Brigadier Pedro Antonio de Olañeta

(1770-1825)

Por Cnl (R) Juan Carlos Jones Tamayo

Nació en una aldea de Vizcaya y marchó a América cuando tenía 16 años. radicado en Salta estableció con los años un vasto comercio en el Virreinato del Río de la Plata, especialmente entre Potosí y Buenos Aires.

Profundamente conservador, absolutamente católico y totalmente leal a la Corona de España. Ofreció sus servicios al ejército realista después del 25 de mayo de 1810, cuando las fuerzas patriotas iniciaron la expansión de la Revolución de Mayo.

Sus recursos económicos y humanos, sus numerosos e importantes contactos con políticos, militares, eclesiásticos y comerciantes, su conocimiento del terreno y de la idiosincrasia de los lugareños, su aguzada inteligencia para aprender los procedimientos militares, hicieron de él un valioso elemento para el Ejército español. Ascendió a capitán por méritos de guerra. Participó en la revolución de Aznapuquio, que hizo virrey del Perú a José de la Serna e Hinojosa en 1821.

Luchó contra las fuerzas patriotas en las batallas de Tucumán, Salta, Vilcapugio, Ayohuma y Sipe Sipe.

Después de 1816, encontrándose el General San Martín absorbido en la formación del Ejército de los Andes para llevar a cabo su “Plan Continental”, la lucha en Jujuy y Salta se convirtió en una operación defensiva, de contención, más que en el teatro de las operaciones bélicas como había sido desde 1810 hasta entonces, trasladándose a Cuyo y luego a Chile el esfuerzo principal de la guerra.

Aprovechando esta coyuntura, Olañeta invadió reiteradamente la Provincia de Jujuy, ocupando su capital en 1817 y estableciendo allí su cuartel general; intentó tomar Salta pero fue derrotado por el responsable de la defensa del norte argentino, el General Martín Miguel Juan de Mata Güemes. Esta acción defensiva era necesaria para que San Martín pudiese continuar su ofensiva contra las tropas realistas de Chile y Perú.

En 1824 lanzó una proclama contra Serna y salió de Potosí llevándose los fondos reales, las joyas de las iglesias y la maquinaria de la Casa de la Moneda. Ese mismo año, tras ser herido en la batalla de Ayacucho, formó un ejército propio y se proclamó a sí mismo virrey del Perú. El rey no lo aceptó, pero le nombró virrey del Río de la Plata.

Es así como, a principios de 1825, este General realista había concentrado sus fuerzas en Potosí, aunque bastante disminuidas por las deserciones. Los patriotas altoperuanos proclamaron la independencia el 22 de enero de 1825 y el patriota General José Miguel Lanza ingresó a la ciudad de La Paz con sus tropas, salidas de las republiquetas de Ayopaya e Inquisivi, tomando posesión de la misma el día 23.

El 29 de marzo llegó a Potosí el Mariscal Sucre, llamado por los altoperuano “El Mariscal de Ayacucho”, ascendido a ese máximo grado militar por el Congreso del Perú. Horas antes, había abandonado la ciudad el Comandante realista para unirse al resto de sus fuerzas acantonadas en Tumusla. Allí comprobó que sus soldados se habían pronunciado por la causa americana, encabezados por su segundo, el Coronel Carlos Medinaceli.

Por el deseo de restablecer su autoridad y continuar las acciones bélicas contra los americanos, el 1 de abril de 1825 Olañeta ordenó a la tropa que lo acompañaba desde Potosí, que atacaran a los rebeldes y en esa acción se produjo el Combate de Tumusla, donde el General Olañeta perdió la vida. De esta manera, casi desconocida, en Tumusla cayó el último baluarte de los españoles en América del Sur y quedó consolidada la libertad americana. Así quedo cristalizado el sueño de los generales San Martín, Belgrano, Güemes, Artigas, O’Higgins, Bolívar, Sucre y tantos patriotas americanos más.

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