de Aramburú y Frías, fue bautizado en San Carlos del Valle de
Calchaquí el 12 de octubre de 1769, y falleció en Cafayate el 23 de setiembre
de 1843[22].
Hacendado
y militar que estuvo políticamente adherido a la causa realista en tiempos de
la liberación americana. Con vocación por la milicia, fue enviado por sus
padres para estudiar en el Colegio de Nobles, en Madrid. Desde allí pasó a
Buenos Aires para continuar su carrera. En 1805 revistaba como cadete y fue
destinado a prestar servicios en Salta donde se hallaba en 1806, con el grado
de alférez. Cuando los ingleses invadieron Buenos Aires integró el contingente
que por orden del virrey Sobremonte se proponía arribar a Buenos Aires, sin
embargo éste solo llegó hasta Córdoba. En 1807 fue ascendido a subteniente y en
1810 ostentaba el grado de teniente de milicias participando en los Cabildos
Abiertos celebrados en Salta, inclinándose entonces a la causa patriota. Pero
en la elección de diputado ante la Junta Grande, no votó por el patriota
Gurruchaga, sino por don Francisco de Tineo, que más tarde sería uno de los
cabecillas del bando realista, pese a esto, lo sorprendente es que donó de su
peculio “dos mulas mansas y su persona” a la causa de Mayo.
Por
este hecho evidentemente logró la simpatía de la Junta Provincial de Salta, y
es así que el 8 de octubre de 1811, luego de haber sido ascendido a capitán, se
le encomendó apostarse en Pastos Grandes, a las órdenes de 55 hombres, a fin de
evitar la introducción de espías realistas desde el Alto Perú. Pero Aramburú,
tenía una gran afinidad con los realistas y a partir de 1812, se puso en la
campaña de reclutar hombres para los ejércitos del enemigo. En octubre de este año,
el ministro secretario de guerra don José Toribio Tedín, se trasladó a San
Carlos llevando una misión secreta encomendada por los patriotas de Salta,
llamada a disuadir a don Manuel Fernando de Aramburú de sus planes realistas.
Las gestiones de Tedín, en un primer momento, tuvieron resultado, pero su
adhesión a los realistas era indeclinable. En efecto, el 31 de enero de 1813 en
la Catedral de Salta, prestó juramento a la Constitución española de 1812, sin
embargo no actuó en la Batalla de Salta, el 20 de febrero de 1813.
En
la Villa de San Carlos del Valle de Calchaquí, el 7 de abril de 1813, le
confiscaron a don Manuel Fernando de Aramburú todas las propiedades que poseía “por sospechas de tener sentimientos
contrarios a la causa del orden”[23].
Más tarde, a fin de obstruir los planes militares del general Güemes, de
Aramburú equipó a su costa en 1814, un fuerte regimiento de criollos al que denominó
“Escuadrón de Caballería de San Carlos”, en favor del rey Fernando VII,
procurando mantener los Valles Calchaquíes despojados de la influencia de los
patriotas, afamado foco de resistencia realista aunque indiscutible su
inferioridad militar en la zona.
Sabemos
que los principales hacendados de la región, existentes en ambos bandos,
surgieron como los indiscutidos jefes militares de la campaña y de esta manera
aparecen las familias acaudaladas de los Valles Calchaquíes como los mayores
protagonistas durante las reñidas contiendas[24].
Pues vemos a realistas como los de Aramburú y los de Isasmendi en los Valles
Calchaquíes, que debieron enfrentarse políticamente con los Díaz, los de Lea y
Plaza, los Ruiz de los Llanos, los Arce y los Fernández de Córdoba, entre otros
patriotas. Así, todos estos guerreros de la Independencia oriundos de los
Valles Calchaquíes, fuesen de la causa del rey o de la emancipación, supieron
actuar las fuerzas de sus linajes. Del mismo modo, dentro de esas familias
realistas también se contaban con algunos miembros adheridos fuertemente a la
causa de Mayo. Bien destaca pues, Carlos Luque Colombres, cuando escribe que
estos apellidos mencionados “de noble cepa española, dieron lustre a su nombre
por sus heroicas gestas”.
Uniéndose
Manuel Fernando de Aramburú con su “Escuadrón de Caballería de San Carlos” a
las fuerzas del general Joaquín de la Pezuela, participó desde 1814 en las
diferentes invasiones a Salta y Jujuy, venidas del Alto Perú, las que en aquel
entonces estaban integradas hasta su separación, recién en diciembre de 1834.
Señala Vicente Cutolo que “actuó incluso en la Batalla de Tarija donde
triunfaron las tropas de Güemes”. En uno de los encuentros contra las huestes
de Martín Miguel de Güemes en Humahuaca, durante la retirada de Pezuela,
Aramburú recibió un impacto de bala que le atravesó la lengua, quedando con
grandes dificultades para el habla durante el resto de su vida. De larga
actuación guerrera, alcanzó el grado de coronel de las tropas del rey, y al
frente de su escuadrón rindió su espada en Ayacucho. Instalado nuevamente en
sus posesiones del Valle de Calchaquí, se ocupó de las diferentes estancias,
intervino en la política local y desde luego, se aseguró de todo lo
concerniente al legado de su madre, respecto a la donación de las tierras para
la fundación del pueblo de Cafayate y de la concreción del mismo[25].
Su
esposa doña Perfecta Sánchez y Palacios, con la que contrajo nupcias previa
información matrimonial en Salta del 24 de setiembre de 1810, vivió en sus
valiosas heredades de los Valles, particularmente en Cafayate, donde el 14 de
setiembre de 1867 falleció como de 80 años de edad, siendo sepultada en la
iglesia parroquial “hasiendo una
excepción a la lei, por haber sido Patrona i especial benefactora de ella”.
