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El General Manuel Belgrano y el Ejército Patriota - El recorrido desde el río del Juramento a Salta

Por Gustavo Flores Montalbetti - Artículo protegido en su propiedad intelectual - ISBN 807101

Hacia la célebre Batalla del 20 de febrero de 1813

El verdadero trayecto que oportunamente transitara el General Manuel Belgrano con su Ejército durante los días 13 al 18 de febrero de 1813 desde la margen Norte del río del Juramento hacia la ciudad de Salta, constituyó una sorpresa para las tropas del brigadier realista Pío de Tristán. De manera posterior a la derrota infringida al ejército enemigo en Tucumán, volvieron a enfrentarse en el Campo de La Tablada, hacia el Norte de la ciudad de Salta. La presente exposición se basa en la indagación de documentos históricos y el soporte de investigaciones específicas en el ámbito de las Ciencias Naturales.

Fundamentos del Derrotero

La Geología y la Geografía
En la siguiente figura se puede observar la ubicación precisa de los valles de Lerma y de Cianca como formaciones naturales que guardan cierto paralelismo con sentido general Norte – Sur y separados por el ancho cordón de las Sierras del Mojotoro. Por otro lado, cada uno de ellos debe ser considerado como un piso ecológico con características propias, dado que registran una marcada diferencia de altitud. Esta serranía presenta una geografía con formaciones intrincadas y abruptas en algunas partes y constituye una barrera que los separa. Estando conectados, principalmente por el amplio cono de deyección formado por el río de igual nombre; que descarga sus aguas en el valle de Cianca desde la cabecera Norte del valle de Lerma.    

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Es indispensable establecer algunos conceptos pertinentes al ámbito de las Ciencias Naturales y específicamente los correspondientes a la Geología del sector considerado. El valle de Cianca, se encuentra enclavado en un área donde muy antiguamente confluyeron fuerzas tectónicas de diferente potencia y dirección que provocaron una marcada alteración de las capas geológicas, dejando como resultado, profundas perturbaciones. Ocurrió así un fenómeno denominado sistema de fallas o fallamiento regional que afectó gran parte del territorio enmarcado, como también, al sector aledaño de los conjuntos de elevaciones que integran el llamado Sistema de Santa Bárbara Norte y Sur hacia el Este, y los de Sierras Subandinas y Cordillera Oriental en dirección Oeste.
Además, siempre considerando a nivel regional, si recorremos aquél trayecto del Noroeste a partir de la localidad de Río Hondo en Santiago del Estero, pasando por Pozo Hondo, Puesto del Medio, Páez y Viltrán en Tucumán; Rosario de la Frontera, El Sauce y Saladillo en Salta; las Aguas Calientes, Termas de Reyes, Río Jordán y Caimancito en Jujuy, podremos apreciar que la existencia de las fallas mencionadas queda evidenciada por el fenómeno geológico que permite el surgimiento de aguas termales que, en profundidad, están asociadas a un cuerpo magmático.
Precisamente, en el lugar llamado El Angosto, sobre el cauce del río Mojotoro, existe una falla por la que percola gran parte del caudal acopiado por los ríos que forman la principal corriente de agua, y continúa discurriendo en forma subterránea hacia el naciente para volver a surgir algunos kilómetros cauce abajo del Fuerte de Cobos. En momentos de crecientes temporales, ocurre que el volumen de agua supera la capacidad de filtración de la falla, es entonces cuando se pueden observar importantes riadas. Este motivo provoca que su cauce permanezca seco la mayor parte del año.
            En el aspecto fitogeográfico, esta subregión comprende una formación natural de transición en la que de acuerdo al espacio de tiempo que estamos considerando, prácticamente no estuvo afectada por la mano del hombre. Se observa claramente el modo enredado en que se intercalan la flora típica del Bosque Chaqueño de fondo de valle, con áreas restringidas en las que se desarrolla y predominan las especies típicas de la Selva de Yungas. Por investigaciones paralelas, sabemos que la vegetación que tapizaba el valle de Cianca hasta principios del siglo XX era bastante más profusa que la actual y que la explotación indiscriminada y los desmontes para siembra llevaron a la extinción de algunas de ellas. La conclusión al respecto es como sigue: Al presente, todas las formaciones que integran la Serranía del Mojotoro muestran una vegetación variada y densa en extremo con arbustos y especies espinosas nativas que dificultan e impiden el tránsito, especialmente en cañadas y quebradas.
Otro punto a apreciar. En publicaciones y por comunicaciones personales del Dr. en Geología Ricardo N. Alonso*, estudios de Paleoclimatología reveleron que: “entre mediados de los siglos XVI al XIX aproximadamente; o sea entre los años que van del 1550 al 1850; prevaleció una "Pequeña Edad de Hielo Global" que provocó un descenso de temperatura de entre 6 u 8 grados centígrados, resultando entonces, condiciones climáticas muy diferentes a las actuales; por ende, hubo menos cantidad de lluvias. Estimamos entonces que éstas no superaban la mitad del registro actual o que su volumen no era mayor a 350 - 400 mm. anuales”.
Podemos considerar entonces que en aquella época, el cauce del río Mojotoro permaneció prácticamente seco, o al menos, con un caudal de agua bastante disminuido entre el punto de su nacimiento (junta de los ríos La Caldera, Wierna y Vaqueros) hasta el paraje de "El Angosto"; salvo en temporadas de lluvias. Motivo por el que, ocasionalmente, debe haber permitido un cómodo tránsito de personas y arreos de ganado, sin demasiadas dificultades. Aunque, es válido pensar que en determinados momentos y con un ocasional e inusual registro de precipitaciones, las condiciones deben haber sido diferentes.
            Para concluir, el registro de diferencia de altitud entre los valles de Lerma y el de Cianca, es alrededor de 600 a 700 metros; pero debemos considerar que, el gradiente, se suaviza notablemente si tomamos en cuenta los casi 32 kilómetros de distancia que separan al Fuerte de Cobos y el punto de nacimiento del río. Estos parámetros demuestran la factibilidad de circulación casi en línea recta por el cauce marcado sobre el extenso cono aluvial del Mojotoro. De manera que, aquella numerosa columna formada por los soldados del ejército y las personas de servicio y de apoyo para trasladar los cañones, carretas y el ganado en pie, transitaron por un cauce incómodo y nada sencillo, aunque poco abrupto y sin fuertes desniveles.