Conservaba doña Perfecta todavía, aquella adhesión y amor a Fernando VII, y en
los banquetes a que asistía, brindaba: “Por nuestro Amo y Señor el Rey”. Fue
hija de don José Tomás Sánchez de Junco, administrador de la Real Renta de
Tabacos, y de doña Gabriela Palacios y de Frías, emparentada ella con la
familia materna de don Manuel Fernando de Aramburú[26].
CREACIÓN DEL
DEPARTAMENTO
Por
Ley promulgada el 14 de noviembre de 1863 por el gobernador Juan N. Uriburu y
su ministro Genaro Feijoo, el partido de Cafayate se separó del Departamento de
San Carlos, a cuya jurisdicción pertenecía, para ser elevado al rango de
Departamento y ser la Capital del Departamento del mismo nombre.
Don
Juan C. Tissera en nombre del Obispo Diocesano, le escribe en agosto de 1862,
al gobernador de la Provincia Juan de Uriburu, exponiéndole cinco puntos
considerados de interés a los ciudadanos de Cafayate. La nota dice:
“OBISPADO
DE SALTA
Salta,
Agosto 1º de 1862
Al Exmo. Sor.
Gob. De la Prov. Dn. Juan N. de Uriburu
Ha recibido el
Obispo Diocesano la respetable nota de V.E. fecha 21 de Julio último, pidiendo
un informe sobre el estado del expediente seguido en la Curia Ecca., relativamente a la división del Curato de
Sn. Carlos, y erección del nuevo de Cafallate, pa. Presentarlo a la H. A. P. en
sus próximas sesiones, y recavar la división del mismo departamento en lo civil.
En el interés
de complacer a V.E. en un asunto que tanto interesa al bien de los ciudadanos
de ese Departamento, ha mandado el infrascripto registrar el expediente de la
materia, y encontrándolo con un estado de definitiva, resultando comprobados en
él, los cinco puntos de interrogatorio presentados por los postulantes, y que
son como sigue.
1º Ser útil y
necesaria la división del Curato.
2º Que los
límites y linderos deben ser la loma que separa los potreros de Yacochuya, y
Animaná: el alto del médano desierto, que separa las propiedades de Cafayate, y
la población de Animaná la punta del cerro que divide las poblaciones de
Conchas, y Corralito, línea recta de Oriente a Poniente del último punto al
primero, quedando a la parte de Cafayate Las Conchas, la Banda del Mollar,
Tolombón y los potreros de Yacochuya.
3º Que es por
lo menos el número de tres mil almas que comprenda el nuevo Curato, en caso se
verifique la división.
4º Que tendría
la congrua suficiente el Cura.
5º Que es
Cafayate el punto más céntrico para la erección de la Parroquia, y edificación
de la iglesia.
Debo manifestar a V.E. que una vez practicadas algunas
diligencias, que aún faltan, estoy dispuesto a hacer la división Ecca. que a mi
corresponde deseando al mismo tiempo se haga la división en lo civil, por la
autoridad a quien competa, por la alta conveniencia que hay en que la división
Ecca. coincida en lo civil.
Al dejar
contestada la de V.E., y devolverle la adjunta solicitud original de los
vecinos de Cafayate, hago votos por que los informes que con el mayor agrado le
transmito, sean suficientes para su propósito, con que hará un servicio más al
País que sin duda no se equivocado ha en encargarle regir sus destinos.
Dios Gue. A V.E.
Fr. Buenav.a
Obispo de Salta
Fr. Juan C.
Tissera
Secretario”.[27]
El 8
de octubre de 1863, Cafayate se erige en Curato por la autoridad eclesiástica,
fijándose los siguientes límites: “La loma que separa los potreros de
Yacochuya, y Animaná: el alto del médano desierto, que separa las propiedades
de Cafayate, y la población de Animaná la punta del cerro que divide las
poblaciones de Conchas, y Corralito, línea recta de Oriente a Poniente del
último punto al primero, quedando a la parte de Cafayate Las Conchas, la Banda
del Mollar, Tolombón y los potreros de Yacochuya”. Es así que el primer Párroco
fue el doctor Ignacio Colombres, y años más tarde un sacerdote recién ordenado
llega a Cafayate como su ayudante, el P. Julián Toscano que luego se posesionará
como el segundo Párroco en la historia eclesiástica de Cafayate y acompañará
durante veinte años a la comunidad cafayateña como guía y pastor espiritual. El
padre Julián Toscano, un hombre progresista que ocupará la Parroquia desde 1877
hasta julio de 1898, encargándose también de la administración de la Parroquia
de San Carlos desde 1891 hasta 1898, más tarde será Vicario general de la
Diócesis de Salta. Es oportuno señalar que gracias a la iniciativa y entusiasmo
de Toscano, el pueblo de Cafayate construyó el Colegio de María, el Hospital
Nuestra Señora del Rosario y la actual Catedral.