Vegetación nativa de la Serranía del Mojotoro

Marcha a la ciudad de Salta por el Fuerte de Cobos

El espíritu de libertad que motivara el evidente arrojo de los patriotas en el Combate del Río de Las Piedras, resultó un triunfo que enardeció los ánimos de quienes desde Jujuy marchaban en retirada huyendo del incesante acoso realista. Mientras tanto, en Salta, el coronel Manuel Dorrego con su división habían interrumpido el paso presuroso de otra columna realista. En aquella acción, se tomaron algunas piezas de artillería abandonadas y el mayor Díaz Vélez comandó una partida que persiguió hasta las cercanías del Fuerte de Cobos, al resto de la dispersada tropa realista.
Una vez que el Ejército Patriota estuvo acantonado en los alrededores de la ciudad de Tucumán, el general Belgrano tuvo una evidente demostración de apoyo que resultó fundamental en su impulso de evaluar la posibilidad para demostrarle al enemigo que, en este suelo, los nativos, criollos y afrodescendientes que engrosaban sus filas, también desconocerían la disposición emanada del Superior Gobierno de Buenos Aires, ordenando retroceder hasta la ciudad de Córdoba; dejando desprotegido y cediendo el territorio del Alto Perú y nuestro Noroeste al enemigo.
En una carta del Virrey Abascal en que habla de esta operación a José Manuel Goyeneche, con fecha 10 de agosto le comunicaba: "Contemplo preciso continuar la ruta hasta el interesante punto de Salta, para lo cual considero suficiente 2.000 hombres, con otro cuerpo intermedio de 1.000 situado en Suipacha, etc. Se adelantarán destacamentos de 500 hombres hasta el "Rio Pasaje, donde pueden hacer cacerías hasta San Miguel de Tucumán, de cuya suerte se estrecha a Buenos Aires, de un modo que dentro de poco tiempo no le quedarán recursos para mantener dos mil hombres. Vd. dirá para su coleto que receto largo; pero que no envío el agente principal para mantener la guerra, sobre lo cual no le puedo menos que repetir a Vd. lo que ya le tengo dicho: esas provincias son ricas y pingües, y por lo mismo es razonable y justo que paguen lo que han despilfarrado y hecho gastar (…)”