A su
vez, el Departamento de Cafayate, se dividió en los partidos de Lorohuasi,
Yacochuya, Tolombón y Las Conchas. Don Félix Maidana, uno de los caracterizados
vecinos que juntamente con otros pobladores de la zona, el 29 de julio de 1862
firmó el acta de solicitud para la creación del Departamento de Cafayate, fue
nombrado jefe político del Departamento, por decreto del gobernador Uriburu del
5 de diciembre de 1862, ordenándose la convocación para la elección de
regidores municipales. No obstante, es justo recordar a aquellos prestigiosos
vecinos que el 29 de julio de 1862 firmaron el acta de solicitud para la
creación del Departamento, entre ellos se destacan: Don Juan Nemesio Ibarbals,
D. Sigifredo Brachieri, D. Cesáreo Niño, D. José Tomás de Peñalva de la Zerda,
D. Nabor Frías, D. Manuel Basílides de Peñalva de la Zerda, D. Wenceslao Plaza,
D. Carlos Cornejo, D. Leónides de Peñalva de la Zerda, D. José Modesto Moreno
del Corro, D. Fanor Padilla, D. José María Azcárate, D. José López, D. Félix
Maidana, D. Delmirio Córdova, D. Juan A. Azcárate, D. Justo Costas, D. Juan
Valdés, D. Juan Medeiros, D. Ermeterio Santos B., D. Antonio Oliver, D. Soylo
Zambrano, D. Crispín López, D. José Zambrano, D. Miguel Rodríguez, D. Florentín
Rodríguez Hermoso, D. Hipólito Medina, D. Juan Antonio Oliver, D. Miguel Cano,
D. Cruz Ballestero, etc.[28]
Cafayate, tal hemos dicho, fue declarado poco después Departamento por Ley del
14 de noviembre de 1863.
La
solicitud dirigida por los vecinos de los Partidos de Cafayate, Tolombón y Las
Conchas del Departamento de San Carlos a la Legislatura Provincial, dice:
“Al Sor. Gobernador de la Provincia
Excmo. Señor
Los abajo
firmados vecinos de los Partidos de
Cafayate, Tolombón y Conchas del Departamento de San Carlos de esta Provincia
usando del derecho que les acuerda el inciso tercero del artículo 110 de la
Constitución Provincial ante V.E. se presentan y exponen: Que reputando
conveniente a los intereses de la Provincia, a los de estos partidos, como así
mismo al mejor servicio público, crear
en este Departamento, otro mas, compuesto de los partidos ya nombrados,
ocurrimos a V.E., como el órgano
competente, para que se sirva elevar esta nuestra solicitud a la Legislatura
Provincial y apoyarla eficazmente si la considerase atendible en virtud de
las razones en que la fundásemos y que pasamos a exponerlas, la mas
sucintamente que nos sea posible.
Uno de los
puntos mas importantes de nuestra Provincia es esta parte del Departamento de
San Carlos, de que somos vecinos, no solo por el vuelo prodigioso a que se ha
elevado uno de los principales ramos que constituyen la ceguera pública, cual
es la agricultura, sino por su gran población acomodada e industriosa, y que es
muy superior a la de otros Departamentos de la Provincia.
Sus
producciones valiosas y variadas han aumentado progresivamente de cinco años a
esta parte, y se han elevado a más del duplo, hecho muy notable y de llamar la
atención, porque revela la existencia de los elementos necesarios, para tener
una vida propia y separada y fomenta en grande escala los intereses de la población.
La grande
extensión de los Departamentos de Campaña, el espíritu público recién por
crearse, y la falta de hombres suficientemente competentes, para atender con
regularidad a todos los intereses del municipio, limitan necesariamente la
acción de las municipalidades a las capitales de Departamento, y si alguna vez
se deja sentir en los puntos mas distantes, o no es oportuna, o es mas bien una
rémora, o un obstáculo mas que se opone al desarrollo de los mismos intereses
que tratan de protegerse. El establecimiento de las municipalidades ha hecho
conocer prácticamente los inconvenientes de los grandes Departamentos. Las Capitales
aprovechan exclusivamente de los beneficios de la vida municipal y se absorben
completamente todas las rentas. Aun mas, en todas o en la mayor parte domina
cierto espíritu de hostilidad hacia las demás poblaciones, que es causa de que
aquellas miren con el mas marcado disgusto a el mas insignificante progreso, el
menor adelanto en los otros puntos, donde a fuerza de espíritu público y sin la
mas mínima cooperación de las autoridades se ha conseguido llevar a cabo un
pensamiento útil.
Pero
felizmente la ley ha dejado abierta la puerta a todas las reformas que aconseja
la experiencia, obviando todos los inconvenientes de que necesariamente debe
adolecer toda institución nueva, hasta que pueda alcanzar los mejoramientos
posibles, llegue a producir todo el bien que es de esperarse de una institución
tan benéfica.
Con el
objeto, pues, de aprovechar los enunciamientos que nos ha sugerido la practica
de las municipalidades, y los que nos suministran naciones mucho mas
adelantadas, donde aquellas solo abrazan un pequeño territorio, y donde su
acción es tan dividida y extensa, ocurrimos a V.E. para que al pasar esta
solicitud a la H.L. interponga todo su influencia, como Poder Colegislador, a
fin de que en uso de la atribución que se le acuerda a la Honorable Sala, por
el inciso 15 del artículo 27 de la Constitución de la Provincia, se sirva crear
un Departamento en nuestros Partidos.
Pero para robustecer nuestra súplica y comprobar
prácticamente los inconvenientes que hemos enunciado, vamos a citar algunos
hechos, que no dejarán la menor duda a este respecto.
El régimen municipal no ha dado en este
Partido hasta hoy ningún bien, no ha producido ninguna institución y hasta la
seguridad pública es descuidada, pues no hay un solo empleado rentado para este
objeto, y los jueces tienen que costear alguno de su cuenta.
Hasta hace muy poco tiempo Cafayate carecía
de cárcel y juzgado, los detenidos de todas condiciones y sin distinción de
causas eran tenidos en un cepo en la plaza pública, sufriendo los rigores de las
estaciones sin que la indolencia de las autoridades municipal tratase de poner
remedio a un mal, que afectaba su honor propio, y particularmente al del
vecindario de Cafayate, siendo resultado de este abandono, no solo los
sufrimientos inferidos a los detenidos, sino también la falta de seguridad para
conservar a los reos.
Semejante
mal no podía durar por mucho tiempo, y algunos
vecinos persuadidos de la necesidad de poner un remedio pronto y que no podía
esperarse este de la municipalidad, en pocas horas suscribieron las cantidades
bastantes, y hoy posee Cafayate, debido exclusivamente a los esfuerzos
patrióticos de esos vecinos una casa adecuada para Cárcel y Juzgado, que no
la habría tenido jamás de la Municipalidad, que solo se ha hecho notable por una
hostilidad pueril retirando la pequeña suma que pasaba para alquiler de casa
para el Juzgado y que ha solicitado el vecindario para atender con ella a los
gastos que demandase la oficina.
No se crea
Exmo. Señor, que este hecho es excepcional, lo que hemos dicho respecto de la
cárcel, es aplicable a otras obras de igual o mayor importancia. Hasta ahora no hay en Cafayate una Iglesia,
que por su decencia y proporciones corresponda a su población.
La Iglesia actual más que un templo
destinado al culto divino, es una pocilga estrecha y sin ventilación, por cuya
causa una gran parte de los fieles no puede cumplir sus preceptos religiosos.
Felizmente el vecindario comprendió que el pueblo no podía estar privado por
mas tiempo de satisfacer una de sus primeras necesidades, cual es la
observancia de los preceptos religiosos, único freno que puede contener a la
muchedumbre que por su ignorancia se lanza con hasta frecuencia en la deuda del
crimen, y con recursos propios emprendió la construcción de un templo adecuado
a la población, sin que fuera suficiente para desmayar su ánimo la indolencia
de las autoridades civiles y eclesiásticas, a quienes está encomendada la
educación civil y religiosa del pueblo.
Estos hechos
prueban de una manera evidente que si no fuera el espíritu público, el celo de
que están animados los vecinos de este Partido, Cafayate habría permanecido en
el mismo pie, que lo encontró el establecimiento de las municipalidades, las
cuales no llenan su objeto por las razones, que hemos tenido el honor de
exponer anteriormente.
V. E. habrá
traslucido, por los hechos que llevamos relacionados, que esta población está
bien preparada para la vida municipal, como igualmente el porvenir brillante
que debe alcanzar bajo una autoridad inmediata que sepa dar la conveniente
dirección al espíritu público, aunando los esfuerzos individuales a un solo
propósito, al de procurar y asegurar la mayor suma de bien posible.
Asimismo se
deduce de estos hechos, que para que estos Partidos lleguen al progreso que
legítimamente se les debe es de una necesidad premiosa, que se cree un
departamento de ellos, sin lo cual no pueden participar de las ventajas del
municipio, y se postergaría por mucho tiempo su prosperidad.
Estas
consideraciones nos han movido ha dirigir la presente solicitud. En las mismas
y otras que omitimos por no cansar la atención de V.E. apoyamos tiempo ha otra
solicitud, que dirigimos al Sor. Gobernador de la Diócesis para que creara un
Curato de estos Partidos, solicitud que ha languidecido hasta ahora en los
archivos de la Curia y que no podemos saber cuando será despachada en la forma
que es de desearse.
Nos alienta
la confianza de que V.E. encontrará atendible nuestra súplica, y de que como
Poder Colegislador la apoyará eficazmente ante la H.L. a quien por la
Constitución le corresponde la creación de nuevos Departamentos en la
Provincia, como igualmente de que en ejercicio del derecho de patronato V.E. se
servirá dar todos los pasos conducentes al objeto de que sea despachada
favorablemente la solicitud que tenemos pendiente ante la autoridad
eclesiástica.
V.E. habrá
dado así un prueba mas de la liberalidad de los principios que dirigen la
marcha de la administración actual, y de su celo nunca desmentido a favor del
progreso del país.
Exmo.
Señor
Cesáreo
Niño, Sigifredo Brachieri, José Tomás de Peñalba, Nabor Frías, Manuel Basílides
de Peñalba, Carlos Cornejo, Leónides de Peñalba, Cruz Ballesteros, José Modesto
Moreno, Fanor Padilla, José María Azcárate, José López, Félix M. Maydana, Juan
N. Ibarbalz, Delmirio Córdoba, Juan A. Azcárate, Justo Costas, Juan Valdés,
Juan Medeiros, Emeterio Santos B., Antonio Oliber, Soylo Zambrano, Crispin
López, Florencio Aransars, José Zambrano, Miguel Rodríguez, Sipriano ¿?,
Wenceslao Plaza, Florentín Rodríguez, Hipólito Medina, Juan Antonio Oliber,
Miguel Cano.
El Gobierno}
Salta Julio
29 de 1862 =
Por esta
solicitud a S.S. Ilma. el Revmo. Obispo Diocesano con la nota acordada =
Uriburu
Genaro
Feijoo”[29]
La
instalación del primer Consejo Municipal, tuvo lugar en enero de 1866 y su
primer intendente fue don Sigifredo Brachieri. Vendría
después un crecimiento lento, pero firme, con las primeras construcciones
importantes y la apertura de nuevas calles, la continua incorporación de
organismos públicos, escuelas, un colegio privado, el hospital creado en 1875 bajo la administración de la
Sociedad de Beneficencia, grandes comercios de ramos
generales, la usina eléctrica instalada en 1926 que por varios años prestaría
un servicio público y domiciliario de no más de cuatro horas por día, una
oficina de la Dirección Nacional de Vinos y la sucursal del Banco de la Nación
Argentina inaugurada en 1896, la primera del interior de la Provincia y hoy una
de las más antiguas del país, un hecho ciertamente significativo de la solidez
que adquiría el desenvolvimiento económico de la región, en tanto que el
transporte de carga y pasajeros se cumplía a través de tropas de carros que
iban y venían en lerda caravana por unos cien kilómetros entre Talapampa y
Cafayate, debiendo transitar en buena parte por el cauce del río seriamente
comprometido en los meses de verano. El servicio constituía un ingrediente
fundamental en la vida de los pobladores de la zona, considerando además las
características de las tropas, la organización de su recorrido, los obligados
puntos fijos de descanso y refresco de animales y el acontecimiento de cada
arribo a destino, alrededor de toda una multitud de componentes generadores de
infinitas anécdotas. El referido transporte sería reemplazado al inicio del
pasado siglo por los primeros automotores, que no obstante debían ser
auxiliados con frecuencia por las mulas de los carros. Años más tarde se
produciría un progreso sostenido y por momentos vertiginoso.