El general Belgrano, expresó entonces: “Son muy apuradas las circunstancias, y no hallo otro medio que esponerme á una nueva acción: los enemigos vienen siguiéndonos. El trabajo es muy grande; si me retiro y me cargan, todo se pierde, y con ella nuestro total crédito. La gente de esta jurisdicción se ha decidido á sacrificarse con nosotros, si se trata de defenderla y de no, no nos seguirán y lo abandonarán todo, pienso aprovecharme de su espíritu público y energía para contener al enemigo, si me es dable, o para ganar tiempo a fin de que se salve cuanto pertenece al Estado. Cualquiera de los dos objetivos que consiga es un triunfo y no hay otro arbitrio que esperarse. Acaso la suerte de la guerra nos sea favorable, animados como están los soldados y deseosos de distinguirse en una nueva acción. Es de necesidad aprovechar tan nobles sentimientos, que son obra del cielo, que tal vez empieza á protegernos para humillar la soberbia con que vienen los enemigos, con la esperanza de hacer tremolar sus banderas en esa capital. Nada dejaré por hacer. Nuestra situación es terrible, y veo que la patria exige de nosotros el último sacrificio para contener los desastres que la amenazan”

            Pío de Tristán recibió refuerzos y equipamiento y preparó su ejército para un enfrentamiento bélico significativo, pero la Batalla de Tucumán fue un gran triunfo para el ejército del general Belgrano. Quién en poco tiempo consideró oportuno atacarlos nuevamente en la ciudad de Salta, adonde se habían recluido. Con el pronto inicio de la temporada estival, el oficial realista pensó y declinó la posibilidad de una marcha por parte del ejército patriota que los pusiese en peligro. Juzgando además que, el general Belgrano no podría reunir la gente ni recursos necesarios con que intentar una nueva embestida. Pero su intuición fallaba y su concepción estaba muy alejada de la realidad, pues no estimaba que el fervor patriótico infundido en los pobladores, los haría brindar su apoyo incondicional a la causa. En tanto Belgrano permanecía en Tucumán y veía afianzarse la confianza y la moral de sus hombres, también veía aumentar rápidamente el número de voluntarios entre los habitantes de parajes aledaños y ciudades alejadas. El esfuerzo de una división especial integrada por individuos a los que encabezaba el varón de Holmberg, permitió alcanzar el mejoramiento e incremento del parque de armas y equipos. La decisión de sorprender al enemigo en la ciudad de Salta e infligirle una nueva derrota, había sido tomada varias semanas antes. Preciso era desbaratar y expulsar definitivamente al enemigo.

El ámbito natural, valle de Lerma y valle de Cianca

La frecuencia de las lluvias durante el mes de febrero, hicieron que el encajonado cauce del río Pasaje -poco después río del Juramento-, fuese el mayor escollo a superar. A punto de cruzarlo, el general Belgrano recibió una comunicación de Buenos Aires, e inmediatamente después llevó adelante el acto de Jura de Fidelidad a la Asamblea del Año XIII. Poco después, ordenó "(…) emprender la marcha a (la posta de) La Ciénaga con toda la fuerza reunida, y seguir a La Cabeza de Buey, y en la mañana del 14 con motivo del parte número 1*, continué a Cobos sin ser sentido del enemigo (...)". Ese mismo día 13, envió una numerosa avanzada de cien hombres al mando del comandante de vanguardia Antonio Silva a que rodease e hiciese prisionero al grupo de soldados realistas que vigilaba el Fuerte de Cobos. Al día siguiente el mencionado oficial remitió un parte (1*) al general para comunicarle las novedades: "(...) solo había diez hombres, con este motivo avancé y he tomado prisioneros a seis y el comandante muerto, ocho carabinas, un par de pistolas y (...)".

La orden era sorprender al enemigo sin que se escapase ninguno.

El desatino de Silva durante esa emboscada nocturna, permitió que tres realistas lograran escapar y dar aviso de la cercanía de tropas patriotas; aunque, no supieron que el grueso de las tropas estaba aproximándose y a no mucha distancia de la avanzada que los había sorprendido. El numeroso Ejército Patriota había recalado en Cobos, y casi sin descansar, forzó la marcha durante los días 16 y 17 con rumbo a la ciudad de Salta, bajo una llovizna implacable. Estaba integrado por 3.096 hombres de armas entre oficiales y soldados de los distintos cuerpos de caballería, artillería e infantería, algunos médicos y enfermeras, y más de 1.000 personas entre mujeres y hombres; nativos, negros y criollos que se ocupaban de los servicios.