LA CATEDRAL
Decíamos
que la Doctrina del Rosario de Calchaquí, estaba regida por una antigua Misión
de los Padres Franciscanos que se establecieron en la zona a mediados del siglo
XVIII, concretamente en el campo de las Capillitas, al pie del cerro de San
Isidro, cuya existencia se mantuvo aproximadamente cincuenta años.
El
templo primitivo comenzó a construirse en 1808, siendo inaugurado por el cura
de San Carlos don Félix Ignacio Delgado el 14 de febrero de 1819; esta nueva
Capilla, viceparroquia de San Carlos, se encontraba algunas décadas más tarde
“en estado despreciable y en ruinas”, razón por la que el presbítero Julián
Toscano emprende en 1890 la tarea de construcción de un nuevo templo. El
escritor y sacerdote agustino Pablo Hernando Moreno explica que “la obra se
emprendía depositando la confianza en Dios, dador de todo bien, y en las
limosnas que familia por familia iría recogiendo la venerable imagen de la
Virgen del Rosario (o la “Sentadita”), en su recorrido por los hogares cafayateños”.
Es así que la actual iglesia Catedral de estilo postcolonial con influencia de
la arquitectura italianizante, y cuya construcción total demandó cinco años,
por impulso del padre Toscano y bajo la dirección del maestro catalán Pedro
Coll. La imagen de la Virgen del Rosario, escribe acertadamente Hernando Moreno
que en este venturoso año “fue colocada en el altar mayor del tempo, como feliz
heredera del feudo de la donante doña Josefa Frías de Aramburú”. La iglesia fue
inaugurada y consagrada el 4 de enero de 1895, por el Excmo. Sr. obispo de
Salta, monseñor Pablo Padilla y Bárcena, y en la actualidad es la sede del
Obispo de la Prelatura de Cafayate. Fueron diez los prácticos de obra que
intervinieron, pero “el más conocido fue el maestro Daniel Reyes”, y para la
construcción se ocuparon más de cien obreros. Esta iglesia es una de las tres
que existen en América Latina con cinco naves en su interior, formadas por los
cinco tramos del ancho total de la fachada, siendo uno de los atractivos
turísticos más admirados. El 8 de setiembre de 1969, Su Santidad Pablo VI crea
la Prelatura de Cafayate, y proclama el Patronazgo de Nuestra Señora del
Rosario sobre la nueva Prelatura, nombrando meses más tarde como administrador
apostólico al padre agustino Diego Gutiérrez Pedraza, nombrado luego Obispo
titular en el mismo año. Esta Prelatura abarca todo el Valle de Calchaquí
(Salta, Tucumán y Catamarca) con una extensión de 46.847 Km2.
Es
de interés mencionar brevemente los altares, sus imágenes y dentro de lo posible
el origen, porque recordarlo no solo explica la arraigada fe cristiana de los
cafayateños desde antes de la fundación, sino el afán que tuvieron los
lugareños por enriquecer tanto la iglesia en su casco histórico, como el
patrimonio de este pueblo pujante.
El
Altar Mayor está destinado para la Patrona de la iglesia, Nuestra Señora del Rosario, quien según explica Pablo Hernando
Moreno “como madre, reina y protectora vela por todos sus hijos de la comunidad
cafayateña y de todo el Valle Calchaquí, por ser la titular de la Prelatura de
Cafayate”. Es una imagen sedente y de vestir, cuyo valor artístico se centra en
las manos y la cabeza, piezas que fueron traídas del Alto Perú por los padres
franciscanos; el cuerpo está someramente modelado en madera, al igual que la
sillita rústica[30].
Las
imágenes de los altares laterales son las siguientes: Comenzando por la derecha
se encuentra el altar de la Virgen del
Carmen, acompañada de San Roque de Montepellier y San Judas Tadeo. Según
archivos de Pablo Hernando Moreno, la imagen de la Virgen es muy antigua y fue
traída del Alto Perú, especialmente su cabeza y las manos, mientras que el
resto es una armadura de madera para vestir. Las otras dos imágenes son
modernas. Aunque este altar de estilo neogótico no tiene una placa que identifique
la familia donante, es justo mencionar que el omitido benefactor fue don
Wenceslao Plaza. El altar siguiente es el de la Virgen del Rosario de Pompeya, acompañada de Santo Domingo de
Guzmán y Santa Catalina de Siena. También de estilo neogótico, contiene quince
cuadros de madera policromada que representan los Misterios del Rosario
bordeando todo el contorno del mismo; sus molduras están enchapadas con lámina
de oro y es obra del artista M. Casals. Este altar conserva una placa donde indica
que fue donado por la familia de Peñalva Torino. Este sector de la Catedral
termina con el altar dedicado al Calvario,
y tiene las imágenes de Jesucristo Crucificado, en compañía de la Virgen de los
Dolores y del apóstol Juan. Una placa advierte que la familia Chavarría fue la
donante.
El
primer altar del costado izquierdo está dedicado a la Virgen de la Medalla Milagrosa, juntamente con la de San José y San
Agustín. También con estilo neogótico se encuentra el altar dedicado al Sagrado Corazón de Jesús, “una talla
importada de Italia”, refiere Hernando Moreno, y añade que “en la base está
colocado el Sagrario, de madera dorada, y sobre él una pequeña talla de
Jesucristo Crucificado (…) reconocida como una talla de caracteres expresionistas
de gran belleza (…) Acompañan en el altar, visiblemente recargado, las imágenes
de San Antonio de Padua, Santa Margarita, María Alacoque, Santa Teresita del
Niño Jesús y San Ignacio de Loyola, todas de características modernas. El altar
es donación de la señora Carmen Diez de Frías”. El último de los altares es una
pequeña réplica de la Basílica de Fátima, para guardar a la Virgen del mismo
nombre. La acompañan las imágenes del personaje bíblico Tobías y el arcángel
San Gabriel. Al otro lado una moderna imagen de Santa Rita de Casia. Agrega el
versado escritor que seguimos, que “tiene una gran importancia la imagen de Cristo yacente, guardada celosamente en
la parte inferior del altar. Es articulada en los hombros, lo que posibilita la
ceremonia del descendimiento en la noche del Viernes Santo; ceremonia muy
típica, que congrega a todos los devotos cafayateños”. También podemos apreciar
el antiguo baptisterio en la entrada de la Catedral, donde se guarda la imagen
de la Virgen de la Merced, que data
de mediados del siglo XIX[31].
ARCHIVOS
Archivo del Arzobispado de Salta
Archivo de la familia PLAZA NAVAMUEL
Archivo y Biblioteca Históricos de Salta
Archivo Parroquial de Cachi (Salta)
Archivo Parroquial de
Cafayate
(Salta)
Archivo Parroquial de
Molinos (Salta)
Archivo Parroquial de San
Carlos (Salta)
CORNEJO, Atilio: “Apuntes Históricos Sobre Salta”,
2da. Edición (Corregida y aumentada). Talleres Gráficos Ferrari Hnos. Buenos
Aires, 1937.
CUTOLO, Vicente Osvaldo: “Nuevo Diccionario
Biográfico Argentino”. VI volúmenes. Edit. Elche, Imprenta Crisol. Buenos
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FIGUEROA, Fernando R.: “Historia y Geografía de Salta
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España, s/f.
-- “Cafayate: Tierra de buen sol y buen vino”.
Madrid, España, s/f.
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noroeste argentino”. Salta, s/f.
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la Provincia de Salta”. Ediciones Columbia, Salta). Ediciones Síntesis. Capital
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PLAZA, Rodolfo Leandro: “Los de Lea y Plaza. Señorío
y Tradición del Valle del Calchaquí Salteño”. Talleres Gráficos de Editorial
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-- “Testamento del Gral. D. Fernando Rodolfo de
Lisperguer y Aguirre”. Publicación Institucional Nº 1 del Centro de
Investigaciones Genealógicas de Salta. Salta, 2000.
PLAZA NAVAMUEL, Rodolfo Leandro: “El Tte. coronel Don
José Remigio de Lea y Plaza. Entre los Valerosos Exponentes del Patriciado
Salteño”. Boletín Nº 27-28 del Instituto Güemesiano de Salta, Publicación
Oficial del Gobierno de la Provincia de Salta, 2.º Edición. Salta, 2005.
QUIROGA, Adán: “Calchaquí”. L. J. Rosso y Cía.,
Impresores. Buenos Aires, 1923.
REYES GAJARDO, Carlos M.: “Apuntes Históricos Sobre
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-- “Familiares del General Fernando Rodolfo
Lisperguer y Aguirre”. Revista de la Junta de Estudios Históricos de Tucumán.
Año 2, Nº 2. San Miguel de Tucumán, 1969.
-- “Poblaciones Indígenas del Valle Calchaquí”.
Revista del Instituto de Antropología, Volumen VIII - 1955 - 1957. Material
para la Etnología Histórica y Protohistórica del Noroeste. Director: Branimiro
Males - Calle Bs. As. 160, San Miguel de Tucumán. Universidad Nacional de
Tucumán. Tucumán, 1958.
SOLÁ, José Vicente: “Diccionario de Regionalismos de
Salta”. Cuarta edición. Editorial Plus Ultra. Buenos Aires, 1975.
Notas
· Doña Catalina de
Quejana, nació en 1658 y se casó en la Villa de Haro, el 13-VI-1691, con
Domingo Joseph de Frías. Fue hija de don Juan de Quejana, quinto poseedor del
Mayorazgo, y de doña María Ana de los Oteros. Nieta paterna de Diego de Quejana
y de doña Catalina de Yanguas y Quejana, cuarta poseedora del Mayorazgo.
Bisnieta pater. materna de don Domingo de Yanguas, tercer poseedor del
Mayorazgo, y de doña Lucía de Quejana Echavarren. Tataranieta pater. mater.
paterna del Doctor don Diego de Yanguas y Gayangos, segundo poseedor del
Mayorazgo, y de doña María Martínez. Cuarta nieta del Licenciado Carlos de
Yanguas, primer poseedor del Mayorazgo, y de doña Juana Gaiangos. Quinta nieta
del doctor Diego de Yanguas, Fundador del Mayorazgo en febrero 12 de 1576, y de
doña Ana de Pereda.