A poco de abandonar la fortificación, transitaron por el cauce del río Mojotoro en dirección Oeste y bordeando la reducida corriente de agua enmarcada sobre su margen derecha por la extensa Sierra de La Ramada avanzando sin contratiempos, (hay textos que mencionan “el valle de La Ramada”). Antes de superar el lugar identificado como El Angosto, el general Belgrano envió al mayor Eustoquio Díaz Vélez a que se internase con una partida de la caballería por la Quebrada de El Cuarteadero y pasar por la Hacienda de La Lagunilla hasta la Zanja de Sosa (ubicada en el trazado del camino real que ingresaba por El Portezuelo) a encender varias hogueras que fuesen fácilmente divisadas desde la cumbre del Cerro San Bernardo. En esa altura, los enemigos tenían un puesto de vigilancia que les permitía ver y saber anticipadamente la cercanía de cualquier amenaza; contando así con el tiempo necesario para organizar la defensa.
Esa noche, Díaz Vélez y sus soldados, encendieron cerca de 300 fogatas concentradas en una extensión considerable y a unos seis kilómetros de distancia de la ciudad.  Estrategia con que provocaron la alarma esperada de hacer creer a los realistas que el Ejército Patriota estaba llegando a atacar la ciudad siguiendo ese camino. Luego regresaron a reunirse con el ejército. La columna principal venía encabezada por un grupo de baqueanos que en algún punto no precisado, se esforzó en desviar la corriente para facilitar el paso de la columna, las carretas y la artillería. Transportaban un total de cincuenta carretas con bastimentos, pólvora, municiones y el parque de artillería compuesto por doce cañones. Atravesaron la Sierra del Mojotoro en la desembocadura que hay entre el Cerro Chachapoyas y el Cerro San José (que integra la Serranía del Gallinato), entraron al valle de Lerma e inmediatamente desviaron hacia la izquierda; dejando a la mano contraria o al Norte y a unos 800 metros de distancia la unión de los ríos La Caldera con el Wierna. Arribaron a la zona denominada Castañares en horas de la noche del día 17 y la madrugada del 18. Posiblemente, algún grupo de oficiales haya tomado oportunamente, posición en la Finca de Buena Vista por un par de días.

En el transcurso de la mañana, algunos cuerpos del ejército fueron destinados a ocupar distintas posiciones estratégicas en los alrededores y otras cercanas a la casa - hacienda de Castañares, permaneciendo y guardando posición hasta el día de la batalla.

Don Manuel Belgrano dice en un escrito: “(…) a las once de la mañana del 19 salí con el Ejército de Castañares y me dirigí a la Pampa, aproximándome a la ciudad hasta situarme en las inmediaciones de Gallinato (…)”. El general se refiere aquí a la “Chacra de Gallinato” que estaba situada a dos kilómetros de la Finca Castañares en dirección a la ciudad y no a la Quebrada del Gallinato, situada en dirección contraria.

Conclusiones

Con todo lo expresado, pretendo demostrar que, el general Manuel Belgrano y el Ejército Patriota, llegaron a la ciudad de Salta transitando por el cauce del río Mojotoro hasta sus nacientes con todas las dificultades de un clima adverso, pero marchando por la única vía de acceso posible que permitiera la movilidad de todos los integrantes de la columna, los carruajes y cañones, la caballada y demás ganado.
Es totalmente falsa la versión de su alojamiento y estadía en Finca La Lagunilla, nunca estuvo en ese establecimiento rural. Aunque, más falsedad reviste la que afirma que fueron guiados por “Chocolate Saravia” y que los hizo ingresar a la ciudad abriendo y despejando la espesura de la serranía, por una “senda escondida muy poco conocida” y sin ser vistos ni oídos.
Encender fogatas que simulasen el campamento de los Patriotas en la Zanja de Sosa, permitió que Tristán creyese que atacarían por El Portezuelo, concentró gran parte de su artillería. 
Que casi toda la plana mayor y el grueso del ejército quedó concentrado entre las fincas de Castañares y Buena Vista, luego de haber distribuido grupos de soldados en lugares estratégicos.
Todavía no hay documento que avale fehacientemente que, el general Manuel Belgrano venía muy enfermo al continuar viaje desde el río del Juramento; con un malestar generalizado, vómitos y fiebre; por lo que aparentemente tuvo que viajar en coche. Por ello resulta llamativo que no tengamos hoy surgida de su fecunda pluma, una frase, una carta o comentario, ni descripción del trayecto; sino sus comunicaciones y partes escritos después de la batalla.

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Carta Topográfica del IGM

Plano de la ciudad de Salta, año 1808

Última hoja de la carta del mayor general Pío Tristán a José Manuel Goyeneche. El mismo día 20 le comunicó la derrota sufrida en Salta a manos del ejército patriota del general Manuel Belgrano. AGI

 

 

 

 

 

 

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