·· Don Tomás de Escobar Castellanos
y Abreu, nació en la Villa de Gibraleón, Huelba; encomendero de Chicoana y
Atapsi, Tte. de gobernador y capitán a guerra de Salta en 1678 y 1681. Fue hijo
de don Juan Castellanos, n. Villa de Calatrava; escribano real que pasó a la
Gobernación del Tucumán, y de doña Isabel de Abreu y Tenorio. Nieto paterno de
don Diego Martín Castellanos y de doña María García. Nieto materno de don Juan
de Escobar y de doña María de
··· Doña María Bernarda de Lisperguer y Aguirre Díaz de Loria, contrajo
matrimonio con el coronel don Marcos de Aramburú y de Urdanirrea. Fue hija del
general don Fernando Rodolfo de Lisperguer y Aguirre (n. Stgo. de Chile; tuvo
una destacada actuación en la campaña del Chaco Gualamba, en 1710 acompañó al
gobernador don Esteban de Urízar y Arespacochaga; vecino encomendero de Salta y
dueño de la “Hacienda de San Carlos del Valle de Calchaquí”; hizo su testamento
en la estancia de San Carlos, el 26 de mayo de 1719) y de doña María Díaz de
Loria Bazán. Nieta paterna del maestre de campo don Juan Rodolfo de Lisperguer
y de doña Inés de Aguirre y Cortés. Nieta materna del maestre de campo don
Pedro Díaz de Loria “El Mozo” y de doña Francisca Bazán de Tejeda (hija del
maestre de campo Juan de Gutiérrez Bazán y de Da. María de Tejeda y Guzmán,
vecinos de La Rioja). Bisnieta pater. paterna del general Pedro de Lisperguer y
Flores o Blumenthal y de doña Florencia Solórzano y Velazco. Bisnieta paterna
materna del capitán Pedro Díaz de Loria “El Viejo” (vecino encomendero de la
Ciudad de Lerma. Su cuñado el alguacil mayor de Salta don Hernando de Hervás y
Andrade le otorgó en 1669, un poder para testar en cuya escritura ordenaba que
con el remanente de sus bienes se fundara, en la Iglesia Matriz de Salta, una
Capellanía perpetua de misas rezadas en sufragio de su alma y las de sus
padres. Don Pedro Díaz de Loria extendió aquel testamento el 7 de diciembre de
1669, por ante el escribano Francisco Guerrero, donde mandó que se funde la
“Capellanía de Alemania”), y de doña Polonia de Hervás y Andrade (hija de don
Matías de Hervás y Andrade, vecino morador de Salta, y de doña Juana de Mesa, hija y nieta de los primeros descubridores y
pobladores de esta Provincia y beneméritos de ella). Tataranieta pater.
pater. paterna del capitán don Pedro de Lisperguer, oriundo de Worms de
Sajonia, y de doña Águeda Blumenthal (o Flores). Tataranieta paterna materna
paterna de don Pedro Álvarez Solórzano y de doña Antonia Ortíz de Velazco.
(Para mayor información genealógica y ascendencia Aguirre, remito al lector,
consultar mi libro “Los de Lea y Plaza. Señorío y Tradición del Valle del
Calchaquí Salteño”. Salta, 2000).
· Martillero público nacional
(Tucumán-Salta). Miembro fundador (1997), de número (1999. Sitial D. Antenor de
Peñalva Torino), y actual vicepresidente y asesor titular de publicaciones del Centro de Investigaciones Genealógicas de
Salta. Académico de número (Sitial Nº 82) de la Academia Americana de Genealogía. Miembro activo del Instituto San Felipe y Santiago de Estudios Históricos
de Salta. Actualmente es integrante del Consejo Directivo y director de
publicaciones del Instituto Güemesiano de
Salta. Académico correspondiente de la Academia
de Ciencias Genealógicas y Heráldicas de Bolivia. Miembro correspondiente,
entre otras instituciones afines, del Instituto
Argentino de Ciencias Genealógicas, del Instituto
Chileno de Investigaciones Genealógicas, y del Centro de Estudios Genealógicos y Heráldicos de Córdoba.
[1] Quiroga, Adán:
“Calchaquí”, pág. 81. L. J. Rosso y Cía., Impresores. Buenos Aires, 1923.
[2] Quiroga, Adán:
“Calchaquí”, cit.
[3] Plaza, Rodolfo Leandro: “Los de Lea
y Plaza. Señorío y Tradición del Valle del Calchaquí Salteño”. Talleres
Gráficos de Editorial Milor, Salta, agosto de 2000.
[4] Plaza Navamuel, Rodolfo Leandro:
Archivo particular. También Reyes Gajardo, Carlos: “Poblaciones Indígenas del
Valle Calchaquí”, págs. 52-53. Revista del Instituto de Antropología, Volumen
VIII - 1955 - 1957. Material para la Etnología Histórica y Protohistórica del
Noroeste. Director: Branimiro Males - Calle Bs. As. 160, San Miguel de Tucumán.
Universidad Nacional de Tucumán. Tucumán, 1958.
[5] Don Felipe de Albornoz concede la
encomienda de Cafayate a don Pedro Díaz, el 15 de junio de 1629, sin cargo de
confirmación y con derecho de tercera vida. Don Pedro Díaz, el 11 de marzo de
1631, en la ciudad de Nuestra Señora de Guadalupe, dona al gobierno un tercio
de indios de su feudo para poblar a este lugar, hoy San Isidro. Al fallecer, es
reemplazado por su hijo don Pedro Díaz de Loria (Pablo Fortuny: “Nuevos
Descubrimientos en el Norte Argentino (Históricos: Salta, Chicoana, etc.)”,
pág. 70. Ediciones Paulinas. Buenos Aires, 1972). En el padrón levantado por
Francisco de Olea en 1673, figura el pueblo de Cafayate encomendado a Pedro
Díaz de Loria con 74 indios calchaquíes.
[6] Reyes Gajardo, Carlos: “Poblaciones
Indígenas del Valle Calchaquí”, pág. 55, cit.
[7] Los religiosos franciscanos que
llegaron del Perú por vía de Chile alrededor de 1565, tuvieron una muy activa
participación en la evangelización de los naturales del Tucumán.
[8] Hernando Moreno, Pablo: “Cafayate:
Pueblo consagrado a María”. Madrid, España, s/f.
[9] Atilio Cornejo
refiriéndose al origen de la palabra Cafayate y de enumerar un abanico de
posibles antecedentes, escribe que “es aventurado afirmar sobre una cuestión
tan oscura”. José Vicente Solá en su Diccionario de Regionalismos de Salta,
también da a Cafayate varios posibles significados y orígenes, pero me atengo
prefiriendo al mencionado, tal como desde siempre escuché que se lo define en
aquellos sitios (Solá, José Vicente: “Diccionario de Regionalismos de Salta”.
Editorial Plus Ultra. Cuarta edición. Buenos Aires, 1975).
[10] Peñalva Torino, Antenor
de: “Genealogías Salteñas. Genealogía de la familia de Torino”, págs. 14 a 17.
Instituto San Felipe y Santiago de Estudios Históricos de Salta, Tomo II
(1940-41), Boletín Nº 8, 2do. Semestre de 1941.
[11] Plaza, Rodolfo Leandro:
“Testamento del Gral. D. Fernando Rodolfo de Lisperguer y Aguirre”, pág. 298,
en Publicación Institucional Nº 1 del Centro de Investigaciones Genealógicas de
Salta, 2000.
[12] A. y B. H. S. Carpeta
23 Prot. 234 fs. 7 y 8. La escritura de venta de la estancia de Yacochuya a
doña Polonia de Mendoza, esposa del hacendado don Simón de Lea y Plaza de
Texerina, y luego del hacendado don Alberto Pérez; fue protocolizada el 5 de
enero de 1809, en el Registro del escribano público de número don Mariano
Cabrera. (Ver “Reseña sobre la finca San Pedro de Yacochuya”, en Plaza, Rodolfo
Leandro: “Los de Lea y Plaza. Señorío y Tradición del Valle del Calchaquí
Salteño”, pág. 509. Talleres Gráficos de Editorial Milor. Salta, 2000).
[13] Reyes Gajardo, Carlos
M.: “Familiares del general Fernando Rodolfo Lisperguer y Aguirre”, págs. 202 a
206. Revista de la Junta de Estudios Históricos de Tucumán Año 2, Nº 2, 1969.
[14] Ver en el sitio
http:/www.infonoa.com.ar/cafayate/default.htm
[15] Cornejo, Atilio:
“Apuntes históricos sobre Salta”, 2da. Edición (Corregida y aumentada), pág. 538.
Talleres Gráficos Ferrari Hnos. Buenos Aires, 1937.
[16] Güemes, Luis: “Güemes
Documentado”. Tomo 6, pág. 318. Editorial Plus Ultra. Buenos Aires, 1980.
[17] Reyes Gajardo, Carlos:
“Apuntes históricos sobre San Carlos del Valle Calchaquí de Salta”, pág. 36.
Casa Jacobo Peuser, Ltda. Buenos Aires, 1938.
[18] Cornejo, Atilio:
“Apuntes históricos sobre Salta”, págs.529 y sgtes., cit.
[19] Plaza, Rodolfo Leandro:
“Los de Lea y Plaza…”, pág. 30, cit.
[20] A. y B. H. S. Carpeta
27, Prot. 282, f. 40 a 49. Escribano Mariano Nicolás Valda, año 1829. En 2001,
hemos publicado el Acta en otro trabajo de mi autoría, titulado “Ensayo
biográfico genealógico del capitán Don Juan Esteban Arias de Navamuel. Un
abnegado patriota de la Independencia”, Boletín del Instituto Argentino de Ciencias
Genealógicas, Tomo 22, Número 221, Buenos Aires (septiembre - octubre, 2001).
[21] A. y B. H. S. Carpeta
27, Prot. 282, f. 40 a 49, cit.
[22] Archivo Parroquial de
San Carlos (Salta), bautismos y defunciones.
[23] Archivo Histórico de
Tucumán, Sección Administrativa, carta de Don Ignacio Gorriti. También Plaza
Navamuel, Rodolfo Leandro: “El Tte. coronel Don José Remigio de Lea y Plaza.
Entre los valerosos exponentes del patriciado salteño”, pág. 108. Boletín Nº
27-28 del Instituto Güemesiano de Salta, Publicación Oficial del Gobierno de la
Provincia de Salta, 2.º Edición, Salta, 2005.
[24] Plaza Navamuel, Rodolfo
Leandro: “El Tte. coronel Don José Remigio de Lea y Plaza…”, cit.
[25] Cutolo, Vicente
Osvaldo: “Nuevo Diccionario Biográfico Argentino”, págs. 186 y 187. Edit.
Elche, Imprenta Crisol. Buenos Aires, 1968.
[26] Reyes Gajardo, Carlos:
“Apuntes Históricos Sobre San Carlos del Valle Calchaquí de Salta”, pág. 101,
cit.
[27] A. y B. H. S. Carpeta
de Gobierno. Carta del secretario del Obispado de Salta, Fr. Juan C. Tissera
“Documentos del Obispado de Salta”, Agosto de 1862. Fotocopia en nuestro
archivo.
[28] A. y B. H. S. Carpeta
de Gobierno. Agosto de 1862. “Documentos del Obispado de Salta”. Fotocopia en
nuestro archivo.
[29] A. y B. H. S. Carpeta
de Gobierno. Agosto de 1862, cit.
[30] Hernando Moreno, Pablo:
“Cafayate: Pueblo consagrado…”, cit.
[31] Hernando Moreno, Pablo:
“Cafayate: Historia de su Iglesia Catedral”. Madrid, España, s/f